Acróstico de Navidad

Nada que ver. Las cartas al Santa polonorteño. Nada que pensar. Solo comprar y comprar.

Amigos que brindan y se desean otro buen año. Entre copas una amiga pregunta si el antidepresivo se puede consumir con alcohol.Vida dura. Dos niños venden dulces en canastos de mimbre. No tienen nombre, ni carta, ni campanitas de Belén, pero mañana mismo pueden traer flores de coco para el pesebre, marchante.Indigentes y ancianos. ¿Cuándo se ha visto tanta gente hablando sola por las calles? Y de yapa son paraguayos.Duermen la siesta. El niñito del pesebre y su cortejo de barro. Según decreto de los mayordomitos de la tradición, uno tiene 3, el otro 5. La ofrenda de mango va para la merienda, pero ocupa su puesto una sandía grandota.

Alarma. Enmiendas, reelecciones. Nunca la Constitución fue tan respetada y respetable, al menos en la tele. Enhorabuena. Le piden al Papa dar un veredicto. Él mira hacia Alepo. Allá también es Navidad.

Dios, el Logos, se encarna. Antes de la cena del 24, pintura y arreglos de último momento para mejorar la fachada de las casitas. Cuando faltan cinco para las doce, pirotecnia. El pueblo no lee carteles de advertencia.

Danos hoy nuestro pan. De la plaza se robaron un cuadro que reproduce pinturas bien hechas. ¿Servirá de base para alguna parrilla o alguno de los ladrones prefiere el arte al asado?

En la tierra como en el cielo. Brotan lágrimas al saber del niñito torturado por su padrastro. Locuras del mundo debajo del mundo. Aunque en el desastre surgen también manos solidarias que se ofrecen a resguardar gratuitamente esta preciosa vida humana.

La Virgen se está peinando. La hemos dejado en Caacupé. Inmaculada consoladora de angustias antiguas y nuevas, compartidas con ella desde siempre por todo un pueblo que, sin duda, no es huérfano de Madre.

Pesebre, pan dulce, pececitos que beben en el río al ver al Dios nacer. Quien no entiende la fuerza de la experiencia acumulada y transmitida como tesoro sencillo, quien no la valora, quien no comprende la fe, en sus gestos y en sus inspiraciones, está lejos de casa, lejos del Paraguay profundo.

Y, aunque es evidente que estamos ante un cambio de época gigantesco, nuestra nación no acepta Cifuentes que puedan prohibirnos ser lo que somos: un pueblo arraigado en el cristianismo primigenio que manifiesta, generación tras generación, en su porte y con su propio estilo, el gran misterio de la encarnación.

Por Carolina Cuenca

http://www.ultimahora.com/acrostico-navidad-n1050196.html

25 comentarios en “Acróstico de Navidad”

  1. Navidad o el registro de que algo sucedió

    Por Gustavo A. Olmedo B.

    No se conoce el día exacto del nacimiento de Jesús, aunque se sabe que fue durante el reinado de Herodes Antipas –hijo de Herodes el Grande–, entre los años 4 a.C. y 36 d.C., según estudios difundidos por exégetas e historiadores. Tampoco se sabe con precisión cuándo comenzó a celebrarse la Navidad tal cual hoy la conocemos, pero sí se estima que fue unida a la fiesta pagana del nuevo sol o la Natalis Invicti, como forma de simbolizar la victoria de la luz de Cristo sobre las tinieblas, y una manera de contrarrestar el culto pagano al Sol, impulsado por el mitraísmo, religión mistérica muy difundida en el Imperio romano entre los siglos I y IV d.C. A mediados del siglo IV, el papa Julio I estableció la fecha del 25 de diciembre.

    Pero lo concreto es que la Navidad es hoy una posibilidad de celebración para el mundo; para algunos una fiesta de la familia, un encuentro con Papá Noel y sus regalos (figura inspirada en la vida del obispo de Mira, actual Turquía); o simplemente una fiesta importante, con buena cena y tragos, mejor que en otras ocasiones del año; y para otros, la celebración del día en que un Dios tomó forma humana, con rostro de niño, y se presentó en un humilde y pobre pueblo. Podríamos decir, una locura o un acontecimiento que supera la razón humana entendida como «medida de todas las cosas».

    Pero algo pasó; algún hecho tuvo que suceder, porque de aquel acontecimiento hoy viven millones de personas; con sus errores y caídas son motivadas a reconocer la belleza de la vida, sin huir de la realidad; a estar junto al pobre y enfermo, a desarrollar el amor como motor de transformación; la caridad como herramienta de paz; la alegría como tesoro para compartir, y el encuentro contemporáneo con el pequeño del pesebre, como respuesta a las exigencias íntimas de verdad y justicia. Todo parecería una locura, una especie de sicosis colectiva si no fuera por las experiencias y notables vivencias que uno puede conocer y descubrir. Son seres humanos como otros, sin dudas, pero algo les pasó. Por lo menos es lo que parece.

    «Hoy, a pocos días de la Navidad, contemplamos la Encarnación del Hijo de Dios, que marca el momento concreto en el que la esperanza entró en el mundo», expresó recientemente el papa Francisco, añadiendo que el Misterio del nacimiento en Belén, es un gesto de Misericordia para con los seres humanos.

    Por ello, más allá de nuestras creencias, la Navidad es siempre una invitación positiva, a mirar al otro como un bien, a aceptar la posibilidad de ser perdonados y reconocer que hay un camino para ser feliz; quizás solo hace falta la sencillez del niño o la espera de unos pobres pastores.

    Me gusta

  2. La Navidad del corazón
    22 diciembre, 2016
    Por Mariano Nin

    No sé si la historia es como la cuentan, ni si los relatos reflejan lo que realmente nos enseñan. Pero dicen que entre el 24 y el 25 de diciembre nació un revolucionario.

    Un hombre que iba a cambiar la visión del hombre y su misión en la Tierra. Dicen que era un chico normal, pero más allá de las creencias, aseguran que intentó hacer del mundo un lugar mejor. Lo llamaron Jesús y durante años fue protagonista de un reality que conmocionó al mundo.

    Dicen que enseñaba cosas tan simples como “amar al prójimo como a uno mismo” y repetía que “hay más dicha en dar que en recibir”. Nadie sabe si existió o no. Esa es una opción personal. La fe es de cada uno, es opcional. Depende de lo que vos creas o quieras creer.

    Hoy los supermercados están llenos. Nos sumergimos en una vorágine consumista cuando en realidad festejamos la humildad. Nos llenamos de comida mientras en la calle hay niños hambrientos y en el campo se lucha por sobrevivir.

    Hoy no vivimos la Navidad perfecta que nos cuentan desde que nacemos. Lo creas o no, creo que Jesús tenía razón, el mundo sería más humano si se practicara el amor. Si dejásemos de prestarle más importancia a las apariencias que a la esencia. Y al final, el día podría servirnos para reflexionar.

    Nada es perfecto. Tampoco nosotros. Así que podríamos pensarlo y hacer algo para cambiar al mundo. Quizás una sola acción que se multiplique. Que nos recuerde que las pequeñas cosas buenas nos hacen sentir bien. Algo que nos permita dejar una huella. Algo que nos alegre la Navidad.

    Al final, si existió o no Jesús, lo creas o no, es secundario. Más allá de las religiones hoy podría ser Juan, Pedro, Alberto o como quieras llamarlo. Si hacés una buena acción el festejo se va a sentir mejor. Las cosas que te hacen sentir bien son las que no cuestan dinero, y un día, al menos uno, podría cambiar el resto de tus días.

    FELIZ NAVIDAD.

    Me gusta

  3. Qué loco, ya llegó la Navidad
    23 diciembre, 2016
    Por Sergio Etcheverry

    Parece que fue ayer que festejamos la 2015, pero pasó un año y estamos con la Navidad 2016. Esta vino como “desinflada”, kaigué, con menos espíritu (aclaro que yo no tengo demasiado entusiasmo navideño, pero siento un “desinfle general”).

    Me dicen algunos que es por la plata. Sin negar que puede influir, en épocas que sos solo si comprás y/o tenés, me parece que es algo más profundo.

    Aquí, en Paraguay, creo que la compleja situación política (por no decir quilombo político porque quedaría muy feo), con los partidos grandes profundamente divididos por los fuertes vientos enmiendistas y reeleccionistas, se enrareció tanto el panorama que hasta decir “Feliz Navidad” puede ser un motivo de pelea entre los “pro” y los “anti”. (Aparentemente, hasta marzo descansaremos de este tema de la enmienda, ya que la comisión permanente quedó en manos de los “anti”).

    A nivel mundial, el horno no está para bollos o pan dulce: Trump anunció que EE.UU. debe potenciar su poderío nuclear, Alemania parece que tomará una decisión similar y Kim Jong-un, el líder de Corea del Norte, anunció pruebas nucleares en el comienzo del 2017, como para saludar al nuevo presidente norteamericano.

    En Europa, el atentado en Berlín revivió el horror de los ataques a la población civil y la alarma abarca todo el continente. Por supuesto, que en Siria o en Nigeria la situación no da para fiestas: la gente muere como moscas y el futuro parece tanto o más negro que el presente.

    ¿Qué podemos hacer nosotros? No mucho… o quizás sí. Refugiate en tu familia o en tus amigos, mañana levantá una copa, aunque sea con agua no importa, lo importante es compartir con quien quieras. Comenzá con hacer el bien en tu familia, apreciá lo que tenés, valorá a tus amigos, no pongas cara de culo en el trabajo, metele ganas.

    Al universo no le importa que en pocos días nosotros, en este minúsculo pedazo de tierra llamado Tierra, comencemos un nuevo año, pero a nosotros sí. Dice mi amigo Mariano que la buena onda se contagia… yo no creo mucho, pero no perdemos nada con probar…

    Me gusta

  4. La Navidad invita a asumir un compromiso social más eficaz

    Mientras se va cerrando el año en medio de la puja política por mantenerse en el poder o acceder a él de manera más plena, la pobreza que sigue golpeando a un relevante sector de la población, la educación que no avanza y otros obstáculos que impiden al país vivir en un clima de bienestar que alcance a todos, nace una vez más el Niño de Belén. Desde su pesebre recuerda a todos que el amor, la concordia, el bien común, la dignidad y el coraje para persistir en la búsqueda de nuestros sueños son valores que deben guiar nuestros pasos. Es responsabilidad de cada persona escuchar su mensaje de esperanza y poner lo mejor de sí para que su nacimiento no sea en vano.
    En contraste con el contexto político, económico y social signado por graves dificultades que enturbian la convivencia y opacan con incertidumbre el futuro inmediato, la tierna escena de un Niño que ilumina la Tierra con su mensaje cargado de humanismo es un llamado a construir un mundo más fraterno y solidario.

