Estudiantes de la media y el MEC deben volver al diálogo

Un valioso instrumento para el cambio a nivel educativo es el diálogo instaurado entre los alumnos de la enseñanza media y el Gobierno, a través del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Ese canal por el que se tienen que plantear los problemas y buscar soluciones consensuadas, sin embargo, ha quedado interrumpido debido a desentendimientos entre las partes. Esa es una situación que debe ser revertida a través de una negociación en la que primen la racionalidad y la buena fe de los que ponen sus cartas sobre la mesa para que sean discutidas, no impuestas. Sería lamentable que el proceso que se inició tan madura y equilibradamente, con un amplio apoyo ciudadano a las reivindicaciones de los estudiantes secundarios, se trunque de entrada cuando se necesita sumar esfuerzos e inteligencia para dar cuerpo a un proyecto vital para la sociedad paraguaya.

El diálogo es la herramienta más valiosa que posee una sociedad para superar dificultades, consensuar líneas de pensamiento y de acción y crecer buscando el bienestar general. Asimismo, es la más difícil de utilizar correctamente porque en las conversaciones aparecen con frecuencia elementos extraños, sentimientos encontrados e incluso afán de manipulación que constituyen interferencias en el proceso de comunicación.

Lo más fácil en un intercambio entre sectores de la sociedad, en los que cada uno de ellos detenta una cuota de poder que entra en juego, es hacer concesiones en beneficio del bien común que se persigue como interés superior.

Las posturas intransigentes en las que el Gobierno o los estudiantes consideren que sus puntos de vista son los que tienen que prevalecer por encima de todo, incluso de la racionalidad, son las que podrían hacer imposible el diálogo. De ese modo, los avances quedarían truncos y los frutos que pudieran recogerse más adelante quedarían solo a nivel de aspiraciones truncas.

Mirando la escena que motivó el retiro del diálogo por parte de los estudiantes y el llamado posterior a un paro, el obstáculo surgido no es tan grave como para cerrar la posibilidad de sentarse nuevamente a conversar.

La ministra Marta Lafuente dijo que no podía firmar actas de cuyo contenido se había enterado en el momento de la reunión con los 10 representantes de los alumnos de la media y hacerse responsable de compromisos que posteriormente podrían no ser cumplidos.

Los estudiantes no lo entendieron de ese modo y decidieron abandonar la instancia de diálogo vigente. Con esto el panorama cambia y el escenario se vuelve diferente. El mismo, sin embargo, no debería convertirse en ningún momento en espacio de enfrentamiento porque a través de ese mecanismo incluso los aspectos compartidos tienden a desaparecer y se radicalizan las posturas.

Más que de fondo, la discrepancia es de forma. El Gobierno no puede oponerse al planteamiento de los estudiantes de elevar razonablemente el porcentaje de inversión del PIB en educación hasta alcanzar la base ideal del 7 por ciento, que los kits escolares lleguen a destino como máximo al 30 de marzo y otros planteamientos puntuales.

Si bien los estudiantes requieren una respuesta positiva inmediata a sus requerimientos, esto no siempre es factible. Lo es sí que la tengan en un plazo razonable y establecido. Lo importante es evitar el riesgo de que en unos meses más todo quede en la nada de nuevo, como ha sucedido ya.

Ante la incómoda realidad que abre una grieta en la comunicación Gobierno-estudiantes, es necesario que ambas partes hagan lo necesario –de manera urgente– para restablecer el vínculo cortado. El camino institucional para solucionar los problemas de la educación es el diálogo. Romperlo es una manera de retrasar y agravar las soluciones graduales que puedan lograrse.

http://www.ultimahora.com/estudiantes-la-media-y-el-mec-deben-volver-al-dialogo-n935108.html

9 comentarios en “Estudiantes de la media y el MEC deben volver al diálogo”

