Los dueños del Paraguay

El 25 de noviembre de 1842, el Congreso General Extraordinario de la República del Paraguay firmó, sancionó y promulgó el Acta de la Independencia Nacional, que dice: “Considerando: Que nuestra emancipación e independencia es un hecho solemne e incontestable… que la República del Paraguay se segregó con sus esfuerzos de la metrópoli española para siempre; también del mismo modo se separó de hecho de todo poder extranjero, queriendo desde entonces con voto uniforme pertenecer a sí misma; y formar como ha formado una nación libre e independiente bajo el sistema republicano sin que aparezca dato alguno que contradiga esta explícita declaración (…). Que consecuente a estos principios y al voto general de la República para que nada falte a la base fundamental de nuestra existencia política… declaramos solemnemente (…). Segundo: Nunca jamás será el patrimonio de una persona, o de una familia”. (http://bit.ly/2fS6FJG) (http://bit.ly/2gbLymo).
Las resoluciones del Congreso General Extraordinario del 25 de noviembre de 1842 son documentos vigentes y, como no podía ser de otra manera, algunos se encuentran refrendados por nuestra Constitución: Su Artículo 1 repite, por ejemplo, el Artículo primero del Acta de Independencia y el Artículo 139 de nuestra Carta Magna estipula que la tarea del Congreso General Extraordinario del 25 de noviembre de 1842 debe ser completada en lo que corresponda.
Menciono todo lo anterior y en especial el Artículo Segundo del Acta de nuestra Independencia porque tengo la impresión de que los integrantes del movimiento de Horacio Cartes en la Asociación Nacional Republicana, Honor Colorado, la ignoran, la olvidan o, peor, la pasan por alto, pues están dando a la familia Cartes, y, en particular, a Horacio, la impunidad que necesita para comprar una buena parte de los bienes y servicios que proveen al producto interno bruto de nuestra República convirtiéndola, por tanto, en un poder desequilibrante económica y políticamente.
Los gerentes de Cartes, Juan Carlos López Moreira, Francisco Barriocanal, Osvaldo Salum, José Ortiz y los demás deberían ya estar siendo investigados por la Fiscalía, en virtud de las leyes vigentes 2523/04 (arts. 7 y 8), 2880/06 (art. 9) y el artículo 315 del Código Penal, pero, extrañamente, ningún fiscal ve nada de lo que afecte al grupo Cartes.
Los integrantes de Honor Colorado nos quieren convertir en la Nicaragua de la dinastía Somoza, donde la familia presidencial regía todos los negocios; nos quieren convertir en el Haití de los Duvalier, donde la familia presidencial era propietaria de lo importante; nos quieren convertir en un remedo pobre de Arabia Saudita, donde hasta el país lleva el nombre de la familia dominante, los Saud.
Lilian Samaniego quiere a Cartes para siempre (http://bit.ly/2gt7EDT), su vocación servil es asombrosa. Pedro Alliana no tiene más aspiración que obedecer a Horacio (http://bit.ly/2dfZQSI).
Los integrantes de Honor Colorado que están en el Congreso están impidiendo que las cámaras legislativas indaguen lo que los fiscales se niegan a ver.
De hecho, los integrantes de Honor Colorado están ya montados en la operación de lograr que nuestra Corte Suprema emule a la nicaragüense en prevaricar un fallo esperpéntico para habilitar a Cartes a seguir en el poder, del mismo modo en que la centroamericana permitió a Daniel Ortega restaurar el régimen dinástico en su país.
Triste destino espera a nuestros hijos si los cartistas logran su objetivo: Vivir en el feudo de un potentado, a merced de su buena voluntad.

Por Enrique Vargas Peña

http://m.ultimahora.com/los-duenos-del-paraguay-n1041681.html

14 comentarios en “Los dueños del Paraguay”

  1. Intereses cruzados
    Por Fernando Boccia –
    El jefe de Gabinete Civil de la Presidencia, mano derecha de Horacio Cartes y jefe de facto de todos los ministros del Ejecutivo, Juan Carlos López Moreira, es accionista de President Energy, una empresa multinacional que busca petróleo en suelo paraguayo. No es cualquier compañía, sino la que actualmente cuenta con más bloques de exploración en el Chaco. Desde octubre pasado, López Moreira ostenta otro importante cargo: «Coordinador de la Política Energética del país».
    Cualquiera —y me refiero a cualquier persona capaz de razonar dejando de lado las pasiones políticas— puede ver que esta autoridad pública se encuentra ineludiblemente frente a un conflicto de interés. Vayamos más allá de lo obvio y olvidemos por un momento su flamante título de coordinador de políticas energéticas: sigue siendo el superior directo del ministro de Obras Públicas, que a su cargo tiene el Viceministerio de Minas y Energía. Es el jefe de los hombres que pueden beneficiar o perjudicar los intereses de la empresa de la cual es, en parte, dueño. Cuando decimos «en parte», nos referimos a las acciones valuadas en 5 millones de dólares que posee desde el 2014, según reconoció el mismo López Moreira.
    A pesar de todo esto, que son hechos reconocidos por él mismo, el jefe de Gabinete de la Presidencia sostiene que no hay ningún problema en su doble rol de funcionario y a la vez emprendedor petrolero. Esbozó un argumento entendible a primera vista, pero que no resiste un análisis profundo. Según su visión de la administración de la cosa pública, no hay conflicto de interés hasta tanto él no tome una decisión que vaya contra la ley y beneficie a su compañía.
    Esta tesis no es nueva. Sigue la línea trazada por el gobierno de Cartes desde sus inicios. Ahí lo tuvimos hace pocos meses al ministro de Obras Públicas defendiendo la concesión a Tape Porã, empresa en la que su padre es un importante accionista. Hace unos días también supimos que un ex viceministro de Energía del gobierno de Cartes ahora es director de la petrolera de López Moreira. Él también asegura que no hay nada irregular en esto.
    El cartismo busca convencer al país que las líneas entre lo público y lo privado son borrosas e incluso móviles, cuando se refieren a sus negocios. Quizás —y este es un gran quizás—, los ministros del Ejecutivo se cubrieron las espaldas y aprovecharon vacíos legales para actuar a sus anchas en sus papeles como empresarios y funcionarios públicos. Sin embargo, no podrán nunca escaparse de la ética y el sentido común. La cuestión, en el fondo, es simple: o gobiernan el país o administran sus empresas. No pueden hacer ambas cosas.

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  2. El candidato y el elector
    23 Nov 2016

    Por Richard E. Ferreira-Candia

    La sociedad tiene innegables carencias en diferentes ámbitos, pero los políticos/candidatos siempre pretenden llenarlas mágicamente con promesas generalmente incumplibles, sobre todo durante las campañas electorales, como de nuevo está sucediendo ahora en el prematuro proceso proselitista que ya se vive para el 2018.

