Ponerle el hombro a la democracia

Durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989) el régimen vigente instauró la idea de que el sistema político era una democracia y que sus pilares eran las Fuerzas Armadas, el Gobierno y el Partido Colorado. Se definía totalmente anticomunista y, por tanto, cualquier partido con ese signo ideológico estaba excluido y proscripto, y sus dirigentes eran perseguidos. También estaban excluidos los opositores de otros signos que no comulgaran con la concepción estronista.

La mentira quedó al desnudo cuando la ciudadanía recuperó la libertad con la caída de la dictadura en 1989 y comenzó a practicar la democracia, especialmente en su faceta electoral. Aunque no se produjeron cambios sustanciales en el período conocido como de transición a la democracia, en parte porque no hubo una ruptura entre los actores autoritarios y demócratas, fue posible establecer unas reglas de juego básicas que permitieron por lo menos no retroceder al estadio anterior, cerrado, despótico y excluyente.

Los nuevos protagonistas de la escena política comenzaron a convivir con quienes traspasaron la frontera de la dictadura para seguir operando –con perfil blanqueado– como los grandes señores y paladines de la libertad y la democracia, cayendo el peso de la ley solo sobre represores, torturadores y corruptos de segunda y tercera categorías. La impunidad fue el elemento negativo de la nueva era para sostener el régimen vigente de libertad y democracia.

El único pilar sacrificado del antiguo régimen, aunque solo en su aspecto político, no en el presupuestario, fueron las Fuerzas Armadas, replegadas nuevamente a sus cuarteles, perdiendo toda capacidad de incidir sobre los gobernantes civiles como ocurría antaño.

No ocurrió así con el otro pilar de la dictadura, el Partido Colorado, que tomó el poder en 1947 y actuó de soporte de la dictadura stronista durante casi 35 años, hasta que en el 2008 fue desplazado por una alianza encabezada por el exobispo Fernando Lugo. El régimen de partido único durante tantas décadas, el clientelismo estatal y la corrupción compartida con la élite militar de la dictadura permitieron al Partido Colorado copar todas las instituciones con personas no solamente afiliadas sino entrenadas para practicar la obediencia y la lealtad insobornables a la orden superior.

Este sistema, lejos de ser combatido por la oposición durante la transición a la democracia, fue tempranamente adoptado por ella como método ineludible y prácticamente único de hacer política, y de la discusión por los detalles de este rentable negocio surgió el consenso en las élites políticas de sostener a cualquier costo el resultado electoral, de cuya revelación se encarga la Justicia Electoral, que a través del tiempo demostró ser la institución más corrupta de la democracia paraguaya. Todas las denuncias, investigaciones y acusaciones en contra de ella se diluyen por el camino, no importa que medien para ello abominables y despreciables actos de corrupción.

Con la ayuda o la vista gorda de esta institución se gestaron y desarrollaron los más escandalosos fraudes –inclusive reconocidos por renombrados dirigentes partidarios–, se vetaron candidaturas y se anularon o truncaron inminentes triunfos electorales. Con este nuevo esquema, el Gobierno y los partidos políticos, que antes formaban parte de la tríada de poder constituida por Gobierno-Fuerzas Armadas-Partido Colorado, buscaron imponer a la ciudadanía la idea de que la democracia solo es posible a través de los partidos políticos y del Gobierno, o que ella es obra de ese binomio.

Sin embargo, a través de los partidos es que se frenan con “listas sábana” las libertades ciudadanas, impidiendo que las personas puedan participar en igualdad de condiciones en las candidaturas electorales. Por su parte, desde el Gobierno se continúa alentando el gigantismo estatal para que en las instituciones públicas tenga cabida la mayor cantidad posible de operadores políticos, quienes se encargan de reclutar a los votantes de sus respectivos sectores, garantizando de esa manera la concurrencia electoral y las lealtades partidarias, es decir, la “demosgracias”.

La democracia no es del Gobierno ni de los partidos políticos, sino patrimonio del pueblo y obra de la ciudadanía, cuya tarea no termina en el acto de votación donde los electores eligen autoridades, sino que continúa desde el día siguiente hasta las próximas elecciones con el ejercicio de las libertades y de los derechos civiles y políticos desde perspectivas individuales o colectivas.

Los gobernantes y los políticos deben ser personas seleccionadas entre los mejores demócratas de la sociedad, y que, por tanto, están obligadas a servir y proteger la democracia como un bien público generado, construido y sostenido desde el pueblo, y por el cual muchos honorables ciudadanos soportaron penurias o entregaron sus vidas.

En estos tiempos en que miembros del Gobierno se consideran los únicos capaces de gobernar más allá de lo que permite la Constitución, y con derecho a burlarse de la gente, de las leyes y las instituciones; en que los caciques de los partidos políticos se creen con derecho a seleccionar por quiénes deben votar los electores, aun sin conocerlos, la ciudadanía debe considerar suficientemente debatidos temas como reelección y enmienda u otros similares, para ponerse a trabajar de lleno en candidaturas que ofrezcan la esperanza de devolver la democracia a manos de sus verdaderos dueños: los ciudadanos honestos, capaces y con verdadera vocación democrática, para elegir, sin intermediarios, a quienes puedan gobernar según los intereses de la nación y no ya de los bolsillos particulares.

Todos debemos poner el hombro para enviar a sus cubiles a los chacales que han ingresado a la política con el solo afán de darse un festín con los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos y ciudadanas.

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/ponerle-el-hombro-a-la-democracia-1621991.html

 

12 comentarios en “Ponerle el hombro a la democracia”

  1. El responsable

    Por Guillermo Domaniczky

    Muchos creen en él y otros tantos lo ignoran.