    Este nacimiento de Jesús encuentra al Paraguay en un momento donde muchos de los líderes políticos han olvidado por completo que su labor siempre debe apuntar a construir consensos fructíferos.

    Subidos al carro de las ansias de poder, los que han dejado de lado su rol esencial están embarcados en precautelar sus intereses, no los de la República como debiera ser si su gestión estuviera dirigida por la racionalidad.

    Lo que exponen a la vista de todos en estos días son sus ambiciones personales, no los proyectos que han elaborado para que el Paraguay, de una buena vez, supere sus limitaciones y se encamine hacia un desarrollo inclusivo, sin discriminaciones odiosas y con gestos de reconocimiento sincero hacia quienes merecen ser valorados por lo que son y no por lo que tienen.

    En cuanto a la economía, la misma no está exenta de la atmósfera de egoísmo y mezquindad que impide una distribución más justa de la riqueza. No hay políticas públicas destinadas a lograr una mayor equidad social a través de acciones sustentables en el tiempo, que superen el pernicioso asistencialismo.

    Su impacto en la vida social se refleja en el 10 por ciento de la población –alrededor de 700.000 personas– que se debate en medio de la pobreza, la migración que busca mejores horizontes dentro o fuera del país, la ausencia de calidad en la educación impartida con fondos del Estado, la precaria atención a la salud y otros males de índole parecida.

    Este es el panorama en el que llega la Navidad. El Niño de Belén trae consigo un modo diferente de enfrentar la vida, una sensibilidad que invita a tomar conciencia de los problemas y a no quedarse con los brazos cruzados en espera de que la Providencia provea.

    Lo suyo es un llamado al compromiso personal y social para que cada uno coopere de manera eficaz para alcanzar un bienestar personal y colectivo. Su nacimiento carecería de sentido si es que su mensaje no se adentrara profundamente en cada corazón humano para cambiar actitudes, renovar energías y dar fortaleza.

    Que la Nochebuena y la Navidad traigan a nuestros hogares paz, concordia y bendiciones abundantes que nos ayuden a extirpar del país los cuerpos extraños que torpedean nuestra armónica convivencia; y que se encuentren los caminos de la equidad social y podamos vivir en un país de mayor bienestar espiritual y material para todos.

    Me gusta

  5. Feliz Navidad
    24 Dic 2016

    Son pocos los momentos en los que como personas y como sociedad ponemos un alto al trajinar diario y los compromisos sean familiares o laborales para reflexionar lo que estamos viviendo y, sobre todo, lo que puede venir. Estas fechas en las que la tradición paraguaya emana de espiritualidad y festejos por la Navidad y la llegada de un nuevo año siempre sirven para establecer ese espacio de reflexión que todo ser humano debe hacer en su vida misma, en su entorno familiar o laboral.

    Eso se extiende, la necesidad de reflexión, a la misma sociedad, por lo que en un día como hoy en el que miles de hogares recordarán el nacimiento de Jesús es propicio también reflexionar cómo estamos como país. Esto al margen de la religión que uno profese. Esta fecha en gran parte del mundo representa un momento único para establecer un antes y un después en la vida personal. Y por qué no, también como sociedad.

    La Navidad llega cargada no solo de sentimentalismo, de festejos y de regalos, sino que recoge la tradición de un pueblo y nos demuestra la necesidad que tiene el ser humano de compartir con sus seres queridos, como una forma de reencuentro. Así, las reuniones familiares se convierten en una práctica casi obligatoria, que no debe perderse en el tiempo, en un mundo en el que sobresale todo aquello que no es necesario, como el materialismo. No hay como un reencuentro familiar para compartir momentos de felicidad. No puede ser comparado con nada la unidad de la familia.

    El papa Francisco, a pocas horas de la recordación de este momento histórico para la humanidad, deseo a todos una Navidad en la que el sentido sea el de derrotar los valores mundanos. “Les deseo una Navidad cristiana, como lo fue la primera, cuando Dios quiso derrotar los valores del mundo, se hizo pequeño en un pesebre, con los pequeños, con los pobres, con los marginados”, dijo el Pontífice, en un contacto que tuvo hace unos días con un programa de televisión. “En este mundo en el que se adora tanto al dios dinero, que la Navidad nos ayude a mirar la pequeñez de este Dios que ha derrotado los valores mundanos. Les deseo una santa y feliz Navidad”, había expresado.

    Si trasladamos este sentido a la misma sociedad no podemos escapar del reconocimiento de que también se vive en permanente división y confrontación, que muchas veces generan vacíos en los debates sobre los temas más importantes para el país.

    El mensaje dirigido principalmente a los cristianos (pero aplicable a cualquier ser humano) habla del sentido que debe tener esta fecha. A esto debemos sumar la ya tradicional frase de “amor y paz”, que, se tiene que reconocer, se ha perdido en algunos hogares, principalmente por la división y la confrontación.

    Si trasladamos este sentido a la misma sociedad no podemos escapar del reconocimiento de que también se vive en permanente división y confrontación, que muchas veces generan vacíos en los debates sobre los temas más importantes para el país. En una sociedad democrática como la nuestra es necesario el debate sobre la base de posturas serias manifestadas de manera responsable, sin querer dañar o dividir. Los paraguayos debemos aprender mucho en este sentido, para que miremos juntos, como debe ser, un futuro mejor que es lo que todos deseamos.

    La Navidad es un tiempo de reflexión. Es tiempo para reunir a la familia, perdonar y ser perdonado. Es un tiempo para que comprendamos que como familias y como sociedad no podremos avanzar nunca si persiste el odio, el enfrentamiento, la maquinación. La Navidad es tiempo de paz y amor. Es tiempo de compartir. Es tiempo para mirar el futuro.

    Comprometidos en nuestro ideal de servir al país desde el lugar que nos corresponde, abiertos siempre a escuchar a la gente y de estar cerca de la gente, hoy deseamos enviar a todas las familias paraguayas nuestro más sincero deseo de felicidad.

    Esperamos que este día de celebración sea de fortalecimiento o reencuentro para que desde el pilar de la sociedad, la familia, caminemos juntos hacia un mejor país. ¡Feliz Navidad!

    Me gusta

  6. Ausencias y presencias en esta Navidad

    Por Andrés Colmán Gutiérrez
    Por tercera vez en esta Nochebuena habrá un lugar vacío en la humilde mesa familiar de la familia Morínigo Florenciano, en Arroyito.

    El policía Edelio, uno de los 12 hijos de Obdulia y Apolonio, cumple hoy 904 días de permanecer secuestrados en poder del grupo armado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y no hay muchas esperanzas de que sea liberado, al igual que las otras tres personas que están en situación similar: Abrahán Fehr, Franz Wiebe y Félix Urbieta.

    Es difícil contar lo que significa para una mamá como Obdulia pasar la Navidad con una ausencia tan dolorosa, como arduo resulta retratar a este Paraguay de ausencias y presencias, de sabores y sinsabores, de angustias y esperanzas, que en medio de todo se dispone a alzar sus copas en esta noche de coro de cigarras y aroma de flor de coco.

    Lo he tratado de describir en una breve crónica titulada Navidad sin ti, que publica el semanario uruguayo Brecha en una edición especial, pero la propia ña Obdulia me supera con el desgarrador poema que ella escribió en guaraní y recitó con voz quebrada ante los periodistas.

    «¿Mamópa oime Edelio? ¿Oimépa oî con vida? Orengo todos los día roñembo’éva hese… (¿Dónde está Edelio? ¿Será que sigue con vida? Nosotros todos los días rezamos por él…)», dicen sus letras temblorosas sobre una manchada hoja de cuaderno escolar. ¿Qué decirle a ña Obdulia y a las otras madres…? ¿Cómo poder desearles Feliz Navidad, más que prometiéndoles sumar nuestros esfuerzos por hacer posible un Paraguay en donde no haya más ausencias de ningún Edelio, Abrahán, Franz, Félix…?.

    En otras mesas navideñas, sin embargo, habrá ausencias que por fin se habrán convertido en presencias. Hablo de los lugares vacíos que durante más de tres décadas se guardaron en las familias de Miguel Ángel Soler, Rafaela Filipazzi, José Agustín Potenza y Cástulo Vera Báez, desaparecidos y asesinados por la represión dictatorial stronista, que este año se convirtieron en los primeros cuatro identificados entre los restos de 27 personas halladas gracias a la tesonera búsqueda de Rogelio Goiburú y su equipo de empíricos antropólogos forenses.

    Son hogares en donde por fin se cierra el duelo y el hueco oscuro de una silla vacía finalmente se llena de luz y hay una sensación de paz y de descanso. Más allá de la idea cultural o religiosa que cada uno tenga acerca de la Navidad, es una muy buena razón para brindar.

    A todos y a todas: ¡Salud y felicidades…!

    Me gusta

  7. La pregunta que llega en Navidad
    24 Dic 2016

    Por Alex Noguera

    En la ciudad, cuando miramos hacia adelante vemos la calle, los autos, la gente. Ese es nuestro nivel. No llegamos más allá; sin embargo, si subimos al techo de la casa podemos ver la fila de coches que se forma buscando el verde del semáforo o el hormiguero de gente que pulula a cinco o seis cuadras. Nos sentimos superiores porque nuestra visión llega más lejos. Ni qué decir si subiéramos el ascensor y accediéramos a la terraza de un edificio de 40 o más pisos. Nos daría miedo la desacostumbrada perspectiva, el fuerte viento que nos hace dudar acerca de nuestra seguridad, pero el rango de visibilidad no se compara con estar en la vereda o sobre la casa.

    La introducción vale porque para reflexionar sobre la siguiente cuestión debemos empezar desde abajo, desde el asfalto. Y es que desde allí nuestro ángulo de análisis nos permite ver el desenfreno de los asaltos, los motochorros, los reclamos sociales. Incluso con sorpresa vemos cómo algunos de quienes deberían proteger al conglomerado social se aprovechan de su situación para sacar ventajas de forma egoísta. Unos explican este hecho diciendo que en el mundo siempre los avivados tuvieron un mejor pasar que el de los menos despiertos. Sin embargo, no creo que eso explique nada, y tal vez deberíamos subir al techo de la casa para ver de forma diferente.