    Utilizando una descripción del especialista en comunicación política, Dick Morris –dijo el comandante mientras tomaba un sorbo de café– se puede señalar que lo que se vive entre el político y la gente es un “diálogo no hablado”. Los políticos hablan de temas que supuestamente son de interés de la gente, pero no dan espacio a que esa misma gente les diga cuál es su prioridad. Es más cómodo para el político encontrar un tema mediático, y mejor si es uno malo del otro candidato o de otro partido, y utilizarlo hasta el cansancio como mensaje y discurso político.

    El comandante recordó que habíamos indicado en artículos anteriores, mencionando al mismo Morris, que “los electores se han vuelto cada vez más escépticos y ya no creen que un político llegará con todas las soluciones a todos sus problemas, como una especie de Santa Claus providencial”. Por el contrario, agrega Morris, “ese escepticismo los lleva a desconfiar enormemente de los candidatos y de sus promesas electorales”. El resultado de esta situación se da por los “tantos años de desilusiones y frustraciones reiteradas que han hecho que las grandes masas no esperen demasiado en retribución por su voto”.

    Tomó otro sorbo de café, y añadió que esa es una manera pesimista de ver el voto y que en Paraguay ha generado en algunas elecciones un alto ausentismo electoral. No está demás decir –siguió reflexionando– que el ciudadano tiene como tarea determinar, como siempre lo debe hacer, quién es el político/candidato que hace una promesa real, y, además de verificar la credibilidad que tiene, analizar si tiene la capacidad de cumplir o no con lo que promete.

    En el altillo del Café Literario, con las acostumbradas tazas de café negro, sin azúcar, luego de dos semanas sin reunirnos, hablábamos sobre el descreimiento hacia la política o mejor, hacia los políticos. Recordé que este fenómeno, el del descreimiento, dice Morris en un libro publicado en la década del 90, pero aún muy vigente, “se acentúa marcadamente en los países menos desarrollados, en donde el clientelismo y la demagogia no hacen más que exacerbarlo”.

    El experto señala que “los votantes latinoamericanos aceptan ese juego como un mal menor”, como una descripción de la situación actual nuestra donde el votante muchas veces, por no tener opciones, prefiere al “menos peor”.

    Los políticos/candidatos no dialogan, se enfrentan, y viven con una ceguera que le imposibilita reconocer que se alteró para siempre la comunicación y que la conciencia de la gente se separó del discurso político.

    El especialista sostiene, sin embargo, que “la gente sabe que en una elección determinada serán sólo algunos de los problemas de su larga lista los que podrán recibir algún tratamiento, y eventualmente algún atisbo de solución”. Su reflexión final fue contundente: “Poco se cree actualmente en las recetas mágicas”.

    El comandante me interrumpió y añadió que el tipo de hacer campaña política contribuye enormemente a este drama. El político espera ganar por manipulación más que por persuasión, pero los votantes –mencionó de nuevo a Morris– “quieren pensar por sí mismos y no se compran las opiniones prefabricadas y predecibles de ideólogos de derecha o de izquierda”.

    Esto –agregué– sucede aquí y en cualquier parte del mundo; cada día, es un día de elección para los políticos/candidatos y dependen de lo que hagan en la escena política para lograr adhesión o rechazo, aplausos o silbidos.

    En el plano local, antes que conciliar y dialogar, prefieren polarizar sus posturas y generar confrontaciones; no plantean temas o propuestas; no interpretan la necesidad real de la gente. Los políticos/candidatos no dialogan, se enfrentan, y viven con una ceguera que le imposibilita reconocer que se alteró para siempre la comunicación y que la conciencia de la gente se separó del discurso político.

    Si desean lograr éxitos, deben cambiar su forma de presentarse ante la gente, deben saber persuadir, convencer, no atemorizar. Y lo que la mayoría está haciendo, con las permanentes confrontaciones, es atemorizar a un electorado que puede reaccionar en las urnas, o en las calles.

    Tomé mi último sorbo de café, y tras una pausa, le indiqué que me venía en la mente una frase de José Saramago: “He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”. Pongamos en la balanza el discurso político que trata de convencer engañosamente a la gente, agregué.

    El comandante también hizo una pausa e indicó luego: – Mencionando al mismo Saramago que dijo que no era pesimista, sino que el mundo era pésimo, cabe decir que no soy pesimista sobre lo que pueden hacer en la política o dejen de hacer los políticos; es que, simplemente, algunos de ellos, o la mayoría, son pésimos y no convencen a nadie. Eso.

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  3. Primero gerentes, después funcionarios
    Por Alfredo Boccia

    Un multimillonario devenido en presidente de la República genera problemas por la relación entre sus propios intereses y los del Gobierno. Trump preocupa en Estados Unidos. Cartes, en Paraguay, no despierta ansiedad, quizás porque nuestra corrupción es mucho más tosca que el sutilmente indebido acceso a información privilegiada.

    En realidad, sutil es un adjetivo inadecuado. Hubo poca sutileza en la presión de los empresarios tabacaleros –Tabesa es propiedad del presidente– a los parlamentarios durante el debate de la ley sobre el impuesto al tabaco. Mucho menos la hubo en la fresca concesión al consorcio Tape Porã –uno de cuyos dueños es el padre de su ministro de Obras Públicas– de una muy rentable duplicación de rutas. Así, el primer proyecto de la promocionada alianza público-privada ya nació con tufo a privilegio.

    Hasta allí, nada que sorprenda. Pero ahora empezamos a superar las fronteras de la desfachatez. Resulta que Juan Carlos López Moreira, coordinador de la política energética del Paraguay, es también accionista de la principal empresa privada que busca petróleo en el Chaco. La incompatibilidad es tan obvia que suena a burla atroz que el viceministro de Minas y Energías, Mauricio Bejarano, no observe ningún conflicto de intereses en el caso. Los malpensados de siempre apuntaron que el Estado concedió una ampliación del plazo de explotación a dicha firma. Otras, que pidieron lo mismo, recibieron un ¡no! como respuesta.

    Este funcionario tan influyente, López Moreira, es también uno de los dueños de Royal Seguros, una firma recientemente creada y con pobre calificación en el mercado que, meteóricamente, consiguió 35 codiciados contratos de empresas adjudicadas por el Ministerio de Obras. Sí, Ministerio dirigido por Ramón Jiménez Gaona, el hijo del ganador de aquella increíble concesión de la ruta VII por treinta años. Malpensados, abstenerse de opinar.

    Otro de los Cartes-gerentes, Francisco Barriocanal, fue nombrado consejero económico del Gobierno. Había sido que era uno de los propietarios de la empresa Aqua Group, lo cual no tiene nada de malo. El mal olor se origina en un dato revelador: en los dos últimos años la empresa triplicó sus lucros gracias a ganar doce licitaciones del Estado. Malpensados, ya no sé qué decirles…

    Pongámoslo así. Antes de ser funcionarios, esta gente era gerente. Y eran buenos en su métier; de lo contrario, Cartes no los hubiera contratado. Ahora son funcionarios, pero piensan como gerentes del mundo privado. Como tales, serían idiotas si no utilizaran la información y la influencia que tienen desde el Estado para beneficiar a sus empresas. Solo que en la esfera pública eso es ilegal. Repito: Nada de eso me sorprende.

