El BCP y las tarjetas de crédito

La irrupción del “dinero plástico” en la economía nacional implicó un fuerte incentivo a las operaciones de pago, en especial, vinculadas al consumo masivo. Hay un uso creciente de este medio de pago, en especial las tarjetas de crédito, aunque todavía estamos entre los países con menor índice de tenencia: el 9%. Frente a Brasil, Argentina o Uruguay, apenas hemos iniciado la carrera.

Pero para no escapar a la regla, crecemos torcidos, o, habría que decir, con un escaso control del volumen, tendencia y calidad del negocio. Nos referimos al marco regulatorio de este sector que, si existe, no muestra una voluntad de transparencia en la información. Dábamos cuenta ayer de que la Superintendencia de Bancos no brinda detalles regulares acerca de la cantidad de tarjetas de crédito emitidas, cuántas están activas, cuántas bloqueadas, los niveles de morosidad, tasas de interés y otros factores de análisis que permitan hacerse una idea de la sanidad de esta actividad financiera.

Analistas internacionales indican que hay una tendencia generalizada al endeudamiento de los consumidores, en especial los de menores ingresos, que recurren al crédito por diversas razones. En muchos casos, para sufragar determinados bienes (suntuarios o domésticos de uso diario) pero se vuelve cada vez más peligrosa la tendencia a endeudarse para gastos comunes. En Argentina, un 40% de la población está comprando alimentos con tarjeta, lo cual implica patear hacia adelante una deuda creciente y difícilmente cancelable.

Como se ve, los riesgos derivados del uso incontrolado de este medio de pago son crecientes y fogoneados, muchas veces, por una publicidad que lo hace parecer todo muy fácil. “La publicidad de tarjetas es particularmente agresiva, sobre todo en las promociones, y no está compensada por una política pública que eduque sobre responsabilidades y riesgos”, advertía Antonio Serra Cambaceres, en una alocución en la Fundación Getulio Vargas.

Esta vigilancia corresponde a la banca central, que debe ser una celosa custodia en el uso de medios de pago. Por mucho que se lo ha consultado, el BCP no entrega información acerca del movimiento general de tarjetas de crédito, tasas de interés, cifras de emisión, bloqueo y cancelación y una explicación didáctica de porqué una misma tarjeta tiene en las cooperativas emisoras, por ejemplo, una tasa de interés de entre el 12 y el 20% anual mientras en los bancos privados la tasa anual nominal puede alcanzar un 43% y la tasa anual efectiva el 56%.

El BCP, como órgano rector de la política monetaria y crediticia, debiera explicar al consumidor las razones por las que existen semejantes diferencias en un mismo servicio. Nos debe eso y mucho más, por la sanidad misma del sistema que, junto al eCommerce y a la banca móvil, está revolucionando el modo de vida de los paraguayos.

http://www.5dias.com.py/20175-el-bcp-y-las-tarjetas-de-crdito

19 comentarios en “El BCP y las tarjetas de crédito”

  1. Nuestro país NUNCA CAMBIÓ el perfil de REFUGIO DE LA MAFIA DELINCUENCIAL. Y este «soporte legal» está hecho a la medida para un depojo impune al pueblo mas desprotegido: las tasas usurarias son ROBOS DESCARADOS, y mas duros cuando existe alguna demora en el pago…,se convierten en el verdadero «negocio» de las financieras, que aplican recargos cuya lógica capitalista se tornan en «verdades irrevocables» para el usuario. Aquí se subvierten los valores: «el capital está para servir al ser humano», y no al revés, como ya lo establecieron estos depredadores. Lo que se establece desde el poder (aunque sea fáctico, como ahora) se considera «legal», aunque sea a todas luces injusto, inhumano o depredador. Y para muestra va un botón: el político gay Riquelme USURPÓ tierras del pueblo, y hasta ahora NADIE puede (o quiere) poner esa situación en el lugar correspondiente. Pero un luchador como Villalba, por haber tratado de recuperarlas con otros desposeídos, con todo derecho como lo establece la Constitución, es imputado por «atropello a propiedad privada ¿?». Unas tierras robadas al pueblo se consideran «privadas» y esta situación se usa para considerarlo «delito». La Comisión Investigadora ordenada para descubrir lo ocurrido en Morombí, fué disuelta, y a este señor se le imputa «responsabilidad» sin prueba alguna, comenzando desde la prensa amarilla que acusa impunemente sin ninguna clase de restricciones…, así, cuando se lo condene injustamente, la opinión pública estará dopada para aceptar esta ilegalidad «legal». De esa manera este Sistema castra hasta la posibilidad de que nuestro pueblo pueda por lo menos «INDIGNARSE» como en otros lugares del planeta. Una rebelión ante tamaños despropósitos con un pueblo aborregado es impensable: la mafia de empresaurios y delincuentes tiene cubierta ya la pequeña resquebrajadura conseguida durante la «Primavera Democrática» conseguida por Lugo y su equipo.

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  2. El consumo se mueve al ritmo de la confianza

    El informe presentado la semana pasada por el Banco Central del Paraguay (BCP), el cual indica que el componente gasto subió 2,7%, no hizo más que avalar que la temperatura del consumo sigue elevada.

    Esto pese a que los números macroeconómicos siguen en rojo, tendencia que se arrastra desde que la sequía calcinó la campaña sojera pasada y la aftosa desinfló los negocios ganaderos. De hecho, los ganaderos no tienen mucho que reclamar, la aftosa les cobró barato. El ingreso de dólares por exportaciones cárnicas apenas cayó 14%, y a esta altura del año el sector ya acumula USD 500 millones.

    Pero, sin dudas, lo que llama la atención es que la gente común y corriente (al menos en Gran Asunción) parece no haber acusado la crisis del campo (el de mayor peso en la economía paraguaya); al contrario, están gastando más, empujados por los bancos y estrategias comerciales, que lograron que la recesión no llame a sus puertas.

    La fiebre de consumo explica el boom de centros comerciales, centros gastronómicos, supermercados, hoteles y edificaciones por todos lados, hechos que no pasan desapercibidos.

    Para los economistas, las ventas en los comercios crecen porque se mantiene la confianza de los consumidores hacia la economía y por las facilidades crediticias que ofrece el sistema, con dinero barato, fácil y abundante.

    La falta de confianza hacia la economía repercute en el consumo porque la gente no se siente segura si podrá mantener sus ingresos o, incluso, su trabajo. En este escenario, los gastos se remiten a lo esencial, lo cual no es el actual.

    Ni siquiera el cambio abrupto de Gobierno logró socavar la confianza de los consumidores. Al menos en términos de ventas, el cambio de Gobierno no tuvo grandes repercusiones. Por el contrario, la clase empresarial empezó a redoblar sus apuestas y el 2013 se viene con un crecimiento de al menos 8,5% de la economía, en el escenario más conservador.

    Las instituciones económicas sólidas (Banco Central y Hacienda) son las grandes responsables porque se mantenga la confianza tanto del consumidor como del inversor.

    CANIBALISMO FINANCIERO. Por otro lado, inmersos en una fuerte competencia y ante la necesidad de hacer trabajar el dinero, los bancos apelaron a todo tipo de estrategias para estimular el uso de las tarjetas como instrumentos de financiación de las compras.

    Desde finales del 2009, es muy común que la gente reciba en sus casas o en sus lugares de trabajo tarjetas con líneas habilitadas, sin que haya hecho un solo trámite para solicitarlas. Esta estrategia es utilizada para que el usuario se sienta tan “mimado” por su banco, al punto que sea incapaz de rechazar el “tentador” regalo.

    Por Alfredo Schramm

    http://www.ultimahora.com/notas/565268-El-consumo-se-mueve-al-ritmo-de-la-confianza

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  3. La independencia del Banco Central y la inflación

    En estos días escuché a algunos políticos mencionar la necesidad de una reforma constitucional porque no puede ser que el Presidente de la República, responsable de la política económica, no pueda nombrar a un director del Banco Central. Por ello quiero explicar las razones de la importancia de la independencia del Banco Central.

    La principal responsabilidad que tiene un Banco Central es la emisión de dinero. Tiene que emitir exactamente la cantidad de dinero que hace falta para que la economía funcione adecuadamente y se realicen todas las transacciones económicas.

    Si hace bien su trabajo, los precios de los bienes y servicios tenderán a estabilizarse y la inflación será baja, estable y predecible. Una inflación baja es beneficiosa para la ciudadanía, porque mantiene el poder adquisitivo de sus ingresos y puede planificar mejor sus niveles de consumo, ahorro, inversión y endeudamiento.

