Lago Ypacaraí: se debe imputar a intendentes y concejales

Mucho se ha dicho y escrito acerca de las causas de la criminal contaminación del lago Ypacaraí, así como sobre las formas de paliar la terrible situación producida. Sin embargo, hay una verdad que no fue enfrentada y asumida, y debe ser abordada si lo que se pretende es ir al fondo de la cuestión: los intendentes y concejales de los 21 municipios que conforman la cuenca del mencionado recurso hídrico son los responsables directos de la polución y, por lo tanto, deben ser imputados por el Ministerio Público.

En efecto, los intendentes y concejales, tanto los actuales como los que ejercieron esas funciones en los últimos 40 años, son quienes extendieron habilitaciones, y evidentemente las renovaron, a los innumerables frigoríficos, curtiembres y fábricas de todo tipo que sin compasión alguna arrojaron y arrojan constantemente sus pestilentes desechos al lago Ypacaraí, hasta acabar por convertirlo en la asquerosa ciénaga que hoy es.

Las autoridades municipales fueron las que posibilitaron la instalación de esas fábricas que, desde sus inicios, nunca tuvieron un programa ambiental de purificación de residuos. Además, los munícipes nunca tuvieron la decencia ni el tino de cumplir mínimamente con sus funciones, yendo a verificar in situ si esos establecimientos se adecuaban a las exigencias establecidas para evitar la contaminación.

Ahora, ellos pretenden endilgarles la responsabilidad a la Secretaría del Ambiente (Seam), el Ministerio Público, el Poder Ejecutivo, o quién sabe cuál otra institución pública, en lo que constituye un burdo operativo para desviar la atención del foco del problema y salvarse el pellejo a sí mismos.

Pero es preciso poner las cosas en su sitio: son los intendentes y los concejales –los pasados y los actuales– los verdaderos responsables de esta turbia historia.

¿Ellos no tuvieron ni tienen ojos para ver lo que todo el mundo veía y ve? Sí tienen. ¿Carecían por fortuna de las facultades legales para actuar y sancionar a los responsables del vertido de desechos en el lago o cancelar habilitaciones y evitar conceder otras nuevas? No, de ninguna manera; si no actuaron como correspondía y corresponde es simplemente por complicidad o por omisión. Sin embargo, ahora son los primeros en lamentarse. Lloran y se plaguean por lo que ellos mismos no solo no supieron ni quisieron evitar, sino que fueron cómplices.

Esos establecimientos que operan en la cuenca del lago y que acabaron por contaminar completamente sus aguas funcionaron y funcionan a coimazo limpio. Con coimas lograron comprar las habilitaciones municipales para instalarse donde actualmente se encuentran, y también con coima lograron obtener la renovación de los permisos para continuar trabajando. Esta misma semana, con el lago ya en terapia intensiva, el ministro de Salud Pública, Antonio Arbo, denuncia que cuatro toneladas de desechos de curtiembres fueron arrojadas a sus aguas. Si las autoridades de los municipios donde funcionan esas industrias no fueran tan inútiles, o cómplices, tendrían que haber sabido de esta descarga criminal.

De este modo, si los intendentes anteriores deberían ser imputados por corrupción, los actuales deben serlo necesariamente, ya sea por desembozada complicidad a la hora de renovar las habilitaciones, o bien por haber actuado de manera omisa, al dejar de realizar los controles que correspondían en el ámbito de su jurisdicción.

La imputación debería alcanzar necesariamente a los 21 intendentes y concejales de la cuenca del lago, entre otros, a los actuales munícipes de San Bernardino, Ramón Zubizarreta; Areguá, Osvaldo Leiva; Ypacaraí, Fernando Negrete; Itauguá, Luis A. Salinas; Capiatá, Pedro Antonio Galeano, y San Lorenzo, Albino Ferrer, así como a los miembros de las respectivas juntas municipales de dichas localidades.

El principal problema que afecta a nuestro país es, sin duda alguna, la corrupción. Tras ella viene la impunidad, que es el caldo de cultivo en el que se ceban permanentemente los nuevos negociados y las trapisondas a toda escala y nivel, principalmente en el ámbito público.

De forma tal que si se quiere dar un golpe a la corrupción y que, a su vez, la medida sea aleccionadora de cara al presente y al futuro, el Ministerio Público debe actuar con toda la contundencia del caso, y sentar en el banquillo de los acusados a quienes son los verdaderos responsables de la criminal contaminación que afecta al lago Ypacaraí: los irresponsables intendentes y concejales de las localidades que integran su cuenca, que permiten y son cómplices de las innumerables fábricas, mataderos y curtiembres que funcionan con total impunidad en sus respectivos ejidos.

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/lago-ypacarai-se-debe-imputar-a-intendentes-y-concejales-535825.html

35 comentarios en “Lago Ypacaraí: se debe imputar a intendentes y concejales”

  1. La muerte anunciada y provocada del Ypacaraí

    Por Susana Oviedo

    El título puede resultar poco original, pero describe exactamente lo que sucedió con el emblemático lago Ypacaraí. Por años, este espejo de agua resultó uno de los puntos obligados para los turistas, promocionado por la internacionalizada guarania de Demetrio Ortiz: «Recuerdos de Ypacarai».

    Resultaba muy placentero un paseo a Areguá o San Bernardino para mostrar el «lago azul» a cuanta visita extranjera se recibía. Es más, hasta nos hacía sentirnos orgullosos el contar en el país con un lago tan bonito y grande.

    Con el transcurrir de los años, cuando el color azul se tornó grisáseo y luego negruzco, la actitud cambió. Entonces tratábamos de disuadir a los visitantes a que conocieran otros atractivos del Paraguay que no fuera el lago.

    La famosa fuente hídrica fue perdiendo su magia y transparencia por culpa de la inconciencia de las industrias que arrojaban sus desperdicios a los afluentes del lago y, algunos, al lago mismo.

    Actuaron a sus anchas gracias a prolongada desidia de las autoridades locales, departamentales y nacionales.

    Desde hace más de tres décadas se ha estado advirtiendo sobre lo que podría ocurrir con este recurso natural.

    En los ’90 ya comenzaba a contaminarse, y no se tomaron las medidas preventivas para evitar su paulatina polución, para decepción de propios y extraños.

    Hubo algunos intentos fallidos por salvarlo. Anuncios rimbombantes de proyectos para recuperar y preservar al lago. Pero los contaminadores siguieron impunemente con su salvaje y destructiva acción. Hoy, la naturaleza pasa factura; el lago está agonizante, hediondo y triste. Causa pena y provoca algunas reacciones de indignación. ¡Lo echamos a perder!

    De pronto se dan cuenta de la magnitud de este crimen ecológico en que devino la dejadez, indiferencia e inoperancia institucional. Terreno fértil para capitalistas salvajes, depredadores ambientales que se mofan de las leyes y de quienes, anclados en sus escritorios, permiten que las normas sean letra muerta.

    ¿Irá a parar alguien a la cárcel por destruir el lago Ypacaraí? ¿Ya tienen claro las autoridades sanitarias, ambientales y otras sobre lo que harán para intentar salvar al lago?

    Las improvisaciones que estamos viendo no alientan esperanzas, pese a que cuanto vaya a hacerse a partir de ahora con el lago es crucial. Dará la medida de si estamos ante un punto de inflexión a partir del cual habrá tolerancia cero hacia quienes contaminan los recursos hídricos, o si definitivamente tendremos que resignarnos a verlos malograrse progresivamente.

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  2. Ykuá Bolaños, el lago y los políticos

    La tragedia del lago Ypacaraí, totalmente eutrofizado (“eutrofización. 1.f.Ecol.Incremento de sustancias nutritivas en aguas dulces de lagos y embalses, que provoca un exceso de fitoplancton”) no es un accidente, es el único resultado que lógica y naturalmente pueden producir nuestros políticos.

    Las listas publicadas (http://bit.ly/11fyMYL) son prueba suficiente de que los políticos garantizaron a los contaminadores del lago Ypacaraí la impunidad que requerían para contaminarlo arrojando en él los desechos que lo destruyeron.

    Las listas deben ser depuradas, obviamente, pero en líneas generales evidencian lo señalado.

    Los políticos municipales y departamentales habilitaron los “negocios” que aparecen en la lista, violando las leyes. En todos los casos. Estos “negocios” no podían ser habilitados sin contar con depuradores requeridos para salvaguardar el ambiente, eso ordena, y ordenaba, la ley.

    Pero los mencionados políticos habilitaron esos “negocios” violando esas leyes.

    Ante esas violaciones, la inacción de la Secretaría del Ambiente (SEAM) y, sobre todo, la del Ministerio Público es incontrovertible. No hay políticos imputados por la destrucción del lago, aunque ella es fruto de su violación clara de aquellas leyes.

    En los pocos casos, las excepciones que confirman las reglas, en que se actuó, jueces nombrados por los grupos a los que esos políticos pertenecen, otorgaron medidas cautelares para que los “negocios” continúen, como en el caso de los buses chatarra, exactamente como ese caso.

    Ninguno de esos jueces ha sido llevado al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, pues todos están protegidos. Ni siquiera se han publicado sus nombres.

    No hace falta ser premio Nobel para darnos cuenta que ese esquema que destruyó el lago Ypacaraí es el mismo que produjo la tragedia del Ykua Bolaños.

    Políticos habilitando “negocios” sin los estudios requeridos en la ley, fiscales garantizando la impunidad de esos políticos. Cuatrocientos muertos sin justicia y pocos chivos expiatorios.

    Es exactamente lo que ocurrirá en el caso del lago: Para aplacar la indignación popular, el Ministerio Público sacrificará a algunos pocos chivos expiatorios con el propósito de proteger a los políticos que produjeron en realidad esta tragedia.

    La “Japan International Cooperation Agency” (JICA, Agencia Japonesa de Cooperación Internacional) realizó a fines de los años 80 del siglo pasado un estudio riguroso y exhaustivo, y muy bien publicitado, de lo que pasaría con el lago Ypacaraí.

    Nadie puede alegar, por tanto, que lo que pasaría no se sabía ya si no se tomaban las medidas correctivas adecuadas y, sin embargo, los intendentes municipales de San Lorenzo, Capiatá, Areguá, Ypacaraí, Luque y San Bernardino, entre los 21 involucrados, y los gobernadores de los departamentos Central y Cordillera, siguieron habilitando “negocios” de manera irregular, violando las leyes de manera grosera.

    Ninguno está procesado, ninguno está imputado, ninguno irá a la cárcel. Ninguno pagará con su dinero el daño que ha causado. Los fiscales y la SEAM les garantizan la impunidad, como lo hicieron en Ykuá Bolaños.

    Nuestros políticos son el problema principal de nuestro Paraguay, el más grave, el más urgente. Ellos no contribuyen con ninguna solución, solamente generan problemas. Son el problema.

    Como en Ykuá Bolaños, con el lago Ypacaraí construiremos un monumento para recordarlo, pero como en Ykuá Bolaños, será también el monumento a la impunidad de los sinvergüenzas.

    Enrique Vargas Peña

    http://www.lanacion.com.py/articulo/111883-ykua-bolanos-el-lago-y-los-politicos.html

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  3. Criminal trato al Lago Ypacaraí

    El lago azul de Ypacaraí dejó de ser leyenda viva hace tiempo y se ha convertido en una triste realidad. Otrora ha inspirado las canciones más nostálgicas que al ser escuchadas en el exterior llevan a sentir la Patria en los latidos del corazón.
    El ministro de Salud, Dr. Antonio Arbo, dio a conocer ayer un hecho cruel que es parte de la vida cotidiana del lago. A metros de la playa municipal de Areguá econtraron un sitio de vertido de desechos altamente dañinos provenientes de una curtiembre. Se presume que allí derramaron cuatro toneladas de desechos que contienen amoníaco y azufre, lo que mataría no sólo toda la fauna ictícola del lugar, sino también la flora nativa.
    En este caso, así como en los desechos que se derraman día y noche en los afluentes de toda la Cuenca, está la explicación a la catástrofe ecológica que sufre hoy día este valioso recurso.
    La semana pasada, el Gobierno del presidente Federico Franco por Decreto 10.600 declaró en “situación de emergencia” el Lago Ypacaraí y su cuenca. Se supone que con esta declaración se podrán realizar “acciones inmediatas y concretas” para el mejoramiento de esta fuente de agua y sus tributarios.
    El Ministro de Obras Públicas, Salyn Buzarquis y el Ministro de la Secretaría del Ambiente, Heriberto Osnaghi, también hablaron de intervenciones realizadas y fueron a la Fiscalía General del Estado a pedir que haga imputaciones. Sin embargo, han sido tan poco prolijos y para nada cuidadosos en los procedimientos que más bien parecía un acto propagandístico y un teatro para justificar la inacción de tanto tiempo.
    Ahora todas las instituciones del gobierno, las municipalidades y las gobernaciones afectadas al parecer están “muy preocupadas” por salvar nuestro legendario recurso hídrico donde sólo hay peces muertos y putrefacción.
    Publicaciones periodísticas del año 1992 ya hablaban del dineral que se destinaba para “evitar la contaminación del Lago Ypacaraí” y que eran administradas por la “Asociación de la Cuenca del Lago”. Veinte años después, nuevamente se crea una Fundación Lago Ypacaraí. Esperemos que la razón sea realmente salvar el lago y no echar mano a más recursos en tiempos electorales.
    Pero la contaminación del Lago Ypacaraí no es un hecho aislado y que sólo afecta a la zona central del país. Aquí en Ciudad del Este tenemos muchos ejemplos de la desidia y negligencia de las autoridades en connivencia con gente inescrupulosa, cursos de agua y preciosos recursos naturales que van muriendo por culpa de la contaminación.
    Hoy es el Lago Ypacaraí el que está muriendo, pero en el futuro pueden ser el Lago de la República, el Río Paraná o cualquier otro recurso hídrico que nos rodea, debido al vertido indiscriminado de desechos. Falta consciencia y no existen campañas sistemáticas que busquen soluciones de fondo. Todo es propaganda.
    ¿Qué diferencia de responsabilidad criminal hay entre quienes verdaderamente poluyen un recurso hídrico y entre quienes, pudiendo salvarlo, esfuman los recursos y los dejan morir?

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  4. La contaminación no se detiene

    El ministro de Salud Pública, Antonio Arbo, denunció ayer que se han detectado nuevos contaminantes en el lago Ypacaraí. Luego de una reunión en el Palacio de López, Arbo anunció el hallazgo de nuevos desechos lanzado al espejo de agua. Esta vez se trata de cerca de cuatro toneladas de desperdicios de una curtiembre, ricos en azufre y amoniaco, que fueron vertidos cerca de las playas de Areguá. Este atentado contra uno de los recursos naturales más importantes del país se produjo ya después de instalada la actual crisis ambiental en el lago y su cuenca, situación que aumenta el grado de inconsciencia de quienes vertieron los agentes poluyentes.

    Resulta sorprendente e indignante que, a pesar de las aguas verdes, la mortandad de peces y la fetidez que despide el lago, todavía haya personas que sigan con la práctica de deshacerse de sus desechos simplemente lanzándolos a las aguas del Ypacaraí. La situación ha llegado a tal extremo que para atenuar la hediondez del lago, el Gobierno autorizó el vertido de cientos de litros de agua oxigenada. Esta es una medida paliativa desesperada, ya que de lo contrario los pobladores de las zonas ribereñas deberían ser evacuados debido a que se registraron ya dolencias por la exposición a la contaminación. Paralelamente, el Gobierno afirma que en breve comenzarán los trabajos de limpieza en el cauce del río Salado, uno de los más importantes tributarios del lago y también uno de los más poluidos.