    ¿Que tal si en realidad el avivado no obtiene sus ganancias debido a su “talento”, sino a que el menos despierto es quien se lo permite? Sería como una madre que le pregunta al hijo si ya estudió para el examen de mañana. Ella sabe bien que su niño ha desperdiciado el tiempo viendo la tele, jugando fútbol, durmiendo. Pero la respuesta es sí, ya estudié. Ella calla. El niño avivado cree que engañó a la mamá, pero ella sabe bien cuál es la verdad. La menos despierta le dio una oportunidad a su hijo para que este tome sus libros y se capacite. Pero él prefirió ser un avivado y no estudiar.

    Si subimos al techo de la casa, vemos que en la sociedad hay demasiados niños avivados, no solo en la Policía, en el Congreso, incluso entre los que ejercen la medicina y la educación, entre los que imparten justicia y hasta entre los que dicen defender los derechos laborales de sus compañeros trabajadores y no negocian ventajas para ellos, sino para sí mismos.

    Si el niño estudiara más y jugara menos fútbol; si el parlamentario viera el interés del país y no el de su bolsillo; si el médico apreciara más la vida y menos la cuota de su Mercedes-Benz; si el compañero fuera compañero y no dirigente, no haría falta que la mamá sienta un dolor en el corazón con el “sí, estudié”. Estos niños no engañan a nadie. O sí, a ellos mismos. Se creen superiores y ni siquiera han dejado la vereda. No saben que desde el techo hay gente que los observa.

    Pero subamos al ascensor y notaremos que el problema es más complejo que el observado desde el techo de la casa. Vemos que los motochorros ya no solo delinquen por un celular, sino que ni entienden lo que roban. Su mente está tan contaminada con drogas y frustración que no es el celular el objetivo, sino apretar el gatillo. Y no disparan al transeúnte indefenso, sino que en su nube de comprensión apuntan al sistema que los deja fuera del circuito de ganancia económica, fuera de la posibilidad de ser alguien, de formar una familia. Es que muchos avivados antes les robaron ese derecho a una oportunidad y hoy juzgan desde arriba a ellos que están abajo.

    A los 33 años también él miró hacia abajo, pero no juzgó desde la cruz. A medianoche festejaremos su cumpleaños y todavía no entendimos el mensaje. Vimos tele, jugamos fútbol, pero no aprendimos la lección.

    ¿Imaginan el dolor de la madre del motochorro drogadicto y asesino que no tuvo oportunidad; es el mismo que el de la madre de la víctima que despide a su hijo, que yace inerte en el cajón fúnebre y el mismo que el de la madre que parió hace 2000 años.

    En vísperas de la Navidad, deberíamos darnos la oportunidad de ir y estudiar un poco, apagar la tele, salir y mirar a la familia, preguntarnos si la merecemos realmente. ¿Estamos allí gracias al esfuerzo personal o porque nos aprovechamos de los menos despiertos? ¿O fueron ellos los que nos permitieron estar hoy donde estamos?

    Navidad es nacimiento, tiempo de responder preguntas. ¿Estudiaste o vas a seguir mintiendo hasta que alguien te lo reclame? Tal vez ese alguien no sea tu madre, tal vez la pregunta no sea sobre una lección de colegio, sino una de vida, con tu semejante. Tal vez la pregunta venga de más arriba de la azotea del edificio más alto, del cielo, donde las cosas adquieren otra perspectiva. Tal vez no te den más la oportunidad de mentir.

    Llega la Navidad.

    Me gusta

  8. Que la Navidad no pase sin liberación de los secuestrados por el EPP

    La banda terrorista autodenominada Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) comenzó sus nefastas actividades bajo el gobierno de Nicanor Duarte Frutos, consolidándose durante el de Fernando Lugo. Antes de asumir la presidencia de la República, el entonces vicepresidente, Federico Franco, sustituyendo al anterior, manifestó que necesitaba solamente un mes para “traer del jopo” a los extremistas que actúan en el norte; mas, una vez instalado en el sillón de los López, no continuó mostrando el mismo entusiasmo en dicha misión.
    El presidente Horacio Cartes, también intentó una frase de impacto dedicada al caso. Durante su alocución con motivo de su asunción al mando, expresó: “Quiero asegurarles que no nos van a marcar la hoja de ruta ni criminales ni grupos armados”. Fue un poco más allá del mero discurso, ciertamente, cuando consiguió hacer aprobar una ley especial para desplegar tropas destinadas a operar en la zona de influencia de los bandidos agavillados.
    Sin embargo, en poco más de tres años de duración de su gobierno, el EPP ya perpetró unos 50 atentados, mató a 18 civiles, nueve policías y once militares, además de innumerables daños a bienes de habitantes y productores ganaderos y agricultores. Cuatro de esas víctimas de plagio continúan secuestradas, cautivas en poder de la organización, una de ellas por más de dos años.
    Actualmente, las amenazas intimidatorias y la extorsión de diversos tipos continúan en plena práctica, logrando los bandidos cosechar –hay que decirlo con gran pena– triunfo tras triunfo y éxito tras éxito. Se nota, al paso de los años, que esta organización se va haciendo más compleja y eficiente, pues ahora no solamente actúa por medio de sicarios, sino que también envía agentes que operan en pequeñas compañías, pueblos, localidades y unidades de producción económica ubicadas dentro de su perímetro de acción, con el fin de perpetrar una serie selectiva de otros hechos criminales para proveerse de recursos económicos, realizar propaganda ideológica de izquierda radical o infundir temor en la población, en su gran mayoría compuesta por campesinos completamente indefensos frente a la banda terrorista.
    Se aproxima el fin de otro año calendario, y las fiestas que están tradicionalmente asociadas a él comienzan su período de celebraciones y diversiones. Son festividades de índole esencialmente familiar, pues se caracterizan por convocar a las familias a reunirse en torno a una mesa común para intercambiar regocijo y poner notas alegres en el ambiente, para conversar con optimismo sobre el futuro y la cooperación recíproca indispensable para obtener logros compartidos. Pero cuatro familias, las de Edelio Morínigo, Abrahán Fehr, Franz Wiebe y Félix Urbieta, pasarán un triste fin de año, con una sensación de abandono por parte de las altas autoridades, más embebidas en sus ambiciones políticas espurias que en el cumplimiento de sus obligaciones. Si en los tiempos de la dictadura de Alfredo Stroessner la sociedad democrática acuñó el eslogan “Por una Navidad sin presos políticos”, hoy debiéramos instalar en la conciencia social e iniciar una gran campaña con otro símbolo similar: “Por una Navidad sin secuestrados”.

    http://diariolajornada.com.py/v6/category/editorial/

    Me gusta

  9. Tiempo para el amor, el perdón y la solidaridad
    24 diciembre, 2016 0 5

    Hoy es Nochebuena. Como todos los años desde hace varias semanas, las luces de la Navidad dominan nuestros pueblos y ciudades. Es un tiempo especialmente sensible para nuestra sociedad, por nuestras tradiciones. Es un tiempo que nos llama a rescatar los valores de la solidaridad, el amor, la reflexión, la piedad y el perdón.
    Fue un año particularmente difícil para la sociedad paraguaya en general y para nuestra región en particular, azotada desde hace bastante tiempo por una aguda crisis que cada vez va a acentuándose más. Como si esto no fuera suficiente, nuestra sociedad recibe a diario una fulminante carga de noticias negativas que giran alrededor de la corrupción, la criminalidad, la violencia, el aumento preocupante de jóvenes envueltos en la delincuencia y otros males que azotan a nuestra gente.
    Diciembre tiene esa particularidad de traer un momento de alegría, y despertar en la gente un tiempo de esperanza en un futuro mejor. Acostumbrados a vivir en medio de conflictos, con autoridades corruptas e indolentes ante los padecimientos de los más necesitados, los altoparanaenses necesitamos tener esperanza y creer que vienen nuevas buenas para nosotros.
    El tiempo también es propicio para compartir precisamente con los compatriotas más necesitados. Navidad es esencialmente solidaridad, paz y amor. Honremos la fecha compartiendo un poco de lo que podamos con aquellos que más necesitan.
    Es una oportunidad para el encuentro con la familia. Hagamos entonces que sea verdaderamente una fecha de confraternidad y unidad familiar, en base al perdón y el afecto. De nosotros depende que nuestras familias pasen una feliz Navidad, sin excesos que conduzcan a situaciones lamentables.
    Que esta Nochebuena sirva entonces para el reencuentro de todas las familias de nuestra región, para que confiados en un futuro mejor, podamos fortalecer los lazos que nos unen para levantarnos de los tiempos difíciles. Que la Navidad nos traiga a todos prosperidad, unidad y perdón para juntos podamos apuntar hacia mejores días para nuestra región.

    Me gusta

  10. ¡Llega Navidad!
    24 diciembre, 2016
    Por Fito Cabral

    La Navidad me recuerda siempre a las grandes reuniones familiares en torno a mi querida abuela Tata, a quien se le ocurrió nacer justo un 25 de diciembre. Tíos y primos llegaban de Argentina y de Villarrica, países hermanos con acentos muy peculiares, por cierto.

    Los tíos jugaban a quién decía la mentira más increíble y nosotros escuchábamos boquiabiertos las novedades televisivas del futuro que con lujo de detalles nos contaban los primos curepas.

    El abuelo nos regalaba rompecabezas de alambre imposibles de resolver mientras la abuela dirigía el operativo de la comilona con el don de mando que la caracterizaba, y las hijas y nueras se movían coordinadamente como en un ballet dirigido por los acordes de la firme voz de Doña Tata.

    Los aperitivos regaban generosamente las gargantas de los adultos y de vez en cuando, las de los avispados primos mayores que camuflaban el “vermout” con la única marca de cola que existía en aquella época.

    Todos cenábamos al mismo tiempo aunque en mesas separadas para grandes y chicos y disfrutábamos de las especialidades que cada tía preparaba año tras año, como si estuvieran en una competencia gastronómica.

    Después de la cena venían los postres y enseguida aparecían las guitarras y se armaba la peña con cuecas, zambas y guaranias que aún escucho en mis oídos…

    Padres y madres nos obligaban a demostrar nuestra nueva gracia que consistía en cantar, recitar, zapatear o contar un chiste verde con el que se les inflamaba el pecho de orgullo como diciendo: miren cómo ha crecido mi retoño.

    Finalizado el show de talentos, los varones nos despedíamos con apretones de manos y un despistado beso en la mejilla de los tíos argentinos, mientras que las mujeres hacían el conteo de hijos para no dejar a ninguno olvidado.

