¿Qué más quieren?

Recibieron 10.000 millones de guaraníes en concepto de “resarcimiento”, se les condonaron intereses por valor de 38.000 millones, fueron beneficiados con la refinanciación de una deuda global de 38.658 millones más a 12 años de plazo, el Banco Nacional de Fomento (BNF) adquirió a pedido de sus organizaciones una cartera morosa de 4.952 millones existente en bancos y financieras y obtuvieron otros 6.492 millones para desarrollar proyectos productivos. En total resultaron beneficiadas casi 12.668 familias campesinas, hace solo un año, las cuales recibieron una ayuda global de 98.102 millones de guaraníes por parte del Estado, es decir de usted, querido lector, y de todos los que diariamente contribuimos con el fisco.

Sin embargo, 12 meses después, la Coordinadora Nacional Intersectorial, capitaneada por los Elvio Benítez, Luis Aguayo y compañía, se instaló nuevamente en Asunción por tiempo indefinido, bajo el supuesto de que “el gobierno no cumplió con lo prometido” y para exigir la condonación de todas las deudas de todos los labriegos, por el concepto que fuere, incluyendo los créditos que obtuvieron para retirar motos o celulares. Un verdadero delirio, que responde a las apetencias personales de los que están al frente del movimiento y a inocultables fines políticos.

Cualquier ciudadano, en el lugar de alguno de los 12.668 beneficiarios directos de estas medidas, estaría más que contento y con sobrados fundamentos. Adujeron que les fue mal en determinados ciclos agrícolas y consiguieron lo que ningún comerciante sueña lograr al ser afectado por el contrabando o por la variación del dólar o por lo que fuere, ni los trabajadores que dependen de ellos al recortárseles las horas laborables y el salario, o directamente perder sus empleos, por citar algún ejemplo.

Sus organizaciones recibieron una generosa concesión, llamada “resarcimiento”, a la que ninguna otra accedió en los últimos años. Les eximieron de pagar los intereses, esos que a todos acogota cuando llegan los extractos de las tarjetas de crédito o de cualquier cuenta contraída que se halla en mora, desde la casa y el auto, hasta la cocina o la plancha. Les refinanciaron sus deudas a 12 años de plazo, con los dos primeros de gracia, a una tasa de 6 al 7%, y más de 4.000 labriegos ya recibieron nuevos préstamos del Crédito Agrícola de Habilitación (CAH), que superan los 7.000 millones. ¿A quién no le gustaría ser sujeto de un trato tan preferencial, como el que se les brindó estos compatriotas?

La insistencia en la “condonación total” es de cumplimiento imposible, además de injusta. Lo primero, porque Hacienda no tiene ahora, ni tendrá en los próximos 50 o 100 años, recursos para satisfacer una demanda de esa naturaleza. Pero en segundo lugar porque, si los tuviera, sería arbitrario e inaceptable que otorgue semejante privilegio a un sector, en detrimento de todos los demás, y de la salud, y de la educación y de las viviendas sociales y de todos los otros “y” que nos podamos imaginar.

Desde el punto de vista social y racional, las demandas de la citada Coordinadora no pueden ser sino rechazadas de plano por el gobierno, aún con las presiones que ejerzan en sentido contrario los pescadores de río revuelto, los políticos oportunistas desesperados por potenciar sus deslucidas campañas electorales y los medios de prensa hegemónicos, que no dudarán en azuzar el conflicto.

Las reivindicaciones sociales, las que se derivan de problemas reales, lógicamente deben ser atendidas por las autoridades, como se viene haciendo en este tema desde hace un año. Y si existieran casos concretos de labriegos que por error no fueron incluidos en las listas de beneficiarios, pues que se los integre y listo. Pero a los que pretenden “resarcimientos” de nunca acabar -a ser administrados por ellos-, exigen lo absurdo y amenazan con sus garrotes para crear zozobra en la Capital y cosas por el estilo, hay que desenmascararlos ante toda la ciudadanía.

Ni Elvio Benítez, ni Luis Aguayo buscan soluciones, sino instalar una nueva crisis. No son redentores de las causas del campesinado pobre. Son vulgares vividores, que hicieron del pillaje su “modus operandi”.

http://www.adndigital.com.py/que-mas-quieren/

 

122 comentarios en “¿Qué más quieren?”

  1. La historia de cada año
    Por Dany Fleitas

    La marcha campesina ya lleva 30 días y se ha convertido en una de las más prolongadas que se hayan hecho en Asunción. Esta vez los agricultores izaron la bandera del subsidio -o condonación- como principal reclamo. El mayor escollo que deben sortear es la falta de un registro detallado de deudores, concepto del gasto y montos por entidad. Otro factor en contra es que la movilización se contaminó de oportunistas políticos y los tiempos electorales hacen suponer que solo buscan un rédito electoral y/o quizá recursos frescos para hacer proselitismo.

    Todo eso generó muchas dudas y los manifestantes se ganaron rápido el repudio generalizado de la ciudadanía. Se olvidaron de que un millón de paraguayos se movilizan a diario hacia Asunción para estudiar, trabajar, comprar, vender o simplemente hacer turismo. Ni hablar del impacto negativo al movimiento comercial, principalmente el sector gastronómico, muy fuerte en el casco histórico.

    La táctica falló. Antes que ganar adeptos y generar conciencia a favor, desataron una ola de críticas fuertes con sus cortes de calles a cualquier hora, ruidos y basuras por doquier. Tan grande fue la indignación que, en el balance general, hasta los medios se hicieron más eco del repudio ciudadano que dé la causa campesina.

    No es para menos. Los derechos de unos terminan donde comienzan los de otros. La ciudadanía honesta, trabajadora y estudiosa ya no se calla. No tolera más el atropello impune, el despilfarro ni la corrupción. No tolera ni acepta más la entrega de dinero público a cualquiera que busca meter miedo con protestas. Paraguay transita y respira la modernización, a un ritmo vertiginoso. La gente quiere salir adelante con las mismas oportunidades que otros y en paz.

    Es evidente que existen todavía dirigentes manipuladores que se aferran a una corriente ideológica arcaica, que ya no funciona. Este tipo de liderazgo apuesta a la fuerza como estrategia. Cree que, como antes, se puede llegar con gente en «camionadas» y con protestas violentas obtener gratis recursos sin mucho esfuerzo.

    Hoy, en pleno Siglo XXI, las manifestaciones de reclamos y sugerencias ciudadanas ya no se dan solamente en las calles. Las nuevas plataformas de la información y la comunicación son armas letales tanto a más poderosas que las movilizaciones callejeras. Esto se vio más que nunca. Mientras los campesinos marchaban, cientos de miles de internautas se manifestaban online pero en contra.

    El oportuno veto del Poder Ejecutivo al proyecto de ley de subsidio de las deudas de los agricultores campesinos fue aplaudido de pie por la ciudadanía. Ahora, el «pelota tata» -pensado originalmente para embretar al Presidente- arde en las manos de ambas cámaras del Congreso Nacional. El Senado y Diputados pueden ratificarse y hacerse de punto con unas cuantas familias «endeudadas» del campo, sin embargo, se ganarán el voto en contra de millones de paraguayos, desatarán reclamos similares de otros sectores sensibles y pondrán en riesgo la salud del fisco en las siguientes décadas.

    No todo está perdido. Los sectores en disputa no deberían caer en extremos ni en la ceguera de ideologías. Por suerte, el puente del diálogo no se ha agotado. Los campesinos y legisladores que votaron por el sí al subsidio deberían repensar su estrategia y aceptar una salida intermedia, como por ejemplo la refinanciación, como propone el Ejecutivo. En la mesa de negociaciones podrían incorporar ciertas reformas de entidades relacionadas con la producción agrícola y ganadera a los efectos de poner en vigencia un seguro adecuado y una mejor atención crediticia y técnica en el campo para que no se repita la historia cada año.

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  2. ¿Qué hace Petropar con sus “ganancias” que obtiene a costa del sector privado?

    Escribe: Luis Alen.

    El Gobierno de Horacio Cartes se caracteriza por el “uso y abuso” de grandes recursos financieros con mucho secretismo y sin conocerse las razones reales que están detrás de este manejo oscuro, como ocurre con la deuda de los bonos soberanos y especialmente con las “ganancias” de Petropar, que se realizan a costilla del sector privado de los combustibles.
    Todo se lleva a cabo con absoluta impunidad por la falta de controles, ya que finalmente es una Justicia complaciente la que blanquea los tortuosos mecanismos de aplicación de los recursos estatales, como el caso de los decretos del 2015 que establecieron la anticonstitucional “reserva de mercado” de 50 por ciento a favor del ente petrolero, lo que le ha posibilitado a Petróleos Paraguayos mejorar su situación financiera, pero sacándole en forma arbitraria una parte de sus negocios a las empresas privadas distribuidoras, a tal punto que los directivos de la empresa pública hablan de un superávit acumulado de más de 120 millones de dólares, que, sin embargo, no cubre aún la deuda vencida con la venezolana PDVSA, que reclama nada menos que 287 millones de dólares por la provisión de combustibles que viene de la época de los presidentes Nicanor Duarte Frutos y Fernando Lugo.
    Estos fondos bien podrían haber servido para el refinanciamiento de la deuda de los campesinos, como un acto de justicia histórica con la gran “deuda social” que se tiene con los hombres de campo.

