¡Averígüelo Vargas…!

En comunicación con el director propietario de Radio Ñandutí, Humberto Rubín, el periodista de la 970, Enrique Vargas Peña, expresaba ayer su frustración porque el programa que conduce se redujo de tres horas a dos y, en el marco de su desahogo, comentaba que al ser contratado por la propietaria de dicha estación, Sarah Cartes, le dijo que aceptaba la oferta “como periodista”, pues si quería un “propagandista” debía contratarle a Benjamín Livieres. Lo mismo repitió en Radio 1000, en donde de paso calificó de “inservible” al diario ADN, del cual me distingue ser su director, al igual que en Radio Monumental y otras que contactaron con él para conocer su versión.

Desconozco las razones del “ataque” tan “personalizado”, proviniendo de alguien que nunca hizo parte de mis ocupaciones ni preocupaciones cotidianas. Y si ahora abordo el tema, “por única vez”, como aclaran algunos encabezados de solicitadas, es porque invocó mi nombre en todos los medios a su alcance, creyendo agraviarme con el calificativo de “propagandista”, cuando en realidad, aunque sin saberlo, no hizo más que halagarme.

La propaganda, en el terreno del periodismo de opinión, consiste, por definición, en la difusión de ideas. Quien se desempeñe al frente de un programa basado en el análisis y la divulgación de opiniones, está ejerciendo el papel de propagandista. Puede ser bueno o malo, más riguroso en sus apreciaciones o improvisado, puede estar a favor de ideas progresistas o retardatarias, puede hacerlo en base a convicciones o por razones netamente pecuniarias, pero en cualquiera de los casos, es propagandista al fin.

Por ejemplo, el despechado conductor, a lo largo de su trayectoria defendió más de un proyecto político, casi ninguno de ellos apegado a la democracia. Y no nos referimos a la época de Stroessner, cuando guardaba silencio ante las barbaridades del régimen y ante las temidas columnas de su padre (firmadas como AVP), desde las que desarrollaba una tenaz persecución a los que enfrentaban a la dictadura, como lo pueden atestiguar varias generaciones de periodistas. Después de todo, no eran muchos los que combatían al stronismo y, como hijo, no tiene porqué cargar con las culpas del padre. Pero ya en plena etapa democrática, fue un gran animador del proyecto totalitario encabezado por Lino César Oviedo, el que amenazó con “hacer correr ríos de sangre”, como lo hizo durante la “semana trágica”, que comenzó con el magnicidio de Luis María Argaña y culminó con la masacre de los jóvenes en la plaza.

¿Cuál fue el papel que cumplió entonces Vargas Peña? La respuesta es muy sencilla, la de “propagandista del oviedismo”, junto a otros compañeros de trabajo, como Raúl Melamed, Alfredo Jaeggli, Cano Radil y su propio padre. Después de un paréntesis en el que no tuvo mucho protagonismo, volvió al escenario de amores con Efraín Alegre, en vísperas de los comicios del 2013, siendo entonces “propagandista del efrainismo”, hasta que un buen día amaneció de amores con Horacio Cartes, pasando a ser entonces “propagandista del cartismo”. Hasta que hace algún tiempo, para sorpresa de propios y extraños, empezó a bombardear al presidente de mañana, tarde y noche, para lanzarse de nuevo a los brazos de Efraín, más los de “Marito”, Desirée Massi y Rafael Filizzola, o sea, pasó a ser…“propagandista de la oposición”.

Ahora bien, en lo que compete a este servidor, ser “propagandista del cartismo” no representa motivo de deshonor, ni es un fenómeno que data de hace algunos pocos meses, sino se remonta al 2011, cuando el proyecto recién conocía de sus primeros esbozos.

Ocurre que en periodismo algunos obran por conveniencias coyunturales y no conciben que otros lo hagamos por convicción, abiertamente, con tal claridad que si se instituyera la figura de la reelección, jamás votaría por un delirante “bolivariano” como Fernando Lugo, un déspota corrupto denunciado por sus correligionarios como Efraín, o un personaje bipolar como Nicanor, sino por Horacio Cartes, quien de acuerdo a los datos de la realidad, esos numeritos con los que tienen pesadillas, los supera holgadamente en materia de gestión.

Finalmente, sería ocioso intentar descifrar cuál es el objetivo de EVP para brindar este espectáculo típico de “cholulos”, más allá de obtener una jugosa indemnización, lo cual no resulta muy digno. Eso sabe únicamente el propio Enrique, o tal vez ni él, teniendo en cuenta sus rasgos personales, en cuyo caso cabría recomendarle aplicar aquella expresión de la reina Isabel la Católica, cuando pedía informes a un alcalde del mismo apellido del conductor…!Averígüelo Vargas!

Por: Benjamín Livieres

http://www.adndigital.com.py/averiguelo-vargas/

13 comentarios en “¡Averígüelo Vargas…!”

  1. Los trastornados y el papel higiénico
    14 septiembre, 2016

    ¿Alguien puede dudar de la completa inestabilidad emocional de quien por el hecho de desvincularse de una empresa concluya que hay que “incendiar el país” y “echarle al presidente” de la República?. ¿No es una completa falta de seriedad rendirle alabanzas a Horacio Cartes, como si se tratara del mismísimo Dios sobre la Tierra y, de un día para otro, considerarle como la personificación más perfecta del Demonio? Pues bien, este es el caso del exconductor de la 970, Enrique Vargas Peña, cuya credibilidad, si es que gozaba de alguna, terminó de tirar por la borda desde hace un par de meses, “cuando descubrió la luz”, al decir irónico de algunos colegas.

    El programa que dirigía en pareja con Carlos Gómez, un joven periodista que por la falta de experiencia y buenas orientaciones se sintió imbatible al frente del micrófono, se había convertido últimamente en una trinchera de “francotiradores locos”, que disparaban a mansalva contra…sus “altos mandos”, lo cual no sería tolerado ni por un solo minuto en cualquier empresa del rubro que fuere, mucho menos en medios como los de Aldo Zucolillo, Humberto Rubín o Antonio J. Vierci, por citar algunos.