    Le pusieron varios nombres, pero su esencia es la misma. La de alguien que está encima de todos.

    Mediante la comunicación que mantienen sus interlocutores con él, en estos días también nos enteramos de que es el responsable de varias de las cosas que nos ocurren.

    Como por ejemplo, la designación del locutor Hugo Javier como candidato del oficialismo a la Gobernación de Central. El animador dijo que tras consultar con este asesor, decidió dejar el equipo del diputado Óscar Tuma y pasarse a las filas del cartismo.

    Con pichadura de por medio, Tuma dijo a su vez que su excandidato terminó siendo “iluminado” por el asesor para tomar esta decisión.

    Ya anteriormente el propio Presidente de la República declaró que su candidato, Santiago Peña, fue elegido por el mismo responsable, quien también había tomado anteriormente la decisión de que no corriera la enmienda para la reelección.

    El presidente Cartes le trasladó además la responsabilidad de que su candidatura a senador continúe hasta el 2018, ya que aseguró que solo él lo va a sacar de la cancha.

    Santiago Peña tampoco quiso quedarse atrás, y utilizó su cuenta en Twitter para rendirle un homenaje, junto a la patria y la familia; homenaje bastante breve por cierto, porque luego de manera vergonzante borró el tuit que escribió, cuando surgieron las críticas que recordaban que el lema era el utilizado por el fascismo.

    A todo esto, no estaría mal que dejaran de usar el nombre de este asesor en vano, como lo establece uno de los mandamientos de la iglesia que dicen seguir.

    Ya suficientes líos tiene él con andar atendiendo a almas, como para también tener que definir candidaturas, reelecciones y condecoraciones en la política paraguaya.

    Condecoraciones también, porque esta semana nos enteramos de que fue el responsable de que los diputados le otorgaran la Orden Nacional del Mérito “Comuneros” al profeta nigeriano Temitope Balogun Joshua, quien además fue declarado visitante ilustre por la Junta Municipal de Asunción.

    Algún milagro debió hacer este exótico profeta, para lograr que dos instituciones del Estado paraguayo le entregaran distinciones y condecoraciones sin muchas exigencias.

    Siendo así las cosas, solo me queda una pregunta: ¿por qué si frecuentemente lo nombran como su asesor para tomar decisiones, seguimos en la lista de los países con las administraciones más corruptas del mundo?

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  2. Sin programa de gobierno

    Por Ilde Silvero

    La publicación, suponemos que por un error involuntario, de un programa de gobierno en inglés como parte de la campaña del precandidato oficialista, reactivó un poco la antigua discusión de si los ciudadanos votan a los proyectos prometidos o a las personas que se postulan. Opinar sobre esto es muy fácil: la gran mayoría de los electores no conoce en absoluto el programa de gobierno que está eligiendo.

    Esto nos deja en claro que aun si contratásemos a los mejores expertos mundiales en proyectos de desarrollo socioeconómico de los países pobres, no serviría para nada el día del llamado a las urnas pues los votantes toman sus decisiones por razones caseras muy particulares.

    Para inducir al voto influyen la tradición partidaria familiar, la vinculación laboral o los negocios con el Estado, el incentivo económico que reparten los punteros de las bases, la facilidad de transporte para quienes viven lejos de los centros de votación, el carisma o la argelería del candidato y alguna pequeña porción de ideología política.

    Como las plataformas y programas de gobierno no tienen una incidencia real en la decisión de los electores, lo que tal vez sería más útil es que un candidato proponga algo bastante simple: “Yo solo quiero hacer cumplir la Constitución Nacional, respetar las leyes, hacer que funcionen las instituciones públicas y manejar los fondos del fisco lo más honestamente posible”.

    Si alguno de los candidatos presidenciales puede hacer eso sería fantástico. El disco rayado de los postulantes políticos es muy conocido: combate a la pobreza, fuerte apuesta por la educación, la salud, el trabajo, las viviendas populares y el apoyo a los productores campesinos.

    En realidad, el país no necesita propuestas iluminadas de los salvadores de la patria futura. Las leyes ya están escritas, los planes de desarrollo duermen amontonados en los cajones de los ministerios, los proyectos de asistencia técnica y financiera a los agricultores se redactan y se repiten cada año, los castigos para los funcionarios corruptos están previstos en el sistema legal, la selección de los funcionarios públicos por concurso entre los más capacitados ya está en vigencia, la ordenanza que prohíbe la circulación de vehículos sin chapa se aprobó hace décadas, etc.

    El país no necesita un hermoso power point en donde se describan todas las maravillosas acciones que el futuro gobernante piensa realizar. Estamos saturados de leyes que nadie cumple; tenemos una biblioteca enorme con diversos códigos, normas de procedimientos, prohibiciones, acuerdos, tratados internacionales, legislación comparada y muchos ejemplares de la Constitución Nacional. Si cumpliésemos las leyes vigentes, seríamos más democráticos que los suecos y más educados que los finlandeses.

    Disculpen la reiteración, pero lo único que nuestra sociedad necesita, y con suma urgencia, es un presidente que respete la Constitución Nacional, que garantice la vigencia del estado de derecho y que, en lo personal, sea lo más honesto posible. Llamemos a Diógenes para que, con su linterna, nos ayude a encontrar a ese hombre perdido.

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  3. El último año de Cartes y el desafío de su proyección

    Por Estela Ruíz Díaz
    Desde el próximo martes 15 de agosto, el reloj iniciará la cuenta regresiva del último año de Horacio Cartes en la presidencia de la República.

    Sin dudas, la gestión del empresario tabacalero tiene impronta propia, a pesar de representar a la agrupación política más tradicional y conservadora como el Partido Colorado, que se entregó totalmente a él estando en la dura y fría llanura.