    El temor de HC
    Temeroso de que los fondos del subsidio proyectado para los campesinos vayan a terminar en los bolsillos de sus oponentes políticos, HC finalmente optó por plantear un proyecto alternativo, que saldrá de los bonos soberanos, por 70 millones de dólares, para la refinanciación de la deuda campesina y una asistencia técnica para alrededor de 50 mil familias de la agricultura familiar, que históricamente se han visto imposibilitadas de salir adelante por la pequeñez de sus parcelas de menos de 30 hectáreas, y por la acuciante realidad económica que les circunda, con acreencias usurarias de los comerciantes del interior, muchos de ellos identificados con los caudillos partidarios de la zona donde viven.
    Pero en vez de recurrir a los bonos soberanos, de libre disponibilidad en comparación a las exigentes condiciones de los créditos de organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), Cartes tenía la opción de utilizar los fondos de Petropar depositados en el Banco Nacional de Fomento (BNF), como medio de auxiliar a los campesinos pobres, ya que gran parte de ese dinero proviene del gasoil que se vende a los productores de la agricultura empresarial de la soja, el trigo o el girasol, entre otros rubros de renta.
    Pero, ni corto ni perezoso, HC desvela la verdadera intención que subyace en la contratación de la deuda soberana, que deberá ser pagada con altos intereses en el corto plazo, y que pende como la espada de Damocles sobre la cabeza de 7 millones de paraguayos, que deberán pagar indefectiblemente estos fondos del exterior, para que el país no entre en “default” en los períodos presidenciales venideros.

    La deuda de los bonos soberanos tendría que servir a lo sumo para respaldar la creación de la necesaria infraestructura que saque al país del subdesarrollo en el ámbito del transporte, como forma de mejorar el acceso de los productores a los mercados, pero no como instrumento político al servicio del Gobierno de turno, con miras a solventar situaciones coyunturales de precariedad económica, que son seguramente reclamos legítimos, pero que deberían ser abordados como un problema social complejo y con requerimiento de una solución integral.

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  3. La posverdad sobre el campesinado pobre

    Por Miguel H. Lopez
    La post-truth o posverdad, que a fines de este año se incorporará al diccionario de la RAE, es aquella mentira emotiva que contrasta con lo que decía Platón en su mito de la caverna: La verdad siempre estará aunque nadie crea en ella. O, que la opinión no es la verdad y aunque se la presente como tal, será diferente.

    En los tiempos de la realpolitik, la sociedad de la (des)información y la irrupción de la física cuántica; este modo de socavar la percepción y concepción de las cosas, en función de su utilidad o funcionamiento, más que al principio de realidad y ética, es cuando se torna indispensable separar los datos verificables del punto de vista.

    En el mundo de las comunicaciones, el periodismo con su poderoso peso en el imaginario y el márketing político con su maleabilidad discursiva, esta posverdad, o su similar, los hechos alternativos, la no-verdad, es sostenida, institucionalizada y legitimada con propaganda y difusión mediática masiva.

    Este modo de instalar un parecer en el imaginario colectivo, sin importar veracidad, ataca los deseos, emociones y creencias de las personas. Una suerte de sucesivos golpes bajos a los niveles más expuestos de la sensibilidad y el instinto humanos, echando mano a los contextos sociohistóricos, coyunturales y necesidades afectivas y materiales. El resultado es como aquello que decía el propagandista de Hitler, Joseph Goebbels: «Miente, miente, miente que algo quedará. Cuanto más grande una mentira más gente la creerá».

    Con los campesinos que reclaman el subsidio a sus deudas contraídas por el fracaso de la gestión del Estado a través del Ministerio de Agricultura y Ganadería, se aplica meridianamente esto de la posverdad. Aupadas en una arraigada actitud conservadora y despreciativa hacia los pobres (aporofobia) de cierta clase media analfabeta funcional, en un ejército de desclasados semihambrientos o malpagados, y en cierta prensa mendaz, las ideas de que los labriegos no son productores, que son haraganes, que piden cubrir deudas de sus motocicletas, son prehumanos, no tienen derechos, son de segunda, etc., florecen cual hongo en estiércol.

    Así, tenemos una sociedad –mayoritaria– asuncena que hasta olvida su ascendencia campesina y detesta a «esos» que «llenan de mal olor» la plaza del centro. Demasiada no-verdad. Hasta creen que Cartes hizo bien en vetar la ley sancionada, cuando que es una tremenda equivocación.

    Los campesinos son víctimas de esta posverdad alentada desde el Gobierno; así como lo fue Nerón, a quien condena la historia –a raíz de un rumor de la aristocracia– por haber incendiado Roma y ni siquiera tocó una chispa…

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  4. Dialogar es la consigna, no hay otra

    El Poder Ejecutivo lanzó una segunda propuesta oficial de ayuda a los campesinos luego de las adversidades climáticas y busca atraerlos a una mesa de diálogo para ofrecerles medidas financieras, crediticias, de ayuda alimenticia y asistencia técnica con provisión de semillas, además de un ofrecimiento de seguro agrícola para 6 departamentos. La respuesta inicial del sector de dirigentes del campo que se encuentra acampando en la capital ha sido negativa. Algunos de sus líderes dijeron que la oferta no les convence y proponen seguir la confrontación.

    Ante los ofrecimientos de parte del Gobierno, se está a la espera de novedades de la otra parte en este ya largo capítulo de controversia. Se aguarda que los líderes de las organizaciones en plan de lucha tomen una decisión razonable y vuelvan a sentarse a la mesa de negociaciones. Ante el panorama legislativo de que el veto a la ley de condonación no podrá ser revertido, no tienen otra opción que volver a las conversaciones. Y, mal que les pese a algunos que prefieren posturas extremas, los campesinos tendrán que volver a negociar, como debió de hacerse desde el principio.

    Cualquier guerra, por más sangrienta que fuere, al final siempre termina en una mesa donde se negocian las condiciones de la paz. Esta situación, que está muy lejos de ser un conflicto bélico, necesariamente, más tarde o más temprano, acabará en torno a una razonable conversación para estudiar acuerdos a favor de los campesinos.

    Los que apuestan por la pelea y el conflicto permanente, en aras de una equivocada lucha de clases, tendrán que terminar asumiendo que la realidad se impone siempre sobre los sueños y que los hechos, planes y proyectos están por encima de los delirios politiqueros. Más vale ser razonables y actuar en consecuencia que engañar y dejarse engañar por sentimientos y propuestas difícilmente realizables de cara a las certezas de la vida cotidiana.

    La indiscutible verdad, sean cuales fueren los rumbos por los que vayan a transcurrir los hechos de ahora en adelante, es que habrá que negociar. Sentarse a una mesa para conversar es inevitable, con cualquier resultado final que alcance este conflicto. Entonces, ¿por qué esperar que haya más heridos y contusos y no comenzar a dialogar ahora mismo? ¿Qué aguarda esta dirigencia campesina de las promesas de ciertos políticos por eso no se aviene a una sensata conversación? ¿Quieren una razonable salida a esta situación o pretenden imponer sus consignas como el agresor que a toda costa quiere los despojos de su adversario vencido?

    Las nuevas proposiciones del Gobierno Nacional están a la vista y solo esperan que se las analice para ver sus alcances, se las corrija si es necesario, se las complete si les faltan elementos y, sobre todo, que se acepten sus bondades como una de las salidas que se vislumbran en este momento.

    Está la oferta de dar kits de alimentación por 90 días a las familias que están padeciendo necesidades a causa de las heladas, el exceso de lluvias y otros castigos climáticos. Lo mismo que la asistencia con semillas y ayuda técnica para volver a sembrar alimentos en las chacras para resarcirse de los perjuicios. El ofrecimiento de aplicar el seguro agrícola que beneficiará a 50 mil productores de 6 departamentos del país no se puede dejar de aprovechar por su importancia y su pertinencia.

    La posibilidad de ampliar la Ley 5.527/15 para extender el plazo de su vigencia a fin de que pueda alcanzar a unos 10.000 deudores más que están con problemas es otra oportunidad que no se puede perder. Ampliar la posibilidad de pagar los créditos por 10 años de plazo con dos años de gracia, con tasas subsidiadas del 8% es otra de las proposiciones ventajosas imperdibles. Se contempla además la entrega de nuevos créditos a los clientes que están refinanciando sus deudas, así como se procedió con los deudores que se acogieron a los beneficios de dicha ley el año pasado.

    En suma, una serie de ventajosas propuestas que no se deben desaprovechar y que se pueden enriquecer mediante un diálogo inteligente y sensato. Sentarse a conversar con el Gobierno y negociar para obtener medidas aún más ventajosas es el desafío que tiene sobre sus hombros la dirigencia campesina.

    Cuanto antes comience, más rápido podrán usufructuar sus beneficios los campesinos del país.

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  5. Elogio del cavernícola garrote campesino
    Por Andrés Colmán Gutiérrez
    En manos de Moisés, un simple trozo de rama de arbusto transformado en cayado fue el símbolo de libertad de todo un pueblo. Tal como en estos días lo recrea una popular telenovela, el humilde palo en poder del patriarca bíblico pudo conjurar plagas y separar las aguas del mar para que los hebreos dejen de ser esclavos.

    El profeta Jesús de Nazareth también se apoyaba en un palo cuando recorría las playas del mar de Galilea predicando que bienaventurados los pobres y fue con ese mismo cayado, transformado en garrote, con el que apaleó y expulsó a los mercaderes que se adueñaron del templo.

    Con un ramo seco desgajado de unos arbustos, al que imaginó potente lanza, el higaldo caballero Don Quijote de la Mancha cargó al galope contra molinos de viento que para él eran feroces gigantes, legándonos para siempre la más bella y literaria metáfora sobre la utopía.

    Con un pedazo de palo de caña, convertido en artístico bastón, el gran Charlie Chaplin le dio vida al más entrañable personaje de la historia del cine, un zaparrastoso vagabundo que se burla de la autoridad para contagiar valores de humanidad.

    En Paraguay, el palo, el bastón, el garrote, el yvyra racängaguá, el yvyra vãvã, el yvyracua, el yvyra asygué, el yvyra paje, el kyse yvyra, el tacuapú… constituyen parte de la ancestral cultura indígena y campesina, que adquieren diversos usos según la ocasión: sostén para caminar, instrumento para golpear la tierra y arrancarle música en una danza ritual, arma para la cacería y la obtención de alimentos, herramienta para hacer huecos en la tierra y sembrar semillas, medio de defensa o de ataque, emblema de justicia popular en comisiones cuando la justicia oficial no funciona…

    El garrote se ha convertido, además, en el principal símbolo de las manifestaciones campesinas. Fue admirable ver como lo usaron en aquella histórica marcha de marzo de 1999, cuando el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña los sorprendió en plena capital y decidieron unirse a los demás ciudadanos durante varios días de resistencia.

