El modelo cartista

El 13 de enero de 1947 el Partido Colorado retomó el poder de la República después de haberlo perdido en la revolución liberal de 1904. En siete años lo volvió a perder con el golpe de Stroessner en 1954 que tumbó a Federico Chaves, un caudillo histórico de la ANR. Desde entonces ya no hubo colorado al frente del Ejecutivo. Filosófica, histórica y doctrinariamente, el Partido Colorado quedó al margen del Poder. Hasta hoy. Y posiblemente hasta el 2023.
Los anteriores presidentes de la República disimulaban, más o menos, su anticoloradismo hasta que vino Horacio Cartes. Ya no cuidó las formas ni se preocupó en maquillar el atropello al Partido en cuyo nombre gobierna.

Un relato de García Márquez nos cuenta que en la descomunal lucha por el poder entre Dios y Lucifer, ganó Lucifer. Como el diablo da mala imagen decidió gobernar el universo en nombre de Dios.

Los presidentes que le sucedieron a Federico Chaves –tal vez con una o dos excepciones– gobernaron en nombre del Partido Colorado haciendo creer a los afiliados que la ANR estaba en el Poder.

Cuando se prescindió del coloradismo como entidad doctrinaria gobernante, se acabaron los caudillos, es decir, esos jefes partidarios con raíces coloradas; que respiraban coloradismo por todos los poros; que sentían el orgullo de pertenecer a una asociación política identificada con una tradición de lucha, entrega, desinterés. Eran caudillos que arrastraban gentes por convicción. Esta especie se ha extinguido. Lo de la asociación de “hombres libres” está muerto y sepultado.

Hoy el dinero le sustituye a la convicción, al ideal, a la vocación de servicio. Ya a nadie le importa que el Partido Colorado sea manejado, pisoteado, por gente que viene de afuera. Ahí están Cartes y Alliana. Presidente de la República y de la Asociación Nacional Republicana, respectivamente. Y el próximo presidente de la República, posiblemente, sea otro arribeño.

Ahora bien, ¿hasta qué punto un político militante, “de cuna”, garantiza un buen gobierno? Ninguna garantía, desde luego. ¿Importa más la tradición familiar que los factores decisivos para estar al frente del Ejecutivo? Factores como la formación académica, experiencia en el manejo de la cosa pública, sensibilidad social, probada honestidad, eficiencia, el valor de la justicia. Y sobre todo, tener la inteligencia de valerse de la inteligencia de los demás.

No podemos juzgarle a Santiago Peña como presidente de la República, naturalmente. No sabemos cómo ha de desempeñarse. Por ahí sale bien. Es joven, instruido, y al parecer sin ninguna mancha, salvo que –desde la óptica de los colorados no cartistas– es o haya sido liberal. A esta altura ya no interesa la procedencia partidaria de nadie sino que tenga sinceros deseos de servir al país; que procure honestamente sacarnos hacia adelante; que trabaje por vigorizar la democracia como instrumento de progreso con justicia; que prescinda de elementos nocivos, corruptos, que suelen conformar el primer anillo de nuestros gobernantes.

Lo preocupante del candidato de Honor Colorado es su promesa de continuar con el modelo impreso por Cartes. Quiere decir que vamos a tener, por lo menos, cinco años más de autoritarismo, ceguera, caprichos, endeudamientos, obras públicas mal hechas y peor concebidas, etc. Y por encima de todo, una justicia avasallada, cómplice de la corrupción, porque ella misma es corrupta.

¿Seguir con el modelo de Cartes? No es un buen comienzo para quien pretende dirigir los destinos nacionales.

¿El modelo de Cartes? ¿Va a continuar la persecución atroz a quienes piensan por cuenta propia? ¿Seguirá premiándose la mediocridad, la ineficiencia, la deshonestidad? ¿Va a continuar la compra de conciencia, la política de la chequera? El dinero ayuda, pero también degrada cuando se lo utiliza para especular con las necesidades del prójimo, o para premiar inconductas.

El país necesita otro modelo, otro rumbo, para salir de su postración moral y material.

Por Alcibiades González Delvalle

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/el-modelo-cartista-1600262.html

31 comentarios en “El modelo cartista”

  1. La danza de los lobos

    Por Juan Augusto Roa

    Se acerca la hora de definiciones al interior de los partidos políticos con miras a las elecciones generales de 2018 y comienza la danza de los lobos para acomodar las piezas y las posiciones de los aspirantes a cargos públicos en las listas sábana presentadas como “oferta a elegir”. Sin importar la cualidad ni la calidad del candidato, sus antecedentes, su honestidad ni su rectitud de intenciones. Lo que vale es su capacidad de “aportar” a la estructura política y financiera para llevar adelante el “proyecto” sin importar el origen de esos recursos.

    La meta es el poder, mantenerlo como herramienta para conservar los privilegios, las prebendas, los negocios con el Estado, todo en nombre de la democracia “representativa” y “participativa”, donde la única representación es la de los dueños de los partidos, los famosos “partido jara”, y la “participación” se limita a la repartija de cargos y de recursos públicos.

    Es la hora también de los operadores políticos rentados, pagados con recursos públicos. Un ejército de acomodados en los entes del Estado disfrazados de funcionarios, asesores, especialistas, comisionados, que “trabajan” en favor de los padrinos políticos que los ubicaron en los puestos.

    Qué extraña es esta forma de hacer política, que posibilita el reciclado sin solución de continuidad a piratas de toda laya; a los ladrones del presupuesto, a quienes en su gestión demostraron que son corruptos e ineficientes, a los que mintieron y mienten, a los estafadores de la confianza del pueblo, a quienes amasaron fortunas estando en cargos públicos.

    Los partidos políticos son la herramienta para acceder al poder y el ideal de la política es el bien común; nada más alejado de nuestra realidad. En este perverso juego de intereses y pulseadas, valores deseables en toda democracia son relegados y subordinados a las componendas y los arreglos de mejor provecho para los oportunistas e inescrupulosos.

    No debe extrañarnos, entonces, la dificultad que tenemos como nación para salir del pozo al que nos arrastra esta forma de hacer política y con la que estamos domesticados.

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  2. Soldado disciplinado

    Por Carlos Almirón

    “Soldado disciplinado”, es una frase común entre los políticos criollos de nuestro país para indicar que cumplen a cabalidad las indicaciones de sus partidos o líderes ocasionales. Durante una reciente visita realizada a Fuerte Olimpo por el precandidato a la presidencia por el movimiento HC, Santiago Peña, y su dupla Luis Gneiting, intendentes y presidentes de seccional repitieron esa oración para expresar su sumisión a los precandidatos del movimiento HC, encabezado por el presidente de la República, Horacio Cartes.

    En la reunión con la dupla participaron dirigentes colorados de Alto Paraguay. Nadie les preguntó qué proyectos de desarrollo tienen para la zona, históricamente relegada por sucesivas autoridades. Se limitaron a repetir loas a Cartes y prometer obediencia ante sus determinaciones.

    En el encuentro estaban los considerados “cabeza” del departamento: la gobernadora Marlene Ocampos y el diputado José Domingo Adorno. Por unas horas se olvidaron de los cuestionamientos mutuos.

    La presencia de los precandidatos de HC tenía como objetivo lograr la unidad partidaria en Alto Paraguay. Con Ocampos y Adorno se logró, según los adherentes de ambos en el próximo periodo de gobierno pretenden invertir los papeles. El proyecto es: Marlene Ocampos, diputada-José Domingo Adorno, gobernador.

    Esta unidad comenzó en marzo, durante la reunión de los dirigentes del interior del país con el presidente Horacio Cartes en Asunción. Eso es lo que se encargan de divulgar sus adherentes en las redes sociales.

    Ahora, los ciudadanos se preguntan cómo quedan las denuncias de corrupción que realizaron uno contra el otro. Se presume que con la unidad pactada todo queda en el tradicional “oparei”.

    “Orden e orden”, es una frase muy utilizada durante la dictadura stronista para justificar una orden superior, como la impuesta supuestamente en esta ocasión por el presidente Cartes a Ocampos y Adorno. En realidad, con este tipo de pactos partidarios para mantener el poder a como dé lugar, lo que aflora es el maquiavelismo.

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  3. Democracia en su laberinto

    Por Marcos Cáceres Amarilla

    Varios dirigentes de la oposición ya han asumido que una victoria electoral en el 2018 es una quimera, aunque no lo digan abiertamente.

    Cómo han llegado a esta situación, pese a que, según las encuestas, tenemos un gobierno impopular y desgastado, es algo difícil de explicar y sin solución a la vista.

    Es cierto que faltan 10 meses para las elecciones generales, pero el problema es que ni siquiera está instalado aún el candidato que brinde una sensación de que puede ganar.

    El oficialismo se adelantó varios cuerpos, más allá de que puedan parecer buenos o malos, ya tiene claro quienes son sus candidatos y procura instalar la sensación que el candidato que surja de la interna colorada será el seguro ganador de las elecciones generales. La especulación se ve potenciada por la falta de alternativas viables en la vereda de enfrente.

    Hasta ahora, las energías dentro del arco opositor estuvieron más bien centradas en tratar de impedir que algunos de los “candidatables” pueda consolidarse antes que en construir una propuesta que la ciudadanía crea confiable.

    El escenario que Horacio Cartes construyó durante su gestión, con numerosos despistes verbales y un rápido desgaste, parecía el terreno propicio para que algunos sectores políticos trabajen en una alternativa. Sin embargo, algunos líderes prefirieron acomodarse, sacar ventajas coyunturales aliándose con el oficialismo al precio de perder credibilidad y dividirse internamente.

    Si en los próximos meses, por algún acto de prestidigitación logran estar juntos será difícil creer que sea una unidad basada en la sinceridad y en un proyecto común.

    A Cartes, pese a sus inexperiencia política, no le costó mucho imponerse porque en la interna colorada utilizó la seducción del dinero y de la cultura impuesta por muchos años del mbarete y, fuera de su partido, dividió con facilidad a sus posibles adversarios simplemente otorgando algunas migajas y avivando la desconfianza mutua que ya se tenían los dirigentes.

    Llegamos así al momento actual en el que el presidente y su entorno creen que será suficiente pasar la interna porque del otro lado tienen el partido servido.

    El discurso de Cartes deja en claro que el rival a vencer por parte de los opositores no serán Santiago Peña o Mario Abdo Benítez. Detrás de ellos estará él, omnipresente, porque pugnará para ser senador, cargo que tiene asegurado.

    Si el plan cartista se cumple significará que alguien sin nada de experiencia partidaria previa, sin casi haber ejercido prácticas democráticas, sin una gran formación cultural, sin un discurso atractivo, sin dotes visibles de estadista y con la simple práctica de endeudar el país para realizar unas pocas obras de infraestructura, se consolidará en el poder. Algo que hablará muy mal de los partidos políticos, sus dirigentes y, por qué no, de nosotros, como ciudadanos que elegimos a nuestros gobernantes.

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  4. Con el poderío de Cartes, Peña entra a la carrera

    Por Estela Ruíz Díaz
    «Encontré mi razón de ser en el Partido Colorado. No nací en cuna colorada pero voy a morir honrando al partido».

    Con esta frase, Santiago Peña buscó ayer enterrar la polémica sobre su pasado liberal y dar la vuelta la página al ser proclamado candidato presidencial de Honor Colorado con escasos 8 meses de carné republicano.

    Un desafío que aceptó «con humildad, firmeza y bendición de mi familia».

    La oficialización de la chapa HC (Honor Colorado, Horacio Cartes o viceversa) se dio en un marco del tradicional ritual republicano. Dirigentes de base, diputados, senadores, gobernadores, presidentes de seccionales, con atuendo bermellón y el infaltable pañuelo al cuello, confirmaron la dupla Peña/Gneiting al son de la polca y las infaltables hurras, que esta vez no sufrieron la censura presidencial.

    El acto de ayer fue una demostración de fuerza. Los gobernadores fueron los privilegiados oradores al solo efecto de «dar parte de su departamento»: esto es la lista de intendentes, convencionales y seccionales que permanecían en el oficialismo. Las cifras eran abrumadoras «de 14 intendencias coloradas, las 14 están acá», habló Ñeembucú. «De 40 presidentes de seccionales, 37 están acá», exaltó Alto Paraná. De 17 intendentes, 16 están acá», añadió Luis Gneiting, quien habló en doble calidad de gobernador y candidato a vicepresidente. Las cifras mostraban el desamparo dirigencial de Juan Afara, quien abandonó el movimiento, molesto por la designación de Peña. Era la ofrenda del sur para el presidente que de esa forma saboreaba su triunfo sobre el vicepresidente Juan Afara, que abandonó el barco apenas le dijeron que no sería el timonel del barco que zarpa en el 2018.

    Cada gobernador alardeaba del grado de lealtad de su región. Era un mensaje para destacar la «orfandad» de la disidencia.

    En el mapa que dibujaron, el oficialismo tiene copados los territorios con la tropa casi intacta. «Tenemos el 95% de dirigentes», dijo con triunfalismo un legislador.

    TERRITORIO CARTISTA. Cartes ayer cristalizó su poder en la ANR. Su candidato presidencial fue vitoreado por la dirigencia de base tradicional, que sabe interpretar los vientos por su afinado sentido del olfato del poder.

    Cartes proyecta su futuro político en el joven ministro de Hacienda (38). Su elección es como mínimo audaz, una imposición que mueve los cimientos de la ANR, que fiel a su historia, es obediente al mandatario de turno. Lo eligió como la pieza más importante de su ajedrez político para seguir cogobernando el país. Así como Peña intentó exorcizar su pasado, Cartes también buscó desalentar las críticas por la imposición de su candidato: «No decidí entre cuatro paredes. (Te elegí) Santi, por tu honestidad, capacidad, conocimiento, yo pongo la mano en el fuego (por vos)», le dijo.

    Sin dudas, en los 4 años de gestión, Cartes confirmó su desconfianza en la clase política y Peña es la constatación de esa hipótesis. El gobernador Gneiting como dupla no es otra cosa sino la repetición de la fórmula pragmática ineludible: un outsider más, un político para contener y mantener tranquila a la tropa y así evitar el desbandes.

    Tras el diagnóstico positivo del «territorio y la tropa», Cartes se declaró comandante de la campaña: «Ahora cambio de puesto. En vez de esta candidatura (presidencia), acepto la candidatura 1 (al Senado) y salir a pelear».

    LOS ENEMIGOS. La plenaria de Honor Colorado sirvió para conocer a los enemigos del Gobierno. La prensa fue una de ellas. Se encargó de mencionarla el diputado y presidente de la Junta de Gobierno, Pedro Alliana, el primer experimento de Cartes. Señaló que la crítica de los medios de comunicación obedece al «recorte de privilegios», frase aplaudida a rabiar. Es que su Departamento, Ñeembucú, hoy bajo las aguas, es el cuadro perfecto de la acción política: pobreza, corrupción, inequidad y olvido.

    Las tapas de los diarios le recuerdan eso todos estos días. Quizá lo molestó más que en ese mismo instante, Mario Abdo Benítez estaba visitando Yabebyry, mostrando en sus redes sociales la catastrófica secuela de las inundaciones. La realidad es más efectiva que las cifras.