    Al día siguiente nos reencontrábamos para almorzar las sobras y todo el ritual se repetía haciendo que el universo fluyera con hermosa suavidad en nuestra vida familiar. No quiero decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero daría tres Navidades del siglo 21 por revivir una de mi abuela Tata.

    Me gusta

  11. Petardos

    La explosión ocurrida en el mayor mercado pirotécnico de México, que tuvo un saldo de 36 muertos y 70 heridos, nos remite ineludiblemente a un grave peligro que amenaza a nuestra capital desde hace muchos años y que hasta hoy no ha podido ser eliminado, debido a la negligencia culposa de las autoridades comunales, a la imprudencia criminal de ciertos comerciantes y a la irresponsabilidad de muchos compradores. En efecto, pese a las advertencias tantas veces reiteradas, el Mercado Municipal Nº 4 sigue siendo una verdadera bomba de tiempo a causa de los petardos que allí se acumulan, sobre todo en vísperas de Navidad y de Año Nuevo.

    Nadie ignora que, en un área relativamente pequeña en la que abunda el material inflamable, un estallido seguido de un incendio causará muchas víctimas entre los 5.200 vendedores y los aún más numerosos compradores allí hacinados, por lo demás carentes de toda preparación para ser evacuados. Las dieciocho bombas hidrantes, cuyo uso sería obstaculizado por las mercaderías ubicadas sobre ellas, no servirán de mucho para impedir la tragedia, aunque funcionen correctamente y los bomberos se apresuren en llegar, más aún porque sus camiones no podrán ingresar por los estrechos pasillos.

    Lo sabe la propia Municipalidad que, por eso mismo, dispuso que los artefactos explosivos sean comercializados solo en dos plazas, donde se supone que la vida de las personas estaría menos amenazada en caso de accidente. Empero, su disposición es desacatada abiertamente por quienes incluso se valen de niños para ofrecer unos productos de alto riesgo. Los funcionarios municipales están obligados a hacerla cumplir, aplicando las sanciones pertinentes. No se trata de una mera sugerencia, que pueda ser aceptada o no por los destinatarios, sino de una prohibición expresa, que debe tener vigencia efectiva. La desidia de unos y la insensatez de otros pueden provocar en cualquier momento una catástrofe, que habremos de lamentar aún más porque era perfectamente evitable.

    En este alarmante asunto también están involucrados, desde luego, los consumidores en general y los padres de familia, en particular. Es llamativo que en nuestro país se recurra con mucha frecuencia a los petardos, tanto para protestar como para festejar, como si no hubiera otros modos de expresión menos nocivos para la integridad física. Incluso el estampido provocado por el disparo al aire de un arma de fuego en horas de la madrugada, que puede provocar la muerte de una persona, es para algunos una elocuente señal de alegría. Los paraguayos estamos tan habituados a las bombas de estruendo que el doctor Jesús Marín, jefe del Departamento de Cirugía de Manos del Hospital de Trauma, creyó oportuno dirigirse a los padres de familia en estos términos: “Papá, mamá: al comprar un petardo, usted está eligiendo el mal para su hijo. Estamos jugando con pólvora y no existe artefacto pirotécnico que no esté exento de peligro”.

    Cada año, dicho hospital debe atender a las víctimas de quemaduras o de lesiones en las manos, ojos u oídos, que pueden ser permanentes, como resultado de la notoria necedad de quienes nunca aprenden la lección impartida una y otra vez por el infortunio ajeno. También al doctor Bruno Balmelli, director del Centro del Quemado, le pareció conveniente señalar que “cualquier petardo puede causar una quemadura o herida grave” y que también las “bombitas” pueden causar una sordera o una ceguera permanente y amputaciones de los dedos o de la mano, siendo los menores de diez años los más vulnerables. Su atinado consejo es “no emplear la pirotecnia como forma de celebrar las fiestas de fin de año”, pues la pólvora no es inofensiva.

    Siendo así, lo sensato sería prohibir lisa y llanamente su comercialización, pero la experiencia enseña que si existe una demanda habrá una oferta que la satisfaga, pese a lo que dispongan las normativas, más aún considerando la corrupción y la ineficiencia de las autoridades. Se impone, más bien, una campaña masiva de concienciación para que la gente se abstenga de comprar unos artefactos tan peligrosos, como son los pirotécnicos. Mientras la población no se convenza de que hay mejores maneras de celebrar o de protestar, habrá que efectuar al menos un riguroso control de las condiciones en que se hallan los lugares de expendio, para reducir en la medida de lo posible el serio peligro que implican los productos explosivos e incluso los fuegos de artificio.

    En otros términos, y sin perjuicio de que medidas similares se tomen en otras ciudades en las que también podría acaecer un desastre, urge tomar muy en serio la situación reinante en el Mercado Municipal Nº 4. En las condiciones actuales es inadmisible que allí se sigan vendiendo, sin ningún control, artículos pirotécnicos. Cada día que pasa se pone en juego la vida de miles de personas, incluida la de los ocupantes de las edificaciones aledañas. Si alguna vez aconteciera lo que tanto se teme desde hace largo tiempo, la responsabilidad política y judicial recaerá inevitablemente sobre quien esté ejerciendo la Intendencia Municipal. Que lo anote Mario Ferreiro, por el momento.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/petardos-1549812.html

    Me gusta

  12. Cambiar el hábito de celebrar con los explosivos peligrosos

    Como cada año, en la cercanía de las fiestas de Navidad y Año Nuevo surgen las campañas que buscan evitar los accidentes con el uso de bombas, petardos y otros explosivos peligrosos, en muchos casos manipulados por niños, con la complacencia de los adultos. Aunque la cantidad de personas lesionadas se ha ido reduciendo en los últimos años, todavía se requiere una gran tarea educativa para cambiar la costumbre de celebrar con los folclóricos mbokapu o con los aún más peligrosos disparos de armas de fuego, que dejan trágicos episodios que lamentar. Hay que estimular mayores campañas de concienciación para desterrar el nocivo hábito.

    Una conocida tienda vistió a sus maniquís con sus exclusivas prendas de vestir, pero todas ellas aparecen quemadas y ennegrecidas, para llamar la atención sobre la reiterada y peligrosa costumbre de celebrar las fiestas de Navidad y Año Nuevo recurriendo al uso de bombas, petardos y otros explosivos peligrosos.
    Esta antigua y folclórica costumbre ya ha ocasionado innumerables accidentes, principalmente en niños y niñas que manipulan los peligrosos artefactos de pirotecnia con el consentimiento de los adultos, pero sin el debido control y sin la necesaria precaución, derivando en graves heridas, amputaciones de miembros y otras situaciones trágicas que empañan lo que debería ser una fiesta de encuentro familiar, en un ambiente de paz y de alegría hogareña, sin mencionar el daño que causan a los oídos sensibles de las mascotas hogareñas, especialmente a los perros.

    Los casos más extremos son los de personas que celebran realizando disparos de armas de fuego al aire, exponiendo a sus semejantes a ser víctimas de balas perdidas. Uno de los episodios más trágicos se vivió en el 2012, cuando la niña Paz Valentina, de 3 años de edad, falleció alcanzada por una bala, que luego se comprobó fue disparada por el taxista Jorge Prisco, quien este año fue a juicio y resultó condenado a 5 años de cárcel. La conmoción que provocó este hecho ayudó a crear mayor conciencia con la campaña Una navidad sin balas, que ayudó a reducir en gran medida los casos de heridos por armas de fuego disparadas durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.

    En el caso del uso de bombas, petardos y explosivos, también se nota una sensible reducción en los últimos años, como producto de las insistentes campañas de concienciación. En 2012 se contabilizaron 30 pacientes con diversas lesiones con pirotecnia en el Hospital del Quemado, mientras que en 2015 el número de pacientes con esta característica se redujo a 12 en este mismo centro asistencial. Sin embargo, en el Hospital del Trauma, el año pasado ocurrieron 24 casos de pacientes lesionados por el uso de pirotecnia, de los cuales 21 fueron hombres y 3 mujeres, con edades que oscilaban entre 6 y 51 años de edad.

    Aún con este panorama más alentador, todavía se requiere de una gran tarea educativa para cambiar la costumbre de celebrar con los folclóricos mbokapu o con los aún más peligrosos disparos de armas de fuego. ¿Cuál es la necesidad de acudir al uso de los explosivos para vivir la alegría del encuentro con los seres queridos? ¿No estamos exponiendo innecesariamente a nuestros hijos, o a nosotros mismos, al riesgo de un accidente, que precisamente convierta la fiesta en una tragedia?

    Que las explosiones sean en realidad de alegría, de emociones y abrazos, en estas fiestas de fin de año.

    http://www.ultimahora.com/cambiar-el-habito-celebrar-los-explosivos-peligrosos-n1049601.html

    Me gusta

  13. Por una Navidad sin balas, carajo
    21 diciembre, 2016
    Por Hugo Barrios

    Todo era alegría en casa de la pequeña Paz Valentina en las primeras horas de aquel 25 de diciembre del 2012. La pequeña de 3 años compartía con sus seres queridos la llegada de la Navidad. Cuando estaba jugando con su perro, la niña cayó al piso: había recibido el impacto de una bala perdida. Desde aquella vez, las navidades ya no son las mismas en el seno de la familia.

    Un taxista que lleva por nombre Jorge Prisco Ledesma no encontró mejor manera de festejar las festividades que efectuando disparos al aire. Al tipo solo le dieron 5 años de cárcel al ser hallado culpable por homicidio culposo. “Ni si era condena perpetua iban a devolverme a mi hija”, había dicho tras el fallo Liz Vera, mamá de la criatura.

    De que las armas las carga el diablo, no cabe duda. Solo por obra del mal uno puede explicarse que pasen estas cosas. Una acción irresponsable y criminal acabó con la vida de quien era (y sigue siendo) la luz de la casa.

    Se aproximan las fiestas de fin de año y de nuevo se pide cordura a las personas que poseen armas. Hasta parece irónico que se apele a la conciencia de gente que, ya sea para festejar la victoria de su equipo o porque está en pedo, toma su revólver y jala del gatillo apuntando al cielo.

    ¿Acaso no saben que los proyectiles vuelven a caer y pueden matar a alguien? Eso fue lo que pasó con Paz Valentina. El agravante es que muchos ni siquiera cuentan con el permiso legal para portar armas.

