Renovar el compromiso de combatir la pobreza

Hoy, 17 de octubre es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, una fecha que se conmemora cada año desde que fue reconocida por Naciones Unidas en 1992, aunque la primera celebración de dicho día tuvo lugar en París, Francia, en 1987, cuando más de 100.000 personas se reunieron en la Plaza del Trocadero para manifestarse a favor de los Derechos Humanos y la libertad en honor a las víctimas de la pobreza, el hambre, la violencia y el miedo. La convocatoria fue organizada por Joseph Wresinski, fundador del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo.

El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza ha sido observado cada año, a partir de 1993, desde su declaración por la Asamblea General de las Naciones Unidas (resolución 47/196), con el propósito de promover mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los países en desarrollo –necesidad que se ha convertido en una de las prioridades del desarrollo–.

Haciendo memoria, sabemos que en la Cumbre del Milenio, los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a reducir a la mitad, hasta el 2015, el porcentaje de las personas que viven en la indigencia –que en términos estadísticos, son aquéllas personas cuyos ingresos son inferiores a 1 dólar por día–. Una línea imaginaria que establece los términos a los que nos referimos constantemente cuando calificamos a quienes viven “por debajo de la línea de pobreza”, es decir, la falta total de recursos mínimos para enfrentar la vida con lo básico.

Según lo que expresa el documento de la ONU, este año: “El 17 de octubre presenta una oportunidad para reconocer el esfuerzo y la lucha de las personas que viven en la pobreza, la posibilidad de hacer oír sus preocupaciones y un momento para reconocer que los pobres son los primeros en luchar contra la pobreza.

La participación de las personas que viven en la pobreza es fundamental a la celebración del Día desde su comienzo. La conmemoración del 17 de octubre también refleja la voluntad de las personas que viven en la pobreza para utilizar su experiencia para contribuir a la erradicación de la pobreza.

Y, como cada año, se determina para el que estamos viviendo, un tema en especial. El tema 2016 es: “De la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la pobreza en todas sus formas”.

Y aclara que el objetivo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible de “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” reconoce explícitamente que este es el resultado no de la falta de una sola cosa, sino de muchos diferentes factores interrelacionados.

Esto significa, siguiendo con el texto emitido por las Naciones Unidas, que es necesario que se aprenda a entender completamente la pobreza en sus múltiples dimensiones : “debemos ir más allá de observarla como la falta de ingresos, o lo que se necesita para el bienestar material, como la alimentación, la vivienda, la tierra y otros activos”.

Y ese es un punto por demás interesante, ya que se hace especial hincapié en que los gobiernos y Estados y también las sociedades todas, aprendamos a reconocer y enfrentar a la “humillación y a la exclusión” que sufren las personas que viven en ese estado de pobreza.

Exclusión de los servicios básicos de atención de la salud; del acceso a la educación; a la vivienda digna y a una alimentación que aporte los nutrientes necesarios para crecer sanos en cuerpo y mente. Lo humanamente indispensable, suelen decir algunas personas. Eso que, al no tenerlo, somete a los que viven en ese estado indigno, a la enorme humillación de sentirse y ser vistos como “desterrados del mundo”, los parias de hoy.

Por ello, es importante que no se detengan las obras destinadas a mejorar la calidad de vida de los que menos tienen y que se actúe desde las instituciones del Estado con gran firmeza y compromiso con quienes más sufren esa humillación y exclusión. Que se hagan esfuerzos con el fin de cumplir con los objetivos trazados y compromisos asumidos ante la ONU, pero sobre todas las cosas, honrando de verdad y con obras tangibles, esa deuda histórica ante los mismos pobres, que no pueden esperar.

Es así que cada sector involucrado en el poder, ya sea del Ejecutivo y sus secretarías, pero muy especialmente desde el Parlamento, que es el organismo que representa a la ciudadanía entre la que también están esos pobres, comprendan y honren ese compromiso, dejando de lado las miserias de los intereses sectarios y coyunturales, para actuar en consecuencia y apoyar y aportar lo necesario para que cada vez haya menos humillados y excluidos en Paraguay.

http://www.lanacion.com.py/2016/10/17/renovar-compromiso-combatir-la-pobreza/

 

13 comentarios en “Renovar el compromiso de combatir la pobreza”

  1. Buscar mecanismos para evitar que la clase media caiga en la pobreza

    Un reciente informe del Banco Mundial le pone números a un problema que intuitivamente está en la discusión sobre la pobreza. Se sabe que este flagelo no es un problema coyuntural de ingresos, sino la conjunción de muchas variables que no se pueden abordar en el corto plazo o con medidas simplistas. Muchas personas permanecen en situación de pobreza, aun cuando el crecimiento económico sea persistente.
    La falta de capacidades y activos, mercados y políticas que no funcionan bien, riesgos imposibles de ser manejados por las personas y una excesiva concentración en la sobrevivencia cotidiana sin la atención a un proyecto de vida a largo plazo, hacen que muchas personas se mantengan por debajo de la línea de pobreza.
    El informe señala que Argentina, Uruguay y Chile se encuentran entre los países de menor incidencia de pobreza crónica, mientras que Guatemala, Honduras y Nicaragua entre los de mayor pobreza. Entre estos dos grupos de países se encuentra Paraguay, cerca del promedio latinoamericano.
    El hecho de estar cerca del promedio se puede ver como un resultado positivo, ya que en otros ámbitos nuestros indicadores se encuentran más cerca de los países centroamericanos que de los países del Cono Sur.
    Sin embargo, este resultado positivo se oscurece cuando se observa otro indicador que muestra que Paraguay es uno de los países con mayor movilidad descendente. Es decir, junto con Nicaragua, Honduras y Bolivia, Paraguay es uno de los países que de 2003 a 2011 presentan la mayor proporción de no pobres que cayeron en pobreza.
    En este contexto, surgen tres desafíos importantes. Primero, continuar reduciendo la pobreza; segundo, garantizar que quienes dejaron de ser pobres o nunca fueron pobres no caigan en pobreza y, en tercer lugar, el punto central del informe del Banco Mundial: atender la cronicidad de la pobreza con medidas de carácter estructural.
    Estas medidas van desde garantizar un entorno favorable para la inclusión económica de los adultos como el acceso a mercados de calidad, cobertura universal de salud y servicios públicos eficientes, hasta la atención a la primera infancia como mecanismo de ruptura intergeneracional de la pobreza.
    El enfoque territorial aparece como clave en el objetivo de reducir la pobreza crónica. Si bien esta puede estar concentrada en el sector rural, en valores absolutos existe una importante cantidad de personas en situación de pobreza crónica en el sector urbano.
    La coordinación intersectorial debe ser una prioridad, especialmente en un país como Paraguay en que cada institución y ministro tiene una agenda propia, la mayoría de las veces sin el sustento de la evidencia empírica y con la primacía de intereses particulares.
    Finalmente, la lucha contra la pobreza crónica exige políticas de Estado, de mediano y largo plazos, que garanticen una movilidad social ascendente en el mediano y largo plazos. Sin los componentes anteriores, cualquier iniciativa tendrá éxitos coyunturales y trasladará hacia el futuro la aspiración de un país sin pobreza.