    Su gestión del poder es vertical, excluyente, instintiva, y a pesar de su inexperiencia absoluta en el campo político, supo sortear varias crisis, muchas de ellas sin la participación de la dirigencia colorada tradicional y contra lo considerado políticamente correcto.

    Cartes construyó un poder paralelo con los gerentes de sus empresas que actúan en la trastienda con superpoderes. «Cartes instaló una suerte de gabinete en la sombra con la complicidad de ministros sin autoridad y sin poder real y que el Partido Colorado acepta hasta ahora», al decir de la analista Milda Rivarola.

    Todo presidente necesita construir poder para tener gobernabilidad, pero ninguno llegó tan lejos como Cartes. Cuando las aguas empezaron a inquietarse en la ANR con candidaturas con proyecciones presidenciales, doblegó a sus adversarios instalando en la Junta de Gobierno a un desconocido. Pedro Alliana fue el primer ensayo exitoso de su visión personalista de la política en la que la dirigencia tradicional que lo apoya tiene rol secundario.

    LA DERROTA MÁS SONORA. La ANR tiene la particularidad de ser oficialismo y oposición al mismo tiempo. La virulencia de su interna es el mayor problema de todos los presidentes de la transición. Cartes creó un enemigo cuando impuso a Alliana: Mario Abdo Benítez y sus disidentes, quienes apoyados por un sector de la oposición, le propinaron la peor derrota política: la no reelección.

    Si bien logró la alianza más impensada cuando Lugo y su Frente Guasu apoyaron la arremetida para resucitar la enmienda, que terminó con una crisis cuyos costos se pagan hasta hoy, Cartes no tuvo empacho en dejar en ridículo a su partido y a sus aliados que se ensuciaron las manos, y en decisión unilateral, renunció a la reelección.

    Fue entonces que tomó otra decisión sorprendente: eligió como delfín a su ministro de Hacienda, al que había afiliado un tiempo atrás. Santiago Peña es la apuesta más arriesgada porque él es la continuidad de un proceso con su sello personal. La dirigencia tradicional colorada tuvo que tragar el sapo. Nuevamente imponía su visión personalista de la política alimentada por la baja estima ciudadana de la clase política sumada a la escasa renovación.

    Lo volvió a hacer con la candidatura a gobernador en Central. Humilló dos veces a la dirigencia tradicional. Primero eligiendo al presentador Rubén Rodríguez y cuando este renunció y algunos políticos hicieron fila para ser elegidos, pero posó su dedo sobre otro presentador, Hugo Javier, al que «robó» de otro movimiento.

    La lista al Senado es otro misterio. Nadie sabe si está o no en la lista. El arma de Cartes es el secretismo. Lo fue así con la reelección. Lo fue con su delfín presidencial y recientemente con el subsidio a los campesinos.

    Sabe jugar al límite.

    ESCENARIO LIBRE. Planificado o no, la crisis de la enmienda generó grietas en todos los partidos, pero la consecuencia mayor fue para la oposición que quedó sin candidato de consenso. La historia electoral demuestra que sin alianza, los colorados ganan las elecciones. Este es el escenario que se vive hoy y por ello se dice que el ganador de la interna colorada del 17 de diciembre será el presidente potencial.

    No es de buscar diálogos ni consensos. Está a la vista la cuestión campesina. Aprovechó el mal humor social para rechazar el subsidio y como si fuera poco, los maltrata verbalmente. Mató dos pájaros de un tiro: a Lugo lo dejó maltrecho; y Marito Abdo como un incoherente ya que en principio apoyó el plan rural, pero ahora acepta el veto.

    Su gran triunfo mediático es haber construido un relato, del que carecen sus oponentes.

    Y eso que el crecimiento de la pobreza derrumbó uno de sus ejes.

    Le queda un año de gestión y cuatro meses de intensa crispación. La interna colorada aún no inició el tramo más álgido de la campaña.

    El 17 de diciembre se sabrá si el cartismo tiene proyección o termina abruptamente.

    En tanto, inmune a todo, Cartes sigue siendo Cartes.

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  4. Legado

    Benjamín Fernández Bogado

    Es lo que queda después de pasar por una institución, por un trabajo, por una vida o por una presidencia. Es como pretenden que se los recuerden. Es dejar una huella por la que deban desandar otros que mejoren los senderos del futuro. Cartes cumple cuatro años de gestión el próximo 15 de agosto y en ocho meses dejará de ser de hecho el presidente de la República. Después del 22 de abril, todos se enfocarán hacia el electo y el tiempo más doloroso lo vivirá preparando las valijas para el retorno a una vida normal, donde sentirá más de cerca todas las ingratitudes humanas que en grandes cantidades sabe muy bien acumular la política. Su legado es lo que quedará después del arqueo de caja, del debe y el haber de un periodo signado de muchas esperanzas y varias frustraciones.

    La primera referencia será lo acontecido en marzo y abril de este año. El abierto deseo de violar la Constitución por el camino de la enmienda reeleccionaria y la muerte del joven Quintana lo acompañarán de por vida. Será un pesado lastre desde el que se le juzgará su paso por la presidencia. Queda también la imagen de un hombre que buscó ser amado desde el cargo menos indicado en las formas habituales de su ejercicio de lograrlo. Se mantuvo distante de la gente y como todos los políticos se concluirá que no amó al pueblo mayoritario del país, que es el único objeto y sujeto de la acción presidencial. Nunca se entremezcló con la gente y esa distancia marcará la manera como su legado quedará en la impresión de los que todavía tendrán algo de memoria.

