Salir a las calles a defender la Constitución contra los usurpadores

Ayer se ha roto el orden constitucional en el Paraguay; una noticia que ya recorre el mundo. Veinticinco senadores que, agavillados, impulsan el desbloqueo de la prohibición constitucional de reelección por el ilegal atajo de la enmienda han perpetrado un golpe de Estado parlamentario, desconociendo a la máxima autoridad legalmente constituida de la Cámara Alta y las disposiciones de su reglamento interno. Los complotados –convocados por el vicepresidente segundo del Senado, el sinuoso Julio César Velázquez (colorado), quien para la maniobra usurpó el cargo de presidente al titular, Robert Acevedo (liberal)– representaron la grotesca farsa de aprobar el proyecto de “modificación” del reglamento interno del cuerpo, presentado el lunes por once senadores cartistas, luguistas y llanistas.

El objetivo final de esta jugada mafiosa es la aprobación de la soñada enmienda constitucional para permitir que el presidente Cartes se presente para el “rekutu”, al igual que otros expresidentes de la República, pese a que la Constitución taxativamente prohíbe que “en ningún caso” alguien que haya ejercido la presidencia vuelva a ser reelecto, salvo una reforma constitucional a cargo de una Convención Nacional Constituyente.

El bastión de resistencia contra la violación de la Constitución Nacional que vienen gestando los golpistas seguidores del presidente Horacio Cartes, del senador y expresidente Fernando Lugo, y del senador liberal cartista Blas Llano, es el Senado de la República. Los usurpadores de la voluntad popular lo sabían, por eso han decidido jugarse el todo por el todo atropellando la majestad de un Poder del Estado.

Obviamente, el principal instigador de este atropello al ordenamiento jurídico de la República es el presidente Horacio Cartes, quien dispuso el ilegal despliegue de fuerzas militares para acordonar la sede del Congreso en previsión de una eventual reacción de la ciudadanía ante el golpe parlamentario de sus seguidores y sus compañeros de ruta. Como bien lo señaló en su momento el exministro Horacio Galeano Perrone, el Presidente de la República no tiene potestad constitucional para el empleo de las Fuerzas Armadas salvo en casos de grave conmoción pública en que la Policía Nacional sea sobrepasada en su capacidad de control del orden. Digan lo que digan con posterioridad el presidente Cartes y sus funcionarios civiles y militares, él, como comandante en jefe de las FF.AA., se extralimitó en sus facultades constitucionales, por lo que es pasible de juicio político por tal causa.

¿Qué le resta al pueblo soberano ahora que se ha quebrantado la Constitución Nacional? RESISTIR por todos los medios a su alcance al amparo irrestricto del Art. 138 de la Constitución Nacional, que textualmente expresa: “Se autoriza a los ciudadanos a resistir a dichos usurpadores, por todos los medios a su alcance. En la hipótesis de que una persona o grupo de personas, invocando cualquier principio o representación contraria a esta Constitución detenten el poder público, sus actos serán nulos y sin ningún valor, no vinculantes y, por lo mismo, el pueblo en ejercicio de su derecho de resistencia a la opresión, quedará dispensado de su cumplimiento”.

Este texto constitucional no puede ser más claro. El pueblo paraguayo no puede reconocer al presidente “mau” del Senado, Julio César Velázquez, ni a sus seguidores, ni nada de lo que resuelvan.

Llegó la hora de la desobediencia civil y de la resistencia contra los violadores del ordenamiento legal de la República. La ciudadanía debe volcarse a las calles en defensa de la Constitución, que no es una simple ley que puede ser pisoteada por una circunstancial mayoría parlamentaria, ni por la Corte Suprema de Justicia, sino un contrato social concertado por toda la ciudadanía a través de una Convención Nacional Constituyente. Como en Ucrania, como en Corea, como en Venezuela, esta es la hora en que la sociedad civil paraguaya tiene que ponerse las pilas y manifestarse contra el retorno de la dictadura. Y debe hacerlo con igual o mayor entusiasmo con que en la mañana de aquel venturoso 3 de febrero de 1989 salió a las calles para festejar la defenestración del tirano.

Desde hoy, el Paraguay se encuentra en una encrucijada de su destino, el cual depende de la actitud que desde este momento y hasta las últimas consecuencias adopte el pueblo alzado contra los usurpadores. Es la hora de crucial definición: los paraguayos y paraguayas tenemos que optar por ser patriotas y democráticos, o serviles a una dictadura electoralista que se viene con todo para liquidar la democracia, que, con sus luces y sus sombras, nos ha garantizado libertad por casi 30 años.

Lamentablemente, ahora que nuestro contrato social ha sido miserablemente quebrantado por un presidente de la República con vocación de déspota y sus lacayos, los paraguayos y paraguayas nos vemos obligados a separarnos como sociedad en dos grupos antagónicos: el pueblo democrático decente y la corrupta élite gobernante empeñada en perpetuarse en el poder.

Nuestra democracia se echará a perder sin la persistencia de una robusta sociedad civil dispuesta a jugarse por ella en las buenas y, especialmente, en las malas, como ahora. Debemos activar una firme movilización civil contra los usurpadores, con activistas patriotas a lo largo y ancho del país, para frenar la pretensión del presidente Cartes de convertirse en dictador.

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/salir-a-las-calles-a-defender-la-constitucion-contra-los-usurpadores-1578606.html

 

16 comentarios en “Salir a las calles a defender la Constitución contra los usurpadores”

  1. Un atropello político que ocasiona mucho daño al país

    La grave crisis desatada ayer en el Senado, con el atropello impulsado por cartistas, llanistas y luguistas, conformando un Congreso paralelo para presentar y aprobar el proyecto de enmienda pro reelección, causará aún más daño a nuestro endeble sistema jurídico constitucional y principalmente a la imagen internacional del Paraguay. El bochornoso espectáculo ocurre justamente en vísperas de que nuestro país sea sede de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que espera recibir a 60 delegaciones y más de 2.000 visitantes extranjeros. El efecto negativo de lo ocurrido afectará, además, a la legitimidad del próximo gobierno que pueda resultar electo en el 2018.
    Un espectáculo verdaderamente bochornoso fue el que ocurrió ayer, cuando el senador colorado oficialista Julio César Velázquez, vicepresidente segundo del Senado, se autoproclamó presidente de la Cámara Alta, desconociendo la autoridad del verdadero titular, Roberto Acevedo, y del vicepresidente primero, Eduardo Petta, quienes estaban presentes en la sala, y decidió dar entrada a un proyecto de modificación del reglamento interno, como un paso previo para la presentación del plan de enmienda de la Constitución y así poder lograr la ansiada reelección presidencial.

    En la práctica, el acto político implicó la instalación de un Congreso paralelo, que puede interpretarse como un intento deliberado por provocar una ruptura del estado de derecho. El tenso ambiente instalado desde la víspera, cuando policías y militares rodearon el local del Congreso, obedeciendo a una orden superior, ya contribuyó a dar una patética imagen de cómo se manejan los conflictos políticos en nuestro país.

    La crisis del Senado concentró la atención de la opinión pública durante todo el día, opacando el preparativo de la tradicional marcha campesina anual que se realiza en la fecha, e incluso la expectativa que había en la población acerca del partido de fútbol entre las selecciones de Brasil y Paraguay. Como continuación de la misma maniobra, en horas de la tarde, 25 senadores oficialistas, luguistas y llanistas realizaron su propia sesión extraordinaria en la sede de la bancada del Frente Guasu, en la que aprobaron la modificación de los artículos 11, 41 y 117 del reglamento interno de la Cámara, lo que les permitirá convocar a un referendo para enmendar la Constitución.

    La discusión sobre la validez o no del acto realizado va camino a un pleito judicial, lo cual puede suponer un largo camino, salvo que haya decisión política de favorecer con premura a una de las partes. Sea cual sea el resultado, la opinión pública nacional e internacional ha asistido ayer a un triste espectáculo y la imagen que les queda grabada es la gran facilidad con que se siguen atropellando las instituciones democráticas en el Paraguay.

