Exámenes para becas de Itaipú vuelven a reflejar viejas carencias

Para llegar a la excelencia educativa, entre otras medidas, es necesario respetar las reglas de juego establecidas, sin recurrir a artilugios numéricos que solo esconden la verdadera capacidad de los estudiantes. Las becas universitarias de Itaipú para alumnos de escasos medios económicos han ratificado históricas carencias de la enseñanza.Esa situación no se superará modificando lo esencial de una norma para alcanzar el porcentaje de rendimiento requerido –60 por ciento–, sino instalando una tradición de exigencia. Es mejor afrontar la cruel verdad antes que recurrir a acciones que disimulan el real estado de la educación, pese a que se quiera dar un ropaje de apertura hacia sectores menos favorecidos.

La tolerancia a la mediocridad ha sido durante siglos una grave enfermedad de la sociedad paraguaya, de la Administración Pública en particular. Sostenida por el tráfico de influencia, materializada en el padrinazgo, se ha ignorado –en general– el mérito de las personas traducido en su capacidad real en las diversas áreas del quehacer y el saber humanos.

Las buenas prácticas, los discursos y el cambio de mentalidad en algunos sectores en las últimas décadas no han sido aún suficientes hasta ahora para que la meritocracia sea la regla y no la excepción.

Las pruebas de Matemáticas y Lengua Castellana para acceder a 1.000 becas de grado universitario de Itaipú destinadas a jóvenes pobres que, de otro modo, quedarán excluidos de alcanzar una formación de nivel terciario, vuelven a evidenciar el apoyo oficial a la mediocridad.

La regla inicial era lograr un rendimiento del 60 por ciento en las dos asignaturas. Es decir, como mínimo, había que alcanzar 12 puntos por materia, totalizando 24 puntos de la totalidad de los 40. Por esta vía, solo podían haber ingresado los 197 alumnos que cumplieron con el requisito del reglamento de la convocatoria.

Ante tal situación, el Comité de Becas de la Itaipú transformó la norma quedando intacta formalmente –el 60 por ciento de rendimiento se mantuvo–, pero modificando su contenido: los 24 puntos fueron considerados en base al total de los puntos obtenidos en ambas asignaturas. Obviamente esto implicaba no haber alcanzado el porcentaje mínimo requerido en una de las dos materias establecidas por el reglamento original del 2016.

Con esa determinación y anulando una pregunta del cuestionario que no reunió la condición de redacción óptima, ingresaron 636 estudiantes, a los cuales hay que agregar 9 plazas para discapacitados e indígenas, con lo cual la cifra se eleva a 645.

Desde una perspectiva populista se hubiera dado como una relevante conquista que las plazas aprobadas finalmente ascendieran de manera categórica. Ese es, sin embargo, un criterio de atajo fácil que solo contribuye a alentar la mediocridad.

Hubiera sido penoso y lamentable, sin duda alguna, que la Itaipú dejara de invertir en unos 800 compatriotas jóvenes que, en gran porcentaje –de no recibir el apoyo del Estado para alcanzar un título universitario en carreras técnicas, ya que las humanísticas han quedado tácitamente excluidas por el reglamento– se hubieran quedado con el sueño trunco.

Sin embargo, de haberse mantenido la totalidad de las exigencias originales de la convocatoria de la beca para estudiantes con aspiraciones universitarias y promedios 4 como mínimo, Itaipú le hubiera hecho un gran bien a la excelencia educativa.

http://www.ultimahora.com/examenes-becas-itaipu-vuelven-reflejar-viejas-carencias-n960552.html

21 comentarios en “Exámenes para becas de Itaipú vuelven a reflejar viejas carencias”

  1. Las bajas calificaciones que tienen muchos culpables…

    Por Susana Oviedo

    Los resultados de rendimiento académico, como los que arrojaron los postulantes a becas de la Itaipú o los que suelen tener los docentes en las pruebas para acceder a cargos, hacen que mucha gente se rasgue las vestiduras. Es cuando la educación vuelve a ser un tema sensible y todos coincidimos en que algo hay que hacer al respecto.

    Ahora estamos en esa fase, porque solo el 5% de los 3.552 aspirantes a las becas para estudiar una carrera universitaria, subsidiadas por Itaipú, alcanzaron el puntaje mínimo de 60% requerido en ambas materias. Después de un par de semanas, ya veremos que todo volverá a su «cauce normal», y el hecho tan desalentador de que nuestros jóvenes egresados de la Educación Media (bachilleres) no saben de matemáticas ni lengua castellana, pasará al plano de las anécdotas.

    Muchos de los que nos escandalizamos ante esta situación y culpamos al sistema educativo somos productos de este sistema, y hasta pasamos por las universidades y nos convertimos en profesionales.

    Los déficits de la escuela y el colegio de los que un gran porcentaje de la población paraguaya fue y sigue siendo víctima, simplemente se han venido resolviendo nivelando por lo bajo: Bajando la escala y posponiendo la imperiosa necesidad de discutir qué tipo de sociedad queremos, y a partir de ahí, concebir el modelo educativo pertinente.

    El mismo hecho de que no exista en el país un grupo de pedagogos, filósofos, doctores en educación y respetables pensadores trabajando en el tema es otro síntoma alarmante que venimos arrastrando un grave problema al que las autoridades de los últimos 27 años no le otorgaron la debida relevancia. ¿Dónde están los Indalecio Cardozo de esta época?

    Tomemos en cuenta que los chicos que están aspirando a las becas de Itaipú son los que ingresaron al sistema educativo por lo menos 14 años atrás. Un tiempo valioso desaprovechado por culpa de la desidia, decisiones erradas, omisiones, postergaciones y malos gobiernos. Los resultados de sus exámenes colocan a estos jóvenes en total desventaja para competir con sus pares de mejor origen económico y con posibilidades de pagar por una educación de calidad, en contadas instituciones privadas. Otra injusticia.

    Este es un aspecto central de la realidad paraguaya que, al igual que la situación de los Bañados, requiere llamar a las cosas por su nombre, decirnos la verdad, identificar causas y responsables, y asumir compromisos para los cambios. El Gobierno tiene la responsabilidad de iniciar este camino, sin esperar a que los chicos de secundaria le recuerden de nuevo que debe hacerlo.

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  2. Fracasos por no saber rendir

    Por Héctor Ortíz

    Cada persona tiene su historia de vida, así como cada estudiante va ganando experiencia durante los años que pasa en la escuela y en el colegio, para llegar finalmente a la universidad. Son al menos 12 años de estudios en los que uno se pasa rindiendo numerosos exámenes, para ir pasando de grado o de curso.

    En ese tiempo, están a cargo de maestras y profesores que saben enseñar; muchos brindan explicaciones espectaculares, recomiendan libros fundamentales y dan a sus alumnos todos los elementos necesarios para adquirir los conocimientos que les servirán después para superar el año.

    Sin embargo, algo que siempre me llamó la atención, es que no recuerdo que algún docente haya enseñado alguna vez cómo se debe rendir, algo que paradójicamente se hace desde el inicio hasta el final de la vida de estudiante. Los 3.552 postulantes a las becas universitarias de Itaipú debieron prepararse para rendir las dos materias (Matemáticas y Lengua Castellana); pero solo el 5% (168) obtuvo al menos el 60% del puntaje requerido para aprobar.

    Ahora se hizo un ajuste al sistema de evaluación, para que aprueben más de 600 jóvenes. Este aplazo masivo habrá ocurrido, en gran parte, porque muchos no supieron rendir, más allá de la floja preparación que se obtiene en numerosas instituciones educativas.

    ¿Qué es saber rendir? Es aplicar el mecanismo de ir respondiendo primero todas las “preguntas fáciles”, cuyas respuestas uno está seguro de que sabe; luego ver cuántos puntos uno ya ha logrado y, de acuerdo a lo que le falte para aprobar, responder las demás preguntas. El alumno debe estar tranquilo, convencido de que va a salir airoso y tener fe de que le vendrá a la mente todo aquello que ha estudiado, cuando se estaba preparando para el examen.

    Parece muy simple, pero requiere de una práctica constante, que los docentes deberían inculcar desde sus inicios a los estudiantes, para prevenir fracasos posteriores.

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  3. La educación en terapia intensiva

    Unas 400 becas de las 1.000 que otorga Itaipú a jóvenes de escasos recursos para ayudarlos en sus estudios universitarios, lamentablemente quedarán sin usarse porque los postulantes, pese a haberse bajado el puntaje mínimo exigido, no pudieron cumplir con el mismo. Esta noticia retrotrae a la memoria los exámenes de competencia de docentes que suelen realizarse periódicamente, y en los cuales se produjeron resultados igualmente bochornosos.

