Discursos versus realidad

A decir de los defensores del “Nuevo Rumbo” de Horacio Cartes, el Paraguay casi casi ya es la Suiza de América. Las maravillas que, según ellos, hace este gobierno nos elevó por encima de nuestros vecinos, como la Argentina y el Brasil, y que mientras ellos se hunden, nuestra economía solo crece y crece. Ha de haber verdades en todo lo que dicen, pero hay muchas más verdades, totalmente contrapuestas al discurso oficial en el día a día del paraguayo, en todas partes.
Por ejemplo, a final de la semana pasada nomás llegaba al Hospital Regional de Salto del Guairá una niña madre de 12 años con su hija de seis meses de edad en brazos. Padecía de una desnutrición severa y de neumonía, y falleció mientras los médicos trataban de encontrar una cama de terapia intensiva, que a nivel local no se tiene.

Mientras en los discursos oficiales escuchamos jactancias de la asistencia social del Gobierno que llega a todos los rincones del Paraguay, doña Gilberta Bernal, asistente social de la Municipalidad saltoguaireña, ya no sabe qué hacer con tantos reclamos de los abuelitos y abuelitas de por qué nunca les llega la pensión de la tercera edad.

En la comunidad de Santo Domingo los vecinos tuvieron que hacer minga para reconstruir su puente que por varios meses les mantuvo aislado, ante la falta de respuesta del MOPC.

En materia de seguridad, los policías, lejos de combatir problemas tan antiguos como el autotráfico, siguen cobrando coimas por cada vehículo que se roba en el Brasil para permitir que circulen libremente en nuestro territorio.

¿Dónde queda eso de la nueva imagen del Paraguay, serio y seguro? ¿Cómo le convencemos al mundo de nuestra “Imagen País” cuando tan siquiera tenemos la vergüenza de combatir el autotráfico en la frontera?

Da la pauta de que los gobernantes viven en una burbuja allá arriba, en medio de millones de dólares que traen a nuestra costilla del exterior, mientras la realidad interna es totalmente otra cosa.

Los hospitales sin terapias, con gente muriendo en la fila de espera para cobrar la pensión de la tercera edad, con corrupción policial descarada, la pobreza, la mala fama que corre a los inversionistas y tantos otros males eternos al parecer seguirán acechando a nuestro país, mientras seguiremos por mucho tiempo escuchando rimbombantes discursos que solo se creen sus propios autores.

Por Rosendo Duarte

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/discursos-versus-realidad-1608960.html

 

14 comentarios en “Discursos versus realidad”

  1. Miserable servicio

    Por Desiré Cabrera

    Los casos de bebés prematuros que durante horas deben luchar por su vida, mientras se busca una cama de terapia intensiva en algún hospital público y privado, es una constante. Es algo que desnuda el miserable estado en que se encuentra la salud en el país.

    A nivel país el Estado solo cuenta con 266 camas de terapia intensiva, siendo completamente insuficientes para los requerimientos. Para pacientes pediátricos –29 días de vida a 18 años de edad– se disponen de 55 camas de terapia intensiva. En cuanto a terapia neonatológica –de 0 a 28 días de vida– se tienen 70 camas, y para adultos 141 camas, según datos del Ministerio de Salud Pública.

    En el Hospital Regional de Caacupé (HRC), considerado de referencia por la gran cantidad de pacientes que atiende, se registra un promedio de 250 nacimientos en forma mensual, muchos de ellos prematuros que necesitan ser ingresados a una Unidad de Terapia Intensiva (UTI). En lo que va de este año 11 bebés fallecieron por complicaciones referentes a nacimientos de prematuros extremos, según informes del Departamento de Estadística del HRC.

    Pese a su importancia, el HRC no tiene UTI neonatal, por lo que los pequeños pacientes deben ser derivados de forma urgente a otros centros que tienen dicho servicio.

    Los hospitales públicos y los cuatro sanatorios que tienen convenios con el Ministerio de Salud permanentemente tienen saturados sus servicios de UTI. Ante esa situación se tiene que recurrir a una orden judicial para que los bebés recién nacidos sean ingresados en sanatorios privados que no tienen acuerdos firmados con la cartera de Estado.

    El presidente Cartes debe colocar a la salud pública en el centro de sus prioridades y encarar en forma decidida la ampliación de la red de terapia intensiva en todo el país y dejarse de hacer campañas proselitistas. La misma recomendación va para el ministro de Salud, Antonio Barrios, cuya labor últimamente se limita a hacer hurras en cuanto mitin de HC que se realiza a nivel país.

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  2. Contrastar los números lejos de la tilinguería
    Por Jorge Torres Romero

