Combatir el contrabando

Bajo el imperio de las leyes proteccionistas, el contrabando provoca la ruina de las actividades no competitivas de una nación determinada y beneficia a las de otra nación que tiene mayor competitividad. El contrabando es la manera “ilegal” de comerciar entre naciones proteccionistas.

Hay actividades que pueden sobresalir y otras que no. Una fábrica de aviones en el Paraguay no podría competir con los Estados Unidos, salvo por leyes que protejan la fabricación más cara. Una producción de tomates podría competir sin leyes proteccionistas y los competitivos sobrevivirían en libertad.

El contrabando es una acción económica que afecta a las naciones. Se convierte en delito, por el proteccionismo existente y es así definido y castigado por los estados. Se pretende proteger la actividad económica nacional evitando la competencia. Bajo el imperio de las leyes proteccionistas, el contrabando provoca la ruina de las actividades no competitivas de una nación determinada y beneficia a las de otra nación que tiene mayor competitividad. El contrabando es la manera “ilegal” de comerciar entre naciones proteccionistas.

La protección es la manera que los estados defienden la existencia de actividades no competitivas para que subsistan, frente a rubros competitivos. El contrabando se basa en acciones legales y afecta a más de lo que figura en las disposiciones.

El contrabando existe cuando existen naciones soberanas proteccionistas. Existe cuando dos naciones tienen diferente competitividad y una se protege con disposiciones legales, no económicas. Si el comercio fuera libre entre naciones, no existiría el contrabando. Entonces las competitivas se tragarían a las otras y el progreso se detendría allí. Sin embargo el progreso no se detiene y seguiría pugnando entre los que saben y los que no saben, condenando a muerte a los segundos. Al final quedarían solo los competitivos. Los otros serían barridos, dejarían de existir.

Los competitivos de una nación luchan por mantener los niveles, mientras lo no competitivos luchan por alcanzar la competitividad. Esa es la lucha por el progreso y esa es la base de la economía. Para establecer normas en la competencia se dictan las leyes contra el contrabando.

Las leyes contra el contrabando son antieconómicas. Hacen competitivas actividades recientes o no desarrolladas y lo hacen basadas en normas que inventan el delito. Penan para favorecer la falta de competitividad y la permanencia de actividades que no se desarrollan. Una nación castigada por el contrabando es una nación no competitiva o que prefiere defender con leyes ciertas actividades en lugar de buscar hacerlas competitivas o abandonar sin más a las que no pueden lograrlo. Hay actividades que pueden sobresalir y otras que no. Una fábrica de aviones en el Paraguay no podría competir con los Estados Unidos, salvo por leyes que protejan la fabricación más cara.

Una producción de tomates podría competir sin leyes proteccionistas y los competitivos sobrevivirían en libertad.

Eso es así en el mundo, pero el mundo no quiere admitirlo, entonces se pierde tiempo dictando leyes y persiguiendo a quienes comercian. Se persigue a los clientes y consumidores que deben pagar precios más altos con el cuento de la protección.

La buena política económica es dejar que los factores decidan sobre el éxito de un producto, teniendo por seguro que el más competitivo triunfará siempre. Por eso la competitividad es lo que hay que buscar.

Las naciones no comprenden eso y buscan hacer creer que la persecución al contrabando es “nacionalismo”, “patriotismo” o buen gobierno. Y no es así. Por eso no se progresa, porque el progreso no depende de las leyes contra el contrabando y la persecución, tenaz, a los contrabandistas, sino del aumento de la competitividad. La pregunta no es cuánto producto entra a un país, sino qué se puede hacer mejor. Cuando se responda esta pregunta sin arbitrios legales, se progresará.

Alberto Vargas Peña

http://www.lanacion.com.py/articulo/125951-combatir-el-contrabando.html

67 comentarios en “Combatir el contrabando”

  1. Desidia de autoridades para controlar la frontera

    Que la frontera entre Paraguay y Brasil, específicamente entre el departamento Alto Paraná, del primero, y el estado de Paraná del segundo, sea una zona con luz verde para tráfico de todo tipo no es ningún descubrimiento para nadie. Sin embargo, las autoridades locales parecen inmunes a este flagelo. Todos los días se envían al Brasil toneladas de droga, gran cantidad de armas, miles de cajas de cigarrillos, electrónicos, entre otros. En contrapartida, Paraguay recibe productos frutihortícolas, embutidos, pollo, gas, combustible, entre otros.
    La gran diferencia es el control ejercido por ambos países para controlar su frontera y por consiguiente proteger su producción local.
    Todos los días se efectúan enormes operativos en el lado brasileño, en busca de frenar los productos de ingreso prohibido, mientras las autoridades locales hacen la vista gorda de este lado del río.
    En ese menester, hay una gran diferencia entre la infraestructura y logística que implementan las autoridades de los países afectados. Para los controles del lado paraguayo, escasas lanchas que están mayormente con desperfectos forman parte de la flota de la marina.
    En tanto en Brasil, además de contar con agrupaciones especializadas en frontera, tienen suficientes embarcaciones, sofisticadas armas y aviones no tripulados para controlar su frontera en los sendos operativos que llevan a cabo cada año.
    Esta situación habla a las claras del interés que presta el Estado paraguayo al control fronterizo. El discurso oficial del combate al contrabando queda solo en la palabra, porque es evidente que no existen intenciones de frenar el flagelo. No existe interés, porque la situación de ilegalidad beneficia a grupos poderosos que siguen manejando los hilos del poder político. De esta forma, cuando los empresarios y productores levanten la voz de protesta por el ingreso del contrabando, los sinvergüenzas de la aduana iniciarán su farsa de operativo, con incautaciones y controles, hasta que la opinión pública se olvide y todo vuelva a lo mismo de siempre. – See more at: http://www.vanguardia.com.py/v1/index.php/component/k2/item/22832-desidia-de-autoridades-para-controlar-la-frontera#sthash.yIF0r9km.dpuf

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  2. Las raíces del contrabando

    Existen razones históricas que explican porqué erradicar el contrabando es una tarea virtualmente imposible. Se lo puede controlar o achicar en alguna medida aquí y allá. Pero para eliminarlo deberán pasar muchas generaciones y aún así, el resultado final es casi una incógnita.