    Fueron parte del esquema de seguridad en las plazas del Congreso y bastaba que unieran los palos, unos con otros, para formar una muralla infranqueable, que no pudieron derribar ni las arremetidas de la Policía montada, ni la llegada de los tanques de guerra. Desde entonces, los miembros de la Federación Campesina llegan cada año portando esos mismos históricos garrotes, como evocación del heroico Marzo Paraguayo.

    Es lo que probablemente no supo, o no quiso saber, la ministra de Hacienda, Lea Giménez, cuando en estos días llamó «cavernícolas con garrotes» a los campesinos de la Coordinadora Nacional Intersectorial (CNI), movilizados en la capital. Lástima, porque implica desconocer una esencial clave cultural del pueblo para el que ella dice trabajar.

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  6. Quién se hace cargo del engaño a campesinos

    El mal consejo de los líderes políticos del Frente Guasu, el PLRA y Colorado Añetete sostiene en Asunción a los campesinos que fueron arreados con la promesa de dinero fácil, muchos de ellos –probablemente– de buena fe.

    De «dirigentes» campesinos como Elvio Benítez siquiera será necesario hablar, porque como dijo un oyente de radio esta semana, «sería muy caradura si reclama resarcimiento porque la única actividad que hace, vinculada a la tierra, es agacharse a recoger remedios refrescantes para su tereré». Este conocido sinvergüenza es otro de los implicados centrales en este engaño.

    Ahora quieren que los campesinos se queden en Asunción más días solo para cumplir con un nuevo capricho: hacer que desfilen en la celebración de Asunción, ocasión en que participarán contingentes de las Fuerzas Armadas por ser ella, la Virgen de la Asunción, mariscala de nuestros ejércitos.

    Observado desde el sentido común ya denota una vez más una actitud de «patoteo y burla» hacia un símbolo para los ciudadanos asuncenos (sean creyentes o no): la Virgen de la Asunción y hacia las Fuerzas Militares en la celebración de una fecha muy significativa para su rica historia guerrera.

    ¿Qué buscan Fernando Lugo, Efraín Alegre, Marito Abdo y Elvio Benítez con la persistencia en Asunción de los ciudadanos del interior, engañados con promesas incumplibles? El plan es muy simple: interferir constantemente en la agenda de los poderes del Estado, «golpear al Gobierno» como bien lo dijo una legisladora citando a fuentes de Colorado Añetete y probablemente seguir buscando una chispa de enfrentamiento que magistralmente la Policía Nacional no le dio oportunidad que se produzca en todo este tiempo.

    Los ciudadanos serios de este país deberíamos pedir a Marito que le solicite a los sectores contratados por su movimiento que retornen a sus hogares y cada líder político tendría que hacer lo mismo con sus respectivos arreados.

    En concreto, el negocio de la oposición es que este sector campesino continúe obstruyendo el tránsito, siga quemando cubiertas en las esquinas para temor de conductores y transeúntes, moleste el horario de llegada a las oficinas y las escuelas, porque con esta agenda están buscando debilitar al Gobierno, todo teniendo como marco las elecciones de diciembre del 2017 y de abril del 2018.

    La pregunta es, ¿permitirían en cualquier comunidad del interior que un grupo de asuncenos, pagados por sectores políticos (lo cual, en ese caso, ya está sobradamente confirmado) atropelle el festejo del día de la santa patrona de la comunidad, celebración tradicional como pocas, quemando cubiertas, blandiendo garrotes y explotando petardos contra la Policía?

    Es probable que a Fernando Lugo, Efraín Alegre, Marito y Elvio Benítez se les esté yendo la mano. Es posible que no se estén dando cuenta de que la comunidad nacional ha rechazado la condonación, el regalo de su dinero de impuestos a grupos de personas que siquiera se sabe quiénes son y con la administración de dirigentes que hace décadas se quedan con la plata de los campesinos.

    Hace pocos días un dirigente campesino reclamaba que ya quería volver a su tierra y que necesitaba una orden de Marito Abdo, aduciendo que su movimiento «los contrató» en el interior para ocupar las calles del centro de Asunción. Los ciudadanos serios de este país deberíamos pedir a Marito que le solicite a los sectores contratados por su movimiento que retornen a sus hogares y cada líder político tendría que hacer lo mismo con sus respectivos arreados.

    No se puede engañar a la gente en general, y es aún más miserable engañar a la gente pobre con promesas imposibles de cumplir.

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  7. Garrotes y símbolos

    Por Rolando Niella

    La ministra de Hacienda, Lea Giménez, dijo: “No somos cavernícolas” y se desató una andanada de críticas porque, según argumentaron los que se declararon ofendidos: “los garrotes son solo un símbolo de la lucha campesina”.

    Hay que tener mucho cuidado con los símbolos que, por definición, establecen un vínculo con lo que representan muy poderoso y fácilmente comprensible para todos: Vemos una cruz, pensamos inevitablemente en el cristianismo; vemos una paloma con una hoja de laurel en el pico, pensamos invariablemente en la paz; vemos la Torre de Eiffel, pensamos inmediatamente en Francia; vemos un garrote y pensamos automáticamente en cavernícolas.

    Los humoristas llevan siglos representando a los cavernícolas con un garrote al hombro y los garrotes distan mucho de ser un instrumento de labranza o cosecha, que nos haga pensar en las labores o las necesidades de los campesinos y, desde luego, tampoco dan la idea de una movilización pacífica.

    Saben bien mis lectores que soy muy crítico con el gobierno del Presidente Cartes y que soy defensor de las libertades públicas, de todas las libertades públicas, entre ellas la de manifestarse.

    Sin embargo, quienes eligen actitudes y símbolos innecesariamente agresivos para respaldar sus reclamos, se ganan la antipatía de los ciudadanos y se hacen merecedores de comparaciones como la de cavernícolas y otras peores, aún en el caso de que su protesta fuera justificada y sus reclamos razonables.

    Unos días después del caso de los “cavernícolas”, el precandidato Mario Abdo dijo: “Gracias a Dios, nunca he sido funcionario público” y otra vez se armó un escándalo protagonizado por funcionarios ofendidos.

    No imagino a ningún otro gremio ofendiéndose porque a una persona no le gusta ese trabajo y agradece a Dios no haber tenido que ejercerlo. “Gracias a Dios no soy cocinero”, “Gracias a Dios no soy taxista”, “Gracias a Dios no soy abogado”, etc. no habría molestado a quienes sí lo son y están orgullosos de su oficio… Muy mala opinión de su propia labor y mucha cola de paja tienen que tener los funcionarios para enojarse. Quizás también han llegado a considerar su trabajo como un símbolo de acomodo político, ineficiencia, arrogancia y planillerismo.

    La conclusión a esta reflexión es que aquellos que con más facilidad ofenden, agreden y molestan, los que con mayor frecuencia incumplen la ley y atropellan los derechos de los demás, son también los que con más facilidad montan en cólera ante cualquier insignificancia, proclaman sus derechos a los gritos y reclaman con mayor insistencia que la ley se aplique con rigor, pero solamente a los demás.

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  8. Derrota del populismo: Ni ríos de plata ni de sangre

    El impase producido por el veto presidencial al generoso «vito» aprobado por el Congreso a favor, en principio y fundamentalmente, de un grupo de «campesinos», bajo la batuta de unos cuantos dirigentes reconocidos, investigados y enjuiciados, más por haber dilapidado plata destinada a los campesinos que por haber colaborado con ellos, creó un cierto desconcierto entre los aliados protestadores y sus benefactores políticos, que dejó al descubierto con claridad meridiana el funcionamiento del populismo, tal cual lo describen analistas y politólogos, sobre todo al producirse la decepción de los que tenían que ser beneficiarios de la repartija y empezaron a aparecer los hechos reales detrás de los discursos idílicos.

    La lista de los protestantes, sus deudas y deudores y, sobre todo, la causa de las deudas que permanecía oculta, empezó a vislumbrarse a través de las propias declaraciones de los reclamantes. Algunos reconocieron que las deudas tenían poco o nada que ver con la producción agraria a pequeña escala, casi tan poco como sus dirigentes. No quedó más remedio a los promotores del «vito» con el dinero público que, en vez de sincerarse y replantearlo, lo ampliaran, generando una situación de riesgo para la economía nacional, es decir, para el país y para la mayoría de sus habitantes, incluidos grupos mayoritarios de campesinos que mostraron su desacuerdo con el enjuague.

    La generosa donación y las voces de descontento surgidas en gran parte de la sociedad paraguaya, de todos los sectores, oficios, clases, ideologías y filiación partidaria, desembocó en la decisión del Presidente de vetar el monumental «vito».
    A continuación, en el mismo Congreso empezaron las dudas, dadas las críticas de la sociedad contra la clase política de hacer la repartija en plena campaña electoral y empezaron a flaquear los votos; y casi de inmediato empezaron a surgir los reclamos de los marchantes por el centro de Asunción, denunciando que habían sido traídos con la promesa del premio económico, dando nombres y apellidos de dirigentes políticos que, desde luego, ya eran conocidos por haber estado azuzando y financiando esta aventura protestataria, como otras, para generar el descontento y el conflicto, para pescar en río revuelto. Ya se sabe que en sociedad revuelta, ganancia de politiqueros.

    Se evidenció en la práctica y a la luz pública la estrategia del populismo, que no plantea planes de gobierno, sino situaciones de desgobierno; que no hace propuestas para mejorar las vigentes, sino que se apoya en el descontento, en azuzarlo y, si fuera posible, «tragedializarlo», convertir los conflictos minúsculos en mayúsculos y, si fuera posible, en actos de violencia, en tragedia y, en el sumun de su estrategia, en «hacer correr ríos de sangre».