    Ante la avalancha de datos, cifras y estadísticas de lo que el gobierno nos muestra como logros significativos en el informe de gestión presentado ayer ante el Congreso, es necesaria la tarea de contrastar esos números para luego hacer un juicio objetivo y debatir sobre los resultados favorables o no y una proyección de lo que queremos como país para el futuro.
    Esta tarea es más que necesaria sobre todo ahora que ingresamos en la recta electoral y en donde afloran los candidatos a quienes la ciudadanía deberá elegir precisamente para proyectarnos como nación.
    Es natural que el presidente de la República, en cumplimiento de su obligación constitucional de presentar ese informe anual, sea quien sea el que esté de turno, utilice ese momento para exponer sus mejores números y logros. Dudo que alguien lo desaproveche y nos cuente lo malo que fue, o lo ineficiente que es.
    Considerando el nivel de acceso a información pública que hoy se tiene, más allá de repetir la misma cantaleta de siempre del “pintó un país de maravillas, ciencia ficción, mundo irreal, otro país o puro bla bla, etc.”, qué saludable sería para todos, principalmente desde los medios de comunicación, políticos, economistas y analistas contrastar las cifras, comparar los números e instalar en el debate fuera del “kachiaireato” qué tipo de modelo nos conviene o qué caminos deberíamos seguir para que el Paraguay avance hacia el desarrollo y se mejoren las condiciones de vida de los habitantes.
    En este tenor deberíamos enfocarnos en el análisis y la crítica, despojados del tilinguerío o el disparate que algunos nos tienen acostumbrados como herramienta de hacer uso de nuestra libertad de opinar, criticar o ponderar, sobre todo si tenemos esa sana intención de aportar y construir.
    Últimamente nuestra fauna política y periodística antes de ofrecernos elementos para ejercitar el análisis y el debate, está más bien distraída en darnos shows y espectáculos superfluos sustentados en caprichos individuales e intereses empresariales. Así, es muy difícil avanzar y proyectarnos mirando los beneficios para el país y los paraguayos.
    Hoy es más cómodo, fácil y rentable recurrir a la simplicidad de las comparaciones, a la opinión liviana basada en el pulso de las redes sociales que ingresar a ese campo analítico, agudo y técnico para leer la realidad. Estamos acostumbrados a construir nuestro éxito sobre el fracaso de los demás. La clase política opositora de turno, colorados, liberales o la fuerza que sea, en todos los gobiernos, cabalgaron sobre los fracasos del mandatario ocasional para presentar su alternancia futura.
    Podemos estar o no, por las razones que tengamos, comulgando con el gobierno de turno, y más aún la prensa (como contrapoder), pero no podemos permitirnos desconocer lo que se ha hecho, aunque digamos que para eso fueron electas las autoridades, porque de lo contrario corremos el riesgo de que quienes se presentan hoy como alternativa, nos retrotraigan a los vicios del pasado que estamos intentando superar y además estaríamos fomentando el desprecio a quienes dan algunas señales de querer enfocarse en la tarea del manejo de la cosa pública con resultados, honestidad y responsabilidad.
    Si solamente apuntamos a ejercer nuestra sana crítica a destruir y recordar lo que no se ha hecho, no estaremos precisamente incentivando a dar pasos, aunque consideremos pequeños, para sanear la gestión pública, sino todo lo contrario. Los honestos y los más eficientes seguirán quedándose en el sector privado donde todo les sea más rentable y cómodo, mientras tanto, nosotros seguiremos padeciendo de los corruptos e ineptos como alternativas en la administración del Estado. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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  3. El olvido que seremos

    Por Arnaldo Alegre
    «Ya somos el olvido que seremos», apunta Jorge Luis Borges, para denostar luego al «insensato que se aferra al mágico sonido de su nombre» y pensar, en cambio, «con esperanza» en aquel «que no sabrá que fui sobre la tierra». En la meditación de que el afán por perseguir el bronce de la eternidad es una carrera estéril y sin sentido, el insigne argentino ve un dulce consuelo.

    A diferencia de poetas e intelectuales, la impostergable finitud humana no es un recurso metafísico al que echan mano poderosos y afines. No les sirve el consuelo. Para ellos rige la amnesia selectiva, que no es otra cosa que la simple negación de la realidad.

    Para los poderosos de países como el nuestro –en una casi eterna transición para la consolidación institucional–, la realidad es el peor enemigo. Por esa la combaten, pero no tratándola de cambiar o superar, sino simplemente tirándola al arcón de los olvidos. Creen que negándola deja de existir.

    El reconocimiento de errores propios o provocados es una prerrogativa que enaltece a las autoridades democráticas. A ellas no se les pide infalibilidad, apenas probidad. La honestidad se da como un hecho. Por eso la admisión de una falla no corroe su poder real. No se sienten expuestos.

    Eso no ocurre con los autoritarios revestidos de legalidad democrática. La realidad es para estos un inconveniente. Admitir una situación desfavorable es exponer toda la debilidad de la estructura que los sustenta. Se exponen, quedan en evidencia.

    Y el presidente Horacio Cartes volvió a perder ayer una buena oportunidad de actuar como un presidente democrático.

    En su balance de gestión presentado ante el Congreso, el jefe del Ejecutivo ignoró olímpicamente la realidad.

    La enmienda, motivada por su ambición y que provocó la muerte del joven liberal Rodrigo Quintana, fue dejada de lado. Como una verdad incómoda. De esa crisis lo único que se acordó fue del incendio en el Congreso porque afecta a los liberales. La pobreza y los fracasos de la APP fueron metidos bajo la alfombra.

    Es imposible negar los avances de este Gobierno en la lucha contra ciertas roscas abusivas: bancos, constructores, vendedores de combustible y otros iguales. (Claro que la rosca tabacalera es un problema del resto del continente, no para nosotros). Además hay buenos números macros.

    Pero con el desprecio hacia la verdad de Cartes, todo dato favorable es apenas una anécdota, un consuelo para «el olvido que seremos».

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  4. Control absoluto

    Por Estela Ruíz Díaz
    El último año del periodo presidencial de Horacio Cartes es diametralmente opuesto a la gestión de los ex presidentes de la transición.

    La elección del candidato presidencial dentro de la ANR fue siempre factor de crisis en el partido de Gobierno con consecuencias en la gestión del Poder Ejecutivo. Sumado al electoralismo con fuerte impacto en el Congreso, el último año es el dolor de cabeza de todo presidente.

    Pero Cartes supo mover las piezas y aprovechar las diferencias irreconciliables entre los opositores para pactar con un aliado inesperado y sorpresivo como la izquierda más dura representada en el Frente Guasu, con Fernando Lugo a la cabeza.

    Cuando el 25 de agosto del año pasado, Mario Abdo Benítez con el apoyo de la multibancada dio el golpe más duro a Cartes rechazando la enmienda constitucional para la reelección, el escenario pintaba gris para el presidente. Esa maniobra no solo dejaba al presidente fuera de juego, sino también a Fernando Lugo.

    Sin embargo, los senadores cartistas lograron convencer al Frente Guasu para resucitar la enmienda y con esa nueva mayoría aprobaron la modificación en medio de una vergonzosa sesión que generó la crisis del 31 de marzo, que marcó el fin del proyecto electoral.