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  2. Somos felices y no lo sabemos

    Los nostálgicos estronistas no se cansan de repetir que “éramos felices y no lo sabíamos”. En los últimos años, algunas encuestas internacionales insisten en que el pueblo paraguayo es uno de los más felices del mundo, y ahora un nuevo informe ratifica que nuestros compatriotas elegirían esta tierra guaraní aunque pudiesen emigrar a otras naciones.
    La agencia local de la consultora internacional CCR dio a conocer los resultados de una encuesta según la cual, pese a la difícil situación económica y a los problemas cotidianos de la sociedad, la mayoría de los paraguayos prefiere vivir en su país antes que emigrar a otros lares. Esto va en la misma onda de aquellos ranking de años anteriores según los cuales nosotros ocupamos los primeros lugares entre los pueblos más felices de este planeta.

    Sin poner en duda la confiabilidad de estas encuestas ni la legitimidad de sus metodologías de investigación científica, los ciudadanos comunes de este Paraguay del año 2016 tenemos que preguntarnos seriamente: ¿somos tan felices y no lo sabemos?

    Evidentemente, hay cosas que no cierran. O están hablando de otro país o nosotros somos de mente tan cerrada que no valoramos el paraíso en el que vivimos.

    Somos el país más pobre y atrasado de Sudamérica, nuestro Producto Interno Bruto es el más bajo de la región, la pobreza acogota a casi un tercio de la población, 5 de cada 10 niños no termina su Educación Escolar Básica, miles de familias campesinas no poseen ni una hectárea de tierra, otros miles de compatriotas sobreviven como pueden en los cinturones de marginados que bordean las grandes ciudades, el 70 por ciento de los trabajadores no gana siquiera el salario mínimo, en los hospitales públicos no hay médicos ni medicamentos suficientes, la cantidad de personas sin trabajo es muy alta y, a pesar de todo esto, ¿somos un pueblo feliz?

    Tenemos que hacer un esfuerzo mental extraordinario para tratar de comprender lo que sucede. Si no nos están mintiendo deliberadamente, debe haber algún tipo de explicación socio-psicológica para que nos conformemos con tan poco. Creemos que nos va bien en el suelo natal, pese a que nuestro ingreso per cápita (US$ 4.500) es, de lejos, el más pequeño de Latinoamérica.

    Tal vez tengamos algún cromosoma extraviado o algún gen desconocido que mantiene muy bajas nuestras expectativas de progreso y confort, por lo que nos contentamos con el “ya da ya”, “así nomás luego es”, “jaha hese”, “iporã la porte”, etc.

    No debería ser así. No tenemos por qué ser económica y socialmente inferiores a los chilenos, los peruanos, los brasileños, etc. Está bien mostrarnos orgullosos de nuestro idioma guaraní, de nuestras guaranias, de las exportaciones de soja, de la energía de Itaipú y Yacyretá, etc., pero ya basta de tanto tereré y de dormir la siesta y trabajemos en serio por sacar a tanta gente de la pobreza y la marginalidad.

    Cambio con gusto algunos kilos de esta “felicidad paraguaya” por una dosis de autoestima fundada y progreso verdadero.

    Por Ilde Silvero

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/somos-felices-y-no-lo-sabemos-1528528.html