    En el largo periodo de dictadura stronista que mantuvo al Paraguay en la oscuridad y el temor, la educación paraguaya no estuvo al margen. Para mantener y perpetuar su poder, Stroessner instauró en el ámbito educacional un modelo policíaco a su medida, utilizando conceptos ideológicos de orden, obediencia y disciplina. La presencia casi obligatoria del “único líder” en las colaciones era parte del mantenimiento del sistema dictatorial. Era el gran papá a quien se debía agradecer que los niños y jóvenes pudieran recibir sus títulos para encarar el porvenir.

    El golpe de 1989 supuso para la educación paraguaya el derrocamiento de la matriz stronista, y se hizo necesaria, según reza el Decreto Nº 7815/90, la “formulación de una Reforma Integral del Sistema Educacional Paraguayo”, que se concretó a través del Consejo Asesor de la Reforma Educativa, cuya misión fue, en aquel entonces, preparar un diagnóstico de la situación educacional del país, formular el proyecto de la reforma y, posteriormente, acompañar el proceso de su implementación.

    Han transcurrido 26 años desde que se inició la reforma educativa a nivel país. En tal sentido, la mesa multisectorial convocada a fines del año pasado por la Comisión de Estudio de la Reforma Educativa, de la Cámara de Diputados, presidida por el colorado Carlos Núñez Salinas –involucrado en hechos punibles de evasión al fisco– y de la que participaron docentes, alumnos, organizaciones civiles, representantes de la Iglesia y del Ministerio de Educación y Cultura, concluyó que la reforma educativa paraguaya fracasó. Además, los participantes peticionaron una convocatoria para lograr una nueva reforma.

    En el marco de un análisis del sistema educativo del Paraguay, en 2007 el Ministerio de Educación y Cultura encargó a la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) la evaluación de la marcha del sector con base en el criterio de “calidad educativa” para las últimas décadas comprendidas desde que empezó la reforma (1990). De esta manera se realizaron encuestas a directivos, docentes y padres de familias, como así también entrevistas a una nutrida representación de expertos en educación, cuyo resultado, a pesar de estar muy bien maquillado –teniendo en cuenta que era un informe oficial–, mostraba una gran cantidad de aspectos deficitarios, que a todas luces venían siendo denunciados por la ciudadanía, entre ellos la falta de formación y capacitación de docentes, los maestros ad honórem, la ausencia de infraestructura –mostrando a maestros que desarrollaban clases en improvisados galpones, al aire libre o bajo los árboles–, y ni hablar de la falta de incorporación de tecnologías de la información que faciliten el aprendizaje, o el atraso de la merienda y la entrega de los kits escolares.

    En 2012, el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial daba cuenta de que el sistema educativo paraguayo se encontraba en el puesto número 133 de un ranking de 144 países, señalando con ello que los indicadores de la educación paraguaya continúan en lamentables niveles a escala mundial. Este dato adquiere relevancia, teniendo en cuenta que el déficit educacional de un país se convierte en una limitante para el bienestar y desarrollo de la gente. El informe da cuenta también de que Paraguay tiene un pésimo posicionamiento en asignaturas de matemáticas y ciencias, dos áreas consideradas fundamentales.

    Los derroteros de la educación paraguaya van de mal en peor. No solo ocupa los últimos puestos, sino los hechos que acontecen acentúan su deprimente situación. Por citar algunos de ellos, los mencionados masivos aplazos de maestros que participaron en concursos públicos, el año pasado, a fin de acceder a cargos directivos y de enseñanza en el magisterio, y ahora el de los alumnos aspirantes a becas; el desplome del techo de un aula –construida con recursos del Fonacide y mal utilizados por el anterior intendente Roberto Cárdenas (ANR)– en pleno desarrollo de clases, en el Colegio Nacional de Lambaré, en setiembre pasado y que hasta ahora está sin solución. No era de extrañar, entonces, que miles de estudiantes de secundaria hicieran sentatas o marcharan por las calles de Asunción exigiendo mejoras en las condiciones de enseñanza.

    A los muchos casos mencionados, debe remarcarse el peor de los flagelos, no solo del fracaso de la reforma educativa, sino del mismo sistema educativo: la politización. Esta madre de todos los problemas, además de haber entorpecido el curso normal de la educación en el Paraguay, la ha corrompido. En tal sentido, fue notoria en las últimas elecciones municipales la participación de supervisoras, docentes y funcionarios administrativos que han dejado sus labores para asistir a reuniones partidarias, realizar pegatinas u otras actividades proselitistas a la vista de los propios alumnos y estudiantes.

    Mientras la educación continúe bajo la égida de políticos inescrupulosos y a cargo de docentes mediocres que solo buscan mantener sus “zoquetes” a costa de ella, el Paraguay seguirá entre los países más pobres del mundo. Esta lamentable situación debe ser un tema de honda reflexión y cambios profundos, que no debe ser soslayada sino ser priorizada por el “Gobierno del cambio” que dice encabezar el presidente Horacio Cartes.

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  4. Becas para la ignorancia
    Por Miguel H. López –

    Hace unos días –y el estupor sigue en varios–, la sociedad –esa más pacata y doble discurso– se escandalizó –lo sigue haciendo– ante la revelación de que de 3.552 jóvenes postulantes a las becas de Itaipú, solo 197 lograron el rendimiento exigido en los exámenes de matemáticas y castellano.

    Burros. Inútiles. Mediocres. No estudian. Etc., etc., etc. Los calificativos sobraron. Por el otro lado, hubo ataques al sistema educativo, que es reflejo de la mediocridad del modelo, la baja capacidad formadora de los docentes, la ineficiencia del Ministerio de Educación y otro largo etc.

    En el fondo hay algo de verdad y algo de mentira en todo. Lo único claro e indiscutible, sin embargo, es que falta sinceridad en torno a la intención de las becas de la hidroeléctrica para estudio de jóvenes de escasos recursos.

    Es verdad que el sistema educativo hace agua por todos lados. Aunque la cuestionada ministra Marta Lafuente evite asumir y enfrentar la situación. Tampoco es novedad que los niveles de formación en las zonas rurales, urbanas y la capital del país no sean distintos. Un chico pobre del Bañado puede tener mejor rendimiento en esos exámenes –maniqueos– de Itaipú que uno de Ybyrarobaná, porque su escuela sencillamente carece de todo. Esto no significa que la otra descuelle por tener todo. Simplemente está en la capital de la República, donde lo mediocre es un poquito menos mediocre. Y ese ejemplo se puede extender a cualquier zona.

    Entonces es más que evidente que mientras se procuren mejorar –que en realidad sospecho que no interesa a ningún gobierno– los mecanismos, modelo, niveles, infraestructura, etc., de la educación, que las becas de Itaipú se dirijan a servir efectivamente a ayudar a los jóvenes sin recursos económicos a mejorar su nivel y lograr buenos rendimientos en la universidad; es decir, que lo que realmente prime como criterio central sea su condición socioeconómica, y, en todo caso, el examen de prueba de conocimiento sea sucedáneo. Porque finalmente saber matemáticas o castellano no mide la inteligencia real de la gente, más que los números y el habla. El resto de las inteligencias, ¿cómo se evalúan para que también sean reconocidas?

    Por otro lado, se abre aquí la propuesta necesaria del ingreso irrestricto a la universidad, como hay en muchos países. Discusión larga. El debate surgido esta vuelta criminalizó a los estudiantes víctimas finales de un sistema podrido. Pero no apunta a tocar el fondo del avispero, que finalmente es el urgente cambio de la política educativa y de los fondos de subsidio académico.

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  5. Examen de Itaipú para todos

    Por Sergio Etcheverry

    De cada cien estudiantes, apenas cinco salvaron la prueba de Itaipú para acceder a una de las 1.000 becas universitarias: 192 de unos 3.500, si los números no me fallan. Luego, una “corrección en la escala” permitió que más de 600 “aprobaran”. Solución parche que nada soluciona pero que blanqueó, de alguna manera, la penosa situación.

    Estoy viviendo en Paraguay desde 1990, creo que pasaron tres reformas educativas y otras reformas de las reformas, pero creo que nada ha cambiado. El nivel sigue siendo pobre y lo vemos día a día: gente que agarra la calculadora (o el Smartphone) para saber cuánto cuestan dos kilos de tomates a G. 9.000 el kilo, o que cometen salvajadas ortográficas en el facebook.

    Varias explicaciones escuché por ahí; una de ellas, por ejemplo, me dice que un 3 de colegios de zonas más populares (los candidatos a becarios debían ser de escasos recursos y tener un promedio mínimo) no es igual a un 3 de otro colegio: básicamente significa que las escalas de evaluación varían de acuerdo al lugar.

    Mientras tanto, el gobierno publicita (correctamente) las Becas Carlos Antonio López, 5.000 oportunidades para posgrados y doctorados en universidades de primer nivel en el exterior, obviamente, con un costo más que interesante.