    TRIPLE ALIANZA. Si bien la enmienda es el mayor fracaso político de Cartes, reaccionó rápido y lanzó a su candidato atípico, desafiando a la tradición en la ANR. Proponer a un ex liberal como candidato presidencial es mucho más que audacia política. Es tener control absoluto del poder.

    El mayor logro político de Cartes no es tener bajo su dominio a la ANR, a través de la Junta de Gobierno con un presidente sin tradición ni méritos partidarios para ocupar el sillón de Bernardino Caballero como Pedro Alliana, sino haber logrado el apoyo de la izquierda más dura y emblemática, que junto al llanismo del PLRA le dan la mayoría absoluta en ambas cámaras para seguir sus planes y terminar con relativa tranquilidad su mandato. En la Cámara de Diputados tiene dominio total con Alliana como presidente y, en el Senado, el ex obispo Lugo presta su popularidad y su historia para sostener al hombre que fue clave para su destitución en el 2012.

    Sin dudas, el apoyo del Frente Guasu en el plan de copamiento cartista de otras instituciones, en sesiones de dudosa legalidad, e incluso con usurpación de cargos, como el de Carlos Filizzola, que se arrogó la presidencial del Congreso para comunicar las nuevas designaciones, es el triunfo con mayor simbolismo del presidente. La izquierda, en cualquier lugar del mundo donde la derecha está en el poder, es el más feroz adversario del Gobierno. Aquí, es su mejor aliado. Y lo demostró en los temas más candentes como la reelección, las presidencias de ambas cámaras del Congreso y nombramientos para reconfigurar mayorías en el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Magistrados. En breve, el presidente debe proponer al nuevo fiscal general del Estado. De quien resulte designado se verá cuán comprometidos están con el pacto.

    Ayer, Cartes presentó su informe anual al Congreso. La disidencia colorada y un sector de la oposición (liberales efrainistas más Avanza País), no participaron como medida de protesta. La nota la dio la senadora Desirée Masi, quien estuvo para marcarle sus diferencias con su peculiar estilo.

    El presidente habló ante un auditorio amigo que le dio cuórum. Por ello, las críticas del Frente Guasu al informe sonaron más que nunca huecas y de simple fachada. ¿Cómo explicar semejante contradicción?

    COMO PATO EN EL AGUA. A diferencia de otros presidentes, cuyo último año está marcado por el síndrome del pato cojo, no solo por no ser reelecto, sino por la notable disminución de su poder, Cartes pudo superar este destino inexorable. No parece hacerle mella la guerra de su vicepresidente Juan Afara, quien ayer no asistió en protesta por el «comportamiento dirigido a convertir a la ANR en parte de una corporación empresarial, que riñe con su esencia de haber nacido como un partido político comprometido con la sociedad paraguaya». Ni la ruptura con el presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez, al que simplemente cambió cuando se fue al otro bando político.

    Al final de su mandato, Cartes nada tranquilo las turbulentas aguas de la política, no solamente con el apoyo de la estructura partidaria sino de los poderes Legislativo y Judicial, y una Fiscalía que baila a ritmo de sus zapateos. Todo esto no lo hubiese logrado si no tenía el apoyo clave de Lugo y Blas Llano.

    Pero Cartes no solo logra apoyos sino además se pega el lujo de humillar a sus aliados. Sino cómo se explica el pacto legislativo para encumbrar a Lugo a la presidencia del Senado a cambio del impuesto a la exportación de la soja, que esa misma tarde se encargó de desmentir, dejando al Frente Guasu sin palabras para justificar la alianza.

    A Cartes no le gustan el diálogo ni el consenso, pero logra pactos que no solo le dan gobernabilidad sin control cuasiabsoluto del Estado.

    Su mayor logro no solo fue construir mayorías, sino que le den sustento quienes dicen combatir ferozmente su modelo, a través del «copamiento económico de las históricas clases dominantes, un modelo autoritario que profundiza la pobreza y la exclusión social».

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  5. Resultados

    Por Benjamín Fernández Bogado
    Es tiempo de evaluación y de rendición de cuentas. Ya no puede hoy el Gobierno decir que las cosas que le entregaron estaban mal porque ha corrido suficiente tiempo para resolverlas.

    El Gobierno, que instaló el concepto de ser juzgado por la gestión, hoy nos muestra unos resultados mediocres, pálidos y repetidos de todo aquello contra lo cual había levantado su modelo. El superviaducto inundado, construido por una empresa española quebrada e inaugurada en un día aciago, es una metáfora del Gobierno. De que lo hizo mal, porque no supo o no quiso hacerlo bien o mejor. Hoy tiene que bailar al ritmo de la decadencia con un alto costo para el país en su conjunto.

    El Gobierno careció de grandeza, pecó de soberbia y se quedó sin legado. Hoy solo le queda repetir lo que no pudo ser. Fracasó incluso en su rol de dinamitar la vieja política colorada porque se alió a lo peor para intentar ser lo que no alcanzó a ser: un reformista. Habrá miles de justificaciones y explicaciones, pero tardías todas.

    El modelo de gerenciar el Estado ha sido un fracaso. No pudo nunca dejar de distinguir que una cosa son las cosas de las empresas y sus intereses, y otra muy distinta el rol del Estado como árbitro, regulador y celoso custodio de los intereses generales. Comenzarán a emerger cada vez más hechos que demuestren los reiterados y constantes conflictos de interés que han impedido ver lo colectivo como patrimonio de todos los paraguayos y no un pretexto para lucrar desde lo público.

    Es claramente una oportunidad perdida más que se suma a la reiteración de fracasos anteriores e interpela al Paraguay a un cambio profundo en el concepto del hacer política desde una perspectiva distinta a la actual.