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  3. Ricos y pobres

    “Yo no conozco a nadie que gane (un plan de) $880 por mes que no quiera trabajar si le ofrecen un trabajo en el que le van a pagar 15.000 pesos”, dijo Zarazaga (sacerdote jesuita, fundador y director de la Escuela de Liderazgo Político-CIAS, en Argentina) ante unos 500 empresarios que escuchaban el panel sobre “Integración social, puente para el desarrollo sustentable de la Argentina”, en el 52° Coloquio de IDEA.
    Guillermo Dietrich, padre del ministro de Transporte, dijo a Infobae: “Nosotros ponemos mucho dinero para tratar de reducir la pobreza con los impuestos que pagamos y no me gustó cómo nos trató este sacerdote”.
    Otro empresario, en este caso de la construcción, señaló: “No es justo que nos venga a criticar acá un sacerdote de la forma en que lo hizo. Nos vamos a quejar a las autoridades de IDEA en las próximas reuniones”.
    Agregando leña al fuego, Zarazaga enojó a gran parte del auditorio cuando explicó que “el valor de una cartera Louis Vuitton equivale a 300 meses de planes sociales; una corbata Hermes, para no hacer distinción de género, unos 200 meses”.
    Su discurso se endureció cuando manifestó que “estamos esperando la lluvia de inversiones, pero si llega, va a haber un sector que va a seguir en el desierto, por eso hay que invertir en planes de capacitación, porque si no, el tren de la reactivación va a arrancar, pero con medio tren desenganchado”. Y agregó: “La pobreza no es sólo un problema de ingreso, sino también de en dónde crecí; qué posibilidad de vivienda tengo; con qué posibilidad de educación, y de salud. Para eso están el Estado y ustedes, los empresarios, para ayudar”.
    Lo expuesto ocurrió en Argentina. Veamos lo que pasaría en Paraguay.
    Por un lado, ninguna de las empresas organizadoras de encuentros, conferencias o cosas parecidas permitiría que alguien que piense distinto tenga la posibilidad de expresar sus ideas ante los empresarios locales. Ellos quieren que les digan lo que quieren escuchar. O se reúnen en el centro familiar de Abreu. Y si no, lo traen a Maxwell y listo.
    Para tener una referencia local, una valija Louis Vuitton cuesta más Gs. 25.000.000, es decir, más de un año con aguinaldo y todo de alguien que gana sueldo mínimo.
    “Y bueno, si tienen plata ¿por qué no van a comprar lo que quieran?” El tema es que poca gente que tiene dinero de familia desde hace mucho tiempo, en muy pocos casos compra esos productos tan caros. Y si lo hacen, es porque viajan muy seguido y necesitan que duren. Pero lo terrible es que en la mayoría de los casos locales se trata de nuevos ricos con riquezas generadas no precisamente trabajando.
    Ya hemos hablado en varias oportunidades de la inexistencia del “gen de la pobreza”. No se es pobre genéticamente. Lo que sí, la pobreza es consuetudinaria. Quien nace en una familia donde padres, abuelos, bisabuelos y hasta los más remotos orígenes han sido pobres, es muy poco probable que pueda dejar de serlo. Lo más que pueda lograr, por ineptitud, rebelión e inducción, es ser ladrón. No está habilitado para trabajar de nada, le molesta que otros tengan mucho y él no tenga ni para comer… basta con que alguno le sugiera el robo ¡y ya está! Lo peor que le puede ocurrir es que vaya a Tacumbú donde, al menos, tendrá techo, algo para comer y un ámbito de afinidad con sus pares. Allí nadie lo discrimina ni por pobre, ni por ignorante, ni por ladrón.
    La pobreza es un problema del estado. Y el estado somos todos.

    Oscar Boubée ‏@oscarboubee
    NOVIEMBRE 02, 2016

    http://pdapy.com/content/ricos-y-pobres

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  4. Erradicación de la pobreza debe ser una absoluta prioridad para cualquier Gobierno

    Recientemente se recordó el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, una fecha que se conmemora cada año desde que fue reconocida por Naciones Unidas en 1992, aunque la primera celebración de dicho día tuvo lugar en París, Francia, en 1987.
    Es oportuno y, haciendo memoria, sabemos que en la Cumbre del Milenio, los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a reducir a la mitad, hasta el 2015, el porcentaje de las personas que viven en la indigencia –que en términos estadísticos, son aquéllas personas cuyos ingresos son inferiores a 1 dólar por día–. Una línea imaginaria que establece los términos a los que nos referimos constantemente cuando calificamos a quienes viven “por debajo de la línea de pobreza”, es decir, la falta total de recursos mínimos para enfrentar la vida con lo básico.
    La participación de las personas que viven en la pobreza es fundamental a la celebración del Día desde su comienzo. La conmemoración también refleja la voluntad de las personas que viven en la pobreza para utilizar su experiencia para contribuir a la erradicación de la pobreza.
    Y, como cada año, se determina para el que estamos viviendo, un tema en especial. El tema 2016 es: “De la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la pobreza en todas sus formas”. Y aclara que el objetivo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible de “poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” reconoce explícitamente que este es el resultado no de la falta de una sola cosa, sino de muchos diferentes factores interrelacionados.
    Esto significa, siguiendo con el texto emitido por las Naciones Unidas, que es necesario que se aprenda a entender completamente la pobreza en sus múltiples dimensiones: “debemos ir más allá de observarla como la falta de ingresos, o lo que se necesita para el bienestar material, como la alimentación, la vivienda, la tierra y otros activos”.
    Y ese es un punto por demás interesante, ya que se hace especial hincapié en que los gobiernos y Estados y también las sociedades todas, aprendamos a reconocer y enfrentar a la “humillación y a la exclusión” que sufren las personas que viven en ese estado de pobreza.
    Exclusión de los servicios básicos de atención de la salud; del acceso a la educación; a la vivienda digna y a una alimentación que aporte los nutrientes necesarios para crecer sanos en cuerpo y mente. Lo humanamente indispensable, suelen decir algunas personas. Eso que, al no tenerlo, somete a los que viven en ese estado indigno, a la enorme humillación de sentirse y ser vistos como “desterrados del mundo”, los parias de hoy.
    Por ello, es importante que no se detengan las obras destinadas a mejorar la calidad de vida de los que menos tienen y que se actúe desde las instituciones del Estado con gran firmeza y compromiso con quienes más sufren esa humillación y exclusión. Que se hagan esfuerzos con el fin de cumplir con los objetivos trazados y compromisos asumidos ante la ONU, pero sobre todas las cosas, honrando de verdad y con obras tangibles, esa deuda histórica ante los mismos pobres, que no pueden esperar.
    Es así que cada sector involucrado en el poder, ya sea del Ejecutivo y sus secretarías, pero muy especialmente desde el Parlamento, que es el organismo que representa a la ciudadanía entre la que también están esos pobres, comprendan y honren ese compromiso, dejando de lado las miserias de los intereses sectarios y coyunturales, para actuar en consecuencia y apoyar y aportar lo necesario para que cada vez haya menos humillados y excluidos en Paraguay.

