La venganza de Cartes

El filósofo alemán Theodor Adorno dijo: «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie». Pero en Paraguay, Enrique Riera juró en el Palacio de López como nuevo ministro de Educación. El nombramiento de Riera fue un baldazo de agua fría. Una sorpresa, pero de las feas.

El mejor comentario que leí en el Twitter fue de la compañera Wendy Marton: «Parece más una venganza porque le obligaron a sacarle a Marta». Se había contemplado la posibilidad de que Cartes nombrara a un político en el MEC, alguien con cintura política, uno que pudiera apagar el incendio. Y aquí no da ni para hacer el chiste fácil.

De golpe y porrazo toda la euforia que generó en la ciudadanía la rebelión de los secundarios, quedó ensombrecida por la noticia. Los larguísimos debates en televisión y los ríos de tinta en los diarios sobre el modelo de educación, la capacitación de los maestros, la correcta utilización de los fondos para la educación, la merienda escolar para los niños, los techos de las escuelas de todo el país, todo eso quedó congelado.

No se puede hablar de Stroessner sin recordar a los torturados, a los exiliados, a los desaparecidos; sin recordar las violaciones a los derechos humanos, la falta de libertades, la entrega de Itaipú, la voz del coloradismo. Como no se puede hablar de Enrique Riera sin recordar el incendio y la tragedia del supermercado Ycuá Bolaños. Es una marca que llevará por siempre.

Él era intendente de Asunción aquel 1 de agosto de 2004. No habrá cerrado las puertas cuando comenzó el incendio, pero tenía una responsabilidad política sobre todo lo que aconteciera en la ciudad.

La tragedia del Ycuá Bolaños tuvo que haber significado su muerte política. Pero no, hoy es el nuevo ministro de Educación. Y no es que él sea como el ave Fénix que renace de sus cenizas, es que estamos en Paraguay, y el infortunio sigue enamorado de este país.

La del Ycuá Bolaños es la más grande tragedia que vivió el Paraguay. No tengo idea, no puedo siquiera imaginar, qué se siente ser una víctima sobreviviente de ese atroz acontecimiento. El dolor físico, las secuelas, la falta de justicia y finalmente el olvido.

400 personas murieron en el incendio del supermercado Ycuá Bolaños, quien administraba la ciudad no asumió ni una sola responsabilidad, y continuó su vida como si nada hubiera pasado.

Ahora el abogado colorado, ex intendente de Asunción en tiempos del Ycuá Bolaños Enrique Riera, tiene en sus manos la educación de los niños y jóvenes paraguayos.

Esto ya es demasiado, incluso, para el Paraguay.

Por Brigitte Colmán

http://www.ultimahora.com/la-venganza-cartes-n990112.html

18 comentarios en “La venganza de Cartes”

  1. Una lucha sin edad

    Por Lourdes Peralta

    Todos hemos vivido días diferentes desde las manifestaciones que se han llevado a cabo este año en nuestro país. No todas causaron el mismo efecto pero fueron considerables y sobre todo representativas de cada sector. Pero, sin dudas, la más apoyada recientemente es la de los estudiantes que se atrincheraron en un colegio y luego otros repitieron la toma. Viendo adolescentes que comenzaron a manifestarse por una mejor educación pública, podemos percibir que nuestra sociedad busca aire fresco, abrir un poco las ventanas para que salga el hedor de la corrupción heredada del stronismo y enquistada a casi 3 décadas de ensayo democrático. Desgranando el sueño, el ideal y la ilusión, los adultos sabemos que el camino no es fácil. No comparto la afirmación viral de “lección que nos dan los niños”, porque ellos viven otra época, una libertad actual respaldada justamente por lo que a otros les tocó vivir y sufrir. Y a pesar del terror de aquellos años, no todos estuvieron callados, muchos fueron asesinados; una pena que estos chicos no los hayan mencionado en sus discursos y entrevistas. No es culpa de ellos, por supuesto, sino de una historia que poco y nada se transmite en la casa y en la escuela.

    Lógico que si se secuestrara y matara, contados padres (como sí los hubo) los alentarían a jugarse. Aclarando el valor del pasado, es verdad que hoy es su momento y que las manifestaciones son totalmente legítimas.

    La ministra Marta Lafuente fue forzada a renunciar por la presión no solo de estudiantes sino de toda la ciudadanía que se plegó al justo reclamo. Ella dijo algo, sin embargo, para tener en cuenta: “Se habla mucho de la ministra y poco de la educación”. La campaña de desprestigio tuvo su cara por ser la responsable de un ministerio que se quedó, como los anteriores, en promesas a largo plazo y corto en sus gestiones a la vista (cambios que sintamos). Con el apoyo de la prensa y las redes se consiguió su renuncia. Ahora se habla de que el nuevo ministro (Riera) será una “rara avis”: hábil en la política-comunicación con los jóvenes y técnico a la vez.

    Por el lado estudiantil, los chicos deben fortalecerse en organización: buenos referentes harán fuerte resistencia, sobre todo de quienes quieran quitar de su transparencia rédito político y beneficio personal. A los protagonistas de la toma no les faltó apoyo: comida, agua y contención emocional proveída por los padres y compañeros que los cuidaban desde la calle; dicen que no se pelearon internamente, pero durante la travesía patriótica deberán manejar las disidencias. Buen tiempo para aprender estrategias de permanencia sustentable. Tampoco se dividieron por creencias religiosas, vimos el video donde agradecieron por este primer logro y rezaron juntos.

    La libre organización popular, la lucha desde las bases fortalece la democracia. Unámonos de alguna manera, acciones, palabras, pensamientos, sentimientos en este comienzo para levantar a nuestro país tan desvalorizado moral y éticamente en sus autoridades.

    Rescatemos también de los días vividos la diversidad de opiniones, comentarios y expresiones, cuyo “secreto” está siempre en saber reconocer de dónde y de quién proviene. Ejerzamos así la tolerancia auténtica, sin indicaciones ni direccionamiento de agendas externas.

    Fuerza a los jóvenes que quieren purificar las aguas que hace tanto bajan turbias. Oportunidad de oro para adentrarse en la historia y la literatura como alimento del espíritu de la re-evolución.

    Me gusta

  2. Continuar y profundizar los cambios en la educación

    El nuevo ministro de Educación y Cultura, Enrique Riera, tendrá ante sí una tarea descomunal, dado el calamitoso estado en que el sistema educativo se halla desde hace mucho tiempo. A nuestro criterio, debe continuar y profundizar ciertas medidas de indudable conveniencia adoptadas por la doctora Marta Lafuente, su antecesora.

    La primera de ellas es insistir en la despartidización de un ministerio del que, en los últimos 60 años, los politicastros de turno se han servido para que sus allegados obtengan “rubros” como docentes ineptos y sueldos como funcionarios superfluos: los primeros no multiplican el conocimiento sino la ignorancia, y los segundos privan de recursos que deben ser destinados directamente a la enseñanza. Que los maestros y las maestras deben ser designados según sus méritos y aptitudes, es una obviedad que no se había tenido en cuenta, al menos desde los tiempos de la dictadura. Los resultados están a la vista: muchos niños y jóvenes son incapaces de escribir correctamente y hasta de comprender lo que leen.

    Si bien el peso del carnet partidario disminuyó en los últimos años, es de esperar que, cuanto antes, desaparezca definitivamente de la educación pública. Sin embargo, esa necesaria liberación de la influencia de los mandamases de turno es insuficiente, pues ocurre que los concursos públicos de oposición realizados para acceder a cargos directivos y de enseñanza suelen revelar la muy deficiente preparación de la generalidad de los educadores. Esto significa que de los Institutos de Formación Docente (IFD) egresan maestros y maestras que carecen de las habilidades pedagógicas requeridas para ejercer el magisterio como corresponde. Evidentemente, habrá que quebrar el círculo vicioso, de larga data, que supone que quienes enseñan en los IFD fueron antes las víctimas de una pésima educación pública, que luego contribuyen ahora a reproducir.