    El veto presidencial no solo sirvió para tranquilizar a la sociedad, sino también para desenmascarar estos operativos políticos de electoralismo salvaje, la falsedad de ciertas marchas, el cinismo de muchos políticos y la irresponsabilidad de muchos legisladores, casi todos en este caso, pues ante la evidencia de que el golpe del «vito» refrescante a ciertos sectores de la sociedad podía capitalizar votos de «campesinos» o, por lo menos, operadores políticos más abundantes en la marcha de los «aguayos» que los agricultores.

    La frase clave del discurso presidencial, «dejar de lado el interés político personal, en aras del interés nacional», ha sido y debe ser una bandera en esta coyuntura, y de aquí en adelante, ya que se ha desencadenado una reacción ciudadana y se ha saldado con una derrota del populismo que, sin duda, es coyuntural, ya que gran parte de la historia política nacional, acentuada con las dictaduras –y ¡cuántos aprendices de dictadores aparecen en estas lides utilizando todas las mañas prebendarías del estronismo, que tenía sus momentos de gloria con las manifestaciones públicas multitudinarias de arreados con discursos rimbombantes populistas, guaripola y vaka’i, prebendas y limosnas, en vez de afrontar las causas reales de la pobreza que no se pueden solucionar con discursos y condonaciones–. El objetivo, desde luego, no es superarlas, pues la clave del populismo está en mantener las desigualdades y el descontento para paliarlo haciendo «vito» de vez en cuando, para mantener la dependencia de los sectores carenciados.Es decir, la historia no termina aquí, sino que va a continuar y es de esperar que la sociedad paraguaya responda con la madurez de esta coyuntura.

    La derrota del populismo radica en que esta vez les salió el tiro por la culata, por ahora, ya que buscarán desesperadamente rechazar el veto y seguir con la repartija preelectoral.
    Pero, sobre todo, porque no lograron en las últimas intentonas que corrieran ríos de plata dulce a costa del país, ni corrieran ríos de sangre.

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  9. ¿Campesinos o burócratas?

    Guido Rodríguez Alcalá
    Cuando terminen los trabajos, los que protestan van a pedir que vuelvan los campesinos. Me refiero a quienes protestan por las manifestaciones de los campesinos, porque dificultan el tránsito en el centro de Asunción. Yo concedo que molesta estar parado, o andar a cinco kilómetros por hora, pero lo que se viene va a ser mucho peor, y no se dan cuenta. Lo que se viene es lo que llaman «recuperación» de la zona del puerto, que será un problema permanente, innecesario y caro.

    Los campesinos piden ayuda económica del Gobierno. ¿Cuánto piden? Según el Gobierno, 3.200 millones de dólares, que me parece una cifra exagerada intencionalmente. Una estimación más razonable me parece la de Base-IS: 51 millones de dólares. No es poco, pero sí mucho menos de lo que se destina a otras cosas, para colmo dudosas. ¿Cuántos millones maneja Yacyretá en forma discrecional? No lo sabemos, porque Yacyretá se niega a darle información al Congreso. El Congreso está molesto porque el Ejecutivo emitirá 550 millones de dólares de bonos, sin la aprobación del Congreso, y posiblemente con jurisdicción en tribunales internacionales. En plena temporada electoral, Itaipú transferirá 150 millones de dólares a gobernaciones y municipios, según informó este diario el jueves 3 de agosto.

    ¿Cuánto se gastará en el «mejoramiento» del puerto de Asunción? Según el MOPC, serán 87 millones de dólares, para construir los locales de cuatro ministerios (Educación, Relaciones, Obras Públicas, Trabajo) y dos secretarías (Tributación y Vivienda). ¿Les falta local? ¡No, qué les va a faltar! Ya tienen varios. El de Educación, por ejemplo, tiene un edificio de altura en 15 de Agosto, entre Benjamín Constant y Presidente Franco, abandonado y convertido en aguantadero de malevos. ¿Por qué no lo arregla? ¿Por qué no arregla las escuelas que se caen en vez de construir oficinas vip? Si le falta lugar al Ministerio, será más bien porque le sobran empleados: unos 100.000, según informaciones, cuyo trabajo deja mucho que desear, considerando el bajo nivel de la educación en el país. Algo similar podría decirse de las otras dependencias públicas beneficiadas con nuevos locales.

    Además de innecesario, el gasto será perjudicial. Según el arquitecto Hugo Cáceres, presidente del Colegio de Arquitectos del Paraguay (CP), la construcción de esos edificios concentrará en el lugar demasiadas personas y autos; para estos, se necesitarán cinco mil lugares de estacionamiento (ABC, 4-2-16). Recemos para que se queden parados, porque en el centro no caben cinco mil autos, ni mucho menos para más, porque serán muchos más los de las personas que tengan que circular por ahí. Repitiendo, el tráfico del centro se volverá mucho peor, se volverá imposible, y encima 87 millones de dólares imposibilitarlo. Incluyendo lo que aportará la empresa privada, porque entrará el sector privado vía APP, el total de las inversiones podría llegar a 200 millones de dólares; otras estimaciones hablan de 400 millones, Dios sabrá. ¿En qué condiciones se harán las APP? Ídem. Quiero decir, Ñandejára es la única autoridad en la materia, porque sabe también lo que hace el diablo, que no dejará de meter la cola habiendo tantos millones en juego. Lo peor del caso es que el gasto traerá perjuicio.

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  10. Lobos vestidos de corderos

    Por Óscar Germán Latorre

    Desperté escuchando el programa del pa’i Oliva por Radio Fe y Alegría. El entrevistado era un dirigente campesino y debo destacar el esfuerzo del conductor al presentar al entrevistado como un reivindicador de las luchas sociales y que la forma y contenido del reclamo campesino estaban plenamente justificados. Cada pregunta estaba dirigida a presentar al lobo como un inocente cordero.

    Al terminar la entrevista, si no conociera la verdad sobre lo que realmente persiguen estos dirigentes, que nada tiene ver con el mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos productores, hasta podría haber quedado convencido de que los manifestantes no violaron derechos de terceros y que a su paso no cometieron hechos punibles alguno. Fue tan evidente la intención de disimular el verdadero propósito político de estas manifestaciones, que opté por cambiar de emisora para no seguir escuchando el falso discurso del conductor y su entrevistado.

    Soy católico, de orgullosa formación salesiana, pero rechazo cualquier participación, manifiesta o encubierta, de pastores de mi Iglesia en temas de exclusivo propósitos políticos.

    Todos conocemos la labor del pa’i Oliva antes y después de la caída de la dictadura y hemos respetado y hasta consentido su abierto involucramiento en política, pero todo tiene un límite. O es un pastor de la Iglesia Católica y como tal debe evangelizar o es un simple operador político disfrazado de sacerdote. Justificar la acción de los campesinos y las amenazas de sus dirigentes no es el mejor método para respetar a los demás y permitir la convivencia social.

    Las declaraciones de un líder campesino al conocer el veto presidencial a la ley de condonación de deudas no pueden ser interpretadas sino como una aviesa amenaza de violencia contra el Gobierno y contra toda la ciudadanía. Anuncian que incrementarán las medidas de presión para que el Congreso rechace el veto, haciendo la vida imposible a trabajadores, estudiantes y enfermos que nada tienen que ver con esos reclamos. Dicen que permanecerán en la capital hasta que mueran ellos o los asuncenos, expresión que no es simplemente una ligereza en el mensaje.

    Desde 1989 los dirigentes campesinos vienen recibiendo varios miles de millones de guaraníes que jamás han llegado a los verdaderos campesinos. Algunos de esos líderes son terratenientes y se movilizan en lujosas camionetas cuando no se presentan en público.

    Es el momento de cortar definitivamente con ese estilo de intermediación financiera que solo beneficia a los dirigentes. También es hora de abandonar la campaña para presentar a los garrotes que portan los manifestantes como un elemento para permitir el diálogo sin amenazar a nadie y que los sacerdotes vuelvan a evangelizar y dejen de ser operadores políticos.

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  11. Verso-mi

    Volverán los antiguos campesinos

    De Asunción sus garrotes a colgar

    Y otra vez , aún mas largos sus reclamos llegarán

    Pero aquellos que en la chacra se desloman

    De sol a sol y la vida se les va

    Aquellos que perdieron la esperanza

    De la plata, ni un solo peso olerán.

    Volverán conocidos stronistas

    Con lágrimas de dolor a discursear

    Al pobre campesino , al altar lo llevarán

    Por abajo, suman que parte morderán

    Pero mudos, absortos y de rodillas

    Secuestrados los asuncenos quedarán

    Mientras los gordos vampiros se van

    A inventar deudas que pagar

    Contando ganancias sus financistas

    En el Congreso quedarán.

    Raúl Rivarola Mermes

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  12. Que no se repita la historia

    Por Dany Fleitas
    La marcha campesina ya lleva mes y medio y se ha convertido en una de las más prolongadas que se hayan hecho en Asunción. Esta vez los agricultores izaron la bandera del subsidio –o condonación– como principal reclamo. El mayor escollo que deben sortear los trabajadores del campo es la falta de un registro detallado de deudores, concepto del gasto y montos por entidad.

    Otro factor en contra –la más perjudicial a sus intereses– es que la movilización se contaminó de oportunistas políticos y los tiempos electorales hacen suponer que solo buscan un rédito electoral y/o quizá recursos frescos para hacer proselitismo.

    Todo eso generó muchas dudas y los manifestantes se ganaron rápido el repudio generalizado de la ciudadanía. Se olvidaron de que un millón de paraguayos se movilizan a diario hacia Asunción para estudiar, trabajar, comprar, vender o simplemente hacer turismo. Ni hablar del impacto negativo al movimiento comercial, principalmente el sector gastronómico, muy fuerte en el casco histórico.

    La táctica falló. Antes que ganar adeptos y generar conciencia a favor, los labriegos desataron una ola de críticas fuertes con sus cortes de calles a cualquier hora, ruidos y basuras por doquier. Tan grande fue la indignación que, en el balance general, hasta los medios se hicieron más eco del repudio ciudadano que de la causa campesina.

