Dramática situación en Ñeembucú

Crítica es la situación que las intensas lluvias y la crecida de los ríos Paraguay y Paraná han ocasionado en distintas localidades del departamento de Ñeembucú. Cientos de familias han perdido todo (cosechas, bienes de toda clase, etc.) mientras que el agua anega amplias áreas de esa parte del país. La cuestión ha llegado al extremo de que algunos sitios quedaron incomunicados y aislados y solo pueden recibir asistencia por vía aérea. Para colmo se agrega ahora el hecho de que corren peligro de derrumbe por el avance de las aguas las ruinas históricas de la iglesia de Humaitá, donde el ejército paraguayo resistió por largos meses el asedio y el bombardeo de las fuerzas aliadas durante la guerra de la Triple Alianza. Por imprevisión y desidia de las autoridades, los últimos vestigios de una construcción que soportó erguida el ataque inclemente de la artillería argentina y brasileña y de la flota imperial del Brasil puede venirse abajo en las próximas semanas. La amenaza que se cierne sobre las ruinas de Humaitá da una idea de la gravedad del drama que viven tantos compatriotas por efecto de los últimos fenómenos naturales. Para empeorar las cosas, desde la represa de Yacyretá se anuncia la alta probabilidad de la apertura de las compuertas, debido a los picos que viene alcanzando el río Paraná.

Desde luego, ante todo es preciso atender las necesidades y urgencias de la población. Los gobiernos locales, departamentales y el Poder Ejecutivo nacional deben cooperar para asegurar la provisión de alimentos, abrigo y materiales de construcción a los damnificados. Es especialmente importante restablecer las vías de comunicación y los caminos, así como recuperar en el menor tiempo posible la normalidad en las escuelas e instituciones educativas. Salta a la vista al considerar el delicado momento que atraviesan los habitantes de Ñeembucú que, pese a su cercanía con la capital del país y el enorme potencial que alberga, esa parte de la Región Oriental sigue hundida en el olvido para las autoridades. Poco y nada se avanzó en los últimos años en materia de infraestructura y redes viales o en mejoras en las comunicaciones. Muchas poblaciones siguen aisladas del resto del país, una condición que las lluvias solamente agravaron hasta un límite extremo. Es necesario mencionar además la fragilidad de las instituciones estatales encargadas de atender emergencias de estas proporciones. Es fundamental en lo inmediato volcar más recursos a las entidades que trabajan para mitigar el impacto de las inundaciones. Pero es crucial plantearse más a largo plazo nuevas estrategias, leyes e instituciones que desarrollen lo que en otros países se denomina defensa civil. Esto es, la gestión de los mecanismos y recursos destinados a prevenir, afrontar y reparar los efectos de las catástrofes naturales y ambientales.

Posteriormente, se deberá analizar cómo trabajar en adelante para poner a resguardo el patrimonio histórico y cultural en la zona y los mecanismos de prevención y de mitigación de las cíclicas inundaciones que afectan a este departamento. Cualquier plan de defensa debe partir de las singularidades de Ñeembucú que por sus características físicas -es la confluencia sedimentaria de los ríos Paraguay y Paraná, prácticamente sin tierras altas ni elevaciones- es proclive a tener graves problemas de inundación y falta de drenaje en momentos de fuertes precipitaciones. Obras de defensa costera y de desagüe pluvial son indispensables en las zonas ribereñas, de lo contrario las evacuaciones y las pérdidas materiales y hasta humanas serán inevitables con cada nueva crecida.

http://www.lanacion.com.py/articulo/163944-dramatica-situacion-en-eembucu.html

6 comentarios en “Dramática situación en Ñeembucú”

  1. Medir las consecuencias

    Es muy frecuente observar los efectos que producen lluvias, huelgas, malos caminos, cortes de luz y de agua en el desarrollo de la una vida normal en el Paraguay, que si pudiéramos medirlos en términos económicos las cifras serían altísimas.

    No solo perdemos dinero y tiempo, sino además vidas humanas que parecieran no importar mucho a nuestras autoridades. Recién nacidos y enfermos muertos por infección hospitalaria hacen parte de estos números trágicos que, por recurrentes y reiterados, han dejado de ser noticia en el país.