    Hace falta educar como se debe a los educadores para que no perjudiquen a los alumnos con su incapacidad pedagógica. Si los estudiantes secundarios tienen motivos para protestar, también deben de tenerlos quienes pretenden enseñar más tarde; es necesario que su formación inicial sea adecuada y que realmente sientan vocación por la enseñanza.

    Por supuesto, no todo depende del salario, que puede y debe ser mejorado: es imprescindible que los educadores enseñen no solo con el entendimiento, sino también con el ejemplo y el corazón, identificándose plenamente con su noble labor. Las periódicas huelgas ilícitas en busca de mejoras salariales evidencian que los maestros y las maestras sindicalizados anteponen sus reivindicaciones a las necesidades de los educandos, a quienes utilizan como rehenes. La exministra hizo lo que correspondía al descontar los salarios de los huelguistas por los días no trabajados, y al destituir a los sindicalistas planilleros que, en vez de enseñar, se dedicaban a violar la ley. Es de esperar que el doctor Riera resuelva lo mismo en casos similares, y que no trate de ganarse el favor de las organizaciones gremiales a costa de la educación.

    En cuanto a los funcionarios que se limitan a cobrar sus sueldos porque no tienen nada que hacer, Marta Lafuente se desprendió de un millar de ellos asumiendo, desde luego, que sería objeto de la inquina de sus respectivos padrinos. Fue una medida elogiable, que deberá ser continuada para destinar más fondos a la educación y menos a la burocracia inútil. El nuevo ministro deberá tener el mismo coraje y seguir aliviando la carga presupuestaria que implica el personal excedentario. Debe resistir la tentación de obtener el aplauso de los politicastros de siempre, manteniendo a sus prohijados con el dinero público o, lo que sería peor, incorporando a otros.

    También conviene que refuerce considerablemente la fiscalización de las obras de infraestructura educativa, que los intendentes y los gobernadores deben levantar con los recursos del Fonacide: aquí el control del MEC fue insignificante, lo que contribuyó, sin duda, a que la malversación estuviera en el orden del día. El ministerio debe esforzarse por acompañar de cerca todo lo relacionado con la infraestructura educativa; no debe confiar demasiado en que las autoridades locales cumplan con su deber de administrar con honestidad y eficiencia el dinero público destinado a ella.

    Evidentemente, Enrique Riera no podrá levantar de su postración a la educación en lo que resta del actual período gubernativo, ya que los problemas son gravísimos, en diversos ámbitos. Los resultados de la marcha ya iniciada no serán inmediatos. Se necesitarán varios años para que la calidad de nuestro sistema educativo mejore sustancialmente de modo a evitar que se repita, por decir lo menos, los resultados de los recientes informes de competitividad del Foro Económico Mundial, que ubican al Paraguay en los últimos lugares entre 140 países evaluados. Para lograr eso, es muy necesario que desde el MEC se convoque también a la sociedad civil en pleno para convertir a la educación en una obsesión de todos y no solo del Gobierno y de los docentes, protagonistas centrales del enorme esfuerzo que debe realizarse por el bien de las nuevas generaciones.

    Esperamos que el cambio en la nueva cúpula ministerial continúe con las correctas iniciativas tomadas por la doctora Lafuente y sean sostenidas en el tiempo, pues es mucho lo que hay que cambiar para tener la educación que merecen nuestros niños y jóvenes.

    Me gusta

  3. Cuando la eficiencia y la honradez estorban

    Hablaremos hoy del extraño caso de la ministra eficiente que tuvo que irse. Habitualmente, tanto en el Estado como en el sector privado, mientras el inepto debe apartarse, el eficiente es premiado con un ascenso. Es lo que dictan el sentido común y las buenas prácticas administrativas, todo con el fin de apro­vechar al máximo las competencias del recurso más valioso en ambos mundos: el ser humano.

    Pero en el Paraguay las cosas son muy diferentes. El aboga­do, economista y sociólogo cordobés Francisco Delich llegó a decir que el Paraguay es “el cementerio de todas las teorías”, dada la sólida consistencia de los viejos vicios políticos contra los cuales se estrellan sin remedio las olas de la innovación, la transparencia y el progreso.

    Marta Lafuente tuvo que bajarse del Ministerio de Educación. Todo el mundo dice que la tumbaron los estudiantes con sus tomas de colegios y sus peticiones tajantes. Y que también cayó víctima de su altanería y su incapacidad para negociar conflic­tos. Pero nadie ha osado cuestionar su praxis pro­fesional ni mucho menos su preparación académi­ca. Se la reputa altamen­te calificada para el cargo que le confiara el Presi­dente de la República quien, al menos pública­mente, jamás manifestó disconformidad alguna con su gestión. Nunca… hasta que los estudian­tes llenaron las calles, cerraron escuelas y de­mandaron su renuncia. ¿Razones? Como en ca­sos anteriores, los chi­cos primero salieron a la calle y luego buscaron argumentos para justi­ficar sus demandas: co­rrupción, educación de mala calidad, escuelas ruinosas… car­gos difusos, que a lo sumo ameritarían una investigación para determinar responsabilidades pero que no alcanzarían para una dimisión fulminante. Sin embargo, ocurrió. ¿Qué pasó en el camino? Veamos algunos números.

    Se dice que el MEC tiene entre 80.000 y 90.000 cargos entre administrativos y docentes. Después de Hacienda, maneja la mayor tajada presupuestaria con 4,9 billones de guaraníes, más que Obras Públicas. Es decir, el MEC tiene a su cargo el 7,5% del Presupuesto General de la Nación 2016. Dentro de este océa­no de recursos, a la ministra se le ocurre poner orden: despide planilleros, reduce direcciones y supervisiones innecesarias, recorta gastos superfluos… y sobre todo, impone el concurso para el llenado de cargos. En la “doctrina Lafuente”, los reco­mendados debían abstenerse. El año próximo, el electoralismo hará eclosión una vez más y las idas y venidas de operadores financiados con recursos del tesoro se multiplicarán por mil. Hará falta cantidades ingentes de plata. Y el MEC maneja mu­cha, como queda expresado. Un ministro austero no ayuda a la causa y uno más “comprensivo” será requerido para llenar la vacante. Razones suficientes para que el Presidente de la Re­pública le haya soltado la mano a una profesional altamente calificada y prefiera un político a la vieja usanza. Dos más dos siempre son cuatro.