    Me parece genial, pero creo que estamos gastando en el techo y nos olvidamos del cimiento y las paredes. Invirtamos en la educación inicial, potenciemos la primaria y la secundaria. Enseñemos a leer e interpretar, vayamos a los clásicos. Si no hacemos eso, ahora mismo, simplemente estamos ahondando la brecha entre pobres y ricos, entre los que pueden y no. Y si bajamos las escalas, simplemente estamos igualando para abajo.

    Por otro lado, me encantaría que esta prueba de Itaipú la pudiéramos hacer todos: políticos, doctores, periodistas, diputados (imputados o no), intendentes (libres o en proceso), los chicos que te llevan las bolsas del súper y la señora que da vuelta en U en un auto cero kilómetro, después de tirar una bolsita a la calle.

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  6. La educación mejorará si es que hay mayor equidad social

    De que la educación paraguaya necesita con urgencia un cambio profundo es un enunciado que, de tan gastado, ya carece de la fuerza necesaria que permita tomarlo en serio. Desde la caída de Stroessner se habla de lo mismo. La reforma educativa de la década de 1990 fue insuficiente para iniciar un proceso de transformación social que, a esta altura, nos hubiera permitido estar en mejores condiciones socioeconómicas. El fracaso de la educación pública, y también buena parte de la privada, refleja la incapacidad de la clase dirigente y de la sociedad civil de construir un país que pueda moverse en el presente con bases sólidas, garantizando de ese modo un futuro de bienestar a la mayoría de la población.
    El hecho de que inicialmente, de la totalidad de los estudiantes de nivel medio que se postularon para las becas de grado de Itaipú, solo el 5 por ciento superara las pruebas de acuerdo a las reglas originalmente establecidas y que después de cambiar las reglas de juego aún quedara sin adjudicarse un tercio de la cantidad total de plazas que la Binacional se comprometió a respaldar, es apenas una anécdota de lo que de sobra se sabe en materia de educación.

    Partiendo de la idea de que la educación tiene que proporcionar al ciudadano las herramientas fundamentales para que pueda desempeñarse con suficiente solvencia en la sociedad, es evidente que tal propósito no se cumple. Lo corroboran aquellos jóvenes que no han podido pasar los exámenes, pero también aquellos que no pueden acceder a empleos, por carecer de las competencias generales requeridas para trabajar.

    La educación de gestión pública es la más golpeada por la mediocridad, pero también buena parte de las de gestión privada y mixta están en la misma situación.

    Por eso, deducir de los exámenes de Itaipú que la educación paraguaya está en crisis es llover sobre mojado. Esa situación fue y es así con o sin las pruebas a las que se tuvieron que buscar la vuelta para que más alumnos de escasos recursos accedieran a las becas.

    El problema de la educación no se reduce –aunque se insista equivocadamente en ello– a los numerosos maestros y profesores de muy mala preparación para estar al frente de un grado o enseñar una materia, los supervisores que todavía están lejos de cumplir el rol que se espera de ellos, la falta de acceso a los medios tecnológicos, la escasa carga horaria en el año, los docentes sindicalistas y los bajos salarios.

    Esos son los síntomas más evidentes de una enfermedad que es mucho más grave y difícil de curar. Sus males más radicales, sin embargo, son los invisibles, aquellos que atañen a la situación general del país y que exigen una respuesta de naturaleza estructural y no puntual.

    La más decisiva limitación global es la ausencia de justicia social en la distribución de la riqueza. Ello se traslada al campo educativo en la falta de equidad para satisfacer el derecho a la educación que tienen todos los niños y jóvenes.

    Dar clases bajo los árboles, que se caiga el techo de un colegio de Lambaré construido con dinero del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) y escuelas inundadas en épocas de creciente son el reflejo de una desidia que compromete a los políticos, pero no libera de responsabilidades a la sociedad civil en su totalidad.

    Para no enfrentar más situaciones como las del examen de Itaipú, habrá que ir más allá de las circunstancias y pensar en serio primero en el país como realidad y como promesa de futuro razonable. De las respuestas que se den en ese ámbito dependerán los resultados que se puedan alcanzar.

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  7. Las becas de Itaipú

    Por Jesús Ruiz Nestosa

    Con frecuencia el discurso político busca llevar un mensaje no tanto por lo que dicen las palabras sino por la forma en que ha sido estructurado. Tengo un ejemplo a mano: la forma en que la ministra de Educación presentó los resultados de las becas que entrega anualmente Itaipú a estudiantes universitarios. “636 estudiantes egresados de la secundaria cumplieron con el puntaje establecido. A este grupo hay que sumar siete jóvenes con discapacidad y dos indígenas, totalizando 645 postulantes que pasan a la siguiente etapa de evaluación”, Siguen los datos estadísticos: 56% son mujeres, 44% son varones “y lo más auspicioso es que el 55% de los estudiantes procede de instituciones públicas del interior el país y el 44% procede de la capital y del departamento Central”.

    Démosle vuelta a este discurso triunfalista como se le da vuelta a un saco viejo para ver si se lo puede seguir utilizando: a las pruebas de las 1.000 becas de Itaipú se presentaron 3.592 aspirantes y se aplazó el ¡95%! Ante tamaña catástrofe se recurrió a una triquiñuela poco clara para disfrazar una bajada del listón que permitió que entraran 645 postulantes; cifra enarbolada como una victoria notable cuando en realidad significa que, a pesar de la flexibilidad mostrada por la entidad patrocinante de las becas, solo aprobó un 17,95% de aspirantes. ¡Vaya triunfo!

    La ministra buscó una manera positiva de explicar tamaño desastre diciendo que “En ambos exámenes (de matemáticas y castellano) se evaluaron dimensiones similares, por lo tanto se considera como una sola prueba con dos módulos”. Los estudiantes debían responder correctamente 24 preguntas, como mínimo, del total de 40 (20 de matemáticas y 20 de castellano). Es decir, se les exigía un 60% y no lo lograron. “Posiblemente –dijo la ministra– no todos los contenidos que están en el currículum se desarrollan en los colegios, lo cual tiene que ver con el gran reto de Paraguay: la calidad de la educación”. Pues bien alto se apunta a esa calidad con tales resultados a la vista ya que ante tamaño fracaso lo primero que se hace es buscar escapatorias para que aumenten los porcentajes de alumnos que se encuentran realmente preparados para ingresar a la universidad. Viendo las cosas con realismo, estos jóvenes no están capacitados ni siquiera para volver a cursar el bachillerato. Parece duro decirlo, ¿verdad? Es la realidad. Son carne de cañón y no se inmutan ni parece molestarles la tremenda mentira de que son víctimas.

    Hago notar, pues me parece importante, que una vez más se recurre a la figura paternalista de que entre quienes aprobaron el examen figuran “dos indígenas”. ¿Me puede explicar alguien por qué se hace esta salvedad? ¿Son ellos diferentes a los otros? ¿Por qué tendría que llamar la atención que haya “dos” indígenas cuando tendría que haber decenas de ellos? Esta es expresión clara de la política discriminatoria que se tiene en nuestro país. En lugar de matarlos por acción o por omisión, en lugar de estar robándoles sus bosques sin que la justicia ni el Gobierno se inmuten, hace tiempo tendríamos que haberlos integrado de manera real y efectiva a nuestro mundo y no llamarnos la atención que “dos indígenas” recibieron una beca de Itaipú.

    Frente a la entidad binacional se congregó un grupo de estudiantes con pancartas de protesta por los resultados. Una de ellas decía: “No pedimos ser planilleros. Pedimos oportunidades”. Pues sí, y también no. La oportunidad ya la tuvieron: cursaron tres años de ciclo básico y tres años de bachillerato. Por lo visto no los aprovecharon por motivos que no vienen al caso analizar. Y también no tuvieron esa oportunidad porque el sistema educativo les negó. ¿Qué hacer entonces? Pues que cada uno busque la manera de reclamar no la beca soñada, sino el nivel de educación necesario para poder ingresar en la universidad. Pueden decir que el momento para ello ha pasado. Es posible. Pero que recuérdese que cada vez que se descubre un hecho de corrupción, cada vez que un político se roba el dinero público, nos está robando directamente a todos nosotros y que todos estamos sentados sobre la misma rama. Tengamos cuidado entonces que no nos la corten.

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  8. PISA 2018 y las becas de Itaipú
    Por Cristian Nielsen

    Cuando el ministerio de Educación y Cultura entró en 2015 a las pruebas PISA o Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos patrocinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, asumió un compromiso que incluye ajustarse a reglas muy precisas de evaluación del desempeño de estudiantes que terminan la enseñanza escolar básica.