    Las raíces de este fenómeno social se hunden en la conquista. La corona española organizó de modo cerrado y férreo la explotación de los recursos de las Indias. Los monopolios florecieron en manos de grandes familias de abolengo que obtenían permisos especiales para todo. La yerbamate, el algodón, el lino, la madera, los lienzos, la sal y luego el azúcar, el café y los demás productos elaborados eran acopiados y enviados a la Metrópoli con gran beneficio para los licenciatarios. En sentido inverso y por la misma vía, llegaban aquí bienes de consumo más depurados: vajillas, herramientas, mobiliario y ropa de lujo, cristalería y metales preciosos, etc. Este comercio monopolizado por unas pocas familias generó enormes fortunas. El esquema sólo se rompió cuando se generalizó el libre comercio y los “hidalgos” hijos de los monopolios languidecieron y se extinguieron.

    Este fue un fenómeno americano devenido de la voracidad de la colonia española, que para mantener su enorme maquinaria administrativa y financiar sus guerras demandaba ingentes recursos. ¿Cómo luchar contra semejante pulpo omnipresente?.

    En el Paraguay se lo combatió mediante el contrabando. En él caían no sólo aventureros en busca de fortuna sino también los propios “oficiales de la corona” que habían comprado a buen precio sus puestos y ansiaban resarcirse en poco tiempo. El tabaco y la yerbamate, cuya producción era exclusiva del Paraguay colonial, entraban en ese comercio no registrado, así como los metales preciosos y otros géneros costosos fácilmente transportables y disimulables. Cuando la corona perdió su dominio en el siglo XIX, las horcas monopólicas se trasladaron a Santa Fé, “puerto preciso” en el cual las naves paraguayas debían alijar sus cargas para seguir por tierra hacia Buenos Aires, con todos los sobrecostos que es dable imaginar.

    Aunque estas raíces profundas y extendidas en la historia no otorgan moralidad al contrabando, lo explican. Tanto la tiranía colonial como los abusos porteños –algunos de ellos, vigentes hasta hoy- funcionan como mecanismos de auto indulgencia para una actividad que, en cálculos moderados en 2013, provocó pérdidas por US$ 300 millones a la economía, aunque para algunos analistas eso es apenas una fracción de la realidad. Para no poca gente, vivir del contrabando no parece ser una actividad moralmente reprochable y hasta es defendida con aguerrida decisión ante cada intervención judicial. Deberá pasar aún mucho tiempo antes de que el contrabando sea considerado un delito.

    http://5dias.com.py/38941-las-raices-del-contrabando

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  3. ¿Contrabando sin contrabandistas?

    El pasado lunes 11 de mayo, este diario puso en tapa una de esas informaciones que son en realidad, según la frase de la sabiduría popular, “un secreto a voces”: hasta el día de hoy no hay ningún juicio y, lógicamente, en consecuencia ninguna condena por contrabando.

    La última vez que revisé una estadística sobre el volumen que representa el contrabando del total del comercio internacional de nuestro país, el porcentaje andaba alrededor de un cuarenta por ciento; y eso fue antes de la crisis argentina que, obviamente, empeoró las cosas.

    ¿Alguien puede explicar cómo casi la mitad de una actividad se realiza delictivamente sin que se haya identificado ni menos aún castigado nunca a un delincuente? La única respuesta sensata a esta pregunta es que, si bien el contrabando es un delito tipificado y penado por las leyes, no lo es para nuestro sistema judicial.

    Dicho de otra manera, para nuestra legislación el contrabando es delito, pero para nuestra justicia el contrabandista no es un delincuente… ¡Gran invento este de que un delito se produzca masivamente como por generación espontánea, sin que haya nadie que lo cometa!

    Hace ya unos años, ante otro artículo que escribí sobre el contrabando alguien argumentó que “es un tema delicado, porque da trabajo a muchas personas humildes”. Por varios motivos este razonamiento es una falacia.

    En primer lugar, el problema no son las pequeñas compras de consumo familiar ni los dos o tres bolsones de mercancía de las “clorinderas”, que en conjunto resulta un volumen insignificante, sino el gran contrabando capaz de inundar el país de camiones, camiones y más camiones cargados de mercadería.

    Ese gran contrabando paraliza la producción y el comercio legal y, en consecuencia, no crea sino en realidad destruye puestos de trabajo y, a cambio, lo que crea es actividad marginal y delictiva. Además, con esa lógica de que no se puede atacar el contrabando porque es fuente de ingresos de mucha gente, se tendría que suprimir el concepto de delito, porque también el ladrón, el asaltante y chantajista se están “ganando la vida”.

    Aun es más falaz el argumento de que el contrabando es un delito de gente “humilde”. Si así fuera no representaría un volumen tan enorme del total del comercio internacional del país… Para ello se necesita logística, transporte, almacenamiento y disponibilidad de abundante dinero para comprar grandes volúmenes de mercadería y para sobornos.

    Es decir, una verdadera organización mafiosa que hoy trafica papas y cebollas o azúcar, poniendo en crisis a campesinos e ingenios azucareros; mañana electrodomésticos o ropa, poniendo en jaque a las empresas legales del ramo, y pasado mañana drogas o armas, atentando contra la seguridad de los ciudadanos.

    Ahora bien, en estas circunstancias ningún operativo contra el contrabando, por pomposo que sea el nombre que le pongan, puede funcionar, porque simplemente se trata de un delito muy rentable para el que de hecho no existe ningún riesgo real de castigo, más allá de perder alguna carga de vez en cuando y que algún que otro chofer o encargado de almacén pase unos días en prisión.

    Y los que van a parar a las comisarías, esos choferes, cargadores, encargados de almacenes o personas que atienden tenderetes callejeros y otros puestos de venta de la mercadería ilegal, no son los grandes contrabandistas, sino sus empleados; ellos sí, gente humilde que trabaja en el delito por necesidad y que son los que corren el riesgo de acabar detenidos y presentados, cuando se los detiene, como “el gran éxito de tal o cual operativo anticontrabando”.

    Pero, realmente, lo más grave de todo esto es el retrato que pinta de nuestro sistema judicial, que aparece como un campeón a la hora de imaginar excusas por las que no se puede castigar un delito, pero completamente incapaz de imaginar una forma de aplicar la ley. Así hemos llegado a tener mucho contrabando sin ningún contrabandista.

    Por Rolando Niella

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  4. Rosca de sinvergüenzas

    Una gran cantidad de productos de “origen argentino” inunda el Mercado de Abasto de Ciudad del Este. Productos prohibidos como carne, lácteos, azúcar, yerba mate, aceite o pollo ingresan al mercado consumidor por el mismo puesto de control que el de las importaciones legales.

