AYER Y HOY, LAS MISMAS CAUSAS DE LA POBREZA

Hace casi cien años, el doctor Teodosio González describió con admirable lucidez en su célebre libro “Infortunios del Paraguay”, publicado por primera vez en 1931, los obstáculos culturales, políticos y sociales que impedían a nuestro país avanzar hacia el desarrollo. Para que nuestros lectores puedan verificar por sí mismos cuánto pudo haber cambiado la realidad nacional en un siglo, les recomendamos la lectura del capítulo “Las causas de la pobreza del país”.  Esperamos que sea de su interés y utilidad.

Infortunios del Paraguay es el clásico estudio del doctor Teodosio González (1871-1932) acerca -como su título lo indica- de los muchos obstáculos que los mismos paraguayos instalaron en el país después de la Guerra del 70 con grave perjuicio para su desarrollo personal y colectivo. El autor estudia las causas, sigue sus efectos, y no puede menos que llegar a una conclusión pesimista. Pero su intención última es que el paraguayo perciba la realidad, sin lentes de color, y haga el esfuerzo por mejorarla. Es una crítica severa y rigurosa a muchos de nuestros defectos que los expone con lucidez y clarividencia. Se entiende que así lo sea. Teodosio González fue una personalidad singular en muchas actividades, pero sobresalió en la jurisprudencia a la que honró con una vida honesta, y una inteligencia que le permitió ser el autor, entre muchos otros estudios, del Código Penal Paraguayo, vigente hasta 1998. Por su actualidad, transcribimos el capítulo VI, “Causas de la pobreza del país”, de Infortunios del Paraguay, publicado por primera vez en 1931.

“Dejando el terreno puramente institucional o jurídico y entrando a la realidad de la vida, tropezamos con el infortunio, en estos tiempos más graves para los hombres como para los pueblos y que, en tan alto grado, aqueja al Paraguay de modo crónico: la pobreza.

“El dinero es, por hoy, la cosa más trascendental para los hombres. Nada resiste a su imperio. Es el ariete incontrastable que arrolla y allana todas las dificultades; es la untura maravillosa que suaviza todas las asperezas; es el argumento incontestable en todas las discusiones; la llave de oro de todos los corazones. Poderoso caballero es don dinero, dicen las consejas populares.

“El amor al dinero es el único verdadero, eterno, invariable, del hombre. Cuando la gente preguntaba al tío Espinillo ¿cómo le va? contestaba él invariablemente ‘siempre rendido de amor al dinero’; y cuando le contaban que alguien le quería mal, respondía ‘yo no soy onza de oro para que todo el mundo me quiera’.

“En el orden moral, que pareciera más reacio a su poder, es también decisiva su influencia. Ya decía Cervantes con la tranquila amargura que le distinguía ‘era un hombre pobre y honrado, si es que el pobre puede ser honrado’. Y Franklin, al recomendar a su pueblo, que su primera preocupación ha de consistir en hacer dinero, dijo, refiriéndose a la moralidad frente a la riqueza ‘la bolsa vacía no puede tenerse parada’.

“Algunos idealistas, con pretensiones de austeridad, simulan odiar el dinero y enseñan a despreciarle. ‘Disimulo inútil y contraproducente, dice un escritor español, porque el dinero se venga de ellos y de todos sus discípulos sumiéndolos en la miseria, lo que equivale al fracaso, mejor dicho, al naufragio de la vida. Al pobre, al necesitado de dinero, se le evita como a un apestado’.

“‘El pobre huele a muerto’, dice un proverbio vulgar. Nada hay como la pobreza que exponga a los grandes hombres al ultraje del ruin y grosero. (Salaberría).

“Entre las formas del horror al sufrimiento, del temor instintivo en los hombres a las penalidades y contrariedades que la vida ofrece, la que actualmente más se destaca, dice un escritor español, es el miedo a la pobreza.

“Es inútil explicar al pueblo, que este mundo es de paso y un valle de lágrimas; que la felicidad sólo se ha de alcanzar después de la vida humana, y que los sufrimientos en esta vida acercan a Dios, es decir, a la felicidad eterna en la otra vida. La humanidad quiere el dinero a todo trance y para obtenerlo, piensa que todos los medios son lícitos.

“Y cuanto más civilizado es el país, más agudo es su horror a la pobreza. La dicha es el dinero, es decir, el pan, la paz, el amor y la libertad y en Inglaterra y Norteamérica, hay un adagio que dice, que ‘cuando la pobreza entra por la puerta, la dicha huye por la ventana’.

“Con los pueblos sucede la misma cosa. El dinero es la palanca de Arquímedes que todo lo ha de mover y sin cuya cooperación nada se ha de hacer”.

EN UN PAÍS POBRE NO SE CONOCE LA DICHA

“En un país pobre reinan la intranquilidad, el descontento por doquier y de allí las guerras intestinas; el pobre es eterno sublevado y descarga sus iras sobre el primero que encuentra. Y donde no hay paz, ni dinero, no acude la inmigración y sus propios hijos huyen al extranjero en busca de mejor suerte.

Numerosos estadistas y sociólogos sostienen que, en los pueblos pobres, la mayor parte de sus males, si no todos, provienen casi únicamente de la pobreza. Que la causa principal de las revoluciones en todos los pueblos y en todos los tiempos, ha sido y es la pobreza y que el mejor antídoto contra la anarquía es el dinero. Que todos los pueblos más tranquilos, pacíficos y conservadores fueron inquietos y peleadores, antes de tener dinero, pero que el poderoso amor a éste, una vez adquirido, los sosegó y apaciguó para siempre.

“Y se comprende que así sea. El malestar continuo, punzante y humillante que produce la pobreza, agría el humor de los hombres y los predispone a las pendencias y agresividades contra sus semejantes, a quienes atribuye las causas de sus desdichas.

“El hombre pobre, que no atina a salir de ese estado por otros medios, emplea para ello la violencia. En cambio, el que goza de algún bienestar evita las aventuras y los peligros. Como decía un escritor uruguayo, aludiendo a la facilidad de reclutar revolucionarios entre los pobres ‘el que no tiene sobre sí más que el calzoncillo, pronto se echa al agua; pero el que está vestido de casimir, botines y lleva un reloj, piensa primero antes de hacerlo. El pobre es un perpetuo y constante revolucionario’.