    Así como Lucho González fue la incompetencia y la adipsia; Nicanor, la insolencia y la soberbia osadía, o Lugo, la irresponsabilidad y haraganería obispal, Cartes será recordado como el hombre que buscó ser amado sin darse cuenta de que solo uno puede recibir aquello que da. La impresión de un pobre hombre rico que puede determinar incluso quién se afilia a un partido político o no –como el caso de Peña y Lea Giménez– y que despreció abiertamente a los políticos que lo llevaron al poder al punto de ser tratados todos como meretrices de alquiler, nos demuestra cómo y qué entendió por el concepto del poder.

    Quiso modernizar el país aumentando su nivel de endeudamiento, pero se aplazó grandemente en sus niveles de gestión. Ejecuciones bajísimas del presupuesto, pago de intereses por créditos ya entregados y un gobierno paralelo integrado por sus gerentes que postró en la inercia a sus ministros, de lejos los que menos tuvieron trascendencia e importancia en algún gobierno democrático del país.

    Graves retrocesos en la lucha contra la pobreza, el último lugar en educación de los países del mundo rankeados por el Foro Económico Mundial y pobre gestión en materia de salud culminan un cuadro de decepciones, incluso para el más optimista de sus colaboradores más cercanos.

    Trajo el dinero como factor central de una pobre y servil política paraguaya. Le sacó toda idea o entusiasmo al tiempo de reducir la acción al cuánto valés o cuándo te compro. Desnudó la pobreza moral y ética de muchos de nuestros políticos y los que se salvaron de su transacción dio a entender que fue solo porque no llegaron al número de su correspondencia.

    Agotó la mística y olvidó la ideología. El Partido Colorado pasó a ser secuestrado por el dinero como alguna vez vivió en el cautiverio del tirano Stroessner. Dentro de menos de nueve meses, el país habrá parido un nuevo presidente. Veremos cuánto de este legado permanece hacia el futuro y cuánto resulta en el olvido, acaso la única manera en que algunos ciudadanos ejercen su civismo. Ese será su legado.

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  5. Los paraguayos somos rehenes de las “listas sábana”

    La ministra de Hacienda, Lea Giménez, trata de apretar los tornillos a los contribuyentes de siempre porque los ingresos actuales ya no alcanzan para mantener al creciente número de familiares y activistas que los políticos van incorporando cada vez más a la función pública. Valga como ejemplo el caso de la diputada María Carísimo (PLRA), que instaló en la Cámara Baja a dos hijos, una nieta, un sobrino y una nuera, esta última comisionada por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones. Tras afirmar que su nieta “tiene derecho a acceder a una Dirección”, señaló que “el conocimiento se aprende (sic)”, admitiendo así que Zaida Rojas Domínguez es inepta para dirigir la Comisión de Asuntos Migratorios y Desarrollo de dicha Cámara.

    La cínica legisladora supera el cupo de hasta tres contratados o funcionarios públicos que puede “tener” cada diputado, según un acuerdo interno vigente, a los que deben sumarse unos “asesores” externos, también de discutida capacidad y utilidad.

    Algo similar ocurre en el Senado, de modo que Juan Pueblo debe alimentar a numerosos parásitos por el mero hecho de estar vinculados con algún “representante del pueblo”. A esos avivados, tan voraces con el dinero público, no les basta con la jugosa dieta que perciben, ni con los vehículos oficiales que usan para asuntos particulares, ni con los vales para combustible ni con los viajes de turismo al exterior, pagados por el erario: también les parece justo que el contribuyente sostenga a sus allegados, aunque no le presten ningún servicio.

    Solo unos caraduras redomados pueden pasar la factura a los demás, en vez de recurrir a su propio bolsillo para solventar los gastos de sus parientes y de sus secuaces.

    Para peor, es de temer que esta práctica nefasta de clientelismo y nepotismo se acentúe con el correr de los meses, de cara a las próximas elecciones internas y generales. Seguramente, se incrementarán las “ampliaciones” o “reprogramaciones” presupuestarias para incorporar, como contratados o funcionarios, a quienes van a resultar útiles como operadores en las campañas proselitistas.

    Cabe preguntar, con tantos malos antecedentes y denuncias de esta naturaleza, ¿por qué los políticos siguen sacando dinero a los que trabajan para que sus zánganos puedan cobrar a fin de mes, sin perjuicio de que ellos mismos se queden con una parte del salario?

    La respuesta es simple: esta estúpida y humillante situación se produce porque diputados y senadores solo se sienten responsables ante los capitostes de sus partidos, pues son ellos quienes, según el dinero que aportan, les incluyen en las “listas sábana”. No le rinden cuentas a nadie, salvo a quienes les vendieron un buen lugar en dichas listas, y la Justicia, manejada justamente por los caciques partidarios, en consecuencia, no les alcanza.

    Las “listas sábana” son cerradas y bloqueadas y manejadas desde arriba, sin que los electores tomen parte en su conformación. Eso permite que en ellas se cuelen bandidos y haraganes de todo pelo y color, que continuarán disfrutando de la fresca viruta succionando la sangre del pueblo trabajador.

    Esta grave situación condena a nuestro país a sufrir a los impresentables en los principales cargos electivos. Por regla general, no se llega a ser candidato por los quilates intelectuales y morales que se tengan, sino por el dinero y la lealtad lacayuna a un cacique partidario. Y ello es facilitado porque aún son muchos los compatriotas que siguen votando por un color, antes que por unas ideas o por unas personas meritorias.

    De esta manera, el Congreso se llena de sinvergüenzas, que se valen de sus escaños –muchas veces obtenidos con dinero malhabido– para alimentar a sus parientes, amigos y correligionarios, sin importarles un bledo el interés general. Para peor, como no existe la revocatoria del mandato, hay que soportarlos durante al menos cinco años, aunque desangren al pueblo mediante los parásitos que instalan en el Presupuesto nacional.

