El año del Bicentenario

El año que se cierra tiene para los paraguayos un enorme valor simbólico, una importancia singular. En todo el territorio de la República se realizaron variadas demostraciones de júbilo al cumplirse los 200 años de vida independiente de nuestro país. Estas celebraciones estuvieron a la altura esperada, pues, además de alcanzar los más remotos rincones de nuestra geografía, reflejaron la rica diversidad cultural de la patria.

Los festejos sirvieron también para dos propósitos fundamentales: en primer lugar para una ratificación colectiva en nuestra irrenunciable soberanía y en los valores que inspiraron a los hombres y mujeres que la forjaron durante estas dos centurias. Agobiado por el peso de la mediterraneidad, desgarrado por la pobreza y el atraso y habiendo atravesado dos terribles guerras internacionales y numerosas convulsiones internas, el Paraguay sin embargo no solo se mantuvo en pie sino que en virtud del esfuerzo y la voluntad de trabajo de su gente tiene todas las condiciones para convertirse en una nación próspera, libre y justa en poco tiempo. Le corresponde a las autoridades y a la dirigencia política mirarse en el espejo de los próceres y poner los intereses del país por encima de las conveniencias sectarias o de cualquier otra consideración.

En segundo término, los actos de recordación del Bicentenario propiciaron una siempre útil reflexión sobre nuestra historia, acercando a las nuevas generaciones de paraguayos a un pasado cargado de conflictos y de valentía, pero sobre todo repleto de enseñanzas. Esas lecciones de nuestra historia son las que deben sustentar aquello que representa también el bicentenario: la posibilidad de mirar como sociedad al futuro, de construir una visión estratégica que nos conduzca hacia la patria soñada.

Más allá de las masivas celebraciones, el año del Bicentenario concluye con luces y sombras. El Paraguay consiguió, por ejemplo, una elevación histórica en el monto de la compensación pagada por el Brasil por el uso de energía paraguaya en Itaipú. Ciertamente, es una concesión que está todavía muy lejos de las justas reivindicaciones de nuestro país en el tema, pero no caben dudas de que es un avance significativo.

Este año se produjo además una reparación histórica al aprobarse, referéndum mediante, el voto de los paraguayos residentes en el extranjero en las elecciones generales. Cientos de miles de compatriotas que contribuyen con su trabajo en tierras lejanas a la economía nacional tendrán ahora la oportunidad de participar en la vida política de la República.

Es necesario destacar, sin embargo, que hubo otros ámbitos en los que se registró un lamentable estancamiento. La concesión de los aeropuertos, por ejemplo, fue truncada por presión de algunos grupos de funcionarios públicos. Con este desenlace, la crucial inversión en la ampliación y modernización de las terminales aéreas se retardará quién sabe por cuánto tiempo con grave perjuicio a la economía.

Es preciso incluir en el recuento el fracaso de las fuerzas de seguridad en el combate a la banda criminal autodenominada Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). A pesar de la movilización de grandes contingentes de policías y militares y de la declaración del estado de excepción en los departamentos de San Pedro y Concepción, el grupo armado no fue desmantelado y sigue activo y peligroso.

http://www.lanacion.com.py/articulo/53290-el-ano-del-bicentenario.html

8 comentarios en “El año del Bicentenario”

  1. José Cantero
    El deseo de FOCO

    El deseo es una fuerza motriz, que cuando es compartida por varios se torna arrolladora. A pocos días antes de levantar las copas para brindar por el 2012, sería interesante ponernos de acuerdo en lo que aspiramos y deseamos como sociedad para el próximo año.

    No descarto que debamos brindar y desear por nuestros proyectos privados y familiares. Es más, no hay nada más fantástico que dotarnos de confianza y aspirar por la realización de nuestros sueños particulares.

    Tampoco ignoro que siempre al culminar el año sea habitual levantar la copa para brindar por una mejor sociedad, por un mejor país, por un mejor Paraguay.

    De hecho, estas dos aspiraciones -lo particular y lo social- siempre se entrelazan en el brindis de fin de año, como si se tratase de una sola dimensión.