    Ya en el sumun de la desmesura y el delirio, ayer, a modo de “despedida”, amenazó al presidente en los siguientes términos: “Horacio, o te bajas del proyecto autoritario o te sacamos. ¿Te queda claro o no te queda claro? Como le sacamos a Lugo, te vamos a sacar a vos, no hay ningún problema, papá, entené (sic)…El Paraguay no es Tabesa, entené (sic)…Y si violás la Constitución, a tu casa, entené (sic)”. Y acto seguido arremetió contra uno de los principales asesor de Cartes. “¿Algún problema con que diga esto, José Ortíz, vení sacáme con tus gorilitas, entené (sic). Entonces, señores diputados colorados, vamos a reestablecer la dignidad de la República y vamos a sacar a este equipo del Gobierno”. Para continuar luego con varios “entené” más que ni valen la pena traer a colación.

    Así, el “riguroso defensor” de la Constitución y las leyes atropelló, en cuestión de pocos minutos, un sinfín de normas que rigen todo Estado de Derecho, como lo hacen los golpistas, pero en su caso solo de palabra, porque su “bravura” nunca descargó más que ante mujeres, a las que un mal castellano trató en reiteradas ocasiones de “badulacas” o personas que no estaban en línea, para convertirse en una seda a la hora de entrevistarlos y mucho más cuando estaba frente a frente.

    La historieta montada por Vargas Peña, como era de esperarse, no tuvo para él un final feliz. El lunes había jurado ante todos los medios a los que tuvo acceso, que “jamás renunciaría”, pero antes de cumplirse 24 horas, apenas enterado de que Gómez fue despedido, presentó renuncia.

    En medio del festival de disparates, el periodista arremetió una vez más contra nuestro diario, diciendo que “no sirve ni para papel higiénico”, lo cual indica que se toma la “molestia” de leernos, como lo hacen diariamente los 50 o 60.000 lectores a los que llegamos, quienes nos alientan a seguir creciendo.

    Si hay una lección que Vargas debería aprender es que “el que alquila el cu…no puede reclamar el derecho a sentarse cuando así le place”, o a cuestionar ninguna marca de papel para limpiarse. Es el precio que pagan los mercaderes del periodismo, por más que sus trastornos hagan que terminen creyendo en sus mentiras y sintiéndose “coherentes”, “principistas” e “impolutos”.

    http://www.adndigital.com.py/los-trastornados-y-el-papel-higienico/

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  2. Y de pronto ÉTICA?
    Enrique Vargas Peña se llama un tilingo vociferante que se autodenomina periodista de opinión, esta categoría profesional a los efectos de permitirse decir LO QUE SE LE ANTOJA, COMO SE LE ANTOJA, DE QUIEN SE LE ANTOJA, con los epitetos más indignantes y rastreros, porque eso es sinónimo (en su enferma mente), de libertad y valentía. Por si fuera poco con un grito irritante, destemplado y desaforado, mechado con una odiosa muletilla «entendes» tanto más frecuente cuanto más elevados los niveles de substancias dopaminergicas en su torrente sanguíneo.
    Mal educado, grosero y chabacano, pretende ofender a profesionales dignos y honestos, poniendo en entre dicho honor y memoria de gente a cuya altura humana JAMÁS ESTARÁ!
    Pretende ahora, en un showcito que solo se creen los giles, ser un paladín de la ética y la coherencia!
    Pero por favoooooor, no sabía gua’u antes los bueyes con los que araba?!
    Es simplemente un acto oportunista para ver cómo, con quien y donde se acomoda.
    Quien no te conozca que te compre, vos a mí no me jodés!
    Para vos y para los que te escriben el libreto y te pagan para actuarlo: porque te queda demasiado bien lo de CULEBRA PONZOÑOSA
    ANDAAAAA!

    Juan Pablo Servín
    15 h · Lambaré ·

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  3. Periodismo y poder

    Un medio privado puede contratar al periodista que se le da la gana, también echarlo si el propietario cree que no cumple con sus pautas o criterio editorial; es un derecho que le asiste, fuere el negocio que fuere. Lógicamente el despedido tiene el derecho también a protestar si cree que su despido es injustificado y ahí están las leyes que lo protegen, ahí está la indemnización como un resarcimiento a la injusticia, pero por más que patalee el exempleado no volverá a su antiguo trabajo, es lo más probable.

    Del otro lado están los dueños del medio, que en este sonado reciente caso de renuncia aduciendo censura, pertenece a la familia del actual Presidente, que además tienen otros, y es evidente que los han comprado para tener una prensa favorable a la actual gestión, y como dije antes, tienen todo el derecho de llevar la línea editorial que les parezca. Y es a ellos que hay que recordarles, por si no conocen, aquello que dijo el tres veces elegido presidente de la nación argentina Juan D. Perón, quien llegó a tener en sus dos primeras presidencias prácticamente el control de la totalidad de los medios, expropiaciones mediante; el argentino dijo lo siguiente: “Cuando tuvimos todos los medios en contra subimos al poder (1946) y cuando los tuvimos todos a nuestro favor caímos (1955)”. Otro tanto pasó hace poco en el vecino país, donde el matrimonio, a lo largo de doce años, logró tener casi el control absoluto de los medios, que repartió la pauta oficial discrecionalmente a los que les eran favorables, que compró medios vía empresarios que le eran amigos, así y todo hace unos meses, con casi todo el aparato a su favor, los recursos del Estado, etc., la viuda perdió las elecciones.

    Un periodista puede decir lo que quiera en un medio, pero de ahí a que tenga credibilidad es otra cosa; la gente antes que escuchar las noticias mira su bolsillo, ve la realidad de la calle que transita diariamente, ve las obras, ve la inseguridad; y si bien hay personas manipulables o influenciables, estas no son tantas, son una minoría, y si un periodista pretende mostrar un país de maravillas, un paraíso idílico o lo contrario, un infierno, la gente se da cuenta; si le macanea sencillamente deja de seguirlo; ¿por qué cree que la izquierda tiene tan pocos seguidores?; si fuera lo contrario, Perón nunca habría caído como tantos otros dictadores que tienen o tuvieron el control absoluto de la prensa, sino fíjense lo que pasa actualmente en Venezuela.

    No hay peor error para un gobierno que pretender manipular a la prensa; el gobernante solo debe ocuparse en hacer su trabajo, no hay mejor propaganda que esta.