    PISA no es una competencia para ver quién va primero ni tampoco un umbral de conocimiento para acceder a determinados premios. PISA está “diseñado para conocer las competencias, las habilidades, la pericia y las aptitudes de los estudiantes para analizar y resolver problemas, para manejar información y para enfrentar situaciones que se les presentarán en la vida adulta”. Este programa está estructurado sobre tres áreas: competencia lectora, competencia matemática y competencia científica. En lectura, por ejemplo, busca poner en claro qué capacidad tiene el alumno para identificar ideas y argumentos en el texto, qué destreza para reconocer problemas y formular, en consecuencia, planteamientos distintos. De acuerdo a los resultados obtenidos, la prueba descubre en el participante “su capacidad para comprender, utilizar y reflexionar sobre textos escritos, con el propósito de alcanzar sus objetivos personales, desarrollar su conocimiento y sus capacidades, y participar en la sociedad”. Como el presente espacio es muy reducido para transcribir en su totalidad los cinco niveles de evaluación que comprende PISA, pondremos sus extremos. En el nivel 5 -de una escala que va de 300 a 700 puntos-, si el alumno obtiene 625 puntos o más (89,2%), significa que “pueden manejar información difícil de encontrar en textos con los que no están familiarizados. Pueden recurrir a conocimiento especializado, evaluar críticamente y establecer hipótesis”. En el nivel 1, con 407 puntos o menos (alrededor del 60%) los alumnos “sólo pueden ubicar un fragmento de información, identificar el tema principal de un texto y establecer una conexión sencilla con el conocimiento cotidiano”. Por debajo de ese nivel están aquellos alumnos que “pueden leer, en el sentido técnico de la palabra, pero que tienen importantes dificultades para utilizar la lectura como una herramienta que les permita ampliar sus conocimientos y destrezas en diferentes áreas”.

    Tal parece que las recientes pruebas para las becas de Itaipú se asemejan bastante al programa PISA, en cuanto a herramienta de evaluación. Entonces, ¿van a becar alumnos para la Universidad que, con la enseñanza media ya concluida, sólo pueden “ubicar fragmentos de información” y “establecer conexiones sencillas con el conocimiento cotidiano”?.

    Los resultados de la primera participación del Paraguay en las pruebas PISA estarán disponibles en 2018. Obviamente, los pobres resultados de la selección 2016 para las becas de Itaipú nos da un panorama desolador, si es que no se hace algo por mejorar en el camino.

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  9. La ceguera de las 1000 becas de Itaipu
    por Alex López-Rolón

    ¿Recuerdan lo que dijo Mark Twain sobre la democracia en su país? “EEUU tiene la mejor democracia que el dinero puede comprar”. Hoy en día, gracias a una reciente decisión del poder judicial de EEUU que permite que no haya limite en el dinero que se puede donar para apoyar a campañas electorales, su sarcástico comentario es aun más certero. Al igual que EEUU que está alcanzando niveles históricos de desigualdad, Paraguay tiene no solo la mejor democracia, sino también el mejor sistema educativo inicial, primario y secundario que el dinero puede comprar.

    La regla general en Paraguay es que usted tiene acceso a excelentes escuelas siempre y cuando usted pueda pagar. Cuando más dinero pueda pagar mejor su acceso a educación inicial, primaria y secundaria de primer nivel. Si usted tiene escasos recursos económicos, como es el caso de la abrumadora mayoría de la población, entonces su destino es asistir a escuelas públicas sobrepobladas, decrepitas, sin libros, sin laboratorios y sin personal docente bien capacitado en donde es una posibilidad real que el techo del aula se desplome sobre su cabeza. Paraguay es uno de los países más desiguales del mundo. Esa es la realidad. Ciego es el que no lo quiera ver.

    Paraguay cuenta con Itaipu, una de las plantas hidroeléctricas mas grandes del mundo. Itaipu ofrece anualmente 1000 becas para estudios universitarios para graduados recientes del nivel secundario de escasos recursos económicos que hayan culminado con una calificación de 4.0 en una escala de 1 al 5. Las becas no cubren a las humanidades o las ciencias sociales. Itaipú no considera necesario apoyar a futuros historiadores, filósofos, sociólogos, psicólogos, músicos, etc. El solicitante debe llenar formularios de solicitud, subministrar las documentaciones necesarias, presentarse personalmentey aprobar un examen de lengua española y matemáticas.¡Oh sorpresa! Solo un bajísimo porcentaje de los solicitantes acude en persona y puede realizar correctamente el 60% de los examenes (el mínimo requerido). Itaipu cada año se declara sorprendido y los medios de comunicación se escandalizan. Pero no se hacen cambios al proceso de selección.

    Al parecer la gente de Itaipu viven en otro Paraguay. En un Paraguay paralelo, sin desigualdades que solo habla español y no necesita científicos sociales, especialistas en humanidades y artistas. En un pais en donde todos recibieron el mismísimo nivel educativo. Ellos asumen que un estudiante de escasos recursos económicos con nota 4.0 obtenida en escuelas que ofrecen una de las ofertas educativas de peor calidad del mundo en un idioma que no es su lengua materna, ha recibido la formación necesaria no solo para aprobar el 60% de cada examen sino la competencia social para enfrentar el proceso de selección de manera apropiada. Se sorprenden al comprobar que solo un porcentaje ínfimo puede aprobar. Los medios de comunicación, tan ciegos como la gente de Itaipu ante el hecho de que el proceso de selección no considera la realidad social de Paraguay, se escandalizan ante la mediocridad de los resultados de los solicitantes en estos examenes y su falta de competencia social.

    ¿No sería mejor realizar examenes diagnósticos de competencia y ofrecer cursos que nivelen las asimetrías encontradas antes de los examenes que sirven de filtro? ¿No sería mejor también considerar el potencial, la actitud, la motivación, la creatividad y la historia de vida del solicitante como circunstancias mitigantes?¿No sería mejor comunicarse en guarani con los solicitantes si estos así lo prefieren y capacitarles socialmente para enfrentar desafios académicos y laborales? ¿No sería mejor expandir las becas a todas las areas del conocimiento?

    ¿Qué dice usted?

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  10. Mediocre

    Tras el fracaso generalizado en el examen de los jóvenes interesados en obtener becas de Itaipú, el diputado liberal Víctor Ríos propuso que tales becas se concedan por sorteos en vez de los exámenes de admisión.

    Si fuera así tal vez la joven Lina Piris (19), de la compañía Guayaybí de Itauguá, hija de un agricultor y de una ama de casa, que consiguió puntaje absoluto, no hubiera logrado acceder a la beca y la suerte podría haberle correspondido a algún irresponsable que solo se presentó a probar suerte en busca de conseguir un ingreso mensual. Por eso, resulta inaudito que el diputado Ríos, quien es además ¡rector de la Universidad Nacional de Pilar!, se pregunte “qué tiene que ver el promedio con el merecimiento de la beca”.

    El legislador y rector señala que el sorteo debe realizarse entre los más carenciados, pues la Constitución dispone que las becas se otorguen “con preferencia” a quienes carecen de recursos. El reglamento de la EBY atiende esa circunstancia, de modo que los 3.552 postulantes tuvieron una extracción social similar.

    ¿Acaso hubiese sido más justo dejar las becas en manos de la suerte? Víctor Ríos sostiene, además, que “ningún organismo del Estado tiene por qué reevaluar a los alumnos que egresaron del sistema educativo, porque la Constitución establece que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) es el organismo rector de la educación”. Aparte de que esta última disposición no figura en la Ley Fundamental, eso de que los egresados no deben volver a ser evaluados conduciría a eliminar los exámenes de ingreso en las universidades nacionales.

    Es sabido que muchos egresados del nivel secundario no están realmente en condiciones de responder a las exigencias de una buena formación universitaria, mucho menos en aquellas donde se pretende la excelencia en la formación de los futuros profesionales. El mismo Víctor Ríos lo reconoce al agregar que “no puede el Estado, que los formó mal, condenarlos a la marginalidad, porque muchos de ellos no van a poder estudiar sin esas becas”. Lamentablemente, no las hay para todos y, en consecuencia, se debe tener un criterio racional para distribuirlas. En tal sentido, nada mejor que sean beneficiados aquellos jóvenes que demuestran aptitud para el estudio y que se han esforzado para competir con éxito con los demás. La propuesta del diputado y rector es irracional y apunta, en última instancia, a reforzar la mediocridad, ámbito al que él pertenece.

    Según Lina Piris, la formación estudiantil depende por mitades de la calidad educativa y de la actitud y la aptitud del alumno. Sin duda, está mucho más en lo cierto que Víctor Ríos, para quien basta con ser de escasos recursos para salir sorteado con una beca y poder ingresar a una universidad aunque falten la actitud y la aptitud. De lo que se puede estar seguro es que el azar no es el mejor instrumento para superar la miseria de nuestro sistema educativo.

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  11. El aseguramiento de la calidad educativa
    Por Emma Paoli

    La búsqueda y el aseguramiento de la calidad en el campo educativo, se constituyen en vectores desencadenantes de debates, discusiones e investigación en los últimos tiempos.