    Lo asombroso es la falta de reacción de la oposición, que no denuncia estos abusos ni saca ventajas políticas de este enorme escándalo.

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  4. Privilegios desinstitucionalizadores

    Por Ana Rivas Tardivo

    Cuando se creó el “centro de gobierno”, muchos pensaron que quizás era una buena idea. Con tanta inoperancia en la gestión ministerial, con tanto operador político inútil en los puestos de decisión, con tanta corrupción imperante en los sucesivos gobiernos, quizás soslayar términos constitucionales en pos de una gestión eficiente no era tan mala idea. Después de todo, se han pasado por alto tantas obligaciones constitucionales que una más no parecía molestar a nadie.

    Así comenzó.

    Solo un solitario Miguel Abdón Saguier, en un primer momento, cuestionó duramente el hecho que los “gerentes” de Cartes participaban, como privilegiados observadores, de las reuniones del consejo de ministros. El legislador liberal hizo incluso una denuncia en el pleno del Senado, protestando por el total acceso a las informaciones clasificadas que, se supone, tienen los ministros de Estado.

    El gobierno aceleró entonces la conformación del “centro de Gobierno”, un conglomerado de asesoramiento especial, que se encargaría de “monitorear” la gestión de los ministros “oficiales”, una especie de árbitro que estaría como contralor de gestiones detrás de los ministros del gobierno.

    La idea la había implementado el gobierno del chileno Sebastián Piñera con relativo éxito. Estaba fundamentada en que la función pública no necesariamente recluta a los mejores talentos ni los más eficientes y que una persona de la total confianza presidencial, con ímpetu suficiente para picanear a los ministros y asegurarse de cumplir las promesas de buena gestión. La diferencia es que la solidez institucional de los chilenos dista años luz de la nuestra.

    Aquí se confundió todo: el rol de los asesores presidenciales, conocidos como los “gerentes”, los “Cartes boys” o “La Camporita” se ve hoy mucho mas semejante a cazadores de negocios que a garantes de la eficiencia de la gestión ministerial. Las dudas sobre el verdadero papel que cumplen el tabacalero José Ortiz o el propio Juan Carlos López Moreira no hacen más que abonar la sospecha de que en realidad, la información privilegiada a la que tienen acceso es utilizada mucho más en beneficio particular que en la concreción de proyectos para beneficio público.

    Mas allá del conflicto de intereses que obviamente se presenta en la situación descripta está el absoluto “puenteo” a los artículos 240 y 243 de la Constitución, que establecen claramente que la dirección y la gestión de los negocios públicos están confiadas a los Ministros del Poder Ejecutivo, a quienes el Presidente debe convocar y que se reunirán en Consejo a fin de coordinar tareas ejecutivas.

    Según fuentes de Palacio, quien se reúne de vez en cuando con los ministros es López Moreira mientras que otros, neodisidentes de la gestión, afirman tajantemente que el que ordena es José Ortiz; alguno avezado señala que el grupo que decide es en realidad el que se reúne tipo 21.30 en Mburuvicha Róga, para disfrutar de algo más contundente que un jugo de naranja. Las versiones son varias.

    Lo concreto es que el Consejo de Ministros no existe en la era HC; hoy ya hay ciertamente dudas en cómo se toman las decisiones de gobierno y que ambos puntos solo consiguen confirmar que la institucionalidad de la República está en franco retroceso. Y aún tenemos 21 meses de esta gestión por delante. ¿Cuántos negocios se podrán concretar en ese tiempo?

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  5. Kyse yvyra para los politiqueros

    Por Guillermo Domaniczky

    ¿Por qué los paraguayos no reaccionamos? – la pregunta volvió a plantear un tema serio, en la misma mesa del bar en la que en una noche se solucionaban desde la teoría todos los problemas del mundo.

    La discusión había comenzado al hablar de la investigación sobre varios médicos y funcionarios del IPS que falseaban planillas y justificativos para no trabajar, una bofetada al asegurado que les paga puntualmente sus salarios y que encima soporta que en la previsional muchas veces le digan que no hay turnos para consultas, ni medicamentos, ni insumos, ni camas disponibles.

    Uno de los tertulianos disparó diciendo que los paraguayos somos indolentes, que no vamos más allá del plagueo en los medios de comunicación y las redes sociales. Que si estuviésemos en Argentina ya hubiese habido cacerolazos y hasta molotovs contra los planilleros que les roban a los asegurados.

    Otro trató de explicar la apatía desde la idea de que cuando se hacen manifestaciones o convocatorias siempre hay alguna candidatura encubierta o algún convocante u organizador con una agenda oculta, intentando sacar provecho particular.

    El punto inmediatamente generó una desordenada discusión. “No, somos nomás apáticos” dijo uno, “pasa que no se cree más en nadie” saltó otro, “además no se hace una buena campaña de información”, complementó el más callado de la mesa.

    Uno de ellos planteó una idea más elaborada, al exponer que en realidad mucha gente no protesta porque se siente atrapada en una especie de telaraña de inmovilidad social, montada para que nadie proteste.

    Un sistema en el que las instituciones, que funcionan tan anormalmente, obligan por inercia a muchos ciudadanos a entrar al pago de una coima para obtener un documento, o a pedir favores para agilizar algún trámite, o atajos para conseguir algo y no quedar relegado, al observar que otros lo hacen.

    Una telaraña fabricada desde el poder, en la que la tolerancia social a la corrupción se vuelve elástica por aquello de que yo también estoy en falta, y bajo la falsa idea de que “así nomás luego es en todas partes”, y de que es lo mismo comprar algo sin boleta, que quedarse con miles de millones de guaraníes de una licitación para comprar medicamentos –sentenció el exponente de la idea.

    Varios asintieron con la cabeza, incluyendo al profe, quien como ya era costumbre esperó para ser el último orador.

    “Son ciertas muchas de las cosas que dicen” –comenzó– “pero permítanme tener una mayor pizca de optimismo” –siguió.

    “Es cierto que no tenemos manifestaciones ciudadanas masivas por estos temas. Pero miremos los ejemplos anteriores, de los estudiantes secundarios, de los universitarios, de la ciudadanía que ya fue un par de veces al Congreso, de los cooperativistas, de campesinos. Francamente creo que es un proceso, y que como tal es costoso y lleva tiempo.

