Eternas “debilidades estructurales”

Una economía afectada por condiciones de nivel global pueden calificarse de sísmicas. Esto expresaba la presentación del Pre­sidente del Banco Central del Paraguay ante el Foro Brasil Para­guay en su 15 aniversario. El alto funcionario dijo que “ante un contexto global complejo, hay que enfocarse en la productividad como factor fundamental del crecimiento”. También que “Para­guay seguirá enfrentando un contexto regional y mundial adver­so” y que en ese marco, “las reformas estructurales no pueden ser postergadas”. “Hay que subsanar –remarcó- debilidades es­tructurales como infraestructura, instituciones y diversificación productiva”.

Nada nuevo en el discurso del presidente del BCP, que es un poco la cara visible del Gobierno en cuestiones de alta política econó­mica. Lo interesante es que mientras se señalaba por enésima vez la necesidad de “subsanar debilidades estructurales”, el país caía en indicadores de calidad logística según el último estudio del Banco Mundial.

Concluye el documento que “el comercio mundial depende de la logística. En los países con una logística eficiente, las empresas pueden conectarse fá­cilmente a los merca­dos nacionales e inter­nacionales a través de cadenas de suministro fiables. En cambio, los países con logística ineficiente enfrentan altos costos -tanto en términos de tiempo como de dinero- en el comercio internacio­nal”. En suma, cuando los embarques tardan más y su envío se en­carece, el remitente pierde competitividad frente a otros con­currentes que tardan menos y a costo menor poner la misma mer­cancía en un determi­nado punto de destino.

“¿Sabía usted que el 94% de los embarques que se importan en Alemania cumplen con las normas de cali­dad de los operadores internacionales de logística, mientras que en Bolivia esa proporción llega a sólo el 40%?” reflexionaba José Guilherme Reis, gerente de Prácticas de Comercio y Competiti­vidad del Banco Mundial, comentando el informe de la entidad.

En el Paraguay, ese porcentaje es del 48%. En pocas palabras, tenemos apenas la mitad de la eficiencia de Alemania y eso, en términos de logística, implica grandes dificultades para sostener o ampliar criterios de competitividad a nivel mundial. Estos in­dicadores consultan variables críticas: infraestructura, normas técnicas, la geografía y la economía política. Cuestión de poner una mano en el corazón y preguntarnos, con amplitud de miras, en qué grado calificamos en cada uno de esos ítems.

En el Paraguay sobran los diagnósticos y escasea la acción. Según el presidente del BCP, en la exposición ante el Foro Brasil, mayo fue un mes de expansión. Sin embargo, en su propia exposición, el funcionario mostró que de enero a mayo el Gobierno general experimentó una retracción del 7% lo que no es una buena noti­cia a favor de las inversiones estatales en logística. Eso manda a las calendas griegas aquello de “subsanar debilidades estructura­les”. Una vez más.

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3 comentarios en “Eternas “debilidades estructurales””

  1. Paraguay en la encrucijada

    Por Manuel Ferreira Brusquetti (*)

    El Paraguay ha venido cambiando en los últimos años, y el cambio ha sido bastante radical. Algunos ejemplos:

    – Grandes poblaciones han salido de la pobreza: en 2007, 44 de cada 100 paraguayos eran pobres; en 2015, 22 de cada 100.

    – La clase media casi se ha duplicado: Según el Banco Mundial, 29 de cada 100 paraguayos ganaba más de 10 dólares por día en 2003; en 2013 el número de paraguayos con más de 10 dólares por día alcanzaba a la mitad.

    – La gente salió de la pobreza trabajando: el 86% de los ingresos totales de los paraguayos y el 78% de ingresos del 20% más pobre vienen del trabajo, no del gasto del Gobierno en subsidios.

    – La economía ha sido capaz de generar más empleos: en el periodo 2007-2014 ingresaron 83.000 personas por año al mercado laboral y se generaron 185.000 empleos por año en ese mismo periodo.

    – En muchos casos, el ingreso de las personas subió más que el ingreso medio de la población: el incremento anual del PIB per cápita de 2002 a 2013 fue de 3%, mientras que en ese mismo periodo el incremento del ingreso medio del departamento de San Pedro fue de 13,8% anual.

    Los ejemplos podrían continuar.

    A pesar del intento de sucesivos gobiernos de llevarse las glorias por logros de este tipo, esto se ha conseguido fundamentalmente a través del trabajo y las inversiones del sector privado. Durante estos años de bonanza y crecimiento que se inician en 2003, el sector privado ha desarrollado una logística de río (puertos, barcazas, remolcadores) de clase mundial, ha convertido a la agricultura en una de las más dinámicas y productivas del mundo, ha ubicado a la carne paraguaya entre las mejores y más demandadas del mundo, ha cambiado la geografía de Asunción construyendo casi 200 nuevos edificios, ha elevado 250% las exportaciones y ha aportado 7 veces más al fisco.