    Durante casi todo el siglo XX, los Bancos Centrales fueron dependientes del Ministerio de Hacienda de los países, y las experiencias fueron desastrosas.

    Los Gobiernos, en su afán de acelerar el crecimiento económico, emprendían grandes programas de gasto público sin el financiamiento genuino, que debería de provenir de la recaudación de impuestos.

    De esta manera, incurrían en grandes déficits fiscales, que inicialmente se financiaban con la emisión de bonos soberanos, pero cuando ya no existía demanda para los bonos, empezaban a sobregirar la cuenta corriente y a solicitar préstamos al Banco Central para seguir con los planes de desarrollo.

    En este proceso, la emisión de dinero por parte del Banco Central pasaba a depender de la necesidad de financiamiento del déficit fiscal. Cada vez que necesitaba, el Ministro de Hacienda le ordenaba al Banco Central que le otorgase un préstamo, y este utilizaba la maquinita para imprimir billetes para pagar las cuentas públicas.

    Como resultado, surgieron los periodos de grandes inflaciones; muy estudiado es el caso de Alemania en la década de 1920 y los de Argentina y Brasil en la década del 80.

    La inflación es un impuesto extremadamente injusto, porque genera una redistribución de ingresos muy regresiva. La pagan aquellos que tienen ingresos fijos, como los asalariados, los jubilados, etc., y les benefician a aquellos que tienen ingresos variables, que pueden reajustar sus precios continuamente, como los comerciantes y los productores.

    Por esta razón, los economistas, durante las décadas del 70 y 80, discutieron las mejores opciones para crear un mecanismo institucional que garantice una buena administración de la emisión de dinero y mantener la inflación baja y estable, para beneficio de la ciudadanía. Se llegó a un consenso que básicamente consiste en lo siguiente:

    Primero, es necesario que la emisión de dinero sea monopolizada por una institución autónoma e independiente del Gobierno, de sectores económicos, políticos y sociales: un Banco Central Independiente.

    Para garantizar la independencia, el nombramiento y la remoción de los Directores deben ser realizados con acuerdo del Congreso, tener estabilidad durante su mandato y recaer en personas con conocimiento y experiencia.

    Segundo, el Banco Central debe tener un único mandato: mantener la estabilidad de precios. De manera secundaria puede tener otros objetivos, pero siempre supeditado al mandato principal.

    Tercero, el Banco Central no puede otorgar préstamos al Tesoro.

    Cuarto, la implementación de la política monetaria basada en un esquema de metas de inflación, con una flexibilidad de aplicar las medidas necesarias para mantener la inflación dentro de la meta establecida.

    Esta es la base de la política monetaria aplicada por la mayoría de los países desarrollados y emergentes.

    En Paraguay hemos hecho un buen trabajo en esta área. La inflación promedio desde 1960 es alrededor de 12%. Nunca tuvimos una hiperinflación y mantenemos la misma moneda desde la creación del Guaraní, en 1943. No cambiemos una de las pocas cosas que han funcionado bien en nuestro país.

    César Barreto Otazú (*)

    http://www.ultimahora.com/notas/585607-La-independencia-del-Banco-Central-y-la-inflacion

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  4. Aún no termina el juego con los #tarjetazos

    Por Ana Antúnez

    El tope legal que se impuso a los intereses aplicables al uso de dinero plástico, que se reduce hasta un 50% en muchos casos, dejó a todos y todas suspirando de alivio. Por fin se puso un límite a los millones y millones de dólares que al mes ganan las entidades bancarias y financieras a costa por un lado, del excesivo precio de las tarjetas de crédito y, por otro, de la úlcera de los desprotegidos usuarios.

    ¿Quién no fue o sigue víctima de las peligrosas consecuencias de los tarjetazos, antes de fin de mes, para salvar una compra “en apuros”, financiar onerosamente la compra de algún producto necesario para el hogar, los estudios o simplemente costear una noche de cine y pizza con amigos? Ese tarjetazo te resuelve en el momento, pero sabemos, por experiencia milenaria, que también te meterá en un aprieto financiero más grande que el arrepentimiento que le sigue al acto en sí, de tarjetear.

    El presidente de la República, Horacio Cartes, dejó a más de un ciudadano escéptico, boquiabierto al promulgar en menos de 48 horas la ley que provino del Congreso y que cayó como una bonanza de esperanza para todos, excepto para los banqueros. Y siendo uno de ellos, en “su anterior vida de empresario”, Cartes entendió igual el alcance social de esta ley que disminuye abruptamente el excesivo costo de los intereses de las tarjetas de crédito. ¡Enhorabuena! El final de película aún se hará esperar, porque los banqueros anunciaron que darán guerra a nivel judicial.

    La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia tendrá la última palabra. Si declara inconstitucional algunos artículos atacados por los banqueros, resolverá a su vez, la inaplicabilidad del tope legal de costo de los intereses en relación a los bancos que accionaron. Esto supondrá una seguidilla de acciones similares ante la máxima instancia judicial para acogerse a esta jurisprudencia. Sin embargo, la tan desacreditada Justicia tiene otro examen que sortear. El interés particular de los bancos, sobre el general de los cientos y miles de tarjetahabientes en todo el país.

    Ganar por la intermediación financiera es un derecho, indudablemente. Enriquecerse es tal vez una consecuencia lógica, pero atiborrarse de dinero hasta volverse un acumulador enfermizo es sencillamente insostenible en un país pobre como el nuestro, donde la crítica ya está instalada y los ciudadanos la ejercen sin pausa.

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  5. ¿Por qué la banca debe ser regulada?

    Una de las principales responsabilidades establecidas por la Ley del Banco Central es velar por la estabilidad del sistema financiero. Recordando que a diferencia de otras empresas comerciales, industriales o de servicios, la Banca, en su concepto amplio es la que por naturaleza y en todos los países del mundo es la que recibe la mayor proporción de los depósitos del público (individuos, familias, empresas privadas, sector público). La responsabilidad de velar porque esto se mantenga estable y previsible es muy grande. El camino rumbo a la mejor supervisión preventiva es un camino sin retorno, cada mes se pueden ir mejorando los controles para velar por esta fundamental estabilidad. El Banco Central publica periódicamente en los diarios de mayor circulación y en su sitio de internet, un resumen de los principales datos de los Balances remitidos a ellos por los Bancos y Financieras.

    Esta publicación es muy completa y muy interesante, pero como todas las cosas técnicas, necesita de tanto en tanto ser decodificada para que los lectores (individuales, familias, empresas y sector público), puedan entender esos datos en su real dimensión. Esto es lo que haremos a partir de este primer artículo y luego periódicamente viendo las tendencias, que en muchos casos es aún más importante.

    En efectos de este análisis, incluimos sin dudar a Bancos y Financieras, ya que ambos

    tipos de entidades son igualmente exitosos o no exitosos en base a estos primeros 6 parámetros seleccionados, los cuales son universales y sirven para darnos siempre la primera mirada. El siguiente no orden no implica prelación, los 6 son igual de importantes y su análisis combinado y ponderado es la que determina la ciencia del análisis y de las medidas preventivas o correctivas que deben llevarse adelante.

    PRIMER PARÁMETRO: BUENA LIQUIDEZ

    Un antiguo refrán dice que el “Efectivo es el Rey – al menos para cuestiones financieras”. Los bancos y financieras toman Gs. 100 de depósitos y naturalmente los vuelven a prestar a una tasa diferencial y asumiendo un riesgo. Muchos niños –yo me incluyo entre aquellos niños- estábamos convencidos que el Deposito está ahí, en una caja de depósitos con su nombre y apellido. Recuerdo mi primera caja de ahorros fue en una entidad que se llamaba “Progreso”.

    Tenían su alcancía de ahorros y su maravillosa maquina cuenta monedas allá por los años 70. Naturalmente, las entidades financieras son empresas que buscan lógicamente el lucro y el negocio está en volver a prestar. La tendencia –que debe ser controlada- está en que cuanto más prestan, más ganan y menos colchón pueden llegar a dejar para atender a extracciones imprevistas de depositantes.

    Este colchón de efectivo (disponibilidades) para atender a depositantes –se calcula con fórmulas estadísticas que en este artículo no abordaremos. Estos importes mínimos de liquidez están regulados y deben ser permanentemente controlados. Entonces, para entender mejor, tenemos la siguiente foto a Junio 2014 que no es otra cosa que la cantidad de disponibilidades que las entidades tenían versus sus depósitos. Hay varias formas de calcular este ratio. Esta es una de ellas.