    Si bien la calidad es un concepto con determinados atributos de complejidad, que ha sido definido desde múltiples perspectivas y ha generado polémicas, los escenarios actuales dan cuenta que las organizaciones asumen un compromiso permanente para alcanzarla; mediante la utilización de estrategias para la implementación de procesos transformadores que respondan a los desafíos de la sociedad contemporánea en permanente transformación, desarrollo y evolución.

    Porque la posibilidad de alcanzar una educación de calidad para todas las personas, es y será una de las estrategias de transformación, colectiva e individual, hacia el devenir de una humanidad más justa, inclusiva y equitativa. La calidad está vinculada a la pertinencia y la responsabilidad con el desarrollo sostenible de la sociedad. En este sentido, se expresa que “es necesario promover mecanismos que permitan, sin menoscabo de la autonomía, la participación de distintos actores sociales en la definición de prioridades y políticas educativas, así como en la evaluación de éstas” (CRES 2008).

    Las prácticas evaluativas serán un proceso valioso en la medida que permita a los propios miembros de la Universidad reflexionar colectivamente; contribuyendo a la mejora de la propia comunidad institucional. En tal contexto, Fernández Lamarra (2010:51), explica que “el concepto de calidad debe ser considerado desde su estructura multidimensional y desde su relatividad en tanto depende de la misión, de los objetivos y de los actores de cada sistema universitario por lo cual, el panorama conceptual sobre calidad es muy amplio y heterogéneo”.

    De allí el desafío de diseñar y llevar a la práctica dispositivos que permitan garantizar la calidad educativa con criterios que reflejen los objetivos globales de la educación superior, en particular, la meta de cultivar en los alumnos el pensamiento crítico e independiente, así como la capacidad de aprender a lo largo de toda la vida. Dichos criterios deberían estimular la innovación y la diversidad.

    Garantizar la calidad de los Centros de Educación Superior Universitarios, sobre la base de los criterios establecidos por los órganos de Evaluación y Acreditación de nivel nacional, se presenta como una tarea compleja que no permitirá el diagnóstico y la comprensión para diseñar estrategias, proponer nuevas propuestas y efectuar mejoras para la calidad educativa institucional, sino se deja el sentido miope de la autoreferencia, para abrir las compuertas de una verdadera y genuina internacionalización de la Educación Superior con especial énfasis en lo referente a que: “… el ejercicio de la autonomía universitaria se constituya en la palanca para garantizar la Calidad y la Excelencia Educativa”.

    Entonces, suscribimos que no se trata de un salto al “mentado cambio de mentalidad”, sino de un paso hacia una “modesta mentalidad de cambio”.

    (Colaboración: Profesor Eugenio González Aquino)

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  12. La enorme lección que Lina nos dejó

    Por Gabriela Báez

    Solemos pensar que una persona pobre no tiene la capacidad de estudiar o las condiciones de optar por una carrera, debido a sus limitados recursos; que muchos están “condenados” a seguir sin avanzar en la vida.

    Una joven llamada Lina Piris nos demostró lo contrario. A sus 19 años de edad, proveniente de una familia humilde de Itauguá, obtuvo el puntaje perfecto en los exámenes para acceder a una de las 1.000 becas que ofrece Itaipú. Su papá, un agricultor, y su mamá, ama de casa, soñaban con verla convertirse en una profesional.

    Ella les está por dar esa satisfacción, con su empeño y sacrificio. Su meta es llegar a ser ingeniera industrial, carrera que sus padres no podían pagar, pero que ella con esfuerzo se ganó. Irónicamente, ese mismo examen no lo aprobaron otros 3.400 estudiantes.

    En medio de una manifestación, repudiaron la calidad de la educación y dijeron que no desarrollaron tales contenidos en sus colegios. No dejan de tener razón, ya que es sabido que Paraguay está aplazado en materia educativa por la falta de inversión y la poca lectura a la que estamos acostumbrados.

    Sin embargo, esto hizo aún más meritorio el resultado que obtuvo Lina, pues ella también proviene de un colegio público donde no tienen los mismos beneficios que los privados; recibió la misma educación deficiente, pero no se quedó de brazos cruzados. Ella eligió complementar por su propia cuenta lo que no le habían enseñado.

    Se postuló a la carrera de Química en la UNA y no ingresó. Pero en lugar de abandonar el estudio, duplicó su empeño y pudo superarse a sí misma. Lina nos enseñó que la pobreza no es una limitación, que no hay peros que valgan cuando sobresalir es nuestra meta y que el estudio es la vía para llegar a donde queremos. Al ver este ejemplo, tenemos dos caminos a seguir: estudiar solo lo que la profe dio en clase y quejarnos cuando no nos sirve, o hacernos cargo de la situación y proponernos a llegar lejos.

    No sé vos, mi querido lector, pero yo quiero ser como Lina. Y estoy segura de que Paraguay necesita más gente como ella.

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  13. Malos alumnos

    Por Guillermo Domaniczky

    Aflojamos y perdimos. Nos convencieron, les bajamos las exigencias y los terminamos premiando.

    Encontramos siempre el pretexto para justificarlo, pero la verdad es que somos débiles y cedemos fácilmente.

    Muchos de los beneficiados en realidad no lo merecen, pero terminan siendo favorecidos. Otros pocos hacen méritos, pero cuando los juzgamos inevitablemente terminamos metiéndolos en la bolsa común de la mediocridad.

    Dejamos la calidad de lado y privilegiamos otras cosas. Y muchos están de acuerdo con que seamos tan poco exigentes con ellos.

    Vista así la cuestión, no podemos sino concluir que en realidad los grandes aplazados somos nosotros. Aplazados porque bajamos la escala de exigencias y cambiamos las reglas que habíamos creado.

    Es el sistema. Ese entramado de normas sociales –escritas o no– que da como resultado lo que hoy tenemos a la vista, la consagración de la mediocridad de los elegidos.

    El primer paso para corregirlo es asumir el error, darnos cuenta de que solo favorecemos a quienes no hicieron méritos para acceder al premio y que algo está fallando en el sistema de selección que proponemos.

    No, no estoy hablando de los chicos que dieron las pruebas para las becas de Itaipú. Ellos son solo una consecuencia de que los adultos avalamos un sistema educativo acrítico y de sumisión. Un sistema que excluye con base en la capacidad económica, y que instaló la triste idea de que generalmente un colegio privado es mejor que uno público para la educación de nuestros hijos.

    No estoy hablando de eso, le estoy hablando de otra cosa, de cómo y a quiénes elegimos. De qué parámetros tenemos en cuenta cuando en las casillas electorales nos enfrentamos a ese papel que se asemeja a un test de selección múltiple en el que nuestras fallas inciden directamente en las vidas de todos.

    Ese es el examen en el que no nos jugamos una beca, sino la vida misma, y en el que penosamente no somos tan rigurosos como deberíamos serlo y bajamos peligrosamente la escala de las exigencias para los postulantes.

    O si no cómo se explica que terminamos votando a pésimos intendentes, gobernadores y concejales, que se quedan con el dinero público destinado a la educación y ni siquiera pueden acercarse a sus oficinas por prohibición judicial; o a varios diputados y senadores que hasta nos pasan la cuenta de sus fiestas, haciéndonos pagarles sueldos a sus amantes, familiares y operadores políticos; o a presidentes que improvisan y nos dicen que vamos por rumbos nuevos, pero nos presentan a viejos conocidos de muy malos recuerdos en su equipo.

    El sistema. Alguno dirá que reproduce exactamente lo que somos. Permítanme disentir, es lo que quieren que creamos que somos.

    Pero ¿cómo se rompe este círculo vicioso? Un primer paso sería entender que si bien el voto es una de las principales formas de participación política, no es la única.

    Activar, organizarse, cumplir, exigir, denunciar, participar, proponer y controlar son algunas otras.

    Pero sobre todo abandonar la ingenua idea de que hay que dejar la política solo en manos de los políticos, confundiendo a la auténtica política con la politiquería y a los políticos con los politiqueros.

    Ingenua idea, por pensar que quienes vienen beneficiándose de este sistema lo van a transformar para perder sus privilegios. Cambiarlo desde abajo, con una activa participación ciudadana y el compromiso de intentar dejar un mejor país para quienes vendrán luego de nosotros.

    En síntesis, involucrarnos, porque como sentenció Platón hace más de 2.300 años, “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.

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  14. El fatigoso becariato

    Por Gustavo Laterza Rivarola

    Todos querrían ser becarios de Itaipú. Conocí jóvenes originarios de familias que podían solventar costos de estudios universitarios, pero preferían jugar a la lotería con las becas. Obviamente, que te paguen la carrera es una opción tentadora. No obstante, en la universidad conocí becados de Itaipú que, por lo regular, eran buenos estudiantes.