    Rafael Luis Franco

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  4. Cartes y la verdad imaginaria
    Por Miguel H. López –

    Quienes andamos en esta tarea de tratar la noticia, el hecho, la palabra, sabemos que el periodismo construye realidades dentro del imaginario colectivo. Si no fuera así, muchos de los acontecimientos que marcaron la historia de fines del siglo pasado y principios del presente no hubieran tenido, tal vez, ni la dimensión ni el desenlace ni la proyección que tuvieron. No en vano, semiólogos o intelectuales como Noam Chomski o Ignacio Ramonet discurren sobre el tema y hablan incluso de manipulación o dictadura de la prensa.
    A mediados de los 60 dos sociólogos –el austríaco Peter L. Berger y el alemán Thomas Luckmann– dotaron al mundo de una de las teorías más importantes e influyentes de la sociología moderna: la realidad es una construcción social. Esta tesis, no refutada hasta hoy, sirvió para muchas otras observaciones que ayudaron a entender fenómenos sociales, como los de la prensa y su incidencia en las masas.
    No es novedad para nadie que los medios de información, difusión y/o comunicación son vehículos de doctrinas, idearios, ideologías y modelos de sociedad. Que todo eso está impregnado –articulado, zurcido, concatenado– en los discursos. Discursos entendidos como palabras, acciones, metamensajes, etc.
    Sin embargo, para que esa construcción, que se desencadena desde los medios, logre cristalizar el proceso, la realidad subjetiva debe guardar relación con una realidad objetiva socialmente definida. Si esto no ocurre, no deja de construirse realidad, pero en el sentido inverso de lo que finalmente se busca, hablando específicamente desde los medios, porque existe una definición anterior.
    El grupo del presidente Horacio Cartes (y familiares), quiere jugar a todo eso. Con la adquisición de conglomerados, holding, grupos mediáticos, creó una plataforma de estructura periodística con la que pretende reposicionar la imagen malograda del mandatario (IBOPE: 77% en la zona de la Gran Asunción, y un 71% en las principales cabeceras departamentales aplazan su gestión). Ejerció presión. Manipuló datos. Maquilló hechos. Instrumentó comunicadores y despidió periodistas críticos a su gestión o que no se alinearon a darle una mano al jefe. O que fueron un tiempo lacayos perifoneros, pero por su escasa credibilidad dejaron de servir.
    Pese a todo, la campaña para levantar la figura de Cartes no fue posible. Tiene los medios. Tiene el personal. Tiene el aparato mediático. Pero la realidad objetiva socialmente definida decía otra cosa. Su gestión en la práctica es un fracaso. La gente lo vive y lo padece cotidianamente. Entonces su verdad imaginaria colisionó contra la dura realidad y dejó al descubierto la realidad de su maniobra a lo Goebbels: mentir, mentir, a ver si algo queda…

    http://m.ultimahora.com/cartes-y-la-verdad-imaginaria-n1024195.html

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  5. Con amenazas y atentados no podrán silenciar nuestra voz
    11 SEPTIEMBRE, 2016 ⋅
    Personas inescrupulosas, al servicio presumiblemente de oscuras mafias policiales, amparadas por la oscuridad de la noche y el ambiente de inseguridad que se respira en nuestra región de frontera, atentaron en los últimos días, en dos oportunidades, contra las instalaciones del diario La Jornada. En la primera oportunidad, incendiaron un automóvil frente a las oficinas del diario, creyendo que se trataba de un vehículo de la empresa o de uno de sus empleados. La segunda vez, en un atentado más grave aún, rociaron a balazos las instalaciones del diario, donde solo por fortuna no hubo heridos o muertos. Ante estos hechos, repudiables desde todo punto de vista, solo nos queda marcar una postura clara y firme, y dar un mensaje a los autores morales y materiales de estos hechos cobardes: NO VAMOS A RETROCEDER, NO NOS VAN A SILENCIAR NI INTIMIDAR.

    Estos viles ataques a la libertad de prensa y expresión, que nos remontan a las oscuras épocas de la dictadura, que ya creíamos superadas, no harán mella en nuestro espíritu; seguiremos firmes en el camino trazado desde el primer ejemplar de La Jornada, con un periodismo de frente, sin compromisos con nadie, independiente, imparcial y defendiendo la libertad de expresión por sobre todas las cosas.
    En efecto, es oportuno destacar la importancia de la libertad de expresión que ha logrado desarrollarse y fortalecerse en nuestro país, después de siglos de estar sometida a las restricciones que, más o menos rígidas y arbitrarias, según la época y los gobernantes, impidieron que nuestro pueblo pudiese compartir sus reflexiones, críticas y propuestas en todas las materias de interés general fundamental, especialmente las de índole política.
    La libertad de prensa es uno de los pilares que sostienen las sociedades democráticas modernas, impidiendo que una persona, un grupo, un sector o una casta cualquiera se apropie de los poderes públicos, lo que invariablemente conlleva opresión y tiranía.
    A muchos, la libertad de prensa les molesta. De frecuencia, surgen iniciativas para acabar con este derecho inalienable. Por ello, cuando suceden este tipo de episodios, en donde los violentos tratan de silenciar “de cualquier manera” las denuncias que les afectan, son buenas ocasiones para reflexionar cuánta libertad de prensa tenemos y cuáles son las amenazas que penden sobre ella. Desde este espacio, instamos a que cuidemos nuestras libertades, especialmente la de prensa, madre protectora de todas las demás libertades, y avancemos firmes con ellas, porque sus enemigos aparecen todos los días y todos los días hay que enfrentar y derrotar a alguno.
    Por otro lado, exigimos con firmeza a las autoridades competentes la aclaración total de estos hechos que afectan a nuestro diario. Lamentablemente, con demasiada frecuencia vemos una omisión cómplice de nuestras autoridades, cuando se trata de investigar delitos cometidos contra la prensa. Las consecuencias de esta omisión son muy graves y cada vez más amplias. Pueden resumirse en dos, vinculadas entre sí. Por un lado, ante la deserción de quienes debían velar por su protección, la sociedad se encuentra inerme. Por el otro, esa ausencia de planes oficiales para combatir con seriedad el avance del crimen organizado también va debilitando a las instituciones que conforman la primera línea en ese combate, como las fuerzas de seguridad y la Justicia, al tiempo que también deja desprotegidos a los medios y periodistas que se han ocupado de denunciar la acción de las redes criminales.
    Hoy día percibimos la creciente soledad en que se encuentra el periodismo en su deber ético y profesional de echar luz allí donde hay oscuridad, corrupción, extorsión y amenazas contra la vida y los valores democráticos y republicanos que constituyen la esencia de nuestra Nación. Como ha señalado el periodista italiano Roberto Saviano, condenado a vivir bajo protección policial por las amenazas que recibió luego de publicar su famoso libro sobre la camorra, Gomorra, la principal amenaza para el crimen organizado es la prensa.
    No se trata, entonces, de una defensa corporativa. El periodismo independiente ha sido siempre el gran enemigo de los regímenes totalitarios y de los populistas en tanto ayuda a desnudar sus mentiras y su fuerza represiva.
    Lo mismo sucede con el crimen organizado, cuyo mayor temor es que se informe el creciente dominio que va ejerciendo sobre las instituciones y la política. Por eso es que el libre ejercicio de informar a la sociedad es una de las últimas fronteras en la lucha contra ese imperio del mal. Una frontera muy frágil, pero también una de las más efectivas. En lo que respecta a quienes estamos comprometidos con la libertad de expresión, los violentos han de tener bien en claro que no lograrán doblegar nuestro inquebrantable compromiso de seguir bregando incansablemente para construir un país más transparente, más justo y más libre. Los violentos, sean de la laya que fueren, deben tener la certeza de que no lograrán intimidar a la prensa ni obligarla a arriar sus banderas democráticas. Podrán perseguir a algunos, asesinar a otros, pero nunca podrán acallar para siempre la voz de un pueblo entero que quiere expresarse libremente para dar a conocer lo torcido, hacer públicos los crímenes que en su contra se cometen y reclamar a sus autoridades un trabajo más serio y comprometido por la seguridad, la paz y la prosperidad para todos
    Es este pues un buen día para recordar los principios fundamentales de la libertad de prensa, defender los medios de comunicación de los atentados contra su independencia y la integridad física de sus componentes y rendir homenaje a los periodistas que perdieron sus vidas en el desarrollo de su deber, hombres y mujeres rendidos a la conquista de la libertad.