    Y no olvidemos una de las manifestaciones ciudadanas más importantes, la del voto. Y el voto castigo, un arma silenciosa pero contundente. Gente que te puede decir que sí, que te va apoyar, que usa tu vehículo y agarra tu dinero, pero que en la soberanía del cuarto oscuro hace exactamente lo que quiere. Una especie de kyse yvyra al politiquero que lo transportó y financió, como recuerda nuestro querido Helio Vera en su búsqueda del hueso perdido. Y tuvimos varias muestras en las últimas elecciones municipales” –siguió diciendo el profe– “¿quién nos dice que no habrá muchas más para el 2018?” –terminó preguntando.

    El resto del grupo lo escuchó, como siempre, muy atentamente. Terminada la pregunta, que se convirtió en sentencia, el grupo decidió pasar a otro tema menos serio.

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  6. La destrucción del Estado

    Por Estela Ruiz Díaz
    No hay mejor momento para conocer el verdadero rostro de los tres poderes del Estado que cuando se analiza el Presupuesto General de la Nación. Todos los discursos chocan con la realidad de los números que revelan las insaciables e ilimitadas formas de desangrar las arcas públicas para sus beneficios personales, sus privilegios y sus negocios.

    Es vampirismo político puro, que chupa la sangre de los contribuyentes en plena luz del día.

    En esta carrera sin escrúpulos están también los sindicatos públicos que a fuerza de extorsión, muchas veces con la bendición de sus propios jefes, logran aumentos salariales sin justificación alguna, con inmoralidades como bonificaciones absurdas o triples aguinaldos al año.

    En estos días, este diario mostró la gula del Estado con un rubro casi irrelevante como los bocaditos. Las cifras astronómicas muestran tragadas propias de las fiestas romanas.

    Los contribuyentes, con la carga cada vez más pesada, pagan el costoso cátering de los organismos del Estado. Ni siquiera se plantea la eliminación de los rubros, sino la racionalidad en los gastos, que en muchos casos raya lo absurdo. Algunos ejemplos son suficientes para pintar cómo despilfarran el dinero público, como los funcionarios del MIC que comen diariamente en un costoso local de fiestas, porque según el ministro Gustavo Leite hay que mimarlos para que no vayan a otra. O pagar el almuerzo de esposo de la senadora liberal/cartista Blanca Fonseca, un joven constructor que entró a Yacyretá sin concurso y con salario de G. 16 millones.

    O el pago de los seguros médicos privados con cifras millonarias e irritantes. Un funcionario del BCP goza de un plan ultravip de G . 2.367.350 al mes, por cada empleado. En este ránking privilegiado le sigue el BNF, cuyo plan es de G. 2.026.500, también pagado completamente por el Estado. El seguro médico de un funcionario de estos bancos supera ampliamente el corroído salario mínimo de un trabajador privado, que días pasados alcanzó la cifra de G. 2.000.000. El sueldo de un privado ni siquiera alcanza para pagar el seguro médico de un funcionario público cuyo salario es altamente superior.

    Y así hay miles de ejemplos en el debate presupuestario, donde el Ejecutivo, la Justicia y el Congreso se unen para desangrar a esa minoría que paga sus impuestos, porque no se animan a ponerle el cascabel al gato del sector más rico para contribuir un poco más. Claro, son los que pagan las campañas políticas para mantener el statu quo y con ello sus privilegios. Así, los políticos tienen fondos para comprar los votos de los ciudadanos que cada quinquenio vuelven a votar por sus verdugos, como un inevitable destino trágico.

    EL NEGOCIO DEL ESTADO. Además del negocio del presupuesto, está el gran negocio del Estado, y aquí las cifras son multimillonarias. Este diario viene publicando el caso de tres hombres claves del presidente Horacio Cartes, cuyas empresas facturan para el Estado. Empezó con el escandaloso cambio de una ley de concesiones para beneficiar a una empresa del padre del ministro de Obras. Luego aparece Juan Carlos López Moreira, el hombre más poderoso del gabinete, con acciones en una petrolera y una compañía de seguros, con notable crecimiento en la era Cartes. Ahora el asesor económico, Francisco Barriocanal, aparece como accionista de una empresa proveedora de agua para el Estado, también con sugestivo crecimiento.

    Si bien es cierto que los tres ya tenían sus empresas antes incluso que Cartes pensara ser presidente, es innegable la existencia del conflicto de interés y la posición privilegiada para obtener información. No pueden negociar con el Estado. Es así de simple.

    REPÚBLICA EN AGONÍA. La ley ha dejado de ser el gran árbitro para la convivencia ciudadana, el límite para evitar los abusos y el castigo a los delincuentes.

    Hoy los administradores del Estado, los detentadores del poder buscan los atajos de la ley, las interpretaciones absurdas, las dudas semánticas para imponer sus planes. Así, Contrataciones Públicas dice que los ministros y asesores pueden vender al Estado «porque no hay impedimento legal porque no son funcionarios públicos». Con ese criterio, el presidente de la República puede hacer negocios con el Estado sin problemas, porque los ministros tienen sus mismas inhabilidades. Con esta posición, vació totalmente de contenido ético las acciones en el Estado. O sea, no hay que ser y menos aún parecer.

    Y así se replica esta actitud en todos los ámbitos. No importa lo que dice la ley, sino la interpretación que le da cada uno según su conveniencia. Así seguimos hablando si la reelección es vía enmienda o reforma. O cuando la Constitución dice «no podrán ser reelectos en ningún caso», pero Fernando Lugo dice que la frase está en presente y que no le afecta a él. Mientras la clase política vive en su burbuja buscando interpretaciones extravagantes al solo efecto de seguir prendido al poder para beneficio propio, el ciudadano está cada vez más huérfano y hastiado.

    La pregunta es si la sociedad seguirá manteniendo esta relación sadomasoquista con sus dirigentes o será arquitecto de su destino con una corriente nueva que rescate lo mejor de cada grupo para empezar con paciencia de artesano a reconstruir la República.

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  7. Sobre los hombres en el poder
    27 Nov 2016

    Por Clari Arias

    Desde que llegó al poder en agosto del 2013, Horacio Cartes trajo a la política nuevos hombres y mujeres que refrescaron –de alguna manera– la vida política del Paraguay. En un pomposo primer momento (luego algunos de ellos fueron decepcionando) los nuevos nombres públicos fueron conocidos como la “selección nacional”, nombre que les cayó muy bien porque eran personas reconocidas en sus ámbitos, y algunas de ellas inclusive descollaron en el sector privado. Como una atribución irrenunciable del presidente, éste se encargó de poner a hombres de su entera confianza en los cargos más importantes, como es el caso de la jefatura de gabinete, en donde nominó –y sigue en el puesto– a Juan Carlos López Moreira. Éste, en las últimas semanas y en una campaña periodística bien orquestada, ha sido noticia por sus emprendimientos personales antes de asumir como funcionario público.