“Hasta en las leyes, en los países pobres, suele reflejarse el inmenso valor atribuido a los bienes materiales, hasta preferirlos a la vida y la integridad orgánica. Así, en la legislación de España de la Edad Media, se ve el homicidio, las violaciones y heridas graves, castigadas con multa de pocos maravedíes, en tanto que, el hurto simple de frutas, granos, aves de corral, etc., se castiga tan terriblemente como cortar las manos a los ladrones. Anomalía debida, a no dudarlo, en la España pobrísima de aquellos tiempos, a la influencia de la dominación musulmana, conocidos como son los mahometanos por su escaso amor al trabajo productivo, como pueblos eternamente pobres y por ende eternamente retrógrados.

“Y la importancia del dinero es mayor aún para los pueblos que para los hombres.

“Todavía un hombre pobre puede tener valor en el mundo, por su arte, por su ciencia, su cultura: los pueblos no. Los pueblos nunca han sido sabios, cultos, ni artistas antes de ser ricos. Para los pueblos la pobreza supone ignorancia y la riqueza cultura. Los pueblos pobres, siempre, han sido los más obtusos y retardatarios. Pueblos pobres e ignorantes son candidatos para desaparecer o ser colonias de otros, es decir, esclavizados”.

NO SE CONCEDE VALOR A LA VIDA

“La única virtud de los pueblos, compatible con la pobreza, es el valor guerrero. Lo que se explica por el mismo motivo que acabamos de enunciar. La vida pobre, es decir, sin goces, ni se aprecia, ni se mezquina. En los pueblos pobres, se juega la vida a cada momento, por lo mismo que no se la concede valor.

“Pero los pueblos pobres y valientes no han dejado rastros en la historia. Recuérdese el papel que ha jugado en el mundo, los rumbos que ha trazado y las huellas que ha impreso al adelanto de la humanidad, Esparta, el pueblo más valiente, pero también más pobre de entre los civilizados de la Antigüedad. No se recuerda hoy el heroísmo espartano, sino como el ejemplo del más feroz e intransigente regionalismo.

“Al paso que vamos, el Paraguay, el país más heroico pero también más pobre de la América, que vive contemplando su pasado, adormecido por el arrullo de su EPOPEYA, lleva trazas de reeditar, en el mundo nuevo, el papel de Esparta en el viejo. Líbrenos Dios de semejante gloria porque, como lo ha dicho un escritor moderno ‘los pueblos pobres son como los traperos, que viven de residuos y de pasadas grandezas’.

“Acaso sea el Paraguay ejemplo típico del país, al que más acabadamente puedan aplicarse las afirmaciones antedichas. Como lo demostraré en otros capítulos de este libro, todos sus males, su carencia de inmigración, su desorganización administrativa, su falta de obras públicas, la anarquía, el éxodo de sus campesinos hacia los países fronterizos en busca de mejor vida, etc., pueden atribuirse, casi exclusivamente, a la pobreza crónica de la nación y del fisco, cuyas causas veremos más adelante”.

EL TRABAJO Y EL AHORRO

“Los hombres como los pueblos obtienen la riqueza por medio del trabajo y del ahorro.

“Tanto para los hombre como para los pueblos, la economía no consiste en no gastar, sino en no tirar, es decir, en no hacer expendios superfluos e innecesarios. Para los hombres, como para los pueblos, la economía a expensas de las necesidades indispensables de la vida y del progreso es tacañería o avaricia, y ésta, como todo vicio, es contraproducente.

“Para los pueblos como para los hombres, los gastos necesarios y útiles, que benefician a la salud, acrecientan el bienestar, extienden la esfera de acción del hombre, mejorando su personalidad o sus elementos de trabajo, no son, en rigor, gastos, sino una inversión reproductiva, un dinero colocado a un interés, una modalidad, en suma, del mismo trabajo productor.

“Para los pueblos como para los hombres, la sobra del dinero permite y hasta aconseja los gastos superfluos o innecesarios, siempre que hayan de redundar en beneficio de otros hombres u otros pueblos.

“Pero hay algunas distinciones entre las formas y objetos del trabajo y del ahorro del hombre y los del pueblo, derivadas de la diferencia física, moral y jurídica de estos dos sujetos del derecho.

“El hombre es una persona física, viviente, que trabaja por y para sí. El pueblo es una persona ideal, abstracta, que trabaja por medio de administradores (gobierno) por y para todos.

“El trabajo del hombre es principalmente de ejecución y dirección de la labor productiva. El trabajo del gobierno es principalmente de preparación, o sea, de aporte a los ciudadanos de los elementos de trabajo.

“El ahorro del hombre mira principalmente el porvenir, y habitualmente, amontona y guarda el dinero, con el propósito de librar a sus descendientes de la maldición bíblica de ganar el pan con el sudor de su frente. El ahorro del gobierno mira, principalmente, el presente y tiende a que las generaciones venideras, lejos de abandonar el trabajo, lo practiquen más y mejor.

“El capital amasado por el hombre es fijo, permanente, pertenece en propiedad y puede usar y abusar de él discrecionalmente. El capital reunido por el gobierno es eventual y provisorio, no le pertenece y sólo lo posee a título precario, del depositario y administrador, debiendo invertirlo totalmente, en beneficio de todos los ciudadanos.

“El ahorro del hombre consiste principalmente en reunir dinero, valores mobiliarios. El ahorro del gobierno debe consistir, casi exclusivamente, en reunir y suministrar al ciudadano elementos de trabajo, siendo más bien peligroso el ahorro en forma de riqueza amontonada e inmovilizada.

“El trabajo y el ahorro de los pueblos se manifiestan exteriormente, por medio de las obras públicas. Son las obras públicas los únicos bienes materiales que los pueblos deben amasar y conservar, como la más elocuente manifestación de su trabajo y ahorro colectivo, como el más firme cimiento de su bienestar y progreso en el presente, y su mejor título de gloria ante la posteridad, en el porvenir”.

EL BUEN GOBIERNO CONSTRUYE OBRAS PÚBLICAS

“En los pueblos civilizados, el buen gobierno es sinónimo de construcción de obras públicas para el bienestar del pueblo. Así pues, los pueblos que no han construido obras públicas son pueblos que no han trabajado, ahorrado, ni progresado.

“El Estado como los hombres puede recibir de los ciudadanos dinero para los fines de su institución en forma de donaciones, legados y herencias, por actos entre vivos o disposiciones de última voluntad. Desde luego es heredero abintestato de todas las herencias vacantes.

“Los pueblos como los individuos pueden hacer uso del dinero ajeno, mediante el crédito, que es la facultad de disposición del capital ajeno, contra la promesa de un reembolso futuro.

“Pero el Estado puede hacer u obtener dinero, en una forma que el particular no posee, porque es atributo de la soberanía nacional la facultad de sellar moneda metálica y emitir billete de Banco. (Art. 72 de la Constitución).