    Con amenazas y atentados no podrán silenciar nuestra voz.

    http://diariolajornada.com.py/v6/con-amenazas-y-atentados-no-podran-silenciar-nuestra-voz/

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  6. Gobierno debe dar seguridad para el ejercicio del periodismo

    La serie de violentos atentados contra trabajadores de prensa y medios de comunicación en varias localidades del país están convirtiendo el ejercicio del periodismo en una actividad cada vez más peligrosa e insegura. Los ataques a locutores de Itapúa, a un diario de Ciudad del Este y a una radio de Pedro Juan Caballero marcan una escalada violenta que, sumados a las denuncias de supuesto espionaje desde los propios organismos militares contra los periodistas, ponen en serio riesgo el universal principio democrático de la libertad de expresión. El Gobierno y los demás poderes estatales deben dar señales claras y asumir acciones ante la violencia criminal, para brindar seguridad y garantizar el libre ejercicio del periodismo.
    Aunque la violencia contra los medios de comunicación y los periodistas se ha vuelto habitual en el Paraguay, hace tiempo que no se daba una escalada de ataques tan seguidos, como ocurrió en estas últimas semanas.

    Uno de los primeros casos fue el ataque contra el comunicador radial Mario Dante, locutor de la emisora San Luis FM, de General Delgado, Itapúa, ocurrido el jueves 1 de setiembre, cuando dos hombres en motocicleta lo siguieron, efectuando varios disparos que impactaron en su biciclo, sin alcanzar a herirlo. Dante había denunciado en su programa un caso de tráfico de influencia entre autoridades municipales y legislativas.

    Pocos meses antes, en marzo, otro locutor de la región, Eduardo González, de la emisora Costanera del Sur, de Carmen del Paraná, fue atacado y dejado herido al costado de la ruta, con consecuencias que lo dejaron parapléjico. El comunicador venía denunciando casos de tráfico de drogas y de presunta complicidad policial con el crimen organizado.

    En la noche del jueves 8, el local del diario La Jornada, de Ciudad del Este, recibió cerca de 20 disparos realizados por un desconocido, tras una denuncia publicada sobre presunta corrupción policial. La noche antes ya habían quemado un auto estacionado frente a la misma sede del medio.

    El caso más grave fue en la noche del viernes 9, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, cuando una persona desconocida descendió desde el interior de una camioneta y arrojó una granada que explotó sobre el techo de la emisora 570 AM Radio Amambay, propiedad de la familia del actual presidente del Congreso Nacional, el senador Robert Acevedo. La explosión dañó gravemente el edificio y causó heridas a la periodista Patricia Ayala, que en ese momento se encontraba en el estudio, y al médico Raimundo Fariña, quien estaba siendo entrevistado. Al día siguiente se hallaron encima del techo otras dos granadas que no llegaron a explotar.

    Los ataques se dan en un momento en que, desde el propio Gobierno se propicia un discurso hostil hacia comunicadores y políticos de oposición, en una aparente intención de propiciar una guerra política contra quienes sostengan posturas críticas.

    En ese contexto, las denuncias de supuestos operativos de espionaje desde organismos militares contra periodistas que investigan casos de corrupción, o el despido de trabajadores de medios vinculados a la familia del presidente de la República, por expresar opiniones críticas en sus cuentas de redes sociales, solo agravan aun más el ambiente, poniendo en serio riesgo el universal principio democrático de la libertad de expresión.

    El Ejecutivo y los demás poderes estatales deben dar señales claras y asumir acciones ante la violencia criminal, para brindar seguridad y garantizar el libre ejercicio del periodismo.

    http://www.ultimahora.com/gobierno-debe-dar-seguridad-el-ejercicio-del-periodismo-n1023630.html

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  7. Foro de Periodistas Paraguayos

    El Foro de Periodistas Paraguayos nuclea a periodistas bajo el lema de Comunicar la verdad y defender la libertad.