    Por la disidencia recibió palos la senadora Blanca Ovelar, a quien el presidente volvió a mencionar para exorcizar la digitación de su candidato. «Todos me dijeron: presidente lo que vos digas vamos a respetar y no es cierto, en el 2008 así dijeron y se presentó lo que se presentó, el partido no aceptó esa mercadería (la candidata de Nicanor). El Partido Colorado le echa al Partido Colorado cuando no somos respetuosos. A nadie nos gusta que se nos impongan candidaturas».

    El discurso anticartista que apunta a la falta de conscripción de su candidato también fue foco de críticas. En alusión a él mismo y a su candidato, destacó que la militancia no sirve sino se acompaña con trabajo. «No es la antigüedad, es lo que se hace por el partido y el país».

    EL DISCURSO. Peña hizo ayer un discurso partidario, un poco sobreactuado. No fue su mejor disertación y eso que ha construido un relato electoral mejor armado que su adversario, con mayor vitalidad, quizá porque necesitaba reafirmar su nueva opción política ante un auditorio que lo aclamaba como el elegido pero que discretamente mantiene cautela porque «no es de los nuestros». No es fácil enfrentar un auditorio colorado, lleno de símbolos, de pasión extrema, totalmente ajeno a su privilegiado mundo de la burocracia de primer mundo como el BCP o los organismos internacionales y el Ministerio de Hacienda.

    Habló en líneas generales, de lugares comunes. Hasta Gneiting, menos dotado en las artes de la oratoria, citó con mejores detalles el «modelo cartista» como los programas sociales y las obras de infraestructura, de inserción de Paraguay al mundo.

    Empezó la carrera. El clap clap de las gateras abrió paso a los candidatos. Quedan menos de 6 meses para la definición de la chapa colorada.

    Peña, con la formidable estructura partidaria, estatal y de la poderosa billetera presidencial tiene inmejorables condiciones para posicionarse como ganador, una situación que se puede convertir también en bumerán si no logra sobreponer su perfil al del presidente, que ayer demostró que el protagonista principal es él. El triunfo de Peña será el clímax de su poder y la consolidación de su modelo, pero una derrota electoral será su fin.

    La chapa Peña/Gneiting/Cartes entró con fuerza a escena, en tanto Mario Abdo sigue dilatando la oficialización de su chapa, tratando de hilvanar alianzas en medio de una balcanizada oposición partidaria.

    Se viene una guerra colorada, con nuevos actores y viejos vicios. La ANR, con más sombras que luces, sigue marcando el ritmo de la política paraguaya.

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  5. Carácter

    Por Benjamín Fernández Bogado
    Uno de los rasgos de personalidad más trascendentes es aquel que se erige sobre las tempestades del momento y se proyecta mas allá de sus intereses mezquinos y egoístas para hacerse compromiso con la gente. Son momentos en la vida de las personas en que todo parece ir en contra de aquello que decidió escoger a pesar de los graves costos que supone tal decisión. La vida nos presenta esos instantes en varios momentos en los que nos jugamos todo lo que hemos acumulado como capital personal y en donde podemos perder lo mucho o poco a lo que le damos valor. Nadie más que uno sabe lo que eso importa y el lugar que le toca desempeñar en la vida. A eso se llama carácter o personalidad, que resulta un rasgo más complejo de lo mismo. A nuestros líderes políticos les falta muchas veces este rasgo que vuelve previsible a la persona y confiable ante los demás. Sócrates le daba un valor enorme a eso cuando afirmaba que el elemento más trascendente de una persona puesta al frente de los intereses colectivos era la previsibilidad. Ese que sabíamos cómo obraría ante las tempestades que se avecinaban en una travesía. A los capitanes de barco se les probaba en el carácter su capacidad y derecho de conducir una nave.

    Con el tiempo el carácter pasó a tener una concepción derogatoria de la personalidad al punto de caer en esa afirmación de que tal persona «era buena, pero tenía su carácter». Esto implicaba mal genio, kangue ro, antipático, antisocial y despreciable al punto de volverla desconfiable. Eligio Ayala reunía todas estas características y fue el más grande estadista de este país. Sin él no acababa la guerra civil que se inició en 1904 y que había arrasado lo mejor que pudo rehacerse de los retazos de esta nación luego de la Guerra Grande. Los tiempos de la generación del novecientos, de los saco puku y saco mbyky, del «ára, tera pa Jara» y sus decenas de intentos de derrocar gobiernos, alcanzarlo y perderlo. Sin ese hombre que tenía carácter no hubiéramos saneado las finanzas públicas, pacificado la política y enderezado éticamente este país con unos comentarios y actitudes que hoy serían tomados como denigrantes por la clase política dominante. Era tan actual que la descripción de 1915 sigue siendo tan viva en nuestro presente. Sin ese hombre de carácter perdíamos el Chaco en una guerra que se avecinaba y que con esa visión de estadista pudo preparar al Paraguay para una de sus diagonales de sangre en su historia. Eligio Ayala, el del mal carácter para los pícaros, sinvergüenzas y corruptos, fue el gran presidente que tuvo este país dado a las claudicaciones éticas y morales permanentes al punto de definirnos para muchos por esa debilidad de carácter transformado hoy en cultura viva.

    El poder del hombre con carácter es el no, el negarse a tomar partido por quienes por tener dinero son capaces de creer que todo lo pueden comprar. El que nunca se pondría al cuello algún trapo apresurado del que si no fuera por el oportunismo de circunstancia, solo le hubiera producido vergüenza y rechazo.

    Paraguay requiere personas con carácter de manera urgente. Esto hay que enderezarlo porque así torcido como está ha hecho de la genuflexión el gesto humillante y rastrero que no queremos para un país digno, porque ya lo decía ese coloso ético y político llamado Gandhi, que liberó a la India del dominio inglés, acerca de las cosas que nos destruirán: 1. la riqueza sin trabajo 2. el placer sin conciencia 3. el conocimiento sin carácter 4. el comercio sin moralidad 5. la ciencia sin humanidad 6. la adoración sin sacrificio y 7. los políticos sin principios. ¿Qué más se puede decir?

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  6. Dedocracia Vs. democracia

    Por Antonio Carmona

    Fue en los albores de la democracia, cuando vinieron dos politólogos de la Unión Europea a hacer unos cursos de capacitación en temas de política, en general, y electorales, en particular. Les pregunté, ya que ya estaba en la palestra la polémica por las listas sábana, que han servido para atornillar a senadores y a diputados desde aquel entonces hasta nuestros días, su opinión al respecto: Coincidieron en que las listas abierta eran positivas y mejores, en teoría, pero que en la práctica ejercían poco efecto y pusieron unos cuantos ejemplos de sociedades en las que estaban vigentes y producían poco cambio, ya que mayoritariamente la gente votaba a la lista de su partido, o, en última instancia, si no estaba políticamente motivada dejaba de votar.

    Hemos visto hace poco a una sociedad norteamericana, una de las democracias más firmes, reaccionar postelectoralmente y salir a protestar contra la elección de Trump cuando ya estaba consumada; y al altanero presidente responder con soberbia: «¿Por qué no votaron?»

    Pasó algo parecido con el Brexit y en otras elecciones en democracias con tradición. Los ciudadanos no evaluaron el efecto de «no votar». Los políticamente alineados, «como velas» suelen ser fieles a sus mandantes políticos. Los independientes a veces dejan de votar, contra la democracia. No miden que al no votar no deciden.

    No trato de defender las listas sábana, porque me parecen un primitivismo democrático, al encadenar nombres que uno vota por docena, sin poder seleccionar y en este caso, al contrario del dicho popular, «por docena es más caro»; es decir, un sistema de votación más dedocrático que democrático. Pero creo que las listas cerradas o abiertas no son la clave contra la mala calidad de los políticos, sino la calidad de los votantes.

    Por aquel entonces, otro visitante ilustre llegaba al país, Augusto Roa Bastos, y una de sus principales preocupaciones era justamente la educación política de los votantes, tras casi medio siglo de dictadura. Traía entre sus propuestas un plan de educación política y cívica que presentó a los amigos políticos del exilio que tenía y a los referentes políticos con los que se relacionaba, como tarea fundamental desarrollar ese plan apoyado en una formación cultural en la más amplia visión y el más profundo significado de la palabra cultura, donde la formación cívica y política de los ciudadanos es fundamental.

    La propuesta claramente pensada y redactada, como otras que trajo, fue a parar a las papeleras de los locales partidarios y de ahí fue a morir en Cateura, y fue en el basural enterrada. Hasta nuestros días.

    Lo que proponía Roa en síntesis era civilizar en el sentido político y democrático a la civilidad.

    Sin duda hay que acabar con las listas sábana, pero, también había y aún hoy que dar una formación a los «civiles», ya que veníamos de décadas de militarismo… y como rezaba la Constitución anónima y apócrifa que circulaba en tiempos de la dictadura, «es fácil militarizar a un civil, pero más que difícil civilizar a un militar.»

    E igualmente difícil civilizar al capital, cuando escuchamos y leemos día a día cuánto cuesta una banca y quiénes son los que pueden pagar esas sumas millonarias.

    No sólo hay que abrir las listas; hay que, principalmente, controlar y trasparentar la financiación de la política.

    Será justicia.

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  7. Lo que apuntan como su debilidad es su fortaleza

    Por Jorge Torres Romero

    Es frecuente oír en la jerga política de los Estados Unidos la expresión «pato rengo» («lame duck») que se denomina a aquellos gobernantes que, a dos años de culminar su mandato, comienzan a sufrir una fuerte pérdida de poder ante la imposibilidad de ser reelegidos.

    En nuestro país, desde la caída de la dictadura hemos experimentado el síndrome del «pato rengo» con casi todos los ex presidentes. Lo sintió Juan Carlos Wasmosy, lo mismo pasó con González Macchi, con Nicanor Duarte Frutos y digamos que también con Federico Franco, pese al corto tiempo que estuvo en el poder.

    El caso que mejor gráfica este concepto fue lo ocurrido con Nicanor Duarte Frutos y que el gobernador de Itapúa, hoy precandidato a la vicepresidencia de la República, Luis Gneiting lo recordó en uno de sus discursos y fue cuando Blanca Ovelar era candidata presidencial. La hoy senadora colorada, prácticamente lo mantuvo oculto al entonces presidente de la República, a la hora de hacer campaña, porque era considerado un espanta votos.

    La pérdida de poder de Nicanor se debió a las innumerables denuncias de corrupción que salpicaron a su gobierno, con el valor agregado de que fue sorprendente el aumento de su riqueza y su patrimonio, hechos que no se compadecían con el nivel de sus ingresos y a esto se le puede agregar ese estilo bravucón de presentarse para hacer política que no cayó para nada bien.

    El nicanorismo hizo campaña para ganar las elecciones con Blanca Ovelar sin mostrarlo prácticamente a Nicanor. Sin embargo, hoy en el cartismo pasa totalmente lo opuesto. Los oficialistas colorados harán campaña para juntar votos a favor de Santiago Peña, pero lo harán de la mano de Horacio Cartes, a quien mostrarán y exhibirán por todas partes, porque es el principal gancho, aval y soporte que tiene Peña. Por eso ese discurso de Peña que ya lo viene repitiendo y lo hará seguro hasta el hartazgo: «Vamos a seguir este modelo».

    Y acá se da otra situación que también rompe una cuestión que era común en nuestras campañas electorales relacionadas al eje discursivo: todos los candidatos necesariamente debían introducir la palabra cambio. Claro, la oferta electoral debía ser siempre distinta a la que se tuvo, precisamente por los resultados poco favorables para el país.

    Hoy por ejemplo, la palabra cambio no formará parte del eje discursivo de ninguno de los candidatos. Y esto por la sencilla razón de que con sus luces y sus sombras, este gobierno (modelo) ha dado resultados en varios niveles y esos resultados se ven, son tangibles.

    Entonces, cuanto más acusen a Santiago Peña de ser el «plan b» de Cartes, incluso de ser el «títere» del actual presidente, más favor le hacen a Peña. Porque convengamos que los colorados antes de alejarse de Cartes, hoy quieren estar más cerca de Cartes. Y esto se da no precisamente por un liderazgo marcado y preponderante del actual jefe de Estado, sino porque ha prendido entre colorados y no colorados esa lectura de la realidad con resultados favorables para el país, pese a que algunos medios se resistan a asumirlo y mostrarlo.

    En las internas coloradas, principalmente, es categórico que el elector tendrá en sus manos decidir entre un modelo que ha mostrado resultados en gestión de gobierno, y otro que claramente apunta a seguir exhibiendo a hombres a quienes ya conocemos como gestores de la cosa pública, y no se han destacado precisamente por sus luces, sino más bien por sus sombras. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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  8. Garantizar la gobernabilidad

    La información pasó casi desapercibida en los diarios llamados “independientes” porque nada que no responda a los mezquinos intereses de sus patrones merece mucho espacio. Pero no por eso deja de ser importante y demuestra una madurez digna de destacar en un sector político que es permanentemente atacado por sus incoherencias.

    La senadora por el Frente Guasu Esperanza Martínez planteó que los 2 principales partidos, la ANR y el PLRA, depongan sus permanentes enfrentamientos en un año eminentemente electoral y trabajen por dar gobernabilidad al último año de mandato de Horacio Cartes. Esto es importante no solamente porque proviene de una legisladora que no pertenece a ninguno de los 2 sectores mayoritarios, sino que, además, pertenece a un sector de la izquierda que durante los últimos más de 3 años mantuvo, en todo momento, una postura crítica hacia el gobierno.

    Según Martínez, legisladores colorados y liberales están ya tan inmersos en el proselitismo electoral que anteponen sus respectivas campañas a todo lo que hace al trabajo legislativo, por lo cual, agregamos nosotros, importantes proyectos están siendo postergados ante la alarmante falta de interés de un sector político que pretende seguir ocupando cargos electivos sin hacer mérito para ello.

    Tiene mucha razón en lo que dice, con una salvedad. La disidencia colorada y el oficialismo liberal, desde hace 2 años dedican todo su tiempo y esfuerzo en trabar cualquier proyecto que provenga del Ejecutivo al solo efecto de perjudicar al gobierno.

    El país necesita un respiro ante tanta parafernalia orquestada al solo efecto de trabar de cualquier modo los avances que pudieran beneficiar a todos. Ni bien empezamos a normalizarnos luego de la aviesa campaña de disidentes y opositores por el tema de la enmienda, cuando ya tenemos enfrente el descarnado proselitismo electoral. Dar gobernabilidad al Ejecutivo significa que se permita que las instituciones funcionen con normalidad, que los proyectos pendientes puedan concretarse y que las leyes que redunden en beneficios para la ciudadanía tengan un proceso adecuado y no queden bloqueadas por intereses que nada tienen que ver con la labor legislativa.

    Eso es lo que plantea Martínez y nosotros no podemos menos que aplaudir. Porque la gobernabilidad no beneficiaría solamente a Cartes, sino a todo el país. Este es un buen momento para bajar los decibeles de la crispación política y respirar profundamente, tomando decisiones pensadas y convenientes para todos. Nadie gana ni pierde en una guerra sin cuartel que solamente busca perjudicar al gobierno sin importar qué cabezas tenga que pisar por el camino.