    Si bien, el subadministrador de la Aduana en el Puerto de Tres Fronteras admite que “40 paseros están inscriptos para operar como pequeños importadores bajo el nuevo régimen de despacho menor IM06”, la cantidad de producto es superior a la capacidad de importación de estos paseros.

    Si es el mercado el que regula la compra o venta de productos, es necesario saber que no se puede vender mercadería que no ha pasado por la Aduana pagando los impuestos establecidos. Si una economía en situación de crisis como la que está pasando la ciudad, empieza a dar ingreso a dichos productos estamos siendo cómplices, aumentando el problema, antes que solucionarlo.

    La protección del mercado interno debe ser prioridad para la Aduana, desde cualquiera de los puntos de ingreso. Si uno de estos puestos aduaneros “es flexible” al ingreso de mercaderías prohibidas no solo están jugando contra la economía de la región sino hundiendo el mercado de consumo interno. Se sabe desde antaño que la Aduana de Ciudad del Este es una mera figura y el principal punto de recaudación de la rosca mafiosa que maneja la institución. Muchos gobiernos prometieron el fin de los maletines y el combate al contrabando, pero la realidad que se ve a diario es totalmente diferente. Los puestos de Aduana del Alto Paraná son los más apetecidos por los sinvergüenzas que se hacen llamar funcionarios públicos, pero que son verdaderos hampones que atentan contra los intereses de la República.

    La economía de un país se destruye cuando sus instituciones se convierten en los mismos promotores de la ilegalidad, teniendo una nula acción o siendo flexibles en los controles que deben realizar. No solo estamos hablando de aduanas, también de las instituciones de fiscalización como los organismos de protección al consumidor, dependientes de los distintos municipios de la región. La realidad es otra, existe una verdadera rosca de funcionarios de todas las instituciones de control, que hacen la vista gorda al ingreso de producto y que cada tanto hacen pequeños decomisos en una farsa de combate al contrabando.

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  5. Sinvergüenzas

    Dos hechos publicados en nuestra edición de ayer retrataban una realidad que se constituye en una de las principales causas de la decadencia de nuestra región, pero que todavía lamentablemente tiene a sus defensores dentro de nuestra sociedad. Por un lado, las declaraciones del director regional de Aduanas, Nelson Mancuello, trata de justificar el accionar de sus subordinados, que a diario permiten el ingreso masivo de productos de contrabando a nuestro territorio.
    “De un tiempo para acá se apostaron en ese sector personas que no tienen nada que ver con la institución aduanera. Eso también es debido a que el funcionario de Aduana no ejerce su autoridad como tal. Se encuentran funcionarios de Senave, Detave y Delitos Económicos”, había dicho Mancuello.
    En la misma edición también se hizo pública la conversación telefónica entre el dirigente republicano Francisco Colorado López y el senador Nelson Aguinagalde, donde el primero le señalaba que fue presionado para cambiar de movimiento, a cambio de la liberación de un contenedor de mercaderías, quien sabe con qué clase de productos. Se entiende que si se tratara de una carga que cumple con las exigencias legales, nadie puede ponerle en aprieto a tal punto de cambiar de movimiento. Lo más grave es que si la carga era ilegal, los negociadores en ambos lados del interesado fueron nada más que un senador de la Nación y del otro lado, el gobernador del departamento.
    Se sabe que el contrabando en menor escala es la técnica de ingreso de mercaderías que ha funcionado en esta parte del país. Una técnica que produce enormes ganancias a los que aprovechándose de la crisis económica que sufre la ciudad utilizan a los “paseros” para traer productos de menor precio y dejar de pagar los impuestos establecidos por los organismos de control. Sin embargo, lo más grave de esta situación es la que se revela en la conversación entre dirigentes políticos, donde a cambio de alianzas electorales, se extorsiona con demorar o no un contenedor. El contrabando a escala industrial es lo que realmente hace un tremendo daño a la economía del país y pudre la estructura social, al generar una casta de sinvergüenzas, que obtiene toda clase de privilegio gracias al dinero sucio del contrabando, con el que compra consciencia de policías, fiscales, jueces y aduaneros. Todos estos personajes son conocidos de la sociedad, e inclusive a veces tienen la caradurez de pontificar sobre la honestidad.
    Si en los últimos tiempos se descubrió que el narcotráfico tiene dominado el mundo político, el contrabando ha sido siempre la tabla de salvación de muchos dirigentes partidarios, quienes ven en las zonas de frontera, y especialmente en la Aduana, el lugar exacto para enriquecerse ilegalmente.
    Si se enriquecen con todo lo que ingresa al país sin pagar impuesto, ni qué hablar de lo que logran por lo que sale sin control por nuestras fronteras. El contrabando y la ilegalidad no es la voluntad de una sola persona, es la decisión conjunta de autoridades que deben fiscalizar, controlar o detener y padrinos políticos que ayudan a mantener esta situación de ilegalidad. Sin embargo, es muy poco lo que se puede lograr cuando los que apañan toda la podredumbre son las mismas autoridades.

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  6. “EL INFIERNO SON LOS OTROS”

    Por Eduardo Quintana

    Algún geek distraído que compró una Kindle fire o laptop que todavía no había llegado a Paraguay; la ama de casa que se surtió de azúcar o de leche más barata en Clorinda y el comensal que conseguía Pepsi del coreano cuando no se producía en el país tienen algo en común: podrían ir al infierno. Al menos, esa es la interpretación que hizo el presidente de la Unión Industrial Paraguay (UIP), Eduardo Felippo. “Dios perdona a todos, pero el que compra productos de contrabando todos los días, y si no se arrepiente, al infierno. Eso va a pasar”, había dicho el empresario, durante la inauguración de la Expo 2015.

    Es muy difícil saber qué opina un dios sobre el contrabando, sobre todo, cuando no hay evidencias de su existencia. Pero de igual manera, es bueno revisar la postura que tiene el titular de la UIP, institución que forma parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y ha creado la Universidad Paraguayo Alemana, UAP. Quizás el infierno sea una de las mayores ficciones creadas por nuestra especie para controlar el miedo de la población. Al miedo a la muerte, se sumó el miedo al infierno, que no es exclusivo de alguna cultura, sino que se fue trastocando en distinta época y con diversas ideologías.