Con el dinero particular para cada ciudadano, y el del Estado para todos, se ha de promover y fomentar la felicidad del país, es decir, de todos y cada uno de sus habitantes. Sin el dinero, esto no es posible, ni en todo ni en parte. De aquí la inmensidad de la desdicha que comporta la pobreza para los pueblos y para cada hombre.

El Paraguay es, seguramente, el país de América que, en relación con su civilización, historia, extensión y población, es económicamente más débil y su erario, indiscutiblemente, el más pobre.

En el Paraguay no hay fortuna de consideración. Un caudal de doscientos mil pesos oro es de primera fila. Y las personas que lo poseen son, en su mayoría, extranjeros.

La pobreza reina en el país del uno al otro confín. Hay que ver cómo vive más de la mitad de la población rural, en ranchos destartalados, de una o dos piezas, que apenas se levantan del suelo, sin muebles, sin comodidades de ninguna especie, comiendo poco, mal y semidesnudo. Y si los sufrimientos que comporta ese estado no se hacen sentir tanto, es porque dadas la frugalidad del paraguayo, la abundancia con que la naturaleza le provee de alimentos sin esfuerzo alguno, la generosidad y la hospitalidad de la población, el hambre todavía no se ha pronunciado ostensiblemente y la desnudez no se siente por la benignidad del clima.

“Esta pobreza tan general ¿a qué es debida? Pues a múltiples causas particularmente a dos defectos del paraguayo, que le son comunes con todos los demás mestizos o criollos de españoles o indios, según se ha observado en los otros pueblos latinoamericanos, desde Méjico hasta la Tierra del Fuego, consistentes, precisamente, en la carencia de las dos cualidades indispensables para la producción de la riqueza: el amor al trabajo y el ahorro.

“El paraguayo, en su gran mayoría, es profundamente perezoso. La pereza invencible, llevada a veces hasta el horror al trabajo, es muy general en el país. Miles de personas válidas prefieren vivir casi desnudas, dormir en el suelo y comer lo que alcanzan, como caballo a soga, antes que tomar una herramienta de labor. Trabajan muchas veces sólo para no morir de hambre, dos o tres días en la semana, y descansan el resto hasta haber concluido de comer lo que ganaron.

“Un caso práctico explicará mejor este punto. Un amigo mío, comprador de pieles de animales silvestres, llegó una vez en una de sus giras a un rancho, cercano al río Tebicuary en un lugar donde sabía, que abundan los lobopé. Encontró allí a un mocetón a quien ofreció 500 $ c/l., por cada piel de lobopé. Armado de una mala escopeta, el mozo salió un momento y enseguida volvió trayendo un hermoso ejemplar que había cazado. Recibió en el acto sus 500 $ c/l. Mi amigo le dijo, ‘volveré dentro de quince días y espero que, para esa fecha, me tendrá recogidas, siquiera veinte pieles, que le darán 10.000 $’. Fuese mi amigo y a su vuelta no encontró en su casa a su contratante. Desde que recibió sus 500 $ había dejado de mover una paja y empleaba su tiempo en hacer visitas a la vecindad. Todavía le duraban 500 $, cuando a los quince días volvió mi amigo y por lo tanto no había una piel más de lobopé para él.

“La indolencia, la falta de iniciativa, la inercia más completa dominan a gran parte de la población, particularmente campesina. Dejan que sus ranchos caigan a pedazos, que la maleza llegue a las puertas de sus habitaciones, con su acompañamiento de víboras y otras alimañas, con la más absoluta indiferencia.

“A veces esta pereza mortal se sacude y surgen en el nativo entusiasmos momentáneos, para emprender algo: pero estos fuegos fatuos enseguida desmayan o se apagan, no dejando más rastros que el amargo desaliento de un fracaso más. La perseverancia y tenacidad, tan necesarias para el trabajo productivo, son generalmente nulas en el paraguayo del pueblo.

“Y es en vano pretender sacudir su indolencia, excitando su emulación ante el ejemplo del colono extranjero que vive al lado, haciéndole presente, cómo vive y cómo adelanta ese gringo, a quien nada falta y con muy poco esfuerzo; lo comprende y considera pero… no se anima a hacer lo mismo.

“La pereza es también dominante entre los gobernantes y los políticos. Se refleja en que todo lo dejan para mañana, menos en lo concerniente al cobro de sus sueldos y gajes.

“En cuanto a la previsión y la economía, el paraguayo le es generalmente reacio.

“Nadie trata de ahorrar un centavo, nadie piensa en el mañana. Nadie se acuerda de que podrá estar enfermo, viejo, inválido o sin trabajo y que, entonces, no podrá esperar misericordia de los demás y menos del Estado que, en el Paraguay, es el más pobre de todos los pobres”.

EL VICIO DEL DESPILFARRO

“En cambio, el vicio del despilfarro, el amor a las diversiones y a las exterioridades es general. En una boda o en una función de iglesia, el campesino, que ocupa un pedazo de terreno ajeno, gastará todo lo que ha ganado en el año y todavía quedará adeudado, siendo así que, con lo que tiró en esas farras, hubiera podido adquirir para sí el terreno que labra con el sudor de su frente y todavía ahorrar un saldo. En ranchos miserables, sin más muebles que, como camas tijeras de lonjas de cuero sin colchón y sin sábanas, baúles desvencijados, una mesa de madera y cuatro o cinco sillas de las más ordinarias, cuyo dueño no tiene un buey o un arado, he visto, sin embargo, recados chapeados de plata y revólveres Smitt Wesson legítimos de cabo de nácar, que valen miles de pesos.

“Y cuando la gran gripe de la Asunción, los médicos observaron que en la mayor parte de las casas pobres, faltaban, lamentablemente, colchones, ropas de cama, muebles y utensilios de los más indispensables para la vida de familia, pero nunca, vestidos y medias de seda, zapatos de charol, polvos y perfumes varios, paraguas y sombrillas de lujo.

“Se trata de un lujo y una ostentación sui géneris que salta de la indigencia a la apariencia suntuaria. No se ha llegado previamente al bienestar, a la comodidad, al confort y la holgura, para luego ir a los gastos superfluos cada vez mayores. No. Se ha dado un salto, hemos llegado de un golpe, de la estrechez a la fascinación del lujo que, como no tenemos para hacerlo auténtico, se convierte en un oropel de falso esplendor que, sin embargo, nos irá arruinando cada vez más”. (La Nación).

“En homenaje a la verdad y la justicia, se debe declarar que la mujer paraguaya, si bien gusta del lujo, como toda mujer, es cien veces más laboriosa, diligente, económica y persistente que el hombre. Que intelectual y moralmente es muy superior al varón paraguayo. Su abnegación, su lealtad, su devoción a su esposo e hijos son ejemplares, y no ceden a los de ninguna mujer de otro país. Y por último que, según la estadística, es la mujer menos criminal del mundo, como que sólo llega al 2 por ciento de la criminalidad masculina, que en los demás países nunca baja del 7 por ciento.

“El vicio del juego domina a la República, de arriba abajo, sin excepción de edad, sexo, condición o fortuna. Ese pobre trabajador, que no se anima a sostener la labor de un día, pasará los días y las noches jugando, y si no tiene dinero, de mirón.

“Para peor, un factor más de disipación y de pérdida de tiempo, que coopera a la pobreza, se junta en el Paraguay a las taras innatas de la población, la politiquería.

“Se ha dicho que los pueblos que huyen del trabajo buscan la política. Los pueblos trabajadores emplean su tiempo, su empuje, su labor y el espíritu de combatividad propios de la especie humana, en luchar y vencer a la naturaleza. Los que odian el trabajo tienen que emplear esos factores de acción en otra tarea, y los utilizan en luchar y vencer a los otros hombres. De aquí, en pueblos no trabajadores, la afición a las luchas políticas.

El populacho paraguayo no sabe lo que es política, y en su pereza mental, no se detiene tampoco a averiguarlo; tampoco ha pedido a sus caudillos que se lo expliquen; pero, en su imaginación, siente ansias y ardores de movimiento y de lucha y, como no piensa emplearlos en el trabajo, que es doloroso, busca las agitaciones de la política y así se inscribe en un partido político, sin saber por qué ni para qué, como Vicente al ruido de la gente.

Y allá va en rebaño como carneros, a beber, a gritar, a pelear, a bailar, a quemar cohetes, a perder su tiempo, su dinero, su salud y hasta su vida, a enemistarse mortalmente con sus vecinos, a veces hasta con sus parientes, en tanto que el bolichero queda en su casa a trabajar y ganar dinero, con el cual, a la vuelta de una campaña electoral o revolucionaria, en forma de adelanto sobre su cosecha próxima, le echará al cuello, al liberal o colorado, el dogal con que habrá de ahorcarle, año por año. Pero el paraguayo se resignará de todo, satisfecho de haber sostenido como bueno su color, su opinión, en todos los terrenos.

“Y en el Paraguay no se ve forma de concluir con estos males.

“En efecto, bien sabido es que el trabajo es un sacrificio, un dolor, que todo el que puede evitar, lo evita.

“Se trabaja en este mundo por temor a un mal, por temor a la pobreza, que es el peor de los males.

“El paraguayo, como todo mestizo de español e indio americano, jamás tuvo miedo a la pobreza; más miedo tuvo al trabajo. Pero en tiempo de Francia y Don Carlos Antonio López, trabajaba por miedo al castigo. En aquellos pretéritos tiempos, en cuanto que el celador de campaña (hoy sargento de compañía) sabía de un haragán, le llamaba y, en nombre del Supremo, le advertía que tenía que trabajar para sí o para la patria. Si no cumplía la orden, recibía por primera vez veinticinco palos; a la primera reincidencia, cincuenta palos. Y tenía buen cuidado de no exponerse a los cien palos, de la segunda reincidencia. No había sino dos caminos: trabajar o morir a palos. Ahora, con las declaraciones constitucionales que le garantizan la libre disposición de su persona, el paraguayo frugal y resignado, que no conoce el miedo a la pobreza, huelga a voluntad y es el más celoso cultor del principio moderno, de que el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo.

“Cuántas veces, en mis visitas a la campaña, he tratado de infundir en los campesinos el amor al dinero, como medio de pasar esta vida del modo más agradable posible pintándoles los placeres que comporta la buena cama, la buena mesa, el confort, la buena ropa, la conciencia de la propiedad y de la independencia que da el dinero, pero… mis cálidas y entusiastas exhortaciones, les entraban por un oído y les salían por el otro”.

LOS MALES DE METERSE EN POLÍTICA

“Cuántas veces he explicado al campesino, todos los males de meterse en política, en la forma que lo hacían, de lo cual no podían sacar otro resultado que perjuicios materiales, dentro de su propio ambiente, una vida llena de inquietudes, peleas, chismes y difamaciones, que a menudo se resolvían en una tragedia, mientras los jefes se regodeaban en la capital con pingües sueldos y gordos gajes. Pero nada: mis oyentes me miraban algunos azorados y otros socarronamente.

Pero ya que el pueblo paraguayo vino al mundo tan mal dotado de los atributos necesarios para la producción de la riqueza, el Gobierno, encargado de la dirección del país, pudo haber tratado de remediar el mal, con los elementos de que disponía. En lo que atañe al hombre, todo se remedia por medio de una educación conveniente. La Historia nos presenta ejemplos de pueblos pobres y de fiscos ricos. El mismo Paraguay nos brinda de esto un caso típico, bajo el gobierno de Don Carlos Antonio López. Desgraciadamente los gobiernos de la posguerra, lejos de tratar de remediar ese mal, dando al pueblo la asistencia económica y la dirección técnica que fueran menester para combatir la pobreza y fomentar en su seno el espíritu de previsión y de ahorro, dieron ellos mismos el ejemplo del despilfarro y de la imprevisión más completos. No hay en toda la campaña del Paraguay la más triste caja de ahorro y los políticos, en lugar de aconsejar al campesino que adquiera con el fruto de su trabajo, un pedazo de tierra en que caer muertos, le engaña para robarle su voto, prometiéndole, falazmente, hacerle dueño de la tierra del vecino, que será expropiada por el Estado y se le entregará gratis, por obra y gracia de su diputado.

“Más todavía: los gobiernos agravaron el mal de su parte, con la dilapidación de los dineros públicos, el malbaratamiento del patrimonio nacional y la malversación de los recursos provenientes del sudor del pueblo, cuya demostración será la materia de los capítulos que siguen a continuación”.

INFORTUNIOS DEL PARAGUAY

INDEFENSIÓN DEL PAÍS

La Constitución Nacional en su preámbulo establece como fin del Estado, proveer a la defensa común y asegurar la tranquilidad interior del país. Vale decir la defensa del país, de su soberanía y de sus intereses, contra los enemigos exteriores (extranjeros) y contra los enemigos interiores (delincuentes comunes y políticos).

Dr. Teodosio González

La defensa de los intereses del país contra los enemigos exteriores está a cargo de su cuerpo diplomático y consular y de su ejército y armada.

Por causa del eterno pretexto de sus gobiernos, la pobreza del Paraguay, puede decirse que ha estado, desde 1870, huérfana de cuerpo diplomático y consular. Fue el país una figura opaca, lejana, misteriosa, de leyenda, despreciable, en el concierto de las naciones civilizadas.