    http://www.5dias.com.py/46334-cuando-la-eficiencia-y-la-honradez-estorban

    Me gusta

  4. Que el MEC no se convierta nuevamente en una seccional o botín de sindicalistas desvergonzados

    Si bien resultó oportuna la renuncia de la exministra de Educación Marta Lafuente, es obvio que el desastroso estado de la educación pública es la consecuencia inevitable de largas décadas de ineficiencia, de sectarismo y de corrupción y no precisamente producto de la mala gestión de la extitular de la mencionada cartera de Estado.
    Los jóvenes saben de esta realidad, pues no la hicieron responsable de toda la calamidad reinante, sino más bien del malgasto del dinero público en el que incurrió en la reparación de vehículos del MEC o estuvo por incurrir en la frustrada contratación de un servicio gastronómico.
    Desde luego, no hay motivos para suponer que Lafuente haya intervenido personalmente en ambas operaciones con el fin de enriquecerse, pero sí es claro que no puede eludir su responsabilidad administrativa, como ordenadora de gastos. Hasta se la podría disculpar alegando que quien está al frente de un ministerio tan grande, acuciado por múltiples problemas, no tendría tiempo para ocuparse de cuestiones de esa índole, aunque el anteproyecto de presupuesto llevara su firma. Lo que sí resulta muy cuestionable es que, una vez denunciadas las irregularidades, ella se haya limitado a no firmar un contrato, sin tomar ninguna medida con respecto a los funcionarios involucrados, empezando por el director administrativo. Perdió así la ocasión de enviar a la ciudadanía una señal muy clara, en el sentido de que ninguna maniobra deshonesta en su ministerio quedará impune. Su actuación fue similar a la de otros ministros y jerarcas de entidades públicas, que, en el mejor de los casos, solo trasladan de un cargo a otro al funcionario sorprendido con las manos en la masa.
    Es justo reconocer que la exministra ha tomado atinadas medidas, que habrán molestado bastante a los sindicalistas de la docencia, a los funcionarios planilleros y a los politicastros prepotentes acostumbrados a poner y sacar maestras y maestros a su gusto. Los primeros fueron destituidos porque solo se dedicaban a organizar huelgas ilegales periódicas, a cuyos participantes, por lo demás, se les descontó el salario por los días en que no enseñaron. También fueron removidos unos mil funcionarios que cobraban sin trabajar, para disgusto también, con toda seguridad, de sus respectivos padrinos. Marta Lafuente no fue una “seccionalera” empotrada en el aparato estatal y obediente a los mandamases de su partido, lo que es mucho decir de quien ocupa un ministerio que ha sido durante mucho tiempo el coto de caza de dirigentes partidarios inescrupulosos. Desde luego, en dos años y medio de gestión, no ha podido revertir esta situación de tan larga data. Para eso, es preciso que el Gobierno, la sociedad civil y, en especial, los maestros y las maestras emprendan una campaña perseverante, a largo plazo, pues los obstáculos a vencer son numerosos y están muy enraizados.
    Los jóvenes que tienen la sana inquietud de que mejore el catastrófico sistema educativo deben saber que la calidad de la enseñanza no depende solo de que los centros educativos estén bien construidos, de que los libros de texto se distribuyan oportunamente y de que se termine con el despilfarro y la corrupción en el MEC. Todo eso es muy necesario, pero también lo es que, entre otras cosas, los 70.000 docentes del sector público estén bien formados y remunerados, que los alumnos estén bien alimentados, que se reduzca la deserción escolar, que aumente la carga horaria y que se promueva la meritocracia, es decir, una cultura favorable al conocimiento y contraria a la ignorancia.

    Me gusta

  5. La rebelión estudiantil y el nuevo ministro
    11 May 2016

    Por Richard E. Ferreira-Candia

    ***

    Aunque hubo esfuerzos, la propia estructura mantiene a la educación en el nivel más bajo. Las “tomas” de los colegios no son producto de la casualidad, sino de la causalidad. Existe más conciencia, la gente está harta y decidió reclamar con más fuerza.

    ***

    Los hombres y nombres son importantes, pero lo más importante es reconocer que hay un sistema que se cae a pedazos y aceptar la participación de todos los sectores para lograr un verdadero cambio

    ***

    Conversando con el comandante.

    -Dejemos de lado por un rato las cuestiones políticas partidarias y hablemos de educación -dijo mientras tomaba su primera taza de café negro, sin azúcar.

    Yo iba por la segunda. Para esta ocasión habíamos acordado reunirnos en el Café Literario, cerca de la Plaza Uruguaya, un pequeño pero hermoso sitio en el que la tranquilidad reina en medio de libros.

    -Hay pocos lugares como éste en Asunción -resaltó al señalar con la mirada un estante en el que se ubican los libros que están a disposición de los visitantes.

    Conversamos sobre periodismo, los medios de comunicación, las movidas políticas y, desde luego, no podíamos dejar de lado el tema educación, nuestra prioridad en la ocasión. Empezó diciendo que los países que sufrieron largos gobiernos autoritarios tienen como una prioridad fortalecer su sistema de educación para convertirlo en uno de los ejes del cambio, y que nuestro país ha transitado en las dos últimas décadas un dificultoso, largo y complicado camino.

    -Aunque hubo esfuerzos, la propia estructura mantiene a la educación en el nivel más bajo. Las “tomas” de los colegios no son producto de la casualidad, sino de la causalidad. Existe más conciencia, la gente está harta y decidió reclamar con más fuerza -enfatizó.

    -Hay una evidente transformación, un cambio de mentalidad -acoté enseguida.

    Mientras acomodaba algunas cosas en la mesa, siguió: -Exacto. Estos chicos están mostrando valentía y brindan cátedras de lucha y civismo a otras generaciones que probablemente comenzaron a criticar, pero no tuvieron la capacidad de reacción necesaria para iniciar el cambio. Ellos son los genuinos hijos de la democracia.

    Sostuvo que la rebelión estudiantil es una crítica a los errores, horrores, omisiones, malversaciones, desidias e ineptitudes que se cometen desde los órganos del Estado, que antes que garantizar condiciones mínimas, solo mínimas, para la educación, se embarcan de manera descarada en otras prioridades. Agregué que el problema va más allá de los reclamos y pasa por el propio sistema.

    -Claro -dijo, y luego ahondó más: -El problema de fondo es la estructura político-económica establecida para que la educación no sea tan peligrosa para la clase dominante. Que caiga el techo de un colegio, que escuelas no tengan pupitres, que los libros y más aún la tecnología sean simples anhelos, que se malverse, que los docentes sean mal pagados y no todos estén capacitados, son solo algunos de los resultados del propio esquema general para mantener a la educación en el nivel más bajo. Como prueba solo debemos mencionar el vergonzoso presupuesto que se destina para el área.

    -¿Y la designación de Riera? -me apresuré a preguntar, cuando veía que empezaba a preparar su viejo bolso verde ajado por el uso y el tiempo, en evidente señal de que estada a punto de irse.

    -Riera es un político. Lafuente es técnica. Es decir, Cartes eligió a un político antes que a un técnico, dando una clara señal de que el ministerio será manejado políticamente, y reconociendo que a Lafuente le faltó cintura política para evitar el conflicto que se generó con las tomas. Cartes hoy tiene un ministro político en el MEC, que ya empezó a operar, políticamente.

    -Hay críticas…

    -Se hubiera discutido más en busca de un consenso. Lo que hizo Cartes fue decir nadie me impondrá un ministro, que a la larga la jugada le puede costar cara si no funciona. La posibilidad de nombrar a una persona de consenso le hubiera permitido al Presidente tener un atenuante en caso de que las cosas no cambiaran como se espera. No hay de otra, habrá que darle tiempo a Riera. Su designación, al menos por ahora, como diría don Blas, es irrevocable.

    Cuando me disponía a seguir su línea de análisis, el comandante tomó su último sorbo de café y se levantó. Ya presto para salir, se acomodó la gorra, me miró y dijo

    -Ferreira, los hombres y nombres son importantes, pero lo más importante es reconocer que hay un sistema que se cae a pedazos y aceptar la participación de todos los sectores para lograr un verdadero cambio. Si quieren que la educación sea motor importante del desarrollo del país, hay que brindarle la prioridad que se merece, sin soberbia alguna, de ninguna facción. Espero no ser tan iluso y soñador.

    Acomodó su bolso y se despidió de manera seca: -Al final, terminamos hablando de política. Nos vemos. Ah, felicidades por su cumpleaños.

    Le respondí con un gracias, igualmente. Me quedé un rato más. Pedí otro café y agarré del estante “La caverna”, de José Saramago. Uno de los mejores libros que leí. Lo empecé a hojear de nuevo. Eso.

    Me gusta

  6. El siguiente paso
    11 May 2016

    Por Pablo Noé

    El inicio del proceso de cambio profundo de la sociedad es una transformación real de la educación. Este es un objetivo que debe ser general, involucrando trasversalmente a todas las instituciones del país. Para conseguir esta meta, es fundamental e impostergable la participación de todos los actores que interactúan en nuestra comunidad.

    El resultado de este gran acuerdo tiene que desembocar en el establecimiento de políticas públicas, bajo las cuales, se deban establecer los procedimientos que apuntalen el sistema educativo, en el más amplio sentido de la expresión. Allí no pueden existir colisiones de intereses, medias verdades, caminos sin salida y métodos que sean confusos. La claridad debe facilitar el desarrollo de estas ideas, y que las mismas puedan ser llevadas a la práctica.