    Vivimos en un país precario y nada nos muestra con más claridad dicha característica que los días de lluvia. Si cae agua como en las últimas semanas, durante el día, seguro que la inundación precarizará aún más las calles, avenidas, sumideros, desagües, viviendas y vidas.

    Clases que no se dan, operaciones quirúrgicas que no se practican, citas comerciales que no se concretan… nos demuestran de manera clara que no medimos aún las consecuencias de no hacer la tarea cuando no llueve.

    Personas que levantaron sus casas cerca de cauces de agua, cuando deberían construirlas a más de 150 metros, como establecen las reglas del urbanismo, o que el MOPC, que debería tomar sus precauciones mínimas, deja de cobrar el peaje en Ypacaraí, porque la caseta de control de las computadoras que controlan el pago ha quedado completamente inundada y tuvieron que pasar sin pagar cientos de vehículos, son algunas de las muestras donde pareciera que todo vale y que nuestro nivel de organización social aún no ha superado los estándares mínimos de civilización que alcanzaron hace años otros países.

    A más de dos siglos del establecimiento de los desagües cloacales, aún aquí tiramos las aguas negras al mismo río que ahora lo vemos de frente y que algunos anhelan convertirlo en un atractivo turístico e incluso pelean por bañarse en ellas.

    No tenemos conciencia social y el sálvese quien pueda grafica claramente que la vida no tiene valor en el Paraguay.

    Si a esto sumamos el maltrato en oficinas públicas o en hospitales, tenemos el cuadro completo de una sociedad envilecida por una relación donde solo parece importar a cada uno su conveniencia y no el interés colectivo que es lo que mejor define a la política.

    Esta parece diseñarse sobre la lógica del odio y del resentimiento y no del amor ni del servicio. Esto nos agota como nación y hace que acabemos no creyendo en el enorme potencial del Paraguay al que no terminamos de amarlo más allá de la nostalgia lejana y de las frases de ocasión.

    Debemos comenzar a medir las consecuencias de nuestros actos y actitudes para dejar de ser un país precario que se hunde en la primera lluvia que se abate en otoño.

    La metáfora de esta estación de las hojas caídas podríamos graficarla mejor con las oportunidades perdidas que lleva a muchos que de tanto insistir y golpearse no encuentran mejor salida al país que el aeropuerto o las estaciones de buses.

    Debemos hacer del Paraguay algo más llevadero y no la repetición de sus desgracias, que hace que pareciera que nunca logramos alcanzar el desarrollo que permita saber que la vida de cada uno, su tiempo y sus oportunidades no pueden terminar acabadas cada vez que llueve.

    Por Benjamín Fernández Bogado

    http://www.ultimahora.com/medir-las-consecuencias-n791687.html

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  2. ÑEEMBUCÚ

    por Andrés Granje.

    Unas 20 mil personas componentes de más de 5 mil familias se encuentran damnificadas en el Departamento de Ñeembucú, por la súbita crecida del río, lo que lleva a una institución de beneficencia de tanto merito como la Cruz Roja Paraguaya a iniciar una campaña de ayuda a este departamento, llamada “Todos por Ñeembucú”, en la cual todos debemos colaborar. Se pide desde productos alimenticios no perecederos, ropas, mantas, frazadas, colchones, hasta dinero en efectivo para hacer frente a las necesidades perentorias. El Pueblo paraguayo tiene una larga tradición de solidaridad que ahora se tiene que poner de manifiesto para esta gente que como nunca están sufriendo los embates de los fenómenos climatológicos que se muestran riguroso con nuestro país.

    En efecto, uno de los departamentos más castigados por las grandes lluvias caídas en todo el territorio nacional ha sido el departamento de Ñeembucú con su capital Pilar, las comunidades están sitiadas y rodeadas por el agua, la ayuda solamente se puede hacer por vía aérea, helicópteros y pequeñas avionetas ya que todos los caminos están cortados por el agua, gran parte de estas regiones son esterales que con suma facilidad quedan anegadas y cortadas al tránsito vehicular. La mayoría de los vecinos de estas comunidades no quieren abandonar sus viviendas y sufren, chapoteando en el agua, con todos sus enseres otros ya no lo pueden hacer porque quedaron encerrados en la muralla de agua, señalaron los que estuvieron por la zona y vieron la situación crítica que están pasando.