    La matriz cultural, donde se desenvuelven las cuestiones centrales, como el servicio, la gestión, la transparencia, es solo un enunciado que no se relaciona con la práctica común y constante de nuestros mandatarios. Las permanentes boutades (metidas de pata) del presidente son una muestra clara de cuál es el concepto que tiene de lo incorrecto y lo justo, o el sentido de la crítica y la persecución. Desde ahora, el mayor enemigo de Cartes será su boca o lo que ella exprese públicamente. Serán más visibles sus limitaciones, incoherencias y contradicciones. Verá de forma clara la traición y sinvergüencería de muchos que lo rodearon y le rodean. Los cortesanos deben estar conspirando contra él día y noche buscando lucrar con sus miedos e incoherencias. El presidente está solo y desnudo.

    El mensaje al Congreso tal vez sea la muestra más elocuente de la pérdida de institucionalidad en la que ha repetido Cartes los mismos errores de sus predecesores. Podría mofarse de ellos e incluso tratarlos de meretrices, pero con claridad lo que proyecta es la completa ausencia de respeto hacia los pilares de la democracia que deberían ser sus instituciones y a las que tanto él desde la presidencia como muchos de los rentados congresistas han menoscabado reiteradamente la democracia en estos casi cuatros años de gestión.

    Hoy somos más pobres; el salario de la clase media perdió valor en un 25%, las obras públicas todas huelen a corrupción, el Estado sigue sin reforma, la migración interna convirtió la política en urbana, pero con lenguaje rural y nuestros intereses compartidos con Brasil y Argentina siguen siendo de ellos y no de nosotros. Si esto fuera una empresa en serio tanto el gerente general como sus colaboradores estarían afuera o la empresa estaría yendo a la bancarrota.

    Hasta los equipos de fútbol repiten que los técnicos son hijos de los resultados. Con estos números claramente se demuestra que el deporte inventado por los ingleses tiene mayor rigor que el Gobierno paraguayo.

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  6. Persecución política

    Por Edwin Brítez

    En los años que llevo observando el mundillo político de Paraguay, no recuerdo que ningún candidato colorado a la presidencia haya dejado de señalar el carácter “eterno e imbatible” del Partido Colorado y tampoco que dejara de prometer la continuidad en el poder, lo que debería representar estabilidad política y laboral para todos los que integran el ejército de funcionarios, militares, policías, fiscales y jueces, afiliados a esta agrupación política.

    Pero somos testigos de que, paradójicamente, esas mismas personas que hicieron esa promesa son las que después, en función del poder, dejan cesantes en su trabajo a los funcionarios colorados, suspenden las afiliaciones o expulsan a sus correligionarios. Es lo que se conoce en la jerga colorada como “persecución política”, aunque el rótulo quede un poco grande ya que poco después, pasadas las internas, cada uno vuelve a su puesto como si no hubiese pasado nada.

    Una de las razones que invalidan el empleo de la trágica frase “persecución política” es que tanto el empleador como el empleado saben que el puesto del cual fue sacado un “enemigo” para colocar en su lugar a un “amigo” es, en realidad, una cuota que alcanzó a alguien superior al empleado en la repartija de una torta anterior a la fiesta que se está celebrando.

    El superior se desubicó en el posicionamiento político y dejó expuesto a su seguidor, un funcionario que accedió por necesidad laboral al cargo que es una retribución al apoyo electoral dado en su momento al superior.

    Es así como las denuncias de las “persecuciones políticas”, tan sensibles para la gente que verdaderamente las padeció en los tiempos terribles de las dictaduras, pierde valor en boca de quienes hoy las invocan a sabiendas de que la pérdida del empleo de un correlí, dispuesta por otro correlí, no es sino un “juego sucio” de la interna para definir un resultado, luego de lo cual se soluciona, de acuerdo con el lugar en que haya logrado ubicarse el padrino de la víctima.

    Con este sencillo pero perverso método, la casta política lubrica el cada vez más ruinoso aparato de la clientela que se foguea en el arte de cobrar, generalmente sin trabajar, sin exigir nada riguroso a cambio más que un precario contrato de algunos meses y paga que muchas veces ni siquiera llega a equipararse con el sueldo mínimo. Esto explica también el desinterés de los sindicatos en ellos.

    El procedimiento no es totalmente determinante para la definición electoral, pero resulta eficiente para lograr su efecto, el miedo a perder el empleo y la intimidación para alinearse al oficialismo. Como todo ser pensante, el estomagodependiente del Estado gusta pensar por propia cabeza, discutir con adversarios, inclusive oponerse al oficialismo, hasta que ve rodar las primeras cabezas en otras instituciones. Es cuando resulta casi seguro que no dará ocasión a que suceda lo mismo donde él se encuentra.

    Alinearse o preparar valijas para la llanura espera a todos en vísperas de las internas coloradas. Y como no hay ideas para discutir, menos propuestas o planes de gobierno, la agenda política está ganada por episodios de “persecución política”, que no revela otra cosa más que la intención de sacar fuera de foco el verdadero rol de la política para reducirla a la triste misión de agencia de empleo y a dar resonancia a las disputas entre padrinos sobre la estabilidad laboral.

    Los políticos de nuestros tiempos se han especializado en gestoría de oportunidades, casi nunca legales y menos legítimas, pero casi todas ellas vinculadas a la generosidad del Estado y más particularmente a las “circunstancias favorables” que ofrece el presupuesto frente a las previsiones visionarias de los legisladores interesados en cubrir los claros con los más capaces de su partido o movimiento.

    Los políticos que fungen de padrinos nunca caen como lo hacen los simples funcionarios, para quienes antes era cuestión de afiliarse. Ahora, además de la papeleta, necesitan adivinar en qué lugar asegura pasar las internas sin perder el trabajo. ¿Cómico o triste?

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  7. Cuentas claras
    2 julio, 2017

    A pesar de los eternos críticos de barricada, el informe que brindó el presidente Horacio Cartes ante el Congreso y la ciudadanía, contiene datos contundentes de lo realizado durante sus casi 4 años de gobierno, de manera que pretender acusarle de mostrar un país de maravillas, es chocar contra una realidad palpable y bien concreta.

