Espíritu patriótico también para tirar la basura

Toda sociedad que camina con la intención de fortalecerse tropieza con numerosos inconvenientes, causados por la inconsciencia del propio ciudadano y por la incapacidad de las instituciones para reaccionar ante determinadas situaciones que salen de control.Como sociedad si bien hemos demostrado un enriquecedor crecimiento en esta época de libertades, aún nos queda mucho camino para recorrer. El trayecto se vuelve más complicado al anteponer prácticas poco sociables incoherentemente cuando a la vez queremos mostrarnos ciudadanos conscientes y más patriotas solo con usar una banderita.

Además de actitudes antisociales que nos golpean a nosotros mismos como sociedad, debemos reconocer que aún es sumamente débil la capacidad de respuesta de los entes públicos para ofrecer los servicios acordes a las necesidades reales. Tomemos como punto de análisis la situación generada en Asunción el fin de semana.

La fiesta por la Independencia de Paraguay, en nuestra capital, se desarrolló con gran entusiasmo y la gente accedió a las diferentes opciones que brindaron las oficinas públicas y los negocios del centro para la celebración, especialmente el sábado a la noche y la madrugada del domingo, recordando así las históricas fechas del 14 y 15 de mayo de 1811.

Familias, amigos y gente de todas las edades asistieron a espectáculos y negocios gastronómicos que se sumaron a la celebración embanderando sus locales y dando gran colorido a las calles del microcentro. Además de un gran concierto, se dieron una serie de presentaciones en las plazas De los Héroes, De la Democracia, De la Libertad y Juan E. O’Leary, que componen el corazón del centro antiguo de la capital. El espectáculo, sobre todo por la cantidad de gente deseosa de participar de actividades de este tipo, fue enriquecedor, por la carencia de este tipo de encuentros.

Hasta ahí, plausible el espíritu patriota demostrado por miles de personas. Pero cuando hablamos de tropiezos que tenemos como sociedad, no podemos dejar de ver los aspectos negativos.

Las calles céntricas asuncenas fueron copadas por una increíble cantidad de residuos tras esos festejos el fin de semana. De acuerdo con los datos de la comuna, más de 200 mil personas participaron de las distintas fiestas organizadas y dejaron toneladas de basura, entre ellas vasos de plástico, botellas, vidrios rotos, latitas, cajas, bolsitas y todo tipo de desperdicios. Estos residuos no aparecieron de la nada y precisamente no demuestran un amor a la patria, sino inconsciencia y falta de organización.

Desde luego, debe alegrarnos actividades de esta naturaleza, en la que miles de personas se reúnen en torno a un espíritu patrio y que, además, generan un interesante movimiento para revitalizar económicamente una zona que estaba perdiendo su vida nocturna. Pero, cabe advertir que este tipo de encuentros no puede concluir como el fin de semana. La responsabilidad del nauseabundo problema la tenemos todos, los propios ciudadanos inconscientes, la Municipalidad y los organizadores del encuentro. Los ciudadanos por considerar que es normal tirar basura a la calle y los demás por no prever una logística acorde a la magnitud del encuentro.

La organización de la actividad ya venía con inconvenientes, críticas de ciudadanos que planteaban que era como una “fiesta privada”, y desavenencia con la Municipalidad por diferentes motivos. Nada que no esté bien preparado termina bien. Al margen de las posturas, sean estas políticas, ideológicas o empresariales, se debe pensar en el ciudadano y planificar toda actividad según su necesidad, sobre todo cuando se recurre a una fiesta patria en la que todos deben sentirse partícipes. Y el ciudadano tiene que dejar de ser incoherente al aparentar patriotismo tirando basura a su propia patria.

Esta situación que podría ser considerada incluso solo como un detalle menor ante lo logrado, antes que generar un desánimo de los organizadores y de la Municipalidad, debe ser considerada como una oportunidad de crecimiento organizativo para que nuestra Asunción siga ofreciendo actividades similares a los festejos patrios y crezcamos cada día como sociedad.

http://www.lanacion.com.py/2016/05/17/espiritu-patriotico-tambien-para-tirar-la-basura/

7 comentarios en “Espíritu patriótico también para tirar la basura”

  1. Patriota y nacionalista

    Por Caio Scavone

    Cada año y cuando llega el mes de mayo hasta se desmaya la gente por reverdecer en sus corazones el amor hacia la patria. Tal vez por el calendario y la vecindad afectiva existente con el Día de la Madre, se le ama al Paraguay mucho más en este mes.