    Creemos que este es el momento que las autoridades nacionales tomen conciencia de cuan necesario es construir las grandes obras que el departamento precisa para dar satisfacciones a la población y sus anhelos de vivir mejor e integrarse plenamente al territorio nacional, ya que hasta el momento muchos compatriotas ñeembucuenses cruzan el río por asistencia básica de salud al territorio argentino, o hacen que sus hijos estudien en escuelas y colegios argentinos antes que en institutos paraguayos. Esto es por la ausencia absoluta de patria en una zona fronteriza, dejando con mucha irresponsabilidad que un gobierno vecino se haga cargo de las responsabilidades inherentes a nuestro país.

    Confiamos por otra parte que esta campaña emprendida por una institución de tan bien ganada fama como lo es la Cruz Roja Paraguaya, haga que la solidaridad cunda entre todos los habitantes de nuestra nación, mas teniendo en cuenta que existen poblaciones chaqueñas y de otros departamentos en la región Oriental que igualmente son damnificadas por la crecida del río Paraguay. También en Asunción casi mil personas ya tuvieron que ser reubicadas, y un número similar asistidas por la riada y por las lluvias que según la Dirección de Meteorología seguirá cayendo con intensidad durante todo el año 2014, por lo que tanto las autoridades como la población deben tomar las precauciones del caso.

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  3. El para, el gua y el y

    Es notable cómo un país como el nuestro, cuyo nombre deriva del agua, no se haya preparado, desde la época neolítica para paliar en algo las inundaciones y tampoco para su contrapartida, las sequías. El agua es siempre un problema en el Paraguay, tanto por la abundancia como por su falta.

    El nombre de este país deriva del agua. El “y” significa agua y “ay” significa río. El “para” no está bien determinado. Los que saben aseguran que deriva de la conversión de “payagua”, denominación despectiva que se dirigía a esa tribu indígena que, en su momento, eran los que dominaban el río Paraguay. Entonces el significado consiste en el “río de los payagua”.

    Otra acepción y que hasta se enseña en las escuelas da a entender que el “pará” viene del moteado o veteado de sus aguas de tinte turbio. El “gua” que significa lugar y el “y” de agua. A esta altura, o profundidad, no vamos a discutir el origen del nombre de este país ya que existen otros orígenes, solo comentar lo que nos pasa por tener tanta agua y al no tener el líquido en otro momento. O tener agua y sequía al mismo tiempo.

    Paraguay es el principal exportador de energía eléctrica del mundo, es cuarto productor de soja y sexto vendedor de carne vacuna del planeta Tierra y alrededores. Todo se circunscribe sobre el agua. Están las represas que nos originan dinero, los royalties y el Fonacide. Que después sirvan para pagar niñeras y nenes de pecho que maman de sus turbinas, cajas jubilatorias podridas, intendentes y gobernadores que le dieron la patada y palada inicial a la pobreza, es agua de otro caudal.

    Los cultivos y la producción agropecuaria y forestal dependen del agua. El cuerpo humano es casi un 80% de agua. Se encuentra hasta en los huesos y nuestros dientes y cada ser humano necesita de unos 50 litros de agua por día para el aseo, la comida, la limpieza de la casa y de la ropa. El arroz, uno de los granos más consumidos en el mundo, originó junto al agua, 120 millones de dólares por las 600.000 toneladas producidas en el Paraguay durante la cosecha del 2013.

    Las inundaciones que ocurren nos ayudan a recordar que tenemos alma de damnificados y eso origina terreno o agua fértil para los políticos partidarios que siempre deben aportar albergue, colchones, frazadas y alimentos para que todos los años tengamos la misma historia. Si nadamos hasta el otro extremo nos topetamos con la sequía al no aprovechar el agua, a excepción de lo que ocurre con los menonitas del Chaco que nos enseñan lo que se debe hacer cuando llueve y cuando arrecia la sequía.

    Hace cerca de 50 años que la entonces Corposana habilitó la estación de bombeo de agua sobre el Tebicuarymí, sobre Ruta VIII, para 8.000 usuarios de Villarrica y Coronel Oviedo, hoy hay más de 20.000 conexiones. La falta de agua ya comenzó hacia fines del 90, en el 2000 se esfumaron los millones de un préstamo internacional y dicen que hoy la planta produce 18 millones de litros/día para casi 100.000 habitantes urbanos de Villarrica, Cnel. Oviedo, Yataity y Mbocayaty. Se necesitan solo de unos 5.000.000 de litros/día. El drama está en las cañerías y en la incapacidad de la Essap. Eso sí, el ente sirve para perder, sin competencia, G. 9.000 millones por mes y contar con 1.900 funcionarios en total.