    Es más, tienen buenas posibilidades de ser reelegidos, en la medida en que sigan traficando influencias y acumulen riqueza, continúen colgados del saco de algún “líder” infalible, y consigan sueldos para suficientes operadores políticos.

    No debe extrañar, entonces, que el Congreso venga dilatando indefinidamente el tratamiento del proyecto de ley que desbloquea las “listas sábana”, para impedir, por de pronto, que en las próximas elecciones internas el votante pueda influir en la conformación de la nómina de candidatos.

    De esta manera, seguiremos teniendo muchos y muchas como María Carísimo para rato, prototipo del legislador ignorante y voraz, generado por un modo de elección que conduce a que la ciudadanía sea ignorada. Porque cuesta imaginar que un ciudadano vaya a darle su voto si pudiera evitarlo. Se dirá que podría votar por la “lista sábana” de otro partido, pero ocurre que también allí habrá especímenes de la misma calaña, porque en todos los colores impera el mismo caciquismo en sus cuadros directivos.

    Mientras la Justicia no ponga en su lugar a los diputados y senadores impresentables que trafican con la voluntad popular, a los ciudadanos y ciudadanas para manifestarles nuestra indignación no nos queda otra que repudiarlos públicamente allí donde se los encuentre.

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  6. ¡Qué diferencia entre uno y otro!
    14 agosto, 2017

    Es bien conocido el nivel académico e intelectual en materia de economía y finanzas, puntos claves en el mundo de hoy, del candidato de HC, el ex ministro Santiago “Santi” Peña. El hombre se codea con lo más granado del jet set internacional en este ámbito. Proviene de ese mundo y está siendo mirado cada vez con mayor interés por esos cenáculos internacionales. Ése es su nivel. Logrado en base a trabajo y sacrificios, según lo confesó el mismo.

    Ahora mismo “Santi” está en Nueva York, para un evento de altísimo nivel. Exclusivo para líderes del mundo del futuro.

    Fue invitado a dar una conferencia magistral en la Asamblea Internacional de Jóvenes Líderes (IYLA), el próximo miércoles 16 de agosto, en la sede de las Naciones Unidas, en la mencionada ciudad estadounidense.

    Ese evento contará este año con la presencia de más de mil jóvenes líderes representando a 100 países.

    “Santiago Peña fue invitado a brindar una charla en su carácter de líder juvenil, ex Ministro de Hacienda de Paraguay y en el presente con el desafío asumido de ser Precandidato a la Presidencia de la República”, destacaron los responsables de la entidad.

    Añadieron que “entre los disertantes de la plenaria de la IYLA en las Naciones Unidas, se destacan líderes mundiales, parlamentarios, autoridades de Naciones Unidas, presidentes de organizaciones y jóvenes emprendedores.”

    Un encuentro al que solo asiste una élite de jóvenes de todo el planeta.

    Pero no es todo. Favor fijarse en el “resto” de la agenda del candidato de HC:

    Hoy participa de un encuentro con representantes de la comunidad paraguaya en Nueva York.

    Mañana mantendrá una reunión con Luis Almagro, secretario general de la OEA en la sede de dicha organización.

    Asimismo, se reunirá con Michael Fitzpatrick, secretario adjunto para Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado.

    El martes 15 Santiago Peña se reunirá con Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe y con Santiago Levy, presidente interino del Banco Interamericano de Desarrollo. Ese día también se realizará un conversatorio con la comunidad paraguaya en Washington DC.

    Ante semejante rosario de eventos de singular importancia, no podemos abstenernos de hacer comparaciones entre uno y otro candidato para las internas próximas de la ANR.

    Tras su reciente visita a los EE.UU, “Marito” vino con una suerte de “cháque” que supuestamente el gobierno del país del norte hacía al presidente Cartes. Un disparate. Protagonizó reuniones de menor cuantía, la mayoría de ellas con opositores al Partido Colorado, que viven allá y retornó…sin pena ni gloria.

    Las diferencias entre la preparación y la esencia de estadista de uno y otro candidato, son abismales. Uno es el modernismo puro, en todos los órdenes, el otro, la vuelta al pasado stronista.

    Por eso Marito anda tan nervioso.

    Tiene razón en estarlo.

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  7. ¿Le sirve o no el candidato?

    Por Edwin Brítez

    “Algunos candidatos conservan un modelo arcaico de liderazgo, viven la ilusión de la confianza y creen que lo saben todo, suponen que la gente común es ignorante y necesita seguir a líderes infalibles”. Sin embargo, “Las personas de hoy no buscan ídolos a los que venerar, sino dirigentes que les sirvan”.

    Del libro “La política en el siglo XXI, arte, mito y ciencia” de Jaime Durán Barba y Santiago Nieto.

    Los autores agregan que muchos dirigentes consideran tener conocimientos privilegiados que les permiten manipular a los demás, a raíz de lo cual conciben la política como un enfrentamiento entre iluminados en el que la gente común es apenas un objeto inerte.

    Es evidente que la aseveración de Durán y Nieto no tiende a justificar el prebendarismo electoral (mi voto a cambio de favores) sino de contrarrestar el modelo de un liderazgo antiguo basado en la supuesta superioridad del candidato en relación al promedio educativo y cultural del electorado con un modelo de liderazgo basado en la eficiencia de la gestión, entendido esto como la capacidad de una persona y su equipo político de hacer realidad el ideal de mucha gente de acceder a mayor comodidad, bienestar y prosperidad.

    La afirmación señalada no debería usarse como justificativo de favores a cambio de sufragios y menos aún de la compra de votos. El hecho de que muchos compatriotas utilicen actualmente la palabra en guaraní oiko o ndoikói (sirve o no sirve) para evaluar a los candidatos, según le solucionen o no problemas tales como pago de boletas de servicios públicos, gestión de documentos o trabajo para el hijo o parientes, no es aplicable en este caso.