    Reaparecen las banderas, las escarapelas, calcomanías y cintas tricolores que adornan las vestimentas, casas, oficinas y los medios de transporte como una manera de reafirmar ese amor incondicional a la patria nacido el 14 y 15 de mayo de 1811. Dos días que representan lo lento que somos hasta para independizarnos del gobierno español y pedirle al exgobernador español que continúe como presidente del Paraguay y para completar el apego a lo foráneo adoptamos como escudo a un león africano, un gorro frigio y una ramita de olivo. Se cierra el círculo exótico con el himno nacional que nadie entiende la letra, se canta sin sentido, se lee sin lectura comprensiva y está hecha por el uruguayo Francisco Acuña de Figueroa.

    Los festivales con música y comidas típicas son manifestaciones distintivas de un patriotismo inusitado y más aun si el espectáculo folclórico se mixtura con la cachaca, cumbia villera, hamburguesas y lomito árabe. Los regalos para la madre y para la patria madre suelen también llegar desde la madre patria o de algún otro país extranjero para ir completando el sentimiento hacia esta patria. La cerveza que masiva y a mansalva que se toma certifica también, o tan mal, que ni para el trago vernáculo nacimos en este país.

    ¿Los actos del paraguayo demuestran en realidad el amor hacia la patria? La gente cae al festival envuelto en una bandera, con la cinta tricolor al pecho para estacionar en doble fila, en lugares indebidos, deja un tendal de basura a su paso, le orina al primer árbol que encuentra a su paso, no respeta las señales del tránsito, jamás usa un basurero (si es que hay), origina embotellamientos gracias a lo atropellado que es y le apasiona, ventila prepotencia a quien usa la franja peatonal, nunca forma fila.

    ¿Los que a diario doblan a la izquierda o cruzan la calle en lugares indebidos son tan patriotas por tener un emblema patrio en el pecho? ¿O son más paraguayos los que usan un distintivo metálico en el pecho o unas estrellas en el hombro con rango superior y llevando gran parte del presupuesto vociferando de paso la necesidad de racionalizarlo? Cada uno de nosotros, desde nuestro microclima, podemos y debemos hacer una demostración superficial de nuestro amor a la patria y realizar alguna cosa diferente, así algunas empresas capacitan y emplean a los limpiavidrios, sin discutir que en otras actividades se es patriota o pirata. Patriota es ese empleado anónimo que sobrevive de su sueldo, estudia y se capacita para soñar un mejor horizonte. Patriota es aquel que se vacuna y no quien se enoja por falta de terapia intensiva contra la influenza y es patriota cuando se enoja por falta de terapia cuando chupan del presupuesto hospitalario.

    Hay que aplaudir la muestra de patriotismo de estos días, ya cambiamos a una ministra por culpa de un termo de cocido, hay que ir por más y cambiar el sistema educativo.

    ¿El hecho de usar una cucarda –aunque ésta sea más de uso animal y cuelgue de un cuadrúpedo ganador en alguna exposición ganadera – para colgar a toda su familia, la de su esposa, la de su exesposa del erario público lo convierte en patriota sin derecho a discusión? ¿Es de un patriota estar en la Corte y meter a toda su parentela, a parientes de sus choferes y a toda su caterva doméstica? En vez de estar en la Corte, tener poder y enjuiciar a la gente, debe estar en la cárcel y darle el corte a su poder.

    Estamos en mayo y es para desmayarse, este ministro es un ejemplo de patriota y nacionalista, le usa a la patria y abusa de la nación…

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  2. No evolucionamos

    Aguardo el colectivo en uno de los refugios que está sobre la avenida Mariscal Estigarribia, en Fernando de la Mora. Junto a mí están sentadas dos mujeres que tendrán allá por los 30 años.

