Eficiente manera de estropear la gobernabilidad

Sin duda, el presidente tiene todavía muchísimo que hacer antes de dejar la casa ordenada. Y está trabajando. Metiendo la mano en los hormigueros de siempre, donde seguramente intentarán morderle, pero HC ya dejó en claro que no lo van a sacar de la cancha, hasta que termine el mandato. Y que cada vez será más “venenoso” con los que esperan que calle, y que cuando lleguen asus manos informes como el del funcionario que metió más de 1.400 personas, posiblemente planilleros, en el ente que preside, lo va a decir. Posiblemente todo el mundo de hecho intuya ya de quien se trata. Si el hombre pasará a la historia como el más corrupto de todos los tiempos en esta materia de dar el gusto a “padrinos” políticos para meter a punteros, amantes, parientes y   favorecedores.

Hay mucho que hacer y los políticos van a empezar a “distraerse” antes de tiempo, con el tema de los posibles candidatos y sus respectivas alianzas. Eso con un descuido, se volcará al Parlamento, donde entorpecerán la sanción de leyes importantes para el país, también los partidos políticos aportarán lo suyo, con pedidos extemporáneos para ir cimentando la plataforma de sus posibles gallos partidarios.

Toda esta parafernalia estaría buena si en realidad existiera un deseo de consolidar el sistema democrático, pero conociendo a la mayoría de los políticos paraguayos, lo que desean es prenderse cuanto antes al carro del posible ganador, para mantener sus prebendas y privilegios. A “chupar las medias” cuanto antes, para no quedar en la llanura. Nada más. Ese es el objetivo de las campañas anticipadas.

Menos mal que HC le va poniendo frenos al tema. No quiere hablar de reelección, con lo cual dejó a los entusiastas del tema con tres cuartos de narices y habló bien firme al respecto. Es hora de trabajar. Los políticos a poner el freno y a esperar su momento. Así de sencillo.

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7 comentarios en “Eficiente manera de estropear la gobernabilidad”

  1. Basta de políticos rapaces

    Néstor Ojeda Mendoza

    A más de dos años para las elecciones generales, contempladas por el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), tanto para los cargos para el Congreso Nacional y Poder Ejecutivo, nuevamente en todos los sectores partidarios ya tempranamente los pretendientes a dichos cargos comienzan a movilizarse.

    En los dos partidos tradicionales, la Asociación Nacional Republicana (ANR), Partido Colorado, al igual que en el Partido Liberal Radical Autentico (PLRA), están en plenas movilizaciones de nuevo. Esto ocurre de igual forma en las nucleaciones partidarias menores o de recientes conformaciones.

    Lo lamentable de esta situación constituye, cuando vemos en los noticieros diarios, que las cosas no han cambiado en nada, es decir son los mismos hombres escombros de siempre, salvos honrosas excepciones, que cuentan con figuras jóvenes o nuevas.

    Para fortalecer cualquier cuadro partidario con deseos de tentar triunfar, debe tener un recambio permanente en temas de candidaturas para los cargos electivos.

    No se le puede presentar al pueblo pensante una figura desgastada, salpicada por actos de corrupción. Es decir que no se interese en absoluto por su pueblo, al que solo ha traído hambre, atraso y miseria. En tanto en perjuicio de ese mismo pueblo, ha conseguido acomodarse, llevando una vida fastuosa por el hecho que solo ha desangrado para su provecho personal provenientes de los bienes del Estado.

    En los dos partidos tradicionales, la ANR y el PLRA, cuentan con varias figuras desgastadas, al igual que en las nucleaciones de supuestos tintes izquierdistas, que también solo se pasan forrando sus bolsillos, sin importarles la necesidad de ese pueblo que le ha confiado sus votos en las urnas en el día de las elecciones.

    El pueblo ya no es tonto y está aprendiendo a diferenciar entre uno y otro candidato, además ya comienza a ser exigente con sus futuros representantes.

    Muchos de los habitantes llevan una vida de primer mundo, productos de las irregularidades cometidas en el ejercicio de sus funciones que le ha encomendado ese mismo pueblo votante, y del que han desviado más de 360 grados al cargo al que se ha postulado.