    Las voces no se pueden acallar
    En las últimas semanas, nuestro país ha sido centro de una serie de eventos que ponen en evidencia un claro intento de acallar a las voces críticas de periodistas y medios de comunicación.
    El último fin de semana, dos medios del interior del país fueron centro de ataques por parte de desconocidos. El primer intento de amedrentamiento se dio en Ciudad del Este, donde desconocidos balearon la sede del periódico regional La Jornada, medio que venía publicando una serie de materiales sobre vínculos de agentes y jefes policiales del Alto Paraná con ilícitos varios. Afortunadamente, no hubo herido alguno durante el suceso.
    Poco después, el local de radio Amambay 570 AM en Pedro Juan Caballero, propiedad de la familia del senador Robert Acevedo y del intendente de esa ciudad, José Carlos Acevedo; fue centro de un atentado durante el cual desconocidos lanzaron varias granadas al techo de la emisora, una de las cuales explotó mientras en el interior se estaba realizando una entrevista.
    Al momento del ataque se estaba emitiendo uno de los programas, cuya conductora es Patricia Ayala, que estaba acompañada del Dr. Raimundo Fariña, médico podólogo. Ambas personas resultaron con algunas heridas como consecuencia del ataque. La emisora ya había sufrido atentados anteriores durante los cuales derribaron su antena y el asesinato de uno de sus trabajadores, Fausto Gabriel Alcaráz.
    El programa conducido por Ayala, según ella misma, se dedica a pasar músicas románticas y hacer entrevistas de temas de interés general, nunca hizo denuncia alguna contra el crimen organizado o de tinte político. “Es inexplicable que pase esto en mi horario”, dijo poco después del atentado.
    Más allá de cualquier tipo de cuestionamiento que pueda existir contra los propietarios de los medios, quienes quedaron a merced del fuego criminal fueron trabajadores de prensa que no estaban haciendo otra más que cumplir con su labor cotidiana de informar y entretener.
    A estos hechos de violencia se suma además la serie de despidos que se ha registrado en el interior del Grupo Nación de Comunicaciones en las últimas semanas. El conglomerado de medios conformado por varios diarios, radioemisoras y páginas web pasó a pertenecer hace un par de meses a la familia del presidente de la República, Horacio Cartes, en particular a su hermana, Sarah Cartes.
    La última serie de despidos y denuncias de censura inició con la desvinculación de Desirée Esquivel y Rubén Montiel, periodistas que se desempeñaban en el área digital de radio 970 AM. Ambos fueron desvinculados por su actitud crítica hacia el presidente de la República, Horacio Cartes, hermano de la propietaria del medio.
    No hubo motivo laboral alguno como justificativo para la decisión de despedirlos, sino que fue directa consecuencia de las publicaciones de ambos profesionales en sus perfiles personales en redes sociales.
    El periodista Enrique Vargas Peña, quien se desempeñaba como jefe de prensa de la 9.70, confirmó ese mismo día esta versión al tiempo de presentar su renuncia al cargo, debido a no estar conforme con la situación y calificó de stronista la decisión.
    En directa respuesta, los directivos del Grupo Nación decidieron reducir el horario de uno de los programas de Vargas Peña, Tierra de Nadie, co-conducido por Carlos Gómez. Ambos revelaron esta situación a través de las redes sociales el pasado lunes, un día después Gómez fue desvinculado de manera injustificada de la emisora, ante lo cual Vargas decidió renunciar.
    El Fopep reconoce la potestad de los empresarios de tomar decisiones internas en los medios de comunicación de su pertenencia, pero esto no significa que exista carta blanca para la persecución ideológica y la represalia contra quienes opinen diferente a la línea editorial empresarial.
    Horacio Cartes decidió por voluntad propia incurrir en el ámbito político y esto significa aceptar estar expuesto al escrutinio público y a los cuestionamientos de la prensa. Los periodistas tienen como principal misión el escudriñar ahí donde el poder no quiere que se mire y no permitir eso es atentar no solo contra la libertad de expresión y prensa sino contra la misma esencia de nuestra labor.
    El periodista no está para alabar al poder de turno sino para exigir, como vocero de quienes no tienen la posibilidad de alzar la voz, el cumplimiento cabal de las autoridades con los compromisos asumidos, moleste a quien moleste.
    El Fopep expresa su preocupación por esta serie de eventos recientes y hace un llamamiento urgente a la sociedad toda a permanecer vigilante ante los abusos cometidos no solo por grupo criminales sino también por quienes hoy ostentan el poder político en contra de las libertades que tanto han costado conquistar.

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  8. La libertad de prensa

    Por Alcibiades González Delvalle

    En el ejercicio responsable del periodismo no existe una prensa complaciente con el Poder, al que todo le perdona. Tampoco una prensa que calla las buenas noticias solo porque se generan desde el Gobierno. Usar lente para ver todo color de rosa, o todo negro, solo ayuda a construir una ciudadanía debilitada por la parcialidad.

    Lo que sucede es que la crítica desata en las personas que la recibe una respuesta violenta. Así estén en el poder político o empresarial. Y usan este poder de distinta manera para expresar su enojo. Lo más común es el despido del funcionario o el empleado. Este procedimiento, llevado al interior de los medios de comunicación, tiene un efecto devastador en la libertad de prensa y de expresión porque instala el miedo entre los que se quedan.

    La sumisión contradice la libertad, crea el fundamentalismo, la ceguera. Impide ver la viga en el ojo propio. Los actos más abusivos y las ideas más desatinadas encuentran refugio en ese periodismo que, en el ejercicio de su derecho a optar por una ideología, renuncia a su independencia. En esta situación acomoda los hechos a sus intereses: desinforma o subinforma. Estos casos hacen que se difunda la idea negativa acerca de la prensa como la famosa crítica del filósofo danés, Kierkegaard, en 1848: “Dios Todopoderoso lo sabe: la sed de sangre le es ajena a mi espíritu, y me obsesiona en grado máximo la idea de tener que rendir cuentas ante Dios. Y, sin embargo, de buen grado asumiría en nombre de Dios la responsabilidad de ordenar “¡Fuego!” siempre y cuando previamente hubiera comprobado escrupulosamente que los cañones de los fusiles no apuntaban a ningún ser humano, a ningún ser en general, excepto a los periodistas”.

    En atención al servicio social de la prensa, todas las Constituciones democráticas la resguardan del autoritarismo. Y este resguardo no es para que el propietario de un medio sea el administrador de la libertad de expresión. El único propietario de esta libertad es el pueblo. Y esta libertad supone pluralidad de información y opinión.

    Un medio tiene, por mandato ético y constitucional, el deber de acercar a la ciudadanía todas las informaciones y opiniones de interés público. Desde esta perspectiva es intolerable reprimir a quien ha hecho del periodismo el ejercicio profesional de la libertad de expresión. Y ese ejercicio legítimo le obliga a opinar, criticar, comentar todo cuanto le parece que necesita ser difundido sin miedo al despido.