    A nuestras espaldas se está construyendo el primer shopping de la ciudad joven y feliz. Una de ellas está terminando de tomarse un “aquarius”. Una vez que vacía el envase, sin el más mínimo pudor arroja la botellita de plástico a un costado de la vereda. Por un instante dejo de mirar el horizonte, hacia nuestra izquierda, y mis ojos están puestos ahora hacia el frente.

    Parece mentira. Ni tiempo tuve de recuperarme ante el espectáculo que acababa de presenciar y allá, cruzando la doble avenida, un tipo con bermudas y remera roja está orinando por el muro de un supermercado.

    Es poco más de mediodía en ese punto del país y en ambas arterias un enjambre de vehículos vuela sin cesar sobre la ruta. Después de hacer sus necesidades, nuestro protagonista se sube el cierre y camina unos metros hasta llegar a una silla de plástico y un taburete: es uno de los “campanas” de los choferes de colectivo.

    Ambos episodios son de lo más comunes y corrientes en la selva del área metropolitana de Asunción y se han convertido en una práctica normal y hasta no reprochable. Sin embargo, demuestran que nos falta todavía mucho para evolucionar como especie y aprender los conceptos básicos de convivencia ciudadana.

    Nos quejamos porque las avenidas se llenan de raudales en cada lluvia pero no por las toneladas de basura que arrojamos a diario en las calles hasta taponar los pocos desagües pluviales que hay en la capital o las ciudades aledañas. Convertimos en un basural los paisajes urbanos y muchos no se sonrojan cuando tiran al piso ya sea papeles, plásticos, cáscaras de banana, latitas o cualquier otro residuo.

    No sé ustedes, pero suelo detenerme a mirar lo sucias que son nuestras avenidas y veredas en nuestra capital y las localidades que la rodean. Debemos aprender de muchas ciudades del interior que mantienen impecable el estado de sus calles. No evolucionamos ni revolucionamos: involucionamos. Ya tú sabes.

    Por Hugo Barrios

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  3. Nuestra Bahía, de nuevo amenazada

    Hace unos 12 años, se produjo una de las peores y más largas sequías, y en algunas partes de la Bahía de Asunción el fondo estuvo al descubierto. Lo que se mostró – y fue registrado por fotos publicadas en los periódicos– eran montones de desechos como cubiertas, latas, ropa vieja, etc. La indignación ciudadana no se hizo esperar, y algunas entidades exigieron una limpieza a fondo.

    Sin embargo, el inicio de las lluvias lo cubrió todo y el episodio fue olvidado, por quienes en realidad eran –y son hasta ahora– las autoridades incumbentes, como la ANNP, Municipalidad, MOPC, y otras entidades públicas que podían tomar medidas, pero se limitaron simplemente tomaron nota.

    El tema es recurrente: la construcción masiva de ministerios y oficinas públicas que se anuncia precisamente para el frente de la bahía significará la relocalización de unos 10.000 funcionarios, según los cálculos publicados. A todos nos concierne el futuro de nuestro histórico espacio urbano, y debemos evitar que en el futuro cercano, este aún hermoso paisaje acuático se convierta en un pantano nauseabundo.

    Los proyectistas tienen la obligación de presentar los planos detallados de la disposición de desechos –bien lejos de NUESTRA BAHIA– y no solamente a la Municipalidad que siempre se muestra complaciente con los poderosos, sabiendo que la ley no es igual para todos (en realidad es cierto – pero no es excusa).

    Rodolfo García Veia

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  4. Los agentes contaminantes

    Por Caio Scavone

    Después de ver la basura arrojada por el pueblo cristiano del Paraguay antes, durante y después de la festividad religiosa ocurrida en Caacupé, nos queda como desenlace que en este país no existe absolutamente la conciencia de la gente en ayudar a mejorar el alicaído medioambiente sino en deteriorarlo cada vez más.

    Hace poco tuve la oportunidad de recibir el comentario de una joven ciudadana francesa unida en matrimonio con un paraguayo, asunceno y amigo de mis dos hijos varones. En medio de la apetecible carne asada pregunté a la francesita las cosas que del Paraguay le impactaba. Comentó que le resultaba casi un imposible pisar las calles tan feas del país y ver tanta cantidad de basura diseminada a lo largo y ancho de este territorio. No podía creer que las autoridades construyan calles empedradas y caminos asfaltados con tantos remiendos que solo golpean el tren delantero de los vehículos y el aguante de todos los paraguayos y visitantes como ella.