    Este es también el ambiente en el que se celebrará desde mañana en Asunción la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del cual participarán unas 60 delegaciones y más de 2.000 visitantes extranjeros. Esta es la imagen que se llevaran los participantes.

    Además, con toda seguridad, el efecto negativo de lo ocurrido afectará a la legitimidad del próximo gobierno que pueda resultar electo en los comicios generales de abril de 2018.

    http://www.ultimahora.com/un-atropello-politico-que-ocasiona-mucho-dano-al-pais-n1073997.html

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  2. Salvajismo trata de abolir recurso de mayorías

    Ayer fue un día aciago para la democracia paraguaya porque una fuerza de facto de senadores, diputados invasores del recinto senatorial, con el apoyo de un grupo de medios radicalizados para conmover la gestión presidencial dieron un paso oscuro que deja un precedente nunca antes registrado: con gritos y amenazas feroces dignas de maras centroamericanas intentaron oficialmente promover la abolición de la mayoría como fórmula para definir los asuntos del Congreso.

    Nadie sabe si en la cabeza de Roberto Acevedo, Eduardo Petta y otros directivos del Senado se encuentra en proceso de perpetrarse alguna propuesta sobre cómo reemplazar esa incuestionable institución democrática que determina que si en un corpus de pares, una mayoría asume determinada decisión, ella se suscribe y asume.

    Esta práctica ha sido norma y norte en el balance democrático de todas las sociedades del mundo desde sus albores, pero un grupo de exaltados y acalorados congresistas buscaba abolirla.

    Es indudable que los acontecimientos que se vivieron ayer en el Senado de la Nación constituyen una crónica del desesperado intento por sostener un modelo político cuya propiedad estaba en manos de unos pocos dueños de partidos y que sucesivamente fueron marcando un patrón de cómo deben funcionar las cosas aunque ellas estuvieran fuera de toda lógica republicana.

    Así, por ejemplo, presentaron como un hecho democrático la oposición más salvaje que se recuerde y que este año estuvo a punto de dejar al país sin Ley de Presupuesto General de Gastos, lo cual lo hubiera sumido en una crisis que probablemente se buscaba ahondar; porque poner en crisis al Gobierno es su resultado esperado, permanente.

    La captura del Congreso por parte de tales intereses representa la perfección de la doble moral a cargo de los asuntos del Estado: la líder cantante de tal sector, la senadora Desirée Masi –por citar un ejemplo– es a su vez comisaria política de un partido de bolsillo que siquiera tiene movimientos internos en juego de oposición, en una brillante paradoja: en casa de los principales opositores no se admite oposición.

    El detalle que la ciudadanía debe entender es que todos estos hechos que suponen atropello a la Constitución, al sentido común, a la convivencia de los actores políticos y a la propia sociedad, tienen el abierto aplauso de sectores de intereses financieros ligados a grupos de medios que se encargan de llevar adelante un proceso de «normalización» de las atrocidades políticas, procedimentales y jurídicas, transfiriendo la responsabilidad sobre los hombros de la Presidencia.

    Por lo tanto, estamos ante un verdadero golpe invisible a los ojos ciudadanos por acción de esta asociación político-periodística que trata por todos los medios de convertir en acciones heroicas los hechos más oprobiosos como, por ejemplo, maquillar como un simple gesto de oposición lo ocurrido ayer que no tiene otro nombre que un patoteo atroz a la civilidad.

    El recurso de imposición de razones por la sumatoria de voluntades coincidentes está difunta desde ayer. La han asesinado, velado y enterrado y como si todo eso fuera poco, han remitido la factura de los gastos de sepelio a cuenta de la figura presidencial, como siempre.

    Los dueños de la verdad política deberán explicar ahora cómo quisieran que funcione el Poder Legislativo desde esa lógica: ¿acaso desde el nuevo poder de quien grite más fuerte y ofrezca definir los debates por las vías del «moquete» callejero como se vio en la víspera? Dios se apiade de estos salvajes «demócratas».

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  3. La caverna política

    Por Richard E. Ferreira-Candia

    Cipriano Algor es un viudo de 64 años que se resiste a dejar su profesión de alfarero a pesar de la evolución industrial que ha transformado la zona donde vive. Le es cada vez más difícil ubicar y vender sus figuras artesanales e intenta hacerlo en un gran centro comercial, con poco éxito.

    Al personaje de «La Caverna», del genial José Saramago, siempre le he asociado al Comandante. A Cipriano (acá le diríamos don Cipriano), le podemos describir como un viejo cascarrabias de viejas costumbres tradicionalistas a quien le es complicado adaptarse a la modernización, pero con una personalidad de don de gente, sencillo, recto, solidario, directo.

    No es nuevo que digamos que tanto para el Comandante como para mí, «La Caverna» fue uno de los mejores libros que hemos leído. De hecho, él me lo había recomendado. Trajimos de vuelta a colación la novela mientras compartíamos nuestras tradicionales tazas de café negro, sin azúcar, en el altillo del Café Literario, cuando afirmó que vivimos atrapados en la «caverna», para graficar el oscurantismo en el que se desenvuelve aún la política.

    El libro es explicado de esta manera: «La caverna habla de un modo de vivir que cada vez va siendo menos el nuestro. Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo.

    Como una serpiente que muda de piel para poder crecer en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial le dice a la alfarería: «Muere, ya no necesito de ti», mientras coloca un gran cartel que afirma: «Venderíamos todo cuanto usted necesitara si no prefiriésemos que usted necesitase lo que tenemos para venderle».

    En esta novela Saramago deja escrita su visión del mundo actual, de la sociedad humana tal como la vivimos. En definitiva: no cambiaremos de vida si no cambiamos la vida.

    Numerosas presentaciones y descripciones se han realizado a lo largo de los años sobre «La Caverna» (2000) del Premio Nobel de Literatura 1998, fallecido en junio del 2010. Entre tantos escritos, el Comandante encontró una descripción que consideró muy buena. Es del grupo Nueva Acrópolis, una organización internacional sin ánimo de lucro de carácter filosófico, cultural y social, que comparte análisis de todo tipo de libros.

    Tomó su teléfono (ya usa obligado un smartphone) y leyó el texto: El autor nos expresa, a su manera, que vivimos en un mundo lleno de hipocresía y falsedad. El libro es una llamada a que no estemos ciegos e intentemos ver la realidad.

    La novela –añadió el Comandante– se compara con la alegoría de «La caverna» de Platón (también mencionado como «El mito de la caverna»). En la alegoría se menciona –siguió leyendo– que unos hombres, prisioneros en una gruta, encadenados a sus asientos, ven reflejadas en la pared las sombras de lo que a sus espaldas sucede, y toman a estas sombras por la realidad.

    Hizo una breve pausa, tomó un sorbo de su café, y continuó: El libro de Saramago nos describe un mundo en rápido proceso de extinción frente a otro que crece y se multiplica, y donde no parece que existan límites para la ilusión engañosa. Ésta para mí es la mejor parte, dijo mi camarada de conversaciones, haciendo una nueva pausa, para luego continuar leyendo: Ante la indiferencia y la apatía generalizada, Saramago reclama la conciencia crítica, el inconformismo y la responsabilidad de pensar y actuar. Solo así, –como en el mito que recoge Platón– podremos salir de la caverna.

    El Comandante tomó otro sorbo de café y, con mucha parsimonia, sostuvo que a quienes gobiernan y a quienes no, a quienes tienen presos y engrillados a la sociedad en una «caverna», no les conviene que nadie salga de ese lugar oscuro, porque así pueden hacer prevalecer sus intereses (sus propios intereses, no los de la gente).