    También durante ese mismo periodo el empresario buscó gobiernos neutros. Una frase célebre de gran parte de este periodo era: “lo único que queremos es que el Estado no se meta”. Sin embargo, el Estado siempre “se mete”. Se mete para bien, generando obra pública y un medio ambiente favorable a la inversión, o se mete para mal, incrementando el gasto corriente y generando inestabilidad. Además de los consabidos vaivenes políticos, en este mismo periodo, el Estado se ha metido contratando miles de funcionarios, incrementando el gasto de personal e invirtiendo poco en obra pública.

    Las cosas cambian a partir de la primera emisión de bonos soberanos en 2013. De ser un país desconocido, Paraguay pasa a ser la niña mimada de los mercados internacionales y sus inversionistas. Los bonos emitidos tanto por la tesorería como por empresas privadas han tenido una excelente recepción en todos los casos, tal es así que en todas las oportunidades la oferta de bonos paraguayos ha sido superada en más de tres veces por la demanda.

    Con esta capacidad de cálculo de riesgo país que produce la cotización de papeles financieros de la tesorería en mercados internacionales, el mundo se ha dado vuelta a mirar a nuestro país. Más allá de la gestión del Gobierno, el hecho que haya inversionistas financieros comprando papeles paraguayos, hizo que otros inversionistas de activos fijos también empiecen a evaluar e instalar empresas en el país aprovechando las hoy ya conocidas ventajas comparativas de Paraguay. Para muestra de este apetito internacional por invertir en Paraguay, vale un botón: hace unas semanas en una conferencia internacional un alto directivo de Petrobras me plantea: “Jamás hubiese pensado que los inversores preferirían invertir en Paraguay que en Brasil”.

    Con todo este proceso y toda esta fiebre, el ranking y la calificación de Paraguay subió a valores que hoy superan a los de Argentina y Brasil, nuestros gigantescos y problemáticos vecinos, y está a un paso del grado de inversión.

    En los últimos días, sin embargo, hemos visto un desencanto de las empresas de rating sobre Paraguay. ¿El motivo? Se le han dado herramientas al Gobierno como la ley de APP y la ley de obras públicas (Ley 5074) y no las ha podido utilizar hasta ahora. Esto nos hace perder credibilidad, no solo al Gobierno sino a todos los paraguayos. Parecería ser que somos muy buenos para llamar la atención de los inversionistas y conseguir dinero, pero muy malos para concretar y gestionar estas inversiones.

    En los últimos días se ha iniciado un proceso de llamado a licitaciones por ambas leyes que culminará siendo de unos 2.000 millones de dólares. Todas las obras de ese paquete son necesarias y están en la mira, no solo de los paraguayos, sino también de todo el capital internacional con ganas de entrar a Paraguay. Más allá de las diferencias y los problemas en la implementación de estas obras y sus reglamentaciones, no solo necesitamos las obras sino necesitamos proyectar la imagen de que acá se pueden hacer cosas, de que no somos unos inútiles. La implementación de estas alternativas va a ser fundamental para el futuro de nuestro país. Que el mundo sepa que en Paraguay se hacen las cosas, se cumple con la palabra y se asumen las responsabilidades, va a ser interpretado como un acto más de madurez, que se sumará a otros de ya larga data, como es el caso de nuestra muy mentada estabilidad macroeconómica.

    En un mundo con problemas, estamos en una encrucijada, pero tenemos una oportunidad de seguir creciendo. No debemos desaprovecharla. Dar marcha atrás puede ser muy caro.

    (*) Economista y exministro de Hacienda

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  2. Aprovechar los “fondos verdes”con proyectos serios y transparentes

    El Paraguay tiene magníficas oportunidades de acceder a los recursos del Fondo Verde del Clima (Green Climate Found), comúnmente denominados “fondos verdes”, pero muy poco aún se habla del tema en nuestro medio, tal vez por un desconocimiento que debe erradicarse mediante una amplia socialización del tema por parte de las autoridades.

    En mayo pasado se realizó un seminario sobre las nuevas oportunidades del país dentro del financiamiento climático, pero faltan más acciones para el conocimiento exhaustivo de las posibilidades que existen a nivel internacional.

    El Fondo Verde del Clima, exclusivo para financiamiento de acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, se creó en la Conferencia sobre Cambio Climático en Cancún, México, en el 2010, con el mandato de promover el desarrollo bajo en emisiones y resiliente al clima en países en vías de desarrollo que no disponen de recursos financieros y el compromiso fue firmado por 194 países.

    Lo que se pretende como resultado del uso del fondo son emisiones reducidas en generación y acceso a energía, transporte, edificios, ciudades, industrias, bosques y uso de la tierra, entre otros.

    Hoy día el fondo dispone de un total de 10.000 millones de dólares para financiar proyectos ambientales en 194 países, entre ellos Paraguay, y el compromiso de los firmantes es movilizar 100.000 millones de dólares al año a partir del 2020.

    Países con mucha preocupación por los efectos del cambio climático, como son Noruega, Suecia y Alemania, son los que comenzaron a aportar a dicho fondo que ya está disponible.

    Concretamente, Paraguay puede acceder a esos fondos en un rango de montos que van desde 10 millones hasta 500 millones de dólares, y para el efecto debe presentar proyectos que irán a competir con otros de diferentes países.