    La cruzada que la propia Liz viene promoviendo desde hace un tiempo es “#NavidadSinBalas”. Yo le agregaría la palabra “carajo”. Mucho se criticó estos días al director del Hospital del Trauma, Aníbal Filártiga, por el arbolito del “Usá casco, carajo” que mandó instalar en la parte frontal del centro médico, pero algo hay que hacer para hacer entrar en razón a tanta gente inconsciente.

    Ojalá que no haya otro inocente a quien llorar a raíz de balas perdidas, no solo ahora en tiempos de festejos findeañeros, sino en cualquier época. Ya tú sabes.

    Me gusta

  14. Navidad para redimir al Paraguay

    La cristiandad conmemora hoy el nacimiento de Jesús de Nazareth, que vino al mundo a dejar en él mensajes de fraternidad, de amor, de perdón y de redención de los pecados. Se calcula que actualmente los creyentes y bautizados en el cristianismo suman unos 2.350 millones de personas distribuidas en todas las regiones del mundo, lo que la convierte en la más numerosa y expandida de todas las creencias profesadas por los seres humanos.

    Hay también muchas otras religiones y creencias que, con escasas excepciones, predican la paz y la hermandad entre las personas y los pueblos. No obstante, mirando el panorama mundial, diariamente asistimos a una terrible exhibición de violencia inmisericorde, expresada en matanzas y atentados de terroristas, en guerras formales, en guerras de guerrilla y en ataques puntuales que ocasionan miles de muertos y decenas de miles de heridos, de huérfanos, de refugiados y de desamparados. Si se tomara todo esto como referencia, se diría que las enseñanzas de los profetas y sacerdotes cristianos, musulmanes, hinduistas, budistas, judíos, etc., aunque unánimes en el espíritu pacifista y humanista, han caído en saco roto.

    En nuestro país, si bien estamos libres del mal de la violencia generalizada, poco o nada avanzamos en la lucha contra la delincuencia brutal, contra la impunidad y contra la corrupción, que son tres males que nos desangran socialmente, que nos condenan al mismo tiempo al atraso material y a la irreligiosidad espiritual.

    En la administración pública se contabilizaron este año gravísimos casos de colusión entre funcionarios y particulares para enriquecerse con fondos públicos o con evasiones impositivas, de sobrefacturaciones, de planillerismo, de despilfarros en gastos superfluos, de escándalos de “secretarias vips”, de paniaguados y recomendados políticos, de empleados particulares a sueldo del Estado, de dobles y triples remuneraciones que se conceden a sí mismos algunos políticos, de compraventa de votos en el Congreso, de injusticias en el Palacio de Justicia y otras tantas fechorías que siguen siendo nuestros dramas de cada día, de cada mes, de cada año.

    Está visto y comprobado que a los políticos, principales responsables de estas desventuras, poco o nada les interesa luchar contra ellas; al contrario, se aprovechan de ellas en cuanto les sea posible. Es curioso y contradictorio que, precisamente en este momento en que los espíritus deberían estar dedicados a calmarse para compartir momentos piadosos con la familia, ellos estén realizando piruetas y maniobras para violentar los mandatos constitucionales al solo fin de continuar en el poder.

    La Navidad que celebramos hoy debería ser, como la celebración nos enseña a los cristianos, la gran ocasión del año para hacer un alto en el camino, revisar lo actuado para reconocer los errores y los pecados y proponerse, cada uno a sí mismo, la enmienda moral que le permita asumir el compromiso de erradicar los males morales y materiales del Paraguay.

    Esta festividad cristiana es un momento a compartir con la familia y propicio para olvidar enconos, para perdonar agravios, para reanudar los hilos que forman el tejido familiar, base que sustenta la armonía comunitaria y la concordia social. Si todos comenzamos por sentirnos en paz con nosotros mismos, con nuestros familiares y amigos, tendremos muchas más posibilidades de conformar una sociedad libre de pecado. Para eso es preciso erradicar la violencia y el engaño, vicios que tanto dificultan la convivencia y dan malos ejemplos a la niñez y la juventud.

    Hay un pueblo que está necesitando angustiosamente seguridad, justicia y bienestar. En suma, una esperanza de que los graves males que le afectan sean alguna vez erradicados para vivir en un país mejor. Los gobernantes tienen el deber de hacer cuanto esté a su alcance para que los paraguayos confíen en un futuro más halagüeño, porque para eso hicieron una campaña electoral, ganaron una elección y asumieron un compromiso público. Pero si conciben el poder que ejercen solo como un instrumento de dominio, como una vía fácil para obtener riquezas materiales o para, simplemente, sentir el placer morboso de impartir órdenes, no cumplirán con tal obligación y perderán la legitimidad ética y política que debe sustentar el ejercicio del gobierno.

    Los mensajes que trajo Jesucristo al mundo, hace más de dos mil años, siguen tan vigentes y tan desoídos como entonces. Fueron propuestas para enriquecer el espíritu y no el bolsillo, a costa de la pobreza de los demás. Suelen resumirse en la práctica de la fe, de la esperanza, de la misericordia y de la fraternidad. Hay que confiar, por consiguiente, en que esta Navidad sea el inicio de una nueva manera de dirimir nuestras diferencias políticas y nuestras desigualdades materiales. Para lograrlo, es necesaria una sociedad pacificada, entusiasta, satisfecha, junto con un gobierno honesto, sensato, prudente, patriota. Y que, si este último fallara en su obligación, aquella otra esté en condiciones de emplear su fuerza moral para obligarle a enmendarse, recordándole que el poder debe estar al servicio de las personas.

    Hermandad y honestidad son las propuestas que la Navidad hace a todos los habitantes de este país, para ser fieles al legado cristiano y al de todas las demás religiones de paz y concordia.

    Me gusta

  15. Los milagros inspiran

    Por Lourdes Peralta

    Los medios masivos sensacionalistas se encargan de dar todos los días un compilado de noticias de robos y asesinatos, sin ningún comentario útil para la población. La policía, un ente picado por la corrupción, no detiene la ola de asaltos, muchos con irreversibles consecuencias. En pocas palabras, el Gobierno de turno no tiene políticas públicas ni voluntad a la vista. Y no solo aquí, el mundo reporta millones de casos de violencia.

    No obstante, a la par de tanta desgracia hay buenas noticias. Este año, el joven Richard Pereira (26) fue víctima de gatillo fácil y quedó parapléjico. Su padre no logró conseguir que la policía le aportara resarcimiento económico. El amor incondicional de un padre desesperado, su juventud y deseos, el acompañamiento de familiares y leales vecinos –todos de un extracto barrial de trabajo y sacrificio– hicieron posible lo que el Estado, Gobierno y Policía Nacional paraguayos no pudieron. En la última nota que le hizo nuestro diario, vimos a un muchacho valiente contando cómo es su vida actualmente. Richard trabaja arreglando celulares: “Gracias a Dios, estoy superbién ahora, laburando a full, por suerte las manos no me las dañaron. Pero no puedo seguir bien mi tratamiento por falta de efectivo. La deuda que teníamos se logró pagar, pero ahora no tenemos más…”. Richard está convencido de que va a volver a caminar: “No me voy a cansar, quiero salir adelante por mi familia”.

    El otro caso con desenlace milagroso fue el del joven Carlos Bernal (20), asaltado y baleado por motochorros. El Dr. Filártiga había dicho: “El daño que tiene (la vena porta) es incompatible con la vida”. Pero Carlos, a los 45 días del suceso, salió del hospital caminando, acompañado por sus padres. También a él su familia y amigos lo ayudaron. Carlos tiene una hijita, feliz declaró que ella es su motivo para seguir adelante.

    En ambos casos la vida se abrió camino con una fuerza poderosa y decidida.

    Ninguno de los jóvenes protagonistas de estas desgracias tuvo palabras de condena para los culpables, quienes aguardan en prisión sus sentencias y, ojalá, escuchen sus conciencias.

    Estos fueron sucesos en los que, si bien acarrearon mucho dolor, son también y sobre todo ejemplos de renacimiento. Padres creyentes mantuvieron la esperanza de que sus hijos se recuperarían.

    Este regreso a la vida ocurre mucho, a pesar del escepticismo o la incredulidad hay milagros todos los días.

    Paralelamente a lo milagroso debemos enfrentar la realidad y unirnos, no hay otra manera efectiva de exigir gobiernos comprometidos para el bien común.

    Es verdad que no todas las historias luctuosas acaban bien, pero son las buenas las que impulsan para continuar. Los milagros inspiran.

    Demos a la Nochebuena también un momento para la reflexión familiar de los duros problemas sociales. Los padres qué valores están dejando en los hijos que formarán nuevas familias; los jóvenes cuál creen que es su deber con la comunidad.

    Al fin llegó la Navidad y es deber del alma ser agradecidos –aún en silencio– por un año más de vida, a pesar de los altos y bajos, con nuestras familias.

    Me gusta

  16. El primer pesebre

    Por Pedro Gómez Silgueira

    La historia rescata que el primer pesebre lo hizo San Francisco de Asís en una gruta de Greccio, Italia, en el año 1224 dando inicio a la tradición de preparar el nacimiento de Jesús, tal cual ha llegado a nuestros días.

    En América se cuenta que la primera Navidad fue celebrada en Haití por Cristóbal Colón junto a los hermanos Pinzón y los marineros que los acompañaban el 25 de diciembre de 1492. De ahí que hayan fundado ese día el fuerte de La Natividad.

    El pesebre paraguayo surgió de un sincretismo entre las enseñanzas de los franciscanos que fueron los primeros en iniciar la labor evangelizadora y los aportes indígenas, dice Luis Verón.

    Del mestizaje entre lo europeo y americano surgió el pesebre típicamente paraguayo que ha inspirado los mejores villancicos navideños.

    La flor de coco que impregna con su dulce aroma las calles, casas y jardines a lo largo y ancho del país en estas fechas es un elemento sagrado de los indígenas e insustituible hasta hoy.

    El ka’avove’i (Trichilia elegans), décadas atrás era el follaje infalible para formar la bóveda donde pendería todo tipo de objetos brillantes, frutas y flores para el Niño Dios. Las ramas recogidas se ataban a un armazón de tacuara o tacuarillas y se la dejaba hasta que se evaporara toda la savia para el 6 de enero.