    Las prácticas de virtudes ciudadanas para muchos políticos escombros desgastados, hoy día nuevamente con intenciones de llegar a algún cargo electivo, ha dejado o nunca le ha importado. Esto, da la pauta, de que si este mismo pueblo que le ha catapultado en ciertos nivel de poder, hoy día tiene la formidable oportunidad, de frenarles en sus intenciones con vistas al 2018, para que no siga robando y desangrando al Estado Paraguayo.

    EL Paraguay de hijos valerosos y talentosos, no puede seguir permitiendo que políticos rapaces sigan pretendiendo ocupar espacio de poder en el quehacer nacional. Basta a los privilegios para un grupo minúsculo y reducido de sinvergüenzas, que cuando llegan a un determinado cargo, solo es con la intención de amasar fortuna, desviando por completo la promesa contraída con el pueblo.

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  2. ¡Ja he’imaningo!

    José Rojas

    La palabra incredulidad es sinónimo de política. No sé si eso es reciente o van acompañados desde que el mundo conoció al primer político sobre la tierra. Lo que si es cierto que en nuestra sociedad la política, por culpa del político, no goza de credibilidad. No obstante, seguimos votando a quien sabemos que nos mentirá. Pero eso último no es parte de este comentario.

    Desde la vigencia de la Constitución, la actual, todos los presidentes que asumieron fueron a sabiendas de la existencia de escollos casi insalvables. La era democrática que arrancó en febrero del 89 marcó a fuego, al menos por tiempo, la reelección después del monstruoso ejemplo que acababa de caer y lo reflejó en las letras de la Carta Magna.

    Todos los presidente, probablemente acunaron en sus planes la idea del rekutu; que el tiempo demostraba que no era tiempo de alterar lo que ordenaban aquellas letras. Además sus oponentes se encargaban de pintarles un panorama obscuro si lo intentaba. Así acababan sus cinco años de gobierno; menos Raúl Cubas y Fernando Lugo; pero ambos también en algún momento pensaron que podrían iniciar ahí varios lustros en el poder. Así les fue.

    Hoy, la historia se repite. Todos los dirigentes hablan de la reelección, menos quien debería estar interesado. Esta vez es al revés, quien debe iniciar una muestra de interés resulta que asegura que no lo está, y refuerza su idea: de que vamos hablar, para que un debate de la reelección si es que no existe posibilidades mientras no se altere la Constitución.

    Nadie lo entiende así y todos, menos uno, apunta a instalar un debate que no tiene razón de ser. Los pro y los contra vociferan conveniencias en favor de sus hipótesis y desvían la atención de lo más importante: Hoy se debe gobernar, hoy se deben resolver serios problemas porque el Aedes aegypti, no necesita de una reforma constitucional para seguir haciendo de las suyas y desviando dinero que bien podría servir para reparar aulas o comprar más libros o reforzar becas.

    Pero eso no importa; el siguiente gobierno tendrá tiempo para ocuparse; ahora la idea es arrastrar a Horacio Cartes a un escenario inútil, donde perderá valioso tiempo y quedar luego a merced de los piratas de la política que lo destrozarán porque pasó el tiempo debatiendo las posibilidades de la reelección.

    No sé si Cartes íntimamente quiere el rekutu; y es probable que lo piense, ya demás es legítimo derecho suyo. De lo que estoy seguro es que es consciente que existe una escala de valores que marcan prioridades y la reelección no está precisamente en los primeros lugares.

    El mensaje es claro, no admite mucha interpretación. El presidente dijo no estar interesado; que en agosto de 2018 vuelve a sus empresas como gerente general, de donde salió para asumir este reto de dirigir un país.

    Todo un país exige mensajes y posturas claras, directos, sin vericuetos, sin dar la sensación de que se oculta más de lo que se cuenta, pero eso no ocurre en la dirigencia política; y por eso es que los partidos se hunden en el test ciudadano. En el caso del mensaje presidencial fue despejado de toda segunda interpretación.