    El trabajo legislativo debe continuar así los partidos y movimientos empiecen a moverse en busca del triunfo tanto en las internas de diciembre como en las generales del año próximo. Quizá si los políticos entiendan que el electorado pensante ha ido aumentando de número, empiecen a mostrar mayor compromiso con su trabajo y lo conviertan en su mejor estrategia de campaña.

    El planteamiento de la senadora Martínez tiene un beneficio adicional: demuestra que el Frente Guasu es mucho más que Fernando Lugo y su forma de hacer política banal, indecisa y pendular. Esto, de por sí, ya es bastante positivo y esperanzador ante tanta estrechez mental.

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  9. Militancia vs. idoneidad
    Por Padre Humberto Villalba
    “No se metan en política”, nos aconsejaban nuestros mayores, con un tufillo platónico, como queriéndonos proteger de una catástrofe anunciada.
    Nuestra historia política contemporánea les da toda la razón. Gentes más capacitadas nos habían asegurado que “las naciones tienen los políticos que se merecen”. La verdad es que los políticos son el espejo de la sociedad y, paradójicamente, lo opuesto también es cierto. La sociedad es un espejo de sus políticos. Una pregunta meramente retórica: ¿Es posible una auténtica política sin una auténtica ética? En medio de un Paraguay sumido en la más burda corrupción administrativa –ni al fútbol se le exoneró– la respuesta es otra pregunta: ¿Existe en el universo político un problema que no sea, en esencia, un problema ético? Los gobiernos en manos de militantes no fueron necesariamente de un pacto con la decencia y la eficacia. Solamente es posible vivir una nueva política a partir de valores y causas comunes. En todos estos años en que se trató de conjugar la vocación política con la responsabilidad de una función pública, aprendimos con amargura y anónimas satisfacciones, una decisiva diferencia: o se vive para la política o se vive de la política. Indudablemente que el poder tiene una enorme fascinación cosmética, la tensión permanente entre opciones morales, el dinero fácil, la falsa conciencia de ser superior a los demás. ¡Qué irresistible debe ser la tentación invisible de embriagarse allá arriba! El político de raza debe saber escoger entre la épica y el sainete, el dar y el venderse, la historia y la historieta. Y ciertamente que los años de militancia no es ningún certificado de buena conducta. La reconstrucción de la política no es una cuestión de color, de polca o de la hueca militancia política que no dejan la mínima ranura para que pueda filtrarse sangre nueva, ideas e ideales renovados. Implica, sí, cambiar de torre para poder ver el mundo, modificar el prisma para no caer en la trampa del mesianismo, evitar la cómoda tarea de arrojar debajo de la alfombra las lacras de nuestra política partidaria. Es posible vivir una nueva política a partir de valores y causas comunes.
    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/militancia-vs-idoneidad-1600019.html

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  10. Oposición con un dilema: Quien quiere no puede y quien puede no debe

    Por Augusto dos Santos

    Mario Ferreiro debería leer ese capítulo embebido en leyendas de Alejandro Magno y aquel nudo invencible de la ciudad de Gordias que el rey de Macedonia supo derrotar con el más sencillo de los actos: dándole un corte de espada. Hoy en la oposición sucede algo singular: El que quiere no puede y el que puede no debe. Un nudo gordiano.

    Querer, no siempre es poder en la política, si bien la convicción y el empeño juegan roles importantes, sin lo cual –por ejemplo– un tornero, Lula, nunca hubiera sido presidente. Pero la situación actual de la oposición de cara a sus internas y por sobre todo las elecciones generales conlleva un desafío especial: Contar con un símbolo. Un líder. Un proyecto de líder nacional al que se lo rodeará del perfume oloroso de la esperanza de un sector político.

    Esto está en tensión en la oposición por tres razones. La primera porque quien estaba mejor posicionado, Fernando Lugo, se desbarrancó en marzo detrás de la enmienda y cayó 20 puntos, cuesta abajo, para peor sin chances legales para repostularse.

    La segunda porque el partido más potente (y dividido) tiene en su sector oficialista la idea fija de proponerlo a Efraín Alegre que no logra sumar puntos aun con sus estruendosos shows semanales de denuncias. El techo duro que golpea la cabeza de Efraín está 20 puntos debajo de Mario y ese dato es tan público –como que aparece en las encuestas– e imposible simularlo.

    Por lo tanto tenemos aquí un sector que quiere pero no puede, siendo improbable que exista ya otro evento tan fuerte como el de marzo para ser utilizado como trampolín y crecer dramáticamente como necesita.

    La tercera razón de la tensión es el caso de Mario Ferreiro, quien duerme con sábana corta. Cada vez que estira la sábana para cubrirse el rostro y soñar con la Presidencia, como en números le corresponde, deja al descubierto sus pies, y sus pies están parados sobre un terreno difícil y cenagoso, la Municipalidad de Asunción.

    En resumen, tenemos entonces que quien puede competir con éxito, Mario Ferreiro, está atrapado en berenjenal porque, en principio él puede llegar a ser un exitoso competidor opositor por la silla de López, pero muchos consejeros dicen que «no debe» ¿ No debe? Lo vamos a analizar aquí.

    EL DISCURSO OPOSITOR, UNO POR UNO

    PLRA. Hay una obra de Miguel Ángel Porrúa (2005) «Dos visiones para el triunfo», en la que se menciona una frase clave: «Cuando alguien ataca desde el poder sucede el caso de que se victimiza a quien se está atacando.».

    No hay dudas que esta es la lectura de los asesores de Efraín Alegre. Alegre necesita que el Gobierno y particularmente Horacio Cartes establezcan una fuerte controversia con él porque ese elemento puede significarle una sumatoria. Por ello también Alegre centra su crítica en personas del entorno.

    En contrapartida, esta estrategia también tiene su filo peligroso porque genera un proceso de «normalización», lo cual hace que la ciudadanía, paulatinamente, asuma que tales sobreactuaciones tienen que ver más con intereses electoralistas que con la realidad. Un ejemplo de esto último es casi tragicómico: la denuncia de un supuesto intento de atentado contra su vida en la noche del 31, fue asumida con muy poca atención por los medios y peor aún por la ciudadanía y hasta «mememizado».

    Por lo tanto el discurso de Alegre y su sector, el más importante de la oposición por razones históricas, probablemente continúe centrado en disparar munición de grueso calibre contra Cartes y su entorno. En la medida en que el oficialismo colorado «compre» una controversia con el mismo irá aumentando sus acciones.

    Alegre tiene una ventaja y una desventaja al mismo tiempo: su obstinación por no ceder la candidatura presidencial.

    MARIO FERREIRO. En la genial novela de F. Scott Fitzgerald, «El curioso caso de Benjamin Button» (luego película), hay una frase fantástica: «Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos». Probablemente este sea el dilema sobre el cual se encuentra hoy Mario Ferreiro. Evaluar cuanto pierde perdiendo una oportunidad y al mismo tiempo evaluar cuánto gana perdiendo una oportunidad. Debe ser un contexto muy difícil de resolver.

    Los números que actualmente tiene en las mediciones demuestran que los baches podrían aun ser más numerosos que sus detractores, pero sus estrategas también estarían considerando ahora que hubiera sido un negocio mucho más rentable proyectarlo desde fuera de la gestión. No hay postulación más cómoda que aquella que depende lo menos posible de variables externas.

    Este sector estuvo haciendo un tour por diferentes alternativas de alianza, ya con el oficialismo del PLRA, en algún momento con la disidencia de este sector, en otro momento con el empresariado próximo al influyente Aldo Zuccolillo. (Hoy este sector, vía Patria Querida postula a Fidel Zavala de candidato a senador).

    Es muy probable que estos últimos contactos ejercidos por los senadores de Avanza País –y su necesidad de congeniar con interlocutores– tuvieran como resultante la pérdida de un pensamiento clave de este sector, Camilo Soares. Paradoja del destino, dos meses después, en las mediciones de mayo, Soares tenía mejor colocación que el propio Adolfo Ferreiro en la valoración positiva de los consultados.

    En cuando al discurso político, este sector seguirá asumiendo dos líneas, la crítica que genera el senador Ferreiro y la conciliadora que aporta el intendente Ferreiro.

    En algún momento el potencial candidato a Presidente debe asumir una determinación; ya existen estudios al respecto del impacto de su hipotética renuncia, pero ésta se dará solamente en condiciones en que Ferreiro pueda ser una especie de «salvador nacional» de las chances de la oposición.

    FERNANDO LUGO. Otro que se encuentra atrapado en sus propias decisiones es Fernando Lugo, el candidato a presidente del Frente Guasu. Los sucesos de marzo le hicieron caer escaleras abajo en los números de preferencias y para peor, con la puerta de la enmienda herméticamente cerrada.

    El discurso del pasado sábado en Itapúa al respecto del acuerdo Cartes-Macri por Yacyretá pinta de cuerpo entero la intención del sector de volver a un perfil opositor del que estuvieron desenchufados por varios meses.

    Todos ven con mayor claridad en este sector la posibilidad que Lugo no encuentre un camino para postularse a Presidente y sí a senador. Pero allí no acaba el problema, el problema es que todos (Richer, Martínez, Pereira, C. Filizzola) necesitan aprehensivamente que Lugo vuelva a remontar en la confianza de los electores porque es la fuerza de esta locomotora la que necesitan para ocupar de nuevo sus sillas senatoriales. Por eso se alienta el regreso al perfil opositor intenso.

    Pero probablemente el discurso opositor más fuerte del Frente Guasu seguirá con las hachas enterradas hasta que se defina la mesa directiva del Senado (mientras sigan en las negociaciones del grupo de los 26) y luego de esto, empezará a cobrar electricidad.

    FIDEL ZAVALA. Es nuevo en la cancha electoral pero representa a un sector poderoso. No. No nos referimos al Partido Patria Querida, justamente, sino a la Asociación Rural del Paraguay, la Unión de Gremios de la Producción y otras corporaciones importantes e influyentes. En principio se lo planteaba como candidato a Presidente, pero algo sucedió por el camino.

    En el análisis del probable discurso del Sr. Zavala queda claro que su idea fuerza será el tema de la seguridad. Sus estrategas saben que es «impegable» en la materia como sucedería con cualquiera que tuviera una historia de sacrificio supremo como la suya (secuestrado durante 94 días por el EPP).

    Es muy probable que el discurso de seguridad del postulante por Patria Querida para la senaduría sea crítico con el Gobierno, al respecto de la seguridad en general y la seguridad vinculada a la lucha contra el EPP, pero también –leyendo sus últimas declaraciones– es probable que sus cuestionamientos aborden a sectores dirigenciales de la política a los que el mismo identifica como próximos a la «célula madre» del grupo armado. De lo que no hay dudas es que el tema EPP estará en el discurso de las elecciones del 2018 y en gran medida ese speech estará en manos de Zavala.

    No existen dudas al respecto de la posibilidad de éxito en su postulación a senador, pero todavía es un misterio si logrará ayudar a más postulantes del PQ a transformarse en congresistas en el 2018.

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  11. Santiago Peña

    Por Roberto Izurieta
    Catedrático de la George Washington University. Analista de la CNN.
    Durante años he tratado de ser moderado, prudente, balanceado, independiente, imparcial y otras series de supuestos atributos. No me ha ido mal cuando lo he hecho.

    Pero últimamente, ya cansado de los abusos en Venezuela, el trato a los indocumentados en la política de gobierno de Donald Trump y ahora con la salida del Acuerdo de París, he tomado la decisión de exponer en esos casos mi clara posición de rechazo. En la misma línea, hoy quiero exponer enfáticamente que lo mejor que le puede pasar al Paraguay es elegir a Santiago Peña.

    Como lo escribí en un artículo «Los problemas del Paraguay», publicado el 9 de abril del 2017 en una columna de La Nación, los dos cuellos de botella para el desarrollo del Paraguay están en el nivel político (de un sistema político rudimentario, obstruccionista y clientelar… ¿sigo?) Y el poco ingreso tributario que no permite tener las grandes obras de infraestructura que necesita el Paraguay.

    Como lo he mencionado en muchas ocasiones, estos retos son nada comparado con los graves retos que tienen países como Brasil, Argentina, México, Guatemala, Nicaragua y Ecuador, entre otros. Yo trataría de solucionar los retos del Paraguay antes que cualquiera de los otros.

    Los retos que el Paraguay debe afrontar no necesitan de fuerzas externas que no controlen los mismos paraguayos para cambiarlas. Ahora, podemos aspirar a un cambio rápido y radical. Para mal, Venezuela optó por eso con Hugo Chávez y para bien, los Estados Unidos e Inglaterra tuvieron la suerte de tener líderes transformadores como Franklin D.

    Roosevelt y Winston Churchill. Pero la realidad es que los mejores y más posibles cambios suceden de manera paulatina, progresiva. Por eso yo prefiero evaluar la dirección y el progreso que consigue un país versus la aspiración que solucione todos sus retos de manera drástica.

    El Paraguay ha aumentado su recaudación fiscal año a año, más allá de su crecimiento económico y sin aumentar los impuestos. Esto yo no lo he visto en ningún país. ¡Bien por Paraguay! ¿Que el Paraguay debe cobrar aún más y mejor? Estoy de acuerdo: pero lo que ha sucedido en los últimos cuatro años es un avance importante y único. O sea, en ese tema, el Paraguay camina por la dirección correcta.

    A mí me gusta caminar, pero en Asunción no se puede hacer porque no hay veredas. Eso es una vergüenza (les dije que he decidido hablar con franqueza). La primera vez que fui a Asunción fue hace treinta años y la avenida España sigue siendo hoy la misma. Hace pocos meses, cuando inauguraron el viaducto, se tuvo que hacer una gran fiesta con fuegos pirotécnicos. Ese viaducto y el metrobús debieron haberse hecho hace más de 15 años. El Paraguay sigue atrasado en infraestructura, pero que se logre hacer el metrobús y el viaducto es una señal hacia el camino correcto.

    Puedo mencionar muchas más cosas, pero pareceré un militante (cosa que nunca lo he sido). Para resolver el problema político, la elección de un líder no partidista como lo fue en su momento Horacio Cartes ha sido un gran avance. No al nivel que muchos (entre los que me encuentro yo) habríamos deseado, pero la realidad es otra. Claramente la vieja política en Paraguay tiene mucha más fuerza de lo que muchos esperábamos.

    Hay que reconocer que tiene gran fuerza en gran parte porque tiene aliados que nunca esperaban: como un grupo –creo minoritario, pero no por eso de los más fuertes– del sector privado que como siempre le apuesta a tener influencia en la vieja política para gozar de beneficios en vez de apostarle al futuro: a una economía liberal y de libre mercado, que crezca con libre competencia para que los precios bajen y haya crecimiento, más y mejores empleos.