    Sin embargo, este elemento no está amenazado precisamente por la modernidad, sino por la desaparición de los bosques bajos –el sotobosque– donde abundaban antaño. Hubo un tiempo en que solo bastaba que una carreta o burrera se internara hacia el monte cercano para recoger abundantemente este producto y ofrecerlo en el Mercado de Dos Bocas (Mercado 4) o en los demás. En fin, en cualquier esquina donde se vendían productos para el pesebre. Como solo se utilizaba una vez por año, el corte de ramas le daba un gran poder de regeneración para la siguiente Navidad.

    Es una planta que no es cultivable y solo se halla en hábitat natural, de ahí el peligro de extinción.

    Infeliz o afortunadamente, hoy día prácticamente se lo ha reemplazado por miles de objetos y pesebres prefabricados para todos los gustos. Los arbolitos de Navidad también han hecho lo suyo en los hogares paraguayos.

    El ranchito kapi’i es otro elemento incorporado de estos lares junto a los frutos de aquí y de allá.

    En los tiempos de Carlos A. López, más que en ninguno, se difundió la tradición de visitar los pesebres de cada casa, probar clericó y rosquillas, como lo cuenta Ildefonso Bermejo en su libro “Vida paraguaya en tiempos del viejo López”.

    Cuando apareció ABC Color, en su segunda Navidad, en la de 1968, empezó a organizar un “Gran concurso se pesebres”. Muchos de los de esa época –y aún anteriores– sobreviven, como el de los Sabaté de Luque, por citar uno.

    Y aunque los tiempos cambian, las tradiciones perduran. Ojalá cunda el espíritu de paz de la Navidad, virtud que no conoció pausas ni siquiera en tiempos de la Guerra Grande ni la Guerra del Chaco. ¡Feliz Navidad!

    Me gusta

  17. Qué implica el espíritu navideño

    Por Ilde Silvero

    ¡Imposible sustraerse al espíritu de la Navidad desde hace semanas! Las luces, los arbolitos, los pesebres, los villancicos y el masivo bombardeo publicitario nos recuerdan que estamos en la fiesta mayor de la cristiandad al rememorar el nacimiento del Niño Dios en un establo de Belén hace más de dos mil años.

    Una de las canciones más escuchadas proclama que es “noche de paz, noche de amor” y en las celebraciones deseamos que la paz esté con todos nosotros. La paz, qué palabra tan corta para expresar un ideal tan grande y profundo de la humanidad. Sin embargo, es una realidad esquiva que casi ningún pueblo posee en forma permanente. Las tensiones sociales y los conflictos armados nunca terminan porque la paz es hija de la justicia y esta es una meta en eterno proceso de construcción.

    La justicia no consiste simplemente en dar a cada uno lo suyo, sino en dar a cada persona lo que le corresponde para vivir dignamente. La justicia no debe garantizar únicamente la paz por ausencia de conflictos armados, sino también que todos los ciudadanos tengan acceso a una educación básica, a una cobertura de su salud, a un techo bajo el cual cobijarse y a un trabajo que les permita mantener a sus familias.

    Cuando deseamos a otros “que la paz sea contigo”, nos estamos comprometiendo a trabajar para que la auténtica paz sea una realidad en la vida de todos en nuestra sociedad. Así entendida, la Navidad no es solo un tiempo de fiestas, de villancicos, de sidra y pandulce, sino también un período de reflexión sobre por qué el espíritu navideño de paz y amor no constituye hoy una realidad concreta para miles de hermanos nuestros.

    ¿Qué nos falta para gozar de una paz genuina? Muchas cosas que claman al cielo por una solución: tierra propia para los agricultores, atención médica de las embarazadas, la desnutrición infantil, la alta deserción escolar, jóvenes que ni estudian ni trabajan, la situación de marginalidad de familias pobres, el desempleo, la carencia de seguro social, etc.

    Estas situaciones de exclusión social y marginalidad de muchos de nuestros compatriotas constituyen en la práctica una forma de violación de los derechos humanos fundamentales y deberían ser enfrentadas con seriedad y responsabilidad por nuestras autoridades y por la sociedad civil en general.

    Practicar el espíritu navideño regalando un pandulce y una sidra al recolector de basura no es suficiente. Hay demasiadas personas que sufren hambre y sed de justicia, que reclaman no lo que es suyo, pues nada tienen, sino lo que les corresponde acorde a su dignidad de seres humanos.

    Ojalá que el espíritu navideño despierte en el corazón de nuestras autoridades nacionales, nuestros políticos y nuestras personalidades empresariales y sociales, por lo menos la conciencia de que el país no está bien, hay demasiadas penas y muchos platos vacíos en la mesa navideña.

    Que nuestra ofrenda al Niño de Belén sea una firme y sostenida decisión de trabajar por una sociedad mejor, donde la paz sea una realidad gratificante y no solo un villancico entonado por los niños de la parroquia.

    Me gusta

  18. ¡Salud! para todos aquellos que apuestan al país
    25 diciembre, 2016

    Por: Néstor Ojeda Mendoza.
    Navidad del Paraguay, olor a flor de coco, propio de nuestra campiña, costumbre tan arraigada en la cristiandad de nuestro país. Cada 24 de diciembre, la Noche Buena, al día siguiente, hoy la Navidad del Paraguay. Una fecha para rememorar el nacimiento del Salvador del Mundo en un humilde pesebre, el niño Jesús en Belén, que vino para redimir los pecados de los humanos que habitamos el planeta tierra.

    La Navidad es tiempo de hermandad, de renovación espiritual de los seres humanos, también de fraternidad, amor y paz. Y que esto sea para las transformaciones espirituales de la sociedad de las personas en su conjunto.

    El Paraguay actual se merece estos cambios entre hermanos, ya no más los tiempos de rencores, maldad y de odios. Es tiempo del sacrificio del trabajo, por una sociedad más altruista y fraterna, no de meras rencillerías, como hoy día pasa en muchas regiones de nuestro país.

    Aplaudir a los esforzados gobernantes, en especial de la actualidad, que día a día están con la intención de dar un tiempo mejor para todos los que habitamos esta región del Paraguay, mucho tiempo injustamente dejado al olvido.

    En cambio en la actualidad, nuestra nación, considerada corazón en el continente sudamericano, está emergiendo aceleradamente, gracias a la sensibilidad demostrada por las autoridades del gobierno central, quienes cada vez más se están esforzando en otorgar una vida mejor y más digna a todas personas, que se merecen sin distinción alguna.

    La Navidad, tiempo de paz, tiempo de amor y de reflexión. Que la llegada del Creador este cargada de amor, con espíritu de reflexión y sensibilidad al hermano. Corresponde que a lo largo y a lo ancho de la geografía nacional, haya tiempo de hermandad, para que como sociedad podamos labrar un destino mejor para todos sus componentes.

    Las autoridades del Paraguay, en especial del Poder Ejecutivo, apuntan hacia ese loable objetivo, un destino diferente para todos sus componentes, en pos de una vida mejor, con paz, fraternidad y amor.

    Basta de maldad, resquemores, odios que solo carcomen al ser humano. Es hora de aplaudir a las autoridades, sus gobernantes esforzados que están cambiando la imagen de la nación y a la vez mejorando con sus eficientes actuar el nivel de vida de muchas familias humildes de la geografía nacional. Esto es actuar con amor, espíritu de hermandad, sin interesar sus condiciones sociales, credos religiosos, y mucho menos políticos. En resumen todos somos hermanos, compatriotas y tenemos que apuntar a una vida mejor.

    Que la Navidad sea tiempo de reflexión, de paz y amor. A los gobernantes que hacen sus trabajos con esmero, dedicación, sacrificio y pretenden otorgar una vida más digna al hermano, al semejante, elevo mi copa imaginaria, para decirle, ¡¡¡ Salud, y Feliz Navidad!!!

    Me gusta

  19. Tiempo para el amor, el perdón y la solidaridad
    24 diciembre, 2016 0 14

    Hoy es Nochebuena. Como todos los años desde hace varias semanas, las luces de la Navidad dominan nuestros pueblos y ciudades. Es un tiempo especialmente sensible para nuestra sociedad, por nuestras tradiciones. Es un tiempo que nos llama a rescatar los valores de la solidaridad, el amor, la reflexión, la piedad y el perdón.
    Fue un año particularmente difícil para la sociedad paraguaya en general y para nuestra región en particular, azotada desde hace bastante tiempo por una aguda crisis que cada vez va a acentuándose más. Como si esto no fuera suficiente, nuestra sociedad recibe a diario una fulminante carga de noticias negativas que giran alrededor de la corrupción, la criminalidad, la violencia, el aumento preocupante de jóvenes envueltos en la delincuencia y otros males que azotan a nuestra gente.
    Diciembre tiene esa particularidad de traer un momento de alegría, y despertar en la gente un tiempo de esperanza en un futuro mejor. Acostumbrados a vivir en medio de conflictos, con autoridades corruptas e indolentes ante los padecimientos de los más necesitados, los altoparanaenses necesitamos tener esperanza y creer que vienen nuevas buenas para nosotros.
    El tiempo también es propicio para compartir precisamente con los compatriotas más necesitados. Navidad es esencialmente solidaridad, paz y amor. Honremos la fecha compartiendo un poco de lo que podamos con aquellos que más necesitan.
    Es una oportunidad para el encuentro con la familia. Hagamos entonces que sea verdaderamente una fecha de confraternidad y unidad familiar, en base al perdón y el afecto. De nosotros depende que nuestras familias pasen una feliz Navidad, sin excesos que conduzcan a situaciones lamentables.
    Que esta Nochebuena sirva entonces para el reencuentro de todas las familias de nuestra región, para que confiados en un futuro mejor, podamos fortalecer los lazos que nos unen para levantarnos de los tiempos difíciles. Que la Navidad nos traiga a todos prosperidad, unidad y perdón para juntos podamos apuntar hacia mejores días para nuestra región.

    Me gusta

  20. Oro, incienso y mirra

    Por Caio Scavone

    Nuevamente sentí una puja, que cada vez se encuentra más acentuada, entre el pesebre criollo hecho con ramas del ka’avove’i (Trichilia elegans), la casita de paja implementada desde algunos años nada más y el arbolito de Navidad, representado por el nórdico género de los Cupressus y que ampara en sus filas a los llamados comúnmente cipreses.

    Creo que el uso de estas alternativas navideñas marca en el Paraguay el nivel socio-político-cultural y económico de nuestros conciudadanos. La auténtica raza y sobre todo en el campo se cortan aún las ramas del ka’avove’i, la clase medio-pelo y los que se creen falsos defensores de la deforestación se inclinan y se agachan para comprar las “casitas” con techo de paja y los que se pegan el lujo de vivir como reyes y con sueldo mínimo optan por la xenofóbica especie del ciprés, salpicada con copos de nieve y, aunque ficticias, ayudan a paliar en algo el sofocante calor de fin de año y remontarnos hacia sitios del planeta en donde conviven con renos, osos polares y líquenes.