    El problema es que nuestro deseo social no suele ser tan específico o concreto como el individual. Por eso, creo que sería oportuno detallar con más precisión lo que pretendemos como país para el 2012.

    Es el deseo de FOCO es que al recibir el año brindemos para que en el 2012 seamos capaces de consensuar, de una vez por todas, un plan país de largo plazo. Creo que es oportuno, necesario y que ya no hay escusas para hacer lo contrario.

    En el 2012 tenemos que congeniar un plan país y plasmarlo en las mentes, corazones, y acciones de todos los actores del Estado, del sector privado y de la sociedad.

    Desde FOCO nos comprometemos a apoyar y estimular este proceso. Creo que si no logramos convencer a la sociedad de la necesidad de contar con un plan país, no podremos hacer entender a los presidenciables de que deben comenzar a mirar más allá del proceso electoral y apropiarse de un plan de largo alcance.

    Si no lo hacemos en el 2012, no podremos comenzar a construir el largo plazo, y volveremos a perder otros 5 años valiosos.

    Necesitamos una agenda que combine lo económico, lo social y ambiental. Requerimos de un entendimiento de la sociedad más maduro que nos permita comprender estos tres ámbitos como parte de un todo. Tendremos que desarrollar una cultura de cooperación y no de confrontación.

    Toda esta transformación no será fácil, pero tampoco imposible. Tenemos que comenzar a soñar en algo concreto, realizable y edificante. Si en el 2012 somos capaces de instalar un tema tan clave como es el plan país, entonces daremos un paso importante para la construcción de nuestro futuro.

    Al culminar este año, es nuestro sueño que todos levantemos nuestras copas y brindemos por instalar en los corazones, mentes y voluntades de todos los actores de la sociedad la necesidad de apropiarnos de un plan país de desarrollo de largo plazo. ¡Salud!

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  2. La generación del Bicentenario

    Por Alfredo Boccia Paz

    Eso somos, así nos recordará la historia en medio siglo más. Somos los privilegiados que pudimos ser testigos de los festejos populares más espontáneos y masivos que registre la memoria colectiva de nuestro país. Fuimos partícipes de la mayor fiesta de recuperación de la autoestima nacional desde el 22 de agosto de 1935, fecha del desfile de la victoria luego de la contienda chaqueña.

    Cien años atrás casi no hubo festejos. Las luchas políticas intestinas habían llevado al Paraguay de 1911 a una calamitosa situación económica que no permitía pensar en celebraciones. Sin embargo, en esas condiciones desfavorables, con una educación pública paupérrima y una Universidad en pañales, surgió una pléyade increíble de pensadores, políticos, educadores y escritores que fueron capaces de producir el resurgimiento de una nación devastada por la guerra internacional aún reciente. Los cimientos del conocimiento paraguayo del siglo XX se construyeron a través de los aportes de figuras como Cecilio Báez, Juan Silvano Godoi, Manuel Gondra, Manuel Domínguez, Juan E. O’Leary, Ignacio A. Pane, Fulgencio R. Moreno, Alejandro Guanes, Ramón Indalecio Cardozo, Blas Garay, Celsa Speratti y muchos otros.

    La patria abatida se levantó con el talento y el patriotismo de hombres y mujeres, cuyos nombres fueron homenajeados como héroes civiles en el segundo centenario de la Independencia. Conmemoración que, inéditamente, rescató los nombres de intelectuales, artistas y mujeres, largamente opacados por nuestra tradición militarista.

    Es que el Bicentenario nos sorprendió en el que probablemente sea el periodo más promisorio de nuestra vida independiente. Con más de dos décadas de libertades públicas, el Paraguay transita una época que tiene pocos antecedentes históricos: hay cada vez más tolerancia y pluralismo, mientras que la violencia política y el autoritarismo cuentan con cada vez menos adeptos.