    No es que la patronal no pueda prescindir de los servicios de un periodista. Claro que puede hacerlo con causas debidamente justificadas. Y entre las posibles causas no está, ni ha de estar nunca, la opinión del periodista contraria a la sostenida por la empresa. Esto es así porque se rompería la pluralidad de opinión, signo luminoso de la democracia. Sin controversias el mundo seguiría como en sus inicios.

    No hay por qué temer al disenso. Discutir, debatir libremente, sin miedo al castigo, es señal de madurez. Podría, desde luego, no gustar algunas críticas, pero la libertad de expresión no es decir todo lo que a uno se le ocurre sino escuchar a los demás, aunque duela.

    Las veces que se despide a un periodista por sus opiniones la libertad se encoge. No hagamos que se encoja tanto que, al final, la perdamos totalmente.

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  9. Los medios de Cartes

    Por Guillermo Domaniczky

    –¿Acaso si el presidente compra un medio, no le puede echar a alguien porque no le gusta lo que dice?

    La pregunta que me hizo con total naturalidad un amigo esta semana, es la que también se pudo leer varias veces en las redes sociales, asumiendo como normales la censura y la propiedad de medios de comunicación por parte de quien ejerce la presidencia del país.

    Al amigo tuve que explicarle que la Constitución Nacional ordena que el Presidente de la República no puede ejercer el comercio, la industria o actividad profesional alguna, y debe dedicarse en exclusividad a sus funciones, es decir, a gobernar para todos (Artículo 237).

    Le recordé además que la misma Constitución establece específicamente que una de las inhabilidades para candidatarse a la Presidencia de la República, es ser propietario o copropietario de un medio de comunicación (Artículo 235 num.8).

    Para quienes seguirán intentando relativizar la realidad, insistiendo en que es la hermana y no el Presidente, quien compra los medios de comunicación, sería bueno también recordar lo que establece nuestra norma principal, al hacer referencia al espectro electromagnético, utilizado para explotar por ejemplo, las frecuencias de radio y televisión.

    “La emisión y la propagación de las señales de comunicación electromagnética son del dominio público del Estado… La ley asegurará, en igualdad de oportunidades, el libre acceso al aprovechamiento del espectro electromagnético” (Artículo 30).

    Llegado a este punto la pregunta es obvia, ¿hay igualdad de oportunidades para la adjudicación de una licencia de radio o televisión, si uno de los competidores interesados es el propio grupo del Presidente de la República?

    La respuesta es todavía más obvia.

    El problema no es con Cartes. El problema es con lo que ordena la Constitución.

    La desvinculación de una de las principales figuras de los medios del Presidente, nos permitió conocer también esta semana otra serie de detalles en los manejos de estos medios como herramientas de propaganda del Poder Ejecutivo.

    Desde una lista de entrevistados censurados en estos medios por tener una posición crítica hacia la gestión del Ejecutivo (Petta, Masi y Bacchetta), hasta el sometimiento de funcionarios y representantes, como el comandante de la Policía Críspulo Sotelo y varios diputados colorados, que rinden cuentas al tabacalero José Ortiz, una persona que no desempeña cargo alguno dentro del Estado y que nos hace recordar al tristemente célebre personaje del monje Savonarola, conocido popularmente como el Monje Negro, porque manejaba el poder real desde las sombras en el gobierno de los Médici en Florencia.

    Muchos silencios hay en este tema. La mayoría no quiere hablar de ello porque es incómodo, porque puede cerrar puertas laborales en el futuro, y porque también quienes trabajan en los medios de Cartes muchas veces se sienten afectados por una crítica que en realidad apunta a las cabezas del sistema, de esta anormalidad institucional.

    Una anormalidad que no se detiene, porque además el presidente ha usado también prestanombres para adquirir otros medios, a sabiendas de que por ejemplo no se puede poseer más de una frecuencia de radio en Amplitud Modulada.

    Para eso están los prestanombres. Que seguramente irán transparentando y evidenciando su relación, cuando el presidente Cartes ya no ocupe el principal cargo de la administración del país y deje de estar impedido constitucionalmente.

    Es decir, las cosas podrían ser un poco más sinceras y con menos hipocresía desde el 2018.

    Solo resta decir, mirando hacia el país, que si la concentración de poder de por sí es mala porque favorece la discrecionalidad, la ausencia de control y la omnipotencia en las decisiones que nos afectan a todos, la concentración de poder político, económico y mediático, es altamente nociva para la democracia.

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  10. Sin amistad cívica, el país no es viable
    Por Alberto Acosta Garbarino

    En este momento estamos viviendo en el Paraguay un ambiente de tensión, crispación y enfrentamiento. Esta tensión se siente en todos los ámbitos y lugares. Si bien son preocupantes las manifestaciones, las huelgas y los cierres de rutas que se multiplican por doquier, es más preocupante el lenguaje soez y las palabras ofensivas, que utilizan la mayoría de nuestros dirigentes.

    Este tipo de lenguaje que incita a la lucha y al enfrentamiento entre los paraguayos tiene amplios espacios en los medios de comunicación y en las redes sociales, creando el «escenario ideal» para un lamentable «espectáculo», donde los principales «artistas» son nuestros políticos y nuestros gobernantes.

    Como lo dice magistralmente Mario Vargas Llosa, asistimos a la «civilización del espectáculo», donde los programas «deben ofrecer novedades y distraer a un público lo más amplio posible y el único objetivo es que la sociedad se divierta y tenga placer». La palabra serena y la reflexión profunda interesan a muy poca gente y tienen un «ráting» muy bajo. Sin embargo, las palabras groseras y agresivas, las descalificaciones y los ataques personales, pareciera que son de interés de la mayoría y donde aparecen tienen los «rátings» más altos.

    Si es cierto que la calidad de la convivencia en una sociedad, en una familia y en una pareja, se mide por la calidad de sus conversaciones, ¿qué sociedad estamos construyendo, al incentivar la palabra agresiva y descalificadora? Así como tener buenos ladrillos es fundamental para construir un edificio sólido, el elemento fundamental para construir una sociedad más armónica es… cuidar el uso de las palabras.

    Como dice el filósofo chileno Rafael Echeverría, «la palabra no solamente describe la realidad, sino que también crea la realidad». Una palabra afectuosa puede crear una relación amistosa y constructiva, mientras que una ofensiva puede generar odios y enfrentamientos.