    Solamente una risa generalizada recibió cuando preguntó si no se le castiga a la gente que origina tanta cantidad de desperdicios y tira en la vía pública. Alguien le comentó que ni tan siquiera se le castiga a las autoridades que construyen la vía pública de manera tan ordinaria y visible que la mitad del presupuesto va a los bolsillos de intendentes municipales, gobernadores y funcionarios del MOPC, en contubernio con las empresas viales y viles que se encargan de las obras ultrapésimas y vergonzosas.

    Poco faltó para que alguien recriminase a la francesita por preocuparse de cosas tan comunes y tan fácilmente aceptadas por esta cretina y necia población que debe admitir y, si es posible, seguir apostando en las corruptas autoridades hacedoras de mediocres infraestructuras viales.

    Cuando le comenté que las pilas en desuso reciben el mismo tratamiento que una basura normal dejó entrever aun más lo azul de sus ojos y autenticando la no aristocrática posición de país de tercer mundo que nos corresponde, ya que el cuarto aún no existe. Una pequeña pila de computadora puede contaminar hasta 750.000 litros de agua, más de lo que un ser humano consume durante su vida.

    En el integrado combo de la joda paraguaya en materia de residuos juegan el inexistente o caro servicio del recolector, la carencia de iodo y conciencia del pueblo, la falta de castigo a los infractores y el déficit del manejo de la basura con el uso de las cuatro R: Reducir, Reutilizar, Recuperar y Reciclar. En este país los que se revalorizan son los malos políticos partidarios y autoridades que también tienen las 4 R que son: Repugnantes, Retardados y son Recomendados que nos tienen Repodridos.

    En muchas casas, y hasta en las ciudades, se sigue quemando la basura. Cada ser humano produce 1 kilo de basura domiciliaria a modo de calcular las dimensiones de cada relleno sanitario. Las hojas y todo deshecho orgánico pueden convertirse en provechosos abonos pero la ciudadanía opta por quemar, ya que tiene las neuronas recortadas y preparadas solamente para contaminar el suelo, el aire y el agua.

    Los residuos del Paraguay no son clasificados en orgánicos ni inorgánicos y todos caen en la misma bolsa, sea el resto de comida que dura 2 a 3 días en descomponerse, el papel y el cartón tardan 2 a 3 semanas en reciclarse, los vidrios nunca, los plásticos esperan 450 años (incluido el pañal desechable de uso intensivo), los metales de aluminio 500 años, algunos parlamentarios intoxican tantas veces sean elegidos y los Presidentes de este país permanecen 5 años como degradador ambiental y con posibilidades actuales de extender la contaminación constitucional por otros 5 años más para dejarnos la duda si este es el país de la basura o una basura de país…

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  5. Ciudades que se hunden en basuras y la responsabilidad ciudadana