    Queda -como hace cien años- una llaga lacerante que no hemos podido cerrar. Es la deuda social que el Estado y los gobernantes paraguayos tienen con la inmensa mayoría de excluidos y miserables. Son los compatriotas que miran estupefactos cómo uno de los países que el año pasado más creció en el mundo no logró disminuir la vergonzosa brecha de las desigualdades sociales.

    El futuro juzgará a la generación del Bicentenario con esa vara inapelable. En dos décadas el Paraguay debe ser sensiblemente menos pobre y asimétrico o seremos aplazados por la historia. No es esta una cuestión de colores. Se trata de darle a la noción de patria un sentido actual. La generación del Novecientos, en la más deprimente de las condiciones, logró levantar de las cenizas al país. A nosotros nos toca un país en paz y pleno de potencialidades. Como hace cien años, hay un solo camino: la educación. Ojalá que el dato de que durante este año se editaron casi tres libros por día indique que la lección está aprendida. ¡Feliz 2012!

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  3. Profecías para el 2012

    Cambia un calendario, ¿cambia la vida? Las tarjetas de salutación de fin de año hacen creer que sí: «Año Nuevo, vida nueva». ¡Ojalá!

    Algunas cosas podrán cambiar, pero otras seguirán, inconmovibles. Sin ser Nostradamus, el brujo indio Ecumenario, o Nizugan y Cachito, juguemos a las profecías de lo que va a pasar (o no) en el año que se inicia.

    * No se va a acabar el mundo en 2012, como supuestamente predijeron los mayas, para regocijo de Hollywood. Por muy estropeado que esté, el planeta seguirá andando… y nosotros junto con él.

    * Será un año más electoralista con respecto al que se va. Preparémonos a ser atosigados con cataratas de propaganda politiquera, raboneadas en el Parlamento y en instituciones públicas, guerras mediáticas entre caudillos, traiciones y castigos, deserciones y reencuentros.

    * Aparecerán candidatos a cargos electivos como langostas sobre el trigal, cada quien blandiendo resultados «objetivos e imparciales» de su propio sondeo electoral.

    * Tampoco sabremos muy bien a quién votar en el 2013… pero aún así avanzaremos.

    * Las pantallas de muchos espacios periodísticos en televisión derramarán más sangre, frivolidad y lágrimas… pero con mejor calidad de imagen digital.

    * Seguirán las amenazas de mensura judicial a tierras supuestamente mal habidas en poder de productores sojeros… pero no pasarán de amenazas.

    * «Productores» seguirán siendo los que tienen tractores, cosechadoras y camionetas 4×4. Los que plantan mandioca seguirán siendo simplemente campesinos.

    * Este año tampoco habrá reforma agraria.

    * La izquierda seguirá dividida y peleada.

    * La derecha liberal seguirá dividida y peleada.

    * La derecha colorada seguirá dividida… pero sabrán unirse para tratar de reconquistar el poder.

    * En las fiestas y eventos sociales bailables habrá que seguir soportando a los Wachiturros o a algún nuevo engendro musical parecido.

    * En el país de las grandes represas hidroeléctricas… seguirán los cortes de energía eléctrica.

    * En el país de la mayor reserva acuífera… continuarán los cortes en la provisión de agua corriente.

    * Venezuela seguirá sin poder ingresar al Mercosur.

    * Ah… y la celebración del Bicentenario estará mejor organizada en el 2012, y ya no se contratará a Il Divo.

    ¡Feliz Año Nuevo!

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  4. Inolvidable Bicentenario

    por Gustavo Laterza Rivarola

    Hace 365 días se iniciaban las conmemoraciones del Bicentenario. ¿Quién no le prodigó sus elogios desde el arranque? A un buen comienzo siguió un mejor desarrollo; secuencia harto infrecuente en este país. Digámoslo de una manera más documental: en materia de realizaciones culturales, en el Paraguay, en tan solamente doce meses se generó más que en todo el siglo XX. Asombroso.