    No es para menos. Los derechos de unos terminan donde comienzan los de otros. La ciudadanía honesta y trabajadora que suda la gota gorda cada día para pagar sus cuentas ya no se calla. No tolera más el atropello inmisericorde ni transigirá ante tamaño despropósito; no tolera ni acepta más la entrega de dinero público a cualquiera que busca meter miedo con protestas. Paraguay transita y respira la modernización, a un ritmo vertiginoso. La gente quiere salir adelante en igualdad y con las mismas oportunidades que otros, y en paz. El subsidio reclamado no es justo ni razonable para el resto de la población. Es cierto, existen otras formas de subsidios vigentes, pero son transitorios y cumplen un objetivo social de desarrollo bien definido que no comprometen la estabilidad social y económica.

    Es evidente que existen todavía dirigentes manipuladores que se aferran a una corriente ideológica arcaica, que ya no funciona. Este tipo de liderazgo apuesta a la fuerza como estrategia. Cree que, como antes, se puede llegar con gente en «camionadas» y con protestas violentas obtener gratis recursos sin mucho esfuerzo.

    Hoy, en pleno siglo XXI, las manifestaciones de reclamos y sugerencias ciudadanas ya no se dan solamente en las calles. Las nuevas plataformas de la información y la comunicación son armas letales tanto o más poderosas que las movilizaciones callejeras. Esto se vio más que nunca. Mientras los campesinos marchaban, cientos de miles de internautas se manifestaban online, pero en contra.

    El oportuno veto del Poder Ejecutivo al proyecto de ley de subsidio de las deudas de los agricultores campesinos fue aplaudido de pie por la ciudadanía. Ahora, la «pelota tata» –pensado originalmente para embretar al Presidente– arde en las manos de ambas cámaras del Congreso Nacional. En Senado y Diputados pueden ratificarse y ganarse el apoyo de unas cuantas familias «endeudadas» del campo, pero sin embargo se ganarán el voto en contra de millones de paraguayos que desatarán reclamos similares de otros sectores sensibles y pondrán en riesgo la salud del fisco.

    Los sectores en disputa no deberían caer en extremos ni en la ceguera de ideologías. Por suerte, el puente del diálogo no se ha agotado. Los legisladores que votaron por el sí al subsidio y los líderes campesinos deberían repensar su estrategia y aceptar una salida intermedia, como, por ejemplo, la refinanciación y otras alternativas, como propone el Ejecutivo.

    En la mesa de negociaciones podrían incorporar también ciertas reformas de entidades relacionadas con la producción agrícola y ganadera a los efectos de poner en vigencia un seguro acorde a nuestra realidad y una mejor atención crediticia y técnica en el campo para que no se repita la historia cada año.

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  13. El garrote colorado

    Por Miguel H. Lopez
    El garrote siempre fue símbolo de lucha y también de duros golpes hacia la humanidad de alguien. En ese sentido, después del 2 de agosto pasado, cuando el Parlamento sancionó la ley de subsidio a la deuda agraria campesina, emergió con mucha fuerza esta figura en sentido esquilmador y negativo.

    Cartes había anunciado que promulgaría la normativa, pero una vez sancionada (con voto disidente de su sector) borró con el codo lo dicho y vetó la ley. Este gesto –amén de hablar de lo pusilánime de su palabra (de él mismo) y de lo temblorosa de su lapicera– constituyó un golpe en las costillas de los campesinos que mayoritariamente forman parte de esa franja de población para la que él definitivamente no gobierna.
    Esta circunstancia estuvo precedida de actitudes violentas e irrespetuosas desde el poder hacia los labriegos. El discurso encarnó en la ministra de Hacienda, Lea Giménez, a la sazón una mujer tecnócrata e ignorante como persona y ciudadana. Mediocre en su actitud y en el cumplimiento de su función como empleada del Estado, calificó de cavernícolas a los campesinos que se manifiestan con palos en las manos (símbolo sempiterno de su lucha agraria); y arguyó que era inaplicable el subsidio. Una afirmación mentirosa que no es técnica sino política; y que tiene un claro posicionamiento anticampesino.

    El mismo presidente del Partido Colorado, Pedro Alliana, denostó en contra de la decisión de los legisladores, a la que calificó de «una locura» y de que la movilización campesina en Asunción era un marco de conflicto que buscaba desestabilizar al Gobierno e instalar un muerto bajo represión. Mentiras que van cayendo por su peso.

    Los gremios de la producción y la industria, mayoritariamente subsidiados siempre por el Estado, ya desde la época de la dictadura stronista con exención fiscal inclusive, y socios de sector de Cartes, aplaudieron el rechazo a la ley después de presionar al poder político en ese sentido.

    Luego del veto del Ejecutivo a la ley de indemnización de la deuda campesina, el sector de Colorado Añetete, liderado por el neostronista Mario Abdo Benítez, que inicialmente votó a favor, cambió y ahora está en contra. Esta conducta fundada en oportunismo político y empresarial ayudó a que Diputados aceptara el veto y ahora en el Senado haya un sostenido lobby para lograr lo mismo, mientras los campesinos buscan que la Cámara Alta rechace la decisión del Ejecutivo.

    En todos estos hechos, ¿quién dio palos a quién?

    El golpe contra los campesinos, víctimas de la mala gestión del Ministerio de Agricultura, de los malos gobiernos y de la mala política económica, es tremendo.

    Analizando los hechos, históricamente, todas las veces que se aplicó el garrote contra los campesinos, lo hicieron los gobiernos colorados.

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  14. Objetivo real de la marcha campesina: instalar la idea de que la oposición está

    ¿Para qué? Para destruir a la oposición y eliminar a sus candidatos, sobre todo a Mario Abdo.

    1. Fernando Lugo y Blas Llano son aliados políticos de Horacio Cartes. Se comprueba fácilmente siguiendo las sesiones del Congreso y analizando cómo votan los legisladores.

    2. El líder y portavoz de los piqueteros es Luis Aguayo, hombre de Lugo.

    3. El proyecto de ley de subsidio –que ahora Cartes veta con bombos y platillos– fue elaborado y firmado por Blas Llano, Oviedo Matto, Silva Facetti, Sixto Pereira y Filizzola. Todos aliados de Cartes en el atraco al Congreso el 31 de marzo. Lo pueden comprobar entrando en el sitio del Senado.

    4. Este subsidio fue aprobado en el Senado con los llanistas, luguistas y la oposición incauta. Pero en Diputados, fue aprobado por unanimidad. Es decir incluyendo a todos los cartistas (llanistas, luguistas y Honor Colorado).

    5. Lugo no puede financiar la venida y estadía de 17.000 personas durante casi 1 mes. ¿Por qué? No pudo rejuntar ni un gato el 31 de marzo, cuando Sixto Pereira amenazaba que cientos de miles de campesinos sitiarían Asunción en apoyo de Lugo y la enmienda. Luego tuvo que desdecirse y admitir que no tenían manera de traerlos.

    6. La Nación publica que gente del PLRA visita las carpas y les lleva alimentos… pero eso no alcanza para financiar el transporte y la estadía de 17.000 almas que están hace un mes en Asunción y la manutención de sus familias que quedaron en el campo. Para eso hace falta muchísimo dinero, que la oposición no tiene. Si lo tuvieran, hoy controlarían ambas cámaras del Congreso… y sabemos que ese no es el caso.

    7. Cartes coquetea con los piqueteros, haciendo declarar a Alliana y otros portavoces que de seguro aprobará la ley.

    8. Los piqueteros se declaran añetetistas, inmediatamente después que Diputados aprueba POR UNANIMIDAD la ley de subsidio. No se declaran luguistas, llanistas ni unaceistas como sería lógico en base a quiénes elaboraron el proyecto de subsidio (ver #3).

    9. Al mismo tiempo, Lilian Samaniego declara en radio Ñanduti que saben de buena fuente que la oposición está detrás de estos piqueteros, que los están armando y que correrá sangre, igual que cuando quemaron el Congreso… es decir culpa a Mario Abdo de incitar a la violencia.

    10. Recordemos que el artículo 203 de la Constitución faculta al presidente de la República a elaborar y presentar proyectos de ley.

    Está muy bien que Cartes haya vetado este subsidio, pero: ¿por qué al mismo tiempo no presentó otro proyecto de ley que intente solucionar el problema?

    El hecho de que no lo hizo me convence aún más que lo que Cartes busca con el veto es fomentar la violencia para acusar a Mario Abdo, su principal competencia política.

    11. Ahora, Lea Jiménez llama «cavernícolas», no solo a los campesinos, sino a los que quemaron el Congreso. Es decir, equipara a los que defendieron la Constitución el 31 de marzo con los campesinos piqueteros.

    ¿Por qué? Porque obviamente la intención del gobierno de Cartes es instalar la idea de que Mario Abdo, Desirée Masi, Efraín Alegre –pero sobre todo, Abdo, su principal obstáculo– son los responsables de toda la violencia: tanto de la de los piqueteros como de la quema del Congreso.

    Con eso, puede meterlos a todos presos, poner un candidato títere en la oposición y/o atemorizar a la ciudadanía y hasta suspender indefinidamente las elecciones.

    Olivia González

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  15. Agosto nos liquida

    Como si no tuviera ya suficiente mala fama, al pobre mes de agosto, el que mata, según el dicho popular, a mujeres viejas y vacas flacas, pero que –es sabido– amenaza a muchos más, en su lucha de vientos enfrentados, como decía Elvio Romero; que nos regala días de treinta y muchos grados, para confrontarnos al día siguiente con una helada. No es casual que ese día primero de agosto la gente forme cola, haga calor o frío, frente a las yuyeras maestras del carrulim, aunque algunos opinen que es una vuelta más de nuestra doble afición a la caña y a los yuyos, que en este mes de confrontaciones se hermanan en el mítico trago que, dicen que “regula” el buen deambular de la sangre para enfrentar al mes aciago. Y hay que tener estómago y valor para bajarle los cinco tragos reglamentarios –mínimos-, no sé por qué la tradición no pone un tope máximo; pero así son las tradiciones consumistas, siempre a favor del consumidor o del ofertante, según el punto de vista.