Del prestigio que tiene el Paraguay, del respeto que se le concede como persona en la esfera internacional, da la medida la proposición que en Washington le hicieron los miembros de las comisiones de neutrales, para zanjar nuestra cuestión con Bolivia, de que Bahía Negra quede para Bolivia, sin compensación alguna, aunque el arbitraje la declarase pertenecer al Paraguay: La justicia del portugués del cuento: tein razao, mais fica preso.

A tanto ha llegado la despreocupación de los gobiernos paraguayos de la pos- guerra por sus asuntos externos, tan graves para los gobiernos de los pueblos modernos, que este es el punto y hora en que el país no tiene una ley de organización diplomática y consular. Durante el mes y medio que fui ministro de Relaciones Exteriores, trabajé noche y día para dotar al país de esta ley, cuya falta constituía una vergüenza nacional y felizmente pude, en los últimos días de mi actuación, presentar el proyecto al Congreso.

Pero… allí está todavía el proyecto durmiendo el sueño del olvido.

La defensa nacional, encomendada al ejército y armada de la nación jamás ha sido proveída, siquiera medianamente.

Los sucesos de Fortín Vanguardia, ocurridos en diciembre de 1928, descubrieron ante el asombro de propios y extraños, el estado de completa indefensión en que se encontraba el país, para el caso de una invasión extranjera. Cincuenta mil ciudadanos, que acudieron presurosos, llenos de ardor y entusiasmo a pedir un fusil para defender el territorio y la dignidad del país, tuvieron que volver a sus casas, con el coraje y la desesperación que es de imaginarse, llevando a la campaña la aplastante noticia de que en los parques de la nación no habían encontrado, ya no digo fusiles para armas, pero ni siquiera un jarro para tomar agua ni un piri para acostarse. No teniendo los voluntarios qué comer, saquearon una mañana el mercado de Concepción.

El ejército y armada nacional, al par que guardianes del territorio y de la dignidad nacional frente al extranjero, son garantes de la tranquilidad interna del país. “El ejército de un Estado moderno, dice don Santiago Alba, no ha de ser sino la nación misma en armas; instrumento de justicia, garantía de libertad, afirmación del decoro y de la independencia colectiva ante el mundo; que debe permanecer siempre extraño a las contiendas de la política interna, por justificado que, en un momento, le parezca su intervención en ellas”.

En el Paraguay ha sido el ejército el promotor de los principales escándalos políticos que han desatado y arruinado al país.

Son las sublevaciones cuarteleras las que han jalonado de ignominia la historia de la era constitucional del Paraguay (1894, 1902, 1908, 1915, 1922).

Después de la más tremenda, por larga y ruinosa, de todas las revoluciones provocadas en el Paraguay por el propio ejército (1922-23), habían pasado siete años de tranquilidad en las esferas militares que autorizaban a creer que comenzaba a ser una bella realidad, la de que el ejército había dejado de ser lo que otrora, un factor político activo y el elemento principal del desorden y la anarquía en el país.

La carencia de un cuerpo diplomático digno de ese nombre, la ineptitud permanente de la Cancillería, la falta de una orientación en materia internacional, flotando a la deriva a merced de los acontecimientos, militarmente desorganizado, con un ejército escaso, sin preparación, anárquico e indisciplinado, han hecho que el Paraguay se encontrase y siga frente a su cuestión de límites con Bolivia, en una situación desastrosa.

En ningún momento, en esta grave cuestión de límites, el gobierno ha estado a la altura de su misión y de las necesidades públicas. Y cuando el agua llegó al cuello, cuando los avances de los bolivianos, al amparo e indiferencia criminal de los gobiernos, llegaron a pocas leguas de la capital, donde militares bolivianos asesinaron al oficial del ejército paraguayo don Adolfo Rojas Silva, cuya muerte causó una intensa agitación en el país, el gobierno, en lugar de colocarse a la altura de las circunstancias, como el pueblo le pedía, se limitó a mentir descaradamente al pueblo, afirmando en pleno Congreso, por boca de su ministro de Relaciones Exteriores, que los invasores sólo estaban en la imaginación de los directores de los diarios de la oposición y que la muerte del oficial Rojas Silva se debió únicamente a su propia imprudencia. ¡Pobre Paraguay!

6 comentarios en “AYER Y HOY, LAS MISMAS CAUSAS DE LA POBREZA”

  1. Estado ausente, Estado insuficiente se soluciona con más Estado pero eficiente
    Hace dos décadas era una verdad indiscutible: El Estado paraguayo es desmesurado por ser un instrumento partidario que funciona como una agencia de empleo de los electores colorados. Hoy se habla como una verdad indiscutible que hay un “Estado ausente”. Esta expresión revela que la sociedad demanda sus derechos y el Estado es incapaz de responder a sus expectativas.

    Uno lee los diarios o ve la televisión y se multiplican los reclamos ciudadanos de atención y esas reivindicaciones pueden ser de seguridad, educación, salud.
    Se instala entonces la percepción de un “Estado insuficiente” y es momento de comenzar a depurar el diagnóstico que usamos para identificar al Estado paraguayo porque todavía los medios siguen hablando del gigantismo estatal y esa visión absolutamente desactualizada, no sirve para perfilar con claridad y justeza la real situación.
    Ese clisé ya no funciona para ponerle un rótulo al asunto y quedarse satisfecho porque ese es el problema. Es probable que varias instituciones sean desmesuradas y que ese problema deba corregirse pero la visión no engloba al todo.
    Es más, hay instituciones desmesuradas en su estructura y funcionariado que además son ineficientes.
    También hay que corregir ese problema pero podemos anticipar que resolverlo no evitará la percepción de la “ausencia” o “insuficiencia” del Estado.
    Con motivo del secuestro de Fidel Zavala, la propia víctima atribuyó su calvario a la ausencia del Estado en la zona norte donde existe una población empobrecida y desatendida.