    Las principales ciudades de nuestro país están cada vez más sucias, más contaminadas, más insalubres. Nuestros espacios públicos son tomados por asalto por los que arrojan sus desechos, aprovechando que ninguna autoridad los vigila y que no se aplica ninguna sanción a los trasgresores. La mayor parte de la gente que diariamente se queja de la acumulación de basura parece no darse cuenta de que la causante principal de esa situación es ella misma. Ve la mugre de sus vecinos, pero no la que ella aporta. Reclama a la administración municipal, como si las comunas tuvieran recursos y personal suficientes para una tarea de tal magnitud.
    Lo cierto es que la extraordinaria multiplicación de procedimientos para deshacerse de la basura domiciliaria que se observa en Asunción y ciudades circunvecinas está aproximando a esta gran área geográfica, la más densamente poblada de nuestro país, a una catástrofe ambiental y sanitaria de la que nos costará mucho esfuerzo, sufrimiento, tiempo y dinero recuperarnos.
    ¿Por qué la gente dispone sus sobras y restos en cualquier parte? Basta que en una esquina alguien arroje unas cuantas bolsas de basura o escombros para que, a las pocas horas, el resto del vecindario, en vez de hacer algo por descubrir y denunciar al culpable e impedir que continúe haciéndolo, se le sume aportando su propia basura. Así se forman lo que en este país (tal vez el único que los tolera) se denominan “minivertederos”, núcleos de polución y envenenamiento del cual pueden surgir enfermedades difíciles de detectar, de esas que se manifiestan mucho tiempo después, tanto como las de efectos rápidos y fáciles de contagiarse, como las que transmiten los mosquitos.
    Después de formado un minivertedero, los propios vecinos que lo crearon comienzan a expresar airadas protestas contra la Municipalidad –de hecho, es sumamente deficiente–, acusándola de no venir a limpiar, como si este organismo tuviera la obligación de corregir los vicios, defectos y actos irresponsables de grupos de personas sin conciencia cívica ni sentido de la solidaridad.
    En otra manifestación de barbarie cultural, hay personas que se dedican a arrojar las bolsas de basura a las banquinas de rutas o al borde de vías públicas, en baldíos y en cualquier lugar oscuro, porque lo hacen al amparo de la noche. Por supuesto, ningún organismo, autoridad ni vecino afectado se siente en la obligación de levantar la mugre de la que no es responsable.
    El desprecio por la calidad ambiental y la seguridad sanitaria colectiva es un mal que tiene su origen en la falta de educación. Es, pues, un problema cultural. La mayoría de los habitantes se muestra como una ciudadanía desordenada, mugrienta e irresponsable. Le importa muy poco ensuciar el suelo arrojando sus desechos donde acabe de consumir o usar algo, o contaminar el aire prendiéndole fuego a lo que le esté molestando, o poluyendo los cursos de agua derramando restos de productos químicos, de materia orgánica en descomposición o de restos vegetales de podas y limpieza de jardines, patios, depósitos, etc.
    La formación de vertederos clandestinos y minivertederos barriales debe ser evitada con todas las herramientas tecnológicas de vigilancia de que se disponen actualmente, y debe ser combatida con las más enérgicas sanciones que la normativa provee. No es razonable ni justo que a las personas de conducta ineducada, irresponsable y prepotente les sea tan fácil ignorar, incluso burlarse abiertamente de las normas legales, de las de convivencia civilizada y de las de respeto por la vida y la salud generales, haciendo lo que se les antoja con sus residuos y desechos.

    http://diariolajornada.com.py/v6/ciudades-que-se-hunden-en-basuras-y-la-responsabilidad-ciudadana/

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  6. Dar el ejemplo

    Por Gabriela Teasdale

    Hace unos días fuimos con mi familia a la plaza «Prof. Herminio Giménez», a pocas cuadras de nuestra casa. Cuando llegamos observamos a una señora de edad avanzada haciendo su caminata, una escena nada rara de no ser porque esta mujer, a medida que caminaba, iba juntando la basura que había en el lugar. Al verla haciendo esto, tomé conciencia de lo sucio que estaba el parque y fue entonces cuando empecé a frustrarme: me enojé mucho dado que no pude entender porqué tiramos basura en los sitios públicos. Sentí en ese ambiente la indiferencia y ausencia de amor, porque solo eso nos lleva a descuidar algo que nos pertenece. Controlé mis emociones para no convertirme en víctima o buscar culpables y observé una vez más a la señora, que en ese momento estaba siendo un ejemplo a seguir.

    Ella no se estaba quejando, sino que asumió la responsabilidad e hizo el trabajo. Y su ejemplo me inspiró: llamé a mis hijos que estaban jugando y les pedí que por algunos minutos nos enfocáramos en limpiar el parque que tanto queremos y en donde nos divertimos un montón. Ellos accedieron a mi pedido con mucho entusiasmo, más aún cuando les hablé de la señora que lo estaba haciendo y les volví a animar para trabajar en equipo.

    En aproximadamente diez minutos el parque se encontraba completamente limpio, sin bolsas de plástico, cajas de cigarrillos, latas de cervezas, botellas, vasos de plásticos y papeles. Uno solo empezó el trabajo y lo terminaron cinco.