    El fondo verde está abierto tanto para el sector público como el privado, proyectos de la sociedad civil, de empresas o entidades bancarias que quieran financiar o generar líneas de financiamiento para proyectos verdes. Estos proyectos deben ser presentados en la Secretaría Técnica de Planificación, que es la entidad oficialmente encargada de gerenciar el acceso al financiamiento verde.

    Un documento de la Secretaría del Ambiente (Seam) consigna que en el marco del desarrollo de la Política Nacional de Cambio Climático, la Secretaría del Ambiente, luego de un proceso de un año de trabajo, presentó la Estrategia Nacional de Cambio Climático.

    El instrumento público, uno de los más significativos en la coyuntura de la Política Climática del país, por responder directamente a la realidad nacional y a nuestra condición de país vulnerable a los efectos del cambio climático, quiere constituirse en uno de los principales pilares del Plan Nacional de Desarrollo 2030.

    Ante una realidad que nos envuelve y aflige –señala el documento–, el cambio climático y sus efectos; los eventos extremos, inundaciones, sequías, el Paraguay se propone hacer frente a estos fenómenos y a su condición de país vulnerable, por medio de la adaptación tanto preventiva como reactiva, y de esta manera crear sociedades y economías sostenibles y resilientes, como elementos principales en la planificación estratégica de esta problemática.

    Este trabajo contempla la generación y difusión de información y tecnologías, como elementos que contribuyen a la previsibilidad y reducción de impactos en las actividades socioeconómicas, medio de vida y bienestar en general, ante riesgos asociados a la variabilidad y al cambio climático.

    También es un instrumento que quiere mejorar la calidad de vida de la población, el fortalecimiento de las capacidades de los actores sociales y económicos, y asimismo responde a las prioridades de desarrollo Nacional, en cuanto a políticas de erradicación de la pobreza, productividad, sostenibilidad y seguridad alimentaria.

    Las oportunidades para nuestro país están abiertas en cuanto a financiamiento y es el momento de presentar proyectos serios y transparentes para acceder a esas nuevas oportunidades.

    Por Luis Fernández Lagraña

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  3. Efectos de una economía artificial

    Durante todo el 2015 y parte del 2016, los efectos del desbalance cambiario con Argentina fueron devastadores. Largas colas de paraguayos esperando ingresar a Clorinda evidenciaban las ventajas de comprar artículos de uso diario en el país vecino. Las historias se repetían a diario con ejemplos como “por lo que gasto aquí en productos de limpieza compro tres veces lo mismo en Clorinda”. El resultado se tradujo en caída de las ventas en las cadenas de supermercados que acumularon –para las fiestas del fin de año pasado- hasta un 40%. Y a juzgar por la presentación hecha por el presidente del Banco Central del Paraguay al Foro Brasil, los coletazos de ese fenómeno no han terminado de disiparse.

    De pronto, todo cambió. Ahora las colas las hacen argentinos deseosos de ingresar al Paraguay para cargar combustible y de paso comprar artículos que en su país están hoy mucho más caros.

    ¿Qué cambió de golpe en la economía paraguaya para que la escena gire 180 grados? Nada. La que ha cambiado es la economía argentina, una vez más sometida a bruscos cambios en su conducción. Hasta diciembre de 2015, Argentina tenía dos cotizaciones frente al dólar: la oficial de 10 pesos, y la paralela de 15. Los indicadores de consumo estaban sujetos al cambio oficial y, además, fuertemente monitoreados por el Gobierno. Eso daba un diferencial de precios muy atractivo para el comprador paraguayo. Pero en apenas 24 horas, asumido el nuevo Gobierno, el dólar oficial saltó a 15 pesos y los precios sufrieron un brutal reajuste acompañando la drástica devaluación del peso. De un día para el otro, comprar en Clorinda perdió su atractivo, salvo en ciertos ítems, como por ejemplo medicamentos sociales que siguen siendo subsidiados. El resto trepó a las nubes y disipó por completo las ventajas generadas por una economía insosteniblemente “barata”, ya por completo en retirada.

    En los peores días del “efecto Clorinda”, no faltaron las voces que pedían una devaluación del guaraní como método para enfrentar las consecuencias osmóticas impuestas por una economía apuntalada a base de subvenciones, y la nuestra. La conducción económica no cedió a esa demanda y hoy los hechos le dan la razón.

    Protagonista de este fenómeno es, una vez más, el guaraní que se mantuvo estable mientras las monedas regionales –con énfasis en el peso argentino- variaban de alguna manera: devaluándose, como el real o manteniéndose artificialmente como el peso argentino. Estos embates los viene soportando el guaraní desde su creación en octubre de 1943. Y mientras la moneda brasileña se llamó sucesivamente cruceiro, cruzado y real, y la argentina peso, austral y finalmente peso, el guaraní se llamó y sigue llamándose guaraní y sin conversión alguna de su equivalencia a lo largo de su historia. Ni mejor ni peor que sus valores vecinos. Simplemente, una moneda fiel a sí misma y a su historia.

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