    SEGUNDO PARÁMETRO: BUEN CAPITAL

    Como segundo parámetro, a mirar periódicamente, tenemos al nivel de capitalización de los Bancos y Financieras, en otras palabras, cuando de capital han puesto los dueños en comparación a los depósitos que están tomando del público. Este cálculo se pondera por el nivel de riesgo que toman al volver a prestar los depósitos que reciben.

    Una recomendación clásica es el que primer saludo que los Presidentes/Directivos de un Banco Central deben dar a un Presidente/Director de Banco o Financiera no es “Que tal?”, sino, “Que tal tu Capital?”. Por los Ley los Bancos poseen un límite al total de depósitos que pueden crecer versus su capital. Sin embargo, nuevamente aquí, la tendencia –normal- de toda empresa que busca el lucro, es maximizar el uso de su capital, “apalancándose” (usando la palanca de depósitos del público y deudas con terceros, para maximizar el retorno al accionista). Estos límites están regulados y deben ser siempre controlados. Veamos a continuación como estaba la industria financiera al cierre de Junio 2015. Otro tema fundamental muy relacionado, que lamentablemente no se puede medir cuantitativamente, pero que si es responsabilidad de la Banca Central, es identificar claramente el perfil de reputación de los accionistas, directores y dueños. Tanto al momento de autorizar la operación de una entidad, o permitir que la misma continúe operando. Como dirían los anglosajones se conocer muy bien el “character” o “reputación” del dueño.

    En otras palabras, si ante momentos de crisis, estarán ahí presentes para aportar más capital y evitar que su entidad tenga dificultades.

    TERCER PARÁMETRO: BUENOS ACTIVOS

    Como tercer parámetro a mirar periódicamente, tenemos al nivel de préstamos que no están siendo pagados a tiempo. La mora en si aún no es pérdida para las entidades, de hecho para muchos la morosidad bien manejada es un muy buen negocio porque se agregan intereses adicionales y punitorios. Pero, es un parámetro crítico para ver las tendencias y los riesgos. Las deudas malas (préstamos concedidos que no se están cobrando) son una de las principales causas por las cuales muchas entidades financieras, y también comerciales dejan de existir. Insisto, el negocio principal de los Bancos y Financieras es precisamente la intermediación financiera, recibir depósitos y volverlos a prestar asumiendo un riesgo. La ciencia está en saber prestar.

    CUARTO PARÁMETRO: RELACIÓN MOROSIDAD VS. PATRIMONIO DE LA ENTIDAD

    Todos tienen derecho a equivocarse, aquí lo importante es la capacidad de rápida respuesta de los administradores, directores y accionistas para reconocer contablemente lo que ya se identificó como préstamo problema y ser conscientes que más adelante –si no hay mejoras- puede existir la necesidad de aporte adicional de capital. Esto está también muy bien regulado y es una de las claves en el control preventivo de las entidades financieras. Lo peor es haberse equivocado en los préstamos y no reconocerlo a tiempo y contablemente.

    El riesgo de crédito, y por ende la potencial morosidad es el corazón de la industria de la intermediación financiera. En su buen manejo es donde esta uno de los pilares del éxito, así como la capacidad de respuesta de los directores y accionistas en caso de aumento de la morosidad. En este sentido, un indicador muy útil a mirar es el porcentaje de estas deudas vencidas con relación al patrimonio actual de los Bancos y Financieras.

    En otras palabras, cual es el nivel porcentual de aporte de capital que requeriría aporte de accionistas en caso de que la morosidad no llegue a disminuir. Y en aun más breves palabras, que % del actual patrimonio estaría potencialmente afectado por la actual morosidad. Aquí una foto a Junio 2015 de los que mejor han gestionado este punto. Luego iremos viendo juntos las tendencias.

    QUINTO PARÁMETRO: RETORNO SOBRE ACTIVOS

    Todas las entidades financieras son empresas con fines de lucro. Por ende, un factor clave que determina el éxito y por ende su permanencia son los niveles de rentabilidad. A efectos de este análisis, al igual que muchos colegas, para mi gusto el mejor parámetro de rentabilidad es el que mide el rendimiento de los activos. En otras palabras, si la entidad es buena en aprovecho bien y eficientemente tanto su capital como los depósitos que recibo del publico (depositos de individuos, familias, empresas privadas, sector público). En la medida que un Banco y Financiera logre sacar buenos réditos en su gestión, existe mayor garantía de permanencia de la empresa a lo largo del tiempo. Aquí una foto de como cerraron los top 15 a fines del primer semestre.

    SEXTO PARÁMETRO: EFICIENCIA ADMINISTRATIVA

    Último parámetro en este análisis, pero no el menos importante es la eficiencia administrativa de las entidades. Me permito insistir que la ciencia para predecir y ayudar a que el sistema financiero se mantenga estable es actuar con rapidez en caso necesario, y este primer análisis puede darse mirando simplemente a estas sencillas 6 variables. Hay muchas más, pero empezando por estas 6, tanto los lectores como los reguladores ya tendrán siempre un primera y rápida de visión del estado de la industria. De hecho, a lo largo de estos artículos, lo estaremos viendo y analizando juntos. Este último parámetro seleccionado refleja cuando esta gastando cada Banco o Financiera para ganar cada Gs 100. Por lógica, cuando más gaste porcentualmente porcentualmente a lo genera de ingresos, es más ineficiente. Su utilidad es clave y muy predictiva. La ciencia esta en analizar la combinación de los 6, ponderarlos y actuar cuando hay que actuar (tanto desde dentro de las entidades como desde los entes reguladores).

    Por Angelo Palacios

    http://www.lanacion.com.py/2015/09/06/por-que-la-banca-debe-ser-regulada/

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  6. Un nuevo golpe al ciudadano

    En los últimos meses, el Gobierno ha puesto todo su empeño en tomar nuevas medidas proteccionistas a fin de beneficiar a un conglomerado de comerciantes locales y privar o dificultar una vez más a las personas de acceder incluso a los más triviales artículos, pero que podrían mejorar su calidad de vida o brindarle la simple satisfacción personal, ni hablar de otras cuestiones como vestimenta, medicamentos o alimentación. Para lograr el objetivo, a través de la Secretaría de Estado de Tributación, Aduanas, y nuestros supuestos representantes parlamentarios han pergeñado dos leyes que, a priori –como siempre– buscan supuestamente reglamentar ciertos sectores informales y que la recaudación redunde en beneficios para el pueblo. Nada más lejos de la realidad.

    El primer caballo de Troya introducido por el gobierno fue implementar tasas como el IVA y el ISC a las compras vía internet que la mayoría hacemos a través de las tarjetas de crédito, a pesar de los argumentos bien esgrimidos que explican la imposibilidad de su aplicación. No fue suficiente para detener tal medida, aunque este ataque no tuvo el efecto que esperaban debido a que las empresas de courrier decidieron absorber dichos costos impositivos.

    Pero es la segunda medida que viene prácticamente a dar el tiro de gracia al malherido sector de las tarjetas de crédito, pues no solo tiene como fin desalentar las compras del sector socioeconómico más bajo, sino que personas comunes como yo quedemos directamente afuera.

    La tecnología es por excelencia una de las mejores armas para acabar con muchos monopolios y medidas proteccionistas. Además, como mencionaba más arriba, ella es el puente para que muchas personas puedan acceder a beneficios otrora inalcanzables o cuanto menos muy difíciles ya sean estos productos básicos o de ocio.

    Esta nueva medida populista adoptada por el gobierno, cual es la implementación de la ley que pone un tope máximo de tasas de interés a las tarjetas de crédito, con el fin de frenar un supuesto abuso por parte de los entes bancarios y proteger al consumidor –a usted o a mí –no hace otra cosa que despojarnos de nuestra autonomía económica individual.

    Por ejemplo, de ahora en más, para poder comprar por internet desde la comodidad de mi hogar, algo tan simple como un llavero por el que hubiera pagado como máximo 5 dólares, tendré que padecer el calamitoso tráfico que tenemos, perder tiempo y salud mental, buscar una tienda local y pagar al menos 80.000 guaraníes a alguien tan desconocido para mí como aquella persona que me hubiera vendido el mismo producto desde el otro lado de la pantalla.

    Lo más triste es que muchos celebran esta ley populista –basada en la trillada pero siempre efectiva visión maniqueísta de ricos y pobres– como si el golpe fuera directamente a los entes bancarios y financieros. Lamento decirles que es todo lo contrario.

    Por otra parte, aunque los intereses de las tarjetas de crédito fueran del 500%, nadie obliga a uno a adquirirlo, por más de que muchos aduzcan que los bancos prácticamente les regalen las tarjetas, finalmente la decisión de tomarla o dejarla es nuestra.