    La dirigencia política vive del debate, de las discusiones, de las posturas y contraposturas y a veces no mide la consecuencia de lo hace. Hoy está ocurriendo eso. Existen otras preocupaciones que está asustando a la población, y a esa preocupación deberían atender.

    La coherencia importa. Tanto, que a veces decide un debate.

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  3. Lugo miente

    A nadie extraña que quienes intentan ganar elecciones hagan falsas promesas a su electorado. Pero cuando la campaña se basa abiertamente en una mentira, la indignación ciudadana debe hacerse sentir con fuerza.

    La Constitución Nacional no permite la reelección presidencial “en ningún caso” como dice claramente su artículo 229. Esto significa que ninguna persona que haya ocupado el sillón de los López, aun cuando no hubiere terminado su mandato, puede volver a postularse para el mismo cargo.

    Y no como dice Fernando Lugo, quien pretende convencernos de que cuando habla de no reelección, a lo que en realidad se refiere la Constitución es a la prórroga de mandato; es decir que no podrá ser reelecto quien en el momento esté en el cargo, pero que no hay impedimento para quienes hayan sido presidentes en periodos anteriores.

    Esto es mentira, lisa y llana. Miente Lugo, miente el abogado Marcos Fariña y mienten todos los que nos toman por imbéciles pretendiendo convencernos de que el exobispo tiene vía libre para volver a postularse a la Presidencia de la República. El peor de todos ellos es precisamente Fariña, quien como profesional del Derecho sabe muy bien que el Derecho Público es muy diferente al Privado. En este último, lo que no está prohibido está permitido. Pero en el Público, lo que no está escrito no existe. Así que si la Constituyente del 92 hubiera querido permitir la reelección alternada y no la consecutiva, lo debía haber escrito claramente.

    A punto de cumplir 24 años, nuestra Constitución necesita reformarse con urgencia. Son muchas las lagunas que han quedado demostradas en este tiempo y la ambigüedad de algunas disposiciones, que han hecho que todo fuera opinable para las partes, adecuándolas a su mejor conveniencia.

    Además, hay figuras que deben ser incluidas con urgencia, como la revocatoria de mandato, para que la ciudadanía pueda echar del Parlamento a los legisladores que traicionan la esperanza y utilizan sus bancas para negociados personales. Y la misma reelección presidencial debiera ser muy bien analizada, ya que en el 92 se redactó la Constitución bajo la sombra del stronismo y cuando se prohibió que un presidente pudiera ser reelecto se hizo en base a la experiencia reciente, de los 36 años que estuvo el dictador Alfredo Stroessner en el poder.

    Pero así como están las cosas ni Lugo, ni Cartes, ni ningún otro expresidente, puede ser reelecto en el mismo cargo. Y tanto los luguistas, que dicen que su líder no está impedido, como quienes dicen que la reelección puede incluirse a través de una simple enmienda, están mintiendo. Y si son capaces de mentir ahora, cuando aún no se ha largado la carrera a la presidencia de la República, imaginen ustedes cómo van a mentirnos si permitimos que se salgan con la suya.

    http://www.adndigital.com.py/index.php/impreso/editorial-impreso/13804-lugo-miente

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  4. Cartes, sabemos de qué lado estás

    Escribo estas líneas recordando un comentario anterior sobre la avivada de los empresarios del transporte público llamada “buses diferenciales”. En aquel escrito hacía especial énfasis al odio profundo que siento hacia el festival de medias verdades de este Gobierno. Un Gobierno que pretende instalar en la opinión pública la imagen de defensor genuino de los intereses ciudadanos, de paladín contra la corrupción y la mala gestión.

    Insisto: Quedan personas con la suficiente capacidad de discernimiento para no comprar “así nomás” el discurso oficial. Me resisto a creer que los “hurreros digitales” que atacan a los diarios por “hablar mal de su presidente” no sepan realmente de qué lado está el señor Horacio Cartes. Para ello solo basta un simple ejercicio de memoria.