    Todos los números presentados en el informe muestran que en estos 4 años se ha puesto en marcha un país diferente, en donde las necesidades de los sectores más carenciados son tomadas en serio y tenidas en cuenta a la hora de elaborar planes estratégicos para consolidar el presente y garantizar a las generaciones futuras una vida mucho más digna que la que hasta ahora hemos tenido quienes hemos sido víctimas, durante décadas, del descaro de quienes tenían en sus manos la posibilidad de darnos respeto y entrega.

    Paraguay ha dejado de estar bajo sospecha para la comunidad internacional, que ahora lo ve como creíble y apto para las inversiones de capitales. Así que no es inaudito ni fruto de las improvisaciones que hoy podamos presumir de pertenecer a un país que es el primer exportador mundial de energía eléctrica limpia y renovable, el cuarto exportador mundial de soja, el sexto exportador mundial de carne bovina y de poseer la tercera flota de barcazas más grandes del mundo.

    El informe de lo realizado por el Ejecutivo nos da números contundentes y no mentiras o medias verdades, como pretenden asegurar quienes están decididos a convencernos de que la realidad no es tal como es sino como ellos desearían que fuera, gris, triste y destinada al fracaso.

    Más allá de las cifras frías, hoy tenemos al alcance de las manos la clara realidad de que gracias al trabajo realizado por el gobierno desde la Secretaría de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), actualmente se entrega un 600% más casas por año a la población de escasos recursos. No es que se ha duplicado o triplicado, sino que se ha sextuplicado lo realizado por gobiernos anteriores; intentar justificar o rebatir esto es pensar que el resto de la opinión pública es analfabeta.

    Pero aquí no termina la cosa. Hay más números para el escándalo y la desesperación de quienes han hecho del ataque al gobierno su forma de hacer política.

    Mediante los ejes que sostienen al Ejecutivo, basados en la transparencia, la honestidad y la calidad del gasto público, se ha logrado el mantenimiento de un 500% más de caminos vecinales y la construcción de 325% más de metros lineales de puentes de hormigón.

    Hay 86% más de familias beneficiadas en los programas sociales Tekoporã, Tekoha, y Tenonderã, Indert ha realizado 300% más adjudicaciones y el 500% más de docentes ha sido capacitado.

    La infraestructura educativa ha recibido la mayor inversión histórica en infraestructura educativa, con 200 millones de dólares, hay casi 300% más ambulancias, un 37% más de pacientes atendidos en sesiones de diálisis, con 78% más máquinas instaladas, y hay un incremento de 156% en la inversión de medicamentos.

    Irrebatibles y contundentes; así son los números presentados por el presidente Cartes en su rendición de cuentas ante la ciudadanía, a través del Congreso. Quien pretenda desacreditar o minimizar estos números tendría que hacerlo con documentos y pruebas que avalen sus críticas. De lo contrario, otra vez el grupete quedará en ridículo.

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  8. Largo, insípido y lleno de omisiones

    Fue un buen recuento de inventario, superabundante en detalles y un tanto abrumador. Prima facie, podría decirse que al discurso del Presidente de la República al Congreso no le faltó nada. Detalló cifras, porcentajes, kilometrajes, toneladas, en fin, utilizó todas las medidas de volumen, capacidad, longitud y superficie para dar cuenta hasta el puente más remoto, la última cama hospitalaria instalada, las bolsas de cemento fabricadas y el ahorro en combustibles. Hubo algunos aplausos, intentos de hurras que abortaron enseguida y, en total, una hora y cuarenta y cinco minutos de denso relato de los estados contables de su gestión del último año, aunque con frecuentes menciones a su periodo completo de gobierno hasta el momento.
    Fue un buen recuento, repetimos. Lástima que comenzó con un error garrafal y terminó con varias omisiones para nada menores. Se refirió a la situación institucional describiéndola como “una democracia plena con vigencia del estado de derecho”. Pero olvidó varias cosas. Por ejemplo, que las directivas de ambas cámaras que esa mañana lo recibieron se constituyeron en abierta violación de la Constitución, tanto que los presidentes salientes piensan batirse al respecto en terreno de la Corte Suprema de Justicia. No tuvo una palabra de condena para el brutal ataque al Congreso y el no menos bárbaro atraco de un recinto partidario con el asesinato alevoso de un dirigente político. Ignoró olímpicamente la burda violación de la garantía de defensa en juicio de otro joven dirigente de la oposición mientras cuatro de sus correligionarios han debido pedir refugio en el Uruguay en donde, a la vista de tan evidente manipulación política de la justicia, el gobierno de ese país les concedió de inmediato refugio, residencia y documentos. Un hecho vergonzoso que nos remonta a los negros días de la dictadura estronista.
    Tampoco tuvo una palabra para explicar el hecho de que la pobreza haya crecido durante su gobierno y, mucho menos, anunciar algún plan orgánico para combatirla. Al contrario de sus cuentas detalladas sobre combustible, viáticos y demás componentes del gasto público, su referencia a la incidencia del delito organizado fue vaga e insustancial. Habló de una “significativa disminución de los delitos de motochorros” mientras las fechorías de estos delincuentes llenan los noticieros de la TV y atestan las cabeceras de los diarios. Olvidó mencionar que el consumo privado, que en el quinquenio anterior a su gobierno había crecido un 5%, durante su gestión lo hizo sólo en un 3%.
    Se agradece la transparencia, la austeridad, el ahorro y la honestidad, conceptos que poblaron el discurso. Es lo menos que puede esperarse de un Gobierno: que no robe y que tenga las cuentas claras y a la vista. ¡Ah!, y además que, en lo posible, sea eficiente. Pero hubiera sido más importante que anunciara cómo va a combatir la pobreza, recuperar el poder adquisitivo del salario y garantizar la seguridad de los 7 millones de paraguayos, asqueados de tanto delito callejero, inseguridad y flagrante impunidad. Para eso, ni una sola palabra. Será, seguramente, porque no había nada que anunciar.