    El tamaño de las piezas que hacen a los personajes y animales que merodean el pesebre navideño también hace gala de la incoherencia. El personaje principal, el niño Jesús, suele ser mucho más grande que sus divinos progenitores y que los animales que rondan el sitio de nacimiento. Es comparable esta discordancia entre sueldo mínimo que tiene la gente que elige y vota, representada por el niño y los torpes que no sirven para nada, salvo para cobrar sueldos enormes y vivir como animales sueltos.

    El obeso Papá Noel también desde hace unos buenos años descendió desde otros lares para entregar regalos hasta a los inmerecidos. En esto sí se encuentran atinados parecidos entre el Papá Estado y los hijos de madres que no son tales. Los descendientes que tiene este papá son innumerables y van desde parientes, amigos, correligionarios y operadores políticos partidarios, secretarias vips, jueces y fiscales, los que pregonan enmienda, reformas y rekutu, los que dan títulos de tierras mau, contrabandistas y aduaneros coimeros, hurreros, consejeros improvisados y mediocres, chongas y siguen las firmas.

    Los Reyes Magos ya no le joden a nadie con el incienso que solo sirve como ofrecimiento para los dioses por su penetrante y exquisito aroma. No obstante no estaría mal aceptar como componente del antimosquito dado el gran otro ataque que se avecina del dengue y dada la gran falta de higiene y conciencia que tiene este apasionado pueblo y entusiasta mugriento en tirar la basura en cualquier parte.

    La mirra que pueden traer no debe ser aceptada ya que solo sirve para untar y embalsamar el cuerpo de los fallecidos y con tentar hacerlo con algunos cuerpos que ya no están y de otros que se irán sí o sí, y sin bolsillos en sus cajones, será mejor decirle a Melchor como les decimos bolaterápicamente a los vendedores callejeros: otro día…

    El oro es el metal de los reyes y por más que sobren acá coquitos, cocido, cigarrillos, empanadas, sillas, pan dulce, helicópteros, perfumes, banana, caseros, secretarias de oro y niñeras del mismo metal, será aceptado de cuajo en este corrupto Paraguay.

    Y con oro guaireño pongo a consideración estos versos esperanzadores de Ortiz Guerrero que me alcanzó el abogado, músico, amigo y profesor, Filemón Espinoza:

    Esperando se sabe la medida de la dicha serena y verdadera. En la impaciencia dulce de la espera aprende el hombre máximas divinas: Jamás ha de gozar de primavera quien no sabe esperar las golondrinas.

    Me gusta

  21. En defensa de Papá Noel

    “Papá Noel no existe” rezaba el cartel que pusieron a la entrada de la parroquia. “Queremos eliminar estos elementos foráneos de la Navidad y dejar solo aquello que es nuestro, como el pesebre”, explicó el clérigo. “Hay que devolverle el sentido de realidad y de paraguayidad”, completó.

    Me quedé pensando en el asunto después de ver la nota en televisión. Recordé el pesebre que montábamos de niños en mi barrio, bajo el pino de plástico cubierto de nieve de algodón. Ahí estaban el carpintero de Nazaret y su virginal esposa, el niño en la batea que le servía de cuna, los tres magos del Oriente y más atrás sus camellos. Todo muy paraguayo. Alguien le agregó una muñeca gigante, de esas que al ponerlas de pie se les abrían los ojos inmensos, un robot a cuerda y un Papá Noel alcancía de barro cocido.

    Algún iconoclasta les habría prendido fuego, a nosotros, sin embargo, ese sincretismo casero nos parecía delicioso. Paraguayidad no solo era un adjetivo desconocido para el diccionario, era una palabra que no existía para esa pandilla de mocosos exaltados por un sentimiento imposible de describir; sencillamente, era Navidad.

    Nuestros sentidos estaban saturados con los villancicos electrónicos de las lucecitas de Navidad, los trocitos de madera, los din, din, don y los Merry Christmas que sonaban mezclados sin empacho en la radio; los olores del chipa guasu, la pólvora de los petardos y la flor de coco, y los colores de esos foquitos que se prendían y apagaban, el rojo y blanco del barbudo friolento y los parientes abrazándose unos con otros, como si nunca se hubieran peleado.

    Y la promesa del regalo si nos portamos bien. Y el espectáculo que algún tío generoso montaba cerca de las doce. “Allá parece que está, yo le vi su bota. Ahí pasó recién su carreta estirada por sus Bambi”. Y aunque muy en el fondo sospecháramos que era verso, le seguíamos el juego con entusiasmo, con unas ganas terribles de ver cuanto menos la sombra de un trineo, aunque nunca hubiéramos visto uno.

    Qué nos importaba si el Papá Noel era un invento escandinavo o una caricatura para vender Coca Cola, qué más daba que un camello jamás hubiera puesto una pezuña en la llanura paraguaya, quién se iba a poner a pensar que igual esos parientes volverían a reñir apenas les pasara la resaca.

    Era Navidad, un pedacito de tiempo mágico, aunque la magia no exista; un trozo de memoria al que poder recurrir con los años, cuando la vida nos haga probar sus potajes más amargos.

    En un lustro tendré la edad que tenían mis padres cuando sus vidas se apagaron. A diferencia de ellos, no creo en relatos místicos ni religiosos. Y, sin embargo, no puedo escuchar un villancico, percibir el aroma cálido de la flor de coco o ver un absurdamente abrigado Papá Noel sin que se me dibuje una sonrisa, sin que la brisa tibia de la memoria me haga sentir un poco de aquella magia pasada, sin que por un instante me sienta feliz.

    No les robemos eso a nuestros hijos. La paraguayidad y la realidad son cosas de adultos. Dejémosles ser niños.

    ¡Feliz Navidad a todos!

    Me gusta

  22. Fiestas: comer con moderación
    Por Lourdes Peralta

    La avalancha de oferta prematura de productos comestibles navideños en uno de los países con alto porcentaje de sobrepeso y obesidad de la región, es un problema que no acapara el esfuerzo preciso. Ni siquiera hay que buscar datos estadísticos, miremos el talle de las personas (y/o nosotros frente al espejo) y lo comprobaremos al instante. Se come de más por diferentes motivos y es necesario descubrir qué es lo que nos hace engordar.

    Las viejas frases de alerta para la mujer se van perdiendo: “qué gorda/flaca que estás”, son expresiones que si bien condicionan o pueden ser lapidarias, también nos avisan de una condición que quizás no percibimos en nosotras mismas. Una modista me decía que con la ropa de lycra la mujer perdió el control diario de su cuerpo, “cree que siempre está igual y engordó muchísimo”.

    El tema del peso es muy controvertido hoy día, nos cuesta mantenernos en nuestro peso.

    Llega la época de fiestas de fin de año, la gente asistirá a eventos sociales donde comerá por gentileza, por compromiso, por gula.

    El supermercado hace ya más de un mes ofrece budín y pan dulce, turrones, todo esto aparte de las gaseosas, azúcar blanco y harinas blancas que se consumen todo el año. La oferta navideña, que es altamente calórica –porque tiene que ver con el origen de las fiestas en países fríos–, no debería comenzar tan temprano. Ante esta oferta demencial, nos queda salvarnos por decisión y buen hábito. Vale decir, que tampoco es recomendable el exceso de gimnasio o dietas estrictas sin asesoramiento profesional.

    Volviendo al tema de la prevención y el cuidado en esta época, según entendidos se puede llegar a engordar entre 3 y 5 kilos durante las fiestas, sobrepeso que por lo general no se suma a nuestro peso normal, sino al que ya teníamos de más. Ciertamente, cuando somos muy jóvenes es fácil adelgazar, pero llegada una edad –aún siendo de contextura delgada– esa ventaja desaparece. Mucho más deben cuidarse quienes sufren diabetes, hipertensión o problemas cardíacos, entre otras enfermedades.

    Lo mejor es festejar comiendo con mesura y alimentos no tan diferentes de los que solemos consumir. Para el día de la cena (Navidad y Año Nuevo) no es una buena idea dejar de comer durante el día porque llegaremos con hambre o apetito atroz y arrasaremos con todo lo que se sirva –previos picoteos–. Algunos cambian los hábitos, en Navidad, por ejemplo, en vez de cena organizan un almuerzo el 25. Es una buena opción.

    Vayamos mentalizándonos, colocando cartelitos de advertencia, motivándonos a metas posibles: fotos nuestras donde nos gustamos, fijando el objetivo de usar esa nuestra ropa linda que nunca más usamos por el sobrepeso, en fin, diseñar estrategias (mejor en familia).

    El Ministerio de Salud debe involucrarse en estos días de descontrol. Entre tantos males que queremos erradicar de nuestra sociedad, no nos olvidemos de la vida sedentaria y la mala alimentación. Cuidarnos moralmente también implica comer moderadamente. “La indigestión es la encargada de Dios de predicar la moral al estómago” (Víctor Hugo).

    Me gusta

  23. Para qué vino Jesús
    Por Jesús Montero Tirado

    La historia de la humanidad se investiga y se cuenta distinguiendo lo que sucedió antes y lo que viene sucediendo después del nacimiento de Cristo, nombre que sus discípulos le dieron a JESÚS DE NAZARET, por reconocerlo “Ungido” de Dios.

    Al celebrar su nacimiento a más de dos mil años de distancia, tiene sentido preguntarse ¿para qué vino Jesús al mundo? ¿Cuál es el sentido de su vida?

    Su personalidad y su vida, lo que hizo, lo que dijo, su modo de morir y sobre todo su resurrección han sido tan excepcionales y fecundos que lo destacan por encima de todos los hombres y mujeres más eminentes de la humanidad. Se ha constituido en el modelo ideal para todo ser humano.

    El mismo se tomó la iniciativa de responder en varias ocasiones a esta pregunta explicitando diferentes objetivos complementarios de su compleja y difícil misión: Vino a traer y encarnar la Buena Noticia: “Dios es AMOR”.