    Las personas que toman la iniciativa y se vuelven un modelo son muy importantes en sociedades como la nuestra, en las que todavía, por falta de educación y conciencia, luchamos contra las consecuencias que traen acciones equivocadas, como el tirar basura a la calle. No dimensionamos que detrás de eso vienen problemas como el dengue y otras enfermedades, la contaminación de arroyos y ríos y la triste imagen de una ciudad descuidada. Todo esto acompañado del pensamiento de que nuestras acciones hablan de nosotros.

    De ahí la urgencia de volvernos modelos para los demás, empezando por casa. Exigimos mucho a otros, pero nos cuesta exigirnos a nosotros mismos. Una acción inmediata en la búsqueda de mejorar como personas es la auto-evaluación. Si pido orden, ¿cómo estoy yo con eso? Si pido respeto, ¿será que yo respeto lo suficiente? Si pido transparencia e integridad, ¿soy ejemplo de esos valores o vivo con caretas? No puedo exigir absolutamente nada si no soy el ejemplo, porque el cambio empieza con uno mismo, reconociendo todo lo que no está bien y tomando pequeñas acciones hasta llegar a ser referentes, modelos en todos los sentidos de la vida.

    Realinear los principios personales no es fácil, pero es el único modo de alcanzar el verdadero éxito. Porque una vida de éxito es una vida de grandeza interior. Una vida de deber, honor, integridad, perseverancia, sacrificio personal y servicio a los demás, independientemente de las recompensas materiales y de las circunstancias.

    La señora Teresa fue una líder porque nos inspiró, fue el ejemplo a seguir. Formó un equipo, hizo que las cosas sucedan y finalmente logró el resultado que deseaba. Qué importante es reconocer que todos podemos generar cambios en cualquier ambiente en el que nos desempeñemos. Porque liderazgo no es tener un título o una posición y porque, definitivamente, las pequeñas acciones nos llevan a generar grandes cambios. Como decía la Madre Teresa de Calcuta: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota».

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  7. Basura
    Por Hugo Barrios

    La publicación en Twitter del departamento de Servicios Urbanos de la Municipalidad de Asunción decía lo siguiente: “Muchos se burlan de la gente cuyo trabajo es ‘recoger la basura’ cuando en realidad los recolectores de basura son muy superiores a quienes la tiran”.

    Indagando con funcionarios de la unidad de limpieza de la comuna capitalina, EXTRA se enteró de que los barrenderos y limpiadores que todos los días salen a recoger los residuos y puerquezas arrojados por la ciudadanía reciben todo tipo de ataques en las calles.

    Algunos automovilistas les tiran botellas, muchos de los que andan a pie los insultan, los denigran. “Somos despreciados por la ciudadanía”, lamentó Cándido Penayo, uno de los trabajadores. ¿En qué cabeza cabe tanta crueldad para tratarlos así? En la perteneciente al amplio sector de la ciudadanía que escupe maldad e intolerancia.

    En el grupo de descerebrados que ni siquiera respeta las normas de convivencia y se hacen los gallitos para ofender al prójimo por su condición social o económica. Basura es esa parte de la población que no respeta siquiera un semáforo en rojo, que maltrata, que es indiferente a las necesidades de los demás, que no paga sus impuestos y que busca coimear o trampear.

    Basura es la gente violenta y virulenta que contamina la ciudad, el barrio, el país. Basura es aquel que maneja borracho y mata a un inocente, basura es el motochorro, el peajero, el sicario, el narco. Ayer, ese otro bloque ciudadano, el decente, fue a la plaza a celebrar la renuncia del impresentable José María Ibáñez.

    Otra porción no acudió pero apoyó la lucha ya sea desde las teclas o con el repudio al robo descarado de nuestras autoridades, de políticos inescrupulosos que se enlodan en la corrupción para que este país no progrese. Ese tipo de representantes públicos es basura, como es basura la estructura y el sistema al que pertenecen y al que tenemos que limpiar, saliendo a las calles, reclamando, protestando, controlando. No nos cansemos de limpiar la sociedad y aprendamos de los barrenderos o recolectores de la muni.

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