    Un elemento clave de esta ingeniería compleja es la adaptación de los esquemas a la realidad de nuestro país. No se pueden olvidar las raíces genuinas del paraguayo, en función a su contexto, creencias, expectativas y cultura en general. Una vez establecidos estos parámetros, la conclusión puede ser mucho más cercana a lo que se espera como punto de inicio del cambio.

    La sociedad del conocimiento en la que estamos inmersos es otro tema que debe ser insertado. Todo el trabajo educativo debe apuntar, desde el reconocimiento de una realidad social específica, a un mundo cada vez más pequeño en tiempo y distancia, al que se debe implantar para competir con otras comunidades que presentan avances más considerables.

    Mientras sigamos enfrascados en luchas, donde solamente se pongan etiquetas o enemigos a los cuales se debe vencer, sin que haya una idea contundente a la que se aspira, todo el esfuerzo será en vano. Seguiremos contando batallas ganadas o perdidas, en donde las victorias serán pírricas y las derrotas coyunturales. Se agotará el pleito en sí mismo, sin lograr trascender para alcanzar un nivel de mejora seria.

    Las fórmulas que se establezcan como alternativas deben tomar en cuenta los intereses de todos los sectores y estar orientadas por personas especializadas, para evitar situaciones que puedan parecer ilusionantes, pero que terminen en grandes decepciones. Para graficar la idea, solamente debemos remitirnos a los hechos que marcaron la agenda educativa en los últimos meses.

    Siempre se consideró que el grave problema de la educación radicaba principalmente en la falta de recursos. Por eso se creó la Ley del Fonacide, con la que se blindarían recursos para inversión educativa. Esto no pasó de la teoría a la práctica, y se evidencia en los paupérrimos resultados de la administración de estos fondos. El desvío, mal uso de recursos y denuncias de corrupción son la tónica que resume el resultado de este planteamiento.

    El cambio de autoridades sin que se transforme el sistema tampoco favorece a aumentar la calidad educativa. Después del proceso del UNA no te calles, salieron autoridades, aunque prácticamente nada varió en la manera en que se administran los recursos financieros y la educación dentro de esta casa de estudios.

    La movilización estudiantil, que finalizó con la renuncia de la ministra Marta Lafuente, una vez más demostró la fuerza de la participación juvenil, además de concitar todo tipo de apoyo ciudadano. Sin embargo, el cambio de nombres sin una idea diferente de gestión traerá más ilusión dilapidada, sin resultados que sean eficientes como espera la ciudadanía y necesita la nación.

    En este tiempo en donde el debate educativo vuelve a ser motivo de análisis, es clave apostar a un cambio real, en donde todas las voces tengan participación. En donde se prioricen ideas para fortalecer el proceso, que como se evidenció no es sencillo y requiere de un tiempo importante para mostrar sus primeros resultados. Si no comprendemos que es impostergable este debate, seguiremos cambiando nombres sin que el resultado sea del agrado de la sociedad. Por eso, el siguiente paso que demos como sociedad es clave.

    Me gusta

  7. Los desafíos de “Rierita”

    Para sorpresa de muchos, Enrique Riera Escudero juró ayer como nuevo ministro de Educación y Cultura. Su nombre no formó parte de las especulaciones que se hacían en torno a quién sería el o la reemplazante de Marta Lafuente, a pesar de que había aceptado la oferta hecha por el presidente Horacio Cartes ya en horas de la tarde del pasado viernes. Pero la información se mantuvo en sigilo hasta que el propio jefe de Estado anunciaba el nombramiento a través de las redes sociales. Su tarea no será nada sencilla. Asume el cargo con decenas de colegios “tomados” por grupos de estudiantes y tantísimos otros en los que se llevan en estado de asamblea permanente, protagonizan “sentatas” y otras formas de protesta reclamando desde cuestiones tan elementales, como que no se les caiga el techo encima, o contar con baños dignos, hasta una reforma profunda del sistema educativo, para lo cual exigen que el presupuesto para la educación represente el 7% del Producto Interno Bruto, casi el doble del presente. Docentes y sectores políticos operan abiertamente para que las protestas de los secundarios se profundicen y radicalicen, a fin de sacar ellos la mayor tajada posible, completando así el panorama de un sector que lleva décadas de atraso en relación a los países vecinos. Sin embargo Riera, o “Rierita”, como se lo conoce en el ámbito político, empezó con el pie derecho, anunciando un estilo de gestión muy diferente al de su cuestionada antecesora, al punto que en su primera rueda de prensa anunció que está dispuesto a “conversar con los jóvenes, escucharlos, cuando quieran, donde quieran y a la hora que quieran”, agregando que “muchos de sus reclamos son absolutamente razonables”.
    Político de larga trayectoria, captó desde el vamos uno de los mensajes de miles de jóvenes y adolescentes que exiges a los gritos ser escuchados. Algo que penosamente no comprendió en su momento la exministra Lafuente, quien, de haberlo hecho, o de haber sido asesorada correctamente en este campo, hubiera completado su gestión sin mayores sobresaltos, más allá de los que se registran normalmente en un sector que sufre tantas carencias históricas.
    Pero “Rierita” debe saber muy bien que no basta con tener “juego de cintura política”, abriéndose al diálogo y a la negoción, que por cierto son el punto de partida para resolver cualquier conflicto, como el que ahora tiene la responsabilidad de solucionar. El éxito de su gestión dependerá de que pueda satisfacer aquellas demandas legítimas, separándolas de las que tienen un alto componente político, impulsadas desde fuera de las organizaciones estudiantiles por adultos irresponsables que no tienen el coraje de dar ellos mismos la cara para defenderlas.
    Hablamos de las escuelas y colegios que se caen a pedazos, cuyos baños se hallan en estado deplorable, que carecen de pupitres y otros instrumentos básicos para el aprendizaje, desde cuadernos hasta un aula informática, aunque más no sea. Hablamos del almuerzo para chicos provenientes de familias muy humildes, porque con el estómago vacío no es posible asimilar ningún conocimiento. Y hablamos también de tirar al basurero de la historia el viejo “método” stronista, por el cual los estudiantes solo pueden organizarse bajo la “tutela” de directores y/o docentes.
    Riera dio un paso positivo sobre estas cuestiones, al manifestar su acuerdo en declarar “emergencia educativa”, tal como solicitan los estudiantes, lo que supone que ya tiene el visto bueno de Horacio Cartes. Harán falta importantes recursos para responder a tantas urgencias. Y llegado a este punto se plantea otro problema. ¿Quiénes administrarán e impulsarán los trabajados? ¿Los municipios y gobernaciones, que hasta ahora demostraron su “eficiencia” para devorar los fondos del Fonacide, en teoría previstos para justamente cubrir esas necesidades?
    El Ejecutivo debe resolver este dilema, porque si esos son los “oficiales” llamados para librar un combate tan importante, la guerra estaría perdida de antemano.
    Por lo pronto, se abre un nuevo capítulo de la crisis crónica del sistema educativo paraguayo. Un político ha tomado las riendas de una de las instituciones claves del Estado y, para bien de todos, especialmente de nuestros menores, esperemos que las maneje correctamente, poniéndose a la altura que las circunstancias exigen.

    Me gusta

  8. Compromiso que debe cumplirse

    El Presidente de la República homologó ayer un oportuno acuerdo al que llegaron el ministro de Educación y Cultura, Enrique Riera, y los representantes de varias asociaciones de estudiantes. Es de lamentar que se haya llegado al extremo de ocupar colegios y de forzar la renuncia de una ministra para que el Poder Ejecutivo se comprometa a tomar varias medidas de incuestionable necesidad, considerando la calamidad reinante en el sistema educativo.

    Resulta atinado el compromiso de aumentar gradualmente las partidas del presupuesto nacional destinadas a la educación. Si bien la solución de los gravísimos problemas que afectan a ese servicio público no depende solo de la adecuada provisión de fondos, será útil, desde luego, que reciba cada año más recursos, siempre que ello no sirva para incrementar el personal administrativo, el derroche o la malversación. Por otro lado, es alentador que las víctimas de la pésima formación de los docentes hayan incluido entre sus reclamos la sustancial mejora de la capacidad pedagógica: la ineptitud de los maestros y profesores atenta contra el futuro de los niños y jóvenes al privarles de los conocimientos, así como de las habilidades que necesitarán más tarde para ganarse el pan y responder a las exigencias de una educación universitaria de buena calidad.