    Salir a celebrar y gritar a los cuatro vientos que las operadoras de tarjetas eran unos usureros a tal punto de no poder llegar a pagarlos y que ahora tienen su merecido, es solamente salir a festejar nuestra propia irresponsabilidad. No es la manera de actuar si queremos crecer como personas y como país. Sigo abogando y apostando por el libre mercado y el libre comercio.

    Federico Rolandi

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  7. NO CEDER AL CHANTAJE DE LOS BANQUEROS

    En una publicación por demás curiosa, el diario ABC tituló ayer “Efecto tarjetas: caen hasta 60% las reservas para las vacaciones”. Y después prosigue “de cada diez reservas de pasajes para vacacionar que ya tenían las agencias de viajes a esta altura del año , hoy solo están acumulando cuatro debido a la cancelación por parte de los bancos de las promociones de compras en cuotas sin intereses con tarjetas de crédito; una de las varias consecuencias de la Ley 5.476”. O sea, porque se redujo la inmoral tasa de interés que cobraban los bancos y estos se vieron “obligados” a tomar medidas, como suprimir las promociones, el 60% de los que saldrían de vacaciones resolvió no hacerlo este año. Un disparate mayúsculo que carece del menor rigor, como si el mundo girara en torno al plástico, como si no existieran otros condicionantes, como si el dólar por las nubes no tuviera ninguna incidencia, como si los vacacionistas no prefiriesen otros destinos -Brasil por ejemplo- para los cuales poco importan sus “benditas” promociones. Se trata de un pretexto más para justificar la continuidad de la usura.

    La disminución de paraguayos que antes tenían como destino Cancún u otras playas del Caribe es un hecho innegable, pero solo un porcentaje mínimo de ellos puede explicarse por la cancelación de las promociones. De hecho, esto recién se produjo hace pocos días, cuando las agencias de viaje solo habían colocado el 40% de los paquetes que vendieron para mediados de octubre del 2014. En consecuencia, existen otros motivos a los presentados falsamente por la referida nota periodística. Y el principal de ellos es la realidad económica, con un dólar muy alto, que torna muy oneroso vacacionar en Cancún o Punta Cana y más accesible hacerlo en playas como Camboriú o las de Florianópolis, por ejemplo, las cuales vuelven a ser convenientes para los paraguayos debido al desplome del real frente al dólar.

    Claro que ni los banqueros, ni los economistas que actúan al servicio de estos, ni la prensa que desfallece por sus avisos, reconocerán estos hechos. El objetivo que persiguen es mantener las tasas usurarias o reducirlas levemente. Y para ello están recurriendo a todo tipo de maniobras y mentiras, en el afán de poner al Ejecutivo y al Congreso contra las cuerdas, del mismo modo que lo hicieron exitosamente los cooperativistas, que seguirán gozando del privilegio de no pagar el Impuesto al Valor Agregado (IVA), al menos por otros cinco meses.

    Las tarjetas deben tener un tope máximo, en cuanto a intereses se refiere, debido a la voracidad que caracteriza al capital financiero. Y los pocos bancos que prácticamente monopolizan este tipo de operaciones son los promotores de este vulgar e inaceptable chantaje, por medio del cual pretenden poner a los usuarios del plástico en contra del gobierno, cuando en realidad son ellos, y no otros, los responsables de que el Estado deba intervenir, legislación mediante, para impedir que sigan abusando tan escandalosamente de sus clientes, como lo hicieron por años.

    Las autoridades nacionales no deben ceder a tan inaceptables presiones. Por el contrario, tienen que “devolverle el favor” a los banqueros explicándoles en un buen cristiano que si continúan con el chantaje se van a ver obligadas a retirar los fondos de las instituciones públicas que están depositados en sus bancos, y/o que potenciará la participación del Banco Nacional de Fomento (BNF) en el negocio de las tarjetas, con todas las promociones que ellos cancelaron. Y entonces veremos cuánto les dura la grosera soberbia con la que hoy proceden.

    http://www.adndigital.com.py/index.php/impreso/editorial-impreso/6999-no-ceder-al-chantaje-de-los-banqueros

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  8. El segundo golpe de los bancos contra la República
    La aguda crisis financiera que vivió el Paraguay durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy se debió, en gran medida, a la absoluta desregulación del mercado heredada del  naufragio institucional que supuso el stronato. El país entero había caído en manos de un grupo de inescrupulosos que hacía del dinero del pueblo lo que se le antojaba, hasta que la angurria insaciable devino en un caos que casi acabó con los pocos cimientos de República que se consiguieron edificar sobre las cenizas de ese gran burdel en el que Alfredo Stroessner convirtió al Paraguay.

    No sin gran sacrificio –el de miles de ahorristas defraudados y de todos los demás que tuvimos que terminar cubriendo con un crédito internacional parte del hondo pozo creado por los respetables banqueros– la crisis pudo ser superada y una relativa calma sucedió a la época de turbulencia económica y financiera. Se supuso entonces que los respetables habían aprendido la lección; es decir, que en adelante limitarían su voracidad y se llamarían a una moderación indispensable para evitar que la frágil estabilidad conquistada volviera a ser puesta en peligro.

    Pero no, no fue así. Los respetables banqueros continuaron apretando el torniquete. Colocaron al pueblo contra las cuerdas con la aplicación de desmedidos intereses al uso de las tarjetas de crédito que una creciente clase media y una importante liquidez les motivó a repartir a diestra y siniestra, sin otro miramiento que un lucro rapaz.

    Como nunca tuvieron la intención de disimular su angurria, el Estado, a través de sus instituciones, les dio un parate, acotando su ambición y sus ingresos siderales, merced a los cuales pudieron no solamente enriquecerse de manera inagotable y construir sedes faraónicas, sino también remitir a sus matrices –fuera del país, desde luego– ingentes ingresos que nada tienen que ver con el desarrollo económico y social del pueblo paraguayo.

    En su afán revanchista, rechazaron de plano las fronteras demarcadas por el Estado, y no trepidaron en castigar miserablemente a esos mismos clientes de los que se habían servido para engrosar impúdicamente sus faltriqueras.

    No contentos con meter la mano en el bolsillo de la gente, pretenden dictarle a un país soberano las reglas de juego que este debe establecer de cara a un mercado incapaz de visualizar otras metas que no sean sus propios beneficios. Se llevaron al pueblo por delante y ahora maquinan un golpe contra la República, para entronizar en su reemplazo a una espuria, arrogante e insensible monarquía de los bancos: la codiciosa patria financiera.

    Por Adrián Cattivelli

    http://www.ultimahora.com/el-segundo-golpe-los-bancos-contra-la-republica-n943200.html

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  9. Promociones, pagos en cuotas y otros beneficios de tarjetas de créditos

    En una encuesta realizada recientemente por el Diario La Nación a sus lectores, sobre si les gustaría que las instituciones financieras volvieran a ponerlos en vigencia, el resultado ha sido de un 66% al sí, vs. apenas un 34% al no.

    De esto se deduce que los usuarios de tarjetas, por más que este producto haya tenido históricamente tasas de interés elevadas, la gente no lo reparaba tanto en dicho detalle, sino que haciendo la relación costo-beneficio, veían que al poder utilizarlos no solamente como un instrumento de pago sino también de crédito, les permitía independientemente de todas las promociones, poder parcelar sus compras en cuotas en función a su capacidad de repago, constituyendo a mi criterio “el principal gancho”.

    Y todo lo que menciono se patentizaba en la práctica, pues la mayoría de los comercios sigue lamentándose de que sus niveles de facturaciones a partir de la puesta en vigencia de la ley que topeaba las tasas de interés a no más de 3 veces las tasas pasivas pagadas a los ahorristas han caído en promedios entre un 30/40%.

    Si bien es cierto las tasas de interés que se venían cobrando (superior al 50% p.a.) en promedio eran elevadas, si es que el Congreso Nacional hacía a través de sus asesores un mejor análisis técnico antes de sancionarlo, los resultados podrían haber sido diferentes, pues para ser bien sinceros el producto (tarjeta de créditos) está orientado al segmento de consumo, y bien sabemos que ninguna financiación de este tipo tiene en cualquier banco o financiera un costo menor al 35%.

    Hay que tener en cuenta que la tasa actual del 15/16% p.a., definitivamente ha dejado de ser rentable, pues tanto los bancos como financieras dentro de su estructura de costos y gastos tienen al Encaje Legal, al Fondo de Gtía. sobre Depósitos y a las tasas de intereses abonadas a sus ahorristas, independientemente de todos los demás gastos de rutina que forman parte de la explotación de este producto crediticio.