    Por eso, si queremos tener un país mejor en el futuro, el primer paso es cambiar el tono y la calidad de nuestras conversaciones para instalar la concordia en el Paraguay. Solamente por medio de la concordia, podremos construir la «amistad cívica» que es la base fundamental para tener una sociedad armónica, donde se pueda trabajar y progresar en paz.

    La «amistad cívica» consiste en ese reconocimiento que debemos tener los ciudadanos de un Estado, de que por encima de nuestras diferencias, todos vivimos en una misma gran casa, todos queremos erradicar la pobreza y el hambre, todos queremos una educación de calidad para nuestros hijos, todos queremos una atención a la salud eficiente y oportuna y todos queremos un trabajo digno.

    Ese reconocimiento de que existen temas que nos unen por encima de nuestras querellas, es la base de la construcción de la «amistad cívica». Pero para que esa construcción sea posible, necesitamos usar un lenguaje que estimule la concordia, desde el presidente de la República hasta el último líder político, tanto del oficialismo como de la oposición.

    Necesitamos ese mismo tipo de lenguaje en los medios de comunicación y en las redes sociales, por parte de los periodistas, de los líderes de opinión, de los líderes gremiales o estudiantiles y de la gente en general. Necesitamos que la sociedad castigue al que utiliza un lenguaje grosero e irrespetuoso. Que lo castigue en las urnas si es un político y que lo castigue a través del ráting si es un periodista.

    Recordemos que la concordia solo va a ser posible si aceptamos y respetamos al otro y si desterramos de nuestra comunicación las palabras que agraden, hieren y dividen. Si no construimos esa «amistad cívica», no seremos un país viable.

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  11. Ni censurado, ni despedido
    25 Sep 2016

    Al respecto de la salida intempestiva y escandalosa del periodista Enrique Vargas Peña del Grupo Nación, específicamente de las radios 970 y Montecarlo, debemos hacer la aclaración de que el mismo no fue ni censurado ni despedido, como ha expresado él mismo en varias declaraciones, a veces confusas y hasta contradictorias, de su salida del grupo de medios; por el contrario, hasta la presentación del anuncio público de su renuncia, por diversos medios radiales, por solidaridad con el despido de uno de sus colaboradores, Carlos Gómez, estuvo emitiendo opiniones por las citadas radioemisoras y escribiendo columnas de opinión en el diario La Nación, con absoluta libertad y sin censura alguna.

    Tampoco fue despedido del diario La Nación, sino que llegó a un acuerdo con el medio. Igualmente se publicó, en fecha 22-9-2016, su columna regular en el diario. Hacemos esta aclaración en honor a la seriedad informativa, para los muchos medios y periodistas que opinaron, que denunciaron la supuesta censura, sin corroborar la veracidad de los hechos.

    Es fácilmente comprobable que no sufrió censura alguna, leyendo sus escritos en el diario o escuchando sus declaraciones radiales de los últimos tiempos, y desde que la nueva propiedad se hizo cargo del Grupo Nación.

    El conflicto con Vargas Peña se había desatado semanas antes con el despido de dos de sus colaboradores radialistas, despedidos por razones administrativas, sin ninguna referencia a posiciones políticas que, como es fácil corroborar, tanto en la trayectoria de Vargas Peña como la de otros profesionales, cuyas opiniones discrepan frecuentemente con las posiciones del gobierno, nunca fueron censuradas.

    Si bien ha habido despidos por razones de reestructuración empresarial, lo que viene sucediendo en muchos medios de comunicación.

    No es ese el caso del conflicto surgido con algunos periodistas, despedidos por razones de discrepancias con la línea periodística del grupo que pretende que se respete la opinión de las partes, que se escuchen las dos campanas, y no que respondan a una sola, que poco tiene que ver con la cuestión informativa o analítica, guías del periodismo, sino con una campaña política que ha llevado incluso al ataque a la labor de colegas de los otros medios del grupo por no “alinearse” a la “línea” bajada por los colegas que utilizaron los propios recursos del medio para atacar a los que no estaban de acuerdo con ellos, por sentirse “los dueños de la verdad”.

    Aquí creemos que la verdad se conforma con la opinión de todos, con la pluralidad de opiniones y el respeto a la divergencia. Estos problemas fueron los temas de conversación entre miembros del directorio del Grupo y Vargas. Posteriormente, dentro de la reestructuración empresarial, se procedió al despido de Carlos Gómez, el más estrecho colaborador de Vargas, que fue el desencadenante de su renuncia, como lo expresó a través de distintos medios, tras tener reuniones previas, también publicitadas por él mismo, con directivos de otros medios para buscar un nuevo espacio de trabajo.

    Así que, de acuerdo a sus propias declaraciones, en los medios del Grupo Nación y en otros, Vargas ni fue censurado ni fue despedido. Renunció públicamente a las radios y, por respeto a su antigüedad, se negoció su salida, del diario, con ambas partes de acuerdo.

    No está en nuestro ánimo criticar la línea de opinión de otros medios o de otros colegas; si bien, la polémica franca y directa es saludable, recriminar con ánimo de imponer “opinión única” es antiprofesional y antidemocrático; el “periodismo de periodistas contra periodistas”, no es sino periodismo para periodistas”, y para políticos sectarios, no para contribuir a la información amplia y al debate plural público, que es nuestra función.