    Es de esperar que el equipo que vaya a ocuparse de estas importantes cuestiones sea integrado por personas idóneas que den cima a su labor cuanto antes, considerando la urgencia de las demandas formuladas con acierto. También es acertado que el Poder Ejecutivo se obligue a ejercer un mayor control sobre los recursos del Fonacide destinados a la infraestructura educativa y al almuerzo escolar, aunque no debe ignorarse que es la propia comunidad educativa, integrada por los docentes, los alumnos y sus padres, la que debe prestar la mayor atención, sobre el terreno, para que los gobiernos locales hagan un buen uso de ellos: no tienen que confiar solo en que el alejado Ministerio de Educación y Cultura verifique a tiempo las inversiones realizadas. La infraestructura educativa es realmente deplorable, así que es acertado que el Poder Ejecutivo la declare en estado de emergencia, tal como se ha comprometido.

    Los estudiantes, por su parte, reanudarán las clases y se convertirán en “protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje”, lo que desde luego es muy deseable: junto con los docentes, ellos deben tener el mayor interés en la excelencia educativa, ya que está en juego su propio desarrollo personal. Ellos deben ser sus contralores, exigiendo que los docentes estén bien capacitados y sientan vocación por ejercer el magisterio en centros educativos bien construidos y equipados.

    También conviene que se esfuercen por aprender, dado que un buen sistema educativo requiere que los estudiantes estén dispuestos a dar lo mejor de sí mismos, en su propio beneficio y en el de la sociedad que costea sus estudios. En los últimos días, los jóvenes de la enseñanza media han tenido la virtud de poner la educación en el centro del interés ciudadano. Confiamos en que siga allí, en la certeza de que el Paraguay solo saldrá del atraso si sus hijos están bien preparados para enfrentar los retos de la sociedad del conocimiento.

    Me gusta

  9. El logro de los estudiantes abre camino a una mejor educación

    Los estudiantes secundarios han obtenido una gran victoria con su histórica movilización, al obligar al propio presidente Horacio Cartes a firmar un inédito acuerdo, que establece algunas condiciones en la búsqueda de lograr una mejor educación. Pero la lucha recién comienza. Ahora es cuando no se debe bajar la guardia ni dormir sobre los laureles, para garantizar que se cumpla lo acordado y que los responsables del Estado demuestren verdadera voluntad política en solucionar los problemas detectados. La ciudadanía, que apoyó la rebelión juvenil, debe mantenerse en vigilia junto con ellos, para que este impulso social no decaiga.
    En muy pocos días, una nueva primavera juvenil floreció en pleno otoño. La decisión inicial de un grupo de alumnos secundarios, integrantes de la Organización Nacional Estudiantil (ONE), de tomar las instalaciones del Colegio República Argentina, en Asunción, en protesta ante la falta de respuestas del Gobierno a sus demandas de mejor educación, acabó generando una verdadera rebelión que ese extendió por cientos de colegios de todo el país y tumbó a la ministra del sector, Marta Lafuente.

    La protesta juvenil, a la que enseguida se sumaron otras organizaciones, como la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios (Fenaes), la Unión Nacional de Centro de Estudiantes del Paraguay (Unepy) y grupos de alumnos independientes, no se detuvo en la forzada renuncia de la ministra Lafuente, sino que además logró que el propio presidente de la República, Horacio Cartes, acepte finalmente sentarse a una mesa de diálogo, junto con el nuevo ministro de Educación, Enrique Riera, para suscribir un acuerdo en el que se accedió a la mayoría de los pedidos de los estudiantes.

    Es la primera vez que una movilización social tan resonante logra destituir al titular de una secretaría de Estado, pero resultan aún más trascendentes los puntos del acuerdo logrado por los jóvenes.

    Los estudiantes obtuvieron el compromiso de derogar la polémica Resolución ministerial 4613 que, según sus objeciones, limita la autonomía en la creación de los centros estudiantiles en los colegios, al intentar imponer un sistema de control dictatorial. También lograron que el Gobierno declare una emergencia nacional en el ámbito de la infraestructura de las instituciones educativas, que permitiría dar atención prioritaria a la deplorable situación edilicia de muchas escuelas y colegios, con recursos para repararlos en forma urgente, a fin de evitar que techos y paredes sigan cayendo.

    Otro de los puntos más importantes es la conformación de una mesa de trabajo entre los miembros de la comunidad educativa: estudiantes, docentes, padres de alumnos, legisladores y los ministros de Educación y de Hacienda, y de la Secretaría de la Juventud. Esta nueva instancia, que será de carácter resolutivo, además de dar participación directa a los protagonistas del sector de la educación, permitirá abordar cuestiones urgentes, como la necesaria reingeniería del Ministerio de Educación y Cultura, la reforma educativa, la alimentación escolar y la formación docente, así como el paulatino aumento del presupuesto destinado a la educación.

    Tras la victoria estudiantil, el desafío hacia una educación verdaderamente inclusiva, democrática y de calidad recién comienza. No se debe bajar la guardia ni dormir sobre los laureles para garantizar que se cumpla lo acordado, y que los responsables del Estado demuestren verdadera voluntad política en solucionar los problemas. Para ello, es importante que la ciudadanía se mantenga en vigilia junto con los estudiantes, para que este impulso social no decaiga. El Paraguay lo merece.

    Me gusta

  10. Compromiso para elevar la calidad educativa
    12 May 2016

    Vivimos en una sociedad mucho más consciente. Los ciudadanos, al detectar algún problema en cualquier ámbito, son capaces de hacer oír su voz de protesta y reclamar soluciones inmediatas. Este ejercicio va creciendo lentamente y se fortalecerá en la medida en que la participación sea entendida como fundamental para la construcción de un mejor país.

    Los reclamos siempre deben estar atados a compromisos personales para que, una vez logrado lo reclamado, tengan los efectos positivos que se esperan. No será posible un mejoramiento si solo se exige y se espera cómodamente una solución desde arriba. En lo que respecta a la educación, particularmente, es importante que se entienda que la responsabilidad de un mejoramiento no solo depende de una parte, sino de todos los actores de ese círculo.

    Las movilizaciones estudiantiles han demostrado una fuerza sorprendente en los dos últimos años. Iniciaron los secundarios que movilizaron también a los universitarios. Ese despertar generó mayor conciencia en todos los ámbitos. Las tomas de colegios posicionaron al estamento estudiantil en una línea importante en el quehacer ciudadano. De meros espectadores de la realidad pasaron a ser activos promotores para intentar solucionar algunos aspectos que a consideración de muchos son urgentes.

    La educación ya no puede estar basada en el sistema vertical tradicional, debe ser horizontal, donde la participación de todos los involucrados tiene que ser el eje fundamental para el mejoramiento permanente. Es decir, el modelo que sostiene que la educación la forjan todos, autoridades, docentes, estudiantes y padres, necesariamente debe prender en el pensamiento colectivo para que las cosas mejoren.

    De nada servirán los acuerdos, pactos, compromisos e incluso la eventual solución a los problemas estructurales, sino los actores principales de la educación no ponen su parte. Las autoridades, en todos los ámbitos y niveles, tienen el compromiso de trabajar y velar para poner en condiciones adecuadas el ambiente educativo.

    Los docentes son actores sumamente importantes, ya que de ellos depende en gran medida la articulación de la nueva educación, que precisa de calidad y creatividad de manera constante. Los maestros deben comprender que la capacitación permanente es esencial en un mundo tan cambiante.