    Entonces, es muy fácil poder darse cuenta de que con dicha tasa de interés casi ninguna institución iba a aceptar seguir operando pues no “cerraban” los números vs. su relación costo-rentabilidad, por lo que si es que se hacían bien las cosas desde un principio la tasa tope promedio debía haber sido del 30% p.a. con la cual tengo la cuasi plena seguridad de que tanto la Asoban como la Adefi, los podrían haber dado su OK.

    Ojalá y una vez que los legisladores vuelvan a reiniciar su periodo de sesiones del 2016 reanalicen de nuevo esta ley y reduzcan la tasa de interés al monto consignado precedentemente, para que mucha gente que se sentía confortable con el uso de este producto, los pueda volver a tener entre su abanico de posibilidades financieras.

    Nuestra microeconomía precisa seguir movimentándose, y a través de esta revisión de la tasa tope de interés que pudieran hacer creo que les estarían “pasando una mano” a nuestro alicaído movimiento comercial de los últimos meses, pues bien sabemos que históricamente de 10 clientes que entraban a un negocio a hacer compras no menos de 5 o 6 los hacían vía tarjetas de créditos, lo que hoy día se ha reducido a su más mínima expresión.

    Si bien es dable reconocer que se trata de un segmento de negocios en donde muchas veces los riesgos crediticios se tornan superiores a los normales, como aconteciera al cierre del último ejercicio en que las entidades financieras mostraran índices de morosidad de aprox. 16% en este producto, creo que ya los mismos en estos últimos meses se “han puesto las pilas” y realizado una depuración de todos aquellos clientes que mostraban un cumplimiento de pago no satisfactorio y que al final de algún modo “perjudicaban” a los clientes cumplidores.

    Mucha gente responsable y con conocimientos primarios de los principales aspectos que hacen a una educación financiera, utilizan las T. de créditos más bien como instrumento de pago, cancelando prácticamente el 100% de sus compras en forma mensual y otros que en contrapartida han encontrado en el mismo la facilidad de poder fraccionar los pagos hasta en 12 cuotas inclusive (y bien conscientes de que los mismos llevan aparejados intereses y otros gastos conexos). Que lo digan todos aquellos que usualmente se tomaban sus vacaciones pagando en cuotas de hasta 12 meses y que hoy día ha pasado a formar parte “del baúl de los recuerdos”.

    Juan Carlos Zárate Lázaro

    Dr. y Máster en Administración de Empresas

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  10. ¡Cuidado con los segundos!

    Probablemente habrás visto las llamativas promociones de créditos al instante, esas que te lo entregan incluso “en contados segundos” … claro, según lo que dice la publicidad. La primera vez que la vi me llamó la atención, porque, las entidades, por lo general, se toman su tiempo para analizar el nivel de riesgo que representa el potencial beneficiario de estos préstamos de consumo.

    Coincidentemente participé hace poco en una conferencia de prensa, donde nos proyectaron un video con historias de personas de escasos recursos; obreros, amas de casa, comerciantes que habían sido beneficiados con estos créditos y, supuestamente, lograron progresar. No sé hasta qué punto sea verdad porque se trata de microcréditos que, en la mayoría de los casos, se toman para pagar cuentas antes que para invertir.

    Lo cierto es que, tras finalizar la presentación, ya en la ronda de preguntas hice una sencilla consulta: ¿Cuánta es la tasa de interés por estos créditos? Noté que mi intervención no cayó simpática y la respuesta fue con evasivas sin dar el dato concreto. Siguieron hablando de las bondades del crédito y su impacto social hasta que volví a alzar la mano y persistí: “Disculpen que sea insistente, pero no me dieron el dato que pregunté sobre la tasa de interés”.

    Por la forma en que la mesa directiva de aquella entidad financiera clavó los ojos en mí, sumada inclusive a la mala cara que me mostraron algunas autoridades del Gobierno allí presentes, por un momento pensé que hasta llamarían a los guardias de aquel lujoso hotel para sacarme a patadas. Finalmente alguien respondió: “43%… porque el nivel de riesgo es alto”, y exactamente allí se terminó la conferencia de prensa.

    Al volver a la oficina del diario, me daba vueltas el número en la cabeza. Verifiqué a cuánto estaba el límite máximo no usurario fijado por el Banco Central del Paraguay y ¿adivinen cuánto? ¡¡43,33%!!, exactamente orillando lo legalmente permitido para no caer en la usura.

    ¿Qué entidades financieras cobran esta tasa tan alta? Miré las tasas de interés que están cobrando todos los bancos y financieras por este tipo de “créditos al instante” otorgados en moneda local y a 12 meses de financiación y al segundo noté que las entidades prestadoras de estos créditos de consumo que lideran el mercado están cobrando ¡43,33%!!

    Se me revolvió algo por dentro al recordar la cara del almacenero, la ama de casa o el zapatero que hablaban en el emotivo video visto en horas de la mañana. No porque sea ilegal, pero sí creo que la mayoría de esta gente quizás salió feliz de su banco o financiera porque le dieron en 15 segundos un crédito, pero dudo que sean conscientes de que están pagando algo que está a una milésima de la usura.

    Hoy está pasando exactamente lo mismo que ocurrió con el caso de las tarjetas de crédito, que cobraban tasas altísimas hasta que el Congreso tuvo que pararles el carro. Así que la próxima vez que te sientas tentado a tomar uno de estos préstamos al instante, te recuerdo que a veces vale más tomarse unos minutos o incluso horas para analizar tus opciones, que deslumbrarte con unos cuantos segundos.

    Por Samuel Acosta

    http://www.ultimahora.com/cuidado-los-segundos-n975100.html

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  11. Acertada decisión de reactivar las promociones con tarjetas

    Importantes bancos que operan en plaza adoptaron la decisión de reactivar las promociones con tarjetas de crédito, que habían quedado suspendidas tras la aprobación de la Ley 5476/15, que fijaba topes en las tasas de interés. La medida es acertada. Por un lado, beneficia a los propios bancos, pues les permite obtener ganancias adicionales que habían ido mermando de manera progresiva. Es positivo para la economía del país, pues genera un movimiento comercial favorable en momentos de serias dificultades en los países vecinos, como en Brasil. Y por último, es un buen dato para los usuarios, que pueden utilizar esas promociones para adquirir productos en condiciones más ventajosas.

    Las páginas web de al menos cinco importantes bancos de plaza emiten anuncios que invitan a sus clientes a tomar préstamos de hasta 12 cuotas utilizando tarjetas de crédito. Paradójicamente, los anuncios destacan como un atractivo el bajo nivel del tipo de interés estipulado por la Superintendencia del Banco Central del Paraguay (BCP), en un máximo de 18,63%.
    La medida contrasta con la actitud intransigente que habían adoptado bancos y financieras cuando, el año pasado, el Congreso aprobó la Ley 5476/15, que fijó topes para el cobro de intereses en el uso de las tarjetas de crédito. El fin de las promociones era, precisamente, una de las medidas “punitorias” asumidas por las entidades.

    Sin embargo, con el transcurso del tiempo fue evidente que la medida supuso la pérdida de una importante ventaja no solamente para el usuario, sino para las mismas instituciones financieras, que vieron mermar sus ganancias en una pulseada con el Estado que tuvo como principal víctima a los usuarios.

    La ley de marras permitió, pues, racionalizar las elevadísimas tasas de interés que se cobraban anteriormente por el uso de las tarjetas. Y el Gobierno decidió acompañar la apuesta en el entendido de que existía un abuso que debía ser corregido. Es, pues, que una de las principales funciones del Estado consiste precisamente en mediar entre partes antagónicas y, sobre todo, velar por la vigencia del bien común, sobre todo cuando existen decisiones que afectan a los sectores más vulnerables de la población.

    Por eso consideramos que la decisión de restituir las promociones es acertada. En primer término, beneficiará a los bancos, que a causa de su intransigencia perdieron miles de clientes. A partir de ahora, retomarán la confianza de los mismos y verán, por lo tanto, incrementarse considerablemente sus ganancias, si bien no a los niveles siderales que tenían antes de la promulgación de la mencionada ley, pero sí en índices más razonables para el desarrollo económico del país mismo.

    Por otro lado, esa medida apunta a una favorable reactivación de la economía, algo fundamental cuando en nuestro entorno geográfico inmediato (sobre todo en el Brasil) la recesión está causando estragos económicos en el conjunto de la región. Es evidente que esa situación adversa va a traer –y ya ha producido– consecuencias en nuestro esquema financiero.