    Llegó el momento de que las autoridades actúen con el máximo rigor, castigando con la mayor severidad a los contaminadores, sea quienes fueren y cuenten o no con la protección de algún “padrino” político. Ya no hay excusas para que la Secretaría del Ambiente y, especialmente, la Fiscalía no emprendan una enérgica campaña para identificar y procesar judicialmente a los responsables de un daño ecológico que, además, es preciso revertir en el corto plazo. El Ministerio Público continúa comportándose con una inaceptable pasividad. No tiene el menor sentido que cuando se ponen en marcha acciones orientadas a la recuperación del lago por parte de distintas instituciones, se permita simultáneamente que los inescrupulosos persistan en la costumbre de contaminar las aguas.

    Los avances contra la polución y por la purificación del lago Ypacaraí no serán duraderos sin una vigilancia constante, sin un monitoreo permanente de las condiciones del agua y, especialmente, sin controles a las olerías, curtiembres, tambos y otros pequeños establecimientos productivos que están instalados en la cuenca del Ypacaraí, así como también a los restaurantes, hoteles y residencias de San Ber, muchas de las cuales lanzan agua servida al lago. Se necesita también insistir en la investigación de los ciclos biológicos y las características geográficas y ambientales de la cuenca del lago Ypacaraí. Sin una comprensión científica de este bello patrimonio natural no serán eficaces las medidas que se planteen para su protección. La contaminación de los ríos y lagos es reversible, como lo demuestran muchos ejemplos en el mundo. Pero no ocurrirá por casualidad ni accidente y tampoco por el solo efecto de la naturaleza.

    Para revertir la contaminación y construir un medio ambiente más saludable se necesitan una firme voluntad política de las autoridades y la más activa participación de la sociedad, articuladas en torno a una estrategia técnicamente sólida.

    Todo estos esfuerzos por la recuperación del lago exigen una medida elemental: detener de una buena vez la contaminación.

    http://www.lanacion.com.py/articulo/111960-la-contaminacion-no-se-detiene.html

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  5. Ykuá Bolaños, el lago y los políticos

    La tragedia del lago Ypacaraí, totalmente eutrofizado (“eutrofización. 1.f.Ecol.Incremento de sustancias nutritivas en aguas dulces de lagos y embalses, que provoca un exceso de fitoplancton”) no es un accidente, es el único resultado que lógica y naturalmente pueden producir nuestros políticos.

    Las listas publicadas (http://bit.ly/11fyMYL) son prueba suficiente de que los políticos garantizaron a los contaminadores del lago Ypacaraí la impunidad que requerían para contaminarlo arrojando en él los desechos que lo destruyeron.

    Las listas deben ser depuradas, obviamente, pero en líneas generales evidencian lo señalado.

    Los políticos municipales y departamentales habilitaron los “negocios” que aparecen en la lista, violando las leyes. En todos los casos. Estos “negocios” no podían ser habilitados sin contar con depuradores requeridos para salvaguardar el ambiente, eso ordena, y ordenaba, la ley.

    Pero los mencionados políticos habilitaron esos “negocios” violando esas leyes.

    Ante esas violaciones, la inacción de la Secretaría del Ambiente (SEAM) y, sobre todo, la del Ministerio Público es incontrovertible. No hay políticos imputados por la destrucción del lago, aunque ella es fruto de su violación clara de aquellas leyes.

    En los pocos casos, las excepciones que confirman las reglas, en que se actuó, jueces nombrados por los grupos a los que esos políticos pertenecen, otorgaron medidas cautelares para que los “negocios” continúen, como en el caso de los buses chatarra, exactamente como ese caso.

    Ninguno de esos jueces ha sido llevado al Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, pues todos están protegidos. Ni siquiera se han publicado sus nombres.

    No hace falta ser premio Nobel para darnos cuenta que ese esquema que destruyó el lago Ypacaraí es el mismo que produjo la tragedia del Ykua Bolaños.

    Políticos habilitando “negocios” sin los estudios requeridos en la ley, fiscales garantizando la impunidad de esos políticos. Cuatrocientos muertos sin justicia y pocos chivos expiatorios.

    Es exactamente lo que ocurrirá en el caso del lago: Para aplacar la indignación popular, el Ministerio Público sacrificará a algunos pocos chivos expiatorios con el propósito de proteger a los políticos que produjeron en realidad esta tragedia.

    La “Japan International Cooperation Agency” (JICA, Agencia Japonesa de Cooperación Internacional) realizó a fines de los años 80 del siglo pasado un estudio riguroso y exhaustivo, y muy bien publicitado, de lo que pasaría con el lago Ypacaraí.

    Nadie puede alegar, por tanto, que lo que pasaría no se sabía ya si no se tomaban las medidas correctivas adecuadas y, sin embargo, los intendentes municipales de San Lorenzo, Capiatá, Areguá, Ypacaraí, Luque y San Bernardino, entre los 21 involucrados, y los gobernadores de los departamentos Central y Cordillera, siguieron habilitando “negocios” de manera irregular, violando las leyes de manera grosera.

    Ninguno está procesado, ninguno está imputado, ninguno irá a la cárcel. Ninguno pagará con su dinero el daño que ha causado. Los fiscales y la SEAM les garantizan la impunidad, como lo hicieron en Ykuá Bolaños.

    Nuestros políticos son el problema principal de nuestro Paraguay, el más grave, el más urgente. Ellos no contribuyen con ninguna solución, solamente generan problemas. Son el problema.

    Como en Ykuá Bolaños, con el lago Ypacaraí construiremos un monumento para recordarlo, pero como en Ykuá Bolaños, será también el monumento a la impunidad de los sinvergüenzas.

    Enrique Vargas Peña

    http://www.lanacion.com.py/articulo/111883-ykua-bolanos-el-lago-y-los-politicos.html

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  6. Cómo destruir una marca nacional

    Si nos permitieran elegir el significado de “marca”, nos quedaríamos con este que encontramos en la Enciclopedia Británica: “Expresión figurada que se aplica a lo que es sobresaliente en su género”.

    El “lago azul de Ypacaraí” era una marca, era “sobresaliente en su género”, definía al Paraguay en todo el mundo. Y gracias a la inepcia de gestión, la contumacia política y la indolencia ciudadana, esa marca ha sido destruida con el lago que le dio origen.

    De nada sirve que ahora se apele a la épica diciendo que la recuperación del lago es una “causa nacional”. Nos viene un término para calificar eso pero no es ni elegante ni oportuno para colocarlo a continuación de esa tontería llamada “causa nacional”. Si quieren recuperar el lago Ypacaraí, que lo hagan los sambernardinenses (¿es así el gentilicio?), los aregueños o los oriundos de la ciudad que lleva su nombre. Al resto del país que lo dejen en paz, que sus buenos y exclusivos problemas tiene cada quien.

    Del lago, que se ocupen quienes han estado viviendo a su costa, es decir, hoteleros, dueños de restaurantes, clubes sociales, centros nocturnos, artistas plásticos, marketineros de todo, artesanos y toda clase de vendedores y buhoneros que se movilizan en cada temporada veraniega. Han estado facturando sus buenos dividendos y eso es bueno. Sin embargo, por años se han estado oyendo sesudas advertencias sobre la polución del lago y el peligro de que sus aguas se vuelvan impracticables para los baños vacacionales, los deportes acuáticos, la pesca y hasta la mera proximidad para gozar del “espejo azul” de sus aguas. Pues bien, eso ha sucedido.

    Hoy el lago es una cloaca a cielo abierto y los municipios se ven obligados impedir que la gente se acerque siquiera a sus aguas porque aparte de estar verdes y contener letales cianobacterias, hieden. Completito el cuadro.

    De esta “muerte clínica del lago azul” son culpables intendentes, concejales, ciudadanos notables, presidentes de clubes, gerentes de discotecas y marchantes de arte playero, principalmente de San Bernardino y Areguá.

    Todos cerraron los ojos, todos esperaron “la próxima entre-temporada” para actuar, todos obraron como lelos y necios ante la verdad evidente que se desarrollaba ante sus ojos y narices. Fueron incapaces de ejercer los poderes y competencias que les otorga el sistema político y judicial paraguayo para accionar contra los criminales ambientales. Prefirieron el contubernio cómplice del chongaje político al ejercicio soberano del poder político delegado por el pueblo que los votó.

    Destruir una marca de renombre mundial no es una hazaña menor. Lo hacen los incompetentes, los brutos, los que ignoran hasta el mínimo detalle cómo funciona el marketing y lo que significan años de inversión en su construcción. Ahí tienen el resultado: un charco infecto al que todo el mundo escapa. Y los costos los van a pagar los mismos que hicieron la inversión: hoteleros, gastrónomos, inmobiliarios. Los políticos, seguirán en su lugar. Vieja historia.

    http://www.5dias.com.py/24357-cmo-destruir-una-marca-nacional

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  7. Aquel verano de 2013

    Alguna vez alguien va a mirar hacia atrás y va a recordar este verano de 2013.

    Si no queda en las páginas de la historia, quedará en los archivos de los diarios. Ahí se va a poder ver de qué manera un país tan chiquitito, con tan poquita población y con abundantes recursos naturales, con poco esfuerzo y gran entusiasmo dilapidó sus recursos y se quedó sin nada.

    Este verano de 2013 es probablemente uno de los más calurosos de la historia. La culpa, cuándo no, es del famoso calentamiento global. De los que emiten gases que abrieron tremendos agujeros a la capa de ozono.

    Pero pocos se acordarán de los que asesinaron bosques enteros, de los que se enriquecieron con esos recursos que pertenecían a todos los paraguayos.

    Con aquellos árboles, también desaparecieron especies de plantas y de animales. Pero no desaparecieron los pequeños insectos que, ante la pérdida de su ambiente, decidieron mudarse a las ciudades. Y es así que la población tuvo que aprender a convivir con el dengue, la fiebre amarilla, la leishmaniasis, y las mascotas con las garrapatas.

    CALORAZO. Ya sabemos que en el Paraguay siempre hizo mucho calor. Sin embargo, se debe admitir que cada vez se pone más pesado. Es innecesario, señora, que me explaye tanto sobre este punto, usted sabe perfectamente cómo se siente la temperatura cuando va en ese colectivo chatarra camino al Mercado 4.

    Pero este aciago verano de 2013 tiene un componente especial.

    La gente, desesperada por la ola de calor, salió a buscar lugares donde refrescarse.

    En los diarios y en la tele pudieron ver lo felices que eran los encarnacenos con su costanera tan linda y su río tentador. Entonces, todo el mundo quiso lo mismo.

    Claro, no todos pueden subirse a un ómnibus e irse hasta la Perla del Sur, donde además los hoteles y demás alojamientos colapsaron con la cantidad de visitantes.

    Por eso, quien no pudo ir a Encarnación, ni tiene piscina en su casa, no tuvo otra alternativa que acercarse a la Costanera de Asunción, la obra incompleta más visitada del universo. Una obra pensada inicialmente para los autos, pero ya fue tomada por “asalto” por la ciudadanía que demanda, hace décadas, espacios de recreación.

    Y aquí vino la primera mala noticia del verano: las aguas de la Bahía de Asunción no son aptas para el uso recreativo, o sea, no se puede uno bañar ahí porque el agua del río está contaminada.

    La segunda noticia es tan horrible como el olor que en estos días tortura a los aregüeños: el lago Ypacaraí está muriendo.

    En el diagnóstico del moribundo se habla de la presencia de algas tóxicas (cianobacterias) y de empresas que lo contaminan.

    Raramente, nadie menciona a los cientos de funcionarios públicos (a nivel del gobierno central y municipal) que permitieron en las últimas décadas que el lago azul llegara a convertirse en la ciénaga inmunda en que se convirtió.

    Por todo esto, este verano de 2013 va a ser recordado por toda la eternidad como el verano en que los paraguayos se volvieron verdaderamente pobres.

    Por Brigitte Colmán

    http://www.ultimahora.com/notas/598198-Aquel-verano-de-2013

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  8. LAGO VERDE

    por Andrés Granje

    La situación en el lago de Ypacaray no aguanta mas, ahora a las
    cianobacterias se suma el fétido olor del lago en Aregua, lo que hizo
    que diversas instituciones se reunieran a la mañana muy temprano el
    domingo para coordinar acciones que obliguen a las autoridades a
    buscar soluciones al lago, decenas de aregüeños con tapabocas y a
    bordo de sus vehículos hicieron una caravana de «auxilio» sobre la
    ruta 2 y el desvío a la capital departamental. Ante estas protestas y
    las presiones para mitigar el fétido olor que emana del lago
    Ypacaraí, que afecta particularmente a Areguá, técnicos vertieron la
    primera carga de agua oxigenada en el cauce hídrico, contaminado desde
    hace cinco meses. Se cree que el compuesto químico disipará el mal
    olor que molesta desde hace días a los Aregueños. Sin embargo la SEAM
    se quejó porque no fue consultada por el Ministerio de Salud para
    tomar esta determinación.

    Hace más de cinco meses que el lago Ypacaray está en situación crítica
    y 30 años aproximadamente que comenzó el lento proceso de
    degradación de sus aguas, sin embargo hasta el momento no existe un
    imputado y menos procesado por contaminación, lo que muestra la
    indolencia de las autoridades judiciales y ambientales, la poca
    importancia que da al problema de la contaminación, aprietan y
    realizan algunas intervenciones en las factorías que se creen son los
    responsables de los delitos ambientales, como curtiembres, mataderos y
    otras industrias, que utilizan químicos para la transformación de la
    materia prima, después los procesos no culminan y menos son
    sancionados los responsables.

    Algunos ambientalistas afirman que el principal problema del lago no
    son solamente las fabricas sino también las comunidades de los
    departamentos de central y cordillera que arrojan sus desechos
    cloacales a arroyos y afluentes del lago, en una irresponsabilidad sin
    límites de inmobiliarias y comunas locales que autorizaban
    urbanizaciones sin contar con un sistema cloacal y menos de planta
    de tratamiento de efluentes, lo que determina finalmente que el
    residuo cloacal se traslade irremediablemente al lago con las
    derivaciones que tenemos ahora, entonces mientras estos municipios y
    la ESSAP, no cuenten con el sistema de purificación de los desechos,
    que ahora recién se implementará en Asunción difícilmente pueda haber
    solución de fondo.

    La agonía del lago es fruto de la indolencia, de la patética falta de
    iniciativa para tomar decisiones, una sociedad abúlica que teoriza y
    polemiza en exceso, sobre los caminos a seguir y que cuando al fin y
    a las cansadas se toma una decisión, recibe la crítica mayoritaria de
    los distintos sectores de la sociedad. Allí surgen los todologos que
    tienen la solución para todos los males y nada de lo que se hace les
    parece oportuno, necesario o justo. Lo que en verdad se pretende es no
    hacer nada, entonces cuanto más se discute y se tenga opiniones
    contrapuestas mejor, eso dilatará la acción, si se crea una frondosa
    comisión para estudiar el problema es lo ideal, es camino seguro para
    que nada se haga y en las largas reuniones surjan divergencias
    insalvables entre los miembros que obligará a que todo comience de
    nuevo. Eso está pasando con el lago Ypacaray que se muere lentamente.

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  9. Los vecinos son también responsables

    Aunque quienes ejercen la autoridad en los 21 municipios que forman parte de la cuenca del lago Ypacaraí son los principales responsables por la contaminación del mismo, los vecinos y lugareños también tienen una alta dosis de culpa por la desastrosa situación en que se encuentra el patrimonio ambiental que antaño fuera motivo de orgullo de los paraguayos.

    En este sentido, puede decirse que los vecinos y lugareños son corresponsables de la contaminación. Como habitantes de la cuenca, no pudieron dejar de ver lo que estaba aconteciendo en el transcurso de las últimas tres o cuatro décadas; la forma criminal en que las hediondas curtiembres, fábricas y mataderos de su vecindario estaban vertiendo sus repugnantes residuos en las otrora cristalinas aguas del lago Ypacaraí.