    Los que siempre estuvieron en el eslabón más bajo en lo que respecta a participación, son los estudiantes. Y este escenario pareciera que cambiará con los logros que obtuvieron con las movilizaciones. Se hicieron sentir y escuchar. Tienen todo el derecho del mundo reclamar que la educación mejore, que sus clases se desarrollen con la infraestructura adecuada e incluso de controlar el manejo de las autoridades. Pero, igualmente, es preciso comprender que tienen un compromiso con ellos mismos, el de elevar su conocimiento a través del estudio.

    Así como reclaman mejores condiciones en todos los sentidos, la propia sociedad puede exigir mayor compromiso del estudiantado. Finalmente, si no asimilan que la calidad educativa se medirá según el rendimiento académico de cada uno de ellos en el futuro, toda lucha que se emprenda será un mero estallido de lamentos.

    Las familias también cumplen un rol fundamental. En una sociedad en la que existe una fragmentación familiar por diversos motivos, los jóvenes muchas veces se sienten huérfanos de respaldo en su formación. Bajo excusa de escaso tiempo, se deja el peso de la responsabilidad educativa exclusivamente al sistema y no se asume que también tiene que darse un alto grado de compromiso familiar.

    La toma de colegios, las exigencias de renuncia y de la firma de compromisos para mejorar la calidad educativa fueron ejercicios de participación. Hay mucho que hacer. Para caminar hacia soluciones que beneficien al país en el ámbito de la educación todos los actores tendrán que asumir un verdadero compromiso en el ámbito que le compete. El Estado ajustando el sistema y proveyendo de mayores recursos económicos; las autoridades velando para que exista un ambiente educativo; los docentes incentivando al estudio; las familias acompañando el proceso y, los estudiantes, estudiando.

    Me gusta

  11. La gran apuesta de Horacio: Riera
    12 May 2016

    Por Clari Arias

    Bastó escuchar su tono de voz para confirmar con certeza lo que algunos de sus colaboradores lo repetían sin cansancio: no hay posibilidad de reelección en este mandato, porque a él no le interesa. Es cierto, el presidente de la República no está detrás de su reelección, y si algún afiliado al partido en el gobierno pensaba esa posibilidad como salvación para las elecciones del 2018, entonces deberá pensar en otras opciones.

    Tuve la confirmación de la no reelección de manera fortuita, y me excuso de mencionar esas situaciones que son de índole personal. Pero me reconfortó saber que no hay plan secreto alguno motivado por el propio HC para buscar una salida torcida, esas que ofrecen algunos parlamentarios zalameros y juristas de alquiler para congraciarse con el poder de turno. Esta noticia también me llevó a preguntarme a mí mismo quién podría pugnar desde el coloradismo la posibilidad de una candidatura oficial, y la respuesta la obtuve de un acto oficial…

    En la mañana de este lunes obtuve la respuesta que estaba buscando en el Twitter, cuando en una inesperada decisión, el Presidente nombró a un colorado tradicionalista como nuevo ministro de educación, en plena crisis de la cartera. Fue allí, en ese silencioso instante en que leía el anuncio presidencial del nombramiento de Enrique Riera, que entendí la nueva jugada de ajedrez político que proponía Cartes: dejarlo trabajar en paz lo que resta del período, sin tentarlo con la manzana de la reelección, y proponer con el nuevo ministro, a un posible candidato para las futuras elecciones.

    Algunos incrédulos (aquellos que esperan el apoyo presidencial y su dinero) pronto saldrán a descalificar al ministro Riera. Que fracasó en la municipalidad. Que es el responsable de la tragedia del supermercado. Que no hizo bien las cosas en el Consejo de la Magistratura. Que el estudio jurídico de su familia está metido en el fato de Acepar. Se me ocurren varios pretextos más que argumentarán sus detractores para descalificarlo de entrada, ¡pero todos serán cuentos chinos! La apuesta está lanzada, y el primer gran desafío para el flamante ministro de Educación resultó ser fácil para su poder de encantamiento, ya que en exactamente 48 horas logró que los estudiantes se reúnan en su oficina, y que los mismos se juntaran con el Presidente, para luego aparecer victoriosos ante las cámaras de TV y regresar a clases esta misma mañana en donde usted está leyendo este artículo.

    “Riera es un encantador de serpientes”, me dijo una periodista que lo conoce muy bien. Asentí con el silencio ante esa afirmación tan preparada como aburrida. En mis entrañas coincidía tanto con mi interlocutora, porque también conozco muy bien al ex intendente de Asunción. Dueño de un envidiable carisma, de joven obtuvo victorias no concedidas a la juventud, por lo que, tal vez, el destino le hizo sufrir la mayor tragedia que recuerda nuestro país en tiempos de paz. Muchos años después, postergado por el peso de ese dolor y luego de una olvidable elección en el 2013, aceptó de este gobierno un cargo mucho menor para sus gigantes ambiciones personales.

    El flamante ministro de educación Enrique Riera está ante el mayor desafío de su vida, según él mismo lo dijo al asumir. No lo dijo con el carácter efectista de una frase previsible al hacerse cargo de un ministerio en llamas, no. Lo dijo porque sabe que si hace bien su tarea, se convertirá en su resurrección plena en la vida política del Paraguay, y unos pasos más adelante podrá ver cómo la fuerza del destino lo lleva a una nominación presidencial, con el apoyo irrestricto del presidente Cartes.

    Para unos pocos privilegiados es así esta vaina del destino, una mañana todos dejan de saludarte porque te convertiste en un muerto en vida; y un día amanece distinto, con todo el boato del poder a tu alrededor, esperando alzarte en andas, ¡para convertirte en el nuevo salvador!

    Me gusta

  12. Que no sea el Tacuara del MEC
    11 mayo, 2016
    Por Hugo Barrios

    Horacio es bruto con las palabras, sobre todo cuando es abordado por la prensa. A él no le pidan que dé un coherente argumento, ya sea para hablar de pedidos de pobladores de Acosta Ñu, de víctimas del stronismo o de cómo piensa resolver el hasta ahora tenso ambiente que se vive en muchos colegios públicos del país.

    El mandatario fue al Teatro Colón en la noche del lunes. Si, allá en Argentina. Habló con la colega Maripili Alonso, antes de encontrarse con Mauricio Macri, para presenciar una obra. Venía respondiendo sonriente las preguntas hasta que fue abordado sobre la problemática estudiantil. Ya con cara de pocos “capés” solo atinó a decir: “Vine al Teatro Colón ahora”. Después se esfumó, así como prefiere hacerlo siempre en momentos de crisis.

    HC fue un exitoso dirigente deportivo, pero nunca aprendió a chulear (como sus jugadores de Libertad) algunas preguntas de periodistas. Le tiene fobia a la “marcación” mediática. No sabe pisar la pelota para ordenar el juego. Cuando el equipo más lo necesita, no aparece y, si lo hace, sus acciones o declaraciones no son muy alentadoras.

    Con la elección de Enrique Riera como sucesor de Marta Lafuente no se mandó precisamente un golazo. En realidad, al analizar el global de su administración, su “selección” no está haciendo méritos como para clasificar a un mundial. Con sus antecedentes poco esperanzadores, el exintendente capitalino se ha ganado más dudas que fe.

    Son pocos los que le dan su voto de confianza. El presi sabrá por qué obvió que durante su gestión como titular de la comuna asuncena se habilitó un supermercado que no contaba con las medidas de seguridad necesarias y en el que fallecieron 400 personas.

    O que el “edicto Riera” no fue más que un fracaso en términos de combate al consumo de alcohol en horario nocturno, con todas las secuelas que esto produce. O que alentó la inútil excavación de un lugar público como el Parque Caballero en busca de plata yvyguy. Sí, esta desempolvada y cuestionada figura es la que Horacio escogió para que esté en su selección. Ojalá no sea el Tacuara del MEC y que Cartes no termine diciendo: “¿Para qué te traaaje?”.

    Me gusta

  13. Un cambio de chip
    12 mayo, 2016
    Por Mariano Nin

    El fin de semana pasado escuchaba en uno de los informes sobre educación algo que me llamó la atención. El sistema educativo, decía, es global y homogéneo. Enseña a los chicos las mismas materias. Los obliga a memorizar cosas que no les interesan y que quizás nunca les sirvan.