    Por último, es una decisión que trae importantes beneficios para el usuario, porque le permite adquirir productos de gran relevancia en tiempos de comienzos de clases y también a las puertas de la Semana Santa, cuando muchos ciudadanos apuestan por el turismo interno y precisan contar con las herramientas adecuadas para financiar sus gastos.

    Apoyamos, entonces, las medidas de los bancos que han decidido reactivar sus promociones con tarjetas, en el entendido de que es todo el conjunto de la sociedad el que se verá beneficiado con tan atinada determinación.

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  12. ¿Qué pasó con las tarjetas de crédito?

    Siete meses pasaron desde la vigencia de la Ley 5476/15, que fija un límite a la tasa de interés que pueden cobrar bancos y financieras por sus tarjetas de crédito. ¿Qué pasó con este negocio? Dejemos que los números hablen.

    Hasta hoy la ley no sufrió ninguna modificación; sin embargo, hace dos meses se reactivaron las promociones a pesar de que, en octubre pasado, las entidades las suspendieron con el argumento de que el artículo 20 de la ley les prohibía. Es más, hay bancos que incluso vuelven a promocionar compras con hasta 12 meses sin intereses. Entonces, ¿se mintió al cliente con el furibundo comunicado del año pasado? Respóndase usted mismo.

    A la fecha salieron del sistema 51.414 plásticos (tarjetas), pero este fenómeno, ¿es porque se suspendieron los descuentos? Definitivamente, no. Los propios directivos de Asobán admitieron que fueron las entidades las que no renovaron contratos principalmente a clientes calificados de segmentos más bajos, es decir, a gente con ingresos mensuales inferiores a G. 5 millones. Estos usuarios representan el 45% del total de la cartera según datos que nos proporcionó Bancard.

    A esto hay que sumar que la tasa de morosidad de este grupo de clientes ronda el 12%. En su mayoría era gente a la que se le dio una tarjeta de crédito para bicicletear el mes y terminó sobreendeudada.

    Cuando la ley desinfló la altísima tasa de interés –que en algunos casos rondaba 54% al límite de la usura–, el negocio dejó de ser rentable.

    Las ventas en los comercios adheridos cayeron hasta 65%, pero principalmente en otros rubros, como tiendas, joyerías, boutique, es decir, artículos que no pueden ser considerados de primera necesidad. En cambio, en supermercados y estaciones de servicio el volumen de ventas con tarjetas mermó apenas en 5%, según los datos, ya que Bancard registra minuto a minuto el volumen de transacciones.

    El negocio de las tarjetas no se va a terminar; prueba de ello es que se reactivaron las promociones, las llamadas a potenciales clientes con el famoso “usted ganó una tarjeta con una línea de crédito de tantos guaraníes”, y hasta el nivel de consumo en marzo volvió a subir, según el último boletín financiero que dio a conocer hace unos días el Banco Central del Paraguay.

    De esta historia surgen dos grandes lecciones. Una de ellas es que los tarjetahabientes deben aprender que el plástico no puede usarse para gastar más de lo que se puede pagar, y la otra es que los bancos no deberían repartir un instrumento financiero sin criterio a sectores que por su nivel de ingresos son candidatos potenciales a caer en morosidad.

    Ello debido a que las consecuencias económicas para familias que se endeudaron hasta el cuello son peores, que la merma en ganancias para los bancos y comercios.

    Por Samuel Acosta

    http://www.ultimahora.com/que-paso-las-tarjetas-credito-n987000.html

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  13. Regulación necesaria

    A más de un año y medio de la implementación de la ley que redujo la tasa de interés para la financiación a través de las tarjetas de crédito hasta tres veces el promedio de las tasas pasivas (las que las entidades pagan por los depósitos), el anunciado colapso del sistema financiero nunca llegó.

    Si bien se redujo la cantidad de plásticos emitidos y, por ende, parte de las transacciones financieras disminuyeron, las tarjetas de crédito continúan siendo un medio de pago utilizado mayoritariamente.

    Tímidamente, las entidades financieras que aseguraban tener las manos atadas para ofrecer ventajas como lo hacían antes de la aprobación de la ley, vuelven a realizar promociones para sus clientes.

    Cuando durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy se establecieron topes a las tasas de interés para créditos de consumo, que en ese tiempo superaban el 50%, también se vaticinó que sería el fin de muchas entidades financieras.

    Transcurridos algunos años se demostró que aquello solo fue un pataleo desesperado de un sector que no perdería, sino que solo ganaría menos.

    El sector financiero volvió a manifestar su descontento cuando una investigación de Última Hora detectó que existían alrededor de 400 denominaciones distintas para aplicar cobros por comisiones bancarias, gastos y penalidades al cliente financiero.

    Tras varias negociaciones con agremiaciones financieras, el Banco Central del Paraguay dispuso que se reduzcan a 56 los conceptos de cobro de comisiones y allí tampoco se acabó el mundo.

    Si bien es cierto que tras la crisis financiera que provocó la caída de varios bancos en la década de los 90, la aprobación de una nueva normativa permitió fortalecer el sistema financiero, es necesario avanzar en beneficio de los clientes.

    Tras demostrarse en varias ocasiones la solidez del sistema, ahora se precisa ahondar en la educación financiera y en normas que protejan al consumidor financiero.

    Las regulaciones son necesarias para frenar las apetencias empresariales, cuando el ente encargado de controlar que no se sobrepasen los límites de la usura o de cobros excesivos al cliente financiero no puede cumplir bien su rol por falta de personal (cantidad y cualificación).

    Pero estas regulaciones deben estar basadas en estudios que demuestren necesario un cambio y no realizarse por simples vaivenes políticos.

    Para construir un país mejor es necesario fijar reglas que beneficien a todos y no sean cambiables por mero capricho.

    Por Wendy Marton

    http://www.ultimahora.com/regulacion-necesaria-n1087746.html

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  14. Control real

    Mientras el proyecto de modificación de la Carta Orgánica del Banco Central del Paraguay (BCP) aún sigue en la Cámara de Senadores sin ser analizado, el gremio que aglutina a las casas de crédito urge control por parte de la banca matriz.

    Hoy, las casas de crédito otorgan préstamos a las personas sin supervisión alguna. Las estimaciones dan cuenta de que mueven alrededor de USD 370 millones, aproximadamente. Si bien el gremio de casas de crédito aglutina a 32 empresas, se estima que en el mercado operan más de 200 entidades que no están sometidas al control del BCP.
    La falta de control provoca dos problemas principales: una, que las tasas de interés sean superiores a las del mercado, pues el riesgo financiero para este tipo de entidades es mayor al no acceder a los registros financieros de quien solicita el crédito; y dos, que al no estar sujetas al control del BCP no se sabe exactamente cuánto dinero mueven.

    La Carta Orgánica del BCP data del año 1995, cuando muchas de las operaciones financieras eran diferentes. Veintidós años después es más que necesario aprobar modificaciones a la normativa que rige a la entidad que controla el sistema financiero local.

    En uno de los artículos de la modificación que se plantea realizar a la Carta Orgánica se propone que la banca matriz pueda supervisar a operadoras de medios de pago electrónico, entidades que presten servicios de pago móvil o electrónico o cualquier otra entidad que preste servicios de medios de pago en general, sean entidades integrantes del sistema financiero o no.

    Asimismo, plantea supervisar a otras entidades que actúen en el mercado financiero y de crédito con recursos financieros propios que no realicen intermediación financiera, atendiendo a la importancia o el volumen de sus operaciones o su incidencia en la política monetaria, crediticia o cambiaria.

    En la actualidad y con la normativa legal vigente este control es imposible, pues los datos de los clientes de bancos y financieras no pueden ser compartidos con entidades que no están supervisadas por el BCP.

    Someter a la fiscalización de la banca matriz a las casas de crédito permitirá controlar el sobreendeudamiento de cientos de personas, tener información más precisa sobre el movimiento financiero local y avanzar en la fiscalización del dinero proveniente del narcotráfico u otro tipo de actividad ilícita.

    Por ello, es más que necesario que el Congreso deje de lado las rencillas políticas y el ambiente eleccionario y analice y sancione de una vez las modificaciones a la normativa que rige al BCP.

    Por Wendy Marton

    http://www.ultimahora.com/control-real-n1114068.html

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  15. Clase media

    POR EDUARDO “PIPÓ” DIOS

    Desde que tengo uso de razón, escucho siempre la preocupación real o simplemente de la boca para afuera de todos los políticos y funcionarios por los pobres y los extremadamente pobres. Se hace planes de todo tipo para luchar contra la pobreza, planes que van desde el reparto de víveres, chapas, cartones hasta la construcción de casas populares subvencionadas o gratuitas. Tierras para los campesinos pobres, ayudas de alimentos y semillas. Todo es para los «pobres». Mayormente no le llega, o le llega mal o no le llega lo suficiente, la ayuda está siempre, aunque sea en papeles o para la foto. Y está bien que se piense en ellos, que se los ayude, que se les dé una mano, tampoco vamos a enojarnos por eso.