    Aún así –añadió con mucha fuerza en la voz– desde la función que cumplen todos los que creen que algo debe cambiar, deben seguir aportando un poco de luz para mostrar la salida. Ya vendrá el tiempo en el que todos saldrán de esa caverna política. Y la historia de la sociedad, de la vida misma, será diferente.

    Lo que sucede en el Senado pareciera venir de una caverna, le indiqué a modo de comentario sobre lo que iba a ser nuestro segundo tema de análisis. Para ser precisos, debemos decir que ahí existe una política cavernaria, respondió. Eso.

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  4. NEGRA ES LA NOCHE
    Andrés Granje
    Es tan difícil, ensayar una respuesta, tratar de explicar desde la lógica del poder o la política lo que aconteció ayer en el Parlamente Nacional con el grupo de golpistas que haciendo tabla rasa de todo atisbo de legalidad castigaron con saña y maldad la estructura democrática sobre la que se cimienta nuestro sistema político en la actualidad.
    Podemos pensar que estos hombres necios, torpes e ignorantes, emborrachados de soberbia y prepotencia, en el cenit de sus ambiciones malsanas, en perjuicio directo de la nación y de la mayoría de la población paraguaya, se atrevieron a dar el temido golpe parlamentario para destrozar nuestro sistema vigente, que, aunque no sea de una democracia perfecta, mejoró sustancialmente de los tiempos en que imperaba en el país el autoritarismo y el despotismo stronista.
    Lo que asusta es la absoluta desvergüenza con que llevaron adelante el plan golpista parlamentario, la desfachatez con que propiciaron sus actos aberrantes, esa falsa convicción que da la soberbia para presentar como algo fundado un adefesio jurídico que no tiene ni pies ni cabeza, con lo que iniciaron la ejecución del siniestro plan que posibilitará por la vía de la enmienda la reelección del actual presidente Horacio Cartes que es el objetivo de tanta bellaquería en la política nacional.
    Es probable que en esta primera embestida triunfen, que hagan trizas las normas constitucionales, que preparen enmiendas torcidas que nos conviertan en el hazmerreír del continente, porque el gobernante con ansias de perpetuarse en el poder y sus dólares así lo quiere y existen demasiada genuflexión, adulones y chupamedias en el congreso de la nación y dispuestos a satisfacerles en todos sus caprichos y apetencias desmedidas.
    Este oprobio no se merece esta institución donde transcurrieron gran parte de la vida cívica de nuestro país, en los pocos momentos de libertad y democracia que vivimos, el parlamento fue escenario y testigo del paso luminoso de aquellos hombres ilustres que pasaron por sus curules y cuyas voces señeras tienen resonancia de eternidad como Max Insfran, José Falcón, Manuel Gondra, Cecilio Báez, José Segundo Decoud, Cirilo Rivarola, Carmen de Lara Castro, Waldino Ramón Lovera, Eduardo San Martín y tantos otros, que dieron identidad y soñaron con una patria libre y democrática, cuyas memorias sufren esta afrenta cruel como la misma institución que prestigiaron con sus inteligencias y patriotismo.

    La cordura debe volver a este recinto, no pueden ser que los hacedores de leyes sean los mismos violadores de la ley madre, convierten a estos parlamentarios en matricidas de la democracia. Aunque de este daño ocasionado es difícil recuperarse. La imagen internacional del país llegará a su más baja expresión y seremos nuevamente la oveja negra en el concierto de naciones, por la indolencia de la ciudadanía que permite estas tropelías en contra de la constitución nacional.

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  5. Qué difícil distinguir a los malos de los buenos

    Por Marcos Cáceres Amarilla

    La crisis política en la que estamos inmersos casi obliga a tomar postura y a colocarse de un lado u otro. Pero, la cuestión no es tan sencilla porque, en esta historia, cuesta bastante distinguir el bando de los “malos” del bando de los “buenos”. Tal vez sea así porque hay demasiados intereses, profusión de mentiras y mucha hipocresía de por medio.

    En la discusión planteada sobre si se puede aprobar o no la reelección presidencial, que beneficiaría en particular al actual presidente Horacio Cartes y al senador y expresidente Fernando Lugo, en cada uno de los grupos en pugna, conviven forzosamente neostronistas, socialistas, ultraderechistas, liberales, conservadores y, como no podían faltar, tratándose de Paraguay, colorados y liberales. Todos, repartidos en ambos sectores y con buena presencia de oportunistas.

    Esto revela que lo que está en juego en el tema de la reelección no es, evidentemente, un debate ideológico, sino sobre todo una disputa de proyectos políticos para llegar al poder. Entre quienes integran estos grupos, tampoco existen diseños de país comunes.

    Los senadores del sector que se opone al proyecto de reelección vía enmienda se adjudican el rótulo de “defensores de la República y la Democracia”. Pero, entre estos, hay al menos un par de autores confesos de trampas y fraudes en elecciones internas y nacionales.

    Además, la mayoría de ellos participó de la discutida destitución de Fernando Lugo en 2012, negociando entonces con Horacio Cartes, cuya figura política consolidaron así de manera decisiva. Otros, fueron cartistas de la primera hora.

    Ahora, lo ven como un gran peligro para la democracia, pero ni siquiera amagan con hacer un mea culpa acerca de su contribución para que aparezca en el escenario político paraguayo.

    Del otro lado, se ve juntos a víctimas y verdugos del 2012 (igual que en el otro sector) y la sensación es que jamás estarían aliados si no fuera por un interés político absolutamente pasajero, lo cual hace que sea un pacto muy difícil de digerir.

    Es posible que, en este segundo grupo, los cartistas sean los que menos problemas de estómago tengan, ya que de hecho su “líder” no dudó en pisar su palabra de que nunca perdería el tiempo buscando ser reelecto. Además, su entorno impulsó una serie de acciones torpes, rayanas en la estupidez, como la del recordado “falsificatón”, la desopilante denuncia de un magnicidio organizado en un grupo de whatsapp, entre otras tomaduras de pelo a la ciudadanía.

    De los liberales llanistas incorporados a este pacto tampoco puede esperarse mucha coherencia, ya que está claro que, de su parte, hay sobre todo una cuestión de cálculo para salvar su futuro político, luego de haber sido derrotados en la interna.

    En el Frente Guasu, la máxima aplicada parece ser la de que el fin justifica los medios. Aparentemente, ellos se ven a sí mismos como que están utilizando a los otros dos sectores, a los que de alguna manera desprecian, para lograr sus fines. Sin embargo, seguramente, los otros los ven a ellos de la misma manera. Tal vez, no estén calculando de manera adecuada la relación costo-beneficio que les deparará esta iniciativa, en la que pueden terminar, como se suele decir, “sin el pan y sin la torta”.

    Este panorama puede explicar por sí mismo la falta de entusiasmo popular para “defender la democracia” como reclama a la ciudadanía uno de los sectores y también abona la duda en dar crédito al presunto respaldo popular generalizado a la reelección que mencionan los otros.

    Lo más peligroso de esta cuestión es que el descreimiento y el hartazgo que despiertan los interminables tejes y manejes políticos, terminen tendiendo la mesa para inescrupulosos y pescadores de río revuelto. Por el bien de nuestra “apatucada” democracia, ojalá que así no sea.

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  6. ¿Estrategia o golpe?

    Por Gustavo Olmedo
    Entre las tantas discusiones surgidas en torno a los lamentables sucesos registrados esta semana en la Cámara de Senadores, entre los grupos pro y contra enmienda, me llamó la atención el debate referente a que si lo ocurrido fue una «estrategia» política o un «golpe» parlamentario.

    Más allá de los argumentos esgrimidos por los usuarios de las redes, muchos de ellos válidos y hasta interesantes para la reflexión, se podía reconocer que las opiniones tenían como lógica de conducción la relativización y flexibilización de hechos, principios y legislaciones. Es como si la verdad sobre estos sucesos no existiese, y todo dependiera del lado en el que uno se encuentre.