    Santiago Peña es un profesional que ha hecho un gran trabajo en el Ministerio de Hacienda. Ha sido intachable en temas de corrupción y a favor de la transparencia. Ha hecho su mayor esfuerzo para evitar y disminuir el clientelismo político (mucho más se requiere hacer en este tema, pero de nuevo, es la dirección correcta). Y con Horacio Cartes han dejado claro el modelo de desarrollo que buscan: una economía seria.

    Paraguay es la envidia de casi todo país en cómo ha crecido estos años (que han sido más bien malos para sus vecinos y casi toda América Latina): muestra de eso, es que consigue vender bonos a una tasa menor del 5% (Ecuador colocó esta semana a una tasa cercana al 10%). Santiago Peña puede defender todas las decisiones y medidas que haya tomado como ministro porque las ha tomado con total libertad e independencia política, lo cual dice bien de él y de Horacio Cartes: porque ambos comparten una visión de futuro y de país, que es lo que está en juego en la próxima elección (más allá de la política).

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  12. Son de lo peor…
    5 junio, 2017

    No podía ser de otra manera desde luego. Son stronistas. Pueden cambiar de rostro, pero no de mañas. Ahora está el carilindo de “Marito”, pero detrás de él están los monstruos de siempre, los que nunca se han ido, que jamás devolvieron los bienes malhabidos, ahora no aparecen, pero ya lo harán si por ahí, Dios no lo quiera, llegan a imponerse en las internas coloradas y luego ganar la presidencia de la República.

    Lo dijimos ayer en esta misma columna editorial… solidaridad oportunista…el hecho en sí parecería nimio, pero disimula el iceberg que está detrás y que habla a las claras sobre lo que deseamos resaltar nuevamente hoy. La campaña que desatarán los “Añetete”, será de lo más sucia, se basará en denuncias fabricadas, prefabricadas de todo tipo y pelaje y anunciada con bombos y platillos por el que les oficia de caja de resonancia, el diario del nonagenario y no sabemos si lucido aun, Don Acero, quien a estas alturas ya debería calmarse de hacer tanto mal.

    La campaña colorada será lo más sucia que se pueda, por parte de los “Añeteté” por supuesto. Eso está a la vista. Analicemos los hechos.

    Antes de iniciar la carrera, donde se empiezan a ver los pingos, el inefable Marito ya les dio el dulce a los pocos seccionaleros que lo siguen. “Voy a volver a gobernar con ustedes”, justo lo que quieren escuchar, volver a meter las manos en la lata del Estado, repartirse el dinero del pueblo a manos llenas, primero, obvio, a sus bolsillos, luego a su gente, convertirse de nuevo en los reyes de la comarca, en desmedro del resto de la ciudadanía, del país, de todo lo bueno que se ha hecho y que costó tanto, hasta el momento. Increíble que HC siga cautivando el interés de las masas coloradas pese a haberse negado rotundamente al clientelismo y la corrupción que promete nuevamente de inicio el retoño de Don Mario, del de los chistes.

    Es de creer que los líderes colorados están viendo el trabajo que hay a lo largo y a lo ancho del país, todo lo bueno que se está haciendo de aquí para allá y donde ellos pueden participar, es cierto, “por las buenas”, comandando los lotes de gente que ponen el hombro para sacar al país adelante der una vez por todas.

    El siguiente paso de los “Añeteté” fue amenazar a todo el mundo con el cháque, a los organismos electorales….cháque los vamos a denunciar, anique pemacaneati, lo hicieron sacando pecho con el Dr. Merengue Bacchetta a la cabeza.

    Y bueno ahora, de manera concertada con ABC, mintiendo salvajemente a la opinión pública. La asistencia que está brindando el gobierno a los damnificados por las lluvias en el Ñeembucú está de lo más coordinada con todos los intendentes. Se les envió todo lo que pidieron. Se les enviará más, no hay una sola queja de los mismos. El titular de la SEN en una entrevista periodística sacó pecho y anunció que hay dinero para la ayuda no falta nada, se asistirá con lo elemental a todo el mundo, no hay ningún problema. Pidan y se les dará y si no lo piden igual, dijo y nadie lo desmintió.

    Caravanas de la SEN llegan todos los días a las zonas afectadas. Asimismo HC envió a los ministros a ver cómo pueden ayudar.

    No. ABC no vio nada de eso. Y censuró con todo el lanzamiento de la formula Peña-Gneiting, en tapa, sobre la base de un supuesto contrapunto entre el desamparo de compatriotas inundados y la opulencia del lanzamiento del candidato de HC.

    En el mismo instante y luego de recibir las correspondientes instrucciones de “Don Acero”, el delfín Marito repartía migajas ridículas en Yabebyry y en localidades cercanas.

    Así van a ser las cosas en la campaña colorada. Juego sucio a full. Y luego lo denunciarán y se rasgarán las vestiduras con un cinismo de alcurnia patentado por el stronismo como cuando ibas a preguntar por tu familiar detenido en una comisaría y te decían…noooo, aquí no está. Y tu gente estaba allí nomás a un par de metros, tirado en una de sus asquerosas mazmorras. Eso está volviendo con sus sonrisas de fiera, congeladas en los rostros.

    Hay que combatirlos. No dejarlos pasar. Se tienen los elementos. La interna será encarnizada por lo que se ve. Y eso que el momento de la gran traición aún está por llegar, habrá que rescatarlo y restregárselo por el rostro en cuanta ocasión se presente. Nos referimos al preacuerdo de Yacyretá, que seguramente van a torpedear agavillados como siempre con la oposición en el Parlamento.

    Esa será la hora de la hiena. Pero seguramente lo pagarán muy caro electoralmente.

    Veremos.

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  13. Confesión de parte

    “A confesión de parte, relevo de pruebas”, dicen desde tiempo inmemorial los abogados: No hace falta probar algo cuya autoría confiesa su autor.

    El flamante precandidato presidencial de Horacio Cartes, Santiago Peña (Santi), en efecto, lleva varias semanas confesando que será un títere de Cartes. Sería muy sano que todo el país tome nota de estas confesiones porque, en efecto, Peña es solamente la reelección de Cartes por otros medios.

    El diccionario de la Real Academia dice que “Títere” quiere decir “1. m. Muñeco que se mueve por medio de hilos u otro procedimiento. 2. m. Persona que se deja manejar… 4. m. coloq. Persona que actúa ligeramente o sin fundamento…”).

    Ya las circunstancias que rodearon la afiliación de Santi a la Asociación Nacional Republicana (ANR, partido Colorado) mostraron que tiene disposición a complacer a Cartes de forma incondicional: El presidente lo explicó así: “Yo voy a obedecer a los convencionales” –ayer, 5 de junio, los desobedeció sumando a Lea Giménez, a Soledad Nuñez–, “tengo un señor respeto hacia los convencionales. No voy a esperar el lunes para destituir a los ministros liberales, pero les cuento que el ministro de Hacienda, Santiago Peña, pidió ser colorado” (http://bit.ly/2rXYbKi).

    Pero Santi nos aporta, por suerte, cada día más evidencias. El pasado primero de junio, no asistió a un debate al que se había comprometido a ir y Última Hora dijo al respecto que “Santiago Peña fue la nota resaltante ayer por no asistir al debate organizado por el Club de Ideas en el World Trade Center, donde estaban invitados además otros referentes de la política y precandidatos para las generales del año próximo. “Peña prometió y juró estar en este debate. A las 18.00 avisó que no vendría”, señaló Víctor Raúl Benítez, uno de los organizadores. Asistieron Mario Abdo Benítez (ANR), entre otros” (http://bit.ly/2slBi0x).

    Sobre esa ausencia, mi querida amiga y compañera Estela Ruiz Díaz dijo en su cuenta de Twitter (@Estelaruizdiaz): “Vine a ver el primer duelo e/@MaritoAbdo y @SantiPenap pero el ministro avisó a las 18.00 que no viene. ‘No soy dueño de mi agenda’, se excusó”.

    Santiago Peña confiesa que no controla su propia agenda. Luego, otra persona la controla.

    Ayer, cinco de junio, el diario ABC Color publicó que “El precandidato a la presidencia Santiago Peña señaló que la conformación de las listas para el Senado descansará en el presidente Horacio Cartes, líder del movimiento Honor Colorado, quien será el N° 1 en esa misma lista” (http://bit.ly/2rKrkb8).

    Santiago Peña confiesa que no controla su base de sustentación política. Luego, otra persona la controla.

    También ayer, cinco de junio, el diario La Nación, vocero oficial del grupo Cartes, publicó que “Santiago Peña afirma que continuará la gestión de Horacio Cartes. Peña destacó que el objetivo es continuar la gestión realizada por Cartes. Agregó que en este gobierno la población encontró respuestas” (http://bit.ly/2qPBPXo).

    Santiago Peña confiesa que no controla su programa de gobierno. Luego, otra persona lo controla.

    Peña confiesa, en síntesis, que implementará un programa que no es suyo, que lo hará con una base de sustentación que tampoco es suya y que ni siquiera es libre de decidir a dónde va a ir: Confiesa que es una persona que se deja manejar.

    Por Enrique Vargas Peña

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  14. Se está poniendo lindo

    Se avisoran nuevos rumbos, aunque esta frase ha sido desgastada, deberíamos poner nuestra confianza siempre en nuevos prospectos, nuevas mentalidades, criterios diferentes, más capacidades y tratar de ver en la persona elegida su virtud de servicio.

    Existen buenos candidatos o por lo menos es lo que demuestran mientras ofrecen sus proyectos. Santiago Peña es un candidato que puede llenar muchos vacíos que tantos otros no lo pudieron hacer; porque demuestra capacidad, idoneidad, preparación, experiencia en la función pública, requisito fundamental.

    Todo esto debe pesar para que sirva para cambiar un poco el viejo modelo de nuestros políticos, que a pesar de que contribuirían en algo para el país, no lo es suficiente. Se necesita mucho más para acabar con muchos vicios en el manejo de nuestra política y que sigue atascando lo que debería ser el despegue hacia el progreso nacional.

    Peña, además, tiene juventud, condición fundamental para resistir, combatir, y llevar a cabo todo lo que conlleva ser un hombre para realizar un arduo trabajo el de consolidar todo lo bueno que, estoy seguro, existe en nuestro querido suelo guaraní.

    Eleuterio Simón Samudio

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  15. Consecuencias de ganar como sea

    Por Marcos Cáceres Amarilla

    En los corrillos de la Conmebol, el pasado fin de semana, durante la presentación de la dupla oficialista Santiago Peña-Luis Gneiting, se vieron algunas escenas y se escucharon aseveraciones que pintan un cuadro de lo que es y será el cartismo en su intento de mantenerse en el poder.

    Un mensaje que hicieron correr varios dirigentes oficialistas es que la chapa designada por el presidente ganará la elección interna sea como sea. Este anuncio es tomado por algunos disidentes como una advertencia, con consecuencias difíciles de medir.

    El acto tuvo también ribetes pintorescos (o grotescos, según se vea), con algunos actores y actrices que parecían sacadas de un museo de cera del stronismo, de existir un lugar así (a lo mejor habría que inventarlo y poblarlo de modelos vivos, como atractivo turístico).

    El discurso más interesante, como era de prever, no estuvo a cargo del candidato, sino del presidente Horacio Cartes.

    El mandatario cargó contra la oposición y, especialmente, contra sus adversarios internos de Colorado Añetete, a los que acusó de haber sido los responsables de incendio del Congreso del 31 de marzo pasado.

    Puso en duda que luego de las internas se produzca el famoso “abrazo republicano”, al señalar que el sector que lidera el senador Mario Abdo Benítez incurrió en cuestiones muy graves.

    Cargó nuevamente contra la senadora Blanca Ovelar a quien, evidentemente, no le perdona haber revelado que él, en junio de 2015, intentó comprar su adhesión, con una oferta directa, a través de la senadora Mirta Gusinki, del cargo de presidenta del Senado, además de dinero en efectivo.

    Que el presidente maneja a varios legisladores colorados y opositores, pasándoles plata, es un secreto a voces desde el inicio de su gestión. Sin embargo, al mandatario le molestó en particular que lo haya confirmado una senadora que, según considera, llegó al cargo solamente porque él se lo dio. Lo mismo piensa, por ejemplo, del senador Arnoldo Wiens.

    Es obvio que Santiago Peña tampoco hubiera llegado donde está ahora si no fuera por la decisión del presidente, lo cual significa que no tolerará una eventual futura insubordinación, en el caso de que el exministro llegue a ser presidente.

    Según dicen quienes lo conocen bien, Cartes tiene un profundo desprecio por todos los políticos, pero en particular por aquellos a quienes les hizo favores prestándoles o dándoles dinero. Al único que se sabe con seguridad que le cobró unos US$ 200.000 fue al expresidente Nicanor Duarte Frutos, en agosto del año pasado.

    El presidente está dispuesto a poner en esta interna el dinero que haga falta, como hizo con la elección de julio de 2015 cuando ganó su candidato, el diputado Pedro Alliana. En aquella ocasión se vanaglorió públicamente de que no se gastó ni un peso del Estado en la campaña porque él puso todo de su bolsillo.

    El argumento del cartismo para que los colorados voten por Peña es que es el candidato con mejor perfil e imagen para ganar las elecciones generales en 2018.

    Sin embargo, tal como están las cosas en la oposición, dividida y sin un candidato seguro, la disidencia colorada, con la figura del senador Abdo Benítez, también cree que tienen las mejores perspectivas de ganar la elección.

    Aunque el cartismo tenga de su lado la mayoría de los dirigentes, el voto colorado en esta oportunidad en realidad es imprevisible. La duda es si el anuncio en el acto de la Conmebol incluye hacer trampa, como ya se concretó en ocasiones anteriores en la ANR. ¿Aceptarán los disidentes los hechos consumados? ¿La ciudadana en general quedará sin reaccionar? Ya lo veremos.

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  16. Renovación en el escenario político

    Por Óscar Germán Latorre

    En pocos días más la carrera electoral se pondrá más intensa y, muy posiblemente, como es una lamentable característica de nuestros políticos, no escucharemos propuestas de planes de gobierno sino principalmente todo tipo de agresiones y hasta persecuciones en los distintos partidos y movimientos políticos, principalmente en el partido colorado donde sus internas son por demás intensas.

    Me temo que la perspectiva de mejoramiento del sistema de elección a través de las listas abiertas, anhelado por organizaciones sociales y por muchos ciudadanos, no podrá salvar la resistencia que encontrara en las mayorías de cualquiera de las dos Cámaras del Congreso. Además, cualquier cambio de sistema de listas cerradas a listas abiertas requiere la implementación de tecnología para permitir el voto electrónico y así evitar las dificultades que naturalmente deben esperarse en caso de que el escrutinio quede exclusivamente en manos de los integrantes de mesa. En otras palabras, las listas abiertas deben ser acompañadas por el voto electrónico, que requiere un plazo respetable para que la Justicia Electoral incorpore los equipos, instale los softwares, cargue los datos y con el control de todos los movimiento y los partidos políticos realice un riguroso control técnico sobre sobre el sistema informático a ser implementado.