    López Moreira es el hombre más cercano al Presidente, y nadie le hace sombra en esa proximidad con el mandatario. Es por todos sabido que fue su gerente más importante, por lo que su llegada al poder al lado de su mentor estaba cantada. Con el compromiso de la carga pública, López Moreira dejó la comodidad de su exitosa vida en el sector privado para abocarse de lleno a los problemas que normalmente enfrenta un jefe de gabinete, y en ese camino ha delegado sus propias inversiones empresariales para evitar lo que hoy le espeta el diario Última Hora: posible tráfico de influencias y conflicto de intereses.

    En una serie de artículos con fuerte olor a campaña de desprestigio, el diario Última Hora publica –de soslayo– que la aseguradora Royal ha crecido de manera meteórica gracias a que uno de sus accionistas (López Moreira) está en el poder, y que por ello se hizo del “negocio” de venta de pólizas de caución a las empresas –principalmente de la construcción– que pugnan por las obras públicas de infraestructura. Los de Última Hora citan que Royal Seguros ha emitido pólizas de caución para 35 obras del Ministerio de Obras Públicas, hecho que llama la atención de los investigadores, al punto de publicar la cuestión en tapa principal. Lo que minimizan los responsable de la publicación es que López Moreira, obrando de manera escrupulosa, previó las cuestiones legales al momento de asumir funciones públicas, haciéndose a un lado en los negocios en que –lícitamente– invirtió su patrimonio.

    Royal Seguros no es sólo de López Moreira, como insinúa maliciosamente Última Hora. Sí fue accionista (actualmente sus intereses están administrados por su cónyuge), así como lo son hoy día César Marzal, Eduardo Heisecke y Ramón Brozón, todos ellos de reconocida labor financiera en el país. Royal tampoco es la reina de las pólizas de caución, como quiere hacer creer Última Hora, ya que con el 2,7% del total de pólizas de caución emitidas en el año, lejos está del 97,3% del mercado que se llevan otras 33 aseguradoras (La Consolidada de Seguros, de un prestigio intachable, tiene el 30% del mercado de caución). Última Hora no cuenta, porque todos estos datos son públicos, que hay alrededor de 5.000 cauciones vigentes de las aseguradoras locales con empresas privadas que trabajan para el Estado, y aquello que saca a relucir como un crecimiento sorprendente de la aseguradora Royal, es poco o nada.

    Los medios de comunicación, con campañas teledirigidas como esta, lo que hacen es ahuyentar a cientos de hombres y mujeres que en el futuro quieran dejar sus cómodos asientos en las plateas del sector privado, para dedicar sus mejores horas y esfuerzos al sector público ¿Quién de ahora en más, en su sano juicio, querrá dejar una alta gerencia e intereses económicos en el sector privado para ocupar un cargo público, si un periódico se encarga de denostar –con medias verdades– la integridad de las personas?

    Todavía pienso en aquella eterna lección que nos dejó hace 21 siglos Cayo Julio César, “la esposa del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”. De ahora en más, todos tendremos que hacer un esfuerzo mayor para no caer en el desprestigio que propician –irresponsablemente– algunos medios.

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  8. Usar y abusar del poder

    Por Enrique Vargas Peña

    Cynthia Leite, de Contrataciones, confesó el 26 de noviembre que los gerentes de Cartes, ministros del Poder Ejecutivo, contratan a empresas vinculadas a ellos desde el Estado: “… la actual Ley de Contrataciones… en su artículo 40 prohíbe a los funcionarios públicos ser proveedores, pero si nos remitimos a la Ley 1626, esa ley excluye a los ministros como funcionarios… Entonces… la posición que asumió la Dirección es que ningún ministro está inhabilitado para ser proveedor del Estado” (http://bit.ly/2grbTfd).

    Confesó lo anterior cuando se le preguntó por el caso Aqua Group SA, que pertenecía a Francisco Barriocanal, gerente de Cartes y ministro, compañía que triplicó su facturación al Estado entre agosto del 2013 y julio del 2015.

    Para justificar contratos así Leite borra los artículos de nuestra Constitución que establecen que los ministros sí son funcionarios: el 240 “La dirección y la gestión de los negocios públicos están confiadas a los ministros…”; el 242, “Los ministros son los jefes de la administración de sus respectivas carteras…” por citar algunos.

    El Gobierno pretende que el artículo 2 de la Ley 1626 no dice lo que dice: “Aun cuando cumplan una función pública, se exceptúa… de lo establecido en el artículo anterior a… los ministros y viceministros del Poder Ejecutivo”, no porque no sean funcionarios, como afirma Leite, sino por ser un grupo de funcionarios a quienes esa ley distingue solo para sí misma, pero a los que ninguna otra excluye.

    El Gobierno hace esta interpretación para evitar que Barriocanal vaya a Tacumbú, pues el artículo 40 de la Ley 2051 “de Contrataciones” dispone que “No podrán presentar propuestas en los procedimientos de contratación previstos en esta ley, ni contratar con los organismos, entidades y municipalidades: a) los funcionarios o empleados públicos que intervengan en cualquier etapa del procedimiento de contratación, y que tengan interés personal, familiar o de negocios con el proveedor o contratista, incluyendo aquellas personas con las que pueda resultar algún beneficio para ellos, su cónyuge o sus parientes consanguíneos o afines hasta el cuarto grado, o para terceros con los que tenga relaciones profesionales, laborales o de negocios, o para socios, accionistas o sociedades de las que el funcionario o empleado público o las personas antes referidas formen o hayan formado parte en los últimos seis meses”.

    La Fiscalía también opera para la impunidad pues no estudia si los gerentes evaden el artículo 8 de la Ley 2523/04 mediante prestanombres. Ni aplicarles el artículo 9 de la Ley 2880/06 que castiga al “funcionario público que, interviniendo por razón de su cargo en cualquiera de los actos o etapas de licitaciones, concesiones, concursos y contrataciones públicas, se concertara con los interesados o utilizara cualquier otro artificio para beneficiarlos indebidamente, defraudando al Estado, será castigado con pena privativa de libertad de hasta cinco años”.

    Por eso el Gobierno de Cartes pretende que Barriocanal no es funcionario público.

    Y por eso se apura en encubrir la repentina bonanza de Royal SA, con participación accionaria de Juan Carlos López Moreira, otro gerente y ministro, que siendo una empresa de calificaciones bajas (http://bit.ly/2gjwHpB), coincidentemente con la llegada de su accionista al poder logró que 35 obras del MOPC fueran aseguradas con sus pólizas (http://bit.ly/2gGhMt5) indicando que el Gobierno alienta de alguna manera a tomar los seguros de López Moreira.

    Nuestra Constitución no autoriza a Cartes a abusar así del Poder Ejecutivo.

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  9. Disfraz político
    30 Nov 2016

    Por Richard E. Ferreira-Candia

    Hace varias semanas habíamos coincidido con el comandante en que estamos entrando aceleradamente en un clima político y social bastante peligroso y, se observa que, antes que bajar los decibeles de la crispación entre los actores políticos o sociales, ese ambiente hostil va en aumento, cada vez que se habla de las aún lejanas elecciones generales del 2018.