    La situación no es nueva. Ya a comienzos de 1980 nuestro diario advertía editorialmente sobre la necesidad de que “las fábricas ya instaladas sobre cursos de agua o en grandes aglomeraciones de población sean periódicamente controladas para ver si cumplen con los requisitos establecidos para evitar la contaminación. Que no se permita la instalación de nuevas fábricas que no contemplen, desde su mismo inicio, un programa de purificación de residuos”.

    Y si los vecinos, por el motivo que fuese, no pudieron tener acceso a la información publicada por nuestro diario, por lo menos tenían sus ojos para ver, sus oídos para oír, sus narices para oler y sus bocas para hablar, pese a lo cual se hicieron los ciegos, los sordos y los mudos; no les importó y nada hicieron para denunciar a las autoridades los graves delitos ecológicos y ambientales que se estaban cometiendo.

    Por esa razón es que ahora los vecinos no deberían quejarse por la catastrófica situación que presenta el lago, porque todo el mundo sabía que la polución se estaba produciendo; sin embargo, debido a la proverbial indolencia que afecta a nuestra población, a la indiferencia y a la haraganería, nada se hizo para contener la deplorable contaminación. Cada uno se encerró en su casa, a la espera de que alguien, algún otro, quién sabe quién, se ocupara del caso. Es que, lamentablemente hay que decirlo, al paraguayo le importa un bledo que se esté destruyendo la naturaleza.

    No es que esto se constate únicamente en relación con lo que actualmente le está sucediendo al lago Ypacaraí. La misma historia se repite con la bahía de Asunción, los ríos y arroyos a lo largo y ancho de la geografía nacional, el Lago de la República en Ciudad del Este, los vertederos ilegales de basura y también con la miserable tala de árboles de nuestros bosques. Todo se poluye, se degrada y se depreda abiertamente sin que nadie diga esta boca es mía.

    Nuestro medio ambiente se ha venido degradando de manera irreparable en el último medio siglo, y la gente sigue tan campante, sin levantar un dedo acusador y recurrir a los medios de comunicación para alertar a la opinión pública y a las autoridades competentes sobre los desmanes ecológicos que se registran en sus respectivas localidades.

    Los vecinos, pues, son parte del problema. Con su silencio y por omisión, se convirtieron en cómplices de los contaminadores del lago Ypacaraí, y de las autoridades que les permitieron a estos cometer el delito ambiental y ecológico que hoy tanto lamentamos.

    Esta es la realidad que las paraguayas y los paraguayos debemos plantearnos a nosotros mismos; porque es muy fácil y cómodo poner el grito al cielo después que se producen hechos calamitosos, pero se requieren esfuerzo, valentía y espíritu cívico para antes intervenir con firmeza en los acontecimientos, buscando evitar que las situaciones se tornen incontrolables y los perjuicios irreversibles.

    La pasividad y la despreocupación nunca nos ayudarán a superar la situación de atraso y subdesarrollo en la que se encuentra el Paraguay desde hace ya demasiado tiempo. Es hora de ir aprendiendo las lecciones del pasado y de corregir nuestras miserias y necedades colectivas para poder hacer de este país el vergel del crecimiento y del progreso con que todos decimos soñar.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/los-vecinos-son-tambien-responsables-536165.html

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  10. El desastre ambiental

    Por Horacio Sosa, ABC Color.

    ¿En cuánto tiempo puede solucionarse el problema? ¿Qué es lo que debe hacerse y en qué orden? ¿Por dónde comenzar? ¿Cuánto costará al país la solución?

    La contaminación del lago se fue ejecutando durante unos 40 años. La descontaminación, que es lo que ahora se impone, significa que hay que ir controlando una serie de despropósitos anteriores, y hay que seguir un orden determinado.

    En primer lugar, hay que erradicar definitivamente la contaminación. Los municipios deben nombrar funcionarios capaces para acompañar las tareas de la Secretaría del Ambiente (Seam) y la Fiscalía del Ambiente para asegurar en sus municipios la desaparición total de la contaminación.

    En segundo lugar, los intendentes de la cuenca del lago deben reunirse para ponerse de acuerdo en un sistema de recolección y disposición de la basura domiciliaria y asegurarse que este funcione a la perfección. Considerar seriamente la posibilidad del relleno sanitario.

    En tercer lugar, cada intendente debe contratar un ingeniero hidráulico y un arquitecto para preparar su propio proyecto de red de alcantarillado sanitario para cada uno de los pueblos y ciudades de su municipio, con una estimación de costo de materiales y obras.

    En cuarto lugar, cada intendente debe acercarse a la firma nacional que fabrica, instala y pone en funcionamiento la planta de tratamiento de efluentes cloacales. De esta manera los desechos ya no van a contaminar los arroyos que desembocan en el lago, y los presupuestos de estas plantas se adosarán a los presupuestos de materiales y obras anteriormente mencionados.

    Estos cuatro puntos son fundamentales y absolutamente nada se puede hacer si no se hacen a la perfección.

    En quinto lugar se debe confirmar el número de ciudades y poblados de los 21 municipios de la cuenca y el número de habitantes de cada uno de ellos. Estos datos serán necesarios para conocer cuantas redes de alcantarillado cloacal y cuantas plantas de tratamiento de efluentes y sus capacidades, cubrirán las necesidades de la cuenca, de los que saldrán también los costos.

    En sexto lugar se deben dragar partes del lecho del lago comenzando por la desembocadura de los arroyos que lo han contaminado desde siempre. Se draga el ancho de la desembocadura de los arroyos hasta una distancia de 150 a 200 metros. Cada área a dragar tiene una forma de cono, que es la forma cómo se han ido depositando los contaminantes sólidos, especialmente los sólidos orgánicos provenientes de los mataderos (carne, grasa, materia fecal, orina, huesos). Calcular también el costo del dragado para adjuntarlo al informe económico global necesario para el financiamiento.

    Nota:

    Aquí debemos hacer la salvedad de que, cuando se llegue a este punto, ante la gravedad del desastre ambiental del lago, es probable que se tenga que buscar asesoramiento técnico externo. Lo que hasta este momento se hizo en el mundo para solucionar problemas similares al nuestro, ha sido la instalación de aireadores flotantes, única forma conocida hasta ahora para controlar las cianobacterias: la oxigenación del agua. Un ejemplo de esto fue la recuperación de un lago ubicado en una zona de producción frutícola en la antigua Alemania Oriental. Lo lograron con aireadores flotantes. Pero es posible que hoy haya otros métodos, porque el conocimiento de la ciencia, por la investigación, no se detiene jamás. En nuestro caso hay que tener muy en cuenta la extensión del espejo de agua de nuestro problema. Son 60 km². Es mucha superficie, que hay que mencionar desde el principio en cualquier tratativa internacional buscando la solución que necesitamos.

    En octavo lugar, se deben reunir todos los proyectos, junto con las planillas de costos de materiales y obras, para ir llegando a la cifra del financiamiento del proyecto de recuperación del lago.

    En noveno lugar, estimamos que, trabajando bien, sin demoras en el logro del financiamiento ni en las informaciones sobre el número de poblaciones que requieren de red de alcantarillado sanitario, llevará entre siete y diez años reparar el daño ambiental del lago. Tener en cuenta que se trata de reparar unos 40 años continuos de barbaridades ambientales.

    El dragado del lecho solo podrá iniciarse después de haber logrado el control absoluto de la contaminación. En esto gravita el éxito del proyecto.

    Finalmente, lamentamos no poder darles una cifra, ni siquiera aproximada, de lo que va a costar al país la recuperación del lago. Esa cifra recién saldrá al final de los estudios económicos, de la suma de todos los costos parciales.

    No hay ninguna otra cosa que se pueda hacer.

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  11. El lago y la Ecopolítica del Paraguay
    POR GUSTAVO ZARACHO ⋅
    La muerte del lago Ypacarai (y de otros recursos naturales) representa la muerte de centenares o miles de personas, muertes que transcurren en forma silenciosa o se extienden durante varios años, a través de enfermedades insidiosas, a través de un medio ambiente contaminado que vuelve irrespirable el aire y la convivencia.

    El lago de Ypacarai es uno de los pocos símbolos que en el imaginario mundial evocan de forma positiva al Paraguay. La música “Recuerdos de Ypacarai” de Demetrio Ortiz y letra de Zulema de Mirkin, fue interpretada tanto por artistas de renombre internacional, como por anónimos músicos populares de los más diversos rincones del planeta.

    El mítico lago y el romance que se desarrolla junto a sus idílicas aguas, hoy dan paso a un paisaje dantesco y nauseabundo.

    ¿Cómo puedo llegarse a semejante situación? Sin entrar en los detalles técnicos, la respuesta debe buscarse en el tipo de sociedad construida en el Paraguay durante el último medio siglo.

    A partir de los años 70, la “lumpenburguesia” criolla transforma la bucólica ciudad de San Bernardino, en una ciudad balneario. Como no podía ser de otra manera, se comienza “privatizando” las orillas del Lago con residencias de lujo y exclusivos clubs en el que los socios son electos en función de la cantidad de ceros que pueden agregar al costado derecho de los números de un cheque. Luego vinieron los hoteles de lujo, las discotecas y posteriormente las industrias, vinculadas o no, a ese nuevo y frenético mundo de las vacaciones eternas en un país en el que es verano al menos 300 días al año y no tiene costas marítimas.

    Por supuesto, toda planificación urbanística o simplemente planificación sin más adjetivo, estuvo ausente en el proceso. La falta de infraestructuras en el país, hace que toda la eliminación de residuos domésticos y/o industriales se haga simplemente conectando un caño de drenaje al curso de agua más próximo. En el caso de San Bernardino, Aregua e Ypacarai, ese curso hídrico era, ni más ni menos, el lago azul.

    Las reglamentaciones o prohibiciones tanto municipales o nacionales con respecto al tratamiento de residuos, son letra muerta en un país en el que quien tiene dinero puede comprar el silencio y la complicidad de las autoridades locales o nacionales. Eso en el caso en que sea necesario “comprar” dicho silencio o apoyo, algunos poderosos con una simple mirada de furia a un intendente local o autoridad sanitaria, pueden aplacar toda veleidad institucionalista que pudiera sobrevivir en éstos.

    Desde aquellos años, los bañistas de lago lo hacen literalmente en una gran cloaca, eso sí, chapotear en la mierda era sumamente democrático. Desde las orillas de “Sanber” nadaba en la mierda, la burguesía asuncena, y del lado de Aregua, las clases populares hacían lo propio. Todo el mundo tenía derecho a su porción de lago contaminado, ricos y pobres, desde distintas orillas, pero todos nadando en la misma mierda.

    La situación comenzó a ser insostenible desde hace unos 5 años y ya no se podía tapar el sol con un dedo. Pero en el Paraguay, la contaminación y el riesgo sanitario nunca fueron una prioridad de las autoridades, es más importante callar y anunciar que el lago “no está contaminado” para no disminuir la cantidad de visitantes y dañar el comercio local de estos municipios.

    Hace pocas semanas, en el mes de enero del 2013, a pesar de los sendos carteles que prohibían bañarse, las cámaras de televisión entrevistaban a veraneantes que miraban impasibles como sus hijos pequeños se zambullían en la gran cloaca, que para ese tiempo ya no contenía solo excrementos y desechos de los cientos de mataderos que vierten sus residuos en el agua, sino también contaminantes tales como metales pesados y pesticidas altamente cancerígenos. Ninguna autoridad sanitaria reaccionó a tales imágenes, ninguna autoridad municipal desplegó personal para que se respete la prohibición y preservar la salud de los ciudadanos, incluso la de aquellos inconscientes e irresponsables que desafiaban las restricciones.

    Semanas más tarde, la brillante solución encontrada por las autoridades sanitarias del país, fue el vertido de “agua oxigenada” (sic) al lago, también anunciaron que derramarían “Lavandina” (un poderoso detergente de uso doméstico). Con lo cual, se demuestra que el ridículo nunca fue un problema para las autoridades y que prefieren el bochorno a las respuestas serias.

    La destrucción criminal del Lago Ypacarai, a causa de la voracidad de sectores dominantes ignorantes y egoístas sumada a la ausencia total de un Estado que debería velar por la salud de sus ciudadanos y la integridad de su territorio, son el reflejo de lo que ocurre en el país. La indolencia en la que todo transcurre, también debe notarse. Son tantos los problemas del país, que preocuparse de la ecología hasta parece “un lujo”. Pero hablar de ecología es hablar de la vida en todas sus formas (animal, vegetal, humana). Por lo tanto, es un debate vital.

    La muerte del lago Ypacarai (y de otros recursos naturales) representa la muerte de centenares o miles de personas. Esas muertes no son espectaculares, como en un atentado terrorista, son muertes que transcurren en forma silenciosa o se extienden durante varios años, muertes lentas a través de enfermedades insidiosas, a través de un medio ambiente contaminado que vuelve irrespirable el aire y la convivencia.

    Atrás quedaron los tiempos en que se consideraba que el planeta tierra y sus recursos eran inagotables, la actual crisis mundial, no es tan solo social y económica, es también una imponente crisis ecológica. En las últimas décadas, el género humano tomó conciencia que el recurso natural llamado planeta tierra está gravemente dañado y que el paradigma capitalista de sobreproducción y explotación puede llevar a la hecatombe y a la desaparición de la vida humana. Los plazos ya no se cuentan en siglos, sino en décadas.

    En el Paraguay, ese sistema se encarna en una mezcla que reúne lo más arcaico con la cibernética y la biotecnología, es decir, un sistema feudal de distribución de la tierra y la especulación financiera que convierte el recurso tierra y la producción agrícola en un producto financiero; esas tierras y productos agrícolas deben obtener una rentabilidad máxima y en el menor plazo posible, aunque ello implique graves e irreversibles daños al ecosistema y a la vida de las comunidades afectadas.

    Por supuesto, las tierras convertidas en producto especulativo ya no son territorios que pertenecen a tal o cual estado, sino simplemente un logaritmo en una computadora que debe fructificar en moneda internacional. La explosión de las millones de hectáreas cultivadas con soja transgénica, que supuso la cuasi desaparición del Bosque Atlántico sobre el territorio paraguayo en unas pocas décadas, es una muestra de esta lógica criminal. Y por otro lado, supone la trágica paradoja de ubicarnos en los primeros puestos de países exportadores de alimento (soja y carne) y al mismo tiempo contar con los niveles de pobreza y malnutrición más importantes de la región y el mundo.

    Este sistema se expresa en lo que hoy ocurre en el Lago Ypacarai. La vida humana y la naturaleza son tan solo variables de ajuste, que deben favorecer la producción de ganancias, si por el contrario éstos se vuelven obstáculos a la producción del lucro, deben ser eliminados o neutralizados.

    En la periferia capitalista, no necesitan andarse con vueltas y sutilezas. No hay miramientos a la hora de interrumpir procesos de democratización, destituir gobiernos electos a través de mecanismos espurios o fabricando matanzas. No hay pudor alguno, cuando luego del cambio de gobierno se nombran ministros a lobbystas del agronegocio y las multinacionales y en menos de una semana, se eliminan las leyes que restringen y regulan la acción de las multinacionales en el país.

    Lo dicho, la vida humana y la naturaleza son sólo variables de ajuste, a eliminar o neutralizar en caso de obstaculización.

    Pero ningún poder es absoluto y sin fracturas. Aunque no se pueda ver en lo inmediato, muchas cosas cambiaron definitivamente en la conciencia de la gente. Ese cambio en las mentalidades y esa indignación necesitan canales de expresión, dichos canales son los movimientos sociales, las organizaciones de base y las organizaciones políticas que luchan contra la explotación y la destrucción capitalista. Esa tarea de reconstrucción del poder, pero el poder que reside en la gente, en las ideas de dignidad y justicia, es urgente.