    En ediciones de obras, en publicación de trabajos de investigación, en montaje de espectáculos de música, danza y divertimentos populares, en instalación de monumentos y realización de homenajes, en evocaciones y recuperación de patrimonio histórico, en adquisición de inmuebles para enriquecimiento del acervo colectivo, en fin, en enseñanza, aprendizaje y revaluación de la identidad y del pasado nacional. No se precisa de estadística para demostrarlo; son gigantescos logros inocultables a la vista de quienes quieran verlos.

    Pese a todo, están firmes allí los ciegos de méritos ajenos, los disonantes, remisos, envidiosos, suspicaces. ¡Cuándo no! En la medida en que haya acción, los reaccionarios existen y existirán siempre. Y los resentidos, que padecen el triunfo ajeno como doloroso fracaso propio.

    Por eso la emoción de las celebraciones no les conmovió; pero como no consiguen mellar la coraza del éxito, claman por los pequeños errores, por algún olvido, por el dinero gastado; pero, sobre todo, recitando una y otra vez, con fruición morbosa, el inventario de las necesidades sociales, la compilación de las penurias populares, las jaculatorias de la miseria. “¡Ah! ¡Si con ese dinero se hubieran techado escuelas, equipado centros de salud, auxiliado a la niñez desvalida, aliviado carestías!” ¡Cuánta sensibilidad social lastimada!

    Si los griegos hubieran alimentado a los huérfanos de las Termópilas en vez de edificar el Partenón; si Tito Flavio Vespasiano hubiera repartido lo gastado en la erección del Coliseo entre los damnificados del incendio de Roma; si Julio II, antes que dilapidar tanto dinero en los honorarios de Miguelángel los hubiera entregado a la caridad; si Napoleón III hubiera construido hospitales para veteranos en vez de financiar los proyectos de Haussman; en fin, si los EE.UU. hubiera aliviado las hambrunas africanas en vez de empeñarse en conquistar el espacio, si lo otro se hubiera hecho en vez de esto, y lo demás del mismo modo… seguiríamos todavía en el período neolítico.

    Por una vez en nuestro país se dedicaron ingentes recursos en bienes, talentos y esfuerzos. ¡Gastamos dinero en cultura! ¡Barbaridad! Esto no era legítimo en este país. Por un año estuvimos integrados, concurriendo a la fiesta sin el facón bajo el poncho. Insólito fue ver a figuras políticas, habitualmente hostiles entre sí, compartir escenarios sin exigir la exclusividad del protagonismo. Gobernantes, funcionarios, dirigentes, directivos de empresas públicas y privadas, diplomáticos, profesionales, artistas, deportistas, religiosos, docentes, estudiantes, niños, quien quisiera arrojaba su entusiasmo al raudal de emociones compartidas. Por una vez no primaron los colores del pañuelo, la secta, la jactancia, el proselitismo. Durante un año de feria patriótica estuvimos juntos, el prohombre y el villano, bailando y dándonos la mano sin importarnos la facha.

    No obstante, y como era previsible, los reaccionarios ya reaccionaron ante el éxito alcanzado en las conmemoraciones del Bicentenario. Se remueven sus humores biliares. Todavía hurgan, ansiosos por hallar alguna basura en el jardín. Ni por esta ocasión excepcional dejan de ser el fantoche que va en romería con la cofradía del santo reproche. Habrá que ver si -tampoco esta vez- logran que sus sórdidos resentimientos ingresen a la fiesta disfrazados de celo por la buena administración y cuidado de la cosa pública.

    No es éste el mejor medio para el reconocimiento debido a quienes empujaron con mayor brío este carro, pero deben ser inscriptos en caracteres singulares los méritos de Margarita Morselli, Ticio Escobar, la gente del Centro Cultural de la República (Cabildo) que laboraba hasta veinte horas seguidas; los de la Secretaría de Cultura, del MOPC, los jefes y oficiales militares y policiales; gobernadores e intendentes y tanta gente más.

    En algún documento de registro histórico deberán ser citados con nombres y apellidos, pues cada santo pide su ermita; y, en este caso, bien la merecen.