    El presidente de la República se presenta como el primer soldado en el combate a los llamados “planilleros” del sector público. Dice lo que la gente cansada de estas garrapatas quiere escuchar. Hasta ahí, todo bien, pero… ¿por qué si Horacio Cartes se rasga las vestiduras por la corrupción y el mal manejo de la cosa pública no tuvo problemas en apoyar a los más impresentables en su carrera al rekutu en las pasadas elecciones municipales, eh?

    A los desmemoriados selectivos les recuerdo –de puro rompe que soy nomás– que su presidente apoyó a personajes como Roberto Cárdenas en Lambaré, Albino Ferrer en San Lorenzo, Arnaldo Samaniego en Asunción y al clan Zacarías, que sigue su reinado en el Este del país. ¿Hace falta escribir y explayarse sobre la gestión de todos ellos? No creo…

    Otro “logro” del Gobierno que los adulones y obsecuentes se pasan repitiendo hasta el hartazgo es que gracias a mister president es posible el acceso a la información pública. Es cierto que Cartes promulgó la ley y que todos podemos saber cuánto ganan los funcionarios públicos. Lo que molesta es que el Gobierno se haya apropiado arbitrariamente de una conquista parida por la ciudadanía ¿O se olvidan a propósito que fue un humilde ciudadano sanlorenzano de nombre Daniel Vargas Téllez quien movió el avispero? ¿Se olvidan de las investigaciones periodísticas que motivaron a que se “destape la olla”? ¿También se olvidan de las tantas movilizaciones?

    Además, si Horacio Cartes se jacta de representar los nuevos aires de la putrefacta política paraguaya, ¿por qué nunca se desmarcó de Víctor Bogado, de José María Ibáñez o de María Cristina Villalba?

    Señor presidente, muy lindo que quiera dar un golpe de timón a su imagen, es válido, pero no pretenda tapar el sol con un dedo. Quien suscribe y varios más sabemos de qué lado verdaderamente usted está…

    Por Elías Piris

    http://www.ultimahora.com/cartes-sabemos-que-lado-estas-n966620.html

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  5. Chupamedias

    Solo puede ser producto de una ramplona adulonería típica de entornos serviles el anuncio formulado por un diputado colorado de que en setiembre se planteará al Congreso la vía de la enmienda para modificar la Constitución Nacional, a fin de posibilitar la reelección presidencial. La propuesta se formula poco después de que haya sido el propio Horacio Cartes quien, de manera contundente, afirmara que «hablar de reelección es una pérdida de tiempo». Lo dicho por el legislador solo dejaría de ser el resultado de un acto de zalamería si sucediera que los adulones cuentan con una tácita aprobación del mandatario para que su permanencia en el poder más allá de 2018 se produjese, al decir de Stroessner, sin que este mueva «un solo dedo» para conseguirlo. Supuesto que debemos desechar si estimamos que es la mismísima palabra presidencial la que ha sido solemnemente empeñada.
    El diputado colorado Carlos Núñez aseveró a comienzos de la presente semana que en la bancada A de la Cámara de Diputados ya se acordó que en el mes de setiembre, o a más tardar en octubre de este año, se planteará la modificación de la Constitución Nacional por la vía de la enmienda para incorporar a la Ley Fundamental la controvertida figura de la reelección presidencial.

    «Creo que es un lujo para el Partido Colorado y para el país contar con un gobierno como el que tenemos, un gobierno que no teme a represalias ni tiene temor a ningún tipo de amenazas que puedan hacer de ningún sector, político ni empresarial», sostuvo el parlamentario, no sin un evidente dejo de lisonja de baja estofa.

    El anuncio va frontalmente a contramano de las expresiones y promesas formuladas el pasado 2 de febrero por el propio presidente de la República, Horacio Cartes. En aquella ocasión, el mandatario fue enfático al declarar que el debate sobre la reelección es una «pérdida de tiempo». «Por qué hablar de reelección si la Constitución no nos lo permite; la Constitución no permite a ningún paraguayo ser reelecto; no me permite a mí y a nadie», amonestó. A renglón seguido, instó a «parar de hablar de algo que no está permitido. Si vamos a gastar tiempo en eso, estaremos deshonrando nuestro compromiso asumido».