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  9. Los apurados

    Por Caio Scavone

    El “vístanme despacio que estoy apurado” del emperador francés Napoleón Bonaparte (1769- 1821) tiene totalmente otro significado acá en nuestro país. Los atrasos verificados en todo los proyectos y, ni qué decir, en toda obra de infraestructura ejecutada por el Estado contrasta con la rapidez ya que siempre se ubica en una lista de espera para dejar escapar el apuro y la necesidad de progresar y buscar el desarrollo.

    Hoy se puede decir que estamos atrasados con respecto al mundo y el sitio ocupado no es ningún secreto. Las muchas cosas proyectadas que hoy se planifican, es probable que con viento a favor y todo, se materialicen en 5 y más años. Es que los políticos partidarios siempre meten la cola, o mejor dicho, las manos. Y para peor, cuando las obras culminen, es casi seguro que ya serán obsoletas por el paso del tiempo. Es que hoy se construye para el ayer y el mañana ya no existe.

    Las escuelas que hoy caen a pedazos se construyeron sin la calidad necesaria y tampoco es un secreto. Tardaremos años en disponer de centros de enseñanza modernos y para cuando eso ocurra ya no serán funcionales. El Fonacide y los royalties originados por las aguas del Paraná sirven para que de la nada naden nuevos millonarios en las Municipalidades y Gobernaciones.

    Y ya que estamos con el agua, un proyecto que sigue ahogándose, y sin que nadie tire un salvavidas, es el proyecto “agua para el Chaco” que lleva más de dos décadas de sequía pero los capos del proyecto se encuentran inundados de prosperidad y sin ventilar ninguna vergüenza de sus bienes mal habidos. El acueducto, desde Puerto Casado-Loma Plata (204 km) ya lleva 4 años de atraso. La “fiscalización” de la obra ya llevó casi más plata que su costo total. Solo en este Paraguay puede ocurrir eso. Pasa que “la perrada y los amigos” deben llevar agua a su molino.

    Las rutas se construyen con la amplitud que ahora se requiere. En pocos años más resultarán estrechas para todo medio de transporte que crece en la misma medida en que se achican nuestras rutas. El tramo a asfaltarse entre Caazapá y Yuty, de unos 89 km de la Ruta 8, aun no llegó a Yegros desde la capital del 6º Departamento y va a cumplir su primer añito de atraso en octubre próximo. En los tramos chaqueños de Pozo Colorado a Concepción y de Río Verde a Mcal. Estigarribia desapareció la capa asfáltica y la reparación hecha ya necesita de otra. El tramo Paraguarí-Villarrica en muchas partes se encuentra en estado calamitoso y se anotan con comillas San Ignacio-Pilar, Cnel. Oviedo-San José de los Arroyos. La falta y reparación de puentes en muchas partes es reconocida y, para colmo, ya ni nos endulzan con alguna “palada inicial” con la que se ensuciaron y nos tiraron mierda los corruptos de entonces.

    Así como en las obras, el retraso también ocurre en las jovencitas y a una edad en que deben estar jugando a las muñecas ya cuidan criaturas propias, como consecuencia y con frecuencia de las relaciones no planificadas y por abusos sexuales.

    Pero no en todo somos lentos. Existen situaciones en donde los muchachos son rápidos como el ubicarse en listas sábanas detrás del cargo y del zoquete para recién en dos años más. A mucho tiempo de las elecciones ya están todos ubicados y dónde tirarse, algunos hasta especulan en una y otra lista, total la cuestión es colocarse. Para tragar la costosa costanera de la ANNP de Ciudad del Este tampoco los corruptos pierden su tiempo.

    En el Paraguay todo es para ayer, por eso tiene valor el “vístanme rápido” que debo ocupar un cargo, es la premisa que vale y nos gobierna. Que las obras sigan atrasadas nada importa, lo que interesa es adelantarse para que otros apurados no les tomen desprevenidos y desvestidos…

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  10. ¡Qué ridículo!

    Por Edwin Brítez

    Según el ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, exfuncionario oviedista y actual ministro cartista, “se tiene que demostrar que el Presidente miente”, refiriéndose a las críticas que provocó el mensaje al Congreso del presidente Horacio Cartes. Nunca escuché algo más ridículo de un ministro del Poder Ejecutivo en 28 años de libertad y democracia en desarrollo.

    Leite no es ningún ignorante, o por lo menos no debería serlo, si nos atenemos a sus títulos de licenciatura en administración y maestría en marketing, adquiridos fuera del país. Pero si nos dejamos guiar por lo que dijo es realmente para dudarlo.

    “Si los críticos no creen al titular del Ejecutivo, deben demostrar que el mismo miente”.

    Luego agregó: “la oposición está en su papel de destrozar el informe, si puede, y hubieran sido unos pésimos opositores si lo aplaudían”.

    Después el ministro se puso a leer datos sobre cantidad de kilómetros de caminos vecinales reparados, puentes construidos, asfaltados, escuelas, pozos artesianos, títulos de propiedad, etc. O sea, datos numéricos, sin mencionar dónde ni nada.

    Entonces, según la concepción que este ministro tiene de la rendición de cuentas y la transparencia, es suficiente que el Presidente y los ministros tiren al aire cifras alegres y los ciudadanos deben limitarse a creerlos y punto. Y si no los creen, se joden, porque tendrán que ponerse a trabajar para corroborarlos.

    Primero tendrán que leer el informe completo, luego chequear in situ si tales escuelas se construyeron, si los caminos fueron reparados, si los puentes existen, etc., etc., además de comparar con los datos de años anteriores y de administraciones anteriores, para recién después tener el derecho a adquirir la categoría de críticos.

    Si no lo hacen de esta forma, adquieren apenas la categoría de opositores que si quieren pueden ladrar o contentarse con un zoquete.