    Para reconstruir ese poder se debe romper con un mito que destruye toda idea de transformación y es el veneno que el capitalismo logró introyectar en las fuerzas del cambio y es la siguiente: la monetarización de la acción militante. Una variante de esta idea la he escuchado de ciertos compañeros, diciendo, palabras más, palabras menos, que la gente no salió a defender masivamente el gobierno de Lugo porque no había dinero para pagar los colectivos que los transporten a las manifestaciones, que había cientos de miles de campesinos dispuestos a tomar la capital, pero que no podían movilizarse por falta de recursos. Bastaría recordar que 4 campesinos determinados y firmes en sus convicciones, hicieron tambalear al gobierno espurio con una huelga de hambre. No faltaron recursos, faltó organización y convicción; y eso comenzando por la principal dirigencia que estaba en el gobierno.

    Pero al mismo tiempo, el Paraguay necesita en estos momentos la convicción de que el cambio empezó y no podrá detenerse, que los sectores oligárquicos lograron un triunfo táctico, pero en el terreno estratégico están perdiendo la batalla. No sabemos cuánto tiempo llevará, pero el cambio iniciado continúa. A pesar de una probable derrota electoral, la verdadera lucha es por la organización de los sectores populares en torno a propuestas que respondan a sus intereses genuinos.

    Un sistema inicuo, ejecutado por líderes serviles y corruptos, convirtió un orgullo nacional, en una cloaca a cielo abierto, pero la dignidad que vive en cada paraguayo y paraguaya decente, puede recuperar el lago, puede recuperar la soberanía y eso pasa por acciones muy concretas y sencillas de todos los días, acciones que aumentan nuestra dignidad y que se transforman en procesos sociales de amplitud. Ese proceso está en marcha, esa energía que quisieron aplacar está encendida.

    Nunca olvidemos que al lado de San Bernardino, sus hoteles, sus clubes plutocráticos, sus discotecas y mansiones, vive la generosa y solidaria Atyra.

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  12. Delincuencia y plomo

    La destrucción del lago Ypacaraí ha llamado la atención sobre la contaminación ambiental. A pesar de la atención, no sabe bien qué tipo de tóxicos se han echado al lago, ni qué tipo de tóxicos se echan en el resto del país. Por eso me refiero a una sustancia tóxica, el plomo, aun sin saber cómo se lo usa en el Paraguay, ni en qué medida.

    Sobre la toxicidad del plomo se publicó un artículo muy interesante en la revista norteamericana Mother Jones en el mes pasado. El artículo dice que existe una relación directa entre la contaminación con plomo y la delincuencia. Parece absurdo y tiene sentido. Desde hace siglos, se sabe que el plomo afecta el cerebro y el corazón. (Según algunos historiadores, la decadencia del Imperio romano se debió a que entonces se guardaba el agua en recipientes de plomo.) En 1943, se demostró que muchos niños se intoxicaron chupando la pintura de las cunas, que tenía plomo. A partir de entonces, se comenzó a suprimir el plomo de las pinturas, aunque siguió su uso en el combustible de los autos y camiones.

    El uso del tetraetilo de plomo en los combustibles comenzó en 1923. Permitía un mejor funcionamiento de los motores a explosión, pero contaminaba el medio ambiente; se sabía y se lo toleraba. Finalmente, en la década de 1970, comenzó a restringirse el uso de nafta con plomo, que quedó prohibido en Estados Unidos y Europa alrededor del año 2000.

    El artículo de Mother Jones afirma que existe una relación directa entre el aumento y la prohibición del uso del plomo en el combustible y el aumento y disminución de la delincuencia. Esta relación se da con un retardo de unos veinte años. Las personas expuestas a la acumulación de plomo en el cuerpo en las décadas de 1940, 1950 y 1960 se comportaron en forma delictiva en las décadas de 1960, 1970 y 1980. No se trata de una simple afirmación del autor, sino de una síntesis de varios trabajos científicos hechos por varios investigadores, y que coinciden en relacionar delincuencia y plomo.

    Ciertos estudios mostraron la relación entre la posición social y económica y la contaminación. En 1986, se vio que el 18% de los niños blancos y el 52% de los niños negros tenían residuos de plomo: no era una cuestión racial sino de ambiente: en los barrios pobres, había mayor contaminación. El plomo, que puede matar en niveles muy altos de intoxicación, puede causar trastornos en niveles menores: menor cociente intelectual, déficit de atención, inestabilidad emocional, conducta violenta o delictiva.

    Prohibido en Europa, el tetraetilo se fabrica en una fábrica inglesa, Innospec, para exportarse a Afganistán, Argelia, Birmania, Irak, Corea del Norte, Sierra Leona y Yemen; todos países violentos. No me sorprendería que se lo reexportara para aquí.

    Guido Rodríguez Alcalá

    http://www.ultimahora.com/notas/600248-Delincuencia-y-plomo

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  13. Evitar otra catástrofe ambiental

    Hace algunos días, dirigentes de la Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco) lanzaron una voz de alerta ante el acelerado proceso de contaminación de la Bahía de Asunción. José Barrail, vicepresidente de ese gremio empresarial, señaló que la situación podría ser prácticamente idéntica a la que hoy sufre el lago Ypacaraí en el transcurso de cinco años, si no se adoptan medidas enérgicas y urgentes. En el Congreso y en el Palacio de López, así como en las demás zonas adyacentes, las personas tendrán que usar tapabocas debido al fétido hedor que ascenderá de las aguas de la bahía, pronosticó el empresario.

    Literalmente, se está construyendo una Costanera por valor de US$ 200 millones que mira a una gran cloaca. La Essap tiene tres bocas de desagüe de aguas negras que arrojan desperdicios directamente frente a Asunción. Hay además otros 32 desagües que van a parar a los afluentes del río Paraguay y que contribuyen, de forma indirecta, con la contaminación de la bahía. A este factor hay que sumarle también los desechos lanzados al curso de agua por las chancherías, frigoríficos y algunas industrias, así como la polución que pudieran generar los puertos privados ubicados aguas arriba de Asunción.

    Ciertamente, las condiciones geográficas son diferentes con respecto al lago Ypacaraí, ya que la Bahía de Asunción está conectada al curso principal del río, lo que facilita la renovación de las aguas y un cierto nivel de depuración natural. Sin embargo, el volumen de desperdicios y de aguas residuales que llegan hasta el río Paraguay es de tal magnitud que el problema ambiental en ningún caso podría resolverse por la sola acción de la propia naturaleza.

    Es indispensable diseñar y aplicar un programa de protección y recuperación de la Bahía de Asunción, que contemple la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales, sanciones severas para empresas o particulares que contaminen el río, un sistema de monitoreo permanente de la calidad del agua y una campaña de concientización en la ciudadanía.

    Nuestro país podría recurrir a la cooperación de otras naciones que enfrentaron problemas críticos de contaminación de cursos hídricos y aprovechar la experiencia y los conocimientos adquiridos en este sentido. Un ejemplo es el trabajo que desarrolló Alemania para lograr, después de casi veinte años de intensas labores y enormes inversiones, la recuperación del río Rhin y de la mayor parte de su cuenca.

    Al ver la gravedad de la situación en el lago Ypacaraí, que bien podría calificarse ya de desastre ambiental, se podría suponer que las autoridades no caerán más en los mismos errores y que se tomarán medidas oportunas para que semejante deterioro no se repita en ningún otro lugar de la República. La lección del lago debería ser lo suficientemente contundente como para que en adelante se extremen los cuidados y precauciones para resguardar recursos naturales tan valiosos.

    Sin embargo, a la luz de la recurrente negligencia de las autoridades de nuestro país –locales, departamentales y nacionales– sería ingenuo suponer que abandonarán su habitual desidia de un día para el otro, incluso después de haber observado cómo un hermoso lago se convierte en un pantano hediondo. Es la ciudadanía –que hoy se vuelca masivamente a la Costanera para ocupar los nuevos espacios públicos– la que debe movilizarse para exigir planes concretos y acciones tangibles para frenar de inmediato la contaminación de las aguas del río y de la Bahía de Asunción. Sin la presión ciudadana –ejercida también y principalmente a través del voto en las elecciones– es seguro que nada cambiará en materia de políticas ambientales.

    http://www.lanacion.com.py/articulo/113683-evitar-otra-catastrofe-ambiental.html

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  14. Mucho ruido…
    Por María Teresa Blanco

    Mucho ruido y pocas nueces. Esta frase se aplica a la perfección a las fiscalizaciones y verificaciones realizadas por la Secretaría del Ambiente (Seam), la Fiscalía Ambiental y otras instituciones, como el MOPC, Poder Judicial y municipalidades involucradas en la supuesta recuperación del lago Ypacaraí.

    En setiembre de 2012 comenzaron las fiscalizaciones en los distintos establecimientos de la zona de influencia de la cuenca del lago Ypacaraí en los departamentos de Central, Cordillera y Paraguarí.

    Durante esos procedimientos se constataron que decenas de curtiembres, mataderos y estaciones de servicio arrojan sus desechos sin un tratamiento adecuado a los arroyos Yukyry, Pirayú y San Lorenzo, que desembocan en el lago.

    Además, se pudo llegar a los establecimientos ganaderos y granjas que construyen diques, canalizan y desvían los humedales (que sirven de filtro natural al lago) sin un plan ambiental, alterando el ecosistema.

    Ocho meses después, el lago Ypacaraí continúa contaminado, ninguna empresa infractora ha dejado de funcionar o algún propietario fue multado o procesado por degradar los cauces hídricos que desembocan directamente en el espejo de agua. El MOPC, los 21 municipios y las tres gobernaciones aún no presentaron un programa concreto de alcantarillado sanitario para las ciudades que integran la cuenca del lago.

    Los aparatosos procedimientos encabezados por el ministro de la Corte Antonio Fretes y el titular de la Seam, Heriberto Osnaghi, se han limitado a verificar y dar una “segunda oportunidad” a los infractores que están degradando el ambiente. Se les exige que se adecuen al plan de mitigación.

    Es auspicioso que las autoridades de la Seam y de la Corte Suprema de Justicia salgan de sus oficinas para dimensionar la problemática del lago Ypacaraí, pero sería más interesante que comiencen el proceso de recuperación del lago, exigiendo la adecuación inmediata a las empresas infractoras y que mientras tanto sean clausuradas.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/mucho-ruido-557693.html

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  15. El lago, un peligro real

    Por Horacio Sosa

    Llegamos adonde nunca hubiéramos querido llegar, llevados por nuestra ignorancia, desidia, irresponsabilidad e inconsciencia. Matamos el lago Ypacaraí hasta el extremo de que sus aguas no sirven como balneario, deportes acuáticos, consumo, higiene ni usos generales. Hasta las piscinas particulares, cargadas con agua de la Essap, son ahora un peligro.

    El hermoso lago, fuente de inspiración de una canción que recorrió el mundo, hoy es un peligro real para el género humano. Y lo peor, todos somos culpables porque durante unos 40 años hemos visto su degradación constante sin atinar a mover un solo dedo para salvarlo.

    Esta degradación del lago, aunque nos duela, es el símbolo de la incapacidad de políticos y gobernantes paraguayos de todos los colores y todos los tiempos.

    El lago fue utilizado, durante aproximadamente unos 40 años, como vertedero de desechos industriales, basura, efluentes cloacales, contenido de pozos ciegos de todos los pequeños poblados que rodean la Capital, que las empresas de camiones atmosféricos se encargan de vaciar en los arroyos que desembocan en esa masa de agua y, lógicamente, iba a llegar el momento en que la naturaleza diga “No va más”.

    Todo esto ocurrió a la vista y paciencia de los 21 municipios de la cuenca del lago, por la ignorancia y corrupción de las autoridades superiores e inferiores de la nación, de todos los partidos políticos, preocupadas solo por el afán de enriquecerse lo más posible en el menor tiempo posible.

    El nuestro es un país en el que la clase política no quiere a su tierra. Esto no es una novedad. Es algo que uno percibe todos los días en todas las oficinas públicas y en todos los niveles sociales, pero donde es más evidente es en el Congreso de la Nación y en el Poder Judicial.

    La Secretaría del Ambiente (Seam) es el organismo gubernamental más inútil que pudo crear la administración pública nacional.

    Esta institución no puede ni nunca pudo contra la deforestación salvaje de los bosques que asuela el suelo paraguayo. Además, jamás se interesó por el lago Ypacaraí a pesar de su evidente deterioro.

    No sabemos para qué está ni qué función cumple. Desde su creación no sirvió para nada útil, salvo crear “fuentes de trabajo” para burócratas ignorantes e inservibles. Y, lógicamente, sin saber nada de lo que tenían que hacer, terminó en la corrupción. ¿En el Paraguay? ¡Qué raro!, ¿no?, que tampoco fuera investigada, como parece ser la regla general en nuestro país.

    Ante el agravamiento del problema del lago, debemos comenzar por el principio: que los abogados estudien la modificación del régimen jurídico en defensa del medioambiente.

    Estamos viendo que los que contaminaron y siguen contaminando los arroyos que desembocan en el lago entran en un juicio de nunca acabar para terminar solo en una multa, aunque hasta ahora nadie, que se sepa, pagó nada. Acá será necesario tomar medidas radicales.

    La destrucción del medioambiente debe ser castigada en juicios sumarios, con un mínimo de 5 a 10 años de cárcel, dependiendo de la gravedad del caso, insustituible por multa.

    Una sanción legal de “2 años de cárcel o multa” es una estupidez jurídica que debe quedar en el pasado. No es posible que estos delincuentes se escuden en subterfugios legales. Es más, actualmente lo más probable es que no haya leyes que castiguen este delito.

    Tenemos que hacer que los legisladores se comporten verdaderamente como tales y elaboren un esquema jurídico que ponga entre rejas a los delincuentes que destruyen, o permiten destruir el medioambiente.

    Hay intendentes municipales que, por ejemplo, permiten que el matadero municipal de su dependencia contamine las aguas que van a parar al lago, sin que se pueda castigarlos.

    Nosotros no tenemos derecho a desequilibrar o destruir el mundo en que vivimos, porque detrás nuestro está el Paraguay de nuestros hijos y nietos, que debemos defender cueste lo que cueste.

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  16. Están jugando con fuego

    El nivel de indignación de la ciudadanía sigue subiendo en calorías y decibeles. La corrupción de no pocos políticos, legisladores y funcionarios del Estado, unida a la complicidad de otros que convierten la inmunidad del fuero legislativo en impunidad total, resulta una provocación a los ciudadanos, al pretender seguir alegremente usando el dinero que la ciudadanía pone en manos del Estado para el Bien Común en abusivos y corruptos beneficios personales. ¿No hay ninguna ética que salvar en la gestión pública? ¿Está la política por encima de la justicia? ¿No hay Estado de derecho?

    La Organización Mundial de Meteorología acaba de entregar un adelanto del informe que anualmente presenta a organismos competentes de Naciones Unidas y a la opinión pública mundial, sobre el estado del clima en el mundo. Según este informe, el año 2013 lleva camino de convertirse en uno de los diez años más cálidos, desde 1850, que tenemos registros oficiales de temperatura a nivel mundial.

    “Los nueve primeros meses del año 2013, enero a setiembre, constituyeron el séptimo período más cálido jamás registrado, junto con 2003, situándose las temperaturas mundiales del océano y de la tierra en aproximadamente 0’48 ºC por encima de la media del período 1961-1990”.

    El recalentamiento del planeta está produciendo efectos catastróficos, empezando por el deshielo de los glaciares y subida del nivel del agua de los mares, sequías, desertización, etc., un etcétera cuyo contenido todos conocemos.

    Sabemos que entre los gases que producen el calentamiento y la pérdida de ozono, está el dióxido de carbono. Y estamos viendo impotentes e indignados cómo los ómnibus de transporte urbano largan dióxido de carbono por sus tubos de escape e impunemente siguen repartiendo veneno por las calles de nuestras ciudades.

    E igualmente, gracias a los medios de comunicación social, quedamos sorprendidos ante la impunidad de quienes se apropian y deforestan parques nacionales, robando y privándonos de la vegetación vital para la sobrevivencia.

    ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde quedan los derechos de los ciudadanos? ¿Por qué se permite tanta corrupción, tanto delito y tanta impunidad?

    La antología de los disparates, de los delitos, es demasiado extensa, pero por su extraordinaria importancia y significación no puedo silenciar la barbarie que Essap está cometiendo en la contaminación y destrucción de nuestro río Paraguay.

    Según información aparecida en este mismo diario ABC Color, el pasado jueves catorce del presente mes, la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) reconoce que cada hora se vierten al río Paraguay unos tres millones doscientos mil litros de aguas cloacales, directamente, sin tratamiento alguno, solamente en Asunción. Una red de dieciséis bocas terminales echan al río unos doscientos mil litros de aguas cloacales cada una por hora. Terrible contaminación al mismo río de donde Essap toma agua para potabilizar y vender a los ciudadanos asuncenos.

    ¿Cómo es posible que estemos cometiendo errores tan graves contra nuestros propios intereses, contra nuestra propia naturaleza, contra nuestros ambientes y medios de vida? ¿Qué han hecho hasta ahora durante tantos años los responsables de esta institución con el dinero que los ciudadanos pagamos por esos presuntos “servicios sanitarios”?

    La lista de disparates y delitos puede continuarse hablando del lago Ypacaraí, de Petropar y de Acepar, etc. No hace falta más. Está claro.

    La ciudadanía agradece a los medios de comunicación y al nuevo ambiente de mayor transparencia sobre las instituciones del Estado, por posibilitar el acceso a la información. Al mismo tiempo siente indignación ante tanta corrupción y abuso de poder en perjuicio de los derechos e intereses de los ciudadanos. Y a su vez mantiene aún la esperanza de que la información ponga a la luz lo que se viene haciendo impune y delictivamente, de manera que sea posible el saneamiento moral de la nación y el logro de los objetivos y sueños de todos los ciudadanos honestos que aman la patria.

    Los corruptos que están en situación de administración o poder deben pensar que la paciencia ciudadana tiene límites, que con sus comportamientos corruptos están jugando con fuego y que una ciudadanía justamente indignada e irritada encontrará modos de hacer cumplir todo lo que está dicho en la Constitución Nacional, porque “la soberanía está en el pueblo”.

    Por Jesús Montero Tirado

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/estan-jugando-con-fuego-642853.html

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  17. Confusión y contradicciones en torno al lago

    Confusión, misterio e informaciones contradictorias rodean al proceso de limpieza del lago Yparacaí. Una empresa privada ha comenzado a arrojar enzimas en las costas de San Bernardino bajo contrato de la Municipalidad, asegurando que en el término de 45 días las aguas estarán aptas para el uso recreativo.

    Sin embargo, nadie sabe con certeza –ni siquiera los organismos científicos responsables por ley de monitorear la calidad de las aguas– en qué forma actúan estas enzimas y porqué tienen un efecto tan “milagroso”. Al menos el Centro Multidisciplinario de Investigaciones Tecnológicas (Cemit) –institución dependiente de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y encargada según convenio con el Ente Regulador de Servicios Sanitarios del control laboratorial de las aguas– no tiene datos precisos acerca de qué se está haciendo en el lago. Es asimismo muy escasa la información sobre los antecedentes de esta firma, que promete resultados espectaculares en un plazo de tiempo tan corto, ni cuánto es el costo total de la operación. No hay que olvidar que la Secretaría del Ambiente (Seam) calculaba que harían falta no menos de US$ 20 millones para la depuración del espejo de agua, un monto que parece fuera del alcance de la Municipalidad de San Bernardino. Esta misma institución declaraba a través de un informe oficial difundido en la prensa a principios de este mes que el Ypacaraí se hallaba “cada vez más limpio, sin olor y casi sin algas”. Mientras se anunciaban estas buenas noticias, los habitantes de Areguá, Ypacaraí y San Bernardino denunciaban la invasión de insectos y mosquitos verdes, así como fuertes olores nauseabundos. Al mismo tiempo el Ministerio de Salud advertía que “en verano no habrá la fluctuación de temperatura necesaria para reducir la población de cianobacterias. Es más, las altas temperaturas generarán que el lago esté en una situación mucho más crítica que la actual”, en palabras de Gustavo González, responsable del laboratorio de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa). Como si fuera poco, en Areguá está en marcha otro proceso de recuperación del lago a manos de técnicos coreanos mediante la utilización de biodigestores, que habrían sido empleados con éxito en Corea y Estados Unidos. En la primera inspección, los técnicos coreanos dijeron que aquello no era un lago sino una cloaca, y que jamás habían visto un espejo de agua tan contaminado. A pesar de esto, también prometieron resultados visibles en 40 días. Y, para terminar el recuento de noticias, no se puede dejar de mencionar que, mientras se hacen esfuerzos para depurar el Ypacaraí, la Municipalidad de San Lorenzo autorizó la construcción de una cañería cloacal que desemboca en el arroyo del mismo nombre, uno de los principales tributarios del lago. A la luz de estas informaciones, la percepeción que queda es que hay esfuerzos importantes para la recuperación de este patrimonio natural del país, pero que son desconexos y poco claros, en los que hay poca intervención de los organismos científicos nacionales. Lamentablemente, no existe una única estrategia consensuada entre los municipios afectados, la gobernación del Departamento Central, el gobierno nacional, las instituciones técnicas y científicas paraguayas y la sociedad civil. Esta práctica del “cada uno por su lado” solo genera desconfianza en la ciudadanía, que no cree que problemas ambientales arrastrados durante años puedan ser resueltos en pocas semanas. De hecho, la principal deficiencia de las acciones que se llevan adelante es que no atacan el origen del problema: la impunidad de los contaminadores.
    http://www.lanacion.com.py/articulo/148351-confusion-y-contradicciones-en-torno-al-lago.html

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  18. El pasivo ambiental

    Un estudio preliminar presentado al Presidente de la República por la Secretaría del Ambiente indica que recuperar el lago Ypacaraí costaría alrededor de US$ 600 millones. Eje central de este proceso es la construcción de sistemas de alcantarillado sanitario en los 21 municipios que convergen en la cuenca del lago Ypacaraí.

    Esto quiere decir, que a lo largo de por lo menos cuatro décadas, ocho sucesivas administraciones municipales no hicieron lo básico que se demanda a estas instituciones: mejorar la calidad ambiental en sus respectivas jurisdicciones construyendo sistemas de tratamiento de aguas negras. Fueron alrededor de 160 intendentes municipales incapaces de hacer algo más que pagar sueldos y mantener un funcionariado sólo apto para obrar como operado- res políticos.

    Los US$ 600 millones de que habla la Seam son apenas una fracción mínima del pasivo ambiental acumulado por una verdadera galería de incapaces devenidos en administradores comunales. El desastre generado por otro gran capítulo irresuelto, la recolección y tratamiento de desperdicios sólidos, debe tener un costo bastante parecido. La virtual inexistencia de desagües pluviales abre otro frente con las pérdidas abrumadoras que se producen a través de los destrozos dejados por cada temporada de lluvias. Y ni hablar de la ausencia de control sobre fábricas y establecimientos que generan líquidos altamente contaminantes que son volcados sin tratamiento previo alguno en cauces hídricos urbanos.

    Sólo en estos cuatro frentes de inacción, la suma inicialmente dibujada por la Seam debe fácilmente duplicarse y traza un verdadero mapa de la incapacidad, lenidad y corrupción que minan gravemente la calidad de la administración municipal en los 21 distritos que convergen en el otrora lago azul, hoy cloaca a cielo abierto.

    Esto también quiere decir, que a partir de ahora y por las próximas dos décadas, se abre un descomunal frente de trabajo y de obras que requerirá cuantiosas inversiones para resolver los crecientes problemas ambientales que los dos centenares de intendentes anteriores fueron incapaces siquiera de diagnosticar y mucho menos resolver.

    Queda claro, finalmente, que si el Gobierno central no pone manos a la obra, la mugre, la desidia y el abandono seguirán imperando sobre un conglomerado urbano de casi 2 millones de habitantes mal atendidos por administraciones municipales que se mueven entre la politiquería bastarda y la corrupción más escandalosa.

    Y a las puertas de otra elección municipal, vemos repetirse hasta el aburrimiento la liturgia de las promesas huecas y los discursos de baja estofa que no deparan nada mejor que lo que se viene sufriendo día a día en estas ciudades del Departamento Central, virtualmente abandonadas a su suerte

    http://www.5dias.com.py/33592-el-pasivo-ambiental

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  19. El pasivo ambiental

    Un estudio preliminar presentado al Presidente de la República por la Secretaría del Ambiente (SEAM) indica que recuperar el lago Ypacaraí costaría alrededor de US$ 600 millones. Eje central de este proceso es la construcción de sistemas de alcantarillado sanitarioen los 21 municipios que convergen en la cuenca del lago Ypacaraí.

    Esto quiere decir que a lo largo de por lo menos cuatro décadas, ocho sucesivas administraciones municipales no hicieron lo básico que se demanda a estas instituciones: mejorar la calidad ambiental en sus respectivas jurisdicciones construyendo sistemas de tratamiento de aguas negras. Fueron alrededor de 160 intendentes municipales incapaces de hacer algo más que pagar sueldos y mantener un funcionariado sólo apto para obrar como operadores políticos.

    Los 600 millones de los que habla la SEAM son apenas una fracción mínima del pasivo ambiental acumulado por una verdadera galería de incapaces devenidos en administradores comunales. El desastre generado por otro gran capítulo irresuelto, la recolección y tratamiento de desperdicios sólidos, debe tener un costo bastante parecido. La virtual inexistencia de desagües pluviales abre otro frente con las pérdidas abrumadoras que se producen a través de los destrozos dejados por cada temporada de lluvias. Y ni hablar de la ausencia de control sobre fábricas y establecimientos que generan líquidos altamente contaminantes que son volcados sin tratamiento previo alguno en cauces hídricos urbanos.

    Sólo en estos cuatro frentes de inacción, la suma inicialmente dibujada por la SEAM debe fácilmente duplicarse y traza un verdadero mapa de la incapacidad, lenidad y corrupción que minan gravemente la calidad de la administración municipal en los 21 distritos que convergen en el otrora lago azul, hoy cloaca a cielo abierto.

    Esto también quiere decir que a partir de ahora, y por las próximas dos décadas, se abre un descomunal frente de trabajo y de obras que requerirá cuantiosas inversiones para resolver los crecientes problemas ambientales que los dos centenares de intendentes anteriores fueron incapaces siquiera de diagnosticar y mucho menos resolver.

    Queda claro, finalmente, que si el Gobierno Central no pone manos a la obra, la mugre, la desidia y el abandono seguirán imperando sobre un conglomerado urbano de casi 2 millones de habitantes mal atendidos por administraciones municipales que se mueven entre la politiquería bastarda y la corrupción más escandalosa. Y a las puertas de otra elección municipal, vemos repetirse hasta el aburrimiento la liturgia de las promesas huecas y los discursos de baja estofa que no deparan nada mejor que lo que se viene sufriendo día a día en estas ciudades del Departamento Central, virtualmente abandonadas a su suerte.

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  20. Al pan, pan y al vino, vino

    Por Horacio Sosa

    1. La fuente de agua para el agua potable de San Ber es el lago Ypacaraí, que tiene elevado contenido de materia orgánica, metales pesados, contaminación por cianobacterias y sus toxinas. El hierro, que está en cantidad superior a lo aceptable por las reglas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y todos los metales pesados aumentan la toxicidad de las toxinas. El color negruzco que tiene actualmente el lago se debe a la enorme cantidad de colonias de cianobacterias muertas. Cuando están vivas las colonias, tienen un color amarillento.

    Se ha resuelto considerar como potable el agua de abastecimiento de San Ber, lo que significa que se ha aceptado correr el riesgo de un problema de salud pública contando para ello con el aval del ministro del ramo.

    2. La planta de tratamiento es una asquerosidad porque no se la ha limpiado por años –que ahora se resuelve hacerlo– y está totalmente contaminada por las bacterias mencionadas, al igual que la red de distribución.

    3. Limpiar la planta requiere solo trabajo y costo. Hay que cepillarla centímetro por centímetro con detergente, cambiar la arena de los filtros cuya contaminación bacteriológica ya no se puede eliminar. Esa arena es inservible como filtro de agua potable.

    4. Lo mismo hay que hacer con los reservorios de agua, lo que ya está anunciada por la Essap.

    5. Descontaminar la red de distribución es simplemente una misión imposible. Habría que lanzar por las tuberías toneladas de agua con detergente, luego agua con cloro y finalmente agua libre de contaminación. Lo que significa inundar la ciudad de San Ber porque todos los grifos deben permanecer abiertos. No es cuestión de abrirlos 10 minutos.

    6. Los ozonizadores se han instalado en un lugar inadecuado, a la entrada del agua cruda a la planta en vez de a la salida del agua tratada.

    7. Según el Cemit, laboratorio del Rectorado de la Universidad Nacional, el agua está cada vez más contaminada, por lo que la Essap resolvió recurrir al laboratorio de la Digesa (Dirección General de Salud Ambiental ) que aceptó avalar la opinión de la Essap en el sentido de que el agua está prácticamente libre de contaminación. Entre paréntesis, el laboratorio del Cemit es el mejor laboratorio del país para todo lo que sea investigación científica.

    8. Por favor señores, deténganse antes de que alguien pierda la vista, el oído, sufra una intoxicación severa o pierda la vida misma. Por lo visto en la Essap no hay nadie que entienda de agua.

    9. Por las razones explicadas, creemos que el agua “potable” de San Ber, por el momento, es un peligro para la salud pública y el agua del lago no está en condiciones ni siquiera para deportes acuáticos.

    10. Hay que solucionar primero el problema del lago y, después, pensar en el agua potable para San Ber.

    11. Es nuestra opinión. Somos técnicos y no políticos. Llamamos a las cosas por su nombre. Al pan, pan y al vino, vino.

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  21. Historia de dos lagos: gestión ambiental en el marco del crecimiento económico

    Por James H. Thessin (*)

    A finales de 1960, el lago Erie, uno de los lagos más grandes de Estados Unidos de América y en el mundo, era una masa de agua en crisis, “muerto” por la falta de oxígeno producido por la proliferación de algas tóxicas que fueron asfixiando la vegetación acuática, amenazando el turismo y la mortandad de peces. El más superficial y más cálido de los Grandes Lagos que separan a Estados Unidos de Canadá, el lago Erie, era vulnerable a la contaminación de las industrias y de la agricultura en ambos lados de la frontera. El olor del lago, causado por los peces muertos y el musgo viscoso flotando en la superficie que quedó varada en las playas, condujo a una convocatoria de una limpieza de emergencia. Con importantes inversiones provenientes de Estados Unidos y Canadá, y la colaboración de todos los sectores de la sociedad, el lago Erie fue limpiado y ahora es una masa mucho más saludable de agua de lo que era hace medio siglo. Pero el trabajo de mantener limpio el lago Erie continúa.

    Las amenazas ambientales son un problema global. Sea la contaminación del lago Erie o del lago Ypacaraí, la expansión de la actividad humana ha creado enormes efectos sobre el medio ambiente. El impacto de la humanidad sobre la naturaleza es tal vez más evidente que su efecto sobre el clima del mundo. Un reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado en marzo, pintó un cuadro alarmante del futuro del planeta.

    Los impactos de los últimos efectos climáticos extremos, como las olas de calor, sequías, inundaciones, ciclones e incendios forestales, revelan la vulnerabilidad y la exposición de algunos ecosistemas y muchos sistemas humanos a la significativa variabilidad climática actual. Los impactos de tales extremos relacionados con el clima incluyen la alteración de los ecosistemas, la alteración de la producción de alimentos y el abastecimiento de agua, el daño a la infraestructura y los asentamientos, la morbilidad y la mortalidad, y las consecuencias para la salud mental y el bienestar humano. Para los países en todos los niveles de desarrollo, estos impactos son compatibles con una significativa falta de preparación para la variabilidad climática actual en algunos sectores.