    Evidentemente, su invocación no tuvo eco en las filas no solo de su propio partido, sino hasta de su mismo movimiento interno; de lo contrario, no se explica la actitud del diputado Núñez. ¿O sí?

    Acontece que si el presidente no desmiente las expresiones vertidas por Núñez, la ciudadanía está habilitada a suponer que estas cuentan con el aval presidencial, aunque sea de forma tácita. De ser así, estaríamos frente a la vieja estrategia autocrática esgrimida en su época por el dictador Alfredo Stroessner, quien siempre aseguraba que se postulaba a la reelección «con la ley en la mano, sin haber movido un solo dedo» para lograrlo.

    En un intento retórico por salvar la disyuntiva lógica que se presenta, el senador colorado Arnoldo Wiens manifestó que el planteamiento de Núñez respondía a un «cartismo sin Cartes», y que ese entorno adulón es el único que quiere promover la reelección para poder seguir disfrutando los privilegios que ostentan por su estratégica posición en los círculos áulicos del poder.

    En todos los casos, de ninguna manera podemos suponer que el presidente Cartes esté detrás de tamaño despropósito, no solamente porque contradice los propios dictados de la Constitución Nacional, sino porque ahora es su propia palabra la que ha sido solemnemente empeñada en el caso. En efecto, al presidente –que esta semana cumplió la mitad de su periodo– ya le va quedando el tiempo justo para cumplir las promesas que formuló durante su campaña política y el día de su asunción del mando (guerra a la pobreza, trabajo para todos los paraguayos y combate frontal a la corrupción).

    Sería francamente lamentable que el precioso tiempo de gobierno que aún le resta al presidente Cartes sea desperdiciado en un debate estéril, carente de respaldo legal y de ningún valor ni trascendencia en lo que guarda relación con la promoción y la salvaguarda de los altos intereses de los grandes sectores populares. Lo que el jefe de Estado precisa hoy más que nunca es sensatez, ecuanimidad y desprecio por los entornos de chupamedias que solo buscan lucrar a sus expensas.

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  6. Reelección o llanura
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    Por Clari Arias

    De manera anticipada, tal vez con algo de mal gusto por los acuciantes problemas actuales, comienzan a surgir los primeros nombres para las elecciones del 2018. En una reunión barrial de sus seguidores, Mario Abdo Benítez dijo estar dispuesto a liderar un amplio diálogo y sentirse con autoridad y fuerza para dirigir los destinos del país. Así, en un breve y sencillo acto Marito se convirtió en el primer precandidato presidencial entre los colorados. Él lo sabe; sabe que unas declaraciones así lo ponen en la mira de sus adversarios internos de manera innecesaria, con una antelación peligrosa.

    Este político no es improvisado en las luchas partidarias, ya que por simple herencia o por trabajo propio es hoy el dirigente más importante del partido de gobierno, solo superado por la popularidad del mismísimo presidente de la República. La encrucijada es aun mayor para Marito cuando hurgamos en las miserias de la vida cotidiana, en donde debe cargar con la imputación por planillerismo de dos de sus hermanos, situación de la cual él no es responsable directo, pero lo deja malherido frente a la opinión pública.

    El incipiente precandidato Marito no solamente deberá luchar con sus demonios internos, sino contra la arrolladora idea de la reelección. Aunque Horacio Cartes haya sido tajante en sus declaraciones sobre la reelección presidencial para este mandato, a su alrededor merodean aventajados y aprovechadores que no van a renunciar a la posibilidad de seguir en el poder junto con él. No hay que ser tan inteligentes para saber que la mejor chance del Partido Colorado de seguir gobernando en esta primavera de cambios, es el rekutu. Sin embargo, es también el camino más difícil, ya que esto solo es posible a través de una asamblea de constituyentes, un enmarañado proceso que incluye desde voluntad política hasta elecciones internas y nacionales. Y ningún líder político surgido en la transición democrática ha sabido embanderar semejante proyecto, hasta ahora.