    Su problema principal radica en los exámenes de calificación. Se habla de dos asignaturas “colador”, que es como se llama en jerga estudiantil a aquellas cuyos exámenes finales suelen ser más difíciles de lo previsto. Muchos creen que se los hace así adrede, para aplazar a gusto. “Pero ¿qué intención podría tener la universidad en “colar” a nadie, si su negocio consiste en admitir, no en rechazar”, solía explicarles. Pero con las becas de Itaipú sucede otra cosa.

    Hay que saber que cualquier examen se convierte en “colador” si está mal concebido. Quien alguna vez haya rendido asignaturas tuvo la experiencia de hallarse, a la hora de la prueba, ante un papel cargado de preguntas inentendibles o ambiguas, con formulaciones extrañas, con falsas opciones, temas desconocidos o términos raros. No suele ponerse así a propósito, sino por error o ineptitud.

    No tuve acceso a las últimas pruebas de admisión para becas de Itaipú, pero veamos una del año pasado. En la asignatura Lengua Española y Literatura se preguntaba, en el tema 4, esto: “En el verso ‘Jamás con su hermosura’, la palabra subrayada indica una relación: a) catafórica; b) anafórica; c) ecléctica; d) deíctica” (¿Ya la respondió y dio en la diana, amado lector? ¿No? Lamento informarle que no está admitido para la beca).

    En consecuencia, como sociedad debemos cuestionarnos severamente cómo es que en nuestro país hay médicos, odontólogos, veterinarios, ingenieros, arquitectos, etc., que ejercen libremente, hasta progresan, sin nunca haber sabido que en el verso “Jamás con su hermosura” hay un elemento deíctico, pero ninguno anafórico, catafórico ni -¡válgame Dios!-, mucho menos, ecléctico. ¡Qué enigmática gramática; qué didáctica hiperbólica!

    Porque es preciso tener en cuenta que las becas de Itaipú son ofrecidas a estudiantes que desean seguir lo que mal denominan “carreras técnicas”, mas no a los que prefieren las humanísticas. Sin embargo -¡oh hidroeléctrica paradoja!-, los que preparan estos exámenes (en el MEC) no son docentes provenientes de la técnica sino de la humanística.

    Supongo que si hubiese oportunidades para quienes desean seguir Literatura, por ejemplo, en la prueba se les plantearía temas como este: “Un fago de ADN de cadena sencilla tiene unas relaciones de bases A/T=0.33 G/C=2 A+T/G+C=1.33. a) Determine cuál es la relación A+G/T+C en esta molécula y si en la oración expresada hay concordia nominal y verbal; b) redacte cuatro versos en estilo safo-adónico, iniciados con A/T, G/C”.

    De modo que hay que reconsiderar la posibilidad de que el fantasma estudiantil de la “asignatura colador” exista realmente. Si los de Itaipú hacen preparar en el MEC este tipo de pruebas adrede, para colar, para despejar el enjambre de candidatos, a no dudar, son ejecutores o cómplices de un engaño. Si estos exámenes complican la vida de los postulantes por causa de la mera incompetencia docente, es hora de redefinir el objetivo y buscar nuevos métodos de evaluación.

    A los que van a estudiar carreras técnicas, si van a ser calificados por medio de la literatura o la lingüística, deberían concurrir al examen provistos de instrumentos de cálculo, así podrán encarar mejor la tarea; V. Gr.: Primer tema: “Dado los siguientes versos: ‘Los maderos de San Juan / piden queso, piden pan…’ Calcule (usando regla o compás) qué métrica tienen: a) tetrasílabos; b) pentasílabos; c) hexasílabos”.

    Segundo tema: Dada esta estrofa del soneto de R. Alberti: “A ti, mar de los sueños angulares, / flor de las cinco formas regulares, / dodecaedro azul, / arco sonoro”. Calcule el valor de cada ángulo y el rango de frecuencia de onda del arco sonoro.

    Como se ve, hay soluciones para este problema de calificar talentos y vocaciones sin renunciar al maridaje técnico-humanístico. Solo hay que reformular las herramientas didácticas.

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  15. Dimensión espiritual en reforma educativa

    Por Jesús Montero Tirado

    Hace años vengo insistiendo, desde columnas periodísticas, en la necesidad de que nuestro sistema educativo integre en su compromiso con la ciudadanía la educación y el desarrollo de la dimensión espiritual, como parte esencial constituyente de todo ser humano.

    Soy optimista y espero que, algún día, alguien con poder de decisión logre que nuestros niños, adolescentes y jóvenes reciban los servicios de educación pertinentes para que esa parte sustancial de toda persona sea educada y desarrollada, en vez de ser ignorada, amputando así la verdadera educación integral de todos.

    El lunes pasado (18), con el título: “Superar el reduccionismo educativo”, traté una vez más el tema citando a científicos y escritores de autoridad mundialmente reconocida que postulan lo mismo: la necesidad de entender al ser humano en toda su integridad y consecuentemente atendiendo a su connatural dimensión espiritual.

    Recibí varias cartas felicitando y agradeciendo; y una que me decepcionó, escrita por Lázaro Rojas, un profesor a quien he admirado por luchador en defensa de los derechos de los educadores. En esa carta, Rojas hizo dos afirmaciones falsas. La primera, que el plan de la reforma educativa fue copiado del extranjero. Lo cual jamás podrá demostrarlo, porque no tiene nada que ver con la realidad. Los que vivimos, de cuantos iniciamos la reforma, no solo damos testimonio de que no se copió de nadie, sino que podemos demostrarlo documentalmente. Basta leer el libro que publicamos en 1992: “Reforma Educativa, Compromiso de todos” (Informe de avance del Consejo Asesor de la Reforma Educativa) (CARE), para darse cuenta de que no hay una sola pista de posible contaminación de propuesta extranjera. Menos pistas de plagio o inspiración se podrán encontrar en las actas y libros publicados sobre los 17 Congresos Departamentales y los dos Nacionales que retocaron la propuesta del CARE.

    La segunda afirmación falsa del profesor Rojas es que la Reforma nada dijo de la educación de la dimensión espiritual. Quien quiera comprobar su falsedad, basta que lea en el mismo libro citado, dentro del capítulo “la filosofía de la educación” (página 45), el primer párrafo sobre “Fines de la educación paraguaya”, que dice: “La educación paraguaya busca la formación de mujeres y varones, que en la construcción de su propia personalidad logren suficiente madurez humana, haciéndose capaces de relacionarse comprensivamente con los demás, con la naturaleza y con Dios, en un diálogo transformador con el presente y el futuro de la sociedad a la que pertenecen y con los principios y valores en que esta se fundamenta”.

    El párrafo define claramente la “trascendencia” del ser humano, que se realiza en sus relaciones trascendiéndose en todas sus coordenadas, incluida explícitamente la coordenada fundamental de la relación con el “Trascendente Absoluto”, que es Dios.

    La propuesta de la dimensión trascendente (espiritual) del ser humano es el primer fin de la educación paraguaya, según el Consejo Asesor de la Reforma Educativa. Que este fin no se haya procesado en toda su dimensión en el sistema educativo no es problema ni deficiencia del CARE, porque la reforma de la educación no es asunto solamente del CARE, este Consejo propuso, como Consejo, pero la realización de sus propuestas nunca estuvo ni tenía que estar en sus manos, sino en manos de los gestores y operadores de la educación, que fueron y son otros muchos, ni siquiera solo el Ministerio de Educación.

    Y volvemos a repetir lo que dice la Constitución Nacional (art. 75): “La responsabilidad de la educación es de la sociedad y en particular recae en la familia, el municipio y el Estado”. La reforma de la educación, decíamos como título del libro citado, es “compromiso de todos”.

    Afirmar que la reforma educativa fue un fracaso es una generalización excusable en discursos políticos, no en afirmaciones de educadores y científicos. La reforma tuvo logros importantes y deficiencias significativas. Echar la culpa de los resultados de la Reforma al Consejo es ignorancia o irresponsabilidad ética. Si el desarrollo de la dimensión espiritual no está incluido expresamente en el sistema, no es por negligencia del Consejo Asesor de la Reforma Educativa. Y atribuir el estado actual de la educación a la reforma es desconocer la vida y evolución del sistema educativo como “sistema” y mayor ignorancia.

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  16. Sobre los sobresalientes

    Por Lourdes Peralta

    Hace unos días supimos de un par de casos de jóvenes pobres que han logrado destacarse gracias a sus calificaciones sobresalientes. Sin demeritar a estos chicos que tienen la bendición del estudio (ojalá amen el conocimiento mucho más que cualquier título y dinero) no es justo colocarlos como únicos ejemplos para todos los demás.