    http://www.lanacion.com.py/2016/09/25/ni-censurado-ni-despedido/

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  12. Un mes sin radio

    Enrique Vargas Peña

    Mañana, 5 de junio de 2017, se cumple un mes, treinta días, desde que nos echaron de los medios que formalmente dirige Ángel Aguilera (radio La Unión AM y radio Aspen FM), pero en los que nuestro despido fue decidido por el “grupo Michelagnoli” (Nobleza Seguros, Censu SA, Cencar SA, Censer SRL, entre otras).
    Hablo en primera persona plural porque estoy incluyendo en el despido a mi compañero de radio Carlos Alberto Gómez Ferreira, quien por segunda vez corre la misma suerte que yo.
    Recuerdo nuestro despido porque expone lo que el “grupo Cartes” hace con relación a los medios, a todos los medios, en la medida de sus posibilidades e influencias en cada uno de ellos. El “grupo Cartes” detesta el control de la prensa sobre sus asuntos y, siempre que puede, trata de eliminarlo.
    La razón de nuestro despido fue que nosotros exponemos y visibilizamos al “grupo Cartes” como el poder real en nuestro país, oculto detrás de la mayoría circunstancial que logro en la Asociación Nacional Republicana (ANR, partido Colorado) y exponemos y visibilizamos su programa autoritario y su acaparamiento de los mayores contratos públicos en una escala sin precendentes en la historia de nuestro país.
    Obviamente, como toda organización de frontera, el “grupo Cartes” jamás admitirá que nos echaron por eso, ni que él ordenó nuestro despido pero, desafortunadamente para él, hay elementos objetivos que le permiten a la sociedad sacar sus propias conclusiones a pesar del bombardeo de mentiras que sobre el asunto expusieron sus medios y sus trolls (In Internet slang, a troll (/ˈtroʊl/, /ˈtrɒl/) is a person who sows discord on the Internet by starting arguments or upsetting people, by posting inflammatory,[1] extraneous, or off-topic messages in an online community (such as a newsgroup, forum, chat room, or blog) with the intent of provoking readers into an emotional response[2] or of otherwise disrupting normal, on-topic discussion,[3] often for the troll’s amusement).
    Empiezo por lo obvio, con el fin de inventariar los hechos que refulgen a pesar de las mentiras:
    Nosotros empezamos en La Unión AM estando esa radio en el lugar número ocho del rating de IBOPE. Para abril de 2017 estaba número tres sostenido (tres mediciones seguidas) y nuestros programas “Enfoque 800” y “Como pasó” en las posiciones más sólidas de su franja horaria, siendo los que posicionaron a la radio.
    Luego, no nos echaron porque al público no le gustaba lo que hacíamos, sino porque al público le gustaba lo que hacíamos. A Cartes no le gustaba.
    Nosotros no engañamos a Ángel Aguilera sobre nuestros contenidos, porque nuestros contenidos tienen cinco años con Carlos Gómez y quince años conmigo, todos saben lo que decimos y como lo decimos desde hace cinco años con Carlos y desde hace quince años conmigo.
    Para más datos, nuestro contrato, negociado arduamente durante unos treinta días, estipula expresamente la salvaguarda sobre nuestros contenidos, de modo que Aguilera y el “grupo Michelagnoli” nunca pudieron decir que nuestro contenido les sorprendió o que no era el que fue pactado.
    Luego no nos echaron por nuestro contenido, “por groseros”. El grupo Cartes no hace cuestión por la grosería, por eso tiene a Víctor Benítez. A Cartes no le importa la grosería, no le convenía nuestro contenido.
    Aguilera y el “grupo Michelagnoli” nunca dejaron de recibir presión del “grupo Cartes” para restringir nuestra crítica. Los mensajes de whatsapp de Francisco Barriocanal a Aguilera fueron la constante. Y no me consta si Cartes llamó a su querido amigo y socio alguna vez en la gerencia del club Libertad, Miguel Michelagnoli, a pedirle que nos silenciara, pero Miguel incluso pidió formalmente, en una comunicación escrita en la que alegaba “la deontología” del periodismo, que bajáramos el tono.
    Tampoco me consta que Cartes haya usado el poder del gobierno para presionar al “grupo Michelagnoli”, por ejemplo retrasando despachos de importación de automóviles en Aduanas. Pero no descarto que haya hecho eso, porque Cartes se formó en la frontera.
    Luego, Aguilera y el “grupo Michelagnoli” no nos echaron porque no fuéramos un negocio radial rentable, sino porque interferíamos en negocios con Cartes.
    Cartes logró que nos echaran a pesar de la pérdida que nuestro despido ocasionó a Aguilera y al “grupo Michelagnoli” en términos de pago de rescisión de contrato, pues tuvieron que pagar mucho más de lo que llevaban recaudado y tuvieron que aceptar el lucro cesante de publicidad por cuatro años de contrato. Lo que indica que los negocios con Cartes eran más importantes que el negocio radial.
    El “grupo Cartes” no tolera la crítica seria, la que llega hasta TABESA y hasta la complicidad del ministerio de Hacienda, Santiago Peña, en la evasión de impuestos de sus compradores en Paraguay. El “grupo Cartes” quiere una prensa descafeinada, que pregunte sobre temas irrelevantes y que se fije en nimiedades. Quiere que los periodistas hablen de lo mal que estacionan los móviles de ABC Color pero no del lavado de dinero de los compradores de cigarrillos de Cartes.

    Nosotros, en cambio, tratamos de trabajar en serio.

    El “grupo Cartes” no soporta ninguna indagación seria sobre la plata negra que mete en la política y, siempre que esté a su alcance, impedirá que haya periodistas que entren en esa cuestión.
    El “grupo Cartes” está construyendo una prensa a su medida con la ayuda de gente como Ángel Aguilera y el “grupo Michelagnoli” que pretenden que hablar de los choferes de los diarios debe priorizarse sobre los chanchullos del presidente de la República.

    Por eso nos echaron. Porque Cartes odia la libertad y detesta la democracia y porque hay empresarios que comparten su programa autoritario con tal de asegurar los dólares.

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  13. Enrique Vargas Peña en la radio, en vivo, sobre jugadoras de la Albirroja: «perras de mierda», «viejas lloronas chotas», «hijas de puta», “viejas de mierda», «basura»… ¿Por qué permiten esto ABC? ¿Representa este señor la línea del medio? Las jugadoras aparentemente protestaron por la falta de apoyo económico a la selección femenina. No le gustó y entonces se fue todo, una vez más. Entiendo que él puede decir lo que quiera y que la responsabilidad es posterior. Pero el medio tiene una responsabilidad social y por ende, debería, al menos, desmarcarse de este tipo de atropellos. no existe la censura previa pero sí responsabilidad tras lo declarado. Y el medio tiene una línea editorial que cuidar. Van muchas ocasiones de este tipo de episodios y el medio debería responder acerca de por qué mantiene a alguien que insulta, difama y calumnia. ¿Verdad que se puede? @FlaBorja

    No representa a nadie, legalmente, su vida se basa en ser un insolente.
    Harto de ese delirante que se quiere hacer dueño de la verdad! Inentendible cómo puede seguir teniendo micrófono e interminables horas en la radio y tv… el tipo siempre fue así, la gente solo lo banca porque después de que lo rajen del grupo Cartes «vio la luz» y se dedicó a “putearlo” 24/7, es como Melamed, no importa lo que diga siempre hay un boludo bancandolo.

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