    Más Estado
    Marcar presencia del Estado en esa zona implica desplazar la institucionalidad hacia el norte y contratar gente capacitada para dar respuestas a las necesidades ciudadanas.
    Irremediablemente esto implica aumentar el tamaño del Estado. Hay que abrir más escuelas, más hospitales, más comisarías que necesitarán de maestras, médicos y enfermeras, efectivos policiales y todo el aparato administrativo que soporte la gestión pública.
    En suma, hay paradigmas que quedaron en el pasado y nos cuesta replantearnos enfoques a partir de las nuevas realidades.
    El avance del capitalismo nos planteó la necesidad de un “Estado mínimo” pero la brutal crisis financiera que aún hace tambalear las principales economías mundiales, desnudó que hacía falta un Estado fiscalizador.
    En el mundo desarrollado, el Estado debió salir en auxilio de los bancos, planteándose una contradicción ya que quienes siempre cuestionaron el intervencionismo del Estado, ahora aplaudían la ayuda.
    Hoy se habla enn nuestro país de reestructuración del aparato estatal. Parece ser el adecuado punto de partida para empezar a superar las grandes deudas que la ciudadanía quiere que con ella, sean saldadas desde la institucionalidad pública.
    Publicado por el ciudadano Carloncho

    Me gusta

  2. MICHELLE BACHELET AFIRMA QUE DEBEMOS EVITAR OTRO CASO PARECIDO AL DE HONDURAS
    Si no hay progreso, la gente pensará que dictadura es igual a democracia
    por Pablo Guerrero

    La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, analiza el Mercosur, Honduras y la democracia en Latinoamérica.
    Si no hay progreso, la gente comenzará a pensar que la dictadura es igual a una democracia, afirmó anoche la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, durante una entrevista exclusiva con nuestro diario. Indicó que América Latina debe evitar un caso parecido al de Honduras. Dijo que no le preocupa la compra de armas que hará Bolivia de Rusia y no cree que el presidente Hugo Chávez quiera iniciar una carrera armamentista en esta región. Por ahora, Chile no quiere ser miembro pleno del Mercosur.

    –¿Cómo ve Chile el Mercosur, teniendo en cuenta que tiene un pie adentro y otro afuera?
    –El Mercosur pretende ser una unión aduanera e iba en una lógica interesante, que buscaba generar mercado. El Mercosur luego fue desarrollándose hacia otras áreas, con mucha fuerza, como el Mercosur Político, donde somos miembros plenos. Sucede que han nacido otras instancias multilaterales como Unasur, revivió el Grupo de Río, la Comunidad Andina de Naciones, etc.

    –¿Qué dificultades encuentra en el Mercosur?
    –Una de las dificultades que puede tener y he percibido es que, aun siendo muy buena idea, hay que mirar cómo se puede expresar de mejor manera las necesidades de los países más pequeños versus los más grandes. Que el mercado común y aduanero otorgue efectivamente las condiciones y equivalencias a todos los países.

    –¿Por qué Chile no es socio pleno?
    –No es miembro pleno (es socio comercial) no porque considere que el Mercosur no sea una realidad, sino porque hicimos una apertura anterior a este proceso. Si uno es miembro del Mercosur y quiere venderle a otro país, tiene que tener el acuerdo de los cuatro países (Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay). Chile ya ha hecho un camino, y queremos mantener. Estamos felices de estar en el Mercosur en lo comercial y también en lo político, y deseamos tener mayor presencia de los pueblos, cohesión social, educación y los múltiples espacios que tiene el Mercosur.

    –¿Qué pasará con los procesos económicos como el Mercosur en el futuro? ¿Se convertirán finalmente en Unasur?
    –No es el momento aún. Hay estructuras con mucha madurez y tiempo de desarrollo como Mercosur y otras que están en proceso de ir generando respuestas claras. Unasur tuvo un rol en el terreno de lo político como en la crisis de Bolivia y en la conformación de ciertas estructuras en dos áreas: salud y defensa. Llegará un momento en que los países decidiremos si vamos a tener alianzas regionales, subregionales, vecinales, o si constituimos algo distinto. Cualquiera sea, tenemos que buscar que la integración se exprese en integración y beneficio a los pueblos.

    –¿Lo que ocurrió en Honduras puede brotar en otras latitudes de América Latina, porque parecía que un golpe ya estaba superado en esta región?
    –Hay gente que dice “nunca debemos decir nunca”. Yo quisiera creer que nuestra democracia en América Latina tiene un grado de consolidación suficiente como para que no veamos otras experiencias como la que vivimos en Honduras. Ante el Congreso paraguayo decía (ayer a la mañana) que antes de pensar si en Honduras hubo o no un golpe de Estado, tenemos que pensar en consolidar la democracia.

    –¿Qué le falta a nuestras democracias latinoamericanas?
    –Tres cosas: 1) Tenemos que seguir fortaleciendo las instituciones propias del Estado con una administración más moderna, eficiente, que la gente perciba que se lucha contra la corrupción, lograr un mecanismo de transparencia, que la gente sepa qué está haciendo el Estado por ellos.

    2) La democracia representativa es importante, pero no suficiente. Uno requiere también que la gente que tiene ideas, planteamientos, pueda participar para superar los problemas de la sociedad. Es decir, una política pública más integral y más legitimada.

    3. Para mí, algo esencial para la consolidación de la democracia es que la democracia debe generar los bienes necesarios para mejorar las condiciones de la gente. Si eso no se genera, la gente puede preguntar: ¿por qué la democracia es mejor que una dictadura? Tiene que ir de la mano un Estado eficiente, eficaz, efectivo, que garantice mejor vida.

    –¿Y la lucha contra la corrupción?
    –Hay otras tareas, como la lucha contra la corrupción y por la transparencia. Una sociedad que se construye sobre derechos tiene necesidad de que esos derechos sean efectivos. Si hay inseguridad o nadie no puede salir a las calles, eso significa que el Estado está fallando, no genera condiciones básicas de seguridad o no tiene un poder judicial eficiente. En la dictadura había un toque de queda, y en la democracia, la inseguridad por crimen organizado es como un toque de queda.

    –Muchos critican al presidente Hugo Chávez por querer iniciar una carrera armamentista con esta propuesta de Fuerzas Armadas bolivarianas. ¿Qué opina al respecto?
    –Tengo una visión particular porque fui ministra de Defensa y considero que una de las funciones esenciales del Estado es garantizar defensa y seguridad. En Chile, las Fuerzas Armadas están para la defensa exterior, pero con una mirada moderna en la lucha por la paz a nivel mundial. Las tareas de seguridad interior está a cargo de la Policía (carabineros) o Policía Judicial (investigativa). Lo primero que nada es que para llegar al Consejo de Defensa de Unasur hubo un acuerdo de lo que había de hacer y no hacer. Si hay decisión de cambiar, tiene que haber un acuerdo de los 12 países que integran Unasur. Es un tema delicado, donde todos los presidentes tenemos que luchar por la integración de nuestro país, pero con la tarea de asegurar el interés nacional. Pero más allá de los límites razonables, los países tienen que invertir para renovar o modernizar la defensa y seguridad según la realidad de cada país.

    –¿No considera una carrera armamentista?
    –La carrera armamentista es otra cosa, cuando un país no está tranquilo con su statu quo y puede tener pretensiones expansionistas. No es el caso de Chile, y no creo que sea el caso de un país de nuestra región. No creo que nadie piense en anexar un país.