    Cada joven en edad de estudiar y que no lo hace, cada niño que no sabe leer ni escribir –aún yendo a la escuela– tienen una historia familiar, sociopolítica y económica. He leído infinidad de comentarios de los lectores, diagnosticando haraganería y falta de voluntad, como si fueran las únicas razones del fracaso de los jóvenes. Y es en esto donde tiene que existir de parte del Gobierno un trabajo serio, apoyado en técnicas, ciencias humanas y sobre todo una defensa de la familia. “Afuera el mundo debe ser igual de horrible”, decía Smike, un joven harapiento que vivía encerrado y esclavizado. “No, afuera hay esperanza”, corregía el maestro Nicholas Nickleby”; su autor, Dickens, siempre fue un denunciante de las injusticias, del infierno de los niños pobres, pero a la vez rescataba las maneras en que ellos buscaban la vida. Otro gran autor social, Jorge Amado, relataba en Jubiabá cómo los niños pequeños aprovechaban la tierna edad para conseguir limosna, porque sabían que al crecer aquella lástima se transformaría en estigmatización y odio sobre ellos.

    Seguimos anclados en viejos prejuicios. No solamente la religión ha pecado de no saber evangelizar a los suyos, tampoco la sociedad, la que gusta llamarse libre y racional, ha sabido crear una sociedad sin patíbulos en cada esquina. No comprendo la condena de aquellos adultos que tampoco fueron estudiantes sobresalientes. Cada historia tiene un protagonista diferente, con su forma particular de concebir lo que ha vivido, algunos tienen más capacidad de resistencia, más creatividad, a otros les fue negada.

    La pobreza material también acarrea otras pobrezas humanas muy profundas. Por eso antes de juzgar debemos investigar y comprender las causas madres de la deserción escolar.

    Unos niños (7 y 10 años) del Bañado Sur me contaban que su papá no estaba con ellos porque había viajado: “Él viajó, tiene otra familia en otro país”. Les pregunté si sabían en qué ciudad, qué capital. El mayor se quedó callado, luego me dijo que no sabía y me preguntó qué era una capital. Les di ejemplos: ¿Tu papá estará en Madrid, de España, o en Buenos Aires, de Argentina? Y el más pequeño dijo al instante: “¡Sí!, ahí está, en Buenos Aires”. A pesar de su extremo guaraní y mi extremo castellano, nos entendimos. Hora de geografía, tomé un palito y en la tierra les dibujé un mapa. Aún subalimentados, aprendieron vorazmente y fue por razones sencillas y poderosas: su corta edad, la necesidad de saber dónde estaba su padre y la facilidad del método.

    El sistema educativo tiene que estar adecuado a la realidad e intereses de la mayoría, para así generar jóvenes ágiles en el estudio, pues estarán aprendiendo sobre sí mismos y sobre el mundo. Si no es así, los que sobresalen se adaptaron a un sistema extraño que los acepta, pero no los reconoce.

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  17. Mediocres

    La sociedad se escandalizó hace unos días porque de 3.800 aspirantes a las becas de Itaipu ni siquiera el 5% logró alcanzar el puntaje exigido. La cantidad de plazas habilitadas era de 1.000 y apenas 200 estudiantes lograron el puntaje requerido. Las críticas apuntaron principalmente a los aspirantes, quienes luego del aplazo masivo protagonizaron movilizaciones y lograron que se reduzca la escala para que un mayor número pueda acceder a las becas.
    Los mismos jóvenes al sentirse fracasados y estafados por una educación mediocre, criticaron también el sistema educativo. “Deja mucho que desear la educación, acá se ve el resultado de lo poco que se aprende en el colegio. Este examen es como una prueba de que Paraguay es uno de los peores en materia de educación”, dijo a los medios de prensa uno de los postulantes.
    No es ninguna novedad el pobre nivel de educación que brindan nuestras instituciones educativas. En una prueba realizada a docentes en un concurso para ocupar cargo, los resultados también fueron catastróficos. El 65% de los docentes en concurso se aplazó en las pruebas escritas. En aquella oportunidad se tomaron exámenes a casi 9.200 docentes, en el marco del concurso público de oposición para llenar 7.786 cargos vacantes, por lo que muchos cargos siguieron vacantes, porque los aspirantes no reunían el perfil.
    Las cifras son terribles, no hace mucho el ministro de Trabajo, Guillermo Sosa, comentaba también que de una reciente oferta de 5.000 puestos de laborales, solo pudieron acceder 500 porque el resto fue incapaz de presentarse formalmente para explicar quién era, dónde y qué había estudiado o por qué quería trabajar.
    Ya hemos perdido varias generaciones como consecuencia de esta pobre educación. Cuántos egresados hay en el país que exhiben un cartón, pero que a la hora de desempeñarse como profesionales no pueden siquiera hilar un pensamiento coherente, o escribir un párrafo completo sin error ortográfico. Son los mediocres, egresados de una educación mediocre, que ocupan los espacios de poder y muchos de ellos están dictando cátedras en universidades. ¿Qué clase de profesionales egresados se pretende conseguir dentro de este panorama?
    ¿Qué hacer ante semejante situación? ¿Cómo se logra revertir esto para que cortemos la cadena de reproducción de mediocres? Y en verdad las perspectivas son bastantes siniestras, porque los cambios y la inversión en educación debe provenir de la clase dirigente. Y con la clase dirigente que tenemos…

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  18. Educación: La revolución que falta

    Por Cristian Nielsen

    El excelente reportaje televisivo traía todos los detalles. Era un joven de 18 años, a quien arbitrariamente llamaremos Juan. Juan vive con sus padres en un albergue para damnificados en donde impera la precariedad. Sin embargo, Juan calificó entre los 200 primeros elegidos por Itaipú para otorgarle una de las 1.000 becas completas de grado universitario ofrecidas por la binacional. Reconoció que había preguntas, en el examen, que –como dicen los estudiantes- “no habíamos dado en el colegio”. Pero Juan no hizo de eso una excusa. Obtuvo el temario, que estaba a disposición de cualquiera que lo pidiese, buscó información adicional y así pertrechado, fue a la prueba. La pasó con alto puntaje. ¿Por qué el sí y otros no? ¿Por qué Juan no necesitó que le bajaran el puntaje mínimo exigido para hacerse acreedor a su beca? Tal vez porque forma parte de ese pequeño núcleo de privilegiados a quienes ha tocado un coeficiente de inteligencia por encima del promedio. O tal vez porque Juan tiene voluntad de proyectarse más allá de la mediocridad que impera en todas partes. Quizá fueron sus padres quienes lo alentaron a esforzarse, o tal vez algún profesor o maestra que vieron en él un potencial capaz de llevarlo a metas más exigentes.

    Muchos “tal vez”, demasiados “quizá” sobrenadando en la superficie de un sistema educativo descosido y sin objetivos como el que hoy padecemos. Pero, ¿y si consideráramos que lo que Juan hizo fue tomar con absoluta seriedad y responsabilidad el desafío que se le ponía por delante? Y que en vez de pintar pancartas y exigir que se eliminaran de la prueba aquellas preguntas que “no habían dado en el colegio”, lo que hizo fue estudiar más para incorporar a su conocimiento aquello que se le exigía. Mientras otros peleaban por rebajar de nivel, Juan se propuso y logró subir un escalón. Es más: Juan avergonzó, con su aplicación y su tenacidad, a los burócratas de Itaipú y del MEC quienes en lugar de premiar el esfuerzo e iluminar el camino a seguir, optaron por ceder ante la mediocridad, la que hace número, la que llena estadísticas que sólo reflejan el vacío, la inconsecuencia y la tendencia patológica hacia el “ya da ya” que sufrimos los paraguayos.

    El MEC e Itaipú podrían haber hecho un servicio invaluable a la gran misión de elevar la calidad de la educación en el Paraguay. Lo habrían logrado manteniendo inflexible el rango de rendimiento exigido en primera instancia e iniciando, a partir de esa experiencia, un análisis profundo de la instrucción pública en el Paraguay. Pero no, defeccionaron de esa misión. Prefirieron repartir las becas como si fueran los premios de una kermesse de barrio para contentar a todos. Y se anestesiaron hablando de que a “estos les faltaba un punto, a los otros dos”, etc. Patética y elocuente radiografía del estado ruinoso que ha alcanzado el sistema educativo en el Paraguay que necesita no sólo una revolución, sino hombres y mujeres con temple para hacerla. Los que están ahora no sirven para eso.