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  5. Paraguay mostró el camino en 1813 y en 1992
    Por Ricardo Caballero Aquino*, ABC Color.

    La Provincia del Paraguay, en solemne Congreso con más de un mil diputados de todos los rincones, aprobó unánimemente el Reglamento de Gobierno que acababa de someter a consideración el Dr. José Gaspar de Francia, para así matar dos pájaros de un tiro ese 12 de octubre de 1813.

    Al declarar republicano su sistema de Gobierno, automáticamente se reputaba de independiente ya que no se concebía una república que fuese provincia ajena. Al mismo tiempo, el Paraguay, en el medio de la tupida selva sudamericana, se convertía en pionero para el continente, abrazando un sistema de gobierno del que fue decano en Sudamérica, primero, y en todo el mundo hispano, después.

    Pronto, todo el vecindario, con mayor o menor urgencia, le copiaba al Paraguay aceptando nuestro liderato intelectual. El Uruguay, como República Cisplatina, primero y como República Oriental después, siguió el ejemplo paraguayo; lo mismo haría Bolivia, Chile, Argentina en 1853 y Brasil en 1889. México primero se hizo Imperio y tan solo luego república. Cuando Bolívar liberó su parte del continente y concibió un Senado “democrático” pero hereditario, el Paraguay había sido ya república por más de una década.

    Somos la decana de las repúblicas del universo ibérico y tan solo la tercera más antigua del mundo, superados solo por los Estados Unidos, 1783 y Haití, 1804. El resto, como en el fútbol, nos mira la camiseta Nº 3 desde atrás, algunos como nuestros integrados vecinos mercosurianos, a mucha distancia.

    Hay una discusión de si San Marino en la península italiana no sería la república más antigua del mundo, pero respetables como son los sanmarinenses, su “república” carece de ejército y entregó sus relaciones exteriores a otro Estado. Suiza, si bien en algunos cantones siempre utilizo un sistema republicano, tan solo se declaró República Helvética en 1848, treinta y cinco años después del experimento paraguayo.

    Hay sinfín de definiciones y descripciones de lo que se precisa para ser una república, pero la más simple de todas es que la decisión final sobre nuestras cosas, las tomamos nosotros, ni siquiera tienen que ser democráticas aunque sí constitucionales; solo basta con que no tenga injerencia foránea. Y en eso, los paraguayos somos inflexibles. Hasta nuestros peores dictadores fueron siempre ungidos por los propios paraguayos.

    Derrotados y ocupados militarmente entre 1870 y 1876, los paraguayos seguimos rigiendo nuestros propios destinos. Nunca pudieron imponernos gobernantes de afuera y cuando se estuvo cerca de ello, los candidatos debían primero contar con la aprobación de la ciudadanía, no importa si solo de los propietarios, de los hombres mayores de edad o de los que sabían leer y escribir. El que llegaba a la cúspide requería de la aprobación de la ciudadanía integrante del cuerpo político del momento.

    Por todo ello, el decreto 10452, promulgado el 29 de diciembre del año anterior, ordenando la conmemoración del Bicentenario de la Proclamación de la República del Paraguay durante todo el año en curso, no puede ser más bienvenido. Este país, desde los albores de su existencia ejerció un liderazgo de ideas que se extiende hasta hoy, pues nuestra Constitución de 1992, con todas sus imperfecciones, nos recuerda día a día la esencia de toda república, que es el cambio pacífico y ordenado de sus gobernantes a discreción de los representantes de los gobernados, desechando para siempre la tiranía.

    En contraste, muchos de los que tanto nos criticaron por el constitucional relevo presidencial de junio pasado, andan retrocediendo velozmente al Medioevo entronizando caciques que buscan eternizarse en sus cargos en amañadas elecciones, persiguiendo a la prensa independiente, imponiendo contribuciones forzadas a empleados del Estado y subsidiando votantes con dinero ajeno.