    La noticia sigue siendo buena, porque el Dios que nos revela Jesús no puede no amar y no puede ofrecer y pedir otra cosa que no sea amar y cuanto el amor implica, engendra y crea. Es buena noticia, porque el amor como plan y propuesta para la humanidad es el mejor don que los humanos podemos recibir y dar; amar y ser amados es la aspiración más constante y profunda que dinamiza y trasciende a todo nuestro ser; es el sentimiento y la única energía y luz que da sentido y plenitud a toda nuestra vida, a todo nuestra persona y a todas nuestras relaciones con Dios, con los demás, con la naturaleza y con nosotros mismos.

    En un mundo donde abundan la violencia, las violaciones, la agresividad, los asesinatos y en el que se anteponen como valores el poder sobre los demás, el dinero y el placer antes que el amor, es buenísima noticia que el plan de Dios es que seamos y vivamos como Él, amando sin poder dejar de amar.

    Dios sabe que aunque psicológicamente soñamos con vivir siendo amados y amando, las limitaciones de nuestra naturaleza en proceso de evolución nos obstaculizan la realización de nuestro ideal y nos impiden comprender y ser atraídos definitivamente por el amor auténtico y totalizante.

    Y para esto vino Jesús, “encarnando” en sí el amor divino, para enseñarnos qué es el amor, cómo se ama siendo humanos y cómo se realiza en vida llena de obstáculos, el plan de Dios, que amemos como El nos ama.

    La vida del amor divino encarnado, humanizado, empezó en Belén, una noche en calma, con las estrellas asomadas para iluminar el acontecimiento. Y al nacer Jesús ya se evidencian dos grandes frutos del amor: “gloria a Dios y paz a los humanos de buena voluntad”.

    Jesús asumió perfectamente durante toda su vida, también en los terribles momentos de su pasión y muerte en cruz e igualmente en los triunfales días de su resurrección, la misión de dar a conocer la Buena Noticia, revelándonos efectivamente en su modo de ser y actuar con todos (hasta con los verdugos que lo crucificaban), cómo ama Dios y cómo quiere Dios que amemos nosotros.

    Si Jesús no hubiera demostrado ser extraordinariamente inteligente y perspicaz, cabría decir que su propuesta para la felicidad de la humanidad, era una ingenua utopía de una persona desconocedora del ser humano y del mundo. Pero su inteligencia supera tanto a lo extraordinario que todavía sigue haciendo pensar y meditar e investigar. sigue orientando a miles de millones de personas de toda la humanidad. Y aunque parezca increíble su plan para la humanidad inspirado en la Buena Noticia de que Dios es Amor, actualmente es noticia. Es noticia porque a nadie se le ocurriría decir algo tan simple y profundo, tan original, actual y eterno como para que los líderes del mundo incluyan en sus agendas el plan universal del amor, para la superación definitiva de los conflictos y el logro de las más altas aspiraciones.

    Al despedirse Jesús de sus discípulos, les transfirió su misión también para sus sucesores. Ahora la comunicación de la Buena Noticia está en nuestras manos. ¿Es Jesús ingenuo o tiene razón?

    Me gusta

  24. Navidad con saldo positivo

    Cada año, antes de la Nochebuena, sole­mos hacer especial mención a la nece­sidad de atravesar estas fiestas con alegría, pero teniendo en cuenta el valor de la prudencia para que las mismas trans­curran con normalidad.

    En el afán de lograr cumplir con los diferentes rituales que imponen las costumbres, solemos priorizar lo mundano, lo que imponen las modas que llegan desde diferentes puntos del mundo globalizado, antes que aprovechar las horas libres de compromisos laborales para cumplir con nuestras propias necesidades afectivas y familiares. A pesar del agobio de unas semanas previas de intenso trabajo y múltiples compro­misos, asumimos más ocupaciones, encarando tareas que implican más esfuerzo y gastos, en lugar de dar espacio al descanso, a los momen­tos de reflexión y a compartir la riqueza de los encuentros, sin que importen demasiado los cos­tos de los obsequios o el menú festivo.

    Es cierto que es bastante difícil, en estos tiem­pos en los que estamos hiperconectados y reci­bimos una verdadera tormenta de propuestas tentadoras, aprender a discriminar con éxito lo que realmente nos ayudará a ser más felices y sentirnos más plenos. Sin embargo, en medio de la abundancia de ofertas especiales por Navidad, existen propuestas que van ligadas a la verda­dera esencia de esta fiesta de la Natividad, que no requieren de grandes sacrificios monetarios.

    A lo largo y ancho del país, hoy por hoy, existen cientos de personas que están realizando acti­vidades destinadas a ayudar a que la soledad y el abandono de quienes viven en situación de calle, pasan sus días en albergues o están en diferen­tes centros de atención a la salud, sean menos dolorosos para ellos. Tal vez, si nos ponemos en la tarea de averiguar cómo acercarnos a ellos e invitemos a los miembros más jóvenes de la familia a acompañarnos en dicha misión, nos sorprendamos con los resultados beneficiosos de esa nueva aventura. La inversión será más en tiempo y en afecto que en metálico y tal vez nuestra ganancia sea tan significativa que dejen de importarnos demasiado los detalles insigni­ficantes por los que solemos distanciarnos entre familiares o amigos.

    Se dice que la Navidad, tanto para los cristia­nos como para los que no lo son, representa un momento de pausa, de tregua en la lucha por la sobrevivencia. Navidad es la tregua más impor­tante del año, en la que vale la pena intentar tomarse unos instantes para respirar, pensar y valorar en positivo lo mucho que poseemos como personas, más allá de lo que tenemos como patrimonio.

    La riqueza que podemos regalar a los demás será proporcional a la que sepamos encontrar en nuestros propios corazones y en nuestras mentes. Si la traducimos en amor genuino, en voluntad de servir al prójimo, seamos podero­sos o sencillos, habremos ganado mucho más que el abrazo de nuestros seres más cercanos o los saludos protocolares de quienes comparten nuestro espacio profesional o laboral.

    La idea es producir en nuestras mentes ese espa­cio para la pausa activa, la que nos invita a dar el primer paso hacia el perdón que debemos pedir u ofrecer; a buscar ese abrazo demorado por el rencor o las diferencias de pensamiento de viejos amigos y familiares. Una pausa para mirar a nues­tros padres e hijos a los ojos y decirles con pala­bras y hechos que no somos perfectos, pero que el amor que tenemos para darles es nuestro mejor obsequio y que lo podrán usar durante todo el año.

    Entonces, luego de que se apaguen las luces de colores y se silencien las campanillas de los villancicos y canciones, podremos decir que hemos aprendido el sentido verdadero de esta fecha en la que por encima de todo lo demás, se festeja el triunfo del amor familiar y el que pode­mos ser capaces de sembrar en el mundo.

    Es nuestro deseo compartir con las familias que habitan este suelo y los compatriotas que están en cualquier sitio del mundo, el deseo genuino de una Feliz Navidad en la que reinen la paz y la armonía.

    Me gusta

  25. La vieja escuela
    Por Carolina Cuenca
    “Mi mamá dice que a veces se puede comprar lo que uno quiere y a veces no” fue la respuesta tajante de la tranquila niña que movió la lógica consumista de la amiguita, quien literalmente estaba por desesperar a su madre con llantos e insistentes pedidos de compra a la salida de un establecimiento…

    “Mirá esta foto (una niña abraza a indígenas en la calle y les lleva con sus padres víveres para compartir), dice mucho, es una paraguayita de pocos años dando lecciones a los adultos distraídos”… Unas monjas celebran con sus niñitos del hogar una Navidad llena de colores y belleza en un barrio muy pobre. Un niño que duerme en la calle reparte abrazos a sus amigos “por las fiestas”… Un joven se ofrece a ir a llevar serenata en asilos… Son cosas reales que pasan. No son historias perfectas con inicio, nudo y desenlace, como en las películas norteamericanas de Navidad. Acá no hay nieve, hace mucho calor, estamos terminando un año de muchas riñas, de muchas incoherencias, de muchas decepciones y frustraciones. Pero hay gestos, hay encuentros, hay situaciones que dan que pensar. Sobre todo abren una puerta para los que, asfixiados con la oferta consumista de compras y gastos superfluos sin fin, desean experimentar más humanidad, más cercanía.

    No es fácil. Nos endurecimos. Nos volvimos desconfiados y muchas veces cínicos. Para dar hay que tener cierta fe en la posibilidad de un bien y esto se le quita a uno con tanto chanta que anda por ahí mintiendo. Sin embargo, este factor de la realidad también existe. Esa hija que barbea a su padre anciano y le corta las uñas del pie para que esté churro en las fiestas, ese esposo que pidió perdón y volvió a casa después de una mala decisión… Les cuento a grandes rasgos, cosas que pasan a personas cercanas, conocidas, no es cuento chino… Y así, las anécdotas se multiplican.

    Existe una vieja escuela que se resiste a morir bajo la avalancha de esta posmodernidad descreída y cruel. Resiste porque es real y la realidad siempre resiste los sueños, las fantasías, las alienaciones y las peores pesadillas. En la vieja escuela, se saluda, se pide permiso, se distingue lo que es correcto de lo que no lo es, se pide perdón, se tiene vergüenza, se tiene compasión, se busca algo más, se respeta, se come en familia sin el celular en la mesa, se espera, se come lo que hay, se sabe uno reír, pero no burlarse, se sabe uno divertir bajo un mango o en la sala con clima acondicionado, se comparte el dolor, se adhiere uno a la alegría de los amigos, se reza o se ora sin complejo.

    A diferencia de lo que algunos pretenden etiquetar, no es un mundo idealizado, porque también la gente se picha, se retira la palabra, se falla, se cometen errores ¡porque hay diferencia entre el bien y el mal!, se paga lo que se debe, se guarda silencio, se escucha y se sirve (sí esa mala palabra para la lógica de poder) porque es bueno, porque es bello y porque es verdadero.

    Lo sorprendente es que son niños y jóvenes muchas veces los que nos dan muestras de comprender la esencia de esa vieja escuela que algunos adultos quieren superar a fuerza de una pedagogía del egocentrismo individualista o de utópicas pretensiones antinaturales.

    En la vieja escuela no hay lugar para el victimismo, pero sí para la pasión por lo que uno cree, para ese hacerse cargo que conlleva la verdadera libertad… Es cierto, una avalancha de cretinismo social amenaza con derribar y enterrar bajo su pesada carga de novedades vacías nuestra vieja escuelita de humanidad. Pero mientras haya vida hay esperanza, porque podemos luchar y rescatar aquello en lo que hallamos correspondencia con los deseos del corazón. Y siempre podemos volver a empezar. Feliz Año Nuevo.

    Me gusta

Deja un comentario