    Rescatamos, por ende, que el perfil correcto de un líder político de hoy ya nada tiene que ver con la supuesta superioridad del mismo con respecto a los demás sino con lo que es capaz de ofrecer a la solución de los problemas de la gente. Estos problemas o necesidades de la gente deberían tener relación con el interés general, sin importar que sea de nivel local, regional o nacional, pero que representan obstáculos comunes, imposibles de ser removidos individualmente.

    Esto supone que el elector deberá insistir en separar su interés personal del interés colectivo para formular sus exigencias a los candidatos propuestos y no persistir en la actitud mendicante de ofrecer la venta de su voto al mejor postor, cristalizando con esa actitud el clientelismo perjudicial para el desarrollo democrático.

    Se trata, en cambio, de saber (estar convencido) de lo que es necesario y será bueno para todos y asegurarse de que ese algo necesario y bueno figure en el compromiso del candidato que busca su voto. ¿Por qué es necesario asegurarse de ello? porque usted necesitará un elemento tangible para controlar y reclamar su cumplimiento. De la factibilidad de su proyecto y de la percepción que tenga de si le servirá o no su candidato se trata la racionalidad e inteligencia que se espera del elector de hoy en día, muy contrario al de antes que confiaba ciegamente en la superioridad del candidato capaz de saberlo por sí solo.

    Estimado/a elector/a. ¿Ya tiene usted decidido qué exigirá que haga el candidato/a a quien piensa apoyar y cómo hará para que él o ella cumpla con usted? Recuerde que si no, forma parte del perfil de un elector desfasado que todavía sigue creyendo en soluciones mágicas de los problemas reales.

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  8. Candidatos de cuarta ahuyentan a los electores jóvenes

    Preocupada porque la participación juvenil en las próximas elecciones generales podría ser escasa, la Justicia Electoral llamó a un concurso nacional de fotografía (“Viviendo en democracia”) y a otro de ensayos (“Paraguay 2030”) con el fin de alentar a los ciudadanos de entre 18 y 30 años a que concurran a las urnas. Hay buenas razones para dudar de que la iniciativa aliente a los jóvenes a concurrir a las urnas, dado que en lo que a su calidad respecta la oferta de candidatos será nuevamente despreciable.

    En los últimos comicios generales, los votantes menores de 24 años no llegaron al 63%, es decir, alcanzaron un porcentaje menor que el de los electores en general, que llegó al 68,5%, pese a que Ley N° 4559/12 de Inscripción Automática había incluido a 81.419 nuevos ciudadanos. Nada indica que en abril de 2018, tanto la participación global como la de los jóvenes en particular vayan a superar los porcentajes citados, en un país en donde el ejercicio del sufragio es un deber, cuyo incumplimiento conlleva supuestamente el pago de una multa.

    Es que la política, entendida como la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos, no es atractiva para la mayoría de los paraguayos, lo que resulta comprensible dada la pobreza moral e intelectual de la gran mayoría de quienes se dedican a ella.

    En efecto, una reciente encuesta publicada por nuestro diario revela que la política interesa poco o nada al 58,2% de los ciudadanos, proporción que se eleva al 62% entre los jóvenes de 18 a 25 años. Ese desinterés, reflejado en una escasa participación electoral, pese a que muchos votantes son “arreados”, responde al descrédito de la generalidad de los políticos, que se valen de los cargos electivos conquistados, muchas veces a platazo limpio, para malversar, vender sus votos, practicar el nepotismo y el tráfico de influencias o mostrar una ignorancia supina al punto de constituirse en hazmerreír de la gente. Esta lamentable situación es posible gracias al repugnante remate al mejor postor de los lugares en las boletas de votación mediante las fatídicas “listas sábana”, que permiten a sujetos de todo pelaje convertirse en senadores, en diputados y en concejales departamentales o municipales.

    Es cierto que este problema se presenta también en otros países, pero la perversión de la política en el Paraguay alcanza una gravedad extrema. Por eso, cuesta imaginar que un joven idealista, que quiere servir a la sociedad, vaya a las urnas para votar esperanzado por los candidatos surgidos de un colectivo tan podrido, tal como viene ocurriendo.

    Así tenemos hoy que, conscientes de su pésima imagen, los políticos en vigencia se ven obligados a buscar candidatos fuera del ámbito habitual, recurriendo, por ejemplo, a figuras de la farándula, cuya popularidad quieren explotar, sobre todo para los cargos uninominales.

    Hasta ahora, las funestas “listas sábana”, aún vigentes porque les convienen a los aspirantes a la reelección, seguirán siendo integradas, sobre todo, por numerosos impresentables, semianalfabetos y hasta delincuentes, sometidos a los capitostes que las elaboraron. Si cumple con su deber cívico, el joven comprometido solo con su conciencia tendrá el problema de elegir entre unas listas de candidatos a integrar las cámaras con figuras tan abominables como los actuales senadores colorados Óscar González Daher y Víctor Bogado, los liberales Enzo Cardozo y Zulma Gómez, o los diputados colorados Bernardo Villalba, Marcial Lezcano y Freddy D’Ecclesiis, que aparecen vinculados con el narcotráfico, o el también diputado colorado José María Ibáñez, acusado de pagar con dinero del contribuyente a sus empleados domésticos.

    Los fatos de estos personajes –a los que se pueden agregar otros de pésima fama, como las diputadas coloradas Perla de Vázquez y Cristina Villalba– fueron suficientemente difundidos por la prensa y, por tanto, son de conocimiento de los jóvenes en condiciones de votar en las próximas elecciones.