    Este tipo de ambiente, sin embargo, no es nuevo, dijo e inmediatamente agregó: Este mismo clima envolvió a cada uno de los períodos electorales anteriores y es hasta irremediable -por la carencia de interés en que las cosas sean distintas- que siga así hasta que realmente los cuadros políticos sean reemplazados, no solo de hombres, sino la mentalidad.

    El comandante ya había pedido las dos tazas de café negro, sin azúcar, poco después de que llegara y se ubicara en el altillo del Café Literario. Puso en la mesa un libro, que miré con bastante consternación. Era “En busca del hueso perdido (Tratado de paraguayología)”, de Helio Vera (1946-2008). Es el libro paraguayo más vendido en nuestro país desde hace muchísimo tiempo, le indiqué. – Así es-, asintió.

    Helio, como se nos permitió a un grupo de sus alumnos llamarlo en las reuniones nocturnas de los viernes en el restaurante “El Tauro” de Asunción, y luego ya en el trajín del trabajo profesional, describió al paraguayo como pocos. En este libro y con otros intentó explicar/descifrar el enmarañado carácter del paraguayo. “En busca del hueso perdido” (1990) es de lectura obligatoria para todo quien desee conocer la “una visión descarnada y crítica de la cultura y del hombre paraguayo”, como bien señala la descripción de la obra.

    La visión de Helio sobre el paraguayo partió en algunos aspectos desde las características del contexto político que le tocó vivir. Compartimos con el comandante algunos fragmentos del libro.

    “Hay muchas clases de paraguayos. Hay paraguayos de campo y de la ciudad. Hay paraguayos “gente” y paraguayos koygua (campesino oculto). Hay paraguayos valle y paraguayos “loma”, como propone la tipología de Ramiro Domínguez”, apuntó. Utilizando su fino humor de salón, describió, además, una serie de “tipos” de paraguayos, entre los que citó también a los “blancos, albinos, rubios, trigueños, morenos, overos y amarillos”, y por último, “como es muy notorio, los paraguayos de primera y de segunda categoría”. Una descripción real, desde donde se mire.

    Explicó, en la sutil pero agria ironía que desparramaba cada vez que hablaba, que para distinguirlos no era necesario un estudio profundo, porque se determinaba a simplemente vista. Los primeros -escribió- tienen una credencial que les permite acceso al “piso superior de la República”, y los segundos “deben contentarse con la planta baja”.

    Se supone, en el mundo de la imaginación y por qué no en el mundo real, que el paraguayo es un ser raro, inexplicable, razón por la cuál existió siempre interés en conocer de qué es “especie” es, expresó el comandante.

    Recordó que el nombre del libro, precisamente deriva de una leyenda urbana de la época del dictador Francia. El mismo Helio lo explica: “La sospecha de la singularidad no es nueva”. El Dictador Francia fue de los primeros en aventurar esa hipótesis. Rengger anota en su obra: “…le gusta (al dictador) que le miren a la cara cuando le hablan y que se responda pronta y positivamente. Un día me encargó con este objeto que me asegurase, haciendo autopsia de un paraguayo, si sus compatriotas no tenían un hueso de más en el cuello, que les impedía levantar la cabeza y hablar recio”. (Rengger, J.R “Ensayo histórico sobre el Paraguay” -El Lector, 1982).

    Este relato hace que Helio, con una inteligencia bárbara, empezara a intentar desmarañar la compleja característica del paraguayo, que le permitió describir situaciones tan antiguas que persisten hasta nuestros días, como la habilidosa cualidad del paraguayo para “disfrazarse”, según su conveniencia. Sobre eso, Helio escribió: “Todo el mundo se disfraza de algo: de patriota, de leal, de sabio, de sincero, de puntual, de místico, de pundoroso, de corajudo, de espléndido, de filántropo. Dentro de esta alegre comedia humana, no está demás que alguien ensaye algo distinto: disfrazarse con su propia cara”.

    Para el querido Helio, como muchos sostienen, no hay un solo Paraguay, sino dos, que dependen de las interpretaciones interesadas de cada quién. “No hay un solo Paraguay, sino dos, culturalmente hablando”, precisó en su libro, para explicar luego: Se encuentra el Paraguay de gua’u, “palabra en guaraní que designa lo que es simulado, regido por la ficción, falso, trucado, mentiroso”; y también el Paraguay teete, “otra eficiente palabra en guaraní empleada para nombrar lo que es real, auténtico, genuino, prístino y puro”.

    Describió que “son dos países, bien distintos del uno del otro”, pero que sus habitantes viven sobre la misma geografía, “como animales de distintas especies disputando en un único cazadero”.

    Aquí, en nuestra dura realidad, no se puede dejar de recordar frases tan dispares, como aquella recordada “vivimos en un país de maravillas” comparada con “nos estamos hundiendo”. Estas afirmaciones no son nuevas, siempre se lanzan dependiendo de la época, de quién está en el poder y quién está en la oposición. Lo más descriptivo de todo esto es lo que el mismo Helio explicó: “Ambos (países) se encuentran en estrecha e inseparable vinculación”. – Y seguirán así, con los diferentes “tipos” de paraguayos- acoté, a lo que el comandante enfatizó: Si hablamos en términos políticos, la cuestión está en que los políticos eligen sus disfraces dependiendo exclusivamente al momento político, al sector en el que están y el cargo que ocupan circunstancialmente. Eso.

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  10. Volvé, general

    Volvé, general. Paraguay no es lo mismo sin vos. Antes nadie discutía sobre los precios, la corrupción, la reelección, ni siquiera del calor. Básicamente, nadie discutía de nada, gracias a los buenos oficios de Brítez Borges, Kururu Pire y Pastor Coronel. Ellos eran los verdaderos formadores de opinión.

    Volvé, general. Ahora todos roban. Antes solo tus amigos y correligionarios robaban. Actualmente hasta los liberales lo hacen. Lo que pasa es que en tu época había un solo jefe de la mafia: vos. Ahora, cualquier diputadito de morondanga ya arma su rosca, sin autorización de ningún padrino, y se dedica a alzarse con el Estado.

    Volvé, general. Vos solucionaste el tema de las elecciones. Ganabas por los porcentajes que se te antojaban sin necesidad de gastar millones en internas o soportar soporíferos debates presidenciales. Y sobre la reelección —perdón, tu reelección—, nadie discutía. Ahora hasta hay colorados que no quieren la reelección. Jamás se vio semejante caradurez.

    Volvé, general. Hay un invento que se llama Facebook y las yiyis se ofrecen para el “ya tú sabes”. No vas a necesitar de Perrier ni de ningún otro caficho. Pero tené cuidado, ahora estas criaturas tienen derechos y siento decirte que acostarse contigo no es uno de ellos.

    Volvé, general. Antes solamente tu Ejército mataba a los zurdos; ahora hasta los zurdos tienen ejército y, lo peor, matan a cualquiera.