    Y es así que políticos, profesionales del derecho, cartistas, efrainistas y militantes de izquierda, entre otros, adaptan sus discursos a la «coyuntura», mirando solo las explicaciones y justificaciones que convienen al candidato, partido o agrupación de su preferencia. Pocos plantean una posición de autocrítica. A estos también se suman periodistas y sus medios, por lo que se torna difícil encontrar a quienes exponen de forma seria las responsabilidades de cada sector, más allá de su rechazo o afecto a Cartes, Lugo o Efraín Alegre, y sin una mirada maniquea.

    Aquí, ambos grupos juegan con cartas maquiavélicas, y en realidad a ninguno le interesa la Constitución Nacional, sino asegurar una candidatura determinada; apuntan al objetivo utilizando todas las herramientas a mano; muchas legales, pero nada legítimas ni éticas. El juego sucio está a la orden del día. Por ello, observando el itinerario de los hechos, las expresiones y acciones de senadores y líderes políticos, no podemos suponer que uno se diferencie del otro, pues se manejan con la misma lógica aunque en veredas distintas.

    No obstante, corresponde tomar postura, analizar los hechos buscando la verdad, que sí existe y debe ser expuesta. ¿Se justifica el manoseo interpretativo de la Constitución? ¿Es justo hacerlo con el argumento de que ‘la gente debe decidir’? ¿Por qué, para la prensa, cuando algunos tienen mayoría es «estrategia» y cuando otros la tienen es «golpe»?; estas y otras preguntas también deben salir, sin temor a los calificativos, con miras a reclamar lo que corresponde, el diálogo y el sano disenso.

    Los niveles a los que se ha llegado en esta lucha política, donde la ambición se mezcla con el odio, la prepotencia, la corrupción y la desfachatez, no son más que el reflejo de la crisis que vive el ser humano de hoy; quien, cegado por la ideología o unos cuantos billetes, olvida de que no le sirve de nada arrasar, pisotear y ganar el mundo entero si al final se pierde a sí mismo, y con ello toda su dignidad y libertad, y hasta la propia paz.

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  7. Un país de joda

    Por Miguel H. Lopez
    Hace dos días recordábamos los 97 años del natalicio de la desaparecida intelectual eslovena nacionalizada paraguaya Branislava Susnik, madre de la etnología y de la historia social paraguayas y, posiblemente, de la lingüística para muchos pueblos indígenas de estas latitudes. Profundamente conocedora de la dimensión humana, histórica y antropológica del paraguayo, acuñó entre sus íntimos –cuando arreciaban los ditirambos oviedistas en 1996– una mordaz frase: «Este es un país de joda». Mientras se producían los homenajes, en el Parlamento, colorados, liberales y frenteguasuístas desataban una razzia jurídica y enviaban más al fondo del abismo la institucionalidad y el proceso republicano, buscando la enmienda constitucional para que Horaco Cartes y Fernando Lugo vayan por la reelección.

    Y no es que la enmienda y la reelección sean malas. Forman parte de la mecánica jurídica y del sistema republicanos. El problema está en que se rompan los contratos legales trazados justamente para evitar el abuso de poder, las dictaduras y los leoninos procederes a los que generalmente son afectos los energúmenos del fascismo criminal. Esos que en junio de 2012 hicieron lo mismo para tumbar al gobierno constitucional de Lugo, usando como razón la provocada matanza en Marina Cué.

    Los senadores que van detrás de la enmienda (cartistas, luguistas y llanistas) fraguaron un presidente paralelo del Congreso, modificaron el reglamento a su medida dentro de un cuestionable y dudoso procedimiento e ingresaron el pedido de enmienda. Similar propuesta entró en agosto de 2016, fue rechazada y por Constitución volverla a tratar se puede en un año; es decir, en agosto de 2017. No ahora. Si se judicializa, ya está la Corte amoldada para operar bajo una poco sólida certeza constitucional como lo hiciera con los bonos soberanos.

    Anteayer, muchas figuras y figuritas de la larga transición democrática paraguaya se fueron por el albañal. Traicionaron discursos, trayectorias, proyectos y principios.

    Los que van a por la enmienda, a troche y moche, al igual que quienes desde sus bancas legislativas y grupos político-partidarios los acusan de inconstitucionales, son básicamente lo mismo. Cuando les toca –está demostrado– violan todo –o cínicamente se rasgan las vestiduras– sin contemplación. Ambos bandos no defienden los intereses de la población, sino sus privilegios espurios.

    Bien les vendría una pueblada y cárcel por traición a la gente y a las instituciones de la República. Finalmente, levantarse contra las arbitrariedades, los malos gobiernos y el abuso de poder es un mandato constitucional, legal y últimamente necesario…

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  8. La sesión del Senado

    Por Óscar Germán Latorre
    Los diarios de la fecha y varios medios radiales denuncian un quiebre institucional, un golpe de Estado y una violación de la Constitución en la sesión extraordinaria realizada por el Senado el día martes.

    La primera impresión que tengo es que, si la sesión en el Senado no fue convocada válidamente ¿por qué motivo tenía un quórum con 44 senadores presentes? Aparentemente, con la solicitud de convocatoria a sesión extraordinaria, por práctica del Senado, los senadores se tienen por convocados y se da por fijado el día, con o sin intervención de su presidente.

    Si la convocatoria fue irregular, la presencia de 44 de 45 senadores, incluyendo al presidente y al vicepresidente, otorgó el quórum para sesionar. Si fue irregular, los senadores de la disidencia cometieron un error evidente pues concurrieron en masa al lugar para el que fue convocada la sesión extraordinaria.

    En tal circunstancia, el presidente no tenía la potestad para negar al plenario el inicio de la sesión, más aun permaneciendo torpemente en el lugar sin asumir las funciones que el cargo le imponía.

    Una vez más, en el Senado, lo que ocurrió fue que prevaleció el voto de la mayoría y, esta vez, con tan abultada mayoría que imposibilita, al menos de momento, que la minoría pueda sesionar válidamente por falta de quórum. Con 20 disidentes el Senado no puede sesionar válidamente.

    Otro aspecto que motiva mi inquietud es conocer ¿por qué Eduardo Petta, totalmente desencajado, ordenó a la guardia del Congreso abrir las puertas del estacionamiento, exponiendo a que una turba ingrese y tome por asalto la Cámara de Senadores?

    Por último, en cuanto al rol que le compete al presidente del Senado, me permito señalar:

    1. El presidente del Senado es par de los demás miembros que componen la Cámara; no es más ni es menos al momento de la toma de decisiones o de emitir su voto;

    2. Las funciones administrativas, de dirección de la sesión o la función de presidente del Congreso y ni aún el hecho de estar en la línea de sucesión presidencial, le otorgan en un poder mayor que él los demás senadores;

    3. Esas funciones adicionales del presidente del Congreso son meramente administrativas y hasta de representación, pero nada más que eso;

    4. Por consiguiente, el presidente del Senado no puede negarse a iniciar y dirigir una sesión que tiene por lejos el quórum requerido.No hay que confundir las funciones administrativas con las legislativas, pues en este ámbito todos los senadores son iguales y tienen nada más que su propio voto;

    5. Roberto Acevedo es presidente de la Cámara de Senadores por decisión de la mayoría de sus miembros, tiene un mandato de un año y puede ser removido del cargo acorde con lo que establece el reglamento interno de la Cámara.

    En el supuesto de darse la vacancia por renuncia, muerte o imposibilidad del presidente y del vicepresidente, el presidente del Congreso asumirá la Presidencia de la República, salvo que sea removido del cargo o de la función de presidente. La regla es siempre la misma: las mayorías son las que deciden en un cuerpo colegiado.

    En la hipótesis de que la sesión de ayer haya quebrantado el reglamento, acaso ¿no es más grave que una mayoría de 23 senadores hayan violado la Constitución y también el reglamento en la sesión del 25 de agosto pasado? Y digo violar la Constitución porque emitieron una resolución contraria al texto de su artículo 290.