    La falta de nuevos liderazgos en todos los partidos, la desazón del electorado hacia los dirigentes “tradicionales”, el descubrimiento –a través de la prensa– del uso grosero de los fondos públicos para beneficiar a prebendarios y chupasangres son situaciones que nos han dejado en una triste coyuntura de sentirnos huérfanos de líderes comprometidos con el pueblo. Y ante semejante orfandad, insisto, en todos los partidos políticos, surgirá como idea diáfana la posibilidad de la continuidad en el poder de un grupo de gente que hasta ahora no ha demostrado ser lo que tanto presumían: una selección nacional.

    Esa necesidad de continuidad en el poder de los que hoy lo ostentan también tiene un plan “B” al de la reelección, y es el de elegir a un delfín que logre pugnar con chances reales la interna oficialista. El único que hasta ahora sobresale entre los tecnócratas colorados es el bueno de Gustavo Leite, ministro de Industria. Con su andar y su educación de “niño bien” se ha convertido en el portavoz favorito del Presidente para anunciar lo que se debe y lo que se pueda. Sería bueno volver a tener una élite de bien formados trabajando para el país desde los partidos políticos, como en los albores del siglo pasado cuando colorados y liberales tenían en sus filas a grandes nombres. Pero creo que estamos lejos de aquellos tiempos.

    Hoy no tengo dudas que la reelección es el mejor y más difícil camino para que los colorados continúen en el poder. Y esta encrucijada creada por ellos mismos favorece a los que pretendemos ver una nueva alternancia en el 2018. No se atrevan aún a preguntar qué nombres hay del otro lado del río, porque no hay respuesta para semejante osadía.

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  7. No son los únicos culpables

    No es la primera vez que escuchamos. En esta ocasión de boca del empresario de la construcción, Víctor González Acosta, quien reclamó la necesidad de renovar la clase política como condición para que se produzcan los cambios que el país requiere. Y tiene razón, pero se queda corto. El problema no es solo la dirigencia política, si bien esta tiene una elevada cuota de responsabilidad en la situación de atraso, corrupción y pobreza que nos aqueja desde hace tanto tiempo. También lo es de la dirigencia social y, algo que no hizo mención, de los empresarios. La primera, porque del 89 a esta parte no ha sido capaz de conquistar mejores condiciones de vida y de trabajo para los sectores más humildes de la población. La segunda, de la cual González forma parte, porque a lo largo de los años ha puesto de manifiesto su total incompetencia para diseñar un proyecto con la mira puesta en el desarrollo. Peor aún, es corresponsable del saqueo al fisco, al permitir que entre sus asociados abunden los contrabandistas y evasores de impuestos. La renovación, por tanto, no debe limitarse a la dirigencia política, sino tiene que abarcar a la dirigencia nacional en su conjunto, para así construir el Paraguay que nos merecemos.

    Es claro que la política se halla completamente corrompida. A nadie le cabe la menor duda. Como advierte el empresario, “parece que el objetivo siempre es a nivel personal; resolver sus problemas y llenarse los bolsillos de dinero”. Algo similar lo planteamos en el editorial del 18 de enero, cuando dijimos: “El sueño de transformar al país, si alguna vez tuvieron nuestros políticos, lo abandonaron hace ya mucho tiempo. El único objetivo que persiguen es llenarse los bolsillos, sin la menor pudicia, enrostrándonos permanentemente el fruto del robo escandaloso, lo cual vale para derechas e izquierdas”. Pero insistimos, no son los únicos culpables de la situación por la que atravesamos. No en balde el presidente de la República se refirió en una ocasión a los ladrones que de día visten trajes y de noche concurren a importantes clubes sociales.

    La tarea no es sencilla. Es necesario poner en marcha un proceso de renovación amplia y profunda en todos los estamentos de la sociedad civil. No es posible que al frente de ellos estén los mismos protagonistas de siempre. Sucede en el Congreso, en los partidos políticos, en los sindicatos y en los gremios empresarios. Pero de nada serviría cambiar a esos actores si los reemplazantes tienen la misma línea de “pensamiento” y reproducen las mismas prácticas, porque si bien el país precisa con urgencia de nuevos protagonistas, esta solo surgirá sobre la base de nuevas ideas y nuevos proyectos que permitan liberar al Paraguay de los flagelos del atraso y la pobreza.

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