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  5. El aumento de las villas miseria

    El proceso de migración de población campesina hacia los centros poblados, tal como se viene dando en nuestro país desde hace varias décadas, va agravándose de un modo tan visible que hasta las informaciones estadísticas recogidas metódicamente se vuelven obsoletas en poco tiempo, sin que se pueda siquiera realizar estimaciones confiables para aplicarlas a cualquier proyecto social de cierta envergadura.

    Según datos proporcionados por la organización latinoamericana no gubernamental “Un Techo para mi País” (UTPMP), integrada y dirigida por jóvenes de distintos países de América Latina, que posee una filial paraguaya, “Techo Paraguay”, en diez localidades del área metropolitana de Asunción hay unas 38.000 familias que viven en 405 asentamientos carentes de las condiciones mínimas para llamarse urbanizaciones, es decir, con falta o escasez de agua potable, alcantarillado sanitario, espacios para disposición de desechos domésticos, con malas vías de tránsito, hacinamiento, etc., y con todos los males sociales que suelen derivarse de estas paupérrimas condiciones de existencia.

    Esta área metropolitana capitalina se extiende en forma irregular en un espacio de aproximadamente 1.100 kilómetros cuadrados, con una población de alrededor de 2.500.000 personas, que representa una densidad de unos 2.270 habitantes por kilómetro cuadrado. Si se considera que todo el país posee un promedio de 16 hab./km², es muy fácil evaluar la terrible desproporción que se da entre estos ámbitos y los demás.

    Cualquiera sabe que estos asentamientos se formaron con gente que despobló el campo, lo que explica la cada vez menor población en las zonas rurales y más en las orillas de las localidades urbanas, que actúan como focos de atracción. Menos brazos para trabajar en el campo, más brazos ociosos en la ciudad. En consecuencia: pobreza creciente en ambas zonas, producida por el mismo fenómeno.

    Y queda todavía por agregar a lo dicho y calculado otro sector que padece los mismos males: los barrios que se crearon en el área de los bañados asuncenos, en la ribera fluvial anegadiza, desprovista de condiciones para ser habitable. Los migrantes del interior del país que ocuparon esos suelos, desafiando el sentido común y violando todas las normas legales que prohibían tales ocupaciones, cosa que –dicho sea de paso– no hubieran podido hacer si no contaran con la interesada connivencia de esos caudillejos políticos que aprovechan la debilidad y la miseria para conformar su clientela electoral, actuando con complicidades para violar las leyes y repartir pequeñas prebendas, o limosnas, disfrazadas de “nobles gestos” de asistencia social.

    Según la organización que se denomina Pastoral Social Arquidiocesana, hay unas veinte mil familias que residen en los extensos bañados asuncenos, cifra que, para conseguir fondos, automáticamente se duplica cuando la Municipalidad u otros organismos estatales realizan censos destinados a proyectos de asistencia social o para anunciadas y publicitadas obras públicas.

    Según la organización citada, la totalidad de las personas residentes en los asentamientos marginales del área metropolitana capitalina carece de títulos de propiedad de los terrenos que ocupan, padeciendo un índice de hacinamiento que trepa al 62%. Sumando los datos recogidos, serían unas 60.000 familias en situación de pobreza extrema, que es la categoría inferior que se utiliza en las tablas de mediciones socioeconómicas, en la que se inscribe a las personas o grupos familiares que obtienen menos de 1,9 dólares diarios de ingreso per cápita.

    Las causas del flujo migratorio campo-ciudad están demasiado bien estudiadas desde hace mucho tiempo en América Latina y en nuestro país. Se conocen perfectamente bien sus causas, sus procesos de desarrollo y sus consecuencias. Se divulgan permanentes propuestas para comenzar a encarar soluciones al problema, como por ejemplo diseñar y poner en marcha planes de desarrollo rural que sean técnicamente serios y no meras improvisaciones populistas o “engañabobos” electoralistas.

    Como primer paso, se recomienda corregir gradualmente la inequidad en la tenencia de la tierra, asegurar a los campesinos productores oportuna asistencia estatal y financiera, así como acceso al mercado; potenciar las obras de infraestructura vial, de salud, de educación y de comunicación social en el campo; y garantizar efectivamente la seguridad jurídica, cuya ausencia es uno de los más graves inconvenientes en nuestro país.

    Para comenzar a poner en práctica estos remedios hacen falta, por supuesto, gobernantes que estén dotados de valores esenciales y sentimientos singulares, como el de la preocupación por el futuro del país, el de la solidaridad social, el de la responsabilidad política, todo lo cual debe verse envuelto en una virtud máxima: el patriotismo.

    La pregunta es: en las condiciones que nuestro país vive en esta época, ¿de dónde los paraguayos vamos a sacar políticos y gobernantes que posean estas cualidades? He aquí la más acuciante incógnita.

    La experiencia nos enseña que, hasta ahora, ningún Gobierno nacional ni los gobiernos locales encararon este creciente y peligrosísimo flujo migratorio hacia las ciudades, que se cierne tan riesgosamente sobre el futuro de nuestra sociedad en general. Ningún gobernante puede estar desinformado en esta materia. Todos saben y ven que vamos directamente camino hacia la formación de las favelas, las villas miseria, las callampas, las chabolas, etc., que tantos males encierran y producen en las mayores ciudades latinoamericanas. Sin embargo, no reaccionan ante el peligro; no se los ve preocupados ni ansiosos por encarar el inicio de algún proyecto socioeconómico de envergadura que esté acorde a la amenaza.

    El aumento gradual y sostenido de los asentamientos precarios, de indigentes, de marginados, acabará produciendo lo mismo que en los demás casos conocidos: desesperación, violencia, crimen, prostitución, drogadicción, suicidios, criaderos de soldados para los mafiosos y el sinfín de efectos trágicos que se comprueban en todos los estudios sociológicos y psicosociales.

    Los ciudadanos y las ciudadanas deben exigir a los candidatos electorales que les reclaman sus votos que se dediquen a estudiar y proponer soluciones viables para estas potenciales bombas de tiempo, en vez de pensar solo en satisfacer las necesidades coyunturales de sus clientelas, como está sucediendo.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/el-aumento-de-las-villas-miseria-1537011.html

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  6. Tekoporã, la herramienta de lucha contra la pobreza extrema
    14 Nov 2016

    La noticia ha sido, como muchas que no llegan a generar titulares “catástrofes”, destacada pero no en las primeras planas. Tal vez, la información afecte en menor medida a quienes puedan decir con cierta o mucha tranquilidad, que cuentan con un salario a fin de cada mes o trabajen en negocios y empresas rentables, aunque sean estas de menor o mayor nivel de ingresos.

    Por eso, vale la pena ocuparnos en este espacio de los datos y sobre todo de las certezas que representa la información emanada desde la Secretaría de Acción Social (SAS), apenas hace pocos días.

    Los datos afirman que apenas traspasado el umbral del mes de noviembre se ha superado la meta establecida para ser cumplida en el próximo mes de diciembre. Entre los meses de setiembre y octubre del año en curso, se han incorporado al programa un total de 140.002 familias, pertenecientes a 238 distritos de 17 departamentos del país.

    Las familias beneficiarias de Tekoporã, el plan de protección social a sectores más vulnerables, pertenecen a diversas comunidades y padecen situaciones diferentes, todas ellas estrechamente relacionadas con la desprotección que esos sectores han padecido por décadas.

    De las más de 140 mil, 18.709 son familias indígenas, lo que sitúa en un 88% la cobertura total de estas comunidades, antes tan abandonadas a su suerte, ya que hace apenas 3 años la cobertura del plan a las familias indígenas solo alcanzaba a un 3%.

    Aunque las cifras, así “en frío” pocas veces se dimensionan en su verdadero impacto en la vida de estas personas, es importantes tenerlas a mano, a la hora de analizar y seguir con mirada atenta el desarrollo de los planes sociales y su llegada verdadera a los legítimos destinatarios.

    Así, el informe de la SAS afirma que el programa Social Tekororã atiende en total a una población de 684.044 personas. De este número importante, 243.872 son niños de entre 0 y 14 años; una población más que sensible y merecedora de una alimentación asegurada; del acceso a la atención de la salud integral y apoyo para la educación. Por otra parte, 86.787 son adolescentes de 15 a 18 años; 13.858 personas con discapacidad; de los cuales 2.787 son portadoras de una discapacidad severa; 76% de los jefes de hogares son mujeres.

    El informe, como vemos, es bien claro. El plan, que atiende a familias en situación de pobreza y vulnerabilidad, con las Transferencias Monetarias con Corresponsabilidad (TMC), vale recordarlo, produce cambios esenciales en las vidas de todos los miembros de las familias, rompiendo el vínculo intergeneracional de la pobreza del país. No se trata de una simple dádiva, ni una ayuda esporádica, sino de la oportunidad de mejorar la calidad de vida de los que más lo necesitan y no tienen acceso a ningún tipo de apoyo financiero.

    A partir de hoy lunes, muchas más familias recibirán esos aportes a través del sistema de billeteras electrónicas, generando todo un cambio en sus vidas, acercándolos a la vida de hoy, a la accesibilidad.

    La esencia de Tekoporã es combatir a la pobreza extrema, con herramientas que están al servicio de las familias beneficiaras, con el espíritu de incorporarlas en forma positiva e inclusiva; derribando los muros levantados por la exclusión y la ausencia del Estado que han castigado a los sectores más vulnerables desde hace años.

    Tekoporã es parte del Programa Nacional de Reducción de la Pobreza “Sembrando Oportunidades” y pretende que los niños y las niñas de estas familias tengan las oportunidades que sus padres y madres no tuvieron, a través del acceso a la salud integral, a la educación y a la alimentación adecuada, además de trabajar en la estimulación del desarrollo y la tarea integrada de diversas instituciones.

    No solo se trata de una suma de dinero que reciben sus familias, con la condición de que cumplan con lo pactado, sino de todos los cambios que comienzan a suceder, cuando se les apoya para que accedan a una vida más digna.

    Las muchas madres cabeza de familia que reciben este apoyo han generado verdaderas transformaciones positivas, no solo en sus propias casas, sino en sus comunidades, generando cambios que benefician a todos y sientan las bases de una vida en la que la esperanza, no es solo una palabra más, muchas veces imposible de comprender.

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  7. Pobreza y desigualdad en el Paraguay
    Ruth Paredes
    La realidad de miles de personas en nuestro país se torna cada día más preocupante, sólo basta con observar a nuestro alrededor, ya sea en los colectivos o en las calles. Niños sin oportunidades de acceder a una buena educación, dedicándose a la venta ambulante de diversos artículos (entre otras cosas) pasando diariamente por peligros inimaginables.
    Más allá de tener o no los medios económicos necesarios para una calidad de vida optima, es una lucha constante, claro está que quienes no cuentan con ellos, sienten más el peso del estrés diario. Muchos dirán que no es así, pero realmente todo se torna extremadamente difícil cuando se forma parte del “segundo grupo”.
    El sacrificio es enorme…conozco personas humildes que trabajan desde muy tempranas horas hasta muy tarde, y no precisamente de lunes a viernes, menos cuando se trata de una familia numerosa, penosamente eso, en la mayoría de los casos solo mantiene la situación, no la mejora.
    Todo eso debido a la pobreza y a las exorbitantes diferencias en cuanto a enriquecimiento en el Paraguay, unos tienen demasiado y otros simplemente nada.
    Venimos arrastrándola en todos los sentidos, en un país que no da oportunidades a todos por igual, porque la educación se ha vuelto decadente y al gobierno simplemente no le interesa que su gente se prepare para el futuro…para un futuro que probablemente no estemos preparados para afrontar.

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  8. Realidad

    Un viaje aleccionador a Yuty esta semana me ha dejado varias claves para entender el Paraguay. Es probablemente la más pequeña de las muñecas de la matroska nacional, metido en el interior del innerland geográfico de esta “isla rodeada de tierra”, su aislamiento es parte de un decorado que vuelve a Caazapá uno de los departamentos más pobres del país. Sin ruta asfaltada que debía haber concluido en marzo del año pasado y que al ritmo que avanza no culminará hasta el próximo año con suerte, Yuty es una metáfora del Paraguay.
    Alguna vez próspera por el comercio de la madera y por un ferrocarril que permitía que las transacciones se hicieran cultura; hoy solo es nostalgia.
    La estación de tren ubicada a una legua del pueblo luce abandonada y llena de bosta de vaca y arbustos que ganan lo que queda del techo al tiempo de agrietar aún más sus paredes húmedas y abandonadas. Hay una sensación de decadencia y dejadez enorme. Se siente en el ambiente, luego de cruzar el puente de hierro erigido sobre el río Pirapó para mover el antiguo ferrocarril construido por los ingleses. Después nada. Historia de narcos, ausencia del Estado, vida dependiente de las remesas provenientes del exterior… Yuty es una lección de antropología, historia, política, economía y migración. Cuando llegue la ruta estarán más cerca de la capital departamental, pero pocos se quedarán a vivir ahí porque no hay condiciones para soñar con el futuro.
    La pobreza se siente aún más en las compañías cercanas. Isla Sakã es solo el nombre de una de ellas a la que Santiago Cortesi le hizo una polca en el arpa. La nostalgia que ahí se jugó el primer partido de tenis o de polo es el recuerdo de la opulencia que quedó en un pasado remoto. Escucho la radio que cuenta la publicidad de un quiromántico al tiempo de promover la cachaca a fondo. Me encuentro con un maestro a quien pido referencias de cómo llegar a Yegros, me relata que los caminos son intransitables y que en invierno pueden llegar a perder dos semanas de clases porque la moto no puede circular en medio del barro y de los pozos. Yuty está demasiado lejos de todo, a pesar de sus casi 400 kilómetros de distancia real de Asunción. Autobuses llenos vienen de Buenos Aires o Ciudad del Este trayendo a sus hijos que han tenido que emigrar para al menos tener algo de ilusión. Un grupo de alemanes estafados por un compatriota suyo levantaron una arcadia en medio de la nada. Están rematando lo que queda… el resto se ha marchado con la desilusión a cuestas.
    Salgo de la ciudad y escucho el debate en radios de Asunción sobre la enmienda, la conspiración vía WhatsApp o los grafiteros detenidos. Qué lejos están los pobres caazapeños de todo eso. Qué realidades distintas y distantes tienen. Hay que traerles en nuevo autobús panorámico al presidente, ministros, parlamentarios para que vean el país verdadero. Que lo toquen, lo sientan y se animen a transformar esta realidad lacerante. Conocer a aquel que va a la cama sin comer o al otro que conocí y que almorzaría mandioca con sal. Yuty, qué metáfora de la realidad muda de un país que vive ensimismado en su propio egoísmo. La pequeña matroska nos grita el Paraguay olvidado y triste, hay que hacerle caso antes de que sea demasiado tarde.

    Benjamín Fernández Bogado –

    http://m.ultimahora.com/realidad-n1062515.html

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  9. Programas sociales que llegan efectivamente a destinatarios

    Uno de los problemas que durante décadas hemos visto reflejados en medios y en estudios realizados por instituciones especializadas y organizaciones civiles fue la deficiente o mala administración de los planes sociales que se han puesto en marcha en diferentes etapas.

    Hoy, la situación parece estar cambiando y transitando nuevos caminos. Y lo más valioso es que el análisis positivo sobre el cambio de paradigma en la puesta en marcha de los planes sociales, no viene del gobierno o de cualquier otro sector al que podrían definirse como interesados en mostrar un rostro amable, sino de una alta funcionaria de las Naciones Unidas, en este caso, la relatora especial sobre los Derechos a la Alimentación, Hilal Elver. La profesional destacó en un informe reciente la mejor focalización de los programas sociales emprendidos por el gobierno paraguayo.

    La especialista en el tema de planes y programas sociales analizó y estudió los alcances y realidades de los programas sociales implementados a través de la Secretaría de Acción Social (SAS) en coordinación en el programa “Sembrando Oportunidades”, en el cual también son involucradas otras instituciones del Estado.

    En el caso concreto de Tekoporã, que es el programa de transferencia monetaria que llega a familias y sectores de mayor pobreza y vulnerabilidad, se destaca que la cobertura se ha ampliado, desde el inicio de este período gubernamental, en un 71%, llegando ahora a 141.300 familias, hasta febrero de este año. Esto representa el 45% de la población censada que vive en situación de pobreza en 243 distritos de los diferentes departamentos y hasta en la capital del país, aunque la gran mayoría (el 88%) son familias del área rural.

    El informe de la relatora de la ONU, evaluando el alcance y la efectividad de los programas sociales, destaca que no solo se ha ampliado la cobertura de planes, sino que se han desarrollado paralelamente otros, que acompañan con generación de oportunidades, viviendas dignas y proyectos de gestión económica.

    La realidad es que se ha aumentado el trabajo conjunto, la posibilidad de llevar adelante planes que realmente se ocupen integralmente del combate a la pobreza en sectores más vulnerables, no solo a través del aporte mensual de una suma de dinero, sino de otros aspectos, como lo hace la SAS a través de Tekoha, otro de los proyectos dirigidos a regularizar los asentamientos y la puesta en marcha de proyectos habitacionales, una asignatura pendiente con los miles de paraguayos que viven en dichos lugares, careciendo de todo apoyo estatal para lograr el sueño de la vivienda digna. También la Secretaría de Acción Social implementó en esos sectores el programa Tenonderã, que apoya e incentiva a las familias en situación de pobreza, la generación de ingresos propios y aprendizaje de tareas que ayudan en ese sentido a formarse integralmente. Tampoco se deja de lado a la alimentación, pilar fundamental del presente y el futuro de esos sectores vulnerables, especialmente en la cobertura de la necesidad alimentaria, a través del programa de Comedores de organizaciones Comunitarias.