  1. DEFRAUDAR LA CONFIANZA
    Andrés Granje
    La Ministra de Educación Martha Lafuente se negó a firmar un acta de compromiso con los jóvenes estudiantes secundarios que acudieron en su despacho en representación de los demás estudiantes que marcharon la semana pasada y luego se concentraron en la plaza del congreso proponiendo una mejor calidad de la educación en nuestro país, alega que hay decisiones que no pasa por su secretaría de estado como el pedido de los estudiantes de destinar el 7 % del producto interno bruto a la educación como sugiere la Unesco a los países miembros. Esta situación generó la reacción de los estudiantes que se retiraron del despacho de la Ministra porque entiende que les quiere ningunear, es decir no tratarlos con la seriedad que el tema presentado requiere.
    Es verdad que la Ministra no puede firmar un documento en donde se comprometa a puntos que tienen que ser estudiado por el equipo económico nacional y luego debatido en ambas cámaras del congreso de la nación. Sin embargo nada le impide a la ministra dejar sentado en el acta que acompaña este pedido y que pondrá todo su empeño para lograr que este anhelo de mucha gente en este país que es lograr mayor presupuesto para la educación llegue a feliz destino. Indudablemente la ministra debe como educadora y funcionaria del Ministerio de tantos años ambicionar esto para la educación y en nada le puede perjudicar firmar un documento con ese tenor, lo que hubiera elevado la estima del alumnado sobre sus buenas intenciones y se hubiera ganado la confianza del estudiantado.
    Sin embargo la Ministra al igual que otras autoridades nacionales siguen sin entender el momento augural que transita nuestro país, donde los jóvenes demuestran una actitud adulta y patriota en beneficio de la sociedad, donde asume el rol que desde hace tiempo se esperaba de los jóvenes y en especial de los docentes universitarios y de la secundaria que tibiamente primero y con mayor convicción luego se suman a las protestas y acompañan este deseo de los estudiantes de tener una mejor educación. La Ministra Lafuente con un exceso de autoritarismo se ciñe a las reglas sin pensar que el tiempo es otro y que los jóvenes ya no actúan como los borregos de antes que acataban las directrices de las autoridades a pies juntillas, ahora discuten, debaten y luego sientan posturas, como debe ser.
    La ciudadanía es consciente de este admirable cambio en la actitud de los jóvenes, que no es otra cosa que la fermentación de sentimientos e ideas que se fueron acumulando en años de ver la impudicia como se maneja las cosas públicas en el país, en ver los robos y despojos increíbles que la grosera corrupción genera, creando nuevos millonarios de la noche a la mañana, en perjuicio de cuestiones elementales para nuestra república como la salud y la educación, amén de otros ítems también importante como las obras viales, la reforma agraria con una mejor distribución de las riquezas, generación de empleos, mejorar la seguridad, entre tantos puntos que son fundamentales para el progreso y el desarrollo de la nación guaraní.

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  2. ¡Y VAMOS POR LA SEGUNDA!

    Somos el país del “no me acuerdo” y del “no sé”. Como remedio de lo primero estamos los viejos –¡tantas veces denostados!– para recordar cosas que son importantes y que ya se han olvidado. Por ejemplo, es necesario recordar que la actual ministra de Educación, Marta Lafuente, la misma que recibió a los alumnos que protestaban repartiéndoles flores, porque era lo único que estaba dispuesta a dar, es la misma que en la época de la ministra Blanca Ovelar, en los primeros años de la década pesada, comandó la reforma educativa. Es la misma persona que hoy reconoce que dicha reforma no funcionó y es necesario hacer una nueva. La primera pregunta ¿es gratis esta nueva reforma? La segunda pregunta ¿fue gratis la primera?

    En aquellos años yo estaba viviendo todavía en Asunción y llegaron a mis manos los programas de estudio elaborados por esa reforma. Si los calificara como “disparate”, estaría siendo injustamente benévolo con lo que se pretendía hacer y que se terminó haciendo. Escribí entonces una serie de artículos que concluyeron con una reunión con la ministra Ovelar, con Marta Lafuente, responsable de la oficina de la reforma y gente de su equipo. La reunión comenzó alrededor de las seis de la tarde y se prolongó hasta la medianoche.

    En aquellos programas había grados escolares que tenían hasta 18 y 19 materias. Si se tienen seis clases diarias de lunes a viernes, son 30 por semana lo que significa que de esas 18 materias se den 0.6 veces por semana lo que excluye toda posibilidad de dar dos o tres veces, semanalmente, aquellas materias que necesitan un tratamiento intenso como matemáticas y lenguaje para hablar de las esenciales. Si se dan tres veces cada una de ellas, para el resto ya no queda nada. En aquella reunión me dijeron que había materias que se darían una vez cada quince días, lo que es ridículo, pues en ese tiempo los alumnos perderían, fácilmente, el hilo de lo que se está desarrollando.

    Aquí no termina la historia. Había programas que contemplaban la necesidad de que los alumnos ¡escribieran una ópera! Esto quiere decir que debían escribir el argumento, luego el libreto, los textos, la música y finalmente: ¡interpretarla! ¿Miento? Es una pena que aquellos programas se quedaron encajonados con mis libros en Asunción; programas que Marta Lafuente estaba sumamente interesada en saber, sin ningún disimulo, cómo había conseguido. Y seguirá sin saberlo.

    Después me vine a España y me despreocupé del tema, con la seguridad que tales programas no se iban a aplicar debido a las críticas que se le estaban haciendo (no era yo el único) y ante el interés que demostró Blanca Ovelar por todos aquellos cuestionamientos. Me dijeron que esos mismos programas fueron los que se aplicaron dentro de la famosa “reforma educativa” que ahora descubren que “no funcionó”. Pero si ya se lo dijo hace más de diez años. Más grave aún: la misma gente que gestó este bochornoso fracaso es la que se dispone a realizar un nuevo intento. En cualquier país serio, los responsables de un descalabro como este, renuncian, o son destituidos, pero nunca más podrán poner las manos sobre la materia que cometieron tan grave error y del que fueron víctimas miles de niños; un error que no podrá ser ya remediado. Acabo de leer que los alumnos del colegio Cristo Rey se retiraron de la mesa de negociaciones con el Ministerio de Educación, pues piensan que están siendo ninguneados. Y lo seguirán siendo, porque allí pusieron al zorro a cuidar del gallinero.

    Por Jesús Ruiz Nestosa

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/y-vamos-por-la-segunda-1413170.html

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  3. Viento fresco

    Por Juan Augusto Roa

    Las manifestaciones iniciadas esta semana por estudiantes de colