Los techos se caen porque se caen

Miles de niños de todo el país volvieron a clases en las escuelas públicas. A pesar de los discursos grandilocuentes habituales, no todo es color de rosa en el inicio del nuevo año lectivo. El 20% de los niños en edad escolar, es decir unos 22.000 del país, está excluido del sistema educativo formal por diversos motivos, según la propia viceministra de Educación, María del Carmen Giménez. Eso se debe a problemas económicos, violencia, distancia, etc. En tanto que otros no aparecieron en el primer día de clases por riesgos en las condiciones edilicias que han sido detectadas en varias escuelas.
En el décimo departamento, como si fuera un presagio, el techo del corredor de una emblemática escuela se desplomó, horas antes del inicio de las clases. Fue en la escuela Augusto Roa Bastos, cuando un grupo de obreros intentaba cambiar el pilar. Tres resultaron con lesiones, uno de los cuales de consideración. A esto se suma la situación de cientos de niños, cuyas aulas no fueron reparadas en tiempo y forma en las vacaciones y no pudieron retomar las clases, otros están sin energía eléctrica, sin agua, sin pupitre, sin ventiladores y hasta el colmo; sin baños. Este es el caso de la escuela Villarrica del Espíritu Santo del barrio San José de Ciudad del Este, donde el baño se derribó para construir otro pero los trabajos no terminaron. El resultado, los niños quedaron sin baño.
Ante esta triste realidad, el gobernador del Alto Paraná, en su discurso por el inicio oficial de las clases dijo que “los techos se caen porque se caen”. En realidad, se caen porque fueron hechos con materiales de mala calidad por culpa de funcionarios públicos corruptos, sinvergüenzas que siguen robando la educación y el futuro de nuestros niños. Se caen porque las licitaciones van a parar en manos de hurreros y seccionaleros, amigos y protegidos de esos funcionarios públicos corruptos, que tienen la caradurez de presidir aperturas de año lectivo, cuando tienen encima graves denuncias de negociados con la merienda escolar.
Mientras las autoridades irresponsables traten de minimizar el hecho de que se desplomen techos de aulas, haciendo gala de su desvergüenza e insensibilidad, seguiremos viendo aulas de escuelas públicas cayéndose, niños dando clases bajo los árboles, caminando en charcos para llegar a las escuelas sin agua, sin techo, sin ventilador, sin merienda y sin útiles.

http://www.vanguardia.com.py/2017/02/25/los-techos-se-caen-porque-se-caen/

22 comentarios en “Los techos se caen porque se caen”

  1. Péichante

    Por Mariana Ladaga

    El Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) no hace más que transferir su responsabilidad a otras instituciones e incluso al sector privado. Asegura que la educación es gratuita, pero la verdad es que en las cooperadoras escolares los padres se desesperan al punto de coaccionar a sus pares para juntar los fondos que necesitan. Son ellos quienes compran tizas, pagan la cuenta de la energía eléctrica y el salario de limpiadoras, compran pupitres, reparan tanques de agua, cañerías y baños. Verdaderas guerras se desatan entre los papás por esta razón y, muchas veces, la política partidaria y otros intereses entran a regir.

    Lo mismo ocurre con la infraestructura. Desde que las municipalidades y gobernaciones reciben el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), en algunas escuelas hacen obras la Municipalidad y la Gobernación en un mismo periodo, mientras en otros lugares falta de todo. Además, el dinero se transfiere tarde, las licitaciones se demoran, las obras se hacen a las apuradas, sin el debido control del MEC, y acaban ocurriendo graves accidentes, como el desmoronamiento del techo en la escuela Augusto Roa Bastos, del Área 1 de Ciudad del Este, un día antes que comiencen las clases.

    En Roa Bastos, la obra estaba a cargo de la Municipalidad esteña. Un enorme cartel dejaba en claro que se trata de la “administración Sandra Zacarías”, la intendenta. Pero en el momento en que ocurrió el derrumbe que arrojó tres obreros heridos que trabajaban sin medidas de seguridad, la Comuna intentó esquivar su responsabilidad, negando que la reparación de la viga que sostenía la estructura estuviera planificada. La directora de la escuela dijo que sí estaba prevista.

    Lo que ocurrió en la escuela Roa Bastos no es más que un ejemplo de cómo se vienen haciendo las cosas referidas a la educación en nuestro país: de manera improvisada, “péichante (así nomás)”, “vaivaínte”, a las apuradas, tapando agujeros. Es como si, lejos de interesar verdaderamente la educación de nuestros niños, la intención de los gobiernos nacional y local fuera que sus obras sirvan como propaganda política.

    Me gusta

  2. Educar y formar

    Por Rafael Montiel

    El inicio de las clases, sin mayores sobresaltos ni contratiempos, es una buena señal del año escolar. Se pudieron superar los conflictos con base en el diálogo y el entendimiento entre el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y los gremios docentes.

    El problema de infraestructura es una de las preocupaciones de los padres de familia y maestros, por el peligro que representan las precariedades en algunas instituciones. Sin embargo, el mayor tropiezo de la educación paraguaya es el nivel de aprendizaje de los alumnos en los niveles de Educación Escolar Básica (EEB) y Educación Media, incluso en el universitario, que ha sufrido una regresión, salvo excepciones, por falta de adecuada preparación docente.

    La pedagogía y los principios básicos del proceso de enseñanza-aprendizaje, así como de los contenidos programáticos, planes diarios, áulicos y anuales; el enfoque de enseñanza y la evaluación son fundamentales para lograr los objetivos.

    Además de la pedagogía y el dominio de las ciencias, ahora entra la tecnología, que si es bien orientada puede coadyuvar al conocimiento de los alumnos para conseguir una educación acorde al dinamismo y los desafíos del siglo 21.

    Pero ni el docente, ni las autoridades, ni los materiales de lectura ni un colegio de lujo harán posible el cambio en educación si los padres de familia y la sociedad entera no cooperan en esta difícil misión de educar y formar. La genética y el ambiente social juegan un rol preponderante en el comportamiento de las personas, sea para la buena o mala educación.

    Uno de los graves tropiezos es la pérdida de motivación de los alumnos, por el ambiente permisivo y de corrupción que impera a nivel de la clase política. Las acciones desatinadas y desvergonzadas de los mercaderes de la política rastrera y criolla perjudican en la tarea educativa.

    El objetivo de la educación es formar a la persona humana de modo que los niños y jóvenes sean ciudadanos responsables, capaces, impregnados de valores para alcanzar el desarrollo pleno y cooperar con el crecimiento del país.

    Me gusta

  3. A clases, mirando al techo

    Por Ilde Silvero

    Miles de niños y jóvenes volvieron a clases con una sensación de inseguridad pues temen que el techo se les caiga encima o que su viejo pupitre termine por estropearse. 1.400.000 estudiantes asisten a 7.500 escuelas y colegios oficiales en condiciones bastante precarias, en muchos de los casos. Así es muy difícil esperar una nueva generación de profesionales competentes y exitosos.

    En las semanas previas al comienzo de clases, en centenares de escuelas y colegios hubo muchas actividades para ayudar a refaccionar los locales, reparar y pintar pizarrones y pupitres, arreglar las canchas de deportes y restaurar los cercos. Docentes y padres de familia tuvieron que poner el hombro porque el Estado estuvo presente en muy pocos centros educativos.

    Un peligroso enemigo de los locales escolares son las termitas, pues debido al abandono, estos bichitos van comiendo las vigas de los techos, las ventanas y los pizarrones de madera. Debido a la acción del kupi’i, muchos niños soportaron la caída de las tejas sobre sus cabezas.

    Existe una lista de 13 instituciones oficiales de Asunción en alto riesgo, según un estudio de la Facultad de Ingeniería UNA. Son 3.900 los establecimientos en estado crítico en todo el país. De estos, 2.500 son los que necesitan con urgencia reparaciones estructurales. El Ministerio de Educación y Cultura conoce esta situación, pero sus autoridades afirman que los fondos disponibles son notoriamente insuficientes para enfrentar tantos problemas edilicios.

    La situación no sería tan desastrosa si los presupuestos disponibles se utilizasen debidamente. Cada año, hay miles de millones de guaraníes que provienen de los royalties de Itaipú y de Yacyretá destinados precisamente al mejoramiento del sistema educativo paraguayo. El problema es, como siempre, que gran parte de esos fondos jamás llegan al destino pues se desvían a los bolsillos o a otros intereses de los intendentes y de los gobernadores encargados de administrarlos.

    Entonces, la solución no es simplemente destinar más dinero del Estado a la educación. Eso, de por sí, ya es difícil en un Ministerio de Hacienda acosado por múltiples peticiones de incrementos presupuestarios. El problema mayor es la deshonestidad y la corrupción de las autoridades que manejan la plata dirigida al mantenimiento edilicio y la construcción y equipamiento de los locales escolares.

    Ante este panorama, no queda más opción que recurrir a la ciudadanía y a los medios de comunicación para que, supletoriamente, actúen como fiscales controladores en el uso de los fondos previstos para la educación. En cada ciudad y en cada distrito rural, de alguna manera los padres y docentes deben organizarse e involucrarse en el manejo de los recursos del Fonacide y de los royalties para que los gobernadores y los intendentes cumplan correctamente con sus obligaciones. Apoyar a los funcionarios honestos y denunciar con fuerza a los corruptos.

    Los chicos deben estar contentos y deseosos de ir al colegio. Los mayores tenemos la obligación moral de evitar que tengan miedo de que se les caiga el techo encima. Seamos exigentes con nuestras autoridades y con nosotros mismos.

    Me gusta

  4. Desastre de escuelas, gobiernos regionales y otros cuantos más
    26 Feb 2017

    El ministro Enrique Riera puso el dedo en la llaga de una sociedad que, en general y por décadas, prácticamente desde los años 60 para acá, se dedicó a desmantelar el aparato educativo, relegándolo, no a un segundo, sino a un último plano, por dos razones fundamentales, una porque se empezó a limpiar los centros educativos de profesores profesionales, para ir sustituyéndolos por fieles a la dictadura que no podía tolerar la educación cívica; se cerraron e intervinieron colegios, se borró la educación cívica, y se hizo una selección por el único cedazo de ser fieles al estronismo.

    La segunda razón histórica que, al contrario que en la tradición paraguaya, la educación dejó de ser un valor para sobresalir en la sociedad. La única vía era alinearse. Así durante décadas, se descuidó el presupuesto en educación y la mejora y actualización de conocimientos, como suele suceder en todas las dictaduras, contrarias al pensamiento y a la capacidad crítica libertaria que proporciona.

    La transición no avanzó mucho en los primeros años, aunque se hizo un esfuerzo y se ubicó en los cargos a gente de mayor formación educativa e intelectual, pero no creció la inversión en la medida de las necesidades, con lo que a falta de un mayor presupuesto, y con un crecimiento de la población, los recursos fueron limitándose y la educación decayendo.

    Y ni qué decir la infraestructura. Tenemos escuelas y colegios, que son monumentos históricos, que están derrumbados, mientras que se alquilan edificios precarios para el funcionamiento del MEC. El proyecto de construir un ministerio en serio quedó archivado y la inversión que se hizo para comprar uno está ahí como monumento a la malversación, como un refugio insalubre, habitable sólo para los deambulantes de la noche.

    Como dijo el ministro, las escuelas y colegios no se derrumban no por las tormentas de hoy sino por el deterioro de décadas de falta de recursos.

    No es que en la transición no se plantearon mejoras y programas, sino que el presupuesto siguió dilapidándose en gastos suntuosos, desde planilleros hasta vehículos de lujo y un sinfín de costosos viajes de funcionarios, sin fin ni función alguna.

    Ha sido un gran avance la ley de trasparencia que está permitiendo que veamos en qué se derrocha el dinero público que falta en educación, en salud, en atención social y promoción de los pequeños agricultores, esa gran deuda que venimos acumulando y que llamamos cínicamente reforma agraria.

    No se trata de que todos los gobernantes regionales sean corruptos, que sin duda abundan, sino en muchos casos en la imposibilidad y la capacidad de los elegidos para gobernar, para administrar esos bienes o manejarse y con la estructura de los aparatos políticos prebendarios. Hay que replantear el manejo de esos fondos que hasta ahora, con abrumadora mayoría, han sido malversados o mal invertidos. Es hora de asumir el error de muchos y compartir la culpa; pero, sobre todo, de dar un mejor destino a la administración de los fondos del Fonacide.
    Y vino de pronto el posible milagro del Fonacide, de fondos abundantes para la educación y una gran campaña pública y mediática, como nos suele suceder con mucho entusiasmo y poco sentido analítico y crítico, y se decidió entregar ese dinero a gobernaciones y municipios, la mayoría de los cuales no tenían ni infraestructura ni experiencia en la materia, y, por contraste para acentuar el mal, mucha necesidad de efectivo en una política que cada vez se vuelve más clientelista, pero no sólo de parte de los políticos, también de ciertos sectores empresariales vinculados a la burocracia administrativa que han crecido y crecen a costa de la calidad de la construcción de los centros educativos, de la alimentación de los estudiantes, de la infraestructura necesaria para educadores y estudiantes.

    No hay que mirar mucho hacia atrás ni hacer cuentas que ya están hechas, de la cantidad de inversión de los últimos años que ha sido derrochada en lugar de invertirse en el aparato educativo.

    Sin embargo, no hay una autocrítica para reclamar que se corrija este error. No se trata de que todos los gobernantes regionales sean corruptos, que sin duda abundan, sino en muchos casos en la imposibilidad y la capacidad de los elegidos para gobernar, para administrar esos bienes o manejarse y con la estructura de los aparatos políticos prebendarios.

    Hay que replantear el manejo de esos fondos que hasta ahora, con abrumadora mayoría, han sido malversados o mal invertidos.

    Es hora de asumir el error de muchos y compartir la culpa; pero, sobre todo, de dar un mejor destino a la administración de los fondos del Fonacide.

    Me gusta

  5. Educación, lejos de la realidad

    Por Jesús Montero Tirado

    El vibrante discurso del ministro de Educación y Ciencias, Dr. Enrique Riera Escudero, el pasado jueves 23, en la inauguración de curso y obras del Colegio Nuestra Señora de la Asunción, describió brevemente dos panoramas de nuestra educación.

    Interpreto que el propósito era aludir a su gestión de meses en la cartera y pasar algunos apuntes de sus planes, reflejando aceleradamente la brecha entre el estado deprimente de la educación y lo que se propone hacer para salir de él. Humildemente reconoció que ante la grave situación deficitaria de la educación ni él, ni el presidente Cartes, ni todo el Gobierno, ni la ayuda inmediata de padres y educadores lograrán sacar de su estado a la educación en poco tiempo: hacen falta políticas de estado y un “Plan Marshall” al estilo de la reconstrucción de Europa.

    El ministro contagió su entusiasmo al público presente que le interrumpió reiteradamente con aplausos. En su dinámico plan de acción apunta a resolver las más urgentes deficiencias y poner a la educación en la vía rápida que le lleve a la actualidad y la calidad. El plan levantó esperanzas.

    Nuestra educación escolar y la superior han perdido contacto con la realidad. Preparamos para una realidad que ya no existe y que menos aún existirá en el futuro. La realidad va en jet y nosotros en carreta.

    En una sociedad de cambios acelerados, seguimos ofreciendo conocimientos estancados en el pasado. La inercia de nuestro deslumbramiento por la física de Newton y la pereza intelectual no nos dejan ver la necesidad de comprometernos con la física cuántica, que está siendo revolucionaria, lo mismo para lanzar un satélite chino que para nueva terapia de cáncer, como propone Bruce Lipton en sus investigaciones biológicas sobre la energía de las células.

    Vivimos amenazados por crisis y problemas afectivos tan terribles como la violencia extrema de la criminalidad, los feminicidios, las violaciones de menores, el uso desmedido con comercio clandestino y la fabricación de armas cada vez más letales, el terrorismo y los crueles secuestros, la producción, tráfico y consumo de drogas, las crisis y problemas afectivos personales, familiares y sociales, etc.., y aún no abrieron sus ojos los planificadores de la educación para incorporar políticas y programas de educación de la afectividad y la sexualidad en contexto de ética y valores.

    En una sociedad vorazmente consumista, que goza más que en acumular bienes en cambiarlos constantemente, por el nuevo placer de desprenderse de los ya usados, en la que hasta la información y el conocimiento se manejan como objetos de rápido consumo, seguimos ofreciendo unos diseños curriculares y una didáctica de los conocimientos elaborados, anclados en los años 50 y 60 del siglo pasado. Nos quedamos en lo más simple del cognitivismo y no hemos sido capaces de entrar realmente en el constructivismo, consumiendo conocimientos presuntamente acabados en vez de enseñar y aprender a producir nuevos conocimientos.

    Impresiona que universidades, institutos superiores, CONES y ANEAES sigan presentando diseños curriculares con listados de asignaturas o disciplinas, como si todas y cada una fueran autónomas y no se hubiera comprendido hace tiempo que los conocimientos y los aprendizajes son cada día más interdisciplinares, producidos y actualizados necesariamente en red, como revela el “conectivismo”, ese nuevo paradigma que George Siemens describe en su magnífico libro “Conociendo el conocimiento” (2006 en castellano).

    La educación se despega de la realidad cuando la mayoría de las instituciones educativas superiores en vez de competir en formar los mejores profesionales, compiten en tener más alumnos y facilitarles la venta de títulos. Lo que importa es retener a los alumnos y eso se hace en desmedro del nivel de exigencia en los procesos de enseñanza aprendizaje y rebajando los baremos de evaluación, para que no se vayan a otra institución que lo haga más fácil, no controle la asistencia y no exija tantas competencias y conocimientos. La realidad de nuestro país es que está extremadamente necesitado de profesionales de calidad y saturado de mediocres. Y la mayoría de las instituciones educativas siguen formando mediocres.

    Para que la educación responda al mundo real y su dinamismo, hacen falta gestión, acción, más ética, menos corrupción y mucho pensamiento profesional.

    Me gusta

  6. Los plomos y sus plomadas

    Por Caio Scavone

    Una columna editorial de este diario, específicamente del pasado día jueves 23 de febrero, al comenzar nomás decía “los odiamos, no son bienvenidos, no son dignos de que nos molestemos siquiera en pasar una mano de pintura o asegurar el ventilador para que no caiga sobre sus cabezas”.

    El piadoso recado iba dirigido a los miles de alumnos que comenzaron a ir a las escuelas de este país y a quienes por primera vez pisarán un local escolar y que se van con más riesgo que tirarse al agua sin saber nadar.

    El peligro de pisar hoy un montón de escuelas ya raya en lo valeroso y en lo lastimero, ya que en cualquier momento se viene abajo el edificio y se va para arriba la mierda de los baños.

    ¿Qué puede aprender un niño instalado en una institución escolar con una pizarra a medio pintar, sillas y pupitres enclenques y escuchando a una maestra que gana acorde a la mediocridad que le asiste y más preocupada mirando la pared y el techo de su aula?

    No en balde, mi amigo y sabio juntalatitas Hernán ka’a de Villarrica suele decir: no existe momento más peligroso que estar en una escuela en un día de lluvia.

    Se sabe que mucha plata de los municipios y gobernaciones que debía formar parte de alguna buena construcción escolar se fue a formar parte de las casas de los exintendentes municipales y exgobernadores que hoy gozan de sus muy seguros hogares, convincentes y confortables mansiones.

    Nadie nunca comentó que un lujoso edificio de un exgobernador se haya caído, pero sí de las escuelas, puestos de salud y letrinas que construyeron. Son los plomos, pero usaron la buena plomada.

    No en balde –sino en cualquier canoa y cachiveo– los paraguayitos que viven con el río como frontera, cruzan al otro lado para recibir una educación mejor, una merienda sana y colocada sobre una mesa, un techo seguro, una sala decorada, un patio limpio y, por lo menos, un pedazo de papel higiénico.

    Y para no salir de las construcciones, el mismo recibimiento que las escuelas manifiestan a sus inquilinos, muchos de nuestros caminos deben entregar a los conductores.

    No me imagino las disculpas que la Ruta 9, la Transchaco, tendrá que prodigar a los conductores y productores que viajan por ese tramo que se encuentra destruido desde Río Verde hacia el norte. Es la que desarrolla a la Región Occidental y soporta diariamente el paso de unos 200 camiones de gran porte, sobre todo con productos cárnicos y lácteos.

    En el tramo que conozco de memoria, de Paraguarí a Villarrica de 83 km, los 49 km de Caballero a Villarrica se encuentran en estado de penitencia y de pedir perdón a todos los usuarios de ese tramo. Es realmente vergonzoso y el gobierno que cimentó y fiscalizó ese trayecto, junto a la empresa vial adjudicada, ni con el perdón de los más altos altares tendría que volver a embromarnos.

    Los “caminos de todo tiempo” que hacen las gobernaciones son realmente como su nombre lo indica, intransitables todo el tiempo.

    En la capital, en el mismo sitio donde debe iniciarse un placentero viaje, comienza el verdadera vía crucis de los 17 millones de pasajeros/día que suben a un bus en Asunción y el gobierno de Mario anuncia su necesaria y urgente mejoría, es que esa Terminal se encuentra en estado terminal.

    Es evidente, no solo nos odian las escuelas.

    El trazado asfáltico de 89 km que une Caazapá a Yuty, pasando por Maciel, Moisés Bertoni, y Yegros, debió finalizar en octubre del año pasado.

    Se argumenta que la lluvia fue la causal del gran atraso. Es probable que una sequía la hubiera demorado mucho más.

    La licitación vial fue ganada por una empresa coreana y no podía ser de otra manera, la están haciendo a cuotas.

    Me gusta

  7. Lo que en realidad se viene abajo

    Por Jesús Ruiz Nestosa

    Como si estuvieran construidas con ladrillos de sal, las escuelas se deshacen con el agua de la lluvia y se vienen abajo. Pero más grave que las escuelas es lo que en realidad se está viniendo abajo en nuestro país: la decencia, el sentido de moral, la vergüenza, la idea de corrupción. Porque si aquellas se desmoronan sobre las cabezas de los alumnos, es porque antes se ha desmoronado lo otro.

    Se han entregado miles de millones de guaraníes, sin exagerar los montos siderales que se han alcanzado, dinero que se esfumó sin que a nadie le importe a dónde ha ido a parar ni para qué fueron utilizadas tales sumas que, según los papeles, debían invertirse en educación, comenzando por la necesaria infraestructura. Que yo sepa, no hay nadie investigado, no hay nadie que haya sido imputado, no hay nadie que esté en la cárcel, no hay nadie que haya sido declarado ladrón por la justicia. Perdón, ladrón no es la palabra correcta. Los políticos, las autoridades, las personalidades públicas notables no roban; ellos “distraen” el dinero. O bien “desvían los fondos” sin que nadie se atreva a preguntar cuál ha sido en realidad ese rumbo.

    En este saqueo desvergonzado del dinero público son cómplices sin duda alguna los jueces y los fiscales que no han tenido la decencia –no digo ya valentía– de tratar de determinar quiénes son esos saqueadores, quienes se han enriquecido indebidamente poniendo en peligro la vida de los niños cuyos padres, confiadamente, los han enviado a la escuela sin sospechar que corren el peligro de que alguna viga del techo les aplaste la cabeza mientras se esfuerzan por aprender la tabla de multiplicar o cómo se conjuga un verbo irregular.

    Mientras pequeños grupos de estudiantes se manifestaron en los últimos años exigiendo mayor inversión en educación por parte del Gobierno, todo el sistema navega en un mar de mediocridad que tendría que ser motivo serio de reflexión. No es necesario esperar los resultados. Ya los vimos. En concursos convocados para cubrir plazas de profesores no se han podido cubrir más allá de un tercio de las plazas ofertadas porque el setenta por ciento se aplazó en los exámenes. Paralelamente las estadísticas lo están diciendo: el 20 por ciento de los niños en edad escolar, vale decir, unos 22.000 niños, están excluidos del sistema educativo formal. Los motivos: económicos, violencia, distancia, entre varios otros. Estos datos no son inventados ni fruto de la lucha cainita que mantienen nuestros políticos. Provienen del propio Ministerio de Educación. No hablemos ya del número de estudiantes que ingresa a la educación básica y el número de ellos que terminan el bachillerato. No tengo a mano las cifras exactas, pero si mal no recuerdo la última vez que vi algo sobre el tema la relación era de 9 a 1. Vale decir que de nueve alumnos que entran en el preescolar solo uno termina el bachillerato. De estos egresados son muy pocos los que acceden a la educación universitaria, incluso contando a las “universidades garaje” cuyos títulos no son capaces ni siquiera de adornar la pared donde se los cuelgan.

    ¿Se plantea alguien todo lo que esto significa para el país? Al parecer, a nadie le importa. O, en el peor de los casos, creo que sí hay gente interesada en el tema: nuestros gobernantes. Están seriamente preocupados por la educación pero no en el sentido de lograr la excelencia, sino todo lo contrario: cuanta menor y peor sea la educación de los niños, mucho mejor, porque de esta manera serán fácilmente manejables y carecerán de los conocimientos básicos para poder elaborar un pensamiento crítico y cuestionar, por lo tanto, las atrocidades que cometen los gobernantes.

    Como broche de oro, acabo de ver que la intendenta colorada de Villa Oliva, del departamento de Ñeembucú, acaba de regalarles a los niños mochilas con propaganda política y quiere hacernos creer que no se trata de proselitismo en favor de su partido. Incluso se quejó de que, en lugar de protestar, los niños deberían estar agradecidos ante este gesto de solidaridad. ¡Basta, por favor! No somos idiotas.

    Me gusta

  8. “BOTAME” con mochila y todo
    Mariano Nin

    Un politólogo me decía hace unos días que la política en sí no es mala. Lo malo son los políticos que hacen de la política un botín. Al fin de cuentas la política es solo el medio para garantizar a la sociedad el bien común. En pocas palabras la política debería de ser algo así como un apostolado, haciendo de ella el ejercicio de la vocación para ayudarnos a organizarnos y vivir mejor.
    Eso no ocurre. A excepción de los buenos políticos (quizás contados con los dedos de una sola mano) el resto hizo de la política un cambalache donde se mezclan los abusos, el nepotismo, el robo descarado y el prebendarismo…y el legado es conocido por todos: LA CORRUPCIÓN.
    Siempre digo que cuando un político o un funcionario público roba, no se trata solo de dinero. Nos roba educación, salud, seguridad, todo lo cotidiano que nos afecta directamente.
    En nuestro país la corrupción tiene una aliada: la impunidad y junto a la impunidad una sociedad conformista que avala con su silencio el robo. Nos callamos y eso es malo.
    La educación es un claro ejemplo. Pese a la caída de techos nadie fue condenado por esta criminal desidia. Es más, la cosa siguió como si nada.
    Hace unos días la Contraloría General pidió al Ministerio Público investigar el uso del FONACIDE en ocho municipalidades de la República por casi 700 mil millones de guaraníes, si, leíste bien 700 mil millones. Dinero que debería haberse usado para refacciones, construcciones, reparaciones, ampliaciones y mejoramiento de escuelas y colegios que siguen en ruinas. No fue así y el dinero desapareció.
    En todo el país hay 3.900 establecimientos en estado crítico. 2.500 necesitan urgentes reparaciones.
    Pero los políticos se dan el lujo de regalar mochilas a los niños. Es como un insulto encubierto que una foto dejó al descubierto. Esa es la muestra más clara de lo degenerada que está la política.
    Por eso, cuando usan este tipo de campañas (además a destiempo) lo ideal sería que “LOS BOTEMOS”

    Me gusta

  9. Las mochilas de Musa

    Por Clide Noemí Martínez

    La entrega de mochilas con inscripciones de candidaturas de “Pedro Alliana y Luis Benítez 2018” es una muestra más de cuán impregnadas siguen en la mentalidad de los paraguayos el culto al personalismo y otros vicios que nos ha legado la dictadura. La intendenta de la pequeña localidad de Villa Oliva (ubicada en el norte del departamento de Ñeembucú), Eusebia Marilú Musa (ANR), no encontró mejor manera de congraciarse con los líderes regionales que entregando “un combo” de útiles escolares y libros en mochilas con los nombres del presidente de la ANR, Pedro Alliana, y el posible candidato a gobernador por el oficialismo colorado, Luis Benítez.

    Con el “detalle”, lo que sería producto de una loable gestión de la administradora comunal al lograr con aportes del sector privado para ayudar a unos 800 estudiantes del distrito, se convirtió en un acto reprochable con tufo stronista. Al registrarse en locales educativos, el escándalo salpicó a las autoridades del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y el ministro Enrique Riera intervino ordenando el sumario de los directores de las instituciones que permitieron la entrega. En este caso, el “pecado” fue cometido por los colorados, pero no es exclusividad de los seguidores de Bernardino Caballero.

    El propio Pedro Alliana, respondiendo a la lluvia de críticas a través de la prensa y en las redes sociales, recordó que su colega del Ñeembucú, Víctor Ríos, siendo ministro del gobierno de Fernando Lugo, había obsequiado termos con la inscripción de su nombre y la del ex obispo, utilizando fondos del Estado.

    En este departamento y seguramente en muchos departamentos del país, es costumbre de las autoridades regionales y distritales pintar las instituciones y los locales educativos con los tonos de sus colores partidarios. Por esta razón, en el Ñeembucú es fácil identificar cuáles son las instituciones que recibieron aportes de la Gobernación del duodécimo departamento y cuáles de los municipios de otro signo político.

    Esperemos que la saludable reacción de la población ante el último desatino permita que los dirigentes políticos y autoridades educativas recapaciten, entendiendo que las escuelas y colegios del país son espacios que deben estar libres de egoístas intereses políticos y personales. Cuando eso ocurra, habremos dado un paso trascendente para mejorar la calidad de nuestra democracia.

    Me gusta

  10. Triste realidad

    Por Antonia Delvalle Castillo

    La clases del año lectivo 2017 se iniciaron oficialmente el jueves 23 de febrero en nuestro país. Comenzaron en medio de muchas necesidades en las escuelas públicas a lo largo y ancho del territorio nacional, con aulas en malas condiciones, con riesgo de derrumbe y otras que cayeron días antes o días después del arranque de las actividades educativas.

    Una pincelada de la vergonzosa realidad de la educación en Paraguay en lo que se refiere a infraestructura fue lo que pudimos ver en los primeros días del año lectivo escolar. Según los datos del propio Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), existen 91 edificios escolares en alerta alta; 134 en alerta media, 422 en alerta baja, 164 a ser verificados, mientras que en el listado de las que deben ser potenciadas se encuentran 5.523 instituciones.

    El déficit en materia de infraestructura no es nuevo, hecho que no debe servir de excusa para las autoridades ministeriales, municipales ni departamentales, que tienen la obligación de invertir los recursos del Fonacide para mejorar las condiciones en que se encuentran las instituciones escolares del sector público. Menos podemos conformarnos con la cantaleta de siempre de que las necesidades superan a los recursos financieros disponibles.

    Las escuelas cuentan con cooperadores de padres, que ayudan a introducir mejoras, construir aulas y hasta pabellones enteros. Desde 2012 existe el Fonacide, que los intendentes, conocedores de la realidad de sus distritos, tuvieron que haberle dado buen uso.

    Sin embargo, son constantes las denuncias por obras realizadas sin tener en cuenta especificaciones técnicas para la construcción de edificios seguros. Igualmente, de malversación de dicho dinero, sobrefacturaciones y otras formas de robos descarados.

    Lo más triste es que los representantes del Ministerio Público actúan a pasos de tortuga en las investigaciones de las denuncias, como en el caso del intendente de San Lorenzo, Albino Ferrer (colorado cartista). Hubo denuncias bien fundamentadas por ciudadanos, pero la fiscalía poco o nada avanzó, dando lugar a que siga la corrupción.

    Me gusta

  11. Responsabilidad ciudadana

    Por Nancy Espínola

    Todos los años, cuando se acerca el día de inicio de clases, es noticia en todos los medios el mal estado en que se encuentran las escuelas del país. Comienzan a aparecer fotos de pupitres destrozados, paredes de aulas tomadas por la humedad; con la pintura toda destruida o fisuras en las paredes o techos a punto de derrumbarse obligando a los docentes a buscar refugios más seguros para sus alumnos.

    Este año inclusive se dieron casos en que la semana que se iniciaban las clases varias aulas se desplomaron, afortunadamente sin estudiantes adentro por lo que se convirtieron en desgracia con suerte.

    En el 2012 se creó por ley el Fondo de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide), y se estableció que una buena parte del dinero proveniente de Itaipú sea destinado a la educación. Esta fue una de las medidas más importantes tomadas tanto por los políticos como la ciudadanía en favor de la infraestructura educativa.

    Se estableció que gran parte de la plata sea administrada por las Municipalidades y las Gobernaciones porque las autoridades locales y regionales se supone son las que conocen la necesidad de sus comunidades.

    Gracias a la ley de Fonacide, las municipalidades de todo el país recibieron en los últimos cinco años la nada despreciable suma de G. 1.353.738 millones. Mientras a favor de las gobernaciones fueron desembolsados G. 348.754 millones. ¿Qué se hizo con todo este dinero? Contraloría tiene comprobado que fue dilapidado.

    En la mayoría de los casos las pocas mejoras que se llevaron adelante fueron hechas de la peor manera de tal forma a gastar lo menos posible y llevar al bolsillo la mayor parte. Aulas sin cimiento con paredes levantadas casi a tierra y agua, maderamen de la peor calidad. Obviamente, con el primer ventarrón ya se vienen abajo.

    Las denuncias de trabajos mal hechos abundan, pero no hay un solo gobernador o intendente preso por haber dilapidado fondos públicos. El robo no tiene color. Liberales, colorados, independientes… todos meten la mano en la lata sin asco. Y se burlan haciendo gala del dinero robado, que lo presentan como “progreso económico” paseándose por los humildes caminos de sus comunidades en portentosa camioneta 4×4, la camioneta que compró de lo que se embolsilló sobrefacturando nada menos que la construcción de un aula donde irá a arriesgar su vida el hijo de algún vecino.

    Todo lo que se hace con el dinero se sabe, o se puede saber. La transparencia en los gastos del estado es otro logro importante. Todo lo que se esté planificando, pensando invertir, lo invertido, la empresa beneficiada se tiene a mano por lo que la ciudadanía no tiene ninguna excusa para quedarse callada.

    La población no debería esperar cada inicio de año escolar para verificar en qué condiciones está la escuela donde estudia sus hijos. Los paraguayos deberíamos abandonar esa actitud pasiva y comenzar a exigir. Cuando se está construyendo un aula, se debe velar y asegurar que se haga bien; no esperar que termine y ahí comenzar a lamentarse, cuando ya nada se puede hacer. Y si aun así ocurren estas cosas exigir que los responsables paguen. Mejorar la infraestructura educativa no es solo responsabilidad del estado, también de la gente. Si la comunidad no se involucra y se compromete, todo seguirá igual, y cada inicio de año seguiremos escuchando los vanos lamentos de los padres y docentes.

    Me gusta

  12. El sistema educativo para aprender, no solo para aprobar

    Por Víctor Pavón (*)

    La educación es una poderosa herramienta de la civilización para la transferencia de valores y conocimientos. Esto es lo que ya sabemos. Pero, lo que muchas veces no se toma en cuenta es que la educación requiere de un sistema coherente y facilitador de las tremendas fuerzas que de las ideas emergen. En Paraguay, el sistema educativo se expresa en la repetición continua de un modelo rezagado no solo en la relación docente-alumno, sino también en su misma pedagogía.

    La raíz de este inconveniente está en su pernicioso verticalismo que, pese a las buenas intenciones de sus funcionarios, el ministerio en el ramo es el primer problema. La educación se encuentra atrapada y es incapaz de evitar las decisiones de la matriz político burocrática, como en efecto se prueba cuando miles de alumnos ingresan a aulas sin las debidas condiciones de infraestructura, lo mínimo que se exige al sistema.

    La extrema burocracia, verticalismo y politización hacen difícil responder a las siguientes interrogantes que de la pedagogía emergen. ¿Qué estamos enseñando? ¿Cómo enseñamos y para qué enseñamos? Estas preguntas requieren de respuestas iluminadas no desde la concepción verticalista y burocrática, sino desde una visión participativa, crítica, reflexiva de los protagonistas de la educación; los maestros, alumnos y padres de familia.

    Sin esos intercambios de ideas y propuestas no se podrá avanzar en temas relevantes como la evaluación. Los estudiosos de la educación saben que si se quiere cambiar el sistema educativo se debe abordar el modo de evaluación del proceso enseñanza aprendizaje, de modo que los niños y jóvenes comprendan y sientan lo que significa conocer y hacer más y mejor, mediante la participación activa de sus maestros, quienes deberán mostrarse motivadores y no apáticos intermediadores.

    No debería sorprendernos que en el presente el sistema educativo tienda a confundir la evaluación con la calificación. Parece muy obvio decir que los exámenes no son la única manera de evaluar el aprendizaje; sin embargo, se ha dejado de lado que el propósito del buen docente es la calidad del aprendizaje de sus alumnos, por lo que pasar los exámenes y obtener títulos no son indicadores fiables de la calidad educativa.

    Aprender con el fin de aprobar exámenes supuestamente cada vez más difíciles es el modelo tradicional de enseñanza que se viene implementando en los niños y jóvenes. Este modelo provoca la desidia y el desinterés de educadores y educandos, desvaloriza la educación al punto que se tienen muchos docentes pero menos maestros.

    Un sistema educativo hecho solo para aprobar y no para aprender tiene fuertes efectos sobre los niños y jóvenes que así se instruyen en la creencia de que los demás se deben hacer cargo de la cultura, la política y la economía, siendo esta la mejor forma de dar cabida a los avivados de siempre que luego ocupan altos cargos en los gobiernos.

    (*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

    Me gusta

  13. Constructivismo y resultados en educación

    Por Jesús Montero Tirado

    Enrique Farina Arce comentó el pasado lunes en ABC Digital mi artículo “Educación, lejos de la realidad”, diciendo de mí: “Este señor insiste en el error que fundió la educación paraguaya: el constructivismo, una teoría educativa sin respaldo científico y con sesgo ideológico”. No suelo responder las cartas que recibo sobre mis artículos porque son bastantes y no tengo tiempo, además porque respeto las opiniones de todos. Pero en este caso creo que mi silencio ante afirmaciones tan infundadas podría interpretarse como aceptación implícita (“el que calla, otorga”) y me preocupa que puedan circular opiniones tan contrarias a la verdad, perjudicando gravemente a nuestra educación.

    Decir que “el constructivismo es una teoría educativa sin respaldo científico” es borrar de un tajo en la historia de la pedagogía por lo menos a tres científicos reconocidos mundialmente por sus importantes y valiosas investigaciones, con las cuales fundamentaron el lanzamiento del constructivismo como paradigma fundamental del conocimiento y el aprendizaje. Siento vergüenza ajena de que en Paraguay se pueda decir que Jean Piaget con todas sus investigaciones, especialmente iluminadoras en la Epistemología genética, que Lev. S. Vigostsky con sus investigaciones de la compleja teoría sociocultural y que David Ausubel con sus correspondientes investigaciones sobre el aprendizaje significativo no lograron respaldar científicamente el constructivismo.

    Me gustaría conocer la investigación del Sr. Farina Arce o en la que se apoya para afirmar que “el constructivismo fundió la educación paraguaya”. Es más, me gustaría que nos hiciera ver cuándo el constructivismo ha estado vigente, desde cuándo hasta cuándo, en “la educación paraguaya”. El Consejo Asesor de la Reforma (CARE) aconsejó en los años 90-91 superar el cognitivismo e integrar el constructivismo para el proceso de la reforma educativa. El Ministerio lo aprobó y quedó refrendado en los 17 congresos departamentales y en los dos nacionales. Pero de ahí a que el constructivismo como tal se haya aplicado en las aulas hay un trecho tan largo que todavía no se ha cubierto. Se usa con frecuencia la palabra constructivismo, pero la mayoría de los educadores siguen haciendo lo mismo que se hacía antes en los procesos de enseñanza-aprendizaje. ¿Cómo se puede afirmar que el constructivismo fundió la educación paraguaya?

    Las investigaciones de Piaget, Vigostsky y Ausubel demostraron que el verdadero conocimiento personalizado lleva consigo la participación activa del alumno, el cual construye el conocimiento aportando en esa actividad su experiencia, memoria, imaginación, afectividad, creatividad, reflexión y su sentido crítico. Frente a la pasividad receptiva del cognitivismo, el constructivismo postula la participación activa del alumno para construir personalmente conocimientos recibidos y sobre todo producirlos. No somos simples grabadoras, somos inteligencias que construyen y potencialmente productoras de nuevos conocimientos.

    No es posible en la brevedad de esta columna describir lo que es y aporta el constructivismo. Basta leer cualquier diccionario de pedagogía o documento de investigación o divulgación para superar las caricaturas, por ejemplo: http://modelospedagogicos.webnode.com.co/modelo-constructivista/ Desde luego, ningún modelo pedagógico es perfecto; tampoco el constructivismo. En ciertos ambientes especializados se ha hecho famosa la crítica al constructivismo de Inger Enkvist, cuando comenta el éxito pedagógico de Finlandia y el deterioro de la educación en algunos países europeos. Pero precisamente los educadores de Finlandia comentando los buenos resultados de su trabajo profesional lo atribuyen a once principios pedagógicos fundamentales; el undécimo es la “interpretación del aprendizaje desde el constructivismo social”. También Inger Enkvist ha sido criticada por caricaturizar algunos aspectos del constructivismo, como atribuir a la necesaria participación activa del estudiante una “no directividad” por parte de los profesores; atribución que no está en el constructivismo, sino en la indebida desviación del mismo por parte de algunos profesores, que no lo han sabido aplicar correctamente.

    Al final resulta que el constructivismo es uno de los factores de éxito en Finlandia, pero en Paraguay, según Farina Arce, fundió la educación.

    También me gustaría que el Sr. Farina Arce explique cuál es el “sesgo ideológico” que él atribuye al constructivismo. Piaget era suizo, Vigostsky, ruso, y Ausubel, norteamericano. Ellos son los tres científicos, pilares del constructivismo. ¿De qué sesgo ideológico habla?

    ¿En qué historia de la pedagogía, en qué diccionario, en qué bibliografía o papers de investigación se apoyan las afirmaciones irrestrictas de su comentario sobre el constructivismo?

    Me gusta

  14. Las lecciones de Villa Oliva

    Por Blas Brítez
    Mientras Horacio Cartes inauguraba una planta industrial arrocera con capital brasileño en Villa Oliva, Ñeembucú, la intendenta cartista de dicho distrito, Eusebia Ramona Musa, recorría escuelas de la zona para repartir mochilas que incluían propaganda política a favor de Pedro Alliana, ex gobernador del departamento y diputado nacional con pretensiones reeleccionarias, lugarteniente del presidente de la República en la cúpula del Partido Colorado.

    La difusión de mensajes electorales en instituciones públicas está, por supuesto, prohibida. A doña Eusebia ese «detalle» le tiene sin cuidado. «El niño no va a votar, el niño ni entiende», se defendió, profesoral. La frase adquiere aún más relevancia si se toma en cuenta que la mujer fue directora de la escuela básica Carlos Antonio López, el sitio a donde llegó con las mochilas, dirigida ahora por su prima, María Clotilde Musa.

    La primera parte de su justificación es una media verdad (o media mentira). Los niños y las niñas no votan hasta que cumplan los 18 años, pero se supone que es en la escuela en donde aprenderán «educación cívica», enseñados por los adultos que sí votan. El ejemplo que doña Eusebia da a este respecto es cuanto menos catastrófico. La segunda parte es, directamente, una violación de los derechos de la niñez y la adolescencia. Si una docente (que además es la máxima autoridad municipal ejecutiva) argumenta a favor de la realización de campañas electorales en las escuelas con la síntesis filosófica «El niño no entiende», estamos ante la criminal subestimación de las capacidades cognitivas y sociales de infantes y adolescentes, o en todo caso ante la negación de sus derechos relativos a una educación pública sin sectarismos.

    Así como Villa Oliva fue noticia la semana pasada por la incontinencia electoral de su intendenta, también lo fue por la presencia de Horacio Cartes. El extractivismo arrocero, según denuncian organizaciones sociales de Ñeembucú, ha degradado brutalmente el medioambiente en la zona a partir del uso intensivo del agua del Tebicuary para el cultivo: se han registrado muertes de animales, sequía de cauces y contaminación y desvío de aguas.

    El Relatorio de impacto ambiental, propuesto por la empresa a la Seam y elaborado por la consultora Matus & Dubarry, en su Plan de Mitigación referente al cuidado de las aguas, ofrece un genérico: «No arrojar ningún tipo de contaminantes a las fuentes de agua» como poco creíble solución de Perogrullo. Las arroceras hacen eso mismo desde que existen, y nada asegura que en su fase industrial dejen de hacerlo.

    La educación pública al servicio de intereses colorados y la expansión del extractivismo como modelo de muerte son las lecciones que en Villa Oliva dio el Nuevo Rumbo.

    Me gusta

  15. Los cien años de soledad de la educación nacional

    Ante el estado calamitoso de gran parte de las escuelas con que se iniciaron las clases, alguien precisó lo obvio, que tal grado de catástrofe no puede alcanzarse en unos pocos años, sino que es un proceso de derrumbe histórico de décadas… alguien hasta afirmó de un siglo de abandono, lo que aunque parezca exagerado no deja de ser más preciso que las evaluaciones conyunturales que se hacen con gran escándalo, como si la cuestión datara de unos cuantos días o semanas o años… La prueba más contundente es el antiguo edificio que fuera sede de la administración del MEC, que tuvo que ser abandonado, pese a ser un patrimonio histórico, cuando ya estaba en ruinas.

    En estas décadas, que se remontan a los tiempos de la dictadura y se han mantenido y «perfeccionado», es decir, «deteriorado», durante la transición, no se han hecho inversiones importantes ni se ha logrado cambiar la base porcentual que, como es norma internacional, debería corresponder al rubro clave de la educación, considerada, ya en nuestro país desde los tiempos de Indalecio Cardozo, como un factor clave para el desarrollo.

    Es más, instituciones que fueron señeras y modelos, formadoras de base de grandes intelectuales y profesionales, como fue el Colegio Nacional, hoy son ruinas de lo que fueron antaño.

    No solo no se ha invertido durante décadas, tal vez los cien años de desaliño que dijo un crítico, o de los cien años de soledad que diría García Márquez, en que todo se anquilosa, se deteriora y en vez de avanzar hacia el futuro, se derrumba hacia el pasado.

    En esto no puede echársele la culpa a tal o cual gobierno, ya que el proceso de aniquilación sobre la base de bajo presupuesto, hasta las inversiones que se han proyectado, con absoluta mala administración de municipios y gobernaciones, vienen de décadas.

    El último buen intento que se hizo vino con la aplicación de los multimillonarios fondos del Fonacide que, lamentablemente, han sido un absoluto despilfarro.

    En este caso el error no fue del sector público, sino del privado, con una gran campaña tremendamente mediatizada que promovió la entrega de los fondos a las gobernaciones y municipios, cuando es de público conocimiento que estas instituciones no estaban, ni estuvieron, a la altura de las circunstancias. Y lo que es más grave, no van a seguir estando.

    La otra muestra, hoy en los estrados judiciales, es cuando se hizo un multimillonario desembolso para la adquisición de un edificio que entonces, como hoy, era un chiquero inhabitable para albergar a un ministerio de educación o sus dependencias.

    Pasó lo mismo con las universidades de garaje, la famosa Ley Marcos y los descontroles con que vienen actuando, con alto costo de dinero y frustración para los estudiantes y sus familias, que pagan la inversión, con la esperanza de tener «hijos doctores», para encontrarse luego con la realidad de que los títulos expedidos no sirven, en la mayoría de los casos, para nada; en una gran generalidad salvo para ponerlos en un marco, sin reconocimiento.

    Es bueno que el ministro Riera esté poniendo el tema sobre el tapete con realismo, es decir, haciendo un catastro de las universidades privadas que vienen estafando a la juventud que quiere educarse.

    Es también un acierto que hoy el Ministerio de Educación esté convocando al sector privado, lo que es una buena estrategia, para complementar los esfuerzos públicos, ante el grave atraso que hay que recuperar en las escuelas ruinosas. Es históricamente un aporte de la sociedad a la formación que haya empresas que apadrinen centros de estudios.

    Es también un acierto que se haya ampliado el fondo para las becas para formación en universidades internacionales para estudiantes y para docentes.

    Son nuevos signos para la recuperación si se logra mantener el proceso. Para recuperar los cien años de soledad, hace falta que toda una sociedad se ponga en marcha y que se cambie el «desprecio por la educación» que arrastramos, simplemente por el aislamiento del país y porque para progresar en esta sociedad había que hacer política, tener padrinos o parientes en cargos importantes.

    Nos viene desde los tiempos de las dictaduras que aislaron y asolaron al país.

    Hoy la sociedad está cambiando; el país se está instalando en el mundo y para eso hay que competir con formación, capacidad y calidad.

    Dentro de la histórica precariedad estamos dando un paso hacia el presente y hacia el futuro.

    Me gusta

  16. Otro informe lapidario sobre la educación en nuestro país
    La infraestructura escolar del Paraguay es la peor de la región latinoamericana, según surge de un informe conjunto de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Allí se lee que los porcentajes de alumnos paraguayos que asisten a escuelas con muy pocas categorías de infraestructura con nivel suficiente son “inaceptablemente altos”. Los paraguayos debemos sentirnos realmente humillados por este informe, que habla de la insensibilidad de las autoridades nacionales –y los políticos que manejan todas las esferas– hacia el sector más importante para el desarrollo de nuestro país.

    Eso significa, en otras palabras, que muchas escuelas no tienen agua potable ni saneamiento y que carecen de servicios públicos, así como de espacios pedagógicos o académicos, de áreas de oficinas, de espacios de uso múltiple y de equipamiento en las aulas. Entre el 21% y el 24% de los alumnos estudia en establecimientos que no cuentan con infraestructura suficiente en ninguna de esas categorías o en solo una de ellas.

    Los resultados del estudio están lejos de ser asombrosos, ya que la ciudadanía está bien enterada del calamitoso estado de las instalaciones en que se imparte la educación pública. La prensa se viene ocupando con insistencia de la necesidad de poner fin a una situación denigrante para los alumnos y vergonzosa para el país. Ella no tiene nada que ver con la falta de dinero, sino con la corrupción que se lo ha engullido, y la insensibilidad de las autoridades nacionales, departamentales y comunales.

    También los docentes y los padres de los alumnos han contribuido, con su inexplicable silencio, a que se siga enseñando bajo los árboles o corriendo el riesgo de que se caiga el techo de un aula con pupitres ruinosos. Pero la responsabilidad principal, desde luego, recae sobre quienes definen las políticas e invierten los fondos previstos para la educación.

    En tal sentido, el informe comparativo del BID y la Unesco, que con toda razón nos deja tan mal parados, señala que las características físicas de las escuelas no dependen necesariamente de la situación económica de los países, sino que son el resultado de las diferencias en el grado de priorización, planificación y eficiencia en la gestión de las políticas públicas.

    El art. 85 de la Constitución dispone que “los recursos destinados a la educación en el Presupuesto General de la Nación no serán inferiores al 20% del total asignado a la Administración Central, excluidos los préstamos y donaciones”. Esta plausible norma, que trasunta la importancia que los convencionales de 1992 le dieron a la educación, ha venido siendo aplicada cada año fiscal, sin que ello haya servido para que los edificios escolares estén hoy mejor construidos y equipados. Es que no se trata solo de que el presupuesto educativo sea relativamente elevado, sino que dentro del mismo las partidas estén correctamente asignadas.

    Y bien, ocurre que una buena parte de los recursos termina en los bolsillos de la burocracia prebendaria, apadrinada por los politicastros de turno: el Ministerio de Educación y Ciencias llegó a tener nada menos que 140 Direcciones para alojar a los parásitos de siempre, mientras los alumnos tomaban clases en condiciones indignas. Y si a ello se suman el derroche y la corrupción desaforados, no es mucho lo que termina restando para mejorar efectivamente la infraestructura educativa.

    Desde 2013 los gobiernos departamentales y municipales han venido recibiendo el 25% de los recursos del Fonacide, debiendo destinar la mitad de ellos al financiamiento de la construcción, la remodelación, el mantenimiento y el equipamiento de centros educativos. Es bien sabido que esos recursos fueron en gran medida malversados por gobernadores e intendentes facinerosos, en complicidad con los concejales departamentales y municipales.

    Se robó y se roba impunemente el dinero contemplado para mejorar la infraestructura educativa, porque las autoridades locales, lo mismo que las nacionales, son corruptas e indiferentes a todo lo que hace a la educación.

    Si no faltan fondos, tampoco faltan normativas al respecto, como lo muestran el Decreto N° 6589/94 y la Resolución N° 3985/99 del MEC, que disponen que los servicios infraestructurales para la educación primaria tengan agua corriente, sanitarios con inodoros conectados a la red cloacal, energía eléctrica, aulas en buen estado, salón multiuso, biblioteca y otras comodidades. Esas disposiciones son letra muerta porque nuestros politicastros bastardean la educación pública al ponerla al servicio de sus partidos y al de sus paniaguados. Ella no importó durante la dictadura, en la que la corrupción estaba concentrada, y no importa ahora, en que la corrupción está descentralizada.

    Como es obvio que la infraestructura influye en el aprendizaje, mientras así continúen las cosas y el Paraguay ocupe el último lugar en América Latina en lo que a ella respecta, nuestros niños seguirán privados de los beneficios de las habilidades que les permitan ganarse la vida en un mundo competitivo, en el que el conocimiento deviene cada vez más relevante. Lo más grave del caso es que se viola el principio constitucional de la igualdad de oportunidades cuando los principales afectados por el drama de la infraestructura educativa son los alumnos provenientes de familias de bajos ingresos.

    En otros términos, la politiquería voraz atenta contra el futuro del país y muestra hasta qué grado de miseria se puede llegar cuando a la inmoralidad de quienes deciden las políticas públicas se suma la ineptitud de los burócratas. Por lo tanto, para salvar a la educación en nuestro país es necesario limpiar el escenario político denunciando con firmeza a quienes la destruyen cada día, esos políticos que viven como reyes de la ignorancia de la gente.

    Me gusta

  17. Hay que cerrar escuelas con escasa cantidad de alumnos

    Una de las medidas urgentes que deben ser llevadas del plano del discurso a la práctica es cerrar unas 2.000 escuelas que han sido creadas por motivos políticos clientelistas, sin reunir la cantidad necesaria de alumnos que justifiquen su existencia. Muchas de ellas funcionan en establecimientos precarios, debajo de árboles y con profesores de plurigrado. Obviamente, la enseñanza que imparten carece de calidad y es una estafa a alumnos y padres, porque su producto no les permitirá enfrentar con un mínimo de solvencia los retos de la vida. Es necesario que el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) asuma cuanto antes, con coraje, ese desafío.
    En el gobierno de Fernando Lugo, con el ministro Luis Riart al frente del MEC, se inició la fiebre de aperturas de locales de enseñanza escolar básica a lo largo y ancho del país. Así se abrieron escuelas en compañías y barrios en los que no existían el mínimo de comodidad ni la cantidad suficiente de alumnos que justificara su apertura.

    Ese es el origen de numerosas escuelas yvyraguy o con techos a punto de caer que hoy tienen en total 30, 40 o 50 alumnos. Incluso menos. El registro oficial del MEC da cuenta de la gran cantidad de instituciones con matrículas muy bajas. Su creación se debió a motivos políticos clientelistas. A los correligionarios había que crearles puestos de trabajo. Para ello, no se les ocurrió nada mejor que hacerlo a costa del erario público sin importar el criterio de racionalidad que debió haber primado a la hora de tomar determinaciones con respecto a las nuevas creaciones de instituciones de enseñanza.

    Esa herencia es la hoy se arrastra. La precariedad de los locales escolares no responde en su totalidad a esa causa, pero es indudable que no se ha avanzado más porque se han tenido que atender situaciones que afectaban a escuelas con muy escasos alumnos en varias partes del país.

    El ministro Enrique Riera ha anunciado la inhabilitación de unas 2.000 escuelas que no cuentan con la cantidad mínima de alumnos requerida para el funcionamiento de los grados y la potenciación, en contrapartida, de 5.553. Los estudiantes serán reubicados y se implementarán transportes para los que viven en lugares alejados del emplazamiento de las escuelas a las que acudirán.

    Hasta ahora, la idea no ha pasado del papel a la realidad. Pero es necesario implementarla cuanto antes. No será fácil, porque los estudiantes se han acostumbrado a tener cerca sus escuelas. Está el problema de los docentes que tendrán que ser reasignados a otros locales escolares o funciones y, sobre todo, el problema gremial y político que la medida generará.

    Cuando se producen desbordes y estos van demasiado lejos la solución se vuelve cada vez más compleja. El precio que hay que pagar para retornar a la racionalidad es cada vez más elevado. Por eso, la medida tiene que ser tomada ahora y no mañana.

    No tendrían que cerrarse escuelas. Sin embargo, la forma en que fueron creadas, su falta de eficacia y el despilfarro que genera en un sector que tanto necesita de más recursos económicos, se justifica. Para implementarlo hace falta determinación política, coraje y, sobre todo, deseo sincero de arreglar las perversiones creadas por los que solo pensaron en sus intereses, no en los de la República.

    Me gusta

  18. Tormenta cerebral

    Por Jesús Montero Tirado

    Entre los doce y veinticuatro años de edad el cerebro se transforma de manera decisiva y, con frecuencia, complicada. La calidad de este desarrollo o la perturbación del mismo son determinantes para el futuro de cada adolescente. Daniel J. Siegel, psiquiatra internacionalmente conocido por el éxito de su libro “El cerebro del niño”, ha publicado en el 2013 (en castellano, 2015) un apasionante libro sobre el cerebro de los adolescentes con el título “Tormenta cerebral”.

    El libro es apasionante porque con rigor científico rescata el valor de la adolescencia con entusiasmo, destacando con visión optimista su trascendencia y belleza, frente a los prejuicios populares que suelen calificar a la adolescencia como una etapa de inmadurez, desajustes, vacilaciones y rupturas.

    Entre los procesos más importantes de esta etapa resalta el desafío de integrar diversos y, a veces, contradictorios movimientos de la mente hacia la identidad personal. ¿Quién soy yo? ¿Cómo soy? ¿Cómo voy a ser? ¿Cómo y qué quiero ser? ¿Seré capaz de serlo?, etc.

    Siegel está convencido de que en la construcción de la personalidad debe trabajarse en promover un deslizamiento del “yo” al nosotros. Poner toda la energía en desarrollar el “yo” en un mundo con sociedades peligrosamente egoístas y narcisistas, es contribuir a reforzar los conflictos, desentendimientos y violencias. No se trata de abandonar el interés, la atención y el desarrollo del “yo”, se trata de enriquecerlo con su natural vocación social. Lograr el equilibrio en el desarrollo del “Yo” con el deslizamiento hacia el nosotros lo sintetiza Siegel creando un expresivo neologismo: se trata de desarrollar el “YOSOTROS” (2015, 332).

    Una vez más, ahora desde la neurología, la educación, formación y capacitación de la afectividad, asimilando competencias socioafectivas se nos presenta como una tarea que ni las familias ni las instituciones educativas pueden eludir. Tanto mayor es la responsabilidad cuanto mayores son los graves problemas que estamos cosechando en nuestra sociedad por negligencia, pasividad o insuficiencia de la educación afectiva y el logro de la suficiente madurez para poder convivir en relaciones matrimoniales, familiares y sociales armónicas.

    Vienen sonando diversas alarmas sobre los excesivos desequilibrios afectivos que provocan demasiadas tragedias. Si cada seis días se produce un feminicidio en nuestro país, estamos ante un estado patológico extremo de deformación humana en la afectividad de un número significativo de los varones paraguayos, porque evidentemente que este indicador es un síntoma de una enfermedad afectiva que lleva consigo otros muchos comportamientos no tan mortales, pero no menos graves, que no tienen por qué producirse en una sociedad sana.

    Si crece el número de niños y adolescentes actores y víctimas de bullying es porque la educación, formación y capacitación afectiva de los menores no han logrado ayudarles a encauzar sus energías afectivas para una convivencia nutrida de vivencias en el dominio de las pasiones personales y el respeto a la libertad y derechos de los demás.

    Si crece la producción, el tráfico, la venta y el consumo de alcohol y drogas entre niños, adolescentes y jóvenes es porque las profundas deficiencias afectivas los debilitan y son vulnerables a la criminal persuasión de los vendedores, engañándoles con promesas de placer y felicidad, cuando les están vendiendo componentes químicos que les alienan, los hacen dependientes y adictos y les destruyen su sistema nervioso, empezando por el cerebro.

    Somos el país con el bono demográfico más alto del continente. El 56% de nuestra población tiene menos de 30 años. Mirando al presente y al futuro, ellos son nuestra mayor riqueza. Las políticas de desarrollo económico y social nunca pudieron contar con semejante potencial. Pero si las políticas sociales de estado, entre ellas las políticas de educación, si los comportamientos familiares y sociales siguen pasivos sin reaccionar ante los indicadores y alarmas que avisan del grave estado deficitario de nuestro caudal afectivo y las tragedias que incuba y produce, poco a poco nuestro país, además de estar en cabeza entre los países más corruptos, estará también entre los países más violentos e inseguros. La tradicional hospitalidad, amabilidad, solidaridad del pueblo paraguayo, parece que empieza a tener fisuras e indicadores que merecen, además de preocupación, nuevas políticas de educación de la afectividad y de acompañamiento a los adolescentes, los jóvenes y las familias.

    Me gusta

  19. Pero, ¿tienen vergüenza?

    Es un paso positivo en la dirección correcta que el Ministro de Edu­cación y Cultura asuma el vergonzoso abandono que muestra la in­fraestructura escolar a escala nacional. Y hasta podríamos ceder a la tentación de acceder a su contrito pedido de disculpas si no fuera porque tal abandono es absolutamente imperdonable.
    Naturalmen­te, el hecho concreto de que ocho de cada diez escuelas públicas no tengan agua potable, baños decentes con drenaje de aguas negras ni recolección apropiada de basura, que seis de cada diez carezcan de luz eléctrica o que la mitad no disponga de mínimo equipamiento como pizarrón, tizas o asientos apropiados para maestros y alumnos es algo que debería golpearnos duramente como sociedad.

    La vergüenza del Ministro es realmente insignificante frente a la monstruosa indi­ferencia que mostramos hacia el proceso educativo en el Paraguay. Y estamos hablando única y exclusivamente de escuelas, colegios y los pomposamente nominados “centros regionales” de gestión públi­ca. Sobre esta “infraes­tructura”, el informe del Banco Interamericano de Desarrollo denominado ‘Suficiencia, equidad y efectividad de la infraes­tructura escolar en Amé­rica Latina’, expresa en forma contundente que “en Paraguay… los por­centajes de estudiantes que asisten a escuelas con muy pocas catego­rías de infraestructura con nivel suficiente son inaceptablemente al­tos”. ¿Se entendió, ver­dad? Inaceptablemente altos.

    Si revisamos las tablas encontraremos ejemplos a la inversa. Por ejemplo, Chile, en donde el 88% de los alumnos asisten a clases en establecimientos con infraestructura y equipamiento óptimos en todas sus categorías. Ahí está la respuesta de por qué Chile califica tan alto en índice de desarrollo humano y de calidad de vida, primero en América Latina en ambas categorías. En términos presupuestarios, en el Paraguay invertimos en educación US$ 170 per cápita (2015) mientras que ese mismo año Chile gastó US$ 627, Argentina US$ 711 y Brasil US$ 676.

    Si en el Paraguay invirtiéramos el 10% del tiempo que dilapidamos en discutir imbecilidades como la reelección presidencial -o si los bo­nos deben o no pasar por el Congreso- en tratar a fondo el abandono criminal en el que está la educación, tal vez podamos arrancar de una buena vez como sociedad civilizada. Pero no, preferimos revolcarnos en el mismo barro inútil, con edificios públicos desbordantes de fun­cionarios absolutamente innecesarios, mano de obra barata para po­liticastros redomados. Y en esto somos absolutamente democráticos: viejos carcamanes de la prehistoria partidaria y partidillos de nuevo cuño, todos se apiñan codo con codo para dragar su tajada en ese ban­quete de indecentes llamado Presupuesto General de la Nación.

    Avergüéncese todo lo que quiera, señor Ministro. Pero después haga algo concreto, como por ejemplo golpear con fuerza la mesa en al­guna reunión del gabinete presidencial a ver si alguien más se des­pierta, siente la misma vergüenza que Ud. y toman todos en serio el presupuesto para Educación. U olvídense del asunto y sigan discu­tiendo como lelos el único tema que parece quitarles el sueño. Hasta que otro informe de algún organismo internacional nos refriegue en la cara la vergüenza de seguir en el fondo de la tabla en educación pública.

    Me gusta

  20. Caótico inicio de clases

    René González Ramos –
    La seccional… perdón. La selección del ministro de Educación Enrique Riera en el MEC no está funcionando como esperábamos. Las clases se iniciaron el pasado 23 de febrero en medio del caos en las instituciones educativas de gestión oficial.

    Grande fue la sorpresa para madres y alumnos al encontrarse en las escuelas sin sus kits escolares. Y todavía quedan por repartir alrededor de 100.000 útiles a los estudiantes, según estimaciones de la cartera educativa. Además, siguen sumando las denuncias por calculadoras y lápices que llegan en mal estado.

    Sobre los lápices de colores y bolígrafos, se reclama también la mala calidad de los mismos. La gestión del Ministerio estaba mejorando en la distribución y calidad de los insumos, que sirven de complemento en algunos casos, pero que son objetos de primera necesidad para chicos en situaciones vulnerables.

    ¿Estamos cada vez peor? Es lo que cuestionan los secundarios de la Unión Nacional de Centros de Estudiantes del Paraguay (Unepy), considerando la falta de útiles y la delicada situación de infraestructura escolar.

    Lo cierto es que ante la emergencia educativa es inevitable no ver el vaso medio vacío, como criticó recientemente Riera en las redes sociales.

    O pregunten a los niños y docentes de la escuela indígena de Kua’ay Kapi’itindy en Tacuatí, donde recibieron sus kits de la mano de colonos de la zona, quienes cansados de esperar, hicieron el trabajo de las autoridades. O consulten a los estudiantes del Colegio Técnico Nacional (CTN), que por poco y se trenzan con automovilistas por cerrar la avenida Mariscal López en hora pico. Reclamaban la llegada de kits para 1.500 compañeros.

    Al ministro de Educación se le ocurrió ordenar por resolución que los escolares obtengan estos beneficios elementales únicamente si completaban el registro único del estudiante (RUE). ¿Puede acaso una resolución ministerial estar por encima de la Ley General de Educación o de la misma Constitución Nacional, que garantizan la distribución de lápices y cuadernos para los chicos?

    Averigüen también cómo ven el vaso los niños y jóvenes de este país que dan clases bajo árboles, en carpas o iglesias debido al peligro de derrumbe de sus aulas.

    Cuando la escuela debería ser uno de los lugares más seguros para nuestros chicos, esto no ocurre en 3.900 centros educativos paraguayos. Datos oficiales hablan de 500 colegios que implican un riesgo para la integridad física de niños y sus docentes.

    «En Paraguay, los porcentajes de estudiantes que asisten a escuelas con muy pocas categorías de infraestructura con nivel suficiente son inaceptablemente altos», dice el estudio Suficiencia, equidad y efectividad de la infraestructura escolar en América Latina, de la Unesco y el BID. El país ocupa el último lugar en infraestructura escolar en Sudamérica. El vaso que nos tocó en materia educativa está medio vacío, lo vea así o no el ministro. Así lo evidencian las escuelas destruidas y los kits que no llegan.

    Me gusta

  21. La educación que queremos

    Por la LIC. EMMA PAOLI

    Sigamos construyendo. En los artículos anteriores nos hemos explayado en las dimensiones en que se deberían indagar para lograr una educación renovada y actualizada.

    Dichas dimensiones apuestan a un orden sistémico, cuyo cumplimiento daría garantías concretas a una reforma o transformación del modelo. La primera dimensión ya manifestada se iniciaría desde la identidad donde la visión se enfocaría en lograr calidad de vida que todo ciudadano aspira, a medida que logra mayores conocimientos y competencias.

    Definido estos conceptos y enfoques como premisas irrefutables a cumplir, iniciaríamos la segunda dimensión: las estructuras, el espacio donde se conjugan las capacidades, las competencias del sistema, de las instituciones, de los actores (sociedad, docentes, alumnos), los procesos, métodos, enseñanza, aprendizaje, niveles de aplicación, áreas de competencia, evaluaciones en base a logros o resultados, motivaciones en los campos económicos y sociales.

    Dentro del ámbito de las instituciones, se iniciaría desde el enfoque político, siendo en nuestro país el MEC la institución diseñada y capaz de realizar los cambios necesarios desde su estructura y replanteando a partir de este nuevo organigrama trazado por la ley recientemente aprobada. Es decir, al MEC vuelve a la centralidad, político- académico y administrativo.

    El análisis que se debería realizar partiendo desde este punto, desde los nuevos enfoques y reglamentos de aplicación en base y en concordancia con la Constitución Paraguaya, a fin de respetar el espíritu de la misma.

    Es importante y necesario realizar estudios de mercado con el fin de detectar las prioridades del sistema y no seguir realizando parches momentáneos que no poseen capacidad de reforma o innovación a largo plazo, tan urgentes hoy en nuestro presente siglo XXI.

    La centralidad que plantea el MEC en base a la nueva Ley General del MEC Nº5749/017 se concentrará en un solo espíritu: la renovación del sistema con sus normas y a través de diferentes Direcciones y Departamentos.

    El Paraguay precisa con urgencia un nuevo enfoque ya que para la mayoría de los estudiantes la experiencia educativa no es diferente a lo que recibieron generaciones previas, debemos innovar en los modelos educativos. La experiencia indica que cambiando en los modelos pedagógicos se conseguirán los logros en el aprendizaje. La Educación que queremos para el 2017 debe iniciar con una reforma.

    Me gusta

  22. Escuelas dignas

    A pesar de las promesas y los millones en recursos que se destinan al Ministerio de Educación del Presupuesto General de Gastos, además del dinero en concepto de Fonacide que se distribuyen a las municipalidades y las gobernaciones, las escuelas públicas del interior del país siguen dejando mucho que desear.

    Son lamentables las condiciones precarias en que los niños y adolescentes que desean formarse, sobre todo en el interior del país, deben soportar para asistir a clases. El interior sigue ausente de la agenda de las autoridades.
    Tal es el caso de los alumnos de la escuela Padre Vicente Valenzuela Calonga, de la compañía Hugua Guasu, de San Pedro de Ycuamandyyú, quienes desarrollan sus clases sin aulas, sin energía eléctrica, sin agua potable ni sanitarios.
    Esto no es un caso aislado, pues todos los días somos testigos de las dificultades de los estudiantes de las escuelas públicas. El mensaje que estamos dando a nuestros niños y jóvenes es que no merecen estudiar con un mínimo de dignidad.

    Difícilmente logramos que estos niños se concentren en sus estudios si deben estar ocupando sus mentes en el clima, si llueve deben buscar refugio, como techo tienen sólo copas de árboles que deben estar persiguiendo sombras, soportar fríos, entre otras adversidades propias de dar clases a la intemperie.

    Mientras las autoridades educativas se siguen de reunión en reunión, entre planes y proyectos que nunca se concretan, los niños y sus docentes deben enfrentar esta realidad. Debemos pasar a un segundo nivel, la del trabajo en el campo.

    Que los supervisores regionales del MEC dejen sus oficinas y se ocupen de las escuelas con mayor urgencias, que los intendentes dejen de privilegiar a directores hurreros con las obras y respeten a la lista de prioridades para distribuir los recursos de Fonacide.

    También necesitamos padres de familias y profesores más comprometidos, exigentes y sobre todos contralores para el buen uso de los recursos destinados a la Educación.

    Las mejoras en las condiciones de las escuelas públicas del país requiere de urgente atención y la participación de todos los sectores. Es inadmisible que como sociedad paraguaya sigamos permitiendo que los niños y adolescentes estudien en estas condiciones.

    Me gusta

Deja un comentario