    La técnica de las Naciones Unidas destacó la aplicación de estos planes, haciendo hincapié en la utilización de criterios especiales para casos que lo ameriten, como los aportes de Tekoporã, que contemplan montos adicionales a familias con componentes que presenten necesidades especiales o discapacidades. También las familias indígenas reciben un aporte y acceden a los programas de seguridad alimentaria.

    Ese informe realizado por una experta que no depende del Gobierno ni mucho menos de algún sector político, sumado a la importancia de las tareas desarrolladas desde la Senavitat, con la construcción y la terminación de viviendas que han sido paralizadas en años anteriores, deja la imagen de una nueva manera de hacer, no siempre fácil de llevar a cabo, debido a mezquindades propias de la clase política o de sectores que no buscan el bien común.

    http://www.lanacion.com.py/editorial/2017/03/20/programas-sociales-que-llegan-efectivamente-a-destinatarios/

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  10. Urge aumentar la inversión social y mejorar la gestión

    Es una vergüenza que siendo un país que se encuentra en los primeros lugares de exportación de alimentos en el mundo y con altas tasas de crecimiento promedio anual, la calidad de vida en Paraguay se encuentre entre las peores y no estemos invirtiendo lo suficiente como para revertir esta situación. La legitimidad del Estado, de las políticas públicas y el incentivo al pago de impuestos dependen del impacto que el sector público tenga con sus acciones. La gobernabilidad, la conflictividad social y política, y la seguridad ciudadana sientan sus bases en las mejoras, en el bienestar y en la reducción de las desigualdades. Estos resultados solo son posibles con una buena gestión pública.
    Paraguay se encuentra entre los países latinoamericanos de ingreso medio, ya que en la última década ha aumentado el producto interno bruto (PIB) de manera sistemática, con lo cual también lo ha hecho el ingreso promedio por habitante. Este buen desempeño económico no permitió avances sustanciales en los indicadores sociales. Nuestro país continúa en los últimos lugares del desarrollo, en comparación con la mayoría de los países latinoamericanos.

    La principal explicación a esta situación se encuentra en la baja prioridad fiscal del gasto social. Los datos proporcionados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe se encuentran en los bajos recursos destinados a financiar la educación, la salud y la protección social frente al resto de los países latinoamericanos y, especialmente, en comparación con los países que nos rodean.

    Deberíamos estar preocupados por esta situación. No es casualidad que en la mayoría de los ránkings internacionales aparezcamos entre los peores lugares. El índice de desarrollo humano ubica a Paraguay por debajo de la mayoría de los países latinoamericanos –Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú–. De igual manera, el índice de competitividad global muestra que Paraguay se encuentra también en los últimos lugares en salud y educación.

    Estos resultados son consistentes con la información que provee el reciente informe de la Cepal sobre la proporción de gasto social con respecto al PIB de Paraguay. Si bien nuestro país fue aumentando paulatinamente, en recursos destinados a las políticas sociales todavía estamos rezagados con respecto a la mayoría de los países latinoamericanos, especialmente de los más desarrollados.

    Otro dato resaltante del análisis de la situación social y su relación con el gasto social es, además de ser bajo, parecería que el aumento verificado no se tradujo en la misma proporción en mejoras de los resultados, por lo que amerita un profundo análisis sobre la calidad en el uso de dichos recursos. Llama la atención que Paraguay, invirtiendo una mayor proporción de gastos con respecto al PIB, que países como Panamá y Ecuador o estando cerca del Perú, sus índices de desarrollo humano y de competitividad global estén en peor situación.

    Las instituciones públicas con competencia en el monitoreo y la evaluación deben atender esta situación y hacer las alertas para garantizar que el aumento de los recursos en el futuro, necesario desde cualquier punto de vista, se realice con la mayor eficiencia y eficacia posible. El país debe aumentar los recursos dirigidos a financiar la política social, así como mejorar la gestión. Solo de esa manera podremos aspirar no solo a mejorar las condiciones de vida de la población, sino también de alcanzar los niveles de desarrollo que ya lograron otros países.

    http://www.ultimahora.com/urge-aumentar-la-inversion-social-y-mejorar-la-gestion-n1094215.html

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  11. “Con esto podemos llegar al crecimiento inclusivo anhelado”
    Por Emiliano R. Fernández

    El Plan Nacional de Desarrollo de Paraguay (PND 2030) recoge la visión de la gente de nuestro país al 2030. En este Plan, muy claramente la ciudadanía dio un mandato al Estado para llevar al Paraguay a convertirse en un país competitivo, inclusivo, eficiente y transparente. La Constitución Nacional exige al Estado en forma taxativa el cumplimiento de este Plan. En este marco, un Gobierno responsable y comprometido con los anhelos y genuinas aspiraciones de la población, debe generar los medios o instrumentos de política pública más eficaces y eficientes para avanzar y hacer realidad estos desafíos.

    La Ley 5.102/13 de Alianza Público Privada promulgada por el gobierno del presidente Cartes, es un instrumento de política pública que hoy dispone el Estado paraguayo para posibilitar inversiones del sector privado en infraestructura pública, considerando el gran atraso en cantidad y calidad de ella hoy en Paraguay, implicando para el país indiscutibles restricciones para su desarrollo económico. Las APPs son instrumentos de políticas públicas, mundialmente utilizados, eficaces y eficientes para posibilitar inversiones en infraestructura.

    Por ello, la consolidación de este instrumento, las APPs, su creciente utilización en proyectos estructurados para generar impactos socioeconómicos positivos, no puede más que constituirse en un poderoso instrumento de política de Estado, que posibilitará a este gobierno y a los que vendrán, encaminar al Paraguay a la sostenibilidad del crecimiento económico en el que hoy estamos insertos, y sin dudas acelerará nuestro país como nación al anhelado desarrollo económico inclusivo y bienestar de la gente.

    Hoy día las APPs están en plena marcha en Paraguay y son impulsadas decididamente por el Gobierno Nacional trabajando en ellas de manera coordinada, transparente y comprometida varias instituciones del Estado (STP, MOPC, Ministerio de Hacienda, Dinac, PGR, AFD).

    Las APPs, cuentan hoy con un Contrato firmado y próximo a iniciar obras para la duplicación y mantenimiento de las Rutas 2 y 7 hasta Pastoreo, lo que traerá innumerables efectos beneficiosos al país: ahorro de tiempo de viaje de la gente, menores costos para desplazamiento, abaratamiento de costos productivos, atracción de nuevas inversiones a los lados de la carretera mejorada, disminución drástica de los riesgos de accidentes, entre otros, y ni que decir de la mano de obra que trabajará en el momento de la construcción.

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  12. Súper productores y subalimentados

    La reducción de la pobreza y la meta de “hambre cero” en la próxima década están sufriendo un revés en nuestro continente, según datos actuales de la FAO y la OPS sobre la prevalencia de la subalimentación. Aunque entre el 2010 y 2015 habíamos logrado progresos en la materia, desde el 2016 la situación se deterioró y la desnutrición aumentó en varios países, incluido Paraguay.
    El aumento del hambre en América Latina y el Caribe aleja la posibilidad de erradicar la pobreza, según advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Organización Panamericana de la Salud, en el informe 2017 sobre “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional”.

    Según los datos, el hambre aumentó en seis países, con un incremento de 2,4 millones de personas. En el presente año, ya son 42,5 millones las personas que no cuentan con la cantidad suficiente de alimentos y sufren desnutrición. En Sudamérica, el hambre creció de 5% en 2015 a 5,6% en 2016.

    Para combatir la desnutrición latinoamericana es necesario asegurar el acceso a una alimentación balanceada y enfrentar los principales factores que determinan la malnutrición, como la falta de acceso a alimentos saludables, a agua potable y saneamiento, a servicios de educación y salud.

    Los gobiernos deben tomar acciones para detener el avance del hambre y la malnutrición, prestando especial atención a la condición de las personas, hogares y territorios más vulnerables.

    Brasil, Cuba y Uruguay presentan una prevalencia subalimentaria del 2,5 %, mientras que Argentina, Chile y México rondan el 5%; en Paraguay afecta a un 10,5%. La peor situación de insuficiencia alimentaria la presenta Haití (47%).

    Si nos concentramos en nuestro país, alrededor del 10% de la población tiene hambre y está subalimentada. Son unas 700.000 personas que, teniendo en cuenta nuestros altos niveles de producción de alimentos como la soja, el arroz, la carne, el maíz, el trigo, el poroto, etc., en realidad no constituyen un serio problema imposible de resolver.

    En un año, entre 2015 y 2016, Paraguay exportó 5,4 millones de toneladas de soja, 2 millones de toneladas de maíz, un millón de T de trigo, 560.000 T de arroz y 90 T de girasol. En cuanto a carne bovina, en dicho período hemos enviado 240.400 T a varios países. Según expertos en alimentación, el total de nuestras exportaciones sería suficiente para alimentar adecuadamente a más de 30 millones de personas por año.

    Si nos detenemos a pensar en que tenemos la capacidad de producir alimentos para cuatro veces más que nuestra población total y, a pesar de ello, hay 700.000 personas que pasan hambre todos los días, algo huele a podrido en nuestro macrosistema económico y social.

    Posiblemente, las soluciones de distribución más equitativa de la producción no sean fáciles. Tal vez el sistema socioeconómico se ajuste a normas y leyes muy complejas y difíciles de cambiar, pero sigue siendo un contrasentido producir tanta comida sobrante y, al mismo tiempo, que haya gente que no tiene qué comer.

    Por Ilde Silvero

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/super-productores-y-subalimentados-1640746.html

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  13. TEORIZANDO SOBRE LA POBREZA

    Mayor o menor, rural o ur­bana, masculina o femeni­na, la pobreza es un factor a la vez omnipresente pero también subvalorado en los enfoques con­vencionales de la eco­nomía. Los académicos establecen que hay pobreza cuando las personas no alcanzan un determinado nivel de satisfacción en el consumo de bienes y servicios que les permitan vivir y desenvolverse dig­namente en su contexto social. La palabra dignidad adquiere en este caso un sitio relevante en el análisis, porque generalmente no se amplía su significado.

    ¿Qué debe entenderse por digno? ¿Ser merecedor de algo, que puede usarse o aceptarse sin desdoro, proporcional al mé­rito y condición de alguien? Todas estas definiciones que brinda la Academia plantean otras tantas maneras de abordar el espinoso asunto de la pobreza.

    Al método habitual de medición centrado en una “canasta básica” de consu­mo por debajo de la cual se caería en la categoría de pobre, hoy se propone un abordaje multidi­mensional. Alguien propuso una suerte de semáforo que permite iluminar las diversas maneras de ser pobre. Por ejemplo: si la fami­lia toma agua de un arroyo, de un pozo o de una canilla conectada a una red domiciliaria de agua potabiliza­da; si las excretas van a una letrina, a una fosa séptica o a un alcanta­rillado sanitario con trata­miento final; o si la familia prepara sus alimentos en el suelo, en un fogón o en una cocina a gas. Son indi­cadores básicos que luego pueden verterse, en una línea de espacio y de tiempo, en un pa­trón más amplio que permitiría establecer niveles de pobreza crónica, de reciente acceso o inercial según propuso ya en los años ’90 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La aparición de nuevos métodos para analizar un viejo problema será siempre una buena noticia.

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