    Volvé, general. La Policía no aprendió. Se volvió mucho menos autoritaria y más eficiente, sobre todo cuando le conviene, pero el servilismo ramplón de los comisarios para con el poder político nunca cambió. Es que los 35 años de tu ilustre gestión dejaron escuela.

    Volvé, general. Aunque no lo puedas creer, no hay más el servicio militar obligatorio. Los pobres generales tienen que barrer sus casas, cocinar sus comidas y cuidar a sus hijos porque se esfumaron los soldaditos, otrora encargados de tan noble tarea, vital para el enriquecimiento de la patria y de los generales.

    Volvé, general. Solamente faltás vos. Después nadie se fue. Muchos parientes tuyos siguen disfrutando del fruto de tu espolio y los hijos de tus antiguos amigos están en muchos cargos claves. Tu partido sigue mandando, pero sueña con que aparezca otro dictador para darle sostén político y sacar provecho.

    Volvé, general. La nostalgia infantil de algunos que te conocieron, la ignorancia de los que no y el interés espurio de unos vivos pretenden darte una grandeza que nunca tuviste.

    Por Arnaldo Alegre

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  11. Lucha contra la corrupción

    El gobierno de Horacio Cartes sigue pregonando la honestidad de su administración y su combate a la corrupción en la función pública, a través de los medios de comunicación afines y mediante campañas difundidas por las instituciones públicas. Los anuncios del nuevo rumbo, del fin de los maletines y de cortar las manos a los corruptos habían logrado una gran adhesión de la ciudadanía y aumentado la popularidad del presidente.
    Sin embargo, a casi tres años de gestión no se sabe de una depuración que el jefe de Estado haya emprendido en los ministerios, en donde sobreviven verdaderos esquemas corruptos, anquilosados durante diferentes administraciones y que siguen manejando los tentáculos de las recaudaciones paralelas, los negociados con licitaciones y todo tipo de prácticas y artimañas conocidas para robar al Estado.
    El ministro de Hacienda, Santiago Peña sigue lamentándose por las bajas recaudaciones y la gran preocupación para el presupuesto del 2017, cómo cumplir con todos los compromisos, de aumentos salariales para funcionarios y docentes, que se están estipulando para el próximo año.
    Las bajas recaudaciones son el reflejo de la corrupción de los funcionarios de las instituciones recaudadoras. La aduanas son el principal centro de la mafia organizada, de los maletines y las recaudaciones paralelas continúa intacta, las roscas de funcionarios corruptos siguen campantes. Nunca se hizo depuración alguna ni el intento siquiera de sanear una de las instituciones que puede generar mayores ingresos al fisco.
    Todo esto va totalmente de contramano con el discurso de honestidad de la administración Cartes. Al mismo tiempo aparecen casos de negociados perpetrados por los ministros de la “selección nacional”, como es el caso del Ministerio de Agricultura y Ganadería, donde todavía se está tratando de tapar la nefasta administración del ministro Jorge Gattini, denunciado por lesión de confianza. A esto hay que sumar el grosero negociado de contratos con empresas relacionadas a los ministros y miembros del gabinete presidencial, que si bien argumentan que la ley les faculta para actuar de proveedores, por lo menos riñe con la ética. En este caso se aplica aquello de la mujer del César, que no solo tiene que ser, sino también parecer honesta.
    El discurso de lucha contra la corrupción del presidente Cartes se desmorona también cuando a través de sus principales referentes apoya y sostiene a administraciones municipales de intendentes denunciados por groseros negociados, pésima administración y serias sospechas de corrupción.
    Una cosa es el discurso, otras cosas dicen los hechos. El gobierno puede seguir pregonando la buena administración, las obras y la proclamación de honestidad, pero no debe subestimar a la ciudadanía, cada vez más hastiada y decepcionada de la clase política.
    La grosera corrupción e impunidad de la clase política y la profunda decepción de la ciudadanía constituyen el caldo de cultivo propicio para los discursos populistas y la emergencia y de propuestas totalitarias. El discurso de lucha contra la corrupción debe necesariamente estar acompañado de muestras fehacientes de combate frontal, limpieza de las instituciones y castigo a los ladrones públicos.

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  12. Interpelar a López Moreira favorecerá a la transparencia
    El Senado debe tratar un pedido de interpelación al jefe de Gabinete de la Presidencia, Juan Carlos López Moreira, con el objetivo de interrogarlo sobre los negocios que tienen con el Estado empresas en las que él posee acciones. El argumento del Gobierno es que López Moreira no viola ninguna ley, a pesar del evidente conflicto de interés y ético que representan sus emprendimientos en las áreas de hidrocarburo, de pólizas de seguro y de obras públicas. El jefe de Gabinete debe ser el primer interesado en responder a las preguntas sobre sus firmas y su rol paralelo como autoridad. La transparencia que este Gobierno dice promover ahora también debe prevalecer.
    Una investigación de ÚH reveló que, más allá de las buenas intenciones que pueda tener en su papel de funcionario público, el jefe de Gabinete Civil de la Presidencia de la República, Juan Carlos López Moreira, también tiene intereses como empresario en varios sectores del Estado. La mano derecha y colaborador más cercano de Cartes resultó también ser un emprendedor en la búsqueda de petróleo en el Chaco.
    Durante el gobierno de Lugo, una nueva empresa suya, LCH SA, consiguió su primer contrato de prospección en suelo paraguayo. En junio del 2014, ya en pleno gobierno de Horacio Cartes, la compañía multinacional President Energy compró la firma y los accionistas de LCH SA pasaron a ser accionistas de President Energy.
    Así, López Moreira se convirtió en poseedor de acciones valoradas en cinco millones de dólares de la principal buscadora de petróleo en el Chaco. Al año siguiente, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) otorgó a President Energy una ampliación en el contrato de exploración de hidrocarburos, y negó pedidos similares a otras dos empresas del rubro.
    Cabe recordar que como jefe de Gabinete Civil del Ejecutivo, López Moreira es el superior directo del propio ministro de Obras, Ramón Jiménez Gaona. A partir de octubre de este año, la colisión de intereses se hizo aún más clara: Cartes lo nombró coordinador de la Política Energética del país.
    Paralelamente, López Moreira es dueño del treinta por ciento de la aseguradora Royal Seguros SA, creada un año antes de que Cartes asuma la presidencia. Esta firma actualmente asegura con sus pólizas 35 obras del MOPC. Si bien son seguros pagados por constructoras y no por el Gobierno, se trata efectivamente de un negocio indirecto con el Estado. Si hay un incumplimiento en algunas de estas obras, el ministro de Obras deberá ejecutar una póliza de la empresa del jefe de Gabinete.
    La interpelación del Senado es necesaria, a fin de que López Moreira brinde los detalles sobre todos los negocios de sus empresas que afecten directa o indirectamente al Estado. Si bien el Ejecutivo, a través de sus voceros y asesores, sostiene que ninguna ley fue infringida y, por lo tanto, no hay irregularidad alguna, los problemas éticos son evidentes: el coordinador de la política energética del país no puede tener acciones en la principal buscadora de petróleo. De igual manera, el jefe de Gabinete de la Presidencia no puede tener una empresa que asegure obras del mismo Gobierno.
    La transparencia que este Gobierno propugna en distintos frentes también debe prevalecer ahora y López Moreira debe acudir al Senado para dar cuentas claras sobre sus negocios con el Estado.