    El caso es que no contentos con este mes que liquida gentes y ganados en estado de debilidad, apareció ahora el “agosto liquida”, que contribuyó ampliamente con la liquidación de los salarios ya saqueados por la compra de abrigos y por las vacaciones de invierno, por calurosas que sean.

    Agosto liquida se sumó al famoso Black Friday, importado de EEUU, que terminó traducido al paraguayo en black fraude.

    Ahora se convirtió en Agosto liquida, como si ya fuera poco el mal agüero agosteño y de acuerdo a las inspecciones de la Secretaría de Defensa del Consumidor, con serias irregularidades que atentan contra el bolsillo de los consumidores, en base a su pecado del consumismo mezclado con la ingenuidad más la luminotecnia de la publicidad.

    Y que se suma a una serie de estafas realizadas durante todo el año, aunque explotadas ahora más fuertemente en la debilidad agostía que no sé si tiene que ver con la confrontación de vientos, con los fríos repentinos y las heladas traicioneras o con el entusiasmo consumista que puede producir la euforia de los cinco tragos, cuanto menos, del carrulim, a primerísima hora de la mañana.

    Claro que a favor de este hay que decir que, a la luz de las denuncias, han aparecido miles de estafados en operaciones económicas que hasta resulta increíble que haya aún crédulos que puedan digerirlas y no constan que hayan consumido previamente el mitológico trago.

    Desde los que creyeron en la promesa de hacerse millonarios con una pequeña apuesta, incrementada vez a vez por la incentivación sabia de los estafadores; estafas típicas que saltan a la vista por groseras. O la empresa que vendía productos a precios multimillonarios, pero en cuotas minúsculas que hacían caer al consumidor en la trampa.

    Se comentaba en estos días del reclamo de condonación de las deudas de campesinos, que en cualquier momento podrían sumarse los docentes que apenas cobran un mínimo porcentaje de su salario, endeudados por trampas, a veces con complicidad de funcionarios, pero siempre con la ingenuidad o la ignorancia económica del embaucado y el conocimiento de esa ignorancia de parte de los estafadores. Y, por lo que se ve en los procesos judiciales, con la falta de acción determinante de la justicia.

    Pero sobre todo, es obvio que el principal factor es la falta de educación, ese déficit que arrastramos y nos hace arrastrar en todas las áreas de la actividad cotidiana.

    Sería bueno que la justicia sea más pronta y barata con estos estafados, sancionando pronto y duramente a los estafadores, que lamentablemente, cuando se destapa el robo, ya tienen bastantes recursos como para capear vientecillos y hasta temporales en la Casa de Astrea. Y mejor aún que la Secretaría de Defensa del Consumidor y las instituciones afectadas vieran la forma, aparte de advertir, de educar a los consumidores

    Será justicia.

    Por Antonio Carmona

    http://www.lanacion.com.py/edicion_impresa/2017/08/13/agosto-nos-liquida/

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  16. CON LAS ALFORJAS VACIAS
    Andrés Granje
    Los campesinos de la plaza de armas anunciaron que abandonaran el lugar cansados y agotados después de más de un mes de esperar respuestas positivas, de presionar y protestar en movilizaciones durante varias veces al día, recorriendo el micro centro, gestionando en los entes públicos buscando la condonación de sus deudas con instituciones bancarias de plaza, oficiales y privadas. Al final los campesinos se van los problemas quedan, pudo más la insensibilidad del gobierno, apoyado como nunca por todos los sectores empresariales del país, que pegaron el grito al cielo cuando se habló de la posibilidad de condonar deudas a este sector, el menos favorecido y el más olvidados en los proyectos del estado, pero el más mencionado y recurrido a la hora de buscar votos en las elecciones.
    Cuando los campesinos hicieron sus propuestas surgieron los grupos empresariales y los personeros de este gobierno de ultra derecha, inconmovible ante los dramas sociales que se vive en el interior del país, con su ejército de economistas y analistas económicos se parapetaron detrás de sus dogmas rígidos y pétreos, esgrimiendo argumentos como que no es aconsejable la condonación porque es una mala praxis, al igual que el subsidio, pues luego ya no podrían recurrir nunca a entes financieros en busca de préstamos, sin recordar que el gobierno nacional en varias ocasiones tiro el salvavidas a grupos empresariales que estaban con el agua hasta el cuello, proveyendo cifras astronómicas como a los transportistas, sojeros con el subsidio al combustible y una usina azucarera, entre otros grupos beneficiados.
    El cinismo de estos sectores unido a la falta de projimidad no tiene límites, cada vez se tornan mas voraces y codiciosos, agudizan las asimetrías sociales existentes y las desigualdades convierten en una inequidad que ya no da más y puede reventar en cualquier momento. La presencia campesina en la ciudad sirvió para comprobar la alarmante pérdida del sentido de pertenencia de clase de gran parte de la ciudadanía, era triste ver y oír la forma despectiva en que la ciudadanía asuncena trataba a los campesinos por las molestias de los minutos perdidos por causa de las marchas en el casco histórico de la ciudad, en una guerra de pobres contra pobres infructuosa, mientras la selecta y omnímoda minoría de poderosos disfrutaban del banquete propiciado desde una prensa empresarial inmoral y perversa.

    Ahora con la derrota a cuesta y la amargura en el alma volverán las legiones de campesinos a su mundo de precariedades extremas, territorio abonado por la desesperanza y las desigualdades, a luchar solos en medio de una multitud de promesas por parte de los dirigentes políticos y autoridades del gobierno que bien saben jamás serán cumplidas, no porque faltan recursos materiales para hacerlo, sino simplemente porque no existe la voluntad política. De vuelta a arar la tierra en condiciones desventajosas con sus implementos viejos y gastados, sin la ayuda técnica y financiera capaces de sacarlo de la pobreza sabiéndose marginado y abandonado por una sociedad indiferente y cruel que le ha estigmatizado con el rotulo de haraganes, vagos y sinvergüenzas.

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  17. Sordos intentando dialogar

    Los últimos en ingresar al complicado palique campesino fueron el Comité de Iglesias para Ayuda de Emergencias, una entidad de beneméritos antecedentes en los días de la dictadura, y un sacerdote de larga trayectoria en los temas campesinos con derivaciones políticas. El Comité lo hizo con una convocatoria al diálogo entre partes en una mesa que ofrece para hoy a las 15.30 en su local de la calle 25 de Mayo. Por su parte, el cura lo hace a través de una larga carta rica en metáforas lastimeras sin otra propuesta que el llanto y la autocompasión.

    Si el Gobierno acepta la invitación del Comité –y no habría razones sólidas para negarse- tendrá que ir con dos categorías de información. Por un lado, mostrar hasta dónde ha avanzado en la remodelación de los créditos otorgados a pequeños productores que entraron en mora. Y por el otro, mostrar, si lo tiene, algún plan a corto o mediano plazo para sacar al sector del pantano productivo en el que se encuentra. Porque de nada serviría ayudar a los deudores a saldar sus compromisos si no se pone en marcha un proyecto abarcativo que encare en serio el drama de la ineficiencia productiva de decenas de miles de familias campesinas.
    Como hace tiempo que desde este espacio nos ocupamos del tema, hemos aprendido a separar a los protagonistas por categorías. La primera, y la principal, los pequeños productores reales, sector que suele designarse como “agricultura familiar campesina”. El Crédito Agrícola de Habilitación tenía registrados, según los últimos datos disponibles, alrededor de 49.000 titulares de préstamos otorgados a jefas y jefes de familias. Gran parte de esta masa de beneficiarios está al día con sus pagos, según el último informe del CAH. Pero hay otra porción que ha entrado en mora, concretamente, 21.031 productores para los que se ha formulado un plan de rescate en base a la ley 5.527 de rehabilitación financiera para pequeños productores y que también cubre una resolución del Banco Central del Paraguay.

    El total de la operación implica una masa de G. 76.000 millones en una operación a 10 años de plazo, dos de gracia y entre 6 y 8% de interés. Esto permitirá a los morosos seguir en carrera, recibir créditos y mantener su calificación bancaria.
    Le sigue la segunda categoría de protagonistas, los campesinistas profes

    ionales que rechazan todo y engatusan a los incautos con promesas incumplibles: la condonación, algo insostenible y que de darse solo logrará sacar a los condonados del sistema financiero. En tercer lugar está el Gobierno, que se subdivide a su vez en dos sectores: los técnicos, que están haciendo bastante bien su tarea, y los burócratas del poder que buscan sacar tajada electoral con discursos rimbombantes y despliegue de eslogans de campaña. Y en cuarto lugar, finalmente, los pescadores en río revuelto, los políticos de bajo calado en busca de aprovecharse de lo que caiga de la mesa.

    Si estos protagonistas no logran romper el bloqueo, dejan de oírse sólo a sí mismos y se sientan en serio a escuchar a los demás, serán apenas un conjunto de sordos tratando de imponerse, cada uno, a los demás. Triste clima para un diálogo productivo.

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  18. La ayuda a los campesinos

    Por Jesús Montero Tirado

    Que los campesinos necesitan ayuda es indiscutible y algunos lo venimos diciendo hace más de veinte años. Que la manera de ayudarles sea la discutida y vetada ley del subsidio, dándoles dinero de la ciudadanía para que paguen sus deudas, es presunta solución, que no se puede probar que sea solución, porque evidentemente con ese dinero, si pagan sus deudas, no resuelven ni remotamente los verdaderos problemas fundamentales que tienen los campesinos.

    Supongamos que pagan sus deudas (no sabemos ni quiénes ni cuántos son los deudores, ni cuáles ni cómo y en qué se contrajeron tales deudas, porque sus líderes no quieren dar esa información). Muy bien, ya pagaron las deudas, ¿y después…?