    Muy a pesar de que algunos quieran destronar al infierno de las religiones, sigue muy vigente. Para el catolicismo, el pecador va al reino del fuego eterno, a pagar condenas interminables por acciones breves durante su paso por la Tierra. Esto, principalmente, si no acepta al dios cristiano. El Jesús bíblico menciona varias veces Gehenna, el infierno judío, como algo real. Habla del “fuego que nunca se apaga” (Mt 5,22-29; 13,42-50). Versículos después, el mismo Jesús advierte que enviará a sus ángeles que recogerán a los pecadores para “lanzarlos al horno”.

    El Vaticano señala que “las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar su libertad en relación con su destino eterno”. Los musulmanes también tienen su infierno, Yahannam, donde irán ateos y apóstatas a arder eternamente porque no siguieron las enseñanzas de Mahoma y del Corán.

    Rememorar a Dante sería un recurso gastado, mejor recordemos a Borges, quien, en un famoso diálogo con Sábato, y alegando que Dios es “la máxima creación de la literatura fantástica”, señaló que la teología es literatura, o más específicamente “la perfección del género”. La teología fue quizás la principal disciplina con que se abrían las primeras universidades europeas en la Edad Media, pero aún así, creó las mayores historias ficticias que hasta el día de hoy asustan o dan esperanzas a la gente. El infierno formó parte de este legado, desde el Hades del mundo griego hasta la perjudicial secularizada pseudociencia del fin del mundo.

    Hasta donde la geología nos informó, no hay infierno dentro del planeta Tierra y las fotos que tenemos, gracias, entre otros al telescopio espacial Hubble, del espacio exterior nos muestran galaxias en colapso o estrellas en formación, con altísimas temperaturas y mucho caos azaroso, pero no de lugares donde se pagan penas de habitantes de este Sistema Solar.

    “L’enfer, c’est les autres” (El infierno son los otros), de Jean Paul-Sartre (que se encuentra en su obra teatral A puerta cerrada) hace una crítica a la moral, a los prejuicios y a la falta de libertad que pervive en la sociedad. La mirada del otro se hace más que importante, se hace existencial. En Paraguay tenemos esa clase de infierno, con las varias dictaduras, con la crisis económica del 95, con el Ycuá Bolaños, con la corrupción y quizás, con el contrabando, pero a escala presidencial.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-infierno-son-los-otros-1389846.html

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  7. EL CONTRABANDO DE NUEVO ACECHA Y NO HAY RESPUESTAS

    A la preocupación por el creciente déficit público de las últimas semanas, se agregan las fluctuaciones cambiarias en la Argentina, con las consecuentes caídas en los precios de los productos argentinos con respecto a los de los paraguayos. Esto significará un impulso al contrabando, problema que ni siquiera pudo ser mitigado en los últimos años, con lo que habría que esperar un recrudecimiento de la entrada de los productos vecinos. A pesar de que sistemáticamente los gremios empresariales y la prensa han reclamado sin mucho éxito una política eficaz en el pasado, no deja de ser oportuna y pertinente una nueva llamada de atención al Gobierno.

    La industria nacional está frente a un agudo problema, agravándose la situación que ya viene sufriendo en los últimos años por los precios más bajos de los productos argentinos que compiten con los paraguayos.

    Si bien algunos analistas del vecino país señalan que las fluctuaciones de la moneda argentina no responden a factores estructurales o de mediano plazo, sino más bien a una coyuntura vinculada a la especulación, las autoridades económicas de nuestro país deben tomar los recaudos necesarios para garantizar que la volatilidad de la Argentina nos afecte lo menos posible.

    La situación económica del vecino país nos traerá problemas tanto en el nivel de empleo como en el de las recaudaciones tributarias. En primer lugar, la pérdida de competitividad derivada de las variaciones del tipo de cambio generará tensiones en el mercado laboral, ya que las empresas paraguayas deberán recurrir a los despidos si las condiciones adversas se mantienen.

    En segundo lugar, se resentirán también las recaudaciones tributarias debido a la retracción industrial y a la incapacidad gubernamental de controlar la entrada ilegal de una gran variedad de productos.

    Aunque pareciera una batalla en la que ya está derrotado el Estado, no nos cansaremos de demandar una acción contundente de las autoridades nacionales en la lucha contra el contrabando. La persistencia de este flagelo demuestra la fuerte debilidad de las instituciones públicas destinadas a combatirlo.

    En los últimos años, el gasto del sector público creció de manera importante no solo por la cantidad de funcionarios, sino también debido al aumento de los sueldos para supuestamente mejorarlos con respecto a los del sector privado y garantizar mayor eficiencia e integridad. También aumentó el gasto en vehículos, combustibles y otros insumos necesarios para mejorar la gestión de los recursos humanos, por lo que no caben las excusas de que no hay suficientes recursos.

    Es inexplicable que ante estos avances no pueda ser posible que las instituciones competentes no tengan mejores resultados que los demostrados hasta ahora. Probablemente, una parte importante del fracaso tenga que ver con la ausencia de un real compromiso de los funcionarios públicos, más preocupados por quedar bien con su padrino político que con la ciudadanía.

    Muchos de estos funcionarios, además de no generar resultados, se llevan parte de los recursos públicos a través de actos de corrupción o se mantienen callados siendo testigos de los mismos. Es urgente que las autoridades diseñen e implementen un plan capaz de reducir drásticamente el contrabando y, por esa vía, mitigar el impacto negativo de la volatilidad económica de la Argentina o de cualquier otro país cuyo desempeño económico nos afecte de manera directa.

    http://www.ultimahora.com/el-contrabando-nuevo-acecha-y-no-hay-respuestas-n915907.html

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  8. Un enemigo crónico del productor

    Productores frutihortícolas de nuestro país tratan de abrirse paso y abastecer al mercado local enfrentando adversidades como cambios climáticos, variación de precios y la corrupción imperante en organismos del Estado, una de cuyas ramificaciones es el contrabando. Este flagelo provoca irreparables perjuicios al pequeño productor agrícola y atenta contra la salud del consumidor.
    El contrabando de productos de consumo básico, como tomate, locote, cebolla, papa, zanahoria, zapallo, banana, etc., atenta directamente contra el sacrificado trabajo de productores que apuestan al cultivo de estos rubros en nuestro país y así lograr la tan ansiada soberanía alimentaria.

    La queja de productores connacionales contra el contrabando es permanente y crónica. El dedo acusador casi siempre apunta a la vulnerabilidad de los controles. No precisamente hacia los puestos fronterizos de control formal, por donde también se “filtran” con mucha facilidad productos agrícolas sin las garantías fitosanitarias requeridas y donde es notorio que funcionarios encargados de hacer esos controles gozan de buena salud financiera, sino más bien por la ribera de nuestros ríos, donde la institución encargada de evitar toda actividad ilícita es la Armada Nacional.