    http://m.ultimahora.com/interpelar-lopez-moreira-favorecera-la-transparencia-n1045821.html

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  13. Reconocimiento Internacional
    15 diciembre, 2016

    La postura del cuerpo diplomático acreditado en el país, representado por el nuncio apostólico, monseñor Antonio Ariotti, demuestra a las claras que la comunidad internacional ve con ojos de aprobación al gobierno de Horacio Cartes y ese es el mejor aval que puede tener un país porque proviene de un sector totalmente objetivo, alejado de las luchas internas y los problemas domésticos.

    Uno de los puntos resaltantes de lo dicho por Ariotti es que el cuerpo diplomático valora la madurez democrática que existe en el país. Y esto es fundamental porque estos embajadores representan las expresiones más genuinas de la comunidad internacional, que sigue atenta el proceso que se vive en el país.

    Que estas expresiones surjan en un momento en el que pareciera que el nivel de crispación política llegó a un estadio más o menos preocupante, resulta sumamente importante. Aunque espaldarazos de este tipo a la administración Cartes, son muy frecuentes y reiterados. Sin embargo, por lo visto, la comunidad internacional considera que el debate e, incluso, el enfrentamiento político entre sectores, han guardado la compostura y se han mantenido en un marco democrático, sin arriesgar el proceso. Incluso a pesar de uno de estos sectores que anuncia casi el fin del mundo y el quiebre del orden constitucional.

    Así que nuestro país ha alcanzado la madurez democrática, de acuerdo a lo que dicen los representantes de la comunidad internacional. No es casualidad que el vocero del cuerpo diplomático sea el representante del Papa Francisco, quien luego de su visita del año pasado ha venido manteniendo una postura de firme respaldo al proceso y al gobierno paraguayo. Lo ha demostrado también cuando envió a un cardenal argentino a oficiar la misa central de Caacupé, consciente de que la homilía sería eminentemente espiritual y alejada de los conflictos políticos.

    Ariotti sigue esta tendencia, pero no lo hace sólo, sino acompañado de sus colegas diplomáticos de los demás países que tienen representación en Paraguay. Y las palabras escogidas con mucho cuidado demuestran exactamente la imagen que este gobierno transmite a la comunidad internacional.

    El nuncio destaca y reconoce la empecinada lucha contra la corrupción que se ha iniciado en el 2013 y que –si bien falta mucho- ha dado resultados muy positivos no solo para las arcas del Estado sino para el nivel de confianza ciudadana hacia un gobierno que se muestra decidido a cumplir sus promesas, algo a lo que no estamos acostumbrados los paraguayos.

    Mientras ciertos sectores muy minoritarios siguen empecinados a poner el palo a la rueda, intentando boicotear toda acción que tenga como beneficiaria a la ciudadanía, las cosas siguen haciéndose y es un alivio que lo vean quienes desde afuera mantienen una observación objetiva y serena hacia nuestro país. Es la mejor forma de demostrar que se están haciendo bien las cosas.

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  14. ¡Qué diferencia con otros gobiernos!
    18 diciembre, 2016

    La Hidroeléctrica de Itaipú acaba de ganar el récord mundial en generación anual de energía lo que le convierte en el líder mundial del sector, que se suma a otro récord, el de producción de energía. Esto significa que la binacional que tenemos con Brasil es la mejor hidroeléctrica del mundo.

    Y alguno dirá que eso no tiene que ver con los gobiernos de turno de ambos países, pero eso no es cierto puesto porque haber llegado a estos niveles de eficiencia solamente puede ser fruto de un trabajo bien hecho, consolidado y con perspectivas de mejorar.

    Históricamente, la percepción ciudadana era que Itaipú era una especie de cáncer para nuestro país, puesto que Brasil manejaba la binacional a su antojo, sin respetar nuestros derechos y haciéndonos pagar los platos rotos una y otra vez.

    Mientras nuestro socio se convertía en un coloso no solo regional sino mundial en materia energética, nosotros apenas superábamos la precariedad de las velas, mientras nuestra deuda con la binacional crecía de manera exponencial. Y esto tenía una explicación muy simple.

    Los gobiernos paraguayos anteriores habían convertido a la hidroeléctrica en un buen negocio para el entorno del poder. Maletines iban y venían, conteniendo verdaderas fortunas con las que se compraban conciencias y se aseguraban futuros promisorios.

    El milagro de Itaipú de los años 80, que convirtió en millonario a un sector de la clase media, continuó vigente para un grupo cada vez más pequeño y más rico. Por supuesto que el gobierno paraguayo no tenía nada que reclamar a su socio! Si para nuestros representantes la binacional era un buen negocio; qué importaba que con tanta venalidad se perjudicara a todo un pueblo que debía soportar una vida absolutamente precaria.

    HC cambió las cosas y convirtió a Itaipú en una empresa para el pueblo paraguayo. Y empezó haciéndolo de una manera tan sencilla que uno se pregunta por qué sus antecesores fueron incapaces de frenar su ambición a cambio de un poco de bienestar para la gente.

    Lo primero que hizo fue tirar al basurero los maletines con los que se compraba el futuro del país. El dinero ya no llegó a los poderosos, así que Brasil se encontró de pronto con un socio serio, entendido y firme a la hora de defender los derechos de su gente.

    Y sus negociadores tuvieron que cambiar de postura y tomarnos en cuenta. Y el dinero antes destinado a los maletines fue íntegramente dedicado a la inversión en obras sociales en nuestro país, tanto es el atraso al que fuimos sometidos por los gobernantes que hoy se llenan la boca con críticas y cuando detentaron el poder traicionaron de la peor manera los intereses del pueblo paraguayo.

    Esta inversión social que ha realizado el lado paraguayo de Itaipú, es histórica y ha llegado a sectores carenciados cambiando profundamente la vida de quienes pensaban que su destino era apenas sobrevivir.

    El caso del RC4 es una prueba palpable de esto. Más de 100 familias de damnificados serán beneficiadas viviendo en el Barrio San Francisco, único en su tipo, con servicios de primer nivel. Y lo mencionamos sólo como un ejemplo. Existen cientos de obras más. Las cosas bien hechas dan frutos buenos. Y la hidroeléctrica más grande del mundo es una prueba de ello. Sobre todo cuando una Administración honesta y transparente, está al mando del timón del país.

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