    Este ilustrativo plantel, cuyos integrantes no necesitan mayores comentarios, basta para entender por qué nuestros jóvenes no sienten el menor entusiasmo por concurrir a las urnas. Si la cuestión se redujera a elegir el menos malo, tendría la dificultad de saber quiénes son los peores, dado que la competencia en materia de indecencia e ineptitud es de lo más reñida por los primeros puestos.

    Ante semejante perspectiva, resulta muy difícil convencer a nuestros jóvenes de que depositando su voto en favor de unos candidatos impresentables habrían de contribuir al fortalecimiento de la democracia. A ellos se les debe instar, más bien, a que intervengan en la vida política, a que ingresen en las organizaciones existentes o en otras nuevas para ir desplazando a esos multimillonarios que desde hace demasiados años están prostituyendo la función pública.

    Se trata, entonces, de que los jóvenes que crean tener vocación se vuelquen a la política para regenerarla, sin colgarse del saco de ningún cacique, es decir, sin pasar a formar parte de la “tierna podredumbre”, que también existe. Los frutos de su participación no serán inmediatos, pero alguna vez habrá que empezar a depurar la actual atmósfera pestilente, desplazando a la escoria que hoy vuelve hediendo el panorama político nacional.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/candidatos-de-cuarta-ahuyentan-a-los-electores-jovenes-1623498.html

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  9. “El conocimiento se aprende”

    Si el “conocimiento se aprende”, como afirma la diputada María Carísimo, significa que ella colocó en un cargo elevado a su nieta Zaida Rojas Domínguez (directora de la Comisión de Asuntos Migratorios de Diputados) a sabiendas de que no sabe nada de lo que ahí debe hacer, a pesar de ser licenciada con posgrado en “ma’érã”. El presidente de la cámara, Pedro Alliana también lo sabe, pero igual la nombró por otra cuestión que él y la diputada saben.
    También lo saben todos los demás diputados y si dicen que no es por cinismo, porque es vox populi que la diputada liberal recibió su parte de esta forma por apoyar al cartismo en la cámara. Y así, como este caso, fue recibiendo favores por cada voto a favor o en contra, ya que además de la nieta ubicó en otros cargos a sus dos hijos, una nuera, una hija y un sobrino.

    La diputada fue perdiendo la compostura con el tiempo ya que cuando hizo nombrar al hijo que ahora es director de Minas y Energía el currículum del mismo se resumía en propias palabras de la madre en: “tereré tykuaha” (cebador de tereré). O sea, antes se preocupaba de justificar el ingreso a la función pública de un miembro de la familia con por lo menos una habilidad básica, en cambio por ahora los ubica en funciones con la promesa de que “ya aprenderá”.

    Mucha gente sabe, tal vez algunos diputados también, que en el país rige la ley 5.295/14 que prohibe el nepotismo en la función pública. ¿Y qué es el nepotismo? Le recuerdo especialmente a la diputada Carísimo, que habrá sido una de las que aprobó la ley.

    “Se conoce como nepotismo a la predilección exagerada que algunos funcionarios en actividad que ocupan cargos públicos poseen respecto a su familia, allegados y amigos a la hora de realizar concesiones o contratar empleados estatales”.

    Esto que usted aprobó, diputada, y si no la aprobó tiene igual la obligación de acatarlo, está prohibido porque es ley. Y toda ley debe cumplir con el requisito de la generalidad (“comprende a todos aquellos que se encuentran en las condiciones previstas por ella, sin excepciones de ninguna clase”).

    El argumento de “mi nieta acaso no tiene derecho a trabajar” corresponde a otra ley donde se establece el derecho al trabajo para todos, pero su conducta (la suya, no la de ella) choca primero con la ley que le impide a usted y a Alliana nombrar a un familiar, y luego choca con la delicadeza personal de quienes ostentan la representación popular.

    ¿Acaso no está enterada de que la ley 5.295/14 le incluye a usted como impedida, “dentro del ámbito de su competencia, a nombrar o contratar en cargos o empleos públicos, a cónyuges, concubinos y parientes comprendidos hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad”?

    También debería saber que la ley vigente (porque fue objeto de chicanas para impedirla) establece como castigo por la violación de la misma una medida de “inhabilitación en el ejercicio de la función pública y la nulidad del acto jurídico”.

    Claro, usted dirá a carcajadas como siempre, “y quién se animará a aplicarme esta sanción, si todos hacemos lo mismo”. Bueno, habría que preguntar que opinan sus hijos, nuera y sobrinos, a quienes nombró irregularmente, si están dispuestos a correr con lo que establece la ley:

    “El beneficiado con el nombramiento o contrato en contravención a lo dispuesto en la presente ley, será castigado con la misma pena prevista para el autor. Ambos, autor y beneficiado, serán solidariamente responsables de la devolución de los salarios cobrados indebidamente”.

    Según comentan sus correligionarios, para usted ya no hay lugar en la próxima lista. ¿Qué hará si aparece aquí un juez como Sergio Moro mba’e? Por las dudas guárdese unos ahorritos.

    Por Edwin Brítez

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-conocimiento-se-aprende-1621982.html

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  10. El avión de Acero
    19 agosto, 2017

    No ocurre solo en nuestro país que empresarios poderosos decidan apostar a la campaña política de un candidato, con el objetivo de ayudarle a llegar al poder y, a partir de allí, beneficiarse con medidas determinadas, o licitaciones amañadas o cualquier tipo de negociado.

    Pero no por común o repetido algo debe convertirse en normal. No es normal que los principios estén a la venta aunque la mayoría de la clase política los subaste. No es normal que un candidato acepte contribuciones para su campaña que luego, a sabiendas, le obligarán a comprometer sus actos de gobierno, en el supuesto caso de que resultare electo.