    Sirva esta oportuna celebración para otorgarnos una pausa de modo a reflexionar sobre el brillante papel que le toca otra vez al Paraguay como heraldo del futuro en la región; como en 1813, como dos siglos después. No nos sorprendamos si después de tanto populismo re-reeleccionista, la región lentamente opta por el juicio político, sumario a los ineptos o corruptos, o a ambos a la vez, a la paraguaya.

    *Historiador y diplomático con rango de Embajador

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/paraguay-mostro-el-camino-en-1813-y-en-1992-555423.html

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  6. ¡República o Muerte!

    A la una de la tarde del 12 de octubre de 1813, el Paraguay comenzó a ser República. Una definición institucional que los vecinos adoptarían mucho más tarde: la Argentina en 1860, después de varias denominaciones, las que se iniciaron con la de “Provincias Unidas” en 1810, hasta la Confederación, vigente antes del Decreto del presidente Santiago Derqui, el 8 de octubre de aquel año. Brasil abandonó la monarquía el 15 de noviembre de 1889, cuando el Mariscal Manuel Deodoro da Fonseca sublevó a las tropas acuarteladas bajo su mando, declarando la República. Un detalle sarcástico de esta gesta se debió a que el movimiento republicano se incubó durante la guerra contra el Paraguay de la que Pedro II, el emperador depuesto, fue numen y gestor principalísimo.
    En el Uruguay, la “República Oriental” sustituyó al “Estado Oriental” el 1º de marzo de 1919.

    Pero el año 1813 no fue sólo histórico por lo que sucedía en Paraguay donde 1.000 ciudadanos de todos los rincones del país, se reunían en el Convento de la Merced para analizar y decidir las formas de gobernarse, sino porque se trataba de una situación que contrastaba dramáticamente con el generalizado desconcierto que había producido la caída de la monarquía española bajo las botas de Napoleón, en 1808. Pues en el resto de las antiguas provincias americanas, cundía la incertidumbre y se sucedían unas tras otras, las declaraciones de autonomía o independencia aunque casi todas ellas jurando lealtad y obediencia al “amado Rey Fernando”. La antigua y desfalleciente monarquía no se “tragó” sin embargo esta rebelión bajo tan devoto ropaje y en 1814 iniciaría la sangrienta reacción, comenzando con el desmantelamiento de las noveles “patrias” americanas. Las “guerras a muerte”, repetidas e inacabables a partir de entonces y hasta 1824, produjeron una devastadora marea de violencia, lejos de los sueños de libertad y felicidad que habían animado a los patriotas. En 10 años de lucha se cuantificaron 260.000 muertos en Venezuela y 610.000 en México; mientras que en la cuenca del Plata, las facciones en pugna tras el poder, los remedos de gobierno, la preeminencia de caudillos frente a las instituciones, además de los degüellos y matanzas, hacía materialmente imposible un cálculo de las pérdidas.

    ¿En qué consistía el valor de aquel “anticipo” institucional que Paraguay daba a su pares de América? Básicamente, en un intento de alinearse al concepto de RES PVBLICA (la cosa pública) y desarrollar un estado bajo el imperio de la ley; algo que hoy llamaríamos “Estado de Derecho”. Se planteaba “…la realización de las aspiraciones generales, arrostrar los múltiples problemas que promueve la convivencia social” junto al intento de buscar la felicidad de los pueblos a través de una vida digna. Y lo hacían personas de escasa ilustración y experiencia que, salvo dos o tres referentes, no habían accedido a la luz del conocimiento pero que, tras siglos de aislamiento, injusticias y padecimientos de toda clase, estaban inoculados con un orgullo nacional del que carecían los demás americanos. Además de un fuerte sentimiento de arraigo, sentido de pertenencia y responsabilidad colectiva, virtudes que habrían motorizado lo que la ilustración no pudo brindarles. La modesta cantidad de 68 muertos en la época más violenta de la “represión francista”, cuando es descubierto un complot contra la vida del Dictador, es “cartón y pan pintado”, frente a la desoladora estadística anterior.

    PARAGUAY, la única provincia de ultramar sin costas de mar a partir de 1617.

