La historia es tan repetida que hasta aburre tener que contarla. Una vez más, en temporada de aguas bajas, el río Pilcomayo vuelca su reducido caudal hacia territorio formoseño bañando tierras resecas y recargando los reservorios naturales en puntos tales como El Espinillo, Laguna Blanca, Laguna Naick Neck y, en general, en casi toda la franja comprendida entre el difuso trazado del Pilcomayo y el rio Porteño, que da lugar a importantes desarrollos agropecuarios en la provincia. Formosa tiene más de un millón de cabezas de ganado, dedicándose además a la producción de rubros hortigranjeros y algunos a escala como el algodón y la soja. Nada de eso habría sido posible si, décadas atrás, los formoseños no hubieran emprendido obras de aprovechamiento de las aguas del Pilcomayo, que juntamente con el Porteño y el Bermejo, son las fuentes de agua imprescindibles para impulsar su economía. La provincia dialoga hoy con la Casa Rosada para encarar un acueducto con el cual se proyecta irrigar 150.000 hectáreas con aguas del rio Paraguay. Toda la producción actual se alimenta de los flujos de agua superficial que generosamente, y por gravedad, suministran los ríos ya citados, entre ellos, el Pilcomayo.
Este es un vistazo muy sucinto a nuestro vecino inmediato y a sus preocupaciones por mantener este rio fronterizo como una fuente de vida para la producción local.
¿Y en nuestro caso?. Hace décadas que se ha detectado el fenómeno llamado de “colmatación” característico de este rio que nace en Bolivia. El Pilcomayo trae tal cantidad de sedimentos diluidos en su cauce que a medida que el rio se “tranquiliza” en la llanura, va depositando su contenido y llenando los cauces con un limo que convierte en bancos de arena lo que antaño era un canal por donde el agua corría. El taponamiento hace que el agua busque por donde seguir y lo hace abriendo nuevos cauces o precipitándose dócilmente por canales excavados exprofeso. Los formoseños lo hacen desde hace tiempo y bien. Es su derecho. Resultado: en temporada de aguas bajas, el escaso cauce –como ahora- va todo hacia Argentina, no debido a una política malévola de nuestros vecinos sino sencillamente porque nosotros no hemos hecho las obras equivalentes en nuestro territorio.
Mientras los reservorios en Formosa se llenan, en el Paraguay tenemos que abrir proceso a los administradores de la Comisión Mixta para ver adonde han ido los últimos US$ 10 millones asignados para esa tarea. ¿Se entiende?. Impericia, desidia o simple latrocinio. Los diez millones son una pérdida nada despreciable, pero mucho más los centenares de millones que se dejan de producir por falta de agua. Viejas historias que hablan de una conducta recurrentemente ineficaz y deshonesta por parte de personas a las que se confió el cuidado de un bien de enorme importancia.
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