    Algunos productores compatriotas incluso dicen no temer tanto el ingreso legal de estos productos. Pero sí sienten pavor, rabia e impotencia toparse en los centros de comercialización con productos extranjeros sin la documentación legal (contrabando) y a menor precio. Esto significa para ellos una competencia desleal y criminal, porque atenta directamente contra el trabajo de miles de agricultores que apuestan a la producción nacional, realizando inversiones y mejoras para optimizar la producción y también contra la salud de los consumidores, porque pueden llegar a consumir productos sin garantía de calidad sanitaria.

    Productores del distrito de 3 de Febrero, Dpto. Caaguazú, producen tomate durante la mayor parte del año. Llegar a eso demandó inversiones importantes en instalación de invernaderos y sistemas de riego. Tienen entre 5.700 a 6.000 invernaderos y recientemente anunciaron que contarán próximamente con 25% más de invernadero, lo cual significará que tendrán capacidad para cubrir por mayor tiempo la demanda local del tomate.

    Otros ejemplos son los bananeros del distrito de Tembiaporã que abastecen la demanda local y también exportan a la Argentina; productores de piña del departamento de Concepción, etc. Hace unos días se anunció igualmente un ambicioso programa de producción de cebolla, papa y zapallo en Curuguaty. “Pretendemos producir para nuestro país, tener continuidad, calidad, dar trabajo a los compatriotas y al mismo tiempo dar el precio justo a nuestros patrones que son los consumidores finales”, había dicho el titular de Alianza Frutihortícola del Paraguay, Benicio Ramírez.

    Ejemplos como estos hay varios en el país. Pero hace falta un real, decidido, honesto y responsable acompañamiento estatal para que esas inversiones tengan el fruto deseado: producir suficientemente para cubrir la demanda local, generar fuente de trabajo en el campo consolidando el arraigo de las personas en zonas rurales, y también disminuir la importación, lo que a su vez posibilitará que buena parte de ese dinero que en la actualidad se destina a la compra de alimentos del extranjero llegue a manos del productor paraguayo.

    El consumidor paraguayo también tiene su cuota de responsabilidad para apuntalar la producción nacional. Esto porque hay quienes prefieren comprar un producto extranjero antes que el nacional, porque supuestamente el de afuera es mejor. Un productor compatriota comentó que a veces utilizan envases de productos extranjeros para ofertar en ellos la producción nacional y así logran vender bien. Nuestra producción frutihortícola, al igual que la carne, tiene la misma o mejor calidad que lo extranjero. En ese sentido la decisión la tiene el consumidor, pero en el caso del contrabando la responsabilidad es de las autoridades.

    Por Eliseo Paciello Etcheverry

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/un-enemigo-cronico-del-productor-1672337.html

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  9. UN PODER CORRUPTO DA LUGAR AL CONTRABANDO

    En la cultura paraguaya, el contrabando está profundamente incrustado no como un delito socialmente reprochable, sino como un derecho contingente, algo a lo que se apela por descarte o como oportunidad a falta de otras opciones. En la conciencia de muchos paraguayos no existe una auténtica diferencia entre trabajo y contrabando desde el enfoque de la moral ciudadana. Lo hemos abordado en muchas oportunidades en este espacio. Es un derivado directo del diseño monárquico piramidal en el cual el rey concentraba la suma del poder otorgado por derecho divino, que iba delegando en cascada a virreyes, corregidores, gobernadores, auditores y demás jerarquías del imperio. Este esquema aseguraba un dominio férreo de las colonias no solo en lo político y militar sino también, y sobre todo, en lo económico, con la consecuente acumulación de poder y riqueza en los contados plenipotenciarios de la corona. Así, mientras un puñado de privilegiados se enriquecía por la gracia del rey, vastas huestes de desheredados penaban en la miseria. ¿Quién no estaría dispuesto a desafiar un orden tan injusto? Pero desde que nos proclamamos República, tales privilegios han sido cancelados en el contrato social llamado Constitución. Está claro, también, que la firma de un papel no borra del todo los atavismos. No faltan quienes hoy se comportan como copias bastardas de antiguos tiracuellos o como amanuenses de un poder basado generalmente en la corrupción sistémica agravada por la impunidad. El contrabando, con el robo al Estado y la venta de influencias, infecta la vida pública y privada como en los antiguos tiempos de la Corona española. Esta conducta persistirá mientras no haya un profundo cambio cultural que la condene.

    https://www.5dias.com.py/un-poder-corrupto-da-lugar-al-contrabando/

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  10. El contrabando es el peor enemigo de los paraguayos

    El ingreso de mercaderías foráneas sin el pago de los derechos aduaneros y tri­butos internos, que luego circulan en el submundo de la eco­nomía en negro, es una de las prác­ticas corrientes en nuestro país que más perjudican al Estado y a los para­guayos. El contrabando ha sido y es uno de los mayores azotes que desde siempre ha tenido el Paraguay y que merece ser enfrentado de una vez por todas por la ciudadanía con una toma de conciencia de su gravedad y con las medidas que deben tomar las autori­dades del sector.La contravención a las leyes adua­neras del país no es solo un delito, sino que su práctica y su extensión han perjudicado y hacen tanto daño a nuestra sociedad, que es un cáncer que hay que extirpar con energía si noqueremos seguir sufriendo los males que ocasiona al país.

    Según el Código Aduanero, contra­bando son las acciones u omisiones, operaciones o manejos que tiendan a introducir al país o extraer de él mer­caderías o efectos de cualquier clase, violando los requisitos esencialesexigidos por las leyes que regulan el tema. Hay que señalar que elcontra­bando es un delito de acción penal pública, que está castigado con la cár­cel hasta con cinco años o con multas.

    Con el ingreso ilegal de las mercade­rías, no se pagan los derechos adua­neros y en la práctica además se deja de pagar el 10% del Impuesto al Valor Agregado (IVA), con lo que perjudica al erario doblemente con estasevasiones.

    Pero como la mercadería ingresada de contrabando no se puede vender legal­mente, circula en losámbitos de la eco­nomía negra, en la informalidad total. Porlo tanto, no figura en la contabili­dad, no se expide factura deventa por su comercialización y alimenta la eco­nomía informal. Por lo que está cau­sando daño también a loscomercios legales que dan trabajo genuino a los trabajadores con los beneficios socia­les y legales establecidos.