    Parecen chanchos hablando de higiene y creo que no exagero cuando afirmo que los coherentes y los que respetan la Constitución, las leyes y los reglamentos no pasan de 2 en todo el Congreso Nacional y, quizás, esta es una cifra exagerada.

    Cabe aquí apuntar que en la sesión de ayer la comisión se reunió con el quórum requerido y emitió el dictamen, muy distinto a las 2 comisiones que emitieron su opinión sobre el proyecto de enmienda, que lejos estuvieron de reunir el quórum mínimo.

    Sé que un mal no borra ni justifica otro mal, pero en uno y otro caso hay diferencias que no admiten ningún tipo de equiparación: en agosto se violó la Constitución y el reglamento y ayer según dicen la oposición y sus aliados colorados, se violó el reglamento interno y también la Constitución, sin aclarar cuál fue el artículo de esta última que fue supuestamente vulnerado.

    Acotación final: con una mayoría de 25 senadores, sea ayer o el próximo jueves la sesión extraordinaria, el resultado hubiera sido el mismo; se habría modificado el reglamento interno acorde con los parámetros establecidos por esa mayoría.

    Necesitamos que alguien serena y objetivamente nos dé respuestas válidas y bien fundadas para que no caigamos en el delirio de algunos políticos y medios de prensa.

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  9. La república en peligro

    A nivel nacional e internacional ya se cataloga como un golpe parlamentario, lo acontecido en el Senado de la Nación el pasado martes. Un grupo de 25 senadores lograron romper el orden constitucional, para llevar adelante a tambor batiente el desbloqueo de la prohibición constitucional de reelección por el ilegal atajo de la enmienda. En un grave atentado contra la república, el senador Julio César Velázquez (colorado), usurpó el cargo de presidente al titular, Robert Acevedo (liberal), quien se encontraba presente en la sala de sesiones, y de esta forma crearon un senado paralelo para aprobar el proyecto de “modificación” del reglamento interno del cuerpo.
    El objetivo final de esta jugada es la aprobación de la enmienda constitucional para permitir que el presidente Horacio Cartes se presente para la reelección, al igual que otros expresidentes de la República, pese a que la Constitución taxativamente prohíbe que “en ningún caso” alguien que haya ejercido la presidencia pueda ser reelecto, salvo una reforma constitucional a cargo de una Convención Nacional Constituyente.
    Previamente a esta farsa, se montó el escenario propicio con movimientos de los militares, la salida de policías y la presencia de fancotiradores en el edificio del Congreso. Es el caldo de cultivo propicio para crear un clima de conmoción ciudadana, para infundir temor y evitar que la gente salga a la calle para protestar contra el atropello.
    Lo preocupante es que esta inexplicable desemedida ambición del presidente Cartes y sus seguidores para perpetuarse en el poder está llevando a un grado de división y confrontación en nuestra sociedad, que ya habíamos experimentado desagradablemente en otras circunstancias y que llevaron a situaciones lamentables de enfrentamiento y violencia entre paraguayos.
    El presidente Cartes pretende continuar en el poder por otro periodo de cinco años más. Sin embargo, antes de terminar este periodo está generando tal grado de confrontación y crispación social en el país. ¿Qué le puede asegurar que en el próximo periodo pudiera darle tranquilidad y estabilidad a la sociedad paraguaya?
    Una vez, más la ciudadanía consciente y comprometida está saliendo a las calles, para exigir la restitución del Estado de Derecho. Es de esperar que los políticos, la clase dirigente, comience a actuar con prudencia y busquen soluciones razonables a este estado de crispación y evitar fomentar el enfrentamiento entre compatriotas. No queremos repetir experiencias lamentables como sociedad. Es hora de seguir fortaleciendo las instituciones democráticas. Los responsables de este despropóstio tendrán que responder ante la historia por sus actos.

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  10. “Pongan sus pechos, pero no los nuestros”
    30 marzo, 2017

    Tal como estaba previsto, los diarios pertenecientes a Zuccolillo y Vierci desplegaron ayer todo su potencial de histeria. “Quiebre institucional”, “Golpe parlamentario”, “Ruptura del Estado de Derecho”, “Atraco”, “Retroceso”, fueron algunas de la “categorías” políticas que utilizaron para definir cambios introducidos en… ¡un reglamento interno! Una verdadera locura, pero hasta ahí aún podría tratarse de ignorancia o simple “pichadura”, al ver frustrados sus planes para abortar la sesión extraordinaria del Senado, que allanó el camino para la pronta aprobación de la enmienda proreelección, cuya sola posibilidad los atormenta. Sin embargo van más lejos, sobre todo ABC Color, que reanudó con mayor virulencia que antes sus llamados en portada y editoriales a “salir a las calles” y a “resistir por todos los medios a los usurpadores…”. Una clarísima incitación a la violencia y a provocar un estado de inestabilidad, que incluso pueda derivar en la caída del gobierno, para así revertir la derrota del martes y la inminente realización del Referéndum.

    En junio del 2012, cuando el Congreso destituyó al entonces presidente Fernando Lugo, los diarios de “Don” Acero y “Don” Antonio no insinuaron siquiera a modo de hipótesis que aquello fuera un “golpe parlamentario”, como denunciaban los seguidores del exobispo. Y de hecho no lo fue. No hubo cambio alguno en el régimen político, ni las libertades públicas fueron cercenadas o mínimamente afectadas. Los congresistas de entonces no hicieron otra cosa que utilizar un resorte constitucional y, en mayoría, procedieron a dar por terminado el mandato del jefe de Estado.

    No obstante, la gravedad del hecho se prestaba al debate. Se le había echado al presidente de la República y, por la diletancia de los que le sucedieron en el poder, la comunidad internacional, en pleno, condenó lo sucedido y sancionó a nuestro país, que fue suspendido en el Mercosur y radiado por cuanto foro internacional existe.

    Ahora, ante un hecho insignificante, comparativamente con aquel acontecimiento, gritan ¡golpe! , se cortan las venas e instan a la ciudadanía a que protagonice “actos heroicos en defensa de la Patria y la democracia”. Y la convocan a salir a las calles, “poniendo el pecho, cual murallas…”, en el afán evidente de repetir los trágicos hechos del marzo paraguayo, pero en circunstancias históricas radicalmente distintas.

    La pregunta que se hará cualquier lector es, ¿Por qué en junio del 2012 no pasó nada y ahora, por un reglamento, arde Troya? Y la respuesta, cuando se trata de entender el proceder de estos bandidos, la encontraremos “siguiendo la pista del dinero”. Hace 5 años, el juicio político a Lugo no ponía en riesgo sus intereses sino, por el contrario, el poder emergente les brindaba plenas garantías y seguir sus “dictados”; mientras que ahora, aunque solo se trata de un cambio reglamentario, el mismo abre las puertas a la enmienda para la reelección, lo que significa el adiós definitivo a sus privilegios y a los deseos de cogobernar con el presidente, como lo hacían hasta la llegada de Horacio Cartes.

    Ahora bien, los “Dones” pueden usar las categorías que se les antoje y definir como “golpe parlamentario” a lo que a los sumo alcanza el nivel de “devolución de favores”, como consecuencia de la maniobra rastrera que hizo el “grupete” al presentar en agosto pasado el proyecto de enmienda, pero para rechazarlo. Lo mismo pueden repetir como loros “Marito”, “Calé”, Efraín o Desirée. Con ello solo destilan un profundo desconocimiento teórico y un desprecio absoluto por las ciencias políticas. Lo que no pueden hacer es instar a la violencia, provocar el caos y el enfrentamiento entre paraguayos, como lo hace el bárbaro de Zuccolillo y ejecutan sus lacayos en el Congreso.

    La ciudadanía debe hacer caso omiso a estos llamados, propio de miserables que jamás arriesgaron un pelo por la democracia, menos todavía el pellejo. Y si quieren persistir con esa actitud, pues que ellos se coloquen al frente del movimiento que propician y “pongan el pecho como murralla”, en lugar de ofrendar alegremente el de los otros.

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  11. “Los medios” y su patota, fracasaron
    29 marzo, 2017

    Una minoría patotera de senadores, que desde hace más de dos años viene tiroteando al país bajo la línea de flotación, ayer intentó llevarse todo por delante, en el afán de evitar que la mayoría realice la sesión extraordinaria que había solicitado para reformar el reglamento interno, como paso previo para dar curso a la enmienda pro-reelección. El fantoche que funge de presidente del Congreso, Robert Acevedo, sobre quien pesa una tonelada de cargos por sus fuertes vínculos con el narcotráfico, rechazó dos solicitudes de la mayoría. La estrategia del “grupete” era por demás evidente: “Hacer quilombo dentro y fuera del Congreso” para impedir a cualquier costo que se reúna el pleno, de acuerdo a lo anunciado hace más de un mes por Desirée Masi. Pero como afuera no volaban ni las moscas, montaron el circo en el recinto del Parlamento, “tomando” por asalto las salas de sesiones del Senado, de la Cámara Baja e incluso de la Comisión Bicameral , con la ayuda de una docena de diputados igual de desquiciados. Conclusión, fracasaron. La mayoría deliberó en la oficina de la bancada del Frente Guasu, aprobó los cambios, que tenían dictamen favorable de Comisión y así, al fin, el proceso de enmienda ya está en marcha.

    La jornada se desarrolló en medio de hechos risibles, cuando no grotescos, protagonizados por “marioabdistas”, “efrainistas” y sus aliados de partidos menores. Desirée sentada en el sillón de la presidencia, retrataba el grado que había alcanzado el delirio, mientras Luis Alberto Wagner, ya muy entrado en años para tanta desubicación, solataba algunas bofetadas a sus adversarios y Silvio “trato apu’a” Ovelar retaba a “moquete” a otros. Por turno se desgañitaban acusando de “golpistas” a la mayoría compuesta por el oficialismo colorado, el llanismo y el Frente Guasu, a quienes ellos, siendo minoría, les negaban el derecho a instalar la sesión extraordianria, como manda el reglamento.

    Acevedo, a esas alturas devenido en una suerte de Napoleón del Tercer Mundo, se sintió con la facultad -que nunca tuvo- de ponerse por encima de sus pares y rechazar los dos pedidos de sus colegas. Ante tamaño incumplimiento de sus funciones, correspondía que la convocatoria hiciera el vicepresidente primero, Eduardo Petta, quien sin embargo se limitaba a vociferar algunos disparates y reconocer los poderes plenipotenciarios de su presidente, por lo cual, como prevén las reglas del colegiado, la responsabilidad recayó en el vicepresidente segundo, Julio Velázquez, que sí lo hizo.

    El comportamiento de algunos periodistas fue tan bochornoso como el de los senadores a los que son funcionales por orden de sus patrones. Radio Cardinal, reducida a escombros tras ser absorbida por ABC Color, pintaba la situación como si el país estaba al borde del estallido, lo que solo estaba en la imaginación de sus conductores y cronistas; mientras otros periodistas de los medios hegemónicos daban riendas sueltas a su histerismo, superando por momentos a la propia Masi. Una vergüenza.

    Hoy y en el curso de los próximos días, es harto probable que los medios de Zuccolillo y Vierci, que falsamente se atribuyen la voz de toda la prensa, se rasguen las vestiduras, se corten las venas y poco más practiquen el “harakiri” por lo que seguramente calificarán como “golpe parlamentario”, el cual sería único en su género, porque habría sido perpetrado por la mayoría, siguiendo los procedimientos reglamentarios.

    Sin embargo, lo que digan sobre los hechos de la víspera carece de relevancia, salvo para constatar, una vez más, cuán apegados están a la tergiversación de la verdad, haciendo del engaño su “modus operandi” por excelencia.

    Lo cierto es que, a pesar de todos los recursos que invirtieron para abortar la sesión extra, fracasaron estrepitosamente y que 4.000.000 de paraguayos podremos ejercer proximamente el derecho a decidir si aprobamos o rechazamos la reelección. Un derecho que los auténticos enemigos de la democracia nos quisieron negar a toda costa.

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  12. Enmienda sin enmendados

    Por Carolina Cuenca
    No quiero crispar los ánimos al tocar de nuevo el tema de la enmienda. Pero, para descanso sicoespiritual propio y ajeno, aclaro que no lo hago con el afán de descubrir cuál de los contrincantes es el demonio, sino con el deseo de aprovechar este contexto político (léase relacionado con el bien común de los ciudadanos) para reflexionar desde una perspectiva educativa.

    ¿Por qué no aprovechar la imposición monotemática que nos hacen con este acontecimiento de desorden y de abusos generados en el mismo Parlamento para hacer prevalecer la propia postura a favor o en contra de la enmienda constitucional?

    Humanicemos nosotros la discusión. Para eso partamos del libre uso de la inteligencia y de la voluntad para llegar a la contemplación de la verdad. Este es el camino dialogante de la sabiduría. El resto es la parafernalia bulliciosa y fea del barbarismo que relativiza lo esencial (la cordura, la virtud, el bien común) y absolutiza lo que es relativo (el cómo, por cuánto tiempo, etc.).

    La discusión de fondo no debería ser si es lícito enmendar un contrato social, sino cuál es el fin, y, por tanto, la motivación que nos mueve. Si el fin es el bien común, debe seguir el camino ordenado del respeto a las personas y a la ley. Porque esto es lo que nos saca de la barbarie disfrazada de modernidad y nos introduce en la vía clásica de la civilización, la cual siempre tiene y respeta un orden en la verdad. En las circunstancias de nuestra vida nos descubrimos hombres o bestias y es triste ver la decadencia de las actitudes que surgen de la emotividad sin guía de la razón y de la conciencia. ¿Quién despierta hoy nuestra conciencia? ¿Dónde están los verdaderos guías?

    Todos queremos un buen gobierno para disfrutar de una vida pacífica y feliz. Este es un tema político, pero también educativo. O sea, no son ni los señores Cartes ni Lugo los que van a dárnoslo sin esfuerzo de nuestra parte, tampoco el poder de la prensa. Tenemos que ser capaces de retomar nuestro protagonismo y perfilarles nosotros a ellos lo que queremos de verdad, lo que para nosotros es innegociable: nuestra vida, nuestra familia, nuestra propiedad, nuestros valores.

    Como dice la letra de la canción de U2, Ordinary love: «¿Somos suficientemente fuertes para el amor ordinario, cotidiano, común? Y no podemos llegar más alto, si no podemos procesar este amor». Es decir, si los paraguayos queremos más virtud (lealtad, responsabilidad) en nuestros gobernantes en general, nosotros en particular tenemos que volver a apreciar a tal punto la virtud, que esta sea un factor determinante a la hora de elegir y de desechar opciones. ¿Estamos haciendo eso?

    Enmendar es corregir, pulir, enderezar y esto ko nosotros mante debemos hacer para que luego no nos quejemos de que haya chanchos en el chiquero.

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  13. La protesta estaba en otro lugar

    La marcha multitudinaria que estaba en las calles se excluyó del conflicto político en el Congreso; y sus voceros, los dirigentes de la Federación Campesina, lo expresaron abiertamente, estaban preocupados por un tema inmemorial, más serio y socialmente más acuciante, la lucha por la tierra en el Paraguay, es decir, las reivindicaciones que reclaman cada año en su ya tradicional marcha desde la caída de la dictadura y la instauración de las libertades.

    Así como esos mismos campesinos, en el trágico Marzo Paraguayo se plegaron a la protesta de los jóvenes, en esta oportunidad no prestaron ni la más mínima atención a los apologistas de la violencia. Hicieron su marcha política-social y se volvieron a sus valles. El intento de manipulación fue un fracaso.

    Los poderes fácticos, autoproclamados dueños de la Constitución, con su despliegue mediático, que pidieron a los ciudadanos «salir a las calles a defender la Constitución contra los usurpadores», se quedaron frustrados y criticaron a la ciudadanía por falta de interés. Es decir, porque la gran mayoría no se dejó manipular, lo que demuestra una maduración política de la ciudadanía.

    El escándalo, con incitaciones a la violencia y hasta actos de violencia de parlamentarios, que vienen anunciando «ríos de sangre», no tuvo más que un mínimo eco, algunas minúsculas manifestaciones y discursos altisonantes.

    Es decir, la manifestación estaba en otra parte, pacífica y respetuosa, como corresponde dentro de un sistema democrático, y por un tema preocupante de la realidad.

    La convocatoria, reclamada escandalosamente por el sector «opositor» y por desquiciados titulares periodísticos, a expresarse contra un supuesto golpe, no tuvo repercusión; pues cada día está más claro que esos grupos fácticos promueven a sus candidatos, en campañas políticas descaradas, aunque en vez de reconocer su tendenciosidad política y su apuesta por candidatos manipulables, tanto como el intento de ningunear y desacreditar a los que no responden a los poderes fácticos que representan, en nombre de su interpretación de la Constitución, igualmente tendenciosa, de cara a las próximas elecciones, intentando vender a los ciudadanos la defensa de los intereses nacionales, cuando están defendiendo abiertamente y descaradamente los intereses de sus propietarios y los sectores empresariales a los que representan. Así que las «manifestaciones» que lograron fueron apenas de las mayoritariamente anónimas, cuando no falsas, redes sociales, convocando a la rebelión de las masas fantasmales del Whatsapp, que ni siquiera respondieron con tanto entusiasmo.

    La paradoja es que esos mismos medios que aplaudieron cuando un sector del Senado se hizo con la hegemonía coyuntural, porque «madrugaron» hicieron «una jugada estratégica», «sepultaron la reelección vía enmienda», ante las imposiciones de una mayoría coyuntural, ahora declaran, ante la mayoría del otro sector, que se hace un atropello legal y constitucional. Es decir, que tratándose del aliado, se resalta la «picardía» y la imposición de una mayoría, pero si son los contrarios, hay una violación constitucional.

    Vale la pena resaltar que –en esta misma semana que algunos quisieron convertir en trágica– representantes económicos importantes de todo el mundo americano resaltaban la nueva realidad que vive el país y destacaban con especial relevancia las leyes que han abierto el país a la trasparencia. Sin duda, la mejor manera de enfrentar el oscurantismo y la manipulación.

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  14. Del artículo 23 al artículo 25

    Por Antonio Carmona

    Deliberante: «Dicho de una junta o de una corporación que toma por mayoría de voto acuerdos que trascienden a la vida de la colectividad con eficacia ejecutiva».

    En su conformación, hasta el pasado martes, la mesa directiva del Senado comenzó con la elección de un presidente del Congreso que estaba, en principio, con la otra parte de las dos fuerzas que pugnan coyunturalmente por el control de la Cámara Alta; el entonces «senador común» Acevedo, que era clave en el equilibrio de los votos, postergó su venida a Asunción, se tomó su tiempo para reflexionar, decretando mal tiempo para volar en avión hasta Asunción.

    Cuando volvió el «buen tiempo» ya era presidente del Senado y del Congreso Nacional; evidentemente, al contrario de lo que suele fantasear el rumoreo popular y atizar el sector parlamentario, la moneda de cambio no fue el dinero, sino el poder.

    La oposición minoritaria a falta de un voto le ofreció la presidencia del Congreso para lograr una mayoría coyuntural, sin considerar sus cualidades, poco descollantes en su trayectoria legislativa, hay que reconocerlo, es decir, compró su «pase» con un cargo que, dada la trayectoria del legislador, resultaba un acto descabellado, pero así se conformó una mayoría, la de los 23; así se construyó o se manipuló para ser más precisos, una relativa mayoría que fue imponiendo su criterio a votazos, y que tiempo después, en la boca de alguno de sus voceros, se expresó como el «Art. 23», es decir, los 23 votos que le otorgaban la mayoría, que traducido al lenguaje que la tradición estronista, se resumía con mayor sinceridad, «La mayoría manda», y al resto, a la o las minorías, se le pasa por encima.

    El pasado miércoles se dio la circunstancia contraria, imponiéndose la contraparte por 25 votos, con lo que, en teoría, quedaba claro para la generalidad que pasaba a regir el «artículo 25»; pero no fue así; los que festejaron que la mayoría manda y se apoyaron en el «artículo 23», decidieron cambiar de pronto en un viraje de ciento ochenta grados y declarar que la mayoría no manda en el cuerpo deliberativo.

    Los que defendieron las «picardías», eufemismo también estronista para denominar a las chicanerías, para postergar o anular la posibilidad de una enmienda, decidieron que ese sistema solo era válido para ellos; para los demás es violar la Constitución, las leyes, los reglamentos.

    Solo nos falta que los iracundos minoritarios despojados de su mayoría, que ya impulsaron situaciones de violencia, recurran como aquel estronista que, cuando el juez le espetó el artículo mediante el cual perdía el juicio, esgrimió a su favor el artículo 45 y desenfundó su revólver.
    Es decir, que la norma de que la mayoría manda funciona, de acuerdo a la actual minoría senatorial, cuando ellos tienen la mayoría, pero no cuando la tiene otro sector.

    No cabe duda que el Parlamento es un órgano político deliberante que, llegado al extremo de que las deliberaciones no puedan consensuar un acuerdo, en busca del bien común de la sociedad que, se supone, es su objetivo fundamental, define la diferencia por los votos. Es decir, se impone la mayoría sin distinción, pues como está claro en la Constitución, los senadores son pares entre sí y, al contrario que en los totalitarismos, no hay voto que valga doble.

    Más notable aún es que los sectores que aplaudieron a rabiar las decisiones fundamentales jurídicamente en el artículo 23, hoy no quieran acatar las que se establecen por su par, aunque con una más clara y contundente diferencia de votos, el artículo 25.

    Valdría la pena que tomáramos en cuenta en momentos como estos el otro aspecto de la deliberancia: «Que toma por mayoría de voto acuerdos que trascienden a la vida de la colectividad con eficacia ejecutiva».

    Parece, sin embargo, que vamos por el lado del mbarete y de ver quién grita más fuerte.

    Solo nos falta que los iracundos minoritarios, que ya impulsaron situaciones de violencia, recurran como aquel estronista que, cuando el juez le espetó el artículo mediante el cual perdía el juicio, esgrimió a su favor el artículo 45 y desenfundó su revólver.

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  15. Paraguay, ¿por qué eres así?

    Por Pablo Noé

    «Que la selección no vaya a los próximos mundiales» pedían algunos ciudadanos en redes sociales, como consecuencia de los intensos hechos políticos de esta semana. La petición supone una crítica al fuerte poder de convocatoria del deporte rey que servía como potente distractor de lo que fue la agenda política, en una jornada en la que coincidieron el partido de la Albirroja contra Brasil (3 a 0) por las eliminatorias de Rusia 2018 y los escandalosos hechos en Senado de la Nación (25 contra 19 y 1 «desaparecido»).

    Somos así, tenemos una manera peculiar de entender y vivir las cosas. Lo que sucede en el ámbito político, o mejor dicho, politiquero, no escapa a la generalidad de la norma. Lo del Congreso es un bochorno insostenible. Sin entrar a calificar la legalidad de los hechos –que particularmente considero carecen de validez, pero eso no es motivo de este comentario– me gustaría centrarnos en la motivación de los mismos.

    Que se haya empleado la mayoría, para imponer un criterio, tiene un origen bien enquistado en nuestra sociedad. Uno de los factores, tal vez el más importante, es la notoria indiferencia ciudadana, una población totalmente desmovilizada que perdió la esperanza de que las transformaciones vendrán desde los círculos de poder. La única chance real de detener este proceso de enmienda es que la gente salga a las calles, y esto no sucederá. Las razonas para explicar esta conducta son las siguientes:

    El avance pro reeleccionista durante toda la democracia es clave, ya que tanto Duarte Frutos, como Lugo y Cartes en su momento plantearon esta posibilidad, y todos tantearon la opción de hacerlo por la enmienda constitucional.
    La gente ahora prefiere descargar su disconformidad en redes sociales, grupos de Whatsapp, en charlas de barrio y no involucrarse directamente en la calle. Es un proceso que nuestra democracia tuvo su punto de inflexión con las consecuencias del Marzo Paraguayo y que recibió un nuevo mazazo en el 2006 cuando las marchas apuntaban contra la reelección presidencial de Nicanor, una movilización impulsada por el entonces obispo Fernando Lugo.

    La polarización de los medios de comunicación plantea un escenario insoportable, en el que se dividen las aguas en dos partes y no se aceptan posturas que intenten reflexionar sobre los hechos, sino se busca descalificar o aprobar al interlocutor porque su opinión es afín al relato de un sector. Pro vs. anti, izquierda vs. derecha, Olimpia vs. Cerro.

    De esta manera se anula el debate y se incrementa el fanatismo, lo que es una praxis habitual en la prensa local, algo que en lugar de construir, perjudica, incluso para lo que se busca, que es conmover a la audiencia.

    El avance pro reeleccionista durante toda la democracia es clave, ya que tanto Duarte Frutos, como Lugo y Cartes en su momento plantearon esta posibilidad, y todos tantearon la opción de hacerlo por la enmienda constitucional. Este avance sobre la letra de la Carta Magna cooperó a flexibilizar los hechos y permitió que Nicanor ejerza por minutos la titularidad de la ANR cuando esto está prohibido.

    La misma suerte no tuvo Duarte cuando ganó una banca en el Senado a la que no le permitieron acceder, situación que no impidió que Lugo sea actualmente parlamentario, cuando se planteaban inhabilidades muy parecidas.

    La manipulación politiquera es fundamental porque quienes hoy están sosteniendo una tesis, ayer estuvieron aliados a sus actuales verdugos, planteando lo contrario, y como muestra basta el archivo, específicamente a junio del 2012. Se barajan las cartas y se mezclan de cero sin que importe la coherencia.

    Lo que se hace es responder a intereses particulares del momento, crear una mayoría coyuntural y avanzar. Es lo que pasó el 28 de marzo y el 25 de agosto pasados, jugadas políticas en las que se valieron de esta superioridad puntual. La ciudadanía entendió que esta es una lucha de actores que solamente intentan sacar la mejor tajada del poder. Lejos está la población de inmolarse por hechos tan abstractos que no lo sienten como cercanos a su andar cotidiano.

    Tampoco se puede despreciar el concepto que tenemos del ejercicio del poder, que no se centra en defender lo que se puede describir como «bien común». En Paraguay gozamos con la posibilidad de estar del lado de los ganadores y que estos empleen los métodos más grotescos de demostrar su influencia no son sutiles. Si se puede hay que aplastar al rival, ridiculizándolo, al mejor estilo de los peores barrabravas. Esto se celebra por lo alto, ya que se genera empatía con esta forma de abordaje de la representación popular.

    Por último, en este breve ensayo que pretende aportar al debate; la selección, a pesar de los que la cuestionan, en algún momento sirvió para dar alegría a un pueblo que necesita de satisfacciones, algo que no encuentra con los líderes políticos actuales, que se centran en sus apetencias y se olvidan de las necesidades de una población que quiere otro tipo de respuestas a sus necesidades.

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  16. En democracia decide la mayoría
    31 marzo, 2017

    Insistir en que la mayoría debe ejercer su condición de tal “en los marcos de la ley”, es tan válido como decir que todos los ciudadanos que habitamos la República del Paraguay estamos obligados a ajustar nuestra actuación a las normas vigentes. No aporta nada nuevo, salvo, claro está, en la “novedosa” interpretación que hace la minoría del Senado y los periodistas que les son funcionales, quienes se escandalizan cuando 25 miembros de dicho cuerpo imponen su voluntad, en vez de atenerse de por vida a lo que resolvieron… ¡19! “Eso es totalitarismo”, disparan. Y hasta parecen convencidos al afirmar semejante disparate, que contradice los principios más elementales de la democracia, tal como se practica en cualquier sindicato, gremio empresario, partido político y a nivel de toda la sociedad, cuando ésta es convocada a elegir a sus autoritades municipales, departamentales y nacionales.

    Pareciera un chiste tener que referirnos a algo archi sabido desde el surgimiento mismo de la República y que se perfeccionara a partir de las revouciones democrático burguesas en Francia, Inglaterra y Estados Unidos en el Siglo… XVIII. Pero de ello parecen no estar enterados, o se olvidaron, nuestros “sabios pensadores” de la disidencia colorada, el oficialismo liberal y sus aliados en la Cámara Alta, así como de los medios hegemónicos, que ahora “satanizan” el ejercicio de la mayoría como algo, de por sí, “totalitario”.

    Había sido que Platón y Aristóteles fueron unos “improvisados”, al igual que Rousseau, Motesquieu, Jefferson y Franklin. Todos ellos se redujeron a la altura de la suela de un zapato, frente a “intelectuales” de la talla de “Marito”, Wagner, Efraín o Desirée, quienes descubrieron que la democracia es, lo que ellos quieren que sea, aunque estén en franca minoría.

    No siempre procedieron así, claro. Cuando fueron mayoría en el Senado, por más de dos años, se llevaron todo por delante. Apelando a la aplanadora, coparon la Mesa Directiva, excluyeron al oficialismo colorado de todas y cada una de las comisiones asesoras e hicieron valer sus 23 votos para rechazar los principales proyectos del Poder Ejecutivo, sin importantes que estos fueran de máximo interés para el país.

    Dos ejemplos bastan para “ilustrar” la forma en que utilizaron la favorable correlación de fuerzas que detentaron en el pasado: La presentación del proyecto de enmienda proreelección, con el único fin de rechazarla, y la grosera mutilización del proyecto de Presupuesto General para el 2017, con el objetivo evidente de hundirle al gobierno en una profunda crisis.

    En el primero de los casos, se reunieron una noche y acordaron la “genial” idea de que el presidente del Senado, Robert Acevedo, convocara la maña siguiente, 25 de agosto, a una sesión extra para presentar el proyecto de enmienda y votar en contra. Y así lo hicieron. Sin discusión, sin dictamen de comisión, sin 48 horas de plazo, sin nada más que los 23 votos, lo cual no tiene precedentes en 28 años de democracia.

    En el segundo, procedieron a destrozar el proyecto del Ejecutivo es sus aspectos fundamentales. Recortaron la emisión de bonos soberanos a casi la mitad, dejando al país al borde de la cesasión de pagos, le ataron de pies y manos al BCP para mantener a raya la inflación, e hicieron un festival de aumentos de sueldos en el sector público, sin contar con fuentes de financiación. Conclusión, también por primera vez en 28 años de democracia, el presidente de la República no tuvo más opción que vetar el Presupuesto sancionado por el Senado, quedando vigente en del año anterior, tal como prevé la Constitución.

    Estos “profesionales” de la aplanadora son los que ahora, como minoría, acusan a la mayoría de tomar las riendas del Senado y ejecutar sus planes. Perfectos caraduras incapáces de someterse a las reglas de la democracia, que evidentemente las ignoran, aunque las invoquen distorsionadamente al solo objeto de justificar sus permanentesdesmanes.

    Pero mal que les pese, en democracia decide la mayoría, como lo atestigua la historia.

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