    –¿La compra de armas que hará Bolivia de Rusia preocupa a Chile?
    –Cada país tiene derecho a comprar y hacer adquisiciones que sienta que es necesario para cumplir la misión que sus propias constituciones nacionales le otorgan. Lo que yo siempre hice cuando era ministra de Defensa es informar a mis colegas de países vecinos qué decisión adoptó el Gobierno chileno sobre compra de armas, para que no se enteren a través de la prensa. Con esta actitud buscaba evitar suspicacias, especulaciones y conclusiones que no son reales. Es decir, compartimos políticas públicas de defensa para generar confianza mutua.

    –Chile es mirado como país ejemplo. ¿Esto se debe a la madurez de su clase política o por su estabilidad económica?
    –Desde que se recuperó la democracia (en 1990) hemos sido, yo diría, capaces de demostrar una transición ejemplar, gradual, a la chilena. Nos hicimos cargo de problemas del pasado, pero buscamos grandes acuerdos para construir un país mejor. Ha sido muy importante la gobernabilidad, la democracia, recuperar una coalición de origen diverso: social cristianismo, socialismo, social democracia, que por encima de sus diferencias ponen en primer lugar sus coincidencias y los problemas del país. Chile tenía 40% de pobreza y la mitad de extrema pobreza en 1990. A partir de esa realidad trabajamos para crecer con igualdad de oportunidades para todos, sin marginar a ningún partido político y a los sectores desprotegidos como los niños, jóvenes y abuelos. Es difícil lograr un amplio consenso en un 100%. Pero el país tiene que seguir un camino de libertad, democracia, mirando la globalización a pesar de sus dificultades y abrirse al mundo, con justicia social para todos.
    23 de Julio de 2009 23:25

    Me gusta

  3. Estatismo prebendario y corrupto frena la generación de empleos
    El Servicio Nacional de Empleo (Senade) estima que en el país hay unos 644.000 jóvenes de entre 15 y 29 años de edad que no han encontrado empleo u ocupación laboral propia, o que están subempleados.

    Una entidad no estatal, el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD), llega a una cifra aún más alta: los jóvenes sin empleo o subempleados en actividades como las de vendedores ambulantes, limpiavidrios y otras ocupaciones por el estilo, serían nada menos que 810.000. En un país cuya población total es de unos seis millones de personas, las cifras de jóvenes total o parcialmente desocupados son realmente muy altas.

    La causa del problema de los jóvenes es obvia: la economía nacional no está progresando como podría y debiera hacerlo. El país cuenta con amplias posibilidades de crecimiento económico, pero el desarrollo no llega; ni siquiera se lo propone y menos aún se piensa en él desde el Gobierno. La acción social que se propone tiende al asistencialismo; no al desarrollo.

    La educación formal continúa siendo de escasa calidad y poco o nada útil en áreas como las del civismo y de la preparación para el trabajo, particularmente en el sector del trabajo rural, el cual, desde un enfoque social, sigue siendo el más necesitado de progresar.

    El tema de la reforma agraria sigue siendo totalmente incierto. Se crean “asentamientos”, se reparten lotes, se les entregan algunos víveres o dinero a algunos beneficiarios de la reforma agraria, pero hasta ahí nomás; se los abandona a que se campaneen solos. No se recuerda en absoluto que la misma Constitución de la República dispone que la reforma agraria incluye la capacitación de los campesinos en prácticas de cultivo de modo a convertirlos en agentes activos del desarrollo nacional y, por supuesto, del bienestar familiar de la población campesina.

    El fracaso de la reforma agraria en el Paraguay es no solo la causa de la explotación irracional de recursos naturales (bosques, fauna silvestre), sino también de la venta de “derecheras” y de la migración campesina a las ciudades y aun a otros países, y de muchos otros males consecuentes, incluidos la delincuencia común, la trata de mujeres y niños, la producción y tráfico de drogas nocivas, la pérdida de la dignidad y la moral personales, etc., etc.

    Por otra parte, dones excepcionales como los que recibió el país con obras como las hidroeléctricas binacionales no han sido vistos por ningún gobierno, desde el de Stroessner hasta el actual, como factores del desarrollo, sino como meros proveedores de recursos monetarios para el Estado nacional y, en menor grado, para los gobiernos departamentales y municipales. Nunca para planes de utilización de la electricidad paraguaya en industrias o en otros usos de trabajo productivo. No hubo ni hay una política de Estado sobre el aprovechamiento de nuestra riqueza energética en el país.

    En los campos paraguayos se ha operado una profunda transformación. El estanciero paraguayo tradicional evolucionó grandemente a partir de la desaparición de la Copacar, el monopolio estatal que estaba fundiendo a la ganadería. El antiguo ganado criollo fue sustituido por razas muy superiores. La mentalidad de los productores ganaderos cambió extraordinariamente, para el bien propio y del país. En la agricultura se está dando un fenómeno similar. Hay dos mundos en él, el antiguo y el de la modernidad. El primero simplemente no sirve más, salvo, quizá, a ciertos políticos codiciosos de poder y de dinero. Encima, a esta situación no se le busca la solución que corresponde capacitando aceleradamente a los agricultores campesinos tradicionales, sino que se los está instigando a la lucha de clases, lo que solo extenderá la pobreza.

    Los 644.000 jóvenes desocupados de que habló la Senade, o tal vez los 810.000 que ha estimado el CIRD, constituyen la más clara demostración de que el sistema económico vigente vino sumergiendo al país en un problema colosal que solo podrá resolverse si el Gobierno decide, con inteligencia, conocimiento y honestidad política, liberar a la economía nacional del estatismo prebendario y corrupto que mantiene frenada la iniciativa personal de los habitantes de la Nación.
    4 de Marzo de 2010

    Me gusta

  4. ¿POR QUÉ CRECE LA POBREZA?
    por Iván Pittoni
    La pregunta tiene muchas respuestas, porque son muchas las causas de nuestra situación. Pero a mi entender hay dos causas que priman sobre todas: la ceguera y la corrupción.

    En un país de poca población, en su mayoría niñas, niños, adolescentes y jóvenes, con una extensión geográfica importante, con una naturaleza exuberante, sin problemas naturales catastróficos (ni terremotos, ni volcanes, tifones y huracanes), con un clima favorable, con ayudas externas estimulantes de países y organismos amigos… solo se puede entender la pobreza creciente por estas dos causas, por ceguera de todos, pero sobre todo de quienes han tenido y tienen el poder de decisión y por la corrupción extendida, que ha contaminado incluso a las instancias creadas para curarla.