    Es más, muchos de los productos que entran de manera ilegal hacen com­petencia desleal a mercaderíassimi­lares que se producen en el país y, por consiguiente, perjudican a las indus­trias nacionales que dan empleo a losciudadanos y pagan sus impuestos e IPS. Con lo que para un supuesto bene­ficio de algunos delincuentes se causa un tremendo golpe a la mayoría de la población.

    Por qué se afirma que el contrabando perjudica a los paraguayos más humil­des. Porque al dejar de ingresar los impuestos y tasas que corresponden se roban al Estadoparaguayo los fon­dos que después se deberían desti­nar a la educación, salud y otros ser­vicios públicos, que son elamparo y reparo de los más pobres. Porque golpeando a las empresas legales se está negando la posibilidad de que se creen más empleos para la gente que necesita trabajar y tener sus benefi­cios de protección social. Y porque se está incentivando la delincuencia yla informalidad que solo favorecen a los delincuentes y gente que vive al mar­gen de la legalidad sin beneficio para la población paraguaya.

    A lo largo de los años, se ha hechocos­tumbre de mucha gente en nuestro país adquirir mercaderías de contrabando de comercios ilegales que no expiden los comprobantes de ventas exigidos por las leyes, como si fuera casi una cosanor­mal. Esa práctica no solo es ilegal, sino tambiéndecididamente inmoral porque con ella se está fomentando el delito.

    Por todo ello, la lucha contra esa ilegali­dad y la informalidad consiguiente debe formar parte de la educación ciudadana desde las instituciones escolares, en la familia y en las instituciones públicas, pues no se debe tolerar y menos alentar el delito que perjudica gravemente a los paraguayos. Esto, aparte de exigir que las instituciones del Estado, como la Dirección Nacional de Aduanas, la Fis­calía y el Ministerio de Hacienda, per­sigan a los delincuentes y a la economía subterránea para disminuir el delito y castigar a los responsables como corresponde.

    https://www.lanacion.com.py/editorial/2018/07/25/el-contrabando-es-el-peor-enemigo-de-los-paraguayos/

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  11. Negociando con la ilegalidad

    Desafortunadamente nuestra sociedad está tan marcada por la convivencia diaria con la ilegalidad y la corrupción que al parecer no solo se acostumbró a convivir con ellas sino la asumió como una situación normal. En la semana, en Ciudad del Este un grupo importante de personas que se dedican al contrabando, una actividad absolutamente ilícita, comenzó a presionar para que se permita, al menos por un tiempo, el ingreso al país, de mercaderías cuya importación está prohibida.
    Los ilegales estaban furiosos porque el Departamento Técnico de Verificación Aduanera (Detave) implementó rigurosos controles en la cabecera del puente de la Amistad por donde a diario ingresan de contrabando miles de kilos de productos de todo tipo y acogota a la producción nacional. Los rubros históricamente más golpeados son los de azúcar, frutihortícolas, y pollos.
    El jueves ya se registró incidentes entre los funcionarios de los entes de control y las personas que a toda costa quieren imponer la ilegalidad. La presión fue tan grande que los contrabandistas hasta lograron una reunión con el Director de Aduanas, Julio Fernández.
    Ciudad del Este es uno de los puntos de mayor ingreso de mercaderías en forma ilegal al país sin ningún control. Es un negocio que mueve millones y beneficia no solo a los que traen los productos sino también a los funcionarios de los entes de control, como ser Aduanas, Detave, y hasta la Marina. La mafia empotrada en la Aduana sobrevivió a todos los gobiernos y son los mismos de siempre que van rotando en diferentes puestos y nunca hubo un cambio. Los beneficiarios de esta mafia no solamente son los funcionarios públicos, también les llega los beneficios a los políticos de la región que amparan la ilegalidad y son los padrinos de los delincuentes funcionarios .
    El control fronterizo es considerado una mina de oro, especialmente por los funcionarios públicos inescrupulosos y sus padrinos. Aquí la mayoría de los que llegaron a ocupar un puesto en todos estos años, terminaron millonarios gracias a las coimas que se cobran por hacer la vista gorda al tráfico ilegal de todo tipo de productos, desde y hacia el Brasil.
    Los aduaneros que pasaron por Ciudad del Este, casi sin excepción, se hicieron de mansiones, se pasean en vehículos lujosos y sus familias vacacionan en las mejores playas del mundo; mientras el contrabando año a año genera el cierre de industrias nacionales o deja en la miseria a miles de productores que durante todo el año trabajan de sol a sol para obtener una buena producción, pero a la hora de vender no consiguen mercado debido a la competencia desleal de lo que ingresa ilegalmente y casi oficialmente por todas las Aduanas del país.
    Lo que el director de Aduanas tiene que hacer es barrer con toda esta ilegalidad. Combatir a los funcionarios corruptos, apoyar el control estricto; y no estar perdiendo el tiempo en conversar con gente que no hace otra cosa que perjudicar al fisco, y a la gente trabajadora.
    Julio Fernández no debe dar el brazo a torcer. El control que se realiza es absolutamente necesario para la salud de la economía. Alguna vez nuestro país tiene que comenzar a transitar el camino de la legalidad.

    http://www.vanguardia.com.py/2018/09/01/negociando-con-la-ilegalidad/

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  12. Acabar con el contrabando

    Una importante cantidad de productos ingresados de contrabando al país se pudren en el depósito de Puertos de Ciudad del Este. Miles de kilos corresponden a productos frutihortícolas cuyo ingreso masivo genera la continua queja de los productos nacionales.
    Pese a que es importante la cantidad de productos decomisados, es casi nada con relación al volumen que a diario sigue ingresando. Lo que se ve en el depósito es apenas la parte decomisada por los funcionarios apostados en la cabecera del Puente de la Amistad, para justificarse ante la ciudadanía y para supuestamente demostrar que la decisión del actual gobierno de declarar guerra al contrabando se está aplicando.
    Por otro lado, también es una demostración de que en gobiernos anteriores no se hacía absolutamente nada para frenar el ingreso ilícito de mercaderías de todo tipo, pues en general los depósitos, tanto de Aduanas como de Puertos, casi siempre permanecían vacíos.
    El gobierno nacional sigue ignorando la situación de ingreso masivo de mercaderías de contrabando y el daño que causa a la economía nacional. Ninguna institución de control elaboró algún plan, así como tampoco se buscó hasta ahora ofrecer alguna alternativa a las miles de familias que se dedican al comercio ilegal, porque no tienen otra opción de ingreso.
    En Brasil, hace algunos años, el gobierno llevó adelante, y con muy buena respuesta un programa de inversión laboral de los llamados sacoleiros que no son otra cosa que personas que se dedican al contrabando hormiga desde Paraguay. Tras este plan, miles de personas que se dedicaban a la ilegalidad cambiaron de trabajo.
    Es necesario que nuestras autoridades comiencen a elaborar algún proyecto que signifique alternativa de trabajo honesto para la gente y al mismo tiempo acabar con el grave problema que acarrea el contrabando al país.