    Una rendición de cuentas, señor ministro, es una exigencia de la responsabilidad política de quienes tienen mandato ciudadano. Ese mandato, en una democracia participativa, está lejos de ser un cheque en blanco para hacer lo que se le antoje y decir lo que quiera, con la obligación de que la audiencia lo crea por el solo hecho de decirlo quien lo dice.

    Esta sí que es la forma antigua de hacer política, algo que con frecuencia se lo escucha criticar. En el último libro de Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, “La política en el siglo XXI”, puede encontrar un capítulo referido a “La opinión pública y las nuevas formas de la comunicación”, que puede ser muy útil para lo que tiene que decir de aquí al 15 de agosto de 2028. Eleemína.

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  11. Una paloma blanca…
    5 julio, 2017

    Lo que ocurrió era lo esperado. Lo de siempre. Un festival de disparates por parte de los politiqueros de la oposición en el Parlamento que, pase lo que pase, año tras año, aunque se presenten mil maravillas, ellos estarán disconformes. Porque están convencidos de que esa es la forma correcta de hacer política, de hacer oposición específicamente. Entonces no les gusta nada y con expresión de disgusto critican “El país de las maravillas” que pinta el Presidente que sea en su rendición de cuentas anual ante el Parlamento.

    La objetividad por supuesto está lejos. Lejísimo, están pensando solamente en sí mismos, en ganar más adeptos. En su electorado, para sobrevivir el mayor tiempo posible en ese cálido regazo que les brinda la República en sus curules de diputados y senadores. Da tanto gusto que aparentemente la idea es morir en el puesto, porque nadie se retira por sí sólo, ahí se tiene el ejemplo del senador Juan Carlos Galaverna, que está próximo a cerrar tres décadas de “proficua labor parlamentaria” y no da ni siquiera trazas de mandarse a mudar…salvo que se lo empuje.

    En este festival de impudicias que se repite año a año, se destacaron también los colorados opositores de “Añetete”, que estuvieron entre los más virulentos. Se lo vio al advenedizo en política, el tal Bacchetta, despotricando contra HC porque no se ocupó del EPP, del aumento de la pobreza, de la inseguridad, etc., que fueron los caballitos de batalla de la edición 2017 del sainete habitual.

    Son problemas de larguísima data (trascienden a varios gobiernos) y de ninguna manera se puede atribuir responsabilidad exclusiva al gobierno de HC.

    Evidentemente la opción actual es desarrollar al país para que estas lacras desaparezcan por añadidura. Claro, ellos preferirían que se entre a sangre y fuego en el campamento de esos criminales, para luego ser ellos los primeros encriticar la violencia del gobierno y ABC regodeándose enviando fotos del suceso a todo el planeta. En fin, eso no va a ocurrir.

    Pero hay un hecho que marcó la diferencia este año. Un opositor liberal, bastante virulento el hombre, conspicuo miembro del “Grupete”, reaccionó de manera diferente ante el mensaje presidencial, aunque posiblemente su actitud le acarree enojos de sus amigotes.

    El senador Carlos Amarilla, desconcertó a todo el mundo cuando reconoció limpiamente que lo que había hecho el gobierno de HC con Petropar, INC y el BNF, era sencillamente admirable. Loable actitud por donde se la mire. Ojalá que implique realmente un cambio de mentalidad de nuestros políticos y que empiecen a pensar un poco más en el país y menos en sus ambiciones personales. Que no sea una jugada política de Amarilla. Que sea un punto de inflexión para sus colegas, incluidos los colorados opositores, de que cuando el gobierno hace algo bueno, hay que apoyarlo, no en bien de tal o cual presidente, sino de esa verdadera legión de compatriotas necesitados.

    En fin, una paloma blanca, en un cielo ceniciento. Ojalá que el ejemplo cunda, aunque es muy difícil y que soplen nuevos vientos que se lleven todo el “smog político”, para el definitivo renacer de la República.

    Soñar…no cuesta nada.

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  12. Institución, institución, institución

    Alberto Acosta Garbarino

    Durante la semana pasada, la mayoría de los programas de radio y de televisión dedicaron gran parte de su tiempo al análisis del informe de gestión presentado al Congreso Nacional por el presidente de la República, Horacio Cartes.

    En casi todos estos análisis hubo consenso de que entre los aspectos positivos de la gestión de Cartes puede resaltarse la inversión en infraestructura y en viviendas y la implementación de la ley de acceso ciudadano a la información pública y transparencia gubernamental.

    En los aspectos negativos hubo menos consensos, porque algunos resaltaron la inseguridad, otros la falta de empleo y no pocos los graves problemas en educación y en salud.

    Suscribo gran parte de las conclusiones mencionadas anteriormente, pero en este breve espacio disponible quiero llamar la atención sobre un tema que ha salido en forma aislada en los diferentes programas, pero que a mi criterio no con la importancia que la misma se merece: las instituciones.

    Siempre que analizamos al Paraguay tenemos que tener presente que como consecuencia de nuestra trágica historia y de los malos gobiernos que casi siempre hemos tenido, hoy el Paraguay se encuentra todavía en el nada honroso lugar de ser una de las naciones con menor desarrollo de América Latina.

    Recordemos que con nuestro PIB per cápita de apenas USD 4.386 estamos muy lejos de los USD 16.709 de otro país pequeño como el Uruguay y destacando que solamente Bolivia –el país más pobre de Sudamérica– con USD 2.737 se encuentra por debajo nuestro.

    Esta situación no es para deprimirnos sino para obligarnos a crecer más aceleradamente.

    Y para crecer hoy existe un gran consenso entre los estudiosos del desarrollo de que la base son las instituciones fuertes y estables.

    En un país democrático las instituciones son la Constitución y las leyes, que ordenan la conducta de la gente. Pero también son instituciones aquellas organizaciones que crean las leyes (el Legislativo), que la hacen cumplir (el Ejecutivo) y que sancionan a quienes no las cumplen (el Judicial).