    Luego, estando a seis meses de las elecciones internas es casi imposible, aun en la hipótesis de que el Congreso apruebe las listas abiertas, que la Justicia Electoral pueda llegar a incorporar con éxito ese sistema sin contar con la tecnología adecuada. Por ese motivo, las propuestas de última hora para introducir las listas sábanas no pasan de ser meramente populistas, pues sus adherentes o proyectistas conocen perfectamente los requerimientos previos para su implementación efectiva.

    Por otro lado, el escenario electoral nos pone ante una realidad que es imposible de desconocer. Entre los distintos partidos y movimientos políticos, el partido colorado es el que ofrece alternativas de renovación de sus precandidatos a la presidencia y la vicepresidencia de la república. Por un lado, la disidencia colorada presenta la precandidatura de Mario Abdo Benítez, un joven dirigente que trata de consolidar su liderazgo sobre el grupo disidente del actual gobierno. No se conoce aún al precandidato a la vicepresidencia, aunque suena como posible la precandidatura del actual Presidente de la Honorable Cámara de Diputado Hugo Velázquez Moreno, un político que ha demostrado su innegable cintura y ha ejercido un innegable liderazgo en la Cámara de Diputados en apoyo del gobierno del Presidente Horacio Cartes.

    Por su lado, en las carpas oficialistas, no pocos se han sorprendido con la dupla Santiago Peña – Luis Gneiting; el primero, un joven que ha demostrado sus talentos y alta capacidad técnica como funcionario en organismos internacionales, en el Banco Central del Paraguay y últimamente como Ministro de Hacienda del actual gobierno. Sus adversarios le critican su falta de militancia y su anterior pertenencia al partido liberal, pero esos no son cuestionamientos sustanciales.

    Hoy, Santiago Peña es tan colorado como yo y como cualquier otro correligionario y tiene los mismos derechos y obligaciones con el partido y sus afiliados incluyendo a los tradicionalmente conocidos como los Osos Blancos, los dirigentes históricos del partido.

    Como puede observarse en el escenario colorado, la renovación de sus dirigentes principales es un fenómeno que cada vez es presentado con mayor intensidad. El partido tendrá dos jóvenes pugnando por la candidatura a la presidencia de la república en representación del partido y, por detrás, a dos políticos de gran experiencia como lo son el Gobernador Gneiting y el Diputado Velázquez.

    No obstante ese elemento común, la disidencia plantea un cambio radical en la política implementada por el actual gobierno, mientras Santiago Peña ofrece la continuidad de las estrategias que están siendo desarrolladas por el gobierno de Horacio Cartes, expresadas en innumerables obras públicas, un mejoramiento ostensible en el sistema de salud, incuestionables esfuerzos en pro de la transparencia en la gestión pública, acceso a la información, el equilibrio presupuestario y un crecimiento económico considerablemente superior a la mayoría de los países de Latinoamérica, incluyendo a nuestros dos poderosos vecinos.

    Esas serán las alternativas entre las que deberá escoger el electorado colorado y solo es de esperar que los discursos políticos tengan un contenido constructivo, donde cada sector exponga sus programas o proyectos de gobierno y que no se limiten simplemente a injuriar y calumniar a sus circunstanciales adversarios.

    Fuera del partido colorado, el PLRA se debate en una lucha interna que claramente fracciona al partido, con un candidato del oficialismo como Efraín Alegre, que no escatima esfuerzos por asegurar su precandidatura a la presidencia sin importar el tendal de heridos y de resentidos que está dejando a su paso. El trato con sus correligionarios lo ha convertido en un candidato temido por los propios liberales, más aun cuando su presencia en distintos escenarios llamativamente coincide con actos de violencia innecesarios, sea en la convención, sea en el Congreso y también últimamente en una reunión de Senadores y dirigentes del sector llanista en Villarrica que ha sido atropellada por un grupo de seguidores de Alegre.

    Esas son las principales precandidaturas que deberán pasar primero por las internas de sus partidos. En el caso de los colorados deberán elegir entre un técnico que anuncia continuar con los programas, proyectos y estrategias del actual gobierno y aquel que anuncia el cambio, aunque todavía no especifica cual ni el mecanismo para implementarlo.

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  17. Disecando la liturgia republicana

    Por Alfredo Boccia Paz
    Capos en el uso de la simbología política, los colorados son expertos conocedores de la fuerza de los mensajes visuales y auditivos. Tomemos algunos elementos del acto de presentación de la candidatura de Santiago Peña como ejemplo.

    Local. Eligieron el de la Conmebol por ser cerrado y no muy grande. Era importante que estuviera lleno, con gente apiñada y con el escenario repleto de figuras de nivel nacional, ministros y altos funcionarios. La difusión a todo el país estaba, de todos modos, asegurada por los medios del presidente. En suma, el poder debía ser mostrado.

    Colores. Todos vestidos de rojo, pues era una ceremonia de beatificación republicana. Había que coloradizar al candidato, teñirlo de tradicionalismo partidario. La profusión de banderas rojas no era casual, fue una decisión marquetinera. En otras ocasiones, cuando era necesario ciudadanizar un nombre o una idea –en la presentación de firmas pro enmienda al TSJE, por ejemplo– la tenida fue de blanco. Otras veces fue conveniente hacer desaparecer la sigla ANR y el color rojo y exhibir solo al candidato y la Lista 1. En este caso no, cuanto más colorado apareciera el nombre de Peña, mejor.

    Música. Omnipresente, repetitiva y partidaria. Creaba un clima de entusiasmo que a veces faltaba al auditorio; servía como parteaguas entre los discursos y era útil para señalar a los múltiples oradores que su tiempo se había acabado. Ayudaba, además, a mantener el ritmo de una monocorde demostración de tropa y territorio dirigida casi exclusivamente al interior del partido. Había que desmoralizar a la oposición interna con abrumadoras muestras de lealtad de gobernadores, intendentes y presidentes de seccionales de cada uno de los departamentos del país.

    Discurso del presidente. Se nota el paso del tiempo en el estilo de Horacio Cartes. Se lo ve más suelto y espontáneo y algo más cálido. No puede, sin embargo, evitar los arranques de cólera hacia aquellos a los que le tiene tirria: Blanca Ovelar, la disidencia y la Fiscalía. Este organismo acusó el latigazo y los fiscales ordenaron unos días después el apresamiento del joven Stiven Patrón en una acción pusilánime que no podrá sostener con pruebas. Cartes, por supuesto, alabó a Peña. Este era el punto más delicado: alguien que se había afiliado recientemente para ser candidato debía presentar a antiguos seccionaleros un delfín que medio año atrás era liberal. Complicado, ¿no? Para eso está la liturgia, mucha liturgia.

    Candidato. Su oratoria es todavía endeble, pero parte de una plataforma superior a la que tenía Cartes al comenzar. Era evidente su deseo intenso de caer bien, de ser aceptado por centenares de dirigentes a los que, en su enorme mayoría, veía por primera vez. Por eso cayó en excesos melosos, como cuando dijo que encontró su razón de ser en el mundo gracias al Partido Colorado. Le convendría moderarse en estas apreciaciones porque suenan oportunistas.

    En definitiva, lo que para algún extranjero podría parecer un acto político anacrónico y algo fascista, fue una puesta en escena probablemente muy efectiva para los fines buscados. Que el candidato parezca colorado, muy colorado.

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  18. Tiempos difíciles, tiempos de reflexión

    Por Jaime Egüez

    Se nos aproximan las fechas en las que usaremos, en un momento fugaz, todo el poder para decidir nuestro futuro como país. Este acto simple lo efectuaremos en instancias propias de un grupo que son las internas de un partido para luego realizarlo en las elecciones generales.

    Muchos de los que leen esta línea lideran grandes sectores humanos a través de sus empresas o grupos de influencia. Debemos entender que una elección amerita un tiempo de reflexión, de escucha de los que pugnan por tener el poder, la autoridad para construir escenarios de desarrollo para los paraguayos. No es algo sencillo y de consecuencias fútiles equivocarse. Debemos hacer una buena elección. Y para esto hay que intencionalmente involucrarse en leer, participar, juzgar y compartir información veraz a fin de llegar a una evaluación sobre los que nos proponen un plan de gobierno.

    Un buen líder político tiene que transmitir una visión clara, realizable, construible bajo un plan concreto, bien comunicado. No compremos más espejitos de personas que nos proponen más de lo mismo que hoy tenemos. Debemos cambiar las recetas con personas diferentes si queremos una realidad distinta. El desarrollo se fundamenta en que los que ostentan el poder están para trabajar y servir con eficiencia y honradez para promover el crecimiento de todos los paraguayos, no de su grupo partidario o de su grupo cercano.

    Hemos transitado durante estos últimos años en un escenario donde la principal herramienta ha sido la transparencia de los actos de los «actores en el poder». Hemos podido evaluar, analizar y mirar lo que hace el Gobierno. Aún tenemos mucho que exigir en la transparencia del Congreso, y más aún en la trasparencia del Poder Judicial.

    Arranquemos por enseñar conciencia cívica en nuestras empresas, hagamos un espacio de pedagogía para que nuestros empleados, nuestros proveedores y nuestro círculo de influencia entiendan que este es el único momento de análisis y reflexión que tendremos para poder tomar una simple pero tan importante decisión en unos pocos meses, y que definirá nuestro futuro los próximos años.

    Muchos de los que están en las empresas son jóvenes que votarán por primera vez, jóvenes que gritan por espacios de sinceridad y transparencia. Deben tener claro qué se les debe exigir a los candidatos para cargos tan importantes como el Congreso, donde se construyen, modifican y aprueban las leyes que regirán la vida de los ciudadanos de este país.

    Elegiremos al presidente, el cual tendrá a su cargo armar su gabinete y ser altamente eficaz en la utilización de los recursos de nuestros impuestos. Sería determinante para todos que podamos evaluar quién de los candidatos ofrece una plan de trabajo posible, concreto, que sea evaluado bajo el escrutinio simple de un ciudadano. Queremos dignidad para todos, igualdad de oportunidades, desarrollo sostenido de la economía, equidad impositiva, viviendas decorosas, hospitales en todas las ciudades del Paraguay, escuelas primarias y secundarias donde formemos el futuro de nuestros hijos con profesores bien formados, aulas limpias, dignas y con acceso a tecnologías vigentes en los centros educativos de países del primer mundo.

    No debemos perder tiempo. No podemos improvisar al tomar tan importante decisión. No hay más espacios para vendedores de ilusiones, soberbios atornillados a sus cargos por una estructura que tiene años enquistada en la vida política de la República. Arrancamos la carrera hacia un futuro mejor. Tomemos buenas decisiones, lideremos a nuestro entorno de influencia para ser rigurosos con nuestras evaluaciones. Paraguay merece continuar creciendo, merece ser el mejor país para los negocios, merece ser el país con mayor equidad social.

    Está en nuestras manos en este momento conquistar esta realidad. Seamos responsables ante el futuro.

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  19. Ametralladora biónica

    Por Alex Noguera

    Cuando en 1974 hizo su aparición «El hombre nuclear», la gente quedó impactada. Gracias a la tecnología, el astronauta Steve Austin (Lee Majors) era capaz de realizar proezas físicas inimaginables. Con sus dos piernas biónicas, el hombre de los 6 millones de dólares podía correr más rápido que un auto; con su brazo era capaz de doblar los metales y con su ojo cibernético era más que seguro que nunca necesitaría de anteojos para leer letras pequeñas a 1 km de distancia. El éxito de la serie fue tal que este Adán pronto tuvo su Eva: La mujer biónica, Jaimie Sommers (Lindsay Wagner), quien como toda mujer tenía la virtud de escuchar mejor que cualquier hombre, incluso que el electrónico súper Steve.

    Bueno, sospecho que un ser de esta clase fue el que decidió ir a desayunar la otra mañana en el mercado. El prodigio que realizaba este fenómeno lo hacía con su boca, o mejor con su lengua, que debía ser una versión mejorada de los agentes de Oscar Goldman porque no es posible que alguien pudiera decir tantas incoherencias en tan corto tiempo. Era como una ametralladora de palabras.

    Posiblemente nuestro protagonista criollo estuviera «aceitado» con una buena dosis de vino en cartón o algún producto destilado para combatir el intenso frío de la estación, lo que le permitía «abrir fuego» de manera que la cadencia de impactos era de «última generación».

    Haciendo una comparación, podemos decir que una persona normal sería como la primera ametralladora automática portátil llamada Maxim (1884), que aterrorizaba con sus increíbles 600 disparos por minuto, pero este súper hombre era la versión prototipo de la compañía armamentista australiana Metal Storm y su Barrel 36 de disparo electrónico, capaz de «escupir» más de un millón de balas por minuto, algo así como 16.000 por segundo.

    El alegre personaje pronto se sentó al lado de un colega suyo y comenzó el intercambio de proyectiles. Uno decía que los bandeirantes estaban de regreso, que este asunto de los descuartizamientos no era obra de los narcos del PCC, sino que de los inmortales bandeirantes que seguían entrando en territorio paraguayo.

    El otro aprobaba moviendo afirmativamente la cabeza, sin demostrar si estaba más preocupado por la teoría invasiva del amigo o por el vaso que se vaciaba con demasiada prisa. Para hacer que el erudito siguiese hablando y dejara en paz el «micrófono», utilizó como estrategia dos palabras: «¿Estás seguro?», preguntó. La ametralladora humana hizo gala de sus reiteradas detonaciones, mientras el «concentrado» interlocutor «atajaba» el vaso.

    –Claro, respondió. ¿No ves cómo era hace unos años nomás, en México, esos del grupo de los Zeta que le cortaban la cabeza a sus rivales, o las manos? Así mismo ya estamos ahora. No pasa un día sin que le maten a alguien. Vienen en moto, le disparan y desaparecen sin que la policía sepa nada. Allá en México se le compra luego a los policías. Ya no sabés quién es honrado y quién bandido, afirmó.

    –Sí. Asimismo. ¿Viste como le «curaron» a unos cuantos? Los de una televisora simulaban que encontraban una billetera y le entregaban a un policía para que le devolviera si alguien preguntaba. Ellos le filmaban. Después venía el supuesto dueño de la billetera y le preguntaba al poli si no había visto su billetera por ahí y el 95% decía que no. Solo uno devolvió la billetera. A los demás les tuvieron que mostrar la grabación en la que recibían la billetera para reconocer que la tenían. Algo así hay que hacer acá, opinó.

    –Sí, acá hay muchas cosas que cambiar. Los jóvenes son la esperanza. Para comenzar, todos los manguruyús del Congreso tienen que volar. Siempre son los mismos. Cobran, cobran, no hacen nada y se llenan los bolsillos. ¿Para qué quieren tanta plata? Como si fueran a poder gastarla en dos o tres vidas.

    –Lo que pasa es que con esa plata nuestros honorables representantes se esconden de nosotros. Levantan muros como Trump para que la gente a la que representan no les molesten.

    –Cheeee!!! ¿No viste la pelea entre las dos capetas? Una reconoció que era una p…

    –Sí. Es lamentable el nivel de esa gente. ¿Será que alguna vez el pueblo y no la justicia va a juzgarles? Siempre terminan un periodo o hacen rekutú o van a sus casas sin que pase nada. Así como los concejales municipales también. Nunca dan cuenta de sus malas acciones.