    La limpieza de nuestro aire, el calentamiento de nuestro clima y la calidad de nuestra agua dependen en gran medida de la conservación y restauración de los grandes bosques del mundo. Es por eso que nos preocupamos tanto cuando vemos la rápida deforestación que se está produciendo en el Chaco. El mes pasado hemos visto datos publicados que muestran que el Chaco paraguayo está sufriendo las tasas más altas de deforestación en el mundo, la pérdida de unas 1.000 hectáreas de bosque por día. La elaboración y la aplicación estricta de leyes ambientales sabias evitarían la pérdida irreversible de los bosques vírgenes. La sensibilización también alienta a las personas de buena fe a evitar la eliminación inadecuada de los árboles.

    A petición de la Asociación Rural del Paraguay (ARP), la Embajada de EE.UU. y la Wildlife Conservation Society (WCS) han iniciado un programa de manejo forestal para un grupo de ganaderos para mostrarles que proteger el medio ambiente, incluyendo la preservación de los árboles, es económicamente viable. A través de los esfuerzos de conservación y reforestación, los ganaderos pueden mejorar en gran medida la diversidad biológica y contribuir a un mejor clima en el mundo, al tiempo que aumentan la producción y la productividad del ganado.

    Estados Unidos de América ha apoyado a la ONG “A Todo Pulmón” con un gran apoyo financiero para reforestar la cuenca del río Monday con especies nativas del Paraguay y se asoció con Guyra Paraguay y la Fundación Moisés Bertoni para luchar contra los incendios forestales y formar a los guardas forestales para ayudar a preservar las reservas de San Rafael y Mbaracayú del Bosque Atlántico. La Embajada de Estados Unidos también ha apoyado al Gobierno paraguayo en el desarrollo de un Plan Nacional para preservar el Bosque Atlántico. Este plan, elaborado con la participación de guardaparques y personal del gobierno, servirá como hoja de ruta para futuras inversiones paraguayas para proteger el Bosque Atlántico. Todos sabemos que el cambio climático y las amenazas ambientales como las inundaciones, las sequías, la desertificación y la mala gestión o pérdida de la biodiversidad solo pueden recuperarse a través de cambios en el comportamiento local e internacional. Los cambios serán en última instancia conducir a un uso sostenible de la tierra y a la seguridad alimentaria para una población mundial en crecimiento. Con una educación que capacite a las comunidades, la conservación de los recursos naturales y el cuidado del aire y del agua, las amenazas ambientales pueden ser mitigadas y tornarse en modelos económicamente sostenibles. El crecimiento económico y la gestión ambiental no necesitan estar en competencia. Un enfoque de cooperación entre el gobierno, la sociedad civil y el sector privado puede resultar en un beneficio mutuo para todos. Como dijo el presidente Obama recientemente: “Así que la pregunta ahora es si tendremos el coraje de actuar antes de que sea demasiado tarde. Y cómo respondemos tendrá un profundo impacto en el mundo que dejamos atrás no solo para ustedes, sino para sus hijos y para sus nietos. Como Presidente, como padre y como estadounidense, estoy aquí para decir que tenemos que actuar”.

    Estados Unidos y Paraguay tienen dos lagos emblemáticos que necesitan preservarse para el presente y para la posteridad. En este 44avo Día de la Tierra tomemos la determinación de trabajar juntos para crear un mundo más limpio, más seguro, más productivo y mejor para nuestros hijos.

    * Embajador de los EE.UU. de América en Paraguay

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  22. El lago verde

    Por Horacio Sosa

    El lago verde. Nos referimos al ex lago azul de Ypacaraí, que cambió de color para volverse verde por el gran desarrollo de algas microscópicas en su masa de agua. Esto se debió a la desaparición del oxígeno disuelto en ella, aparte de la contaminación por cianobacterias.

    El cambio de color del agua se debió a la contaminación del lago por materia orgánica putrescible (efluentes de mataderos, lavaderos, industrias, estaciones de servicio, líquidos cloacales de ciudades, etc.) lanzados a los arroyos que desembocan en el mismo, que la incuria de la gente fue haciendo irresponsablemente durante unos 40 años y que terminó arruinando ese hermoso atractivo turístico.

    A fines de abril pasado, la autoridad nombrada por el Poder Ejecutivo para entender y resolver el problema del lago anunció que los trabajos se iniciarían en mayo, sin que hasta el momento se tenga noticia alguna sobre ello. Qué se está haciendo por el lago hasta este momento, es la gran pregunta cuya respuesta espera el país.

    El secretismo es lo peor que las autoridades de una nación pueden hacer. Toda información de interés público debe estar al alcance de los medios, del país y de cualquier persona interesada en ella. Es inadmisible que las autoridades ejecuten determinada labor o proyecto sin que ello se ponga previamente a conocimiento del público, que tiene derecho a opinar sobre lo que se proyecta hacer.

    ¿Se instalaron ya las 14 estaciones de monitoreo del lago? ¿En qué consisten los dos enfoques en estudio para la recuperación del lago? ¿Se pensó en la posibilidad más justa de que las industrias que contaminan el arroyo Yukyry cuenten con su propia planta de tratamiento, en vez de que el Estado tenga que construir una planta muy grande que no se justifica? ¿Se pensó en lo que se hizo y se hace en todo el mundo: oxigenación por la simple pulverización del agua del lago en el ambiente?

    Se menciona la asistencia técnica brasilera para resolver el problema, pero aquí hay que aclarar varias cosas.

    1. Aproximadamente el 90% del problema debemos ineludiblemente solucionarlo nosotros: controlar la contaminación, censo poblacional de los municipios de la cuenca, imponer a cada industria una planta de tratamiento de sus efluentes, definir el número y la capacidad de las plantas de efluentes cloacales y su ubicación, formación del personal para la fiscalización de la contaminación, actualización del cuerpo legal para la defensa del medioambiente imponiendo penas carcelarias insustituibles por multa, etc.

    2. En el Paraguay hay profesionales especializados en países desarrollados, tanto en tratamiento de agua como en la construcción de plantas para el tratamiento de efluentes industriales y cloacales.

    3. También aquí hay firmas que proyectan y construyen plantas de tratamiento de efluentes que, incluso, ya las han exportado.

    Entonces, ¿por qué se está pensando en asistencia brasileña para un problema que nosotros podemos solucionar? Si surgiera algo muy específico, que supere el conocimiento local, recién entonces se debería buscar en el mundo lo que sea necesario para salvar el lago y san se acabó.

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  23. ¿Qué pasó con el lago?

    El pasado mes de abril, el Gobierno nacional pareció despertar de su letargo en lo que al problema del lago Ypacaraí se refiere. Se anunció el nombramiento de un coordinador para entender todo lo relacionado con el problema de la contaminación de sus aguas y que todos los ministerios debían someterse a lo que este funcionario decidiese.

    Posteriormente, el coordinador, en rueda de prensa, informó sobre lo que pensaba hacer. Se instalarían 14 estaciones de monitoreo de las aguas. Tenía dos enfoques en estudio para la recuperación del lago. Que se estaba pensando en una planta de tratamiento para solucionar la contaminación del arroyo Yukyry. Incluso se adelantó asistencia técnica brasileña y, finalmente, se anunció que los trabajos se iniciarían a mediados de mayo.

    Pero estamos en agosto y en el lago no pasa nada. Simplemente, no se sabe nada de nada o, en otros términos, hasta ahora no se ha hecho absolutamente nada que se sepa públicamente.

    Nuestro temor es que, bajo el manto de silencio, se estén tomando decisiones que no concuerden con el interés del país. O, dicho en otras palabras, que repentinamente nos anuncien que fue firmado algún contrato, con tal o cual empresa o gobierno extranjero, por un monto de tantos millones de dólares, para la recuperación del lago.

    Todos sabemos qué pasa cuando algún funcionario del Gobierno anuncia que se firmó tal o cual contrato para tal o cual cosa. Estamos hartos de la corrupción. Estamos hartos de la clase política paraguaya y de su venalidad. Estamos hartos de que en todos los niveles del quehacer nacional se robe escandalosamente. Estamos hartos de la falta de justicia, de la impunidad y de un Congreso donde el despilfarro del dinero público alcanza niveles desesperantes.

    Pero, tratemos de razonar con calma. El problema del lago no es complejo. Se trata simplemente de cortar la contaminación que llega a él por los arroyos, Si se logra esto, que es fácil, el lago comenzará a recibir agua no contaminada día y noche, lo que significará el 90% de la solución del problema.

    Ahora, ¿dónde estamos? Tenemos la impresión de que la persona nombrada como coordinador no entiende el problema, porque si lo entendiera, ya debía haber tomado las medidas que, imprescindiblemente, solo nosotros, los paraguayos, podemos tomarlas. Ningún extranjero va a venir a cortar la contaminación, ni a hacer un inventario de las poblaciones de la cuenca, ni a proponernos que las plantas de tratamiento cloacal sean tantas y que nos indique los lugares donde las mismas deberán instalarse. Esto no puede hacerlo nadie sino nosotros, los paraguayos.

    El país cuenta con personas capacitadas para resolver el problema del lago. Por supuesto que para nombrarlas no se las debe mirar a través de ningún color partidario. Lo que interesa es solo su capacidad.

    Veremos qué hace el coordinador oficial en este entuerto del lago.

    Por Horacio Sosa

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/que-paso-con-el-lago-1272579.html

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  24. Ayudemos a la naturaleza en el lago

    Por Dr. José Mayáns

    Efectivamente, el lago Ypacaraí está relativamente en buenas condiciones. Pero, ¿hasta cuándo? Por eso, si no hacemos “algo”, su estado y situación, con el correr de los días y el cambio natural del clima en los meses estivales, probablemente volverá a empeorar con las consabidas consecuencias que todos conocemos. Las cianobacterias, así como está nuestro particular invierno, nos dirán de vuelta en cualquier momento “aquí seguimos estando”.

    Por qué la mejoría

    Se deben analizar los siguientes puntos: el cambio climático, la cantidad de precipitación pluvial, la apertura del río Salado, el aumento del nivel del río Paraguay, que inclusive pudo causar el ingreso de las aguas al espejo lacustre, el ciclo natural del ecosistema, las medidas tomadas en los municipios y en la cuenca, la socialización de la situación y el monitoreo y fiscalización ciudadana.

    Estamos en conocimiento de las acciones que por fin se encuentran planificando e implementando por parte del Gobierno nacional, que con el correr de los años se espera sea la solución de fondo a la problemática, pero sabemos también que esto llevará su tiempo para ser efectivos sus resultados. Y así como están las cosas, el tener de vuelta un lago clausurado en el próximo verano, sería toda una catástrofe para completar las graves consecuencias que ya se conocen en toda la zona y en especial a los municipios del perilago.

    Por eso sugerimos con base al profundo análisis que debe hacerse de por qué la actual mejoría: diseñar e implementar un plan estratégico de mantenimiento, con acciones inmediatas que procuren por todos los medios tener un lago habilitado para el próximo verano.

    Este plan debe ser lógico, factible, efectivo, socializado, de implementación inmediata, acorde con el Plan de Fondo y a bajo costo.

    Esta estrategia, que podría coadyuvar a que luego de varios años el espejo de agua pueda ser utilizado por todos en la próxima estación estival y que la zona entera –en especial sus pobladores y los comercios– se vea beneficiada con dicha situación, debe ser ¡implementada ya!

    Todos los actores: Gobierno nacional, Poder Judicial, Poder Legislativo, Ministerio Público, gobernaciones, municipios, entidades públicas y privadas, medios de comunicación, ciudadanía en general, deben ser los responsables y asumir el rol que les corresponda en esta verdadera causa nacional que afecta al país todo.

    No debemos desaprovechar una vez más la “mano” que la naturaleza nos está pasando y dejar todo a cargo de ella. Si se quiere, se puede; no es un imposible conseguir el mantenimiento de la buena situación en que se encuentra nuestro lago. Sería una desidia total así como una irresponsabilidad supina permitir de vuelta su empeoramiento.

    Recordar también el problema que se tuvo con las aguas de la Essap de San Bernardino, de manera a tomar todos los recaudos necesarios para no tener de vuelta situaciones desagradables que pongan en riesgo la salud de las personas.

    Todos y cada uno de los responsables deben cumplir con su rol y hacer lo que corresponda, pero en forma organizada y mancomunada, no con proyectos parches, cuyos resultados están a la vista, sino con acciones concretas, bien planificadas y organizadas.

    La recuperación y el mantenimiento de nuestro ícono nacional es responsabilidad general. Hagamos lo que corresponda para poder decir a propios y extraño: “Nuestro lago está bien, gracias a todos”.

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  25. NO BAJAR LA GUARDIA EN SAN BERNARDINO
    Por fin llega una seguidilla de buenas noticias procedentes de San Bernardino, la histórica capital del turismo veraniego en nuestro país. A la habilitación de las playas del lago Ypacaraí para el uso recreativo por parte del Ministerio de Salud, hay que agregar ahora la reacción positiva del sector privado que se apresta a relanzar San Ber como destino de paseos, vacaciones y visitas en la próxima temporada estival. La Cámara de Comercio y Turismo de San Bernardino prepara una cargada agenda de actividades y eventos para reposicionar a la localidad y difundir sus atractivos, que no se limitan, ciertamente, solo a las playas sobre el lago.

    Más de 60 empresas vinculadas al turismo –hoteles, restaurantes, locales gastronómicos, etcétera– forman parte de esta cámara que pretende generar un primer gran acto con un festival de rock en setiembre. El programa de eventos viene siendo confeccionado en colaboración con la municipalidad de la ciudad y la Secretaría Nacional de Turismo.

    Se trata de excelentes novedades para los habitantes y la economía de la zona. Desde hace por lo menos dos años, San Bernardino soporta una profunda crisis, derivada de los gravísimos índices de contaminación del lago. Las espesas y fétidas aguas verdes bañando las playas de San Bernardino y de Areguá desalentaron a los visitantes y terminaron causando un daño profundo a la actividad económica. Aunque la vida nocturna y los encuentros sociales y artísticos siguieron atrayendo a turistas de todo el país, un componente esencial de esa hermosa zona de nuestro país, el lago Ypacaraí, no solo no podía ser utilizado para el baño y los deportes náuticos, sino que además repelía a los visitantes con olores nauseabundos y la proliferación de insectos.

    El monitoreo de las condiciones del agua muestra una tendencia positiva, con la remisión de los elementos contaminantes. No hay razones, lamentablemente, para considerar que la batalla por la recuperación del lago esté concluida. La polución puede reaparecer porque las raíces del problema no fueron atacadas. Las autoridades municipales, departamentales y nacionales, junto con el sector privado, no deben abandonar ni por un instante los trabajos dirigidos a identificar el origen del problema de la contaminación y la elaboración de planes concretos y eficaces para alcanzar una solución.

    Liberar definitivamente el lago Ypacaraí de la polución debe convertirse en una causa común para todos los estamentos de la ciudad y de la cuenca de este espejo de agua. Los avances contra la polución y por la purificación del lago Ypacaraí no serán duraderos sin una vigilancia constante, sin un monitoreo permanente de las condiciones del agua y, especialmente, sin controles a las olerías, curtiembres, tambos y otros establecimientos productivos que están instalados en la cuenca del Ypacaraí, así como también a los restaurantes, hoteles y residencias de San Ber, muchas de las cuales lanzan agua servida al lago.

    Un plan de recuperación debe contemplar la magnitud del problema: más de veinte municipios integran la cuenca del lago, ninguno de ellos cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales. Es alentador que las empresas y autoridades de San Bernardino vuelquen sus esfuerzos y energías en presentar una imagen renovada de la villa veraniega. Pero el problema de fondo, la polución del lago, no debe ser descuidado de ninguna manera.