    Las tendencias actuales de la economía demandan cada día con más rigor cambios radicales en los modos de trabajar y producir en todos los sectores, en agricultura, ganadería, industria, comercio, servicios, etc. La mecanización, las tecnologías en general, la robótica, la inteligencia artificial van desplazando la “mano de obra” y a cuantos trabajan con modos y medios tradicionales. Si los campesinos no son ayudados para actualizar su modo de trabajar, producir y comercializar, apoyándoles con formación y capacitación técnicas actualizadas, por más dinero que se les dé para pagar deudas, seguirán deslizándose en la vertiente de la pobreza progresiva. Mientras persistan en permanecer cada uno separadamente produciendo en unidades pequeñas de explotación, sus productos y baja productividad no podrán competir en los mercados y el margen de beneficio será tan escaso que no podrán satisfacer las necesidades de mayor educación, formación y capacitación de sus hijos.

    Lo que hace sospechosa esta ley de subsidio para las deudas de los campesinos, además de la “no transparencia” en la información que la fundamente (a la que aludí anteriormente), es que políticos y legisladores teniendo a mano la Constitución Nacional y la Ley General de Educación que tratan de la obligada asistencia técnica a los campesinos, en vez de ponerlas en marcha, satisfacer los derechos y dignificar a los campesinos, se inventen una ley que los deja en situación de mendigos.

    Fui el redactor del borrador del texto de la ley General de Educación (1264/98), con la suerte de estar asesorado por los doctores Raúl Sapena Brugada y José Altamirano, y en la Bicameral de Educación de entonces encontré apoyo excelente, especialmente del senador José Félix Fernández Estigarribia, y se logró aprobar el artículo 79 dedicado a la Educación campesina y rural, que dice así: “Las autoridades educativas nacionales, departamentales y municipales proveerán un servicio de educación campesina y rural formal, informal y refleja. Se buscará la educación del hombre campesino o rural y la de su familia ayudándole a su capacitación como agente activo del desarrollo nacional. Este servicio buscará mejorar el nivel y calidad de la vida, sus condiciones humanas, ecológicas, de vivienda y trabajo. Se desarrollará la formación técnica en actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales, industriales, agroindustriales y otras”.

    Este artículo responde al imperativo artículo 78 de la Constitución Nacional (1992) que dice: “El Estado fomentará la capacitación para el trabajo por medio de la enseñanza técnica, a fin de formar los recursos humanos requeridos para el desarrollo nacional”.

    El Ministerio de Trabajo con el SNPP y otros programas aterriza el artículo 78 de la Constitución. El Ministerio de Educación, antes de Cultura, ahora de Ciencias, no ha programado el artículo 79 de la Ley General de Educación. Para las autoridades departamentales y las municipales el artículo 79 de la Ley General de Educación debe ser un total desconocido y no parece que los líderes campesinos, los políticos y legisladores se hayan interesado en recordárselo.

    ¿Cómo no sospechar de las intenciones de una ley de subsidio que prefiere imponer un Estado limosnero, que trata como mendigos a los campesinos y los deja dependientes del Estado, en vez de urgir el cumplimiento de la ley y la Constitución, que los hace “agentes activos del desarrollo nacional”, los dignifica, promueve su crecimiento personal, la actualización de sus competencias profesionales y extiende la formación y capacitación a la familia y se compromete legalmente a mejorar sus condiciones de vida, vivienda y trabajo? ¿Será que se busca mantener en pobreza y dependencia con paternalismo ideológico?

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  19. Algo muy parecido a un delito de lesa patria

    Como era de esperar, casi no hacía falta que los senadores se agotaran acudiendo a la reunión que estaba anunciada para ayer previamente sin quórum. Podían haberse ahorrado el viaje hasta el centro exclusivamente para repetirle a los periodistas lo que ya dijeron la semana anterior y la anterior… que no iban a tratar el veto presidencial porque los opositores no tienen votos suficientes para rechazarlo, por lo que debiera haber estado ya archivado y el Congreso y el Ejecutivo trabajando en los proyectos alternativos, que ya han sido presentados, para paliar los problemas reales de los agricultores reales; pero, al parecer, la urgencia de «los campesinos» que marcharon durante más de treinta días afectando a los miles y miles de ciudadanos que circulan, trabajan, comercian, producen… etc.

    etc., en el centro de la capital no estaban tan apurados y desesperados como clamaban, y que la emergencia que reclamaban como urgentísima, de vida y muerte, no lo eran tanto… Si alguien tenía alguna duda a estas alturas no existe ciudadano tan tremendamente estúpido como para no preguntarse, por qué tanto ruido… y, mucho menos, para responderse que la única causa era hacer barullo, es decir, hablando mal y pronto, quilombo para desestabilizar al Gobierno; es decir, al país, perjudicando a esa gran mayoría de los ciudadanos que hacen parte de su vida y sus labores inevitablemente en el centro de la capital.

    En fin, para desestabilizar al país y pescar en río revuelto, debilitando al oficialismo, como fuerza electoral, sin contemplar las consecuencias que ese desgaste pudiera tener para el país.

    La prudencia oficial, sumada a la paciencia ciudadana, salvó que, como algunos pretendían, como pretendieron en el asalto al Congreso, no pasara a mayores. A la vista retrospectiva de hoy, cuando la proclamada urgencia desesperada de los desesperados campesinos que hicieron esperar y desesperar a los transeúntes de la capital suena a ridícula, a farsa grotesca, pero sobre todo a burla contra la ciudadanía, contra esos comerciantes que tuvieron que cerrar sus comercios, a esos trabajadores que no pudieron llegar a su trabajo o no llegar a tiempo y sufrieron las consecuencias, a pacientes que no pudieron llegar a su atención médica, a profesionales que perdieron citas y hasta contratos, a pequeños comerciantes que tienen su «mercadito» en el centro y que lo vieron cerrado y vieron pudrirse sus mercaderías, sufriendo encima la bofetada del verdadero fin de la protesta, la lucha por un puñado de votos, el perjuicio de muchos y el beneficio de algunos de obtener un puñado de billetes, suena también a insulto, a falta de respeto cívico.

    No es el único caso a la vista; está el de algunos líderes gremiales docentes que fomentan la protesta y el paro y, sin duda, en cualquier momento coparán las calles sin respetar los derechos de los demás, pero que, más que docentes, en la actual coyuntura son candidatos a cargos políticos por sectores de la oposición.

    En este caso hasta se agrava la vergüenza ajena y la propia indignación, ya que resulta que la manipulación es doblemente grave, porque el interés gremialista de la mayoría de los trabajadores queda aquí manoseado para el beneficio de los que, en vez de privilegiar el interés general del gremio, lo subyugan a favor del interés electoralista para obtener un cargo.

    Docentes que son candidatos políticos anteponiendo su campaña y la del partido o movimiento al que pertenecen a su deber gremial, traicionan a los intereses de los docentes y, es de suponer, aunque tal vez sea mucho suponer, a la docencia y a la educación, y a los estudiantes.

    Son formas bastante groseras de manipulación que no deberían a estas alturas engañar a nadie, salvo por el hecho de que cuentan con gran apoyo mediático que es también subordinación de los principios de la información a la promoción de los candidatos propios de los grupos de poder: escondiendo el rol político que anteponen al de informadores.

    El país sufre así el desgaste de los intereses de unos pocos en el falso nombre de los intereses nacionales. Algo muy parecido a un delito de lesa patria.

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  20. Cuando la ayuda hace daño

    Un inspirado artículo del P. Jesús Montero Tirado, La ayuda a los campesinos, me convocó a aportar algunas ideas que complementan y refuerzan su punto de vista. La cuestión central es si la ayuda que ellos reclaman –condonación de deudas, disfrazada de subsidio– contribuirá efectivamente a solucionar sus crónicos y reiterados problemas. Justamente, la repetición de los mismos demuestra que las supuestas soluciones nunca lograron su objetivo.

    Hay un concepto que me parece apropiado para describir este problema: se trata de lo que algunos llaman el altruismo patológico; es decir, aquellas acciones que con la intención de beneficiar a alguien, terminan perjudicándolo, y a la vez afectan al benemérito altruista. Un ejemplo extremo que se suele citar es el de la mujer que perdona una y otra vez el maltrato de su pareja, hasta que termina siendo asesinada por él.

    Pero en el campo de la política y la economía se observan los mismos fenómenos. Los políticos, en general, están motivados por las soluciones a corto plazo, las que les servirán para conquistar votos en las siguientes elecciones, pero que nunca son definitivas y conducen a nuevos problemas. Esto se acentúa en época electoral, y es evidente que los dirigentes campesinos han pensado en ello, al decidir movilizarse en estos meses.

    El Gobierno ha formulado una propuesta que es razonable, pero insuficiente: la de refinanciar las deudas, para que no queden fuera del sistema financiero como morosos. Es insuficiente porque la problemática campesina es que sus protagonistas practican una agricultura apenas de subsistencia, sin conocimiento técnico, con herramientas de la edad de piedra, sin acceso fluido a los mercados ni capacidad de negociación con los compradores.

    Hay excepciones meritorias; sin embargo, en aquellos que forman cooperativas o que trabajan apoyados por productores privados o por empresas, con una agricultura más avanzada y productiva. Hay quienes cultivan soja, de esa manera, pero también hay quienes producen hierbas medicinales, yerba mate, frutas, sumadas a rubros como aves, huevos, leche, etc.

    Esto implica que el gran desafío o dilema que tiene la agricultura campesina es modernizarse o perecer. Como señala el P. Montero, el Estado tiene la obligación de encarar la educación campesina con énfasis en la capacitación productiva. Pero también en esta área, el Estado exhibe su portentosa ineficiencia y fenomenal corrupción. Y es que, tanto para autoridades electas como para funcionarios, no hay incentivos hacia la eficiencia y la integridad.

    En búsqueda de soluciones no hay que descartar la colaboración de la agricultura empresarial para la transferencia de conocimientos, tecnología y gestión en favor de la agricultura familiar campesina. Esto no solamente implicaría una modernización de la actividad, sino además dejaría sin razones a quienes atribuyen a aquella la ruina o desplazamiento de esta. De hecho, ya existen gremios productivos que trabajan en esta área, y los resultados son ampliamente más satisfactorios que los que obtiene la acción del Estado.