    Así, entre disparos de palabras, un tímido rayo de sol fue el aviso de que el hombre nuclear debía regresar a casa antes de que su mujer biónica le diera con el mazo.

    Haciendo zig-zag como probando nuevas piernas cibernéticas, el hombre ametralladora desapareció en los recovecos del mercado.

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  20. Una interna que definirá el perfil de la ANR

    Por Estela Ruíz Díaz
    Las candidaturas para las primarias coloradas están prácticamente definidas.

    Hace una semana se presentó oficialmente la dupla cartista Santi Peña/Luis Gneiting en un ritual clásico colorado, pero con la impronta del presidente Horacio Cartes.

    El jueves Mario Abdo Benítez confirmó como dupla al diputado ex cartista Hugo Velázquez en un acto más discreto.

    Tras la definición de Peña como candidato de Horacio Cartes, se dio una diáspora en el oficialismo provocando la salida del vicepresidente Juan Afara y del presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez.

    Mario Abdo se surtió de esa crisis para conformar dupla y esperaba tenerlo en sus filas a Afara, pero un desacuerdo de último momento le sacó brillo a la presentación de la dupla disidente, que pintaba como un gran frente amplio contra el cartismo, que incluye al ex presidente Nicanor Duarte Frutos, quien tampoco participó.

    COMPÁS DE ESPERA. El vicepresidente causó impacto tras romper con el cartismo, pero la realidad política le viene jugando una mala pasada. Pretendió convertirse en el candidato presidencial opositor, pero ese lugar ya estaba ocupado por Marito Abdo, cuya carrera empezó hace tres años e incluso tiene en su historial haber competido electoralmente con un delfín de Cartes. Fue en la pugna por la presidencia de la ANR, y aunque perdió, dio buena pelea y puede mostrar 400.000 colorados a su favor como carta de presentación.

    Evidentemente ha bajado el capital político-electoral de Afara. En el cartismo consideran que su salida no impacta en la fidelidad del electorado y en Colorado Añetete aparentemente piensan lo mismo. El vicepresidente se sintió dolido porque fue invitado tardíamente al acto de lanzamiento de la dupla, y además porque tenía la lejana esperanza de que el candidato de la disidencia surja de un sondeo. «Ya salió del cartismo por manoseo, y tampoco va aceptar manoseo de otros», confió un legislador cercando al vicepresidente.

    Afara es prisionero de los diputados que lo apoyan y que no tienen cabida en el cartismo ni en el movimiento de Mario Abdo. Se sabe que solo una candidatura presidencial arrastra la lista parlamentaria, especialmente la del Senado, que es nacional. Por tanto, para las aspiraciones electorales de este sector, es clave mantener a Afara como candidato presidencial.

    Por ahora, al decir del extinto Blas N. Riquelme, el vicepresidente sigue con su proyecto presidencial, que a estas alturas suena a quimera: tiene como adversarios a Peña, con toda la estructura del poder, y a Mario Abdo, cuya virtud es haber retado el poder de Cartes hace tiempo y por tanto le pertenece la bandera de la disidencia.

    Afara lo es desde hace apenas dos meses, cuando se dio cuenta que no figuraba en los planes. Por ahora, espera porque como viejo zorro de la política, sabe que no todas las cartas están echadas. Una de ellas es la confección de listas en el cartismo. Los descontentos buscarán su cobijo.

    EL DISCURSO. La definición de candidaturas también revela el discurso de campaña.

    Peña, en su sobreactuado coloradismo, basa el suyo en los logros de Cartes, «el modelo». Esto es, en boca del propio candidato, la estabilidad macroeconómica, por lo que Paraguay es la «economía que más ha crecido en América Latina y el Caribe», la «construcción de políticas públicas a largo plazo», las becas Carlos Antonio López, el crecimiento del subsidio y las viviendas sociales, la transparencia.

    Marito, cimentado en la tradición y en la militancia partidarias, tiene de su lado la rebeldía, de la autonomía, porque estando con Cartes se alejó de él por su poder avasallador. Para contrarrestar el discurso cartista, la dupla se presentó como la que defiende la «decencia y la democracia», en alusión al supuesto sometimiento en metálico del bloque cartista y el triunfo sobre la ruptura constitucional de la reelección que planteaba el presidente.

    El desafío de la disidencia es mostrar que Santi es Cartes, su «títere», lo cual no es fácil porque el ex ministro de Hacienda tiene un buen relato económico y dio muestras de aprendizaje acelerado en materia política.

    Si bien en la ANR el discurso de la tradición y la militancia son importantes, atacar solamente ese aspecto del perfil de Peña puede sonar remanido y arcaico en el siglo XXI. Otro desafío es contrarrestar el modelo económico. «Eso vamos a desnudar en la campaña», prometen.

    Afara también enarbola la bandera de la autenticidad republicana para contrarrestar al outsider liberal digitado por el presidente, muy similar al de Marito.

    La interna presidencial que catapultó a Cartes en el 2012 movilizó a un millón de colorados. En ese entonces, le dio una paliza electoral a Javier Zacarías Irún por 233.741 votos.

    El padrón colorado hoy supera los 2.300.000 votos, con fuerte componente juvenil.

    La carrera será sin dudas entre Peña y Mario Abdo.

    Y más que nunca la puja definirá el perfil de la ANR.

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  21. Los pingos

    Por Arnaldo Alegre
    En el Partido Colorado hay un solo comisario y a su caballo le están poniendo unos anabólicos como para arrasar en el clásico de diciembre y llegar como favorito al derbi de abril.

    La incógnita es cuánto aire propio tiene el potrillo. Además falta dilucidar si se trata de un bonito caballo andaluz de exhibición o de un purasangre de cepa triunfadora aspirante a ganar todas las carreras, en especial las que mejor pagan.

    Horacio Cartes, su billetera, el aparato estatal, el oficialismo temeroso de la seca llanura y los que votan por lo que ordene el que pague más están apostando a ganador. Si Santiago Peña gana, a cobrar, y si no, a jugarse en otra oportunidad por un alazán con más votos. O al menos dejar siempre de seguir al caballo del comisario.

    El ideario de Santiago Peña sigue siendo una nebulosa de propuestas bien intencionadas basadas fundamentalmente en su área de competencia: las finanzas públicas.

    Fuera de allí, naufragó. Cuando soltó una propuesta fuera del área económica, como el caso del mentado matrimonio gay (donde le traicionó su liberalismo de cuna y deslizó más bien un pensamiento político que sexual o social), tuvo que salir urgente a hacer aclaraciones y a poner en evidencia su falta de autonomía.

    Precisamente, en esa carencia de sustento propio (ni en su primer anillo, por ejemplo comunicación social, pudo colocar a alguien que responda más a él que a Cartes) está la mayor debilidad. ¿Será efectivamente un títere o un mero intérprete de los pensamientos más neoliberales de su jefe? ¿O esperará para armar su entramado y gobernar según su saber y entender?

    El otro aspirante colorado a la candidatura presidencial es Mario Abdo Benítez. Su mejor baza en la ANR es su tradición política y familiar. Fuera de ella, entre el electorado común, es precisamente su cuna stronista la que «hace ruido».

    Su experiencia pública es escasa y su discurso, comedido. No se tienen en su contra grandes sospechas, salvo que su figura alimente un fuerte renacimiento nostálgico por la dictadura. De sus palabras no se vislumbra vena autoritaria. Tampoco se conoce su ideario económico-social.

    Juan Afara es una tercera vía que sin mayores aspiraciones tratará solo de sobrevivir políticamente a la contienda.

    En la oposición hay todavía mucha vaguedad. Mario Ferreiro trabaja de eficiente y sigue haciéndose el difícil. Efraín Alegre aún no enterró el hacha tras los graves sucesos de marzo pasado.

    Abril parece lejano. Pero los pingos ya resoplan ansiosos y quieren salir a ganar por varios cuerpos. Hagan sus apuestas.

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  22. Campañas

    Por Benjamín Fernández Bogado
    Se ha puesto en marcha la larga travesía hacia la búsqueda del poder político. Sus ingredientes principales se pondrán a cocer en una olla de ilusiones, incertidumbres y certezas.

    Estarán el omnipresente dinero, la mística, las contradicciones e incoherencias, las carencias y debilidades de uno y otro candidato. La vieja tradición con la renovada esperanza. Todos con un país pobre de fondo que solo es superado en esa condición por Bolivia y en donde la falta de educación es posible percibirla desde la retórica meretriz de dos diputadas hasta la abierta y vergonzosa manipulación de la Justicia.

    Algunos dirán que «así somos los paraguayos» cuando en verdad todo esto no es más que el resultado de una sociedad profundamente desigual en donde el Gobierno se pone feliz por subsidiar miserablemente a los pobres y no sacarlos de esa condición. Con un Banco Central que orgullosamente cuenta el valor del dinero remesado por los expatriados que salieron del país justamente por ausencia de oportunidades.

    Las campañas deben ser evaluadas con mucho rigor por los votantes. Es la única oportunidad que tiene para pasar facturas, cobrar deudas impagas y demandar cumplimientos ciertos. Las promesas deben ser contratos expedidos a personas y grupos que deben tener muy claro lo que esperan de una democracia de derechos y de deberes. No tienen excusas ni razones para lamentarse si no fueron capaces de escoger correctamente. El sistema de elección todavía no abre todas las posibilidades ciertas de elegir a los mejores porque un sector de la sociedad se empeña en no desbloquear las listas sábana donde caben de todo, desde sinvergüenzas y alimañas políticas sin rubor ni arrepentimientos hasta delincuentes y meretrices declarados.

    Hemos probado de todo, hasta un obispo escogimos por voto popular por primera vez en la historia del catolicismo. Este y otros nos mostraron abiertamente los resultados de la larga dictadura de Stroessner y su capacidad de proyectarse en una sociedad a la que la ausencia de opciones la ha sumido en el hartazgo y la impotencia. Pero no queda otra: la democracia que tenemos es la que se nos parece, y para cambiarla debemos nosotros cambiar profundamente. Acabar con el cinismo que recubre la vida de muchos y que se ha convertido en un espacio amplio y profundo donde caben todos, desde los explotadores hasta los explotados y desde los ricos y los pobres nivelados en la afirmación de que «así siempre seremos los paraguayos». Hay que sacudirse y sacudirnos porque en estas condiciones lo único que crece son los ríos y los arroyos de Ñeembucú convertidos en metáforas vivientes de un país indolente y egoísta. Ahí donde las parturientas deben ir a la Argentina a traer al mundo a sus hijos porque un hospital moderno construido hace dos años no tiene recursos para funcionar porque el gobernador y el rector de la universidad pública ¡son liberales!

    Las campañas deben ser momentos para evaluar grandezas de corazón, servicio hacia los demás, compromiso hacia el futuro y, por sobre todo, capacidad para crear y construir un mejor horizonte. No valen las excusas ni justificaciones, las campañas reclaman mandantes y mandatarios que apuren un nuevo amanecer porque entre la obscuridad, la humedad y la inundación estamos hundiendo al país en el descrédito y subdesarrollo permanente.

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  23. Tiempo de pirotecnia

    Por Guillermo Domaniczky

    Comenzó el espectáculo de fuegos artificiales, de juegos pirotécnicos.

    Es tiempo de milagros. Tiempo de abrazos y risas con personas humildes, para las fotos de los medios y las redes sociales.

    Tiempo de bendiciones, de tomar tereré por primera vez en la vida, de ensayar algunas frases en guaraní, de vestir remeras de clubes ajenos, de recorrer bañados, mercados, albergues y asentamientos.

    Tiempo de usar, hasta diciembre, los colores del partido hasta en las medias y luego, hasta abril, la bandera paraguaya como bufanda.

    Es tiempo de afiches con sonrisas y photoshop, de ejércitos de perfiles falsos en Twitter y Facebook, de memes que ridiculicen a los rivales. De webs armadas como falsos sitios de noticias, aunque en realidad el objetivo sea hacer propaganda de los candidatos y destruir los adversarios.

    Tiempo de viralizar a través del WhatsApp, y de la irresponsabilidad de quienes se prestan al juego, grabaciones que atacan incluso de forma ruin y miserable la intimidad de los adversarios y sus familias.

    Tiempo de usar con pirotecnia verbal, cuanto tema de interés público surja en estos meses.

    Son los fuegos artificiales del marketing político. Es el espectáculo que llega como en la Navidad, para maquillar en este periodo todo lo que ocurre el resto del tiempo.

    El 2018 ya está presente, por más de que el calendario nos diga que recién estamos en junio.

    Un detalle clave es que ahora se suman más de 700.000 nuevos habilitados para votar, en su mayoría jóvenes de 18 a 23 años, inscriptos automáticamente en el padrón.

    Un segmento hasta ahora apático, a juzgar por el poco más del 23 por ciento que fue a votar en el 2013.

    Y un detalle que es clave: con este nuevo contingente, casi 35 por ciento del padrón estará compuesto por personas menores de 30 años.

    Una porción de la torta muy apetecible para cualquier candidatura.

    Un paso adelante lo dieron, cuándo no, los colorados, al instalar la percepción y el discurso de que están candidatando a jóvenes. Peña tiene 38 años y Abdo 45, frente a los 54 de Alegre y los 58 de Ferreiro, los dos opositores que por ahora aparecen.

    Claro que la edad no garantiza nada, pero en este tiempo en el que más que el fondo de las cosas se juzgan las formas, es un elemento a favor para la campaña.

    Las dos candidaturas coloradas proyectan la imagen de juventud y renovación, sin una oratoria brillante ni carisma avasallador, pero con una buena comunicación.

    Es lo que proyectan, en esta época de apariencias en la que se deciden votos hasta por el aspecto de los candidatos.

    Pero detrás de esas imágenes hay que mirar los equipos que integran y que sin dudas influirán más en candidatos de liderazgo débil, con poca autonomía. Equipos con tiburones que se mimetizan detrás, para alcanzar bancas en el Congreso o espacios en el futuro gobierno.

    En ambos equipos colorados aparecen los sospechosos de siempre, y en la oposición también se perfilan varios.

    Ante ellos el desbloqueo hubiese sido, si no una solución, al menos una opción para darle más poder de veto al ciudadano en un sistema electoral rígido que sigue otorgando excesivo poder a los caciques partidarios.

    Será otra batalla a mantener en el 2018, aprender a votar, pero sobre todo aprender a botar.

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  24. Doble audacia

    Por Edwin Brítez

    En su libro “La audacia para ganar”, David Plouffe, estratega de la campaña del expresidente Obama, explica con claridad la audacia de trabajar por un improbable candidato que inclusive luego del supermartes iba 20 puntos por debajo de la candidata preferida.

    La importancia de la audacia en la política queda de manifiesto no solamente en el caso del fenómeno Obama, sino también del propio Trump, de Macron, Rafael Correa y Evo Morales, entre otros que tuvieron la osadía de retar al sistema, de desafiar a candidatos probables y ajustados a la lógica del sistema.

    La audacia es una virtud que impulsa a la persona a convencerse de que, a pesar de los riesgos, de la precariedad de recursos o de no contar con la fortaleza suficiente para acometer, puede alcanzar la meta que se propone, por sobre las recomendaciones de expertos.