    Se basa en horas de clase, en pasar materias, hacer trabajos y memorizar, para sortear grados que les permitan seguir avanzando pero que en realidad no insiste en la necesidad de comprender lo que leen o aprenden.

    Por eso los chicos pronto pierden el interés y la motivación y la mayoría de las veces son sensibles ante la frustración o el fracaso; mientras que lo bueno sería que en el proceso de aprender se equivoquen, reconozcan los errores y trabajen en ellos para insertarse en un mundo cada vez más exigente y competitivo, pero con razonamiento propio y visión personal. Me pareció interesante. Sobretodo porque en estos días quizá se esté gestando un cambio de chip.

    Los chicos se están dando cuenta de que el sistema no los ayuda y poco hace por su futuro. Ya no es una generación revolucionaria sino una exigente, segura del poder que tiene y decidida a cambiar su destino. Los chicos de hoy ya no quieren que les roben el porvenir y exigen lo que les pertenece. Hablan claro y con seguridad, convencidos de lo que están diciendo.

    Las tomas de los colegios sirvieron para que todos les prestemos atención. Para que entendamos que no podemos seguir así. Lograron sentar al Gobierno a una mesa y negociar bajo sus condiciones. Ahora se inicia un proceso que debe llamar la atención. Todos debemos ser contralores del cambio que se busca. Ellos lo merecen. Nos toca no defraudarlos.

    Me gusta

  14. Un gran paso

    Después de varios días de paro, manifestaciones, sentatas y tomas de colegios; los estudiantes, el nuevo ministro de educación, Enrique Riera y el presidente de la República, Horacio Cartes llegaron a un acuerdo para poner fin al conflicto.
    La exigencia estudiantil era mejoras en educación, que incluye el aumento de la inversión del Producto Interno Bruto (PIB) de 3,7 a 7%, capacitación para docentes y arreglo de estructuras edilicias, entre otros.
    Tras el acuerdo, Riera anunció que están en proceso licitaciones para construcciones y refacciones de unas 1.000 escuelas por valor de unos US$ 70 millones. El mandatario también se comprometió a conformar un equipo que debe estudiar la implementación de una nueva reforma educativa.
    Todas las precariedades de las escuelas públicas en gran medida ya pudieron haber sido superadas si en los últimos años se hubiesen dado un buen uso al dinero del Fonacide. Lastimosamente con la creación del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (FONACIDE) y el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación, no tuvieron en cuenta un efectivo sistema de control y fue dilapidado por intendentes y gobernadores sinvergüenzas.
    Informes de la Contraloría General de la República (CGR), revelaron una y otra vez, que decenas de intendentes no rindieron cuentas sobre millonarios montos que se les transfirió. Compraron mobiliarios de segunda y construyeron aulas de pésima calidad o sencillamente “se tragaron” el dinero.
    Unos de los logros más importantes de las manifestaciones estudiantiles, es sin dudas, el compromiso de los estudiantes de ser los contralores del uso que se le da al Fonacide. El mejoramiento de la calidad educativa dependerá del buen uso de este recurso y en eso deben estar involucrados, alumnos, padres de familia y principalmente los docentes.
    El control del dinero será el comienzo de mejoras sustanciales. Por tanto, no podemos apartarnos de este desafío si en realidad queremos lograr una mejor educación. De hecho nunca hay que olvidar que la educación debe ser un compromiso de toda la sociedad, empezando por la familia. Disminuir la corrupción utilizando correctamente el dinero público ya es un gran paso.

    http://www.vanguardia.com.py/v1/index.php/component/k2/item/44293-un-gran-paso#sthash.RNSXF2Ba.dpuf

    Me gusta

  15. Emergencia educativa
    Por Carolina Cuenca

    Si algo sacó en claro la movilización estudiantil es que nuestro país tiene por delante el desafío de la educación. No es un tema pendiente más. Es el tema. Por eso mueve el piso a ministros, interpela al presidente, llama la atención de la opinión pública…

    Durante estos días escuchamos, con la voz fresca de la juventud, pedidos de cambio en las infraestructuras, en la formación docente, etc….

    Es notable, los gremios docentes apoyaron la movida, la mayoría de la población también, pero lo llamativo es el cómo. Parecía que los adultos, los educadores, no estuvimos del todo a la altura del reclamo. Algo enrarece nuestros propios deseos de cambio y apaga en nosotros esa llama que vemos brillar en los chicos. Quizás es incredulidad por los largos años de desencantos que llevamos encima, quizás sea cobardía, quizás un acomodamiento que no nos deja arriesgar, que nos ata a los pequeños esquemas de nuestra rutina, la cual nos brinda cierta seguridad y no queremos renunciar a ella.

    Muy bien, los chicos nos movieron la estantería, como quien dice, ojo, no solo al Ministerio de Educación, sino a toda la sociedad. Pero ahora es también nuestra hora porque, quien educa, el adulto debe pensar no solo en el ideal que se expresa con la emotividad; debe dar prioridad a lo importante y esencial sobre aquello que hoy vemos como urgente; debe pensar no solo en el deseo que mueve e inspira a la acción, sino, sobre todo, en el camino a andar y en darle contenido y guía a este ideal.

    La experiencia es compañera de la realidad. Si queremos cambios realistas no podemos comenzar de cero, debemos dedicar tiempo y esfuerzo a rescatar lo bueno de lo que ya vivimos, lo que es fuerte porque es verdadero, como son los valores que sostienen nuestra identidad, como son las personas que, aún bajo peligro de los poderes que mueven los hilos de la mediocridad y el clientelismo, han sabido dar batalla en los espacios que tenían.

    Amigos, la revolución educativa que precisamos es la de poner de nuevo a la persona, en el centro de atención. Desplazar la lógica de los cuoteos, de las trabas por pichadura, de las manipulaciones ideológicas, y para ello faltamos los adultos, que debemos considerarnos en estado de alerta educativa. Ojo, no hablo de vivir «movilizados». Eso estuvo bien para llamar la atención, pero lo constructivo es activar la razón, poner en juego la experiencia, tener la valentía de dar hipótesis de vida a nuestros hijos. Lo primero, para iniciar la tarea, como dijo Benedicto XVI en su famosa carta del 2008 a la diócesis de Roma sobre la emergencia educativa: «No tengamos miedo».

    Me gusta

  16. Menos CAL y más cemento, menos parla y más laburo

    Mientras el Gobierno perifonea y alardea del programa de Becas Carlos Antonio López (CAL), para que brillantes estudiantes o profesionales se perfeccionen en las mejores universidades del exterior, gran parte de los escolares y colegiantes estudian en locales que se caen a pedazos (sin metáfora), con goteras o directamente en carpas o bajo árboles.

    Me cuesta entender esta forma de razonamiento; valoro la importancia de la formación y el perfeccionamiento en el exterior, pero no entiendo cómo se puede “dejar de lado los cimientos y mejorar el techo”. Llámenme bruto e ignorante, pero me parece que es poner la carreta delante de los bueyes. ¿No podríamos buscar también algo intermedio? Por ejemplo, contratar a brillantes profesores del exterior para que den cátedras, hacer teleconferencias y seguir, obviamente, con el programa de becas.

    Conocí el Colegio Vicepresidente Sánchez por el 2000 y algo. Me asustó el estado en el que se encontraba: paredes y techos notoriamente afectados por la humedad y el tiempo; los pisos, hundidos en algunos sectores, denotaban un evidente problema de cimientos. Hace dos años comenzaron su reparación, trabajo que hoy, cuando el lugar fue clausurado por el peligro de derrumbe, está a medio hacer. Si los estudiantes no se ponían firmes, las clases seguían, fue necesaria la presencia de profesionales del MEC y bomberos para corroborar lo evidente.