    Con la última lluvia la planta de bombeo de la Essap sobre el Tebicuarymí quedó bajo agua y, paradójicamente, Villarrica no tuvo agua por exceso de agua y en los días sin lluvia, por falta de tubo; pero eso no importa, el año próximo tendremos la misma historia.

    El presidente Cartes, en su discurso de asunción al mando, lo primero que solicitó fue agua para aclararse la garganta y si los payaguá siguen disfrutando del agua desde hace siglos, los villarriqueños solo hace 50 años que no perdemos la esperanza.

    Es que somos “república aparte” y no formamos parte del “para”, del “gua” ni del “y”…

    Por Caio Scavone

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-para-el-gua-y-el-y-1242282.html

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  4. Emergencia vial

    Por Clide Noemí Martínez, ABC Color

    Los caminos del Ñeembucú, que son una verdadera vergüenza nacional, nuevamente fueron el motivo de las principales quejas y pedidos al presidente, Horacio Cartes, durante su visita a las zonas inundadas. Vecinos –con el agua hasta el cuello y que han perdido todos sus bienes– priorizaron la necesidad de contar con vías asfaltadas a la hora de peticionar al Primer Mandatario.

    “Sin caminos es imposible el desarrollo”, apuntó Nery Quintana, quien coordina a los pequeños productores del sur, cuyos integrantes fueron los mayores perjudicados por la inundación en la región. Siendo rigurosos y sin entrar en ninguna exageración, el Ñeembucú vive desde hace décadas una real y constante “emergencia vial”.

    Los caminos son en realidad barreras impasables para los automovilistas y especialmente para los encargados de producir en el área rural. Los ñeembucuenses saben que por más esfuerzos que realicen y más ilusiones de progreso se forjen en los que aún no fueron ganados por la desesperanza, el aislamiento es un factor determinante. La emergencia vial que frustra el futuro de las familias del sur debe ser la prioridad del Plan de Recuperación del Ñeembucú que motivó la visita presidencial.

    El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones tiene la responsabilidad de ocuparse inmediatamente en transformar en obras la gran deuda que tiene con el departamento y sus habitantes. El desastre causado por las grandes lluvias no solo se debe a la furia de la naturaleza, sino fundamentalmente al abandono de la zona por los responsables de las rutas del país.

    Los habitantes del departamento esperan que el presidente Cartes cumpla su promesa de pavimentar los caminos. Si lo concreta, pasará a la historia como el mandatario que hizo justicia con los pueblos del sur. Si no lo hace, será uno más de los políticos mentirosos y traidores que prometieron desarrollo a cambio de votos pero terminaron mofándose del pueblo del Ñeembucú que ayudó a encumbrarlos en el poder.

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  5. Inundaciones: La emergencia más eficaz exige planificar

    Los daños causados por las inundaciones en varias partes del país revelan que hace tiempo las instituciones públicas y las fuerzas vivas del país han bajado la guardia en relación al fenómeno climático que retorna cada tanto. Es patente la falta de previsión y de trabajo gradual y sostenido para ofrecer soluciones sustentables para que las consecuencias de los desbordes de cauces hídricos no sean de la magnitud que hoy se observa en los departamentos de Ñeembucú, Misiones, Presidente Hayes y Alto Paraguay. Ante esto, es preciso que las instituciones a las que atañe el abordaje de situaciones de esta naturaleza planifiquen una estrategia de contención duradera.

    Una de las características de los países pobres es que carecen de planificación para enfrentar los desastres naturales. Sus dirigentes –gobiernos nacional y locales– se contentan con dar respuestas improvisadas a los males de una coyuntura. Después, volverán a la misma desidia de siempre sin pensar que la tregua debería servir para plantear socorros permanentes a corto, mediano y largo plazos.

    En las inundaciones que afectan a unas 8.000 familias –alrededor de 40.000 personas– en cuatro departamentos, según datos oficiales de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), se vuelve a constatar que la historia del abandono de la población a su desgracia se repite.