    De lo contrario, es evidente el riesgo de que la situación se repita en el corto plazo con los perjuicios ya conocidos.

    http://www.lanacion.com.py/articulo/173562-no-bajar-la-guardia-en-san-bernardino.html

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  26. El monitoreo del agua del lago Ypacaraí

    Por Horacio Sosa

    El monitoreo del agua del lago, en estos momentos no es prioritario. O, en otras palabras, no sirve para nada.

    Para enfocar el problema es imperativo seguir una especie de protocolo donde se determinen claramente las prioridades y hacer estas primero. Por ejemplo, para qué servirían los análisis de agua hoy si no se ha controlado la contaminación que sigue ingresando día y noche a la masa de agua. Lo único que se va a conseguir es sembrar más confusión de la que ya existe.

    Hay personas que ya están hablando de que las aguas ya están bien por las lluvias torrenciales de semanas atrás. Esto es simplemente una estupidez.

    Cincuenta centímetros por debajo de la superficie del lago está el agua carente de oxígeno, las algas microscópicas que le dan el color verde, la contaminación de las cianobacterias, el exceso de materia orgánica y los metales pesados. Esto significa que el lago, hoy, no debe ser usado ni para actividades recreativas porque es un peligro para la salud.

    En segundo lugar hay que mapear el lago para saber con exactitud las líneas de escorrentías (corrientes que se forman en la masa de agua del lago por el ingreso de las aguas de los arroyos) que van directamente al rebosadero por donde las aguas abandonan el lago.

    Según se ha informado, se han instalado en el lago ocho puntos de monitoreo de las aguas.

    Los análisis van a dar un resultado si el monitor está en algunas de las varias escorrentías y otros, absolutamente diferentes, si están fuera de ellas. Y esto no sirve para nada porque por ahí no nos estamos ni acercando hacia la solución del problema. Es solo un engaño.

    El día que sea necesario conocer la calidad del agua, los monitores deberán instalarse conociendo las líneas de las escorrentías, de modo a ubicarlos fuera de ellas.

    No hay alternativa. Hay que comenzar por el principio: controlar el ingreso de la contaminación y esto, hoy por hoy, es simplemente imposible porque no hay forma de que las empresas que contaminan los arroyos se vean obligadas a cumplir con la ley.

    Las leyes para el control del medioambiente, hoy, no tienen peso.

    La empresa contaminante, si quiere contaminar, contamina y quizá pague alguna multa por la falta. Nada más. Y peor es cuando, por ejemplo, una Municipalidad tiene un matadero, que lo opera por sí o por terceros. Este matadero –entre paréntesis con una absoluta falta de higiene– sigue contaminando y no hay forma de castigar al intendente.

    Si se quiere trabajar en serio, hay que contratar un abogado con experiencia en la redacción de leyes para examinar lo que hay en el medio legal y establecer nuevas normas con penas carcelarias, insustituibles por multa, a las faltas que se cometan contra el medio ambiente, sea quien sea el responsable de la contaminación.

    Finalmente, en el orden de prioridades está el constituir un equipo reducido de ingenieros sanitarios o hidráulicos para que, junto con economistas, comiencen la tarea del censo de la cuenca del lago porque es imprescindible conocer ya cuantos poblados tienen los 21 municipios de la cuenca con el objeto de saber con exactitud a cuantos habitantes hay que servir con redes de alcantarillado sanitario, cuantas plantas de tratamiento de efluentes cloacales serán necesarias y dónde instalarlas.

    La instalación de los monitores, con la asistencia de la Entidad Binacional Itaipú (como si la EBI fuese garantía de algo), hoy es solo un engaño. No sirve para nada. Bueno, quizá sirva para conseguir un sueldo mensual de decenas de millones de guaraníes.

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  27. Licitación encubierta

    Por Horacio Sosa

    Licitación encubierta –licitación kañy, en nuestra lengua vernácula– es la ideada por el coordinador del lago nombrado por el Poder Ejecutivo, Ing. Alfredo Molinas, para manejar a escondidas un concurso de precios por la friolera de 60 millones de dólares. Financiación facilitada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la adquisición de una planta de tratamiento, aparentemente de líquidos cloacales, con la que se espera resolver el problema del lago Ypacaraí.

    Aquí, en este negocio, todo siempre fue “aparentemente”, porque no hubo información fehaciente ni oficial, ni nada serio ni confiable para saber qué era lo que se iba a hacer con el lago. Solo se conoció alguna que otra cosa en la primera conferencia de prensa del coordinador.

    ¿Qué es lo que aparentemente se licitó? Una planta de tratamiento ¿De qué? Hasta el momento no se sabe con exactitud. El nombrado para manejar el problema del lago no es un especialista en el tema.

    Semanas atrás, esta persona, en conferencia de prensa, dijo que pensaba en una planta de tratamiento para solucionar el problema del más contaminado de los arroyos de la cuenca: el Yukyry. Esto era una primicia.

    Por primera vez en la historia de la tecnología mundial del agua se iba a utilizar una planta de tratamiento de efluentes cloacales para resolver la contaminación de un arroyo.

    ¿No era más fácil, rápido y económico que a cada uno de los contaminantes –mataderos, fábricas, lavaderos o lo que fuera– de la cuenca de dicha corriente de agua se le obligara por ley a construir su propia planta de tratamiento para no arruinar el ecosistema de un valioso recurso natural como lo es un arroyo?

    Nuestro dichoso Paraguay está lamentablemente muy acostumbrado a las acciones desacertadas de funcionarios públicos, accidentalmente con el poder de hacer lo que fuere, sin control de ninguna especie.

    Se publica en los medios el detalle, con puntos y comas del desacierto, que muchas veces da para pensar en el beneficio pecuniario que redundará para el autor del desaguisado, y por lo general no pasa nada. Todo termina como si nada hubiera ocurrido. El famoso oparei.

    Esta es la razón por la que en este caso se pudo realizar una licitación de la que nadie tenía noticia, de algo que no está especificado, que no se sabe en qué consistirá. Y, ¡oh sorpresa!, ya está a punto de ser adjudicada a un empresa ganadora.

    ¿Cuáles fueron las empresas invitadas para presentar ofertas? ¿Cuál es su especialidad? ¿Cuáles fueron las especificaciones de lo que se estaba licitando? ¿Quién las preparó? Misterio.

    Pero, ¿será posible que HC haya aprobado esto? Lo que poco se sabe de ello tiene un tufillo a negociado que asusta con solo pensarlo.

    Esta “licitación” debe ser anulada y el proyecto de lo que se haga con el lago debe discutirse públicamente.

    El señor Presidente de la República es el único responsable de esta situación, a la que se ha llegado por la poca seriedad, mucha osadía y gran ignorancia de un hombre de su confianza.

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  28. Los dos lagos Ypacaraí

    Por Walberto Caballero Achucarro

    El problema del lago Ypacaraí ya está resuelto, por lo menos para San Bernardino: ahora hay dos lagos Ypacaraí. Esta fue la solución dada desde un organismo dependiente del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, cuando la semana pasada dio a conocer un informe sobre dicho recurso lacustre.

    El primer lago Ypacaraí es el que está contaminado con cianobacterias, con lodo negro producto de materia orgánica acumulada. Es en las playas de Areguá, de Itauguá (Patiño) y de la ciudad de Ypacaraí.

    El “otro” lago Ypacaraí es el que está radiante –y hasta si se quiere azul, como expresa la guarania–, en condiciones aptas para su uso recreativo. Es el que está en la costa de San Bernardino.

    Estamos hablando de la misma agua, que ahora imaginariamente está partida en dos, como solución salomónica, quedando la peor parte para los aregüeños, itaugüeños y ypacaraienses.

    Bajo este criterio de dos lagos, estamos viendo a mucha gente ingresar al agua, en la costa de San Bernardino, entre ellos niños, quienes son los más propensos en adquirir enfermedades.

    La actitud del Ministerio de Salud Pública es criticable; lamentable, por provenir de una institución que debe velar por la salud de la población.

    Técnicamente es posible que las aguas del lago Ypacaraí se encuentren ocasionalmente en mejores condiciones en la costa de San Bernardino que en la de Areguá, y se citan al menos dos factores: El primero se relaciona con los vientos (del norte) que empujan los contaminantes y todo sólido en suspensión hacia la costa de Areguá, Patiño y Ypacaraí, concentrándose allí el problema. El otro factor es el agua del Yukyry que corre en dirección a San Bernardino, renovando constantemente el agua, pero sin afectar la playa de Areguá, donde la quietud contribuye a la proliferación de cianobacterias por concentración de nutrientes como el fósforo (P) y el nitrógeno (N).

    Los análisis que realizan en la Dirección General de Salud (Digesa), organismo del Ministerio de Salud, es sobre cantidad de cianobacterias. No reflejan otros parámetros de calidad, como la Demanda química de oxígeno (DQO), la Demanda bioquímica de oxígeno (DBO), metales pesados, oxígeno disuelto, etc.

    Bajo las consideraciones señaladas no se puede garantizar que esa relativa mejoría en la costa de San Bernardino sea segura.

    Es inapropiado habilitar un sector del lago e inhabilitar otro sin tener un estudio integral y completo. En las condiciones actuales, se pone en riesgo la salud de las personas, y la responsabilidad es del Ministerio de Salud.

    En dicha cartera de Estado también se equivocan al señalar que no tienen autoridad para prohibir el uso del agua del lago. Denota un desconocimiento de su propia Ley 836/80 “Código Sanitario”, que sí faculta al Ministerio de Salud a tomar medidas preventivas, entre ellas clausurar aquello que representa un problema que puede ser epidémico.

    El caso de los dos lagos es una falta de respeto a la inteligencia ciudadana. Es evidente que se adoptaron posturas en favor de los intereses económicos de la ciudad de San Bernardino en detrimento de la salud pública, que es de interés general muy importante.

    Ya es hora de ponerse los pantalones largos para adoptar acciones claras para recuperar o cerrar definitivamente el lago Ypacaraí. Las ideas están, los modelos exitosos están para ser emulados. Sin embargo, se cerró un nuevo año sin acciones concretas que ayuden a evitar el ingreso al lago de más contaminantes.

    El futuro se muestra incierto y negro, ahora que tenemos “dos lagos Ypacaraí”.

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  29. Lago verde de Ypacaraí

    El lago Ypacaraí está condenado a seguir siendo verde. Las cianobacterias persisten. Pasó al olvido desde el último informe oficial sobre este recurso lacustre que hizo, el 23 de setiembre del año pasado, el ingeniero Alfredo Molinas, entonces coordinador del programa “Fortalecimiento de la gestión para el proceso de recuperación y restauración del lago Ypacaraí”.

    El presidente Horacio Cartes recibió dicho informe final en el cual se ha identificado, seleccionado y delineado lo que se sugería como acciones concretas e integrales para dar solución a la problemática de la contaminación.

    Lo que se logró con dicho programa fue involucrar a todas las instituciones vinculadas en la tarea conjunta de remediación de la problemática.

    Pero dicho accionar fue esporádico, para la prensa, sin continuidad. La desidia, lastimosamente, es en detrimento de la sostenibilidad del lago.

    Participaron, en forma entusiasta, instituciones como la Secretaría del Ambiente (Seam), el Ministerio de Obras Públicas, Itaipú Binacional, la Secretaría de Turismo (Senatur), el Ministerio Público, el Ministerio de Salud, las gobernaciones, municipios, Secretaría de Cultura, Senave, Infona, etc.

    De la única institución que oficialmente se conoce alguna acción en el lago, hasta el momento, es Itaipú, institución que realiza estudios constantes de la situación del lago, con un centro de monitoreo.

    Desde el 27 de setiembre del 2012 hasta el 22 de enero de 2013, la Seam realizó 118 fiscalizaciones en la cuenca del lago, de cuyas intervenciones no se conocen resultados favorables. Los establecimientos intervenidos siguen funcionando, impunemente.

    El Ministerio de Salud dejó de informar públicamente sobre la situación del lago, pese a la presencia de cianobacterias.

    Un “bloom” de estas cianobacterias tóxicas se dio el 20 de este mes, ocasión en que se “celebraba” el Día del Agua, en la playa de Areguá. Los responsables de la Seam, MOPC y del Ministerio Público posaron allí para la prensa, teniendo de fondo al lago verde, y luego se retiraron.

    A una semana de aquello, no hubo ni un documento oficial siquiera que hable de dicha situación y de las acciones inmediatas a ejecutar. Nada de nada.

    Pasó el verano y todos se olvidaron del lago. Pero las cianobacterias siguen pintando un cordón verde en la ribera de la playa de Areguá y otro tanto en la zona de San Bernardino, en la boca del río Salado.

    La solución no pasa con poner una planta de tratamiento a los arroyos Yukyry y Pirayú, que son los que arrastran los contaminantes al lago. Está en reunir a los 21 intendentes de la cuenca y trabajar con ellos en programas de higiene, aseo urbano y tratamiento de residuos sólidos y efluentes, sean estos cloacales, industriales o domiciliarios.

    Una idea que puede servir como aporte a la solución: que los recursos provenientes de los royalties de Itaipú o del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) sean usados por los municipios para construir sistemas de alcantarillado sanitario.

    Será una inversión y no un despilfarro. En caso contrario, el lago Ypacaraí seguirá siendo verde y no azul.

    Por Walberto Caballero Achucarro

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/

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  30. Enemigo del lago

    Por Desiré Cabrera

    Hace tres años se produjo el bloom o florecimiento de las cianobacterias que tiñó de verde el lago Ypacaraí. Era el resultado de años de impune contaminación.

    El florecimiento de las cianobacterias, altamente nocivas para los seres humanos, fue el último grito agónico del lago que se niega a morir. Ninguna de las instituciones que debía velar por su preservación y luchar por su recuperación implementó algún plan para mitigar el daño y menos aún para evitar que se sigan arrojando desechos al espejo de agua.

    Es más, la Secretaría del Ambiente (Seam) otorga licencias ambientales a emprendimientos que por las actividades que realizan son potencialmente peligrosas para la preservación del lago. Uno de ellos es la estación de servicios del emblema Barcos y Rodados (BR), propiedad de Daniel Ramírez Díaz de Vivar, que está siendo construida en la orilla del arroyo San Isidro que desemboca en el lago, que está a escasos 300 metros del sitio en que se está construyendo.

    Una gasolinera integra una serie de características que puede alterar seriamente las condiciones físicas, químicas y biológicas de la zona. Este tipo de actividades implica una exposición continua a la presencia de componentes peligrosos, como hidrocarburos y aceites, cuya concentración puede significar un riesgo para la salud humana y el medio ambiente.

    Es un tema que los biólogos e ingenieros de la Seam manejan a la perfección, por tanto resulta inaceptable que esta estación de servicios cuente con una licencia ambiental expedida por la institución.

    La licencia ambiental expedida para el emprendimiento generó un sumario administrativo tras las denuncias públicas. El jefe de gabinete de la Seam, Nelson Caballero, dijo que el expediente no siguió los canales adecuados, por lo tanto no solo debe ser cancelada, sino que los funcionarios que participaron en el proceso deben ser sancionados.

    De lo contrario, podríamos afirmar que la Seam es un enemigo más del lago Ypacaraí.

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  31. Más de una década de vergonzoso abandono

    Aproximadamente desde el año 2008 se viene denunciando por medio de la prensa, de modo sistemático, la agravación sostenida de la mala calidad de las aguas del lago Ypacaraí y la degradación ambiental integral que padece su cuenca hidrográfica.