    Ahora bien, no solo de pobres y pobres extremos carenciados está poblado este país. Existe una clase media, baja, media o alta, donde hay necesidades que poco y nada le calientan a nadie, por que «ellos ya tienen comida y techo» no es «urgente» nada. Y así, la clase media va tirando como puede, suben impuestos, suben tarifas de servicios públicos, meten leyes populistas que nos joden más que a los ricos y puteamos silenciosamente mientras vemos cómo hacemos para seguir tirando solos, ya que no estamos en la cabeza de ninguna autoridad, salvo para sacarnos plata.

    La clase media, y sobre todo la media baja, está hoy bastante jodida, uno de los motivos es la falta de créditos, el Banco Central adoptó reglamentaciones bancarias de países de primer mundo y nos las enchufo, dejando a la mayoría fuera de la posibilidad de ser sujeto a crédito. Al menos a créditos buenos, cómodos y a tasas razonables. O sea los bancos tienen la plata, pero no te pueden dar más que alguna pavada para comprar alguna cosa de vez en cuando.

    La ley de tarjetas que todos aplaudieron como la panacea y el fin de la usura, simplemente sirvió para sacar a más gente de la bancarización y llevarla a los usureros de siempre. De una tasa de 40-50% anual que cobraban los bancos por las tarjetas, nos fuimos al 10% mensual o más. Antes el tipo tenía la tarjeta del banco tal, con promociones, descuentos, cuotas y le servía para bicicletear y mantener un estándar de vida más relajado, dándose algún gustito, algún viajecito, sacarle a comer a la familia. Y un día se acabó, las autoridades, decidieron que éramos muy irresponsables para gastar, que los bancos abusaban con sus tasas y como gran ayuda nos mandó al córner. Se cortó el consumo, se cortaron los gustitos, comenzó la gran bicicleta de la usura en serio, esa que pagas y no solo no baja lo que debés, sino que debés más. Saltamos de la sartén al fuego. Eso también perjudicó toda la cadena, se cierran negocios, aumenta el desempleo, no le podemos pagar al usurero… fin.

    Es hora de que el Gobierno –no solo es tarea del Ejecutivo, sino del Legislativo más que nada– se ocupe de los del medio. Cambiar la ley, hacerlo de manera consensuada con los bancos, incluir al BNF, de modo a refinanciar las deudas y dejar respirar un poco al ciudadano. Que la cuota del préstamo de refinanciación permita que sobre algo a fin de mes para que se pueda consumir. El consumo es el motor, en donde la reactivación se siente, donde los ciudadanos palpamos la mejora en la calidad de vida. En muchos países este tipo de medidas han salvado gobiernos y ganado elecciones. Gente contenta, gente más tranquila, gente con la cabeza fuera del agua.

    Al menos pensalo…

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  16. Se confirmó el perjuicio a la clase menos pudiente

    El presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), Carlos Fernández Valdovinos, confirmó en los últimos días las nefastas y pronosticadas consecuencias de la Ley Nº 5476/15 –“que establece normas de transparencia y defensa del usuario en la utilización de tarjetas de crédito y débito”– sobre el sistema de pago con dinero plástico. Este engendro populista que el Congreso sancionó por unanimidad y el Poder Ejecutivo no se atrevió a vetar, pese a las severas objeciones del sector bancario y del citado organismo técnico, puso un tope a la tasa de interés de las tarjetas de crédito, so pretexto de “defender” a los usuarios.

    Tal cual se advirtió reiteradas veces que iría a acontecer, ahora resulta que la aplicación de esta intervencionista normativa provocó una drástica disminución del número de tarjetas que circulan en nuestro mercado, al punto de que entre noviembre de 2015 y diciembre de 2017 la cantidad se redujo en 116.054 plásticos, cifra que equivale a unos 448.843 millones de guaraníes. A estos datos oficiales debe sumarse el hecho de que al quedar privadas de ese instrumento financiero, las personas de menores recursos cayeron en la garras de usureros, que les están cobrando un interés de hasta el 90%.

    Las secuelas de la irracionalidad legislativa en cuestión eran absolutamente previsibles, pero las voces de alerta fueron desoídas por unos parlamentarios ávidos de aparecer ante la opinión pública como unos esforzados paladines de la gente humilde. Habrán desestimado los reparos de las entidades bancarias con el argumento de que eran parte interesada, pero no podían alegar lo mismo con respecto al BCP, cuyo informe técnico señalaba que la limitación de la tasa de interés de las tarjetas iba a impedir que los operadores financieros otorguen créditos a los usuarios de bajos ingresos.

    Las consecuencias están a la vista. El vaticinio se cumplió, porque los congresistas y el jefe del Poder Ejecutivo prefirieron confiar en la idoneidad del autor del funesto proyecto de ley, el senador Derlis Osorio (ANR), abogado, exintendente de Capiatá y exministro de Justicia y Trabajo. Cuando se legisla inmerso en la ignorancia y convencido de las bondades del populismo, se termina perjudicando a quienes se pretende favorecer.

    De hecho, quienes terminaron beneficiados por esta ley tan disparatada fueron los sectores de mayor poder adquisitivo. En efecto, para impedir una reducción aún más acentuada de la cantidad de tarjetas de crédito en circulación, los bancos volvieron a emitirlas y a reactivar las promociones de compras a cuotas y sin intereses, pero restringiendo el alcance de la campaña a la clientela de altos ingresos. O sea que a los populistas les salió el tiro por la culata, aunque no debe excluirse que más de un diputado o senador esté ocultando su dinero detrás de las “casas de crédito” usurarias, que proliferaron tras la puesta en vigencia de la insensata ley: en 2014 había 65, hoy son 130, gracias a que los supuestos beneficiarios de la normativa se quedaron sin tarjetas de crédito.

    Se debe insistir en que los efectos que hoy están a la vista ya fueron anunciados en su momento sin que ni el Congreso ni el Poder Ejecutivo tuvieran la prudencia de escuchar a quienes algo tenían que decir ante una iniciativa, por lo demás, contraria a la economía de mercado reconocida por la Constitución. No se realizó ninguna audiencia pública ni las comisiones asesoras permanentes de ambas Cámaras creyeron oportuno invitar formalmente a las entidades financieras afectadas a exponer sus opiniones.

    Es presumible, incluso, que dichas comisiones no hayan leído el proyecto de ley con la atención suficiente, para no hablar del pleno de las Cámaras Alta y Baja. Ocurre que la ley dispone que la tasa de interés no supere tres veces el promedio de las tasas pasivas vigentes en el mercado; como ellas eran del 4,5%, el tope llegaba a solo el 13,6%, razón por la cual el mismo proyectista propuso –a menos de dos meses de su promulgación– que la ley sea modificada para que la tasa de interés fuera más alta, aunque no superior al 30%. Su nueva iniciativa no prosperó, de modo que ahora la Asociación de Bancos (Asoban) y la Asociación de Empresas Financieras (Adefi) promueven su modificación, con el apoyo del presidente del BCP.

    El 4 de octubre de 2015, nuestro diario sostuvo que la desgraciada ley “no necesita un remiendo (…), sino una sepultura, por el bien de aquellos a quienes supuestamente busca defender”. En igual sentido, dado que una ley debe juzgarse por sus resultados, ABC Color sostuvo el 27 diciembre del año pasado que “sus consecuencias sugieren que sea derogada, porque así saldrán ganando los pequeños usuarios de tarjetas de crédito y la transparencia del mercado financiero”. Seguimos creyendo que esa es la salida más sencilla y adecuada para revertir una situación intolerable, generada por unos irresponsables coaligados contra la sana razón bajo la bandera del más grosero populismo. Las víctimas del disparate cometido al unísono tienen mucho que reclamar a los congresistas de todos los partidos y al presidente de la República, quienes lo mejor que podrían hacer es derogar este desatino.

    No es desdoroso admitir que se cometió un error, y si existe la posibilidad de eliminarlo, sería reprochable persistir en él o tratar solo de atenuar sus efectos. La cuestión es liberar a las personas de bajos ingresos de la usura a la que se vieron arrojadas por una manifiesta desaprensión.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/se-confirmo-el-perjuicio-a-la-clase-menos-pudiente-1678395.html

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  17. ¿Arrastran las tarjetas a los otros créditos?