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  19. Las oportunidades existen, simplemente no sabemos cómo llegar a ellas.
    María Lorena Galeano Meza.
    Cuando escucho algunas clases brindadas por docentes universitarios, hablan de sus experiencias académicas en el extranjero, y me cuestiono cómo lograron salir del país y estudiar en países foráneos. En la actualidad, se menciona mucho la existencia de becas, pero con mi vivencia considero que siempre hubo esas oportunidades, el hecho radica en que no había información, y el acceso a las mismas estaba reservado prioritariamente a personas que por ejemplo tenían familiares profesionales o eran parte de prestigiosas familias de grandes académicos.
    La diferencia es que, ahora las becas tienen mayor difusión mediante las redes sociales y los medios masivos de comunicación y ya no se encuentran centrados a un público objetivo específico.
    Pero existe una traba ante estas grandes oportunidades, la calidad básica de la educación con la que los jóvenes terminan el colegio y/ o la facultad, lo que no les permite acceder a las becas.
    De ese modo se da un desperdicio y pocas personas, acceden a las mismas por mérito propio y se busca la influencia de alguna mano poderosa que los respalde.
    Aunque no todo presenta un panorama desalentador, es loable que el Estado este brindando estas chances a sus compatriotas en pos de un país mejor, con profesionales de calidad.

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  20. Más ingresos y más responsabilidad social de las binacionales
    19 Dic 2016

    La noticia de que Itaipú, además de la mayor producción de energía acumulada, batió otro récord mundial como mayor productor de energía en el mundo, con las cifras publicadas en los diferentes medios masivos de comunicación, puede sonar difícil de entender para los que no manejamos el lenguaje altamente técnico.

    Sin embargo, es importante destacar que el récord de producción acumulada de energía y ahora el de mayor producción anual, con 98.805.529 MW/h, récord al que llegó la binacional el viernes próximo pasado a las 23:09, hora local, superó a la producción de la usina Tres Gargantas de China, que desde el 2014 ostentó la cifra de 98,8 millones de MW/h. Estas cifras se acercan a la meta de que termine el 2016 con más de 100 millones de MW/h, que se fijó ya en el 2012 y que esperan lograr en días.

    Esta situación generará, según lo expresado por los titulares de ambos socios de Itaipú –Brasil y Paraguay– mayor generación de energía limpia para el consumo de ambos países. Actualmente, la cobertura es del 18% del consumo del Brasil, frente al 14% del 2015 y el 82% del Paraguay, ante el 76% del año pasado. Y eso también representa un mayor ingreso en concepto de royalties, que son los derechos por la explotación del uso de agua para la generación de energía que ambos países perciben.

    Los cálculos realizados sobre este nuevo ingreso de divisas generaron inmediatamente el beneplácito en ambas orillas de la megarepresa. Es que se trata de un cálculo que se realiza en base a la variación del dólar americano, lo que este año generará unos ingresos de nada menos que 15% más. Las oficinas de ambos países dieron a conocer que desde 1985, cuando entró en funcionamiento la producción de energía de Itaipú, los royalties pagados a los dos países superaron los 10 mil millones de dólares.

    Indudablemente, acabamos de hablar de cifras multimillonarias en dólares, que llegan al país en forma de pago de royalties, lo que significa también que es una inyección importante para la entidad. El manejo económico y la utilización de este dinero han generado muchas discusiones desde los primeros tiempos y más de una vez se ha acusado a quienes tuvieron en sus manos y bajo su responsabilidad el uso de ese enorme caudal económico, por el mal uso o la falta de transparencia en el manejo de los mismos.

    A través del Programa de Responsabilidad Social y Apoyo a la Educación de Itaipú, 1.000 jóvenes procedentes de todos los departamentos y zonas del país, podrán acceder a estudiar carreras universitarias.

    Hoy por hoy, vemos que la situación de la Itaipú Binacional ha dejado de lado el hermetismo con el que por décadas se manejó, aislada de la sociedad paraguaya y su problemática, para asumir una responsabilidad social más clara y acentuada que, afortunadamente, parece ir creciendo cada vez más.

    En estos momentos, gracias a esos ingresos por royalties, se habla del apoyo a la construcción de viviendas para sectores marginados; inversión en mejoramiento de escuelas y puesta en marcha de numerosos proyectos conjuntos con instituciones del Estado u organizaciones civiles.

    Como prueba de que los royalties bien utilizados son una poderosa inversión en el presente y futuro del país, actualmente se ha abierto una nueva convocatoria a becas para estudiantes que aspiren a la educación universitaria de grado. A través del Programa de Responsabilidad Social y Apoyo a la Educación de Itaipú, 1.000 jóvenes procedentes de todos los departamentos y zonas del país, podrán acceder a estudiar carreras universitarias completas, tanto en las universidades nacionales de todo el territorio, como en los centros de estudios superiores privados que firmaron convenio con la binacional.

    La importancia de ese apoyo es esencial para muchos jóvenes que, a pesar de ser excelentes alumnos en los estudios secundarios, tienen pocas oportunidades de aspirar a una carrera universitaria debido a los costos de la misma. Son mil las vidas de estos estudiantes y las de sus familias las que cambiarán indudablemente, gracias al acceso a la formación terciaria. Por eso, vale la pena entusiasmarse con la idea de que la Itaipú Binacional genere mayores ingresos y que sean manejados con mayor transparencia y responsabilidad hacia la sociedad paraguaya toda, en inversiones que realmente lleguen a donde más se las necesita.

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  21. La mejor manera de garantizar un futuro de éxito para el país
    13 Feb 2017

    Se ha hablado y se habla hasta el cansancio de las diferentes formas de alcanzar los objetivos del Milenio, erradicando a la pobreza con la creación de fuentes de trabajo genuino y también a través del apoyo a los sectores más vulnerables, como la niñez y la tercera edad.

    Además de estas medidas, tendientes a cubrir las necesidades básicas a través de programas como Tekoporã y llevar adelante políticas públicas de acceso a una vivienda digna por parte de familias de escasos recursos, cabe recordar que gran parte del objetivo trazado para combatir la pobreza debe centrarse en la educación.

    Y el acceso de los jóvenes a estudios superiores y técnicos es uno de los aspectos insoslayables para alcanzar la meta de convertir al Paraguay en un país en el que abunden los profesionales capacitados para ocuparse de los diferentes rubros que promueven el desarrollo.

    Por ello, es una muy buena noticia la publicada en estos días que anuncia que el 99,6% de los seleccionados entre los jóvenes que se postularon a una beca de la Itaipú Binacional ha accedido a la posibilidad de desarrollar una carrera universitaria completa, sin desembolsar un solo guaraní.

    Ese 99,6% corresponde a más de 2 mil jóvenes, unos 2.135 en total, de los 2.145 que se postularon para las mismas. La cantidad de becarios que este año 2017 comenzará a transitar el camino de los estudios terciarios supera por mucho a los beneficiarios de años anteriores, que no superaban las 1.000 plazas. Por decreto presidencial se ha habilitado a la totalidad de los jóvenes que se han presentado luego de superada la prueba, sin quedar, como en otros períodos, fuera de esa aspiración de acceder a los estudios superiores, más de la mitad de los postulantes.

    El otro aspecto que debe invitarnos a reflexionar en este caso es que dichos jóvenes becarios que ahora desarrollarán una carrera proceden de todos los departamentos del país y son preseleccionados entre los que cumplan con el requisito principal: ser buenos estudiantes y pertenecer a una familia de escasos recursos económicos. Esto asegura desde el vamos que la idea principal es abarcar ese universo que por diferentes cuestiones, como la falta de recursos económicos y la de oportunidades reales, quedaba fuera de la posibilidad de acceder a la universidad. Además, está cumpliendo con el objetivo de ir dando batalla contra la exclusión socioeconómica que es la mayor causa de pobreza.

    Esto asegura desde el vamos que la idea principal es abarcar ese universo que por diferentes cuestiones, como la falta de recursos económicos y la de oportunidades reales, quedaba fuera de la posibilidad de acceder a la universidad.

    La cifra histórica del 99,6% de los postulantes que han alcanzado la categoría de becados no hace otra cosa que confirmar que miles de jóvenes paraguayos quedan a las puertas de la oportunidad de convertirse en profesionales en diferentes áreas por falta de condiciones socioeconómicas. Justamente, los pocos excluidos de las becas, un 0,3% aproximadamente, fueron aquellos que, a la hora de someter a todos los postulantes a un exhaustivo análisis socioeconómico, habían falseado datos sobre su realidad.

    Por ello, cuando el próximo miércoles 15 de febrero se reúnan miles de jóvenes provenientes de todo el país para recibir sus certificados de adjudicación, seguramente la emoción sea el sentimiento predominante en ellos y sus familiares, que verán así coronado el esfuerzo genuino, realizado en pos de un destino mejor, a base de esfuerzos y dedicación, incluso en condiciones difíciles o precarias.

    Vale la pena entonces interpretar esa señal, como un paso más y de gran importancia, en busca de cumplir con los objetivos de erradicar la pobreza en forma real y sostenida, brindando desde el Estado el acceso a la formación profesional, una herramienta que les servirá a jóvenes y al país para siempre, ya que no caducará ni dependerá de los vientos que soplen en la política, sino que forma parte de las grandes transformaciones que necesita el país, para que pueda transitar la senda del genuino progreso.

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