    Ya transcurrieron aproximadamente diez años desde que afloraron masivamente las cianobacterias y otros microorganismos oportunistas y peligrosos para la salud general y el equilibrio ambiental, que se multiplican donde hallan condiciones de polución química y orgánica, que es, antes que nada, consecuencia de la indiferencia y la desidia de las autoridades a quienes se les da la función (y se les pagan buenos salarios) de evitar que esos desastres naturales sucedan. Porque, como cualquiera sabe, una vez que un medio natural comienza a degradarse, el tiempo, los esfuerzos, las personas e instrumentos técnicos y científicos que hay que emplear, y la ingente cantidad de dinero que hay que gastar para recuperar sus condiciones regulares, hacen que tareas como estas sean casi impracticables, en un país habitado por indiferentes e ignorantes que no muestran aprecio por esos bienes, como desgraciadamente es el nuestro.

    Lo más ridículo e indecente de esta breve historia del fracaso de la política ambiental nacional que estamos rememorando es que, a medida que transcurrió el tiempo y empeoraron las condiciones ecológicas del lago y su cuenca, paralelamente se fueron multiplicando los organismos y asociaciones que declaraban formarse para ocuparse del problema. Con la problemática del lago y su cuenca está ocurriendo que, cuanto más se agrava el enfermo, mayor cantidad de médicos se congregan a su alrededor y más abultadas son las facturas que perciben.

    No solamente es el abandono notorio en que se encuentra esta zona el indicador más claro que tenemos del hecho de la inexistente política de protección de recursos naturales y de lo ineptos que son los organismos encargados de conducirla, sino también un montón de otras falencias que se repiten, tal vez en menor proporción y frecuencia, pero que no son menos ilustrativas del mal camino que llevamos en esta materia.

    Hay pues algo que los habitantes de este país debemos reconocer y confesar sin falsos remilgos ni pretextos baladíes: la conciencia cívica y la buena educación de la gran mayoría de nuestra población continúan siendo nuestro gran déficit. Este es el principal factor que mantiene a nuestro país postrado en el atraso y subdesarrollo, siempre a la cola de las estadísticas regionales.

    El reciente episodio del saqueo de la especie acuática yacaré yrupê en Piquete Cue, Limpio, es una ilustrativa anécdota que revela con la mayor claridad el espíritu destructivo y depredador que todavía domina entre mucha gente, de esa que no valora nada, no estima nada y que halla un morboso y pervertido placer en destruir, sin qué ni para qué, los bienes del patrimonio natural común que se ponen a su alcance. Lamentablemente, tal mentalidad disturbada y atrofiada por la incultura está presente en todos los sectores sociales; incluso, podría ser el mismo funcionario público en quien se depositó la atribución de vigilar y proteger esos bienes y recursos en riesgo.

    La destrucción ambiental sostenidamente progresiva del lago Ypacaraí se debe a varios factores que son hartamente conocidos. Los remedios a esa situación también fueron suficientemente expuestos en muchas ocasiones. Se sabe lo que hay que hacer, quiénes tienen que hacerlo, cuándo, en qué orden y con cuáles procedimientos. Obviamente, solo se sabe, porque, después, nadie mueve un dedo.

    En estos años transcurridos se realizaron ya centenares de seminarios, congresos, talleres, reuniones sobre el tema de la degradación del lago Ypacaraí y su cuenca, pero nada positivo surgió de tanto esfuerzo. Hasta hoy día continúan realizándose estos encuentros en San Bernardino, Areguá, Asunción u otras localidades cercanas para conversar sobre el caso de la contaminación de la cuenca mencionada.

    Hay que decirlo sin pena: hasta ahora no trasciende el puro y vano bla, bla. Charlatanería. Inútil pérdida de tiempo. Y dilapidación y derroche del entusiasmo y buena predisposición que algunas personas y organizaciones civiles realmente sensibilizadas ante el problema están dispuestas a empeñar en la búsqueda de soluciones, pero que pronto quedan frustradas y decepcionadas ante la indiferencia oficial.

    Al cabo de varias décadas, está demasiado claro que de la Secretaría del Ambiente no cabe esperar más que acciones tímidas, ocasionales, tardías o inútiles. Es un organismo rengo, tuerto, que oye mal y que jamás llega a tiempo a ninguna urgencia. De las gobernaciones mejor no hablar; estas son ya organismos cuadripléjicos; asilos dorados para políticos ineptos, indiferentes y haraganes. Ningún gobernador demostró, hasta ahora, que sirve de algo a su comunidad, excepto distribuir prebendas y traficar influencias. ¿Qué se podría esperar de estos tipos en referencia a tareas complicadas como la de proteger los recursos naturales, que requiere aptitudes, conocimientos y patriotismo?

    Las mismas autoridades locales que tienen atribuciones sobre el lago Ypacaraí y su cuenca se dedican a asistir a cuanta reunión técnica o informativa se realiza sobre esa problemática, aprovechando la ocasión, si hay prensa, para largarse discursos rimbombantes declarando su “honda preocupación”. Una vez cumplidos con esos rituales hipócritas, retornan a sus oficinas a aprobar cualquier obra, cualquier proyecto, cualquier negocio, precisamente de los que hay que restringir o corregir dada su peligrosidad ambiental.

    Lo que se afirma de la cuenca del lago Ypacaraí también podría extenderse a la bahía de Asunción y a casi todos los arroyos y ríos del país que fueron convertidos en balnearios sin ninguna clase de regulación, vigilancia, control o imposición de obligaciones contra abusos. Poco a poco vamos convirtiendo nuestro país en un enorme basurero, degradando los escasos recursos naturales aptos para el turismo y la recreación y poniendo en riesgo la salud pública. ¿A quién le importa?

    Para intentar responder a esta pregunta hay que mirar hacia el Gobierno central, hacia los gobiernos locales, hacia las autoridades que cobran buenos salarios para no hacer lo que deben. Todos son cómplices por omisión y todos tendrán que responder con sus nombres ante las generaciones futuras, las que van a heredar estos vertederos, estas cloacas, estos cursos de agua y estas lagunas contaminadas que los antipróceres que hoy nos gobiernan les dejarán de lamentable herencia.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/mas-de-una-decada-de-vergonzoso-abandono-1666346.html

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  32. Cordillera y la lección del lago Ypacaraí

    Nuestro diario se hizo eco de las denuncias de pobladores del Departamento de Cordillera, específicamente de las ciudades de Nueva Colombia y Loma Grande, de la contaminación con olores fétidos que provienen de una planta productora de carburo de silicio, un material muy utilizado y requerido en la industria a nivel mundial.
    Cordillera es uno de los diecisiete departamentos de la República del Paraguay. Su capital y ciudad más poblada es Caacupé, denominada la “Capital Espiritual” del país porque allí se encuentra la Basílica Menor, a donde cada año acuden millones de peregrinantes devotos de la Virgen que lleva el nombre de la ciudad. Este departamento está en el centro oeste de la Región Oriental, limitando al norte con San Pedro, al este con Caaguazú, al sur con Paraguarí y Central, y al oeste con el río Paraguay, que lo separa de Presidente Hayes. De acuerdo con el último censo, cuenta con casi 300.000 habitantes, siendo por ello el sexto departamento más poblado –por detrás de Central, Alto Paraná, Itapúa, Caaguazú y San Pedro–. Cordillera tiene una extensión de 4.948 km², el tercero menos extenso –por delante de Guairá y Central el menos extenso– y con 60 habitantes por km² es el segundo más densamente poblado, por detrás de Central.

    No es un dato poco relevante. Cordillera ¡es el departamento más poblado del país después de Central! ¡Imagínense lo que eso significa! Además, es considerado como una de las regiones más bellas y tiene la gracia de albergar atractivos naturales inigualables, siendo sus arroyos y cerros de los más valorados por los paraguayos. Todo eso, más su producción, su infraestructura y su gente lo convierten en un centro de turismo interno envidiable cada temporada estival. Sus pobladores, comerciantes y productores viven de la incesante actividad comercial, del gasto de la movilidad de millones de turistas, de la venta de frutas, hortalizas y plantas ornamentales. Las dulcerías y confites a base de frutos son el reflejo de que los cordilleranos encontraron en las bondades de la naturaleza una manera brillante de ganarse la vida dignamente.

    Pero Cordillera no es solamente producción, comercio y turismo, es también cultura e historia. Sus ciudades guardan una rica historia del pasado de la República, valorada por propios y extraños. Son tesoros silenciosos de nuestro pasado. Eusebio Ayala, Tobatí (lugar por excelencia de producción de ladrillos y cerámica), Caraguatay (zona de Vapor Cué), Arroyos y Esteros y Altos son solo algunas de las ciudades más preciadas de la República. Las demás son muy emblemáticas y están ligadas al sentimiento de familias tradicionales del Paraguay. Así, por ejemplo, están Emboscada (linda con el río Paraguay, zona de pescadores), Nueva Colombia (zona rica en producción frutihortícola), San Bernardino (símbolo nacional del verano y con todo lo que significa el lago Ypacaraí), Caacupé (capital espiritual del Paraguay), Atyrá (la considerada ciudad más ecológica del país por los cuidados al medio ambiente), Itacurubí de la Cordillera (zona donde están los balnearios más visitados del país), Valenzuela y Juan de Mena, también con sus peculiares atractivos.
    Nadie puede negar que una gran mayoría de paraguayos, de niño o de jóvenes disfrutó alguna vez de momentos inolvidables en compañía de amigos, compañeros o en familia de los coquetos balnearios de Itacajón, Piraretâ y Chololó ¿O quién alguna vez no fue de pesca al río Manduvirá o al río Piribebuy en zona de Cordillera? Todos estos lugares forman parte del ADN del paraguayo, algo que está muy metido en nuestras venas y del cual será muy difícil desprendernos. Mucha gente no vive en la región, pero la disfruta de otras maneras, yendo de visita varias veces al año para lo que sea.

    Como se ve, existen muchísimas razones por las que los paraguayos sentimos a Cordillera como parte de nosotros mismos y a la que debemos cuidarla como si fuese nuestra propia casa. Asimismo, creo que quienes obtienen lucro de manera directa o indirecta en este departamento deberían tener el mismo celo y comprender a qué se exponen cuando atentan contra la calidad de vida de la región.

    No soy un especialista en temas ambientales, pero vale decir aquí, en homenaje a la verdad, que las denuncias de contaminación ambiental en Cordillera no deben centrarse solamente en una sola empresa. En este caso en particular, soy un convencido de que si se propone puede hacer realidad el sueño de generar empleos para compatriotas y producir de manera amigable con el medio ambiente, aunque para ello deba hacer algunas correcciones en su planta con ciertas nuevas inversiones.

    Esta misma rigurosidad de la denuncia de olores insoportables debe primar cuando los pobladores detectan pequeñas, medianas y grandes firmas que a diario vierten sus desechos en cursos hídricos, siendo las más perjudiciales las curtiembres y mataderías. El lago Ypacaraí, que demorará décadas en recuperarse si es que deja de ser contaminado desde hoy, es un vivo ejemplo de lo que no debe ocurrir más.

    Por Dany Fleitas

    https://www.lanacion.com.py/columnistas/2018/05/04/cordillera-y-la-leccion-del-lago-ypacarai/

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  33. Verde y espumoso se encuentra el lago Ypacaraí, debido a los altos niveles de contaminación.
    Hasta ahora, los múltiples “planes de recuperación” del sitio tuvieron poco efecto.
    Que difícil es aprender a anteponer el ecosistema ante el dinero… Vale más la plata, total la contaminación o el cuidado van a endilgar a las autoridades y al estado.
    Solo para gastar fortunas en asesoramientos y consultorías para los amigos y sin resultados. Ahora todos se indignaran y plagueos de aquí para allá, luego termina el verano y OPA REI…
    Mientras tantos los Fi$calizadores…BIEN GRACIA$
    Hay que recordar que la Essap SA distribuye en San Bernardino agua que colecta del lago, la única forma de volverla potable es el ozonizador que se compró 5 años atrás, si éste no funciona las algas pasan a la red de distribución y se reproducen en los reservorios.😖

    El Mades anunció la implementación de un nuevo plan piloto para recuperar el lago Ypacaraí.
    👀 La iniciativa de técnicos coreanos que data del 2014 está abandonada.

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  34. Otra solución parche
    Por Gladys Villalba

    Al parecer, las ganas de recuperar el lago Ypacaraí se reduce a costosas consultorías, jornadas de concienciación, planes piloto, proyectos estudiantiles y otras charlatanerías que hasta la fecha no tuvieron un impacto positivo.

    Es una pena que el Gobierno, a través del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), así como la Gobernación de Central y las municipalidades de Areguá y San Bernardino, tampoco tengan como prioridad buscar una solución definitiva para recuperar al lago Ypacaraí, además de castigar a todos aquellos que violen leyes ambientales.

    De acuerdo a los datos, el 80% de la carga contaminante del lago corresponde a desechos cloacales de viviendas particulares distribuidas en los 21 distritos que conforman la cuenca del lago. El otro 20% corresponde a industrias, curtiembres, servicentros, lavaderos y horticultura convencional instalados en las cercanías del acuífero Patiño o desembocadura próximas al lago.

    Existe un primer plan piloto que fue puesto a prueba en el año 2014 en el cual técnicos coreanos fueron invitados por el entonces gobernador de Central y actual senador, Blas Lanzoni (PLRA). Los profesionales orientales instalaron en la playa municipal de Areguá un biodigestor que filtraría los sedimentos (lodo negro) y limpiaría el agua.

    Sin embargo, solo funcionó 60 días, porque el seguimiento quedó bajo la responsabilidad de la Comuna aregüeña, pero la institución alegó que no contaba con los recursos necesarios para el funcionamiento.

    En la actualidad, el biodigestor se encuentra en la más absoluta ruina cubierta por malezas.

    El Mades anunció días atrás otro plan piloto, pero esta vez, con técnicos brasileños que también se dedican al tratamiento de aguas residuales y manejo de residuos sólidos a través de tecnologías de punta, para la recuperar el lago. Sin embargo, es una solución parche porque primero urge la construcción de sistemas de alcantarillado sanitario en la cuenca compuesta por 21 distritos.

    Hace más de una década que las aguas del lago presentan un aspecto turbio y maloliente, pero a la fecha no se visualiza una solución definitiva.

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  35. Sin visos de solución
    Por Desiré Cabrera

    La contaminación del lago Ypacaraí es definitivamente un problema sin visos de solución. Cada año cuando se produce el florecimiento de las cianobacterias, que se puede percibir con la coloración de las aguas con un tono verde musgo y un fétido olor, las autoridades empiezan a hablar de nuevos planes con soluciones mágicas, para recuperar el espejo de agua.

    La ultima propuesta de “solución rápida a la problemática del lago”, presentada por el ministro del Ambiente, Ariel Oviedo, al ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, (MOPC), Arnoldo Wiens, es la utilización de un “reactor generador de microbios”. Con la instalación de estos generadores a lo largo de la costa del lago se bombearán los microbios que supuestamente se alimentarán de los contaminantes.

    Estudios técnicos indican que la carga contaminante del lago en un 80% corresponde a desechos cloacales domiciliarios y 20% a industrias diversas, curtiembres, estaciones de servicio, lavaderos y de fincas hortícolas en las cuales se utilizan agroquímicos. Es decir, la solución más rápida, efectiva y sencilla será la construcción de sistemas de alcantarillado sanitario en la cuenca del lago, principalmente en San Bernardino, Areguá, Ypacaraí, Itauguá, Capiatá y Luque, para comenzar.

    San Bernardino es la única localidad que cuenta con alcantarillado sanitario, pero solo abarca a un 35% de su población. Desde hace años se anuncia desde la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap) que se ampliará la red, pero solo son promesas.

    En las localidades de Areguá e Itauguá se adjudicaron e iniciaron las obras en el 2014, pero luego de varias irregularidades los contratos con el consorcio Beta Ingeniería & Asociados, representado por Rodrigo Benítez Barriocanal, fueron cancelados.

    Actualmente, el contrato está judicializado. Los responsables de la firma consiguieron una orden de no innovar, por lo que no se puede llamar a una nueva licitación.

    No hay soluciones mágicas ni microbios que puedan salvar el lago si no se ataca el origen del problema, construir un sistema de tratamiento de las aguas cloacales.

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