    Una nueva polémica se ha desatado en torno a los intereses vigentes para las operaciones con tarjetas de crédito debido a que el sector bancario está cada vez más insatisfecho con el techo que se impuso por ley a dichas tasas, un techo que va apretando para abajo, arrastrando de paso hacia la misma dirección a los otros tipos de crédito.
    Quizá se trate de una simple casualidad, pero las cifras, los porcentajes referentes al negocio financiero, indican que este panorama viene cambiando, en la mayoría de los casos paulatinamente, pero a la vez inexorablemente, se podría decir en contra del negocio de bancos y financieras.

    En diciembre de 2014, antes de la Ley 5476/15, la tasa para tarjetas de créditos estaba en 50,14% y un año después bajó abruptamente a 15,44%, para situarse en 17,24% en diciembre de 2016 y bajar de nuevo a 13,45% al final de 2017, según el Banco Central del Paraguay (BCP).

    Esto ya es historia más o menos conocida, pero se debería agregar al análisis otros detalles del mismo ámbito para tener una visión más global. Paralelamente al límite que se impuso al negocio de las tarjetas, desde el 2015 también viene bajando el techo de las tasas usurarias, que fija periódicamente el BCP en base a una fórmula con base en el comportamiento del mercado.

    En marzo próximo, por ejemplo, bancos y financieras no podrán cobrar intereses por encima del 39,54% para sus préstamos en guaraníes, según disposición del BCP. Esto equivale a 18,38 puntos porcentuales menos que los 57,92% que se tenía de límite de tasa usuraria en marzo de 2015, todavía antes de la Ley 5476/15. En marzo de 2016, con dicha normativa ya vigente, bajó a 43,26% y en marzo de 2017, a 42,14%.

    Otra luz amarilla para el sector bancario se puede encontrar en el informe de “Indicadores Financieros a Diciembre de 2017”. Los préstamos comerciales cerraron en diciembre de 2016 con una tasa promedio de 14,14% y un año después, en 12,53% (-1,61). Lo mismo ocurrió con los préstamos de “desarrollo”, que en el mismo periodo pasó de 11,77% a 9,94% (-1,83); con el de “consumo”, que bajó de 30,23% a 27,47% (-2,76); de “sobregiros”, de 33,08% a 32,14% (-0,94), y las de “tarjetas”, de 17,24% a 13,45% (-3,79). El único crédito cuya tasa subió fue el de “vivienda”, de 11,86% a 12,27% (+0,41).

    Con estos números no es extraño que los usuarios expresen un apoyo casi generalizado a la regulación del interés de las tarjetas, y tampoco que los bancos estén cada vez más preocupados.

    Por Jorge Benítez Cabral

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/arrastran-las-tarjetas-a-los-otros-creditos-1678612.html

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  18. Se debe derogar la nefasta ley que afecta a las tarjetas de crédito

    Tal como se había anticipado, la Ley Nº 5476/15, que “establece normas de transparencia y defensa al usuario en la utilización de tarjetas de crédito y débito”, provocó la exclusión del sistema financiero de centenares de miles de personas de escasos recursos, que cayeron en las garras de los dueños de unas 175 “casas de crédito” –hasta entonces había 65– que les cobran un interés de hasta el 90% y operan sin control alguno del Banco Central del Paraguay (BCP), pese a que su cartera anual se estima en alrededor de 380 millones de dólares. En ellas se comete con toda impunidad el delito de usura –castigado por el Código Penal con hasta diez años de cárcel–, ante la inacción del Ministerio Público y de la Secretaría de Defensa del Consumidor (Sedeco), y la impotencia del BCP, que alega la necesidad de actualizar su ley orgánica para supervisar esos antros y mantenerlos en vigilancia.

    A lo expresado debe sumarse que las “casas de crédito” no captan dinero del público, pues operan con un capital propio que bien puede provenir del narcotráfico, del contrabando o de otra fuente ilegal. O sea que también servirían para blanquear dinero sucio, una tarea que podría ser dificultada por una normativa de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad), vigente recién desde fines del año pasado, que obliga a registrarse ante ella a quienes dan créditos con capital propio.

    Esas han sido, en suma, las nefastas consecuencias de una barbaridad populista que puso un tope a la tasa de interés de las tarjetas para “defender” a los usuarios, ignorando un informe técnico del BCP, según el cual dicha limitación impediría que los usuarios de bajos ingresos obtuvieran créditos de los operadores financieros. Se cumplió el pronóstico que ninguno de los legisladores ni el Presidente de la República tuvieron en cuenta, enceguecidos todos por una febril demagogia. Para ellos, la medida supuestamente buscaba beneficiar a la gente humilde. Quisieron presentarse como sus protectores, cuando los deplorables resultados indican que, en realidad, fueron sus victimarios.

    Desestimaron la experta opinión del BCP para sancionar y promulgar la insensata ley propuesta por el senador Derlis Osorio (ANR), exintendente de Capiatá y exministro de Justicia y Trabajo, sin previa audiencia pública ni pedir el parecer de las entidades financieras afectadas. Por cierto, no debe excluirse que, aparte del populismo rampante, también haya jugado un papel el hecho de que más de un parlamentario entreviera la posibilidad de intervenir en un lucrativo negocio sucio, a través de testaferros.

    Y bien, ahora se halla en estudio un proyecto de ley, presentado por el mismo insensato senador, con el que se pretende atenuar los funestos efectos de la Ley Nº 5476/15, gestada por él en muy mala hora, modificando la base de cálculo del tope en función de los Certificados de Depósito de Ahorro y ya no del promedio de la tasa pasiva, que incluye los ahorros a la vista, con un interés por debajo del 1%. De este modo, el límite actual del 15% –una de las tasas más bajas en la región– subiría al 24%, pero seguirá siendo inferior a la de los créditos de consumo, que es del 29%.

    Al respecto, en el editorial del 4 de octubre de 2015, este diario afirmó que la desatinada ley “no necesita un remiendo (…), sino una sepultura, por el bien de aquellos a quienes supuestamente busca defender”. Debe ser lisa y llanamente derogada, por la razón de fondo de que, como todo producto financiero, la tasa de interés debe ser fijada por el mercado y no por una ley. Lo dijo el economista-jefe del BCP, Miguel Mora, quien añadió que así se podría recuperar a los usuarios que abonaban una tasa del 45%, muy inferior a la que tienen que soportar tras ser excluidos del sistema financiero y caer en el campo de la usura.

    Por lo demás, los costos financieros de los préstamos lícitos están disminuyendo debido a la gran liquidez del sistema y al bajo índice de inflación, de modo que cabría esperar que incluso se reduzca la tasa de los préstamos personales al consumo. Los beneficiarios de la derogación de la pésima ley serán quienes se vieron forzados a caer en las garras de unos delincuentes de guante blanco, que recogieron los frutos de un desatino colosal.

    Los demagogos desconocen que la economía de mercado, adoptada por el art. 107 de la Constitución, toma venganza en los hechos cuando se intenta regularla mediante una normativa como la comentada. Lo que suele ocurrir es que muy pronto surge un mercado negro que aprovecha la situación, como cuando se opta por un tipo de cambio fijo y no por uno que fluctúe según la ley de la oferta y la demanda. Esta fue vulnerada por la Ley Nº 5476/15, que restringió la oferta y obligó a la demanda a recurrir a voraces prestamistas, que expandieron sus actividades delictivas para atender a la clientela regalada por el Congreso y el Poder Ejecutivo.

    Lo que corresponde es que la mencionada norma sea derogada, porque así se favorecerá a los pequeños usuarios de tarjetas de crédito, se limitará el campo de acción de los usureros y se fomentará la transparencia del sistema financiero.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/se-debe-derogar-la-nefasta-ley-que-afecta-a-las-tarjetas-de-credito-1721489.html

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  19. ¿Es segura la billetera electrónica?
    El ahorro en traslados y esperas explica la expansión, además de la comodidad, seguridad y practicidad que brinda el instrumento.

    ¿Quién no se ha preguntado si una billetera electrónica es o no segura? Cualquier novedad, sobre todo tecnológica, tiende a generar una considerable corriente de leyendas urbanas. Con la aparición de los aviones de pasajeros, el temor a los accidentes era la principal preocupación. Hoy la tasa de siniestros aéreos es de 0,01 víctimas por cada 3.600.000 pasajeros transportados. En las rutas mundiales, en tanto, mueren a diario unas 3.500 personas según la OMS.

    https://www.5dias.com.py/editorial/es-segura-la-billetera-electronica

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