    Creo que hay que valorar en su justa medida lo que pasó la semana pasada: una gran crisis, que puede generar una gran oportunidad. Riera mostró cintura política para destrabar la situación (cualidad de la que obviamente Lafuente carecía). Sus próximos pasos deberían apuntar a rodearse de gente capaz e incuestionable en la parte de infraestructura y de educación, los dos puntos en los que su currículum y su trabajo anterior no muestran grandes destaques. Veremos si lo hace.

    13 mayo, 2016
    Por Sergio Etcheverry

    Me gusta

  17. Superar subcultura del “vai vai” con educación e intransigencia

    En momentos en que tanto se insiste en la capacitación de la mano de obra en nuestro país, sería más que oportuno reflexionar sobre el casi nulo aprecio que el paraguayo medio siente por la excelencia en su trabajo. Y no se toma como único ejemplo solamente a la manera torpe y desganada con que habitualmente realizan sus tareas cotidianas los funcionarios gubernamentales, esos pequeños burócratas indiferentes que deben atender y servir a las personas que acuden a sus oficinas y ventanillas, sino también a todos los demás oficios.
    Desde albañiles, pintores, carpinteros, electricistas, plomeros, herreros, jardineros, etc., etc., en la mayoría de los casos y salvo contadas excepciones, se limitan a cumplir con lo mínimamente necesario para que el resultado de su labor sea aceptado y remunerado. De la calidad técnica o estética de su obra le importa poco o nada; de la rapidez o economía de tiempo, menos. De la mala opinión que de ellos se forme el cliente o la persona atendida, menos que menos todavía.
    Para cualquier persona con educación y sensibilidad elementales, recorrer y contemplar nuestras ciudades, parques, rutas, caminos y lugares públicos en general, cursos de arroyos y hasta las avenidas por donde corren los raudales, las cosas pueden volverse intolerables, pues todo lo que se le presenta ante la vista está lleno de desorden, suciedad y desatención. Y este panorama dice mucho acerca de la personalidad de sus habitantes.
    El suelo cubierto de desechos, las plantas siempre descuidadas, los árboles sin podarse o sanitarse, atrofiados, plagados de parásitos, las columnas clavadas en cualquier lugar, los tendidos de conductores eléctricos que cuelgan de aquí y de allá como horribles telas de un sucio ñandutí. Además de las plazas oscuras, las veredas utilizadas como “showroom” comercial o estacionamiento, o clausuradas por materiales de construcción amontonados a comodidad de quien los arrojó allí; y así sucesivamente, en una lista larga que solo el lector tendrá tiempo de agotar.
    Los mismos vecinos que acumulan desechos pestilentes en las esquinas o baldíos de su vecindad después tienen la caradurez de indignarse contra la Municipalidad o contra quienes, según ellos, tienen que apresurarse a concurrir a limpiar lo que ensucian desaprensiva y negligentemente todos los días, en los mismos lugares.
    ¿Qué habría que hacer para cambiar tan deprimente condición cultural? La sola educación formal demuestra todos los días ser insuficiente; se le debe agregar el rigor de la sanción legal y el intransigente examen y requerimiento personal. Ningún chambón debería tener la posibilidad de sobrevivir en su ámbito profesional; ningún espacio público indigno debería ser habilitado o mantenido en tales condiciones, y sus usuarios no deberían concurrir a él.
    La subcultura del vaivai será definitivamente superada con educación, sanción e intransigencia. No más contentarse con la mediocridad. Aspirar a la excelencia y aplicar esta regla a uno mismo, primero, y a los demás, después. De lo contrario, continuaremos en medio de la suciedad, el desorden y lo insuficiente.

    Me gusta

  18. Los políticos ganan oxígeno

    La renuncia de Marta Lafuente y el encumbramiento de Enrique Riera en el Ministerio de Educación, tras una crisis estudiantil que desplazó del cargo a la ministra en tiempo récord, supuso un paso adelante y un punto positivo para la dirigencia partidaria en el gobierno de Horacio Cartes, cuya política fue evitar que los políticos controlen el Estado.

    Diógenes Martínez reemplazó a un militar en el Ministerio de Defensa; Juan Carlos Baruja, a un técnico en el Ministerio de Agricultura, y ahora apagó el incendio en Educación apelando a otro político.

    “En cuatro horas Riera resolvió el conflicto”, expresó off the récord un legislador cartista en tono triunfal para ratificar que el poder lo debe gestionar un político y no al revés como pretendía el presidente y que va comprendiendo a fuerza de crisis a meses de cumplir tres años de mandato.

    El oficialismo colorado nunca comulgó con Cartes esa visión de “despolitizar” la gestión de Estado, pero tuvo que tragarse el sapo no solo porque el empresario logró el retorno al poder a la ANR, sino porque él les había alertado de que no estaban en sus planes. Los colorados pensaron que era un mero discurso.

    Por eso la designación de Riera en Educación fue aplaudida por toda la clase política, colorados y opositores. Porque si bien la tecnocracia adquiere valor y supremacía cuando la política se degrada por su corrupción e ineficiencia, en las turbulencias el político aparece y muestra su pericia como el mejor timonel para capear tormentas y llegar a puerto seguro.

    Y no se puede negar que eso ha sucedido en el MEC.

    La tecnocracia versus la política o la política versus la tecnocracia es un debate interminable en la política. Lo cierto es que uno aparece cuando el otro está debilitado. Pocos han logrado amalgamar ambos perfiles para lograr una gestión eficiente, transparente y medianamente honesta.

    TEJIENDO FUTURO. La inclusión de Riera, o de un político en el Gabinete de Cartes, marca un rumbo en cuanto a lo poco que le queda al presidente en materia de gobierno. En agosto cumple tres años y los dos restantes serán devorados por la agenda electoral.

    El año que viene le queda para mostrar las obras de su gobierno y lo que más se teme en el Gabinete es repetir el error de Arnaldo Samaniego; que en el afán de hacer obras al final de su mandato para demostrar eficiencia, se empantanó en su plan: las constructoras no terminaron a tiempo y el malhumor social empeoró con el caos vehicular. En este punto, la gestión del MOPC tiene una fuerte carga política.

    LA SUCESIÓN. La pelea por el 2018 se juega aún entre sombras. El único con la agenda clara es Mario Abdo Benítez que va cargando la tinta de su discurso contra el presidente, a quien acusó días pasados de operar en el Congreso contra el impuesto al tabaco. Esto se sabía, pero que lo diga el titular del Poder Legislativo tiene otro valor: “Se operó fuertemente (contra el impuesto al tabaco). Cuando hay intereses atrás, para no llegar ni siquiera al 20%, que igual sigue siendo el más bajo de la región”, disparó al talón presidencial.

    En las filas oficialistas hay inquietud por el silencio de Cartes que no ha decidido su futuro político. Estiman que setiembre es el plazo para que se defina. La reelección está en la agenda del ultracartismo, pero con signos de inanición. La disidencia –liderada por Marito– ya bajó líneas en contra. Además, los colorados temen abrir esa compuerta que habilitará a Fernando Lugo. “Vamos a gastar mucha plata en la reelección para que Lugo gane?”, respondió en tono de pregunta un pragmático dirigente colorado.

    En la oposición tampoco hay mucha claridad. En el PLRA, Efraín Alegre pretende ganar la presidencia partidaria para apuntalar su candidatura. El llanismo parece inclinarse por el gobernador Blas Lanzoni.

    La izquierda pone sus fichas en Lugo, pero si no se levanta la traba constitucional estarán en graves problemas. Para colmo, la reconfiguración regional con la caída del PT del poder en Brasil, el mejor aliado que tiene el ex obispo, y la crisis en Venezuela golpea las bases de la izquierda como opción de poder.

    La figura de un outsider, una fórmula con éxito rotundo en las dos últimas elecciones presidenciales, está en la mesa de análisis no solamente de la oposición, sino también en la ANR.

    Las fichas empiezan a moverse. La expectativa se centra en la jugada que hará Cartes porque será clave para el tablero político.

    Por Estela Ruíz Díaz

    Me gusta

Deja un comentario