    El único país que, ya República, conservara el nombre del solar preexistente a la llegada de los europeos.

    La única colonia en la que sus habitantes se llamaron “paraguayos” cuando las demás colonias ni siquiera existían; y que ya manifestaban un “amor de patria a la tierra que los vio nacer”.
    El único pueblo que en un 85% de su población, conserva y se comunica en la lengua de su población original.

    La única Nación que integró a sus castas en una sociedad igualitaria en la que desaparecieron las características raciales, que en otros países de América sirvieron para descalificar y discriminar a los seres humanos, …no pudo haber dado al mundo las muestras de heroísmo y pasión en la defensa del terruño sólo por casualidad o por el ocasional valor de sus conductores.

    Todo este bagaje de valores y virtudes debería hacer que los paraguayos del siglo XXI merezcamos mejores gobernantes de los que tuvimos y representantes más aptos de los que tenemos. En aquel 12 de octubre de 1813, el sentido del honor y el patriotismo suplió lo que faltaba de experiencia de Estado o conocimientos académicos. Hoy …lo que tengamos, es inútil si no existen honor y patriotismo.

    Por Jorge Rubiani

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/republica-o-muerte-627659.html

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  7. Principios republicanos

    El sábado se recordaron los 200 años de la proclamación de la República del Paraguay. Fue éste el paso definitivo que consagró sin la menor sombra de dudas la independencia de nuestra nación de cualquier poder extranjero. Si bien la soberanía paraguaya estuvo amenazada en los años siguientes en un contexto de inestabilidad en la región, el 12 de octubre de 1813 quedó muy claro, de hecho y de derecho, para los propios paraguayos, que la independencia era la voluntad de todos y que era irreversible e irrenunciable. Nuestra nación asumía para su gobierno la forma republicana, inspirada en las instituciones romanas, entre ellas el consulado, compartido por el doctor Rodríguez de Francia -soporte intelectual de la Revolución de Mayo- y por Fulgencio Yegros, indiscutido líder militar del Paraguay independiente.

    La fecha pues tiene doble importancia. Por un lado es la ratificación irrevocable de nuestra soberanía y, por el otro, se constituye en la primera República de Sudamérica, en tiempos en que no eran pocos los que planteaban organizaciones estatales distintas, como monarquías o imperios criollos. Los 1.000 diputados que tomaron parte del Congreso de 1813 -elegidos por “pluralidad de votos”, según crónicas de la época- instituyeron además un reglamento de gobierno -cuyo texto original fue exhibido en estos días por la Secretaría de Cultura- al que los cónsules y funcionarios del gobierno debían ajustar su conducta y por el cual se distribuían las diferentes atribuciones, incluida la creación de un tribunal de alzada para dirimir las cuestiones judiciales. Se cuenta que el fervor patriótico era tal que los diputados echaron del recinto al único de ellos que abogó tímidamente por la unión con Buenos Aires.

    Al acto central de conmemoración de tan trascendental fecha para nuestra historia, con la presencia del presidente de la República y el titular de la Corte Suprema de Justicia, solo acudieron cinco legisladores. Este “vacío” de los diputados y senadores no resulta extraño a la luz de las últimas actitudes asumidas por los legisladores.

    En este sentido, es todo un síntoma de la escasa vigencia de los principios republicanos en el Congreso las declaraciones del presidente de la Cámara Baja, Juan Bartolomé Ramírez, quien llamó a los diputados “80 príncipes”, cada uno de los cuales necesita un mínimo de “10 empleados de confianza” solventados naturalmente por cuenta del Estado. La negativa de senadores y diputados de transparentar la nómina de empleados del Poder Legislativo -donde aparecen hijos, hermanos, esposas, novias, recomendados y toda clase de allegados a los mismos parlamentarios- es el comportamiento de una casta que se siente por encima de la ley y de los demás ciudadanos, con privilegios y prerrogativas que están muy lejos de cualquier valor republicano.