    Después de conversar en ABC Cardinal con el exministro de Hacienda Santiago Peña, precandidato colorado a la presidencia de la República, llegué a la conclusión de que en su caso hay una doble audacia en la decisión del presidente Cartes de nombrarlo candidato de su movimiento interno y en su determinación de aceptar la nominación.

    En el arte de la política no hay manual de instrucciones, sobre todo en las etapas previas del martketing; se la hace día a día tratando de acertar en la interpretación, el análisis y la selección de consejos para decidir, pero es fundamentalmente importante y decisivo que el líder político tenga intuición y que sepa administrarla con prudencia.

    De Obama dice Plouffe que sabía perfectamente que era el candidato improbable de su partido, pero intuyó que había algo en el electorado que el sistema no satisfacía, por lo que decidió gastar su poco dinero en contratar algunos expertos para impulsar su candidatura. Su libro “La audacia de la esperanza” despertó el apetito de los votantes hacia su visión de la política y pronto sus conferencias se convirtieron en demandas difíciles de cumplir.

    Se instalaron en una oficina para reclutar voluntarios de a pie, teniendo como herramienta internet y se fijaron como meta juntar 50 millones de dólares. En enero de 2007 se lanzó a través de un video por Youtube, y en marzo ya eran 450.000 voluntarios, en abril ya juntaron 26 millones de dólares, y en junio ya había un millón de voluntarios. Todo lo demás ya conocemos.

    Obama intuyó que en el electorado había un sentimiento de necesidad de cambio que implicaba rompimiento con el pasado, pero no sabía para cuándo ni cómo obtener los medios para lograr canalizar ese sentimiento. No obstante decidió que él sería quien lo haga. Y eso se llama audacia.

    Dejando de lado juicios a favor o en contra de Cartes, no habrá sido fácil imponerse a sí mismo la idea de postular a la candidatura presidencial del Partido Colorado a un joven liberal, teniendo en cuenta la cultura política del país, basada en la lógica de amigo-enemigo, la identidad partidaria basada en el color, la música, el pañuelo y la hurra, causantes de un ciego fanatismo y rivalidad cavernaria.

    Cartes desafió a toda la dirigencia baja, media y alta del partido, que antes alquiló para llegar a la presidencia, nombrando por sí al candidato. Y el elegido, Santiago Peña, es también bastante audaz al aceptar el reto de enfrentar al “enemigo” colocándose en pose de líder frente a antiguos referentes del coloradismo, a quienes desconocía.

    No digo que sea bueno ni malo; digo que son audaces, y es bueno que los adversarios sepan que la audacia es un arma peligrosa, como peligroso también es que un audaz sustituya a otro de esa misma condición, aunque en este caso se demostrará cuando el candidato –si llegare a ser presidente– tuviera la audacia de soltar las amarras y nade con las manos libres, sin la sujeción a quien tuvo la osadía de nombrarlo.

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  25. No todas son meretrices

    Por Ilde Silvero

    El enfrentamiento verbal entre las diputadas coloradas Perla Acosta de Vázquez y Cynthia Tarragó nos recuerda el siguiente pasaje bíblico: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6,45).

    Resulta absolutamente inaceptable que una legisladora, integrante titular de la Cámara de Diputados, haciendo uso de la palabra en sesión ordinaria del organismo parlamentario, insulte a una colega con la expresión “Nde puta cheichagua” (sos una puta como yo). Tal fue la frase textual que dijo la diputada Acosta de Vázquez a su par Tarragó.

    La legisladora acusada de meretriz declaró a la prensa que no solamente a ella se dirigió el insulto, sino a todas las mujeres integrantes de la Cámara, quienes también fueron calificadas de prostitutas.

    Aunque comprendamos que de la abundancia del corazón habla la boca, y que eso es una cuestión de preferencias privadas de quien lanzó la frase en guaraní, el problema surge debido a la investidura y al lugar en que se produjo el hecho. Los congresistas, en general, diputados y senadores, son representantes directos del pueblo, y cuando están sesionando en la cámara tienen la potestad legal de proclamar que están hablando en nombre de la ciudadanía. ¿Las mujeres paraguayas se ven representadas por alguien que se autodefine como prostituta?

    El exabrupto de la diputada Vázquez constituye una grave ofensa a millones de mujeres paraguayas que se merecen el reconocimiento y agradecimiento de sus hijos, de sus familias y de la sociedad en general porque son trabajadoras honradas que se ganan la vida con el sudor de su frente y procuran llevar adelante una vida digna acorde a sus valores morales.

    La dura vida diaria nos muestra a miles de mujeres estudiando, trabajando, capacitándose, liderando organizaciones y dirigiendo empresas pequeñas o grandes, con la finalidad de contribuir efectivamente con la consolidación de una sociedad mejor, más humana y progresista.

    Es una verdadera lástima que a veces algunos políticos ensucien y denigren las instituciones creadas por nuestro sistema de gobierno. En este caso, se trata nada menos que del Congreso, uno de los tres Poderes fundamentales del Estado, en donde deberían estar trabajando los mejores hombres y mujeres del país, los más capacitados, los más honestos y los más patriotas.

    Confundir el Congreso con un burdel es una muy grave equivocación. Es cierto que el Poder Legislativo es también un órgano habitualmente utilizado para las discusiones políticas, y a nadie debe sorprender que existan encendidas polémicas sobre determinados temas que admiten opiniones opuestas. Sin embargo, tales discusiones jamás deberían bajar al intercambio de groserías propias de un quilombo.

    Hechos de esta índole deberían hacer reflexionar a la ciudadanía sobre quiénes son los políticos que se postulan a los cargos parlamentarios, de modo que en los próximos comicios generales evitemos respaldar en las urnas a personas que nos van a hacer pasar vergüenza por su mala educación y por inesperadas confesiones como la de admitir que, a la par de parlamentaria, una dama está ejerciendo una de las profesiones más antiguas del mundo.

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  26. Ñakyrã pire modelo 2018

    Por Marcos Cáceres Amarilla

    Si Santiago Peña gana la interna y las elecciones generales y se convierte en presidente de la República, sería una suerte de revalidación de aquella teoría de Luis María Agaña de que cualquier candidato, sea un simple ñakyrã pire o el pato Donald, si es propuesto por el Partido Colorado, es ganador seguro.

    Peña es un ejemplar de ñakyrã pire muy interesante para poner a prueba la máxima argañista.

    Sería impensable, en otros tiempos históricos y políticos, que el Partido Colorado tuviese un candidato como él. Posiblemente, Bernardino Caballero, Juan E. O’Leary, Natalicio González, Federico Chaves y otros próceres republicanos se estén revolviendo en sus respectivas tumbas.

    Para empezar, Peña es liberal. No es lo que uno diría un caudillo, y tampoco un líder. No obtuvo la candidatura por su inexistente carrera política ni por su discurso cautivante ni por su carisma. Fue más que nada fruto de la ocurrencia de su mentor. Casi se diría que el candidato colorado en 2018, en realidad, es Cartes y que Peña es… un ñakyrã pire.

    El primer ñakyrã pire del post stronismo fue Wasmosy, impuesto por Andrés Rodríguez y Lino Oviedo. Lo declararon ganador con un fraude escandaloso. El antecedente abre la especulación que lo mismo puede hacer el actual poder político con Peña si pierde.

    Guardando las distancias, Cartes es a Peña lo que Lino Oviedo era a Wasmosy. La historia cuenta que Wasmosy, cansado de imposiciones, órdenes y amenazas durante su gobierno, terminó por rebelarse contra su creador. ¿Se animaría Peña a hacer lo mismo en caso de verse agobiado por una coyuntura similar?

    El manejo “patronesco” del Mandatario da la impresión de que considera al exministro una suerte de gerente, como los que tiene en sus empresas, a quien “pone” para administrar el país.

    ¿Qué pasará si Peña no hace lo que él espera que haga o si –Dios nos guarde– lo contradice? ¿Lo despedirá vía juicio político?

    ¿O Peña, como Wasmosy, tejerá las alianzas políticas adecuadas para despegarse de su creador?

    Decía Karl Marx que la historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa. De ser eso cierto, al menos nos queda el consuelo de que esta segunda vez será la ocasión de reír y dejar atrás una parte de nuestro funesto pasado.

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  27. Cheichaguánte

    Por Marta Escurra

    En tiempos preelectorales, con el tema de la reelección ya en el pasado –al menos, de momento; nunca se sabe–, somos testigos de los acomodos político-coyunturales de cara a las presidenciables. Que Santi o Marito, que potable o no potable, que quien es más lindo, etc. Paralelamente, otros realities tienen lugar en los curules del incinerado recinto parlamentario, en el que la calidad de los debates llega a los niveles de las peleas mediáticas de las señoritas en tangas y ropas menores de lo que conocemos coloquialmente como “el Baila conmigo Paraguay”.

    La crónica de lo que podríamos llamar “Insulta conmigo Paraguay” tiene como protagonistas a las diputadas Perla Acosta de Vázquez (ANR, cartista) y Cynthia Tarragó (ANR, disidente) y recogía lo siguiente: una discusión en la que Dionisio Amarilla (PLRA) defendió a Tarragó generó el enojo de Vázquez quien increpó al primero. En su relato a la prensa, la disidente refiere: “Ahí ella dice: Pero qué vas a defenderle a esta (refiriéndose a mí). Entonces yo le respondí que no tiene autoridad moral para juzgar, que era una corrupta y había traicionado a la ANR, y ella me respondió ‘Nde puta cheichagua (sos puta como yo)’”.

    Ciertamente, todos los ciudadanos tenemos el derecho de expresarnos libremente. Sin embargo, parece ser una característica natural entre los cartistas el uso de frases desafortunadas en los lugares inadecuados. La anécdota nos señala que, en términos políticos, nuestra representación ha bajado a un nivel lamentable, y esa es responsabilidad ciudadana que también ha bajado nuestra exigencia en términos de elegibilidad.

    En la actualidad, personajes que protagonizan este tipo de hechos llegan al recinto parlamentario por la vía del platazo narcopolítico o por los niveles de rating (traducido en votos) que tienen los posibles candidatos.

    El criterio de elegibilidad se ha banalizado; por esa razón, personas como estas llegan adonde están y nos brindan estos bochornosos espectáculos. Se antepone la potencialidad para la polémica en las listas de candidatos sin exigirles los estándares mínimos de formación política, y mucho menos de honorabilidad.

    Como periodistas, atrás quedaron esos tiempos en los que nos esforzábamos por leer y releer la Constitución para entenderla del derecho y del revés o colgarnos horas de algún libro de politología y afines para interpretar con cierta autoridad la coyuntura política de nuestro país.

    Ahora, dedicarnos a eso es pérdida de tiempo. Ahora debemos ser esclavos del control remoto y de los porcentajes de rating para entender de dónde vienen estos personajes que pantalla de por medio se hacen luego de curules en el Congreso Nacional trasladando sus realities, festival de insultos de baja estofa que toman el lugar del debate y empobrece la calidad de las políticas públicas que terminan por perjudicarnos a todos nosotros y, en especial, a los sectores vulnerables de las sociedades.

    Así, nos convertimos en una sociedad ninguneada y emputecida, así como ellos. Ha’ekueraguáichante.

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  28. El ritual del pañuelo

    Por Jesús Ruiz Nestosa

    No estoy muy seguro que suceda en otros países; o por lo menos que esté tan arraigado y se le otorgue tanta significación como en el nuestro. Me refiero al rito del pañuelo; ese rito por el cual cuando una persona se ata un pañuelo al cuello y es de un color determinado (rojo, azul y no estoy muy seguro si habrá también verde) se convierte, automáticamente, en la encarnación misma de su partido. Me inclino a creer que en realidad todo gira, preferentemente, en torno al pañuelo rojo, el color del Partido Colorado y es raro ver el mismo símbolo entre los seguidores de otros partidos, como el Liberal (azul) o febrerista (verde).

    El tema me volvió a plantear cierta incomodidad, quitándole a esta palabra todo sentido peyorativo, cuando tiempo atrás vi las fotografías del entonces ministro de Hacienda, el liberal Santiago Peña, recibiendo de manos del presidente Horacio Cartes el pañuelo rojo en medio de una convención del Partido Colorado. Aparecían los dos de perfil, frente a frente, sorprendidos en el momento en que un presidente de la república sonriente le anudaba el símbolo partidario al cuello.

    Me recordó a aquellos actos multitudinarios que se organizaban para magnificar, cantarle loas y ovacionar al “único líder”. Momento importante era aquel en el que habitualmente una jovencita de muy buen aspecto, se le acercaba sonriente y le anudaba el pañuelo al cuello. El rito podía entonces comenzar. Ignoro qué pasaría con el pañuelo una vez terminada la ceremonia. Quizá se lo llevase alguien como reliquia, con esa misma devoción que cada 3 de febrero los devotos de San Blas guardan la cinta que tocó la imagen del santo para prevenir los dolores de garganta durante el año.

    Claro que todas las religiones tienen sus ritos. Como cuando nuestros indígenas le perforan el labio inferior al adolescente y le introducen un pequeño palito de madera, señal que ya puede salir a cazar con los mayores y participar al lado de ellos en las ceremonias religiosas. O el Bar Mitzvah de los judíos a partir del cual los varones son responsables de sus actos y pueden conducir la oración. O la primera comunión entre los católicos. Pero un partido político no es una religión aunque muchos dictadores quisieron hacer de él un rito, como lo hicieron Hitler, Musolini y el propio Franco que, con menos esfuerzo e inventiva, logró el apoyo de la Iglesia Católica dando pie al llamado “nacional-catolicismo” (cristianización del nacionalsocialismo nazi).

    Volviendo a nuestro país, y volviendo a la imagen de Peña, que quede claro que no lo estoy criticando ni tampoco trato de justificarlo. Sólo quiero reflexionar sobre este fenómeno y el significado que adquiere de pronto. La ideología no es el resultado de un acto de conversión, como cuando San Pablo se cayó del caballo, o cuando San Ignacio fue herido en una batalla. Es el resultado de un proceso que lleva su tiempo, un proceso muy activo en el que la persona va construyendo su concepción del mundo, el deseo de transformarlo, cómo transformarlo y qué hacer para concretar esa transformación.

    Me resulta imposible creer que por el mero gesto de atarse un pañuelo al cuello, ese ser interior se transforme de manera súbita; que aquello que pensaba era lo correcto ya no lo es más; que aquello que constituía su visión del mundo, ya no lo es más; que aquello que quería hacer para transformar su entorno, ya no lo quiere hacer. Aquello que le llevó varios años en construir, aquellos pensamientos que se fueron desarrollando a través de un proceso largo y meticuloso, de pronto, con un solo gesto, se han derrumbado y han perdido toda su vigencia.

    La candidatura de Santiago Peña a la presidencia de la república por la Asociación Nacional Republicana es cuestionada por un sector numeroso del partido alegando que “no tiene militancia suficiente”. Creo que el término “militancia” no tiene mucho sentido. Lo importante es tener en cuenta cómo se ha dado esa “conversión” y cómo de profundas pueden ser sus nuevas convicciones. Haciendo depender ellas de ese ritual del pañuelo creo que no es el camino más adecuado para juzgar las acciones, ni las de Santiago Peña ni las de nadie.