    Todos los países que se han desarrollado son países donde las leyes estimulan a invertir, innovar y crecer, pero donde al mismo tiempo existe un sistema de control y de sanción para aquellas personas que las violan.

    Si observamos lo que ha ocurrido en el Paraguay desde el año 1992 a la fecha, vemos un tremendo deterioro de las instituciones de nuestra democracia, lo que está dificultando el desarrollo económico y social de nuestro país.

    Observando a nuestro actual Poder Legislativo, donde vemos a algunos congresistas imputados, a otros representando a narcotraficantes y a varios haciendo gala de su ignorancia, qué falta nos hacen congresistas de la primera hora como un Dr. Waldino Ramón Lovera o un Dr. Evelio Fernández Arévalo.

    Viendo a nuestro actual Poder Judicial que se ha convertido en una maquinaria de chantaje y de extorsión, qué falta nos hacen juristas de la talla de un Dr. Óscar Paciello o de un Dr. Raúl Sapena Brugada.

    En esta semana de análisis de la gestión del presidente Cartes, podemos decir que su mayor logro ha sido la implementación de la ley de transparencia gubernamental, pero su mayor aplazo ha sido la falta de reformas institucionales.

    Porque si tuvo la fuerza política en el Congreso para impulsar una ilegal enmienda constitucional, es inexplicable e imperdonable que no haya impulsado una desesperadamente necesaria reforma del Poder Judicial, la primordial entre otras varias reformas institucionales que están en espera.

    Muchos dicen que si queremos el desarrollo la clave es: educación, educación, educación.

    Yo quiero sumar a esa frase la también clave: institución, institución, institución.

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  13. Indignante

    El intendente de Mbaracayú, Edir Lermer se quejó una vez más del abandono de las autoridades nacionales y departamentales, tanto de los gobiernos anteriores como actuales, que nunca dieron solución de fondo a uno de los municipios incluidos en la ruta más importante de la producción en Alto Paraná.
    Mbaracayú tiene en su jurisdicción a Puerto Indio un lugar por donde salen diariamente grandes cargamentos de productos nacionales de exportación hacia el Brasil. Sin embargo, este municipio todavía carece de un acceso pavimentado. En días de lluvias los pobladores permanecen aislados porque el camino se vuelve absolutamente intransitable.
    Lermer explicó que con el presupuesto municipal de G. 2.000 millones es difícil dar respuestas a la necesidad de camino de todo tiempo, específicamente el tramo de 57 kilómetros desde la zona urbana de Mbarakayu hasta la localidad de Puerto Indio y solicitó mayor presencia de las instituciones del Estado en una zona muy sensible para la soberanía de la nación.
    Las autoridades que mantienen olvidadas a Mbaracayú son las mismas que después se llenan la boca de patriotismo, cuando exponen al abandono a un gran sector del territorio nacional, que ahora está a merced de delincuentes, que están creando zozobra en la población.
    “Da vergüenza que el municipio de Santa Helena, Brasil, haya enviado unas 60 cargas de ripio para reparar el tramo que está en malas condiciones. El gobierno departamental está ausente y el gobierno nacional ni siquiera está enterado”, se quejó Lermer.
    No solamente Mbaracayú se encuentra en esas condiciones. La mayoría de los distritos fronterizos alejados tienen el mismo problema y sobre todo cuando su intendente no es del Partido Colorado, como acontece también en Puerto Irala. Allí la mayoría de la población tiene documento argentino y recurre a hospitales y escuelas del vecino país porque las autoridades nacionales y departamentales condenaron al distrito y a sus pobladores.
    De forma descarada y mezquina los sinvergüenzas empotrados en el poder siguen utilizando los recursos públicos para favorecer a sus amigos y castigar a aquellos que no son de su línea política. Realmente vergonzoso es indignante.

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  14. Sentir que estamos fragmentados

    El deseo de la unión en el Paraguay es algo generalizado. Por eso nos quejamos de la falta de ella.

    ¿Fatalidad? No. Tampoco infortunio en nuestro pueblo, como si estuviéramos condenados a no encontrarnos. ¿Entonces?

    Como en tantos temas del Paraguay, no desearía estar pensando y escribiendo en solitario, sino en un debate público con otros conciudadanos. Ojalá a alguno le interesara este tema y que alguna vez nos encontráramos para debatirlo.

    Preocupado por esto leí esta frase de un compañero que me está haciendo pensar. “Nadie puede seriamente reconstruir las relaciones sociales si antes no reconoce que están fragmentadas”.

    A primera vista, sería como decir que “nadie se une si no sabe que está dividido”. Esto me parece un tanto raro de aceptar, cuando estamos con tanta frecuencia hablando de la desunión existente. Saberlo, creo que lo sabemos. ¿Entonces?

    Vamos a cambiar ahora el planteamiento: “Nadie se une si no le importan las consecuencias negativas de estar dividido”. A las consecuencias negativas llamamos fragmentación (reducir a pedazos), lo cual significa mucho más que el mero saberlo y conocerlo.

    Gritamos: “¡Tenemos que unirnos!”, pero no insistimos penetrando en profundidad los males colaterales de la división o dejándonos dominar por respuestas contrarias muy engañosas.

    Les hablamos de unión y nos recuerdan peleas anteriores, que van a perder hegemonía de poder, que ellos tienen la verdad. Deberíamos de refutarles lo que dicen y mostrarles los daños que con ello están haciendo.

    No lo hacemos y pecamos de ingenuos. Exigimos unión por hermandad humana y no averiguamos antes si concretamente se sienten hermanos de aquellos con quienes pedimos se unan. ¿En el Paraguay hemos perdido la capacidad de reconocernos mutuamente como hermanos? ¿O, al menos, miembros de una clase social a la que ciertamente pertenecemos? ¿O miembros de una misma Patria?

    ¿No nos unimos por celotipia de poder? ¿Por no comprender qué sea democracia?

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