    La defensa de los miles de operadores partidarios en la Justicia Electoral y otras instituciones, el festín con recursos públicos en las pensiones graciables y la frecuente autoasignación de beneficios y remuneraciones son otras tantas muestras de una visión de la política que concibe al patrimonio del Estado como propiedad de los políticos y las autoridades. Esta visión parece más asociada precisamente a príncipes y reyes antes que a auténticos republicanos y demócratas.

    Paraguay necesita encender de nuevo aquel entusiasmo patriótico de 1813, cuando con una enérgica determinación se resolvió romper las cadenas impuestas por todo tipo de amos, se encuentren éstos dentro o fuera de nuestras fronteras.

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  8. El caparazón y las rejas

    Hace 200 años, en octubre de 1813 el Congreso Nacional decidió el rechazo de cualquier forma de dominio foráneo, dando nacimiento a la República del Paraguay como nación independiente. ¿Cómo era el contexto económico de aquella época? ¿Qué medidas económicas adoptaron para enfrentar el escenario? ¿Es posible extraer lecciones?

    En la era colonial previa a la independencia, la Provincia de Paraguay atravesaba por una relativa pujanza del comercio exterior. La mayor apertura del comercio, decretada por la Corona Española en 1777-78, estaba orientada a destrabar las restricciones comerciales para facilitar las transacciones de bienes interprovincial.

    En la primera década de 1800, cuando los movimientos independistas del Río de la Plata comenzaban a emerger, el auge comercial tomaba la dirección contraria. Paraguay, como una tortuga prisionera, se metía en su caparazón tras las rejas que levantaban las provincias río abajo.

    Si debemos juzgar al desempeño económico del Gobierno Nacional de aquella época, se podría inferir que fue desastroso si lo juzgamos desde el punto de vista del comercio exterior. En la era colonial previa a la independencia, las exportaciones de yerba representaban en promedio 2.500 toneladas anuales, mientras que en las primeras décadas tras la independencia, estos envíos equivalían a 746 toneladas anuales, cifra inferior en 3,3 veces al nivel previo a la independencia. Las importaciones también atravesaron por una espiral decreciente. En 1816 las importaciones sumaban 83.640 pesos, para luego caer a 4.824 en 1822.

    Como el comercio exterior era la única fuente de ingresos tributarios, el Tesoro se vio obligado a crear fuentes de ingresos no tributarios. Los ingresos totales del fisco no solamente eran bajo sino que una pequeña proporción provenían de ingresos tributarios. Según datos presentados por Richard Alan White, para el periodo de 1818 a 1840, los ingresos tributarios sumaban en promedio el 30% del total del ingreso.

    Para evitar el deterioro fiscal, el gobierno se vio obligado a crear ingresos no tributarios como el impuesto a las exportaciones, la expropiación del capital foráneo, multas a los comerciantes extranjeros, así como de las ventas de bienes que producía el Estado.

    Por el lado del gasto, existía una alta predominancia del gasto público en el ejército. Del total de gasto público se destinaba el 85% al gasto en el ejército, mientras que el gasto en obras públicas representaba apenas el 3% del total.

    Pese al deterioro comercial y a la ineficiente estructura del ingreso y gasto fiscal, en los primeros años de vida independiente primó la normalidad fiscal. De los 16 años que se tiene registro de datos de ingreso y egreso, se registraron déficits solo en seis años, los cuales no fueron sustanciales ni tampoco ocurrieron de forma continua.

    Tras 200 años, el comercio exterior sigue franqueado de inicuas trabas impuestas por los países de la región. Tras 200 años, Paraguay permanece con una relativa estabilidad fiscal, pero con una estructura totalmente inadecuada para apuntalar la competitividad. La alta dependencia del ingreso no tributario y el ineficiente uso de los fondos con un bajísimo gasto de capital demuestran que seguimos amarrados a la estructura del pasado.

    Despojarnos de nuestro caparazón no es suficiente, también debemos liberarnos de las rejas externas. La competitividad implica una dimensión interna y externa.

    José Cantero

    http://www.lanacion.com.py/articulo/144442-el-caparazon-y-las-rejas.html

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