    Es que la ayuda habitual de las entidades públicas no pasa de ser un salvavidas provisorio que no enseña a nadar, o un bombero que apaga incendios, pero que no combate sus causas. Lo que consigue es solamente mantener la dependencia de los campesinos –o de quienes sean los auxiliados según la ocasión– respecto a los poderes políticos, incubando futuros y más graves problemas.

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  21. De cuando en cuando

    Hacia el término de la Guerra del Chaco, luego de más de treinta años de agitado gobierno del Partido Liberal, solo se habían expropiado 56.000 hectáreas para 5.300 familias campesinas. La presión social para entonces hablaba de 50.000 familias sin tierra. En el periodo 1926-1935 –informa el economista Luis Rojas Villagra, en su libro Campesino rape. Apuntes teóricos e históricos sobre el campesinado y la tierra en Paraguay (2016)–, solo 190 familias por año accedieron a la posibilidad de cultivos agrícolas propios. La Revolución de Febrero de 1936, la del ambiguo coronel Rafael Franco, expropió no menos de 95.000 hectáreas en solo 1 año: casi 5 veces más que el periodo 1904-1935. No tardaron en voltearlo.

    Los anteriores 30 años al inicio de la era azul (1904) fueron también esencialmente liberales, aunque gran parte de ellos fueran “colorados”. Liberales doctrinales. Los del original Centro Democrático se las vieron en la práctica con el resultado de la aplicación de las políticas “sociales” del original Partido Nacional Republicano: en puridad, probablemente, uno de los mayores traspasos de tierras públicas a manos privadas –en su mayoría extranjeras– de la historia de América, exceptuando el genocidio de la conquista de hace cinco siglos. Sin necesidad de bala alguna (por lo menos al principio). Se enajenaron tierras de pueblos enteros: San Antonio, Mbuyapey, Desmochado, Villa Florida, Tacuaras. 23 millones de hectáreas de bosques y pasturas pasaron a terratenientes y empresas, a razón de un cuarto de dólar por hectárea. 1,5 millones de hectáreas de yerbales fueron regalados por un promedio de 3 dólares la hectárea. De los 25 millones de hectáreas obsequiadas, 22 de ellas dejaron de ser públicas entre los años 1885 y 1889. Clavado en medio de esos años, el annus mirabilis de 1887: el de la fundación de los partidos Colorado y Liberal.
    La rapiña por las tierras públicas luego de la Guerra Grande estaba en el centro del debate de las élites y dio origen a los partidos. Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Juan B. Gaona, Juan Bautista Gill, Emilio Aceval, entre colorados y liberales, tienen en común el haber sido presidentes del Paraguay y nuevos terratenientes en aquellos años, junto a empresas de Inglaterra, Francia, Argentina, Brasil y Estados Unidos. Aun así, el historiador colorado Julio César Frutos, en Progresismo republicano y las ideas liberales (2008), se anima a calificar de “incomprensible que de cuando en cuando se la quiera hacer aparecer [a la ‘política de distribución de la propiedad ociosa’] como un acto de gobierno negativo de los republicanos”.

    Los efectos perdurables de aquella política ejercida sobre miles y miles de vidas paraguayas –más el detalle de que la estructura surgida de aquel hecho histórico permanece y se ha profundizado–, parecen habilitar a que el “acto de gobierno republicano” fundacional sea criticado mucho más enfáticamente y menos “de cuando en cuando”.

    Por Blas Brítez

    http://www.ultimahora.com/de-cuando-cuando-n1113310.html

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  22. Gobierno despilfarrador, campesinado pobre

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) podría “trabajar bien” con 2.000 funcionarios, pero tiene 3.200, de los cuales el 75% es “administrativo” y el 25% “operativo. Como los gastos corrientes (sueldos e insumos) llegan al 85% de su presupuesto, debe apelar a recursos externos, como los créditos y las donaciones: sin ellos, no tendría “operatividad” alguna.

    Estos elocuentes datos, brindados recientemente con toda franqueza por el ministro Marcos Medina, revelan hasta qué grado de irracionalidad se ha llegado en las últimas décadas para satisfacer a la clientela política a costa del interés general. El MAG dejaría de funcionar si el país no se endeudara ni recibiera dádivas, es decir, si velara por su futuro y por su dignidad, pero tiene 1.200 funcionarios de más, lo que significa que el 37,4% del plantel percibe puntualmente un salario sin tener nada que hacer. En cuanto a la distribución formal de las “tareas”, los burócratas en oficinas con aire acondicionado triplican en número a quienes deben ocuparse de fomentar la producción agrícola-ganadera, investigando y capacitando a los labriegos y a los pequeños ganaderos, entre otras cosas. Es de suponer que esos “administrativos” conforman la enorme mayoría de los que cobran sin trabajar, y que muchos ni siquiera se toman la molestia de asistir a sus oficinas.

    No se trata necesariamente de que sean haraganes, sino más bien de que son superfluos, no tienen nada que hacer: su ausencia no influye en absoluto en el desempeño del ministerio. Algún cínico dirá que es preferible que se queden en sus casas, pues así no molestan a quienes trabajan ni usan la oficina para sus asuntos particulares. Pero la cuestión es que viven a costa de los contribuyentes sin prestar ningún servicio al país y, para peor, desvían hacia sus bolsillos los fondos que deben destinarse a promover el desarrollo rural.

    Los culpables de su intolerable parasitismo no son tanto ellos mismos como quienes a lo largo de los años los han venido instalando en el presupuesto nacional, por la simple razón de que son correligionarios, parientes o amigos suyos. En tal sentido, son tan responsables los funcionarios del MAG que elaboran el anteproyecto como el Ministerio de Hacienda que lo convierte en proyecto del Poder Ejecutivo y el Congreso que sanciona la ley presupuestaria.

    A ninguna de estas instituciones le ha importado nunca que existan muchos más cargos de los requeridos, que solo un cuarto de ellos tenga un carácter “operativo” ni que el ministerio carezca de fondos suficientes para hacer algo útil, porque los gastos de personal son excesivos. El presupuesto es diseñado y aprobado sin que tampoco se atienda que el MAG no debe ser un ministerio como el de Hacienda, puramente administrativo, sino uno que coopere activamente con los productores del campo, sobre el terreno. Es obvio que allí el papeleo no puede ni debe constituir la rutina diaria, pero lo que ocurre es que a los politicastros solo les importa atender el bienestar de los suyos con el dinero público. Para engordarlos, creen conveniente agrandar el Estado, no solo creando cargos inútiles en los organismos ya existentes, sino incluso nuevas entidades.

    En efecto, el ministro Medina señaló también que es imposible realizar una labor coordinada con las once entidades autárquicas vinculadas a su gestión, entre las que figuran el Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa), el Instituto Forestal Nacional (Infona), el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave) y el Instituto Paraguayo de Tecnología Agrícola (IPTA). La proliferación de organismos con atribuciones superpuestas habría despojado al MAG de su papel “rector de las políticas públicas”, lo que significa, en términos sencillos, que cada uno de ellos hace o deja de hacer lo que se le antoja. Y eso ocurre, al igual que en otros ámbitos de la administración pública, porque hay una alianza entre los tontos, que suponen que una necesidad pública queda automáticamente satisfecha montando un ente autárquico, y los bribones, que ven en ello una excelente ocasión de aumentar el prebendarismo consuetudinario.

    Los dos principales candidatos presidenciales en los últimos comicios prometieron muchas cosas, pero nada dijeron acerca de cómo lograr que los bellos sueños prometidos se hagan realidad. Efraín Alegre anunció la creación de un Ministerio de Agricultura Familiar, con lo que se habrían multiplicado tanto los cargos como los problemas de coordinación. Como era de esperar, Mario Abdo Benítez habló de combatir la corrupción, pero no así de reducir el aparato estatal. Ahora cabe preguntarle, si no se atreve a desmentir al ministro, qué piensa hacer para que el MAG se desempeñe con eficiencia, sin solicitar ni recibir “recursos externos”. En términos generales, lo antedicho vale para todo el aparato estatal, en especial para los ministerios encargados de la sanidad y de la salud públicas, llenos de “administrativos” parasitarios.

    Se habla mucho de mejorar la calidad del gasto público, con lo que solo se quiere decir que hay que destinar más dinero al área social. El problema es que una mayor inversión servirá de poco, no solo mientras abunden los corruptos, los ineptos y los haraganes disfrazados de funcionarios, sino también mientras los recursos adicionales sirvan sobre todo para cubrir los gastos corrientes.

    Por lo demás, no es cuestión de presupuestar grandes sumas que serán fantasiosas si los ingresos han sido previstos con exagerado optimismo, pues de lo contrario se terminará pidiendo nuevos créditos o donaciones, luego de que el Ministerio de Hacienda disponga unos recortes por falta de fondos.

    La cruda realidad expuesta por el ministro Medina pone en claro que el aparato estatal es hoy más bien un problema antes que una solución. Se ocupa esencialmente de sí mismo, es decir, de sus integrantes antes que de atender el bien común, pero se sigue creyendo que todo se arreglará mediante la “presencia del Estado” en algún lugar, como si poseyera una varita mágica y las medidas no tuvieran que ser ejecutadas por personas de carne y hueso.

    En suma, el futuro Gobierno podrá tener las mejores intenciones, pero terminará fracasando como el actual si los recursos no son asignados correctamente dentro de cada una de las entidades públicas y ellas siguen tan superpobladas como siempre. Vale la pena insistir en esta obviedad debido al mal hábito de concebir ambiciosas metas, con las que todos podríamos estar de acuerdo, sin tener la voluntad política ni los instrumentos adecuados para alcanzarlas. Por lo tanto, la cuestión no radica tanto en el qué hacer, sino en el cómo hacerlo. Condición indispensable para vencer la pobreza es una profunda reforma de la administración pública, para lo cual hay que tener un genuino interés en el bienestar colectivo, y el coraje de enfrentar a los politicastros y a sus acólitos en general, incluidos los sindicalistas privilegiados, enquistados en el aparato estatal.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/gobierno-despilfarrador-campesinado-pobre-1701088.html

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