    Si queremos que esta frágil democracia se vaya consolidando debemos comenzar por valorizar las ideas y darnos cuenta que la política en base al color del pañuelo o la corbata nos hará regresar a la ruina una y otra vez. Los ritos son buenos -y necesarios- pero no dentro de la vida política

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  29. Elecciones de Paraguay: Guerra sucia, valores y tambores de guerra

    Por AUGUSTO DOS SANTOS

    Sucedió en la última campaña resonante del mundo: Las elecciones en Francia, cuando varios medios, esencialmente rusos, empezaron a instalar una supuesta relación gay de Emmanuel Macron. Tras desmentirlo en tono de humor, el actual Presidente siguió creciendo hasta lograr el triunfo.

    La semana pasada el flamante candidato del oficialismo Colorado para la Presidencia 2018/23, Santiago Peña, soportó la primera carga de bombardeo. Uno asumido desde la oposición: el ataque del propio rival Mario Abdo al contraponer a unas declaraciones de Peña sobre su amplitud para debatir la diversidad sexual. Hacia fines de la semana –y en la medida en que Peña empezaba a ocupar todo el espacio público en medios– se despachó lo que podría llamarse propiamente la primera gestión de guerra sucia de la campaña interna colorada: la aparición de una indeterminada voz, que relataba una supuesta relación gay del candidato en el pasado.

    Esta estrategia no tuvo repercusión, siquiera en los medios que demuestran abierta oposición a Horacio Cartes. Es que los ataques personales no tuvieron un efecto muy contundente en toda la historia de las elecciones para candidatos a Presidente en la historia del Paraguay.

    No debe olvidarse que uno de los políticos más poderosos de la transición, Luis María Argaña, se encargó de mencionar en cada discurso que Juan Carlos Wasmosy era un «mbatara» (color gallináceo que representa a alguien con más de un color político) y Wasmosy terminó siendo Presidente. Luego todo el relato «golpista» contra Oviedo no impidió que éste culminara poniendo a su «caballo» (nunca mejor dicho) en el trono de López. No impidió que Lugo gane en el 2008, las alusiones sobre supuestos vínculos con el EPP o su disipada vida episcopal, ni impidió que Cartes triunfe las acusaciones sobre sus recursos económicos. Mario ganó la intendencia municipal en medio de una fuerte crítica por supuestos vínculos con grupos violentos. Por lo tanto, esa parte de la oposición que en la semana pasada lanzó esta bomba contra Peña ya estará acusando recibo de lo que ocurre cuando desde lo burdo se trata de instalar una verdad.

    No estamos sosteniendo que las «guerras sucias» no funcionan en las campañas electorales. Por el contrario. Bien aplicadas –y fuera de toda valoración ética– ellas han ocasionado serios deterioros a candidatos y procesos electorales. Pero ellas tienen sus artes, no van a funcionar nunca en manos del patoterismo callejero político como en la mayor parte de las veces se observa como fórmula operativa en estas lides locales.

    Sucede que el fracaso de recursos «dirtywar-dianos» –particularmente en el Paraguay– tiene que ver con dos factores que también son típicamente paraguayos: la torpeza y la ausencia de conocimiento de la cultura de los votantes. Por ejemplo –en el caso de la semana anterior– que la persona que desata una guerra aparezca en sus redes sociales como ardorosa fanática de cierto sector político opositor al denunciado. Los votantes son susceptibles pero no mastican vidrio.

    LA ANTIGUA GUERRA SUCIA

    La guerra sucia es tan antigua en la historia de la política como en la guerra. No se olvidará que los autores de la Biblia, con el solo objetivo de determinar la situación de inferioridad de la mujer –per secula seculorum– instalaron ese horrible capitulo inicial de la humanidad en la que endilgan a la mujer un complot con la serpiente y desde allí pierden aquel subsidio divino llamado paraíso.

    Eso como si ya no fuera suficiente significante el que le hicieran nacer de la costillas de Adan más de una década antes para que ya nadie dudara que la mujer no era sino una sucursal del hombre. Esta guerra sucia tuvo duraderos resultados. Aun hoy ciertas iglesias no aceptan a las mujeres como sacerdotes, por citar uno.

    Pero las guerras sucias funcionaban en el pasado con una lógica de imposición. Nadie iba a discutir ante el Papa Clemente XI la validez de la Biblia como constructora de la verdad moral; o a Hitler sobre la inconsistencia de la teoría sobre los Sabios del Sion y su tratado de dominación, y tampoco iban a discutir a Stroessner –salvo contadas excepciones– sobre que el maestro Rubin era un barbudo comunista.

    Con el advenimiento de las democracias, las guerras sucias perdieron su capacidad impositiva, el rumor es apenas un género menor, las posibilidades de contraste de una versión son cada vez mayores. Peor aún con la irrupción de las redes sociales. Desde entonces las guerras sucias requieren ser un arte de alta creatividad y persuasión si pretendieran resultados.

    LAS CAMPAÑAS MEDIÁTICAS: Del saco puku vs Saco Mbyky al demócratas versus golpistas

    Existen otras variables, pero son episódicas, que predisponen a la guerra sucia y a las operaciones de instalación social, pero para ello se requieren circunstancias conmovedoras que generalmente no ocurren en las campañas electorales. Esas variables funcionan con dos disparadores: el shock y el miedo.

    Un ejemplo es lo ocurrido a nivel mundial luego del 11 de Setiembre, con la instalación del paradigma del bien y el mal, bastante eficientemente logrado por la administración Bush. Una de las tentaciones de estos métodos suele ser el agrupamiento en buenos y malos, ( o demócratas vs antidemócratas) como herramienta para generar tendencias diferenciales. Lo que se busca es la descalificación social para unos y el apoyo a otros.

    En nuestro derrotero político la mayor parte de las veces la delimitación hemisférica es aún más específica: la definición de territorios entre supuestos demócratas y supuestos autoritarios. Así es como se fueron instalando contrastes que en la realidad son inexistentes. De hecho en los albores de la transición esta es la dialéctica que primó en las relaciones entre «Contestatarios» y «Tradicionalistas» de la política colorada.

    Después del marzo paraguayo se volvió a instalar un proceso maniqueísta que separaba a sectores políticos en golpistas y democráticos. Si uno observa las fotos de estas composiciones advierte las veces en las que unos pasaron a otro bando en lo que siguió de la historia hasta hoy.

    LAS DOS ÚLTIMAS INSTALACIONES

    Las dos instalaciones más recientes que duraron el tiempo en que duró la conmoción y fueron digeridos racionalmente con el tiempo (y asumida la estupidez del debate) fueron, aquella que vino tras la caída de Fernando Lugo en la que se estableció con mucha fuerza la división de la clase política entre soberanos y legionarios. No duró mucho tiempo por dos razones. Las elecciones generaron combinaciones que terminaron por robarle lógica al debate y por el sentido del humor con que desde sectores de izquierda se respondió. No se inventó aun, en el mundo, nada más corrosivo como el humor en la política

    Y la última instalación, de mano de poderosos medios y sectores de la oposición que planteaba la división del mundo paraguayo entre «Demócratas vs antidemócratas» en el marco del debate de la enmienda. Sin inmutarse y ante las cámaras se planteaba que un grupo de personas era demócrata y el otro era antidemócrata. Entre los antidemócratas se podía apreciar por ejemplo a Carlos Filizzola que ligo todos los palos del dictador en su lucha por la democracia y entre los demócratas a varios hijos y nietos directos de la dictadura, no arrepentidos nunca.

    Pero –según esta teoría muy usada por medios y políticos– «el pueblo» necesita buenos y malos, cowboys e indios, y el que mejor alimenta esta dialéctica puede ganar una coyuntura.

    Sin embargo –por lo señalado al final del párrafo anterior– la división entre buenos y malos, bien realizada y con cierto rigor ha generado réditos políticos muy importantes a lo largo de toda la historia. Stroessner logró que mucha gente creyera que los melenudos eran gays, y de hecho, Juan Vera y otros aun hoy lo siguen creyendo, por citar «ejemplos exitosos».

    LA ERA TUIT

    Las guerras, en gran medida ahora moran en el territorio de las redes sociales. En México y de cara –como nosotros– a las elecciones generales del 2018, se habla de la consagración de las redes sociales como herramienta que –por primera vez– podría competir con «riesgo» de triunfo frente a la televisión en incidencia ante votantes.

    Por lo tanto, si se reúne el poder de las redes más la imponente teoría sobre la post-verdad del TRUMPISMO, ya tenemos la real imagen de lo que podría ir a suceder de ahora en más en las campañas, en todos los países del glorioso patio posterior.

    Dicho esto, podemos pensar que las próximas contiendas electorales serán para los que sepan combinar, con calidad, la melodía de los valores con los tambores de la guerra.

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  30. Luqueño

    Por Enrique Vargas Peña
    Santiago Peña (Santi) era liberal, pero ahora es colorado; era olimpista, pero puede ser luqueño como se vio días pasados en Luque: Todo depende de lo que le ordene su jefe, Horacio Cartes.

    En obedecer a Cartes, Santi es inflexible, minimizando hasta el olvido el asesinato de Rodrigo Quintana y justificando el apresamiento ilegal de defensores de nuestra Constitución.

    Santi estudió en Estados Unidos, pero como los Somoza de Nicaragua antes, o Faure Gnassingbé, actual dictador de Togo, y otros inescrupulosos que estudiaron allá, no aprendió los valores norteamericanos de democracia y honestidad.

    Hay un muy buen artículo sobre estudiantes extranjeros, como Santi, en Estados Unidos, que no aprenden los valores norteamericanos, en la revista Foreign Policy Journal (http://bit.ly/2t8YyOG).

    «La llegada de estudiantes extranjeros implica el riesgo de que alguno de los nuevos graduados pueda abusar de posiciones de poder en su país, usando su educación norteamericana como medio para apalancar su ascenso en sistemas autoritarios… Steven Levitsky, de la universidad de Harvard, usa como ejemplo a Mikheil Saakashvili, ex presidente de Georgia, egresado de la George Washington University, caracterizado por impulsar un ‘Estado autoritario competitivo’, uno de instituciones cuasidemocráticas pero sin democracia real».

    «Instituciones cuasidemocráticas pero sin democracia real», dice Levitsky y parece estar describiendo el programa político de Cartes, que Santi quiere implementar: Reducir los poderes del Congreso, establecer un Ejecutivo hegemónico, usar la fiscalía contra los opositores y controlar a los medios de comunicación para impedir la crítica. Hasta ya sufrimos de nuevo exilios por razones políticas.

    Sin embargo, el principal déficit de Santi es en el valor honestidad, que para los norteamericanos de a pie es muy importante. Parece que no aprendió ese valor mientras estuvo en Estados Unidos.

    Santi fue por alrededor de tres años ministro de Hacienda y, por tanto, obligado por la Ley 109/91, entre otras cosas, a «La aplicación y la administración de todas las disposiciones legales referentes a los tributos fiscales, su percepción y su fiscalización… La formulación y manejo de la política fiscal del Estado en coordinación con las demás políticas gubernamentales… Toda otra función y competencia que las disposiciones legales pertinentes le atribuyen directamente o a sus reparticiones dependientes…».

    Durante su gestión al frente de Hacienda nunca vio a los compradores de cigarrillos de la empresa de Cartes, Tabesa, a quienes nunca pidió sus liquidaciones aduaneras de exportación, ni de IVA, ni de IRP. Nunca pidió informes sobre ellos a Seprelad (que nunca los produjo), ni al BCP (que tampoco los hizo). Ni sus nombres preguntó. Sin embargo, esos compradores de Cartes venden en el exterior suficiente cigarrillo para abastecer a partes significativas de los mercados brasileño, colombiano y mexicano, convirtiendo a Tabesa en uno de los mayores contribuyentes paraguayos.

    Un funcionario que deja pasar eso a pesar de estar obligado por la ley a no dejar pasar eso, no parece honesto.

    Hasta el matrimonio gay llega la supuesta apertura mental de Santi, porque eso no afecta los intereses de Cartes. Pero sí afecta el poder de su jefe, a Santi ni los derechos humanos le interesan.

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  31. Buenos para nada
    Lupe Galiano
    Este muchachito Adán era un poco cabezudo, a tal punto que desobedeció al mismísimo Dios, quien lo sentenció a ganarse el pan con el sudor de la frente. Encima le advirtió que toda su descendencia humana pagará por su culpa per sécula seculorum. Así las cosas, desde que el homo sapiens es sapiens –algunos no tan sapiens, pero homos al fin– hay quienes hacen malabarismos en las calles para trabajar (cuidacoches, limpiavidrios, vendedores de chucherías), mientras otros zafan en oficinas, comercios, hospitales, tareas agrícolas. No pocos la reman con un estrés que va de calmo a moderado, como los artistas, floristas, relacionistas públicos, predicadores y vendehúmos varios que también tienen derecho a buscarse la vida sin robarle a nadie.
    Pero por estos pagos, muchos se están salvando de cumplir el castigo divino, probablemente porque tienen un pacto con el otro, el que va con cuernos y tridente.
    Estos privilegiados hijos de Eva ganan fortunas solo por decir macanadas varias, como «eres una mujer de mala vida», claro que menos sutil. No, qué menos sutil, más gronchamente. En estos tiempos que corren bien se podría actualizar el diccionario de frases célebres que alguna vez comenzó a compilar el periodista Ricardo Ramírez.
    Aparte de los políticos profesionales que trabajan de eso: de políticos, el que se lleva las palmas a la asertividad es quien prefiere la empanada con pan, antes que la empanada a secas. Quizás decir ñe’ê tavy sea exagerado, pero al menos se lo podría calificar con deficitario en el ámbito de la oratoria. Aparte del molestoso ar ar ar del hablar de los niños bien de Asunción, el candidato tiene dificultades para expresar una idea. Y cuando lo hace, resulta que mete la pata hasta el buche porque su electorado es del Paleolítico, como mínimo. Quedó para la historia aquel «no estoy a favor ni en contra, sino todo lo contrario», cuando se declaró pro matrimonio igualitario y después se tuvo que desdecir porque los dinosaurios colorados casi lo comieron vivo y sin chimichurri.
    Más allá de este problemita para hablar en público, el muñeco no convence con sus gestos. Cuando abraza a un niño de barrio su cara angá revela más asco que la de un viandante salpicado por el agua de cloaca. Y cuando intenta ser de los perros demasiado se nota que cada palabra, cada ojito, está bien pensada por los marketineros. ¿Su virtud? Es churro, y punto.
    A estas alturas de la democracia, cuando nadie todavía se puso la camiseta para honrar la deuda que tenemos con el Altísimo por culpa de ese tal Adán, ya deberíamos estar agradecidos de que por lo menos sea churro, porque los representantes del pueblo, los gobernantes de los poderes varios y afines no solo no laburan, nos roban, meten a toda su parentela en el gigantesco Estado, son una manga de disparateros, sino que encima son feos. Y cuando hablamos de feos, hablamos de feos.

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