    Los sociólogos, los economistas y los moralistas encuentran muchas y diversas causas de la pobreza en nuestra sociedad. Hay causas históricas (como las guerras), causas estructurales (como legislación que impide la redistribución justa de la riqueza, falta de seguridad jurídica y física, carencia de servicios de salud, educación, energía, agua potable, rutas adecuadas, transporte), causas culturales (como ignorancia, analfabetismos de los diversos lenguajes en uso en nuestra sociedad, costumbres de pasividad), morales (como la corrupción, descomposición de la familia, impunidad), económicas (baja productividad, mala administración, baja remuneración, desempleo), sociales (como desigualdad, marginación, emigración), políticas (prebendarismo, abusos de poder, pasión de poder por el poder, malversación de fondos), etc.

    Si los sociólogos, los economistas y los moralistas han logrado identificar las causas de la pobreza y de su crecimiento, ¿por qué cerramos los ojos y nos entretenemos frívolamente en irresponsables batallas para llegar al poder, gastando el tiempo y miles y miles de millones en el campo eleccionario y abandonando el campo de batalla contra la pobreza?

    La ceguera y la corrupción han tejido una situación que cada vez tiene costos más altos, porque los efectos de la pobreza son una fuente permanente de todo tipo de problemas. Problemas agravantes como el hambre, la desnutrición, la mortalidad. Problemas psicosociales como la amargura, la desesperación, la rabia y agresividad de los jóvenes amenazados en su propio mundo sin horizontes. Problemas terribles como los de la violencia, la delincuencia y la criminalidad. Problemas económicos concomitantes porque en la economía vigente los pobres (58% de la población según CEPAL) ni pueden ser productores (no tienen capacidad ni medios de producción para ello) ni pueden ser consumidores (carecen de recursos). ¿Qué son? Son ciudadanos golpeados y abandonados por una sociedad ciega, corrupta y endurecida.

    La pobreza no se resuelve con paternalismo de gobierno o de partidos en tiempo eleccionario regalando dinero y bagatelas; tampoco con beneficencia que atiende a los síntomas de la pobreza y no apunta a eliminar ninguna de sus causas. El dinero del Estado, es decir, el dinero que aporta y pertenece a la ciudadanía, no es para llenar la administración pública de funcionarios elegidos prebendariamente y protegerlos con una ley que les garantiza seguir cobrando aunque pasen al frízer del respectivo ministerio o a ocupar un puesto superfluo no productivo. La racionalidad productiva del funcionariado es una exigencia básica de una administración que busca la rentabilidad del dinero que entrega la ciudadanía. El gobierno en vez de ser promotor del desarrollo para el bien común, se convierte en oficina de empleo para saturar la administración pública de prebendarios.

    ¿Cuáles son los planes para erradicar la pobreza? El análisis de las causas de la pobreza (solo he aludido a algunas de ellas al principio) lleva a una conclusión evidente: el problema de la pobreza es un problema sistémico y requiere el estudio del mismo con pensamiento sistémico para encontrar soluciones al sistema en crisis. De nada sirven los parches, es querer remendar un tejido viejo con tela nueva; en instantes se pierde la tela y se destruye todo el tejido. ¿Será posible que se busque una verdadera y urgente solución sistémica al estado de pobreza de nuestro pueblo? ¿Quiénes lo harán?
    13 de Diciembre de 2009 19:53

    Me gusta

  5. La tentación irresistible
    por Ilde Silvero

    Una bella y sensual mujer, si se lo propone, puede provocar estragos en la vida de muchos hombres. La tentación puede ser tan fuerte que pocos varones tendrán la personalidad necesaria para resistirla. Algo similar sucede con una dama llamada corrupción. Su encanto parece ser tan atrayente que, en la práctica, son muchos los funcionarios públicos que se dejan seducir, tras tirar por la borda sus principios legales y morales. Este cáncer social sigue carcomiendo la credibilidad y las bases de nuestra convivencia política.

    Durante décadas, la corrupción ha sido la norma en la administración pública aliada con empresarios sinvergüenzas y jueces venales. La corrupción es la hermana gemela de toda dictadura porque donde impera la voluntad de un tirano, las leyes y la ética son como luces del semáforo por la madrugada: no las respeta nadie.

    Las recientes denuncias, principalmente contra directivos de la Secretaría de Emergencia Nacional y de la Secretaría de Acción Social, de presuntos negociados ilícitos, así como las protestas por el uso con fines partidarios de las maquinarias del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, nos traen a la memoria tan malos recuerdos que realmente es una lástima que estos hechos estén sucediendo en la actualidad.

    Es una pena porque esperábamos, ingenuamente, que estos pésimos hábitos de los administradores públicos desapareciesen. En realidad, siendo más precisos, la expectativa era que terminasen los escándalos de los grandes casos de corrupción, aquellos que involucran miles de millones de guaraníes, aunque sabíamos que la minicorrupción, aquella que protagonizan funcionarios de menor rango con negociados y coimas de bajos montos, posiblemente iba a continuar porque a ese nivel los controles son mucho más difíciles de aplicar.

    Pero los cantos de la sirena siguen encantando a capitanes y marineros de muchos barcos quienes, por lo visto, no dudan en tirarse al agua del mar de la corrupción. Casas nuevas, autos lujosos, cuentas bancarias florecientes o réditos del tráfico de influencias están volviendo a nacer, luego de un periodo de aparentes vacaciones. La dama estuvo dormida porque había demasiados ojos que la vigilaban, pero con el transcurrir de los meses, despertó y volvió a visitar a sus antiguos amantes: los administradores de fondos públicos.

    La corrupción es un monstruo de cien cabezas y miles de brazos, de modo que se puede combatir, reprimir y encarcelar a algunos de sus miembros, pero siempre está ahí, acechando en cada licitación, en cada adquisición de bienes y servicios, en préstamos internacionales, en donaciones, hasta en las vacunas anti A H1N1 que se escapan de los centros de salud y se venden en farmacias particulares.

    Doña corrupción es experta en esquivar a fiscales investigadores y a la justicia en general pues la protegen dos escudos: fueros y privilegios de altos funcionarios públicos y las ganancias ilegales de poderosos empresarios del sector privado. El carnaval se baila de a dos y el pueblo paga la fiesta.

    La lucha contra esta plaga es dura e interminable. Mucha y buena educación es la única respuesta a largo plazo. Mientras, habrá que ir tragando sapos y alentando a los fiscales anticorrupción para que el daño moral y material a nuestra sociedad sea cada vez menor.

    ilde@abc.com.py
    5 de Junio de 2010

    Me gusta

Deja un comentario