    http://www.vanguardia.com.py/2018/10/11/acabar-con-el-contrabando/

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  13. Corrupción pone en peligro la industria aviar

    Todo parece dado para que el desastre caiga sobre el sector de producción de pollos, victima del contrabando tolerado por aduanas porosas.
    Pese a las insistentes denuncias del sector, todo parece dado para que el desastre caiga sobre el sector de pro­ducción de pollos, tanto para el consumo interno como la exportación.

    La frontera con Brasil es un colador por el que pasa todo tipo de mer­caderías. Su control es una batalla perdida para el Estado, servido por individuos corrompidos hasta la raíz y puestos a cargo de las aduanas.

    Por ellas pasan sin con­trol desde pollos proce­sados en dudosa cadena de frío hasta las deno­minadas “pererecas”, gallinas ponedoras que han cumplido su ciclo en Brasil, son rematadas en el mercado como dese­cho e introducidas de contrabando. Es virtual­mente indescriptible el riesgo que disparan estas operaciones en materia de sanidad animal.

    A escala mundial, hay dos males que afectan el mundo aviar. Uno de ellos es la influenza aviar y el otro la enfermedad de Newcastle, esta última, muy contagiosa, de altí­simo impacto económico y una de las principales barreras para el comercio internacional de produc­tos avícolas. Paraguay ha sido declarado libre de la enfermedad de New­castle el año 2.000 según documenta SENACSA y esa condición se ha logra­do mediante un intenso programa de vacunación, registro de propietarios, notificación de casos clínicos, fiscalización del transporte de aves y certificación sanitaria.

    Todo este protocolo tiene su costo y, además, es garantía de que los productos vendidos en el mercado local son aptos para el consumo.

    Esa condición cimenta también el incremen­to de la exportación que hoy llega a una decena de países y genera divisas sanas.

    Todo eso está en peligro por la inopia y la co­rrupción de agentes del Estado a quienes sólo les importa su bolsillo y nada la sanidad o los intereses del país. Otro foco puru­lento que el Gobierno debiera extirpar de raíz.

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  14. Enfrentar con seriedad el contrabando

    El contrabando que permea las fronteras de nuestro país es un verdadero azote para la economía formal del Paraguay. La facilidad con que ingresan diferentes mercaderías desde los países limítrofes es una herida que desangra la economía formal, provocando además una enorme sangría en la producción local.

    La tarea de contención del contrabando es una labor compleja y que atañe un amplio involucramiento de instituciones estatales para frenar el ingreso ilegal de productos así como la venta ambulante de los mismos.

    El gobierno de Mario Abdo Benítez se encuentra en una coyuntura económica bastante insegura e incierta debido a la inestabilidad económica de los países de la región, en especial de las economías más grandes como Brasil y Argentina. Tanto la caída del real (que ha empezado recién a valorarse en las últimas semanas) y, sobre todo, la meteórica depreciación del peso argentino están provocando que el ingreso ilegal de mercancías desde el vecino del sur ya es una realidad y que con el correr de los meses puede empeorar si no se toman medidas eficientes en la brevedad posible.
    A saber, el perjuicio es tremendo no solo porque genera una injusta competencia desleal. No solo lo sufren los productores locales, pequeñas y grandes empresas, o industrias primarias, sino que con el ingreso ilegal de mercaderías los derechos aduaneros no se perciben y en la práctica además se deja de pagar el 10% correspondiente al Impuesto al Valor Agregado (IVA), con lo que el erario público se ve perjudicado enormemente con estas evasiones.

    Apremiado por las amenazas a nivel regional que facilitan el contrabando, el Gobierno central ensaya una respuesta que puede ser efectiva. Para buscar una solución, o al menos neutralizar los efectos, creó la Unidad Interinstitucional para la Prevención, Combate y Represión del Contrabando (UIC), una unidad que aglutina a varias entidades estatales que trabajarán de manera coordinada bajo la batuta del ex fiscal Emilio Fúster. Esta unidad se reunirá de manera periódica para establecer estrategias y medir resultados.

    Si la decisión del gobierno es acertada o no, solo el tiempo lo dirá, pero no caben dudas de que el Estado paraguayo debe mostrar una fuerte respuesta, una voz política, ante estas amenazas y que la administración Abdo está aún a tiempo de impedir y contrarrestar las consecuencias nefastas del contrabando.

    Resulta innegable que cuanto mayor sea la eficacia de esta unidad, mayor será el beneficio para los ciudadanos y para el Estado, que verá cómo la evasión se reduce y crecen los ingresos públicos.

    Pero también hay que hacer una salvedad. Más allá de que el consumidor local encuentra mejores precios en los productos ilegales, es necesario también enfatizar que a la ciudadanía le compete un rol fundamental: evitar la adquisición de estos productos, que en muchos casos no tienen garantía de ningún tipo.

    Por ello, la lucha contra esa ilegalidad y la informalidad consiguiente debe formar parte de la educación ciudadana desde las instituciones escolares, en la familia y en las instituciones públicas, pues no se debe tolerar y menos alentar el delito que perjudica gravemente a los paraguayos, en mayor o menor medida.
    El contrabando ha sido y es uno de los mayores azotes que desde siempre ha tenido el Paraguay. La participación en este esquema delictivo incentiva la informalidad, que solo favorece a los que actúan al margen de la ley y que no benefician al país. Por tanto, merece ser enfrentado de una vez por todas por la ciudadanía con una toma de conciencia de su gravedad y con las medidas que deben aplicar las autoridades del sector.

    https://www.lanacion.com.py/editorial/2018/10/20/enfrentar-con-seriedad-el-contrabando/

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  15. Nefasta práctica
    Por Víctor Daniel Barrera

    El departamento de Caaguazú se caracteriza por ser una de las zonas más productivas de nuestro país. Es así como muchas familias tienen como principal fuente de ingreso los cultivos frutihortícolas como tomates, locotes, cebollas y otros.