    Y, por supuesto, no es normal, no está bien, no es ético ni honesto, que el presidenciable de la disidencia colorada, Mario Abdo Benítez, acepte que uno de los más poderosos empresarios de este país, el dueño del diario ABC, Aldo Zuccolillo, le “preste” su avión privado para sus giras proselitistas por el interior del país.

    Salvo que Acero tenga una empresa de alquiler de aviones, lo más probable es que su generosidad haya tenido un precio bien concreto. Hasta podríamos imaginarlo, habida cuenta de la aversión que le tiene a Horacio Cartes a causa de que durante este mandato presidencial perdió todo el poder que le daba su diario durante gobiernos anteriores, y dejó de marcar la agenda del Ejecutivo.

    En realidad, esto puede ser meramente anecdótico, porque parece estar cantada la derrota de Abdo Benítez ya en las internas coloradas de diciembre. Pero supongamos que es alguien con chance y que resulte ganador, tanto en esa primera contienda contra Santiago Peña, como en abril del 2018 contra algún candidato de la oposición. ¿Ustedes piensan que Acero se contentará con la satisfacción del triunfo de su candidato –o la derrota de su enemigo- y no reclamará su parte de la torta? Nadie es tan ingenuo como para tragarse semejante cuento.

    Zuccolillo exigirá el pago por su apoyo “desinteresado” y millonario a la campaña de Marito y hasta intentará convencerle de que fue él quien le permitió llegar a la victoria. Y reclamará y exigirá el pago. Es más, hasta podría llegarse a la situación de que el nuevo presidente de Paraguay tuviera que cogobernar con un medio de comunicación, siguiendo las pautas que le dicte el patrón que, ni es patriótico ni comprometido con la ciudadanía, sino un ambicioso empresario sediento de más poder y dinero.

    Alguno dirá que esto es exagerado, que solo se trata de un avioncito privado. ¿Cuántos de ustedes, apreciados lectores, disponen de un “avioncito” que pudieran prestar a un amigo, haciéndose, incluso, cargo de los gastos de combustible, piloto, mantenimiento, etc.?

    Además, el avión es apenas la punta del iceberg. Quién sabe qué otras cosas está dando Zuccolillo a la campaña de Abdo Benítez para las internas coloradas. Pero supongamos que no hay nada más. De todos modos, la más pequeña donación que pudiera hacer el empresario será a cambio de beneficios para él y sus empresas.

    Lo cierto es que Abdo Benítez nunca podrá decir que su gobierno será independiente. En el –improbable- caso de que gane las internas y las generales, estará comprometido y ligado a los deseos, intereses y antojos de Aldo Zuccolillo. Y, sobre todo, jamás podrá volver a hablar de ética ni de combate a la corrupción, sin que se le caiga la cara de vergüenza.

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  11. Importar

    No se si IMPORTAR es lo correcto o mejor sería COPIAR. Me refiero a que casi todo lo que se realiza en nuestro país es importado o copiado de otros países. Pongo un solo ejemplo: la mayoría de los programas de farándula que se pasan por la TV nacional. No sabría decir si la corrupción también se importó o se exportó, ya que somos campeones mundiales en ese menester.

    Yo estaría contento, felicitaría y agradecería a los importadores de la responsabilidad, la voluntad, la entereza que demuestran los representantes de la ley de Brasil, Perú o Chile. Mientras acá los ladrones, malversadores, coimeros, los violadores de la Constitución Nacional tranquilamente, orondamente, continúan libres en sus elevados cargos, gracias al silencio y la ceguera de los responsables de implementar la ley.

    A nadie le interesa la honestidad, la seriedad, el honor, la responsabilidad, la ética, la moral por eso no importamos estos ejemplos de ministros y jueces de esos países y continuamos con los que tenemos en casa.

    Discúlpenme, creo que tenemos un país con los gobernantes que merecemos. Hasta hoy día no supimos votar. Imagínense si Mario Ferreiro llega a la presidencia. Dicen que no es capaz de solucionar los problemas de una ciudad; ¿será que podrá solucionar los problemas de un país?

    Cándido A. Chamorro R.

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  12. Curiosidad

    ¿No llama la atención que los partidos políticos conservadores, los que propugnan la continuidad de las estructuras vigentes y defienden los valores tradicionales; en sus campañas proselitistas utilizan palabras, mensajes, frases, lemas o eslóganes, que definen exactamente lo contrario de lo que propugnan, tales como Cambiemos, Nuevo Rumbo, Unidad para el cambio, Por un país diferente, El Cambio es posible, etc? Una campaña política es un esfuerzo llevado a cabo para influenciar la decisión de los integrantes de un grupo social determinado. Los eslóganes elegidos juegan un papel fundamental en dichas campañas ya que identifican a los candidatos en la lucha por los cargos electivos. No sólo deben condensar los mensajes que quieren transmitir a su electorado, sino atraparlos, seducirlos.

    El conservadurismo se opone al cambio y a la innovación pues intenta “conservar” valores, ideas y un orden social establecidos. El proceso de convencer al electorado implica compromiso que se proyecta en el tiempo y que obliga a los triunfadores.

    ¿Será por eso que actualmente ningún partido político o candidato desea transmitir su ideología a quienes desean cautivar? ¿Es esa la causa por la que una vez lograda la victoria electoral, nadie cumple lo prometido mientras saquean al Estado? ¿Será ese el motivo por el cual los partidos políticos se transformaron en grupos con gente que piensa, en lo fundamental, de forma totalmente contraria, solo con pretensiones de obtener victorias en elecciones nacionales, regionales, municipales, etc.?

    Aníbal Reinaldo Pangrazio

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