    Lo que hay por parte de las instituciones públicas es reacción ante la emergencia. En algunos casos, las respuestas son suficientes y oportunas en relación a ubicación de damnificados, traslados y provisión de alimentos, medicamentos, abrigo y techos precarios. En otros, sobre todo para los que se encuentran en lugares más apartados y de difícil acceso, el auxilio llega tarde y, por lo tanto, carece de la eficacia de lo que se hace en el momento necesario.

    El daño que provoca el exceso de agua caída no solo afecta las viviendas de los inundados sino también a sus estrategias de supervivencia, ya que los cultivos han desaparecido tal como ha ocurrido con los animales domésticos e inclusive con la ganadería bovina, equina y de otra índole.

    Esto significa que una vez superado el instante más dramático, las instituciones públicas tendrán que cooperar con las diversas comunidades para el retorno a los hogares y la recomposición del espacio físico a ser habitado de nuevo. Ese trabajo exigirá una mayor dosis de responsabilidad en el acompañamiento de los afectados por el fenómeno natural.

    A esta altura del desastre, de nada vale llorar sobre la leche derramada. Lo que corresponde a las autoridades nacionales (Poder Ejecutivo) y locales (gobernaciones y municipalidades) es evaluar la realidad de cada uno de los lugares afectados por el desmadre del agua y mirar hacia adelante para planificar las acciones a emprender con un cronograma que contemple diversas etapas, así como una meta final que suponga ofrecer un resguardo seguro contra las inundaciones que se producen como parte de un calendario cíclico.

    La Secretaría Técnica de Planificación (STP) podría liderar el emprendimiento involucrando a las instituciones del Gobierno vinculadas al área, las gobernaciones, las intendencias municipales y a la sociedad civil.

    Es obligación del Estado articular los mecanismos para que se cumpla el artículo 9 de la Constitución, que habla de que toda persona tiene derecho a recibir garantías de seguridad. Ya que la creciente pone en riesgo la vida y los bienes de las personas, corresponde que sus instituciones pongan de inmediato manos a la obra para ofrecer a los ciudadanos que viven en zonas de peligro de inundación soluciones pragmáticas y sustentables.

    http://www.ultimahora.com/inundaciones-la-emergencia-mas-eficaz-exige-planificar-n794609.html

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  6. Sin patriotismo

    Por Clide Noemí Martínez, corresponsal

    En el sur poco o nada ha cambiado con el curso de los siglos. El patriotismo parece haber muerto con la generación de los López y los nombres de Humaitá, Curupayty, Tuyutí y no conmueven a los dueños del poder en el Paraguay. Ayer 24 de mayo se recordó un año más de la batalla y el acto de recordación fue postergado para otra fecha por el pésimo estado del acceso al lugar.

    En Asunción, en los lugares de decisión los técnicos analizan los sobrecostos que plantea asfaltar los caminos en una zona de humedales; para ellos los números no cierran y poco les interesa la injusta distribución de los recursos del Estado paraguayo. Los políticos, en cambio, han incluido reiteradamente al Ñeembucú en sus discursos, han prometido durante décadas, y especialmente a la hora de las campañas electorales, rescatar al departamento del aislamiento. Llegados al poder, los representantes de todos los partidos que se han llevado los votos de este sufrido pueblo lo han defraudado, confirmando sus mentiras con más sufrimientos y marginación para los pueblos del sur.

    La actual emergencia que se atribuye única y exclusivamente a las grandes lluvias registradas desde marzo tiene en realidad otros motivos que la vuelven tan dramática. El principal es la desidia y el desprecio del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) hacia las rutas del departamento. Es inconcebible que en este tiempo sigan existiendo caminos que obstaculicen el paso del agua por no contar con los puentes y alcantarillas necesarias.

    Igualmente son responsables de la actual situación, las autoridades regionales y locales, que nunca lograron superar sus riñas internas, para acordar la gestión conjunta de las grandes obras de infraestructura que el Estado paraguayo debe al departamento. Sin patriotismo, apertura y sentido de justicia en los hombres que manejan los hilos del poder, los ñeembucuenses solo pueden esperar más de lo mismo y vivir eternamente de espaldas al progreso.

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