    Sin embargo, la nefasta práctica de contrabando siempre afecta en demasía a los pequeños productores porque todo el arduo trabajo que les lleva cultivar, tratar y cosechar sus productos se reduce a migajas a la hora de comercializar. Muchas familias deben arrastrar millonarias deudas crediticias que sacan de los bancos y financieras.

    En el distrito de 3 de Febrero, por ejemplo, a diario se están perdiendo de 15.000 a 20.000 kilos de tomates y locotes por la falta de un mercado seguro. En la comunidad se produce un promedio de 60.000 kilos de tomates por día, pero solo unos 45.000 kilogramos son comercializados diariamente y a muy bajo precio.

    El contrabando hace que el mercado esté saturado y desplace cada vez más a los productos nacionales. Sin embargo, es inaudito esta situación teniendo en cuenta la cantidad de puestos de control que existe a lo largo de los 200 kilómetros de la Ruta 7 “Gaspar Rodríguez de Francia” que va de Coronel Oviedo a Ciudad del Este.

    Ante estos hechos, no queda de otra que pensar que existen grandes coimas en los puestos de control porque no hay la más mínima posibilidad de que las cargas sean camufladas y/o suponer que evaden las verificaciones.

    La Policía Nacional, Fiscalía y Departamento Técnico Aduanero de Vigilancia Especializada (Detave) deben de ser conscientes de que evitando el contrabando la gente del campo mejorará considerablemente su nivel de vida y por ende, como una rueda, el beneficio también llegará a las comunidades.

    De igual forma, la sociedad civil debe dejar de ser cómplice de este delito, evitar la compra de productos de origen desconocido y dar prioridad a la producción nacional.

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  16. Contrabando

    Expertos de diferentes países latinoamericanos, reunidos en estos momentos en San José de Costa Rica, en el marco del Quinto encuentro de la Alianza Latinoamericana Anticontrabando (Alac) advirtieron que el grave problema para las inversiones en los países democráticos es el avance del crimen organizado, y que las organizaciones criminales comenzaron a utilizar al contrabando como su principal fuente de financiamento.
    En nuestro país, sin embargo, se sigue minimizando el tema del contrabando considerándolo como una actividad casi normal, y se lo justifica con los más diversos y algunos hasta disparatados argumentos. No se tiene en perspectiva que se está alimentando un monstruo que en cualquier momento comenzará a golpear a toda la sociedad.
    De hecho ya hay algunas industrias nacionales que ya están sintiendo el impacto del contrabando y los productores agrícolas que constantemente expresan sus reclamos por los daños que les ocasiona el ingreso ilegal de productos. Años de impunidad y complacencia con esta actividad ilegal ha hecho también que miles de familias dependan de ella, por lo que no se puede dejar de considerar que un repentino cambio de política y de control significará también un impacto social de impredecibles consecuencias. Un cambio en la política de control y una posible mayor exigencia deberá también estar acompañado por una respuesta económica a las familias que dependen de la actividad ilegal.
    Solo hace unas semanas estallaba el escándalo en Asunción cuando fue detenido el máximo jefe del Detave por encabezar un esquema de recaudación ilegal en los diferentes puestos de control para dar vía libre al contrabando. Para la mayoría no fue ninguna sorpresa porque históricamente los aduaneros fueron los ejemplos más claros de enriquecimiento ilícito y nunca fueron investigados. La razón es muy sencilla, los maletines de la coima provenientes de los diferentes puestos aduaneros siempre llegaron a Asunción, hasta el Palacio de López, el Palacio de Justicia y el Palacio Legislativo.
    Todos los gobiernos prometieron acabar con estos maletines, sin embargo, salta a la vista que eso no pasó más allá del discurso, porque todo el esquema siguió y sigue tan campante. Los cambios en Aduana siempre fueron apenas una rotación. La rosca corrupta permanece intacta.
    El gobierno de Mario Abdo Benítez viene jactándose desde un principio del combate al crimen organizado, pero ese combate se ha reducido simplemente a la detención de delincuentes brasileños y algún que otro narcotraficante. Ahora que se advierte que el crimen organizado se financia con el contrabando, lo urgente sería empezar a combatir con seriedad esta fuente de financiamiento. El primer paso podría ser una restructuración profunda y una limpieza de todos los puestos aduanero y la exigencia al Ministerio Público para que investigue cómo es que acumulan tanta riqueza los funcionarios de dichas dependencias

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  17. Contrabando y lavado: ¿queremos o no combatirlos?
    Ungido presidente de la República tras los comi­cios de mayo de 1989, el general Andrés Rodríguez le tomó el gusto a los “co­rralitos” de prensa a la sa­lida del Palacio de López.

    Cierto día le preguntaron qué haría para detener el contrabando hacia el Brasil, especialmente de electrónica y cigarrillos. La respuesta de Rodrí­guez fue sorprendente. “Nosotros vendemos –dijo palabras más o menos-

    Si hay contrabando, es problema de los brasile­ños”. Tres décadas más tarde, la cosa no solo no ha cambiado sino que se ha ampliado y pro­fundizado, con métodos de infiltración mucho más desarrollados que los de los años ‘90.

    Las cifras hablan por sí solas. Una sola fábrica de cigarrillos produce en el Paraguay unos 60.000 millones de unidades al año, suficientes para cubrir 30 veces el con­sumo local de tabaco.

    Eso deja un excedente “exportable” que confi­gura el 73% del mercado ilegal latinoamericano y el 10% del total del contrabando de tabaco a nivel mundial.

    En realidad, ¿queremos cambiar este esquema de ilegalidad en una industria cada vez más perseguida, acorralada y estigmatizada por sus pro­ductos cuyo carácter car­cinogénico está más que probado? No lo parece.

    En las últimas semanas la Dirección de Aduanas parece haber despertado de su letargo y capturado algunos cargamentos del río de tabaco ilegal que inunda las rutas comer­ciales de nuestro gigante vecino. EE.UU. ha decidi­do terciar en este operati­vo tenaza por una razón adicional y para nada menor: el contrabando de tabaco genera dinero negro que infecta los sistemas financieros de Paraguay y Brasil y genera un frenético lavado de activos. Y aquí ya no hay excusas: o tomamos en serio el compromiso o nos tiran de nuevo a la sentina de los “países lavadores”.

    No hay status intermedio.

    http://www.5dias.com.py/2019/07/contrabando-y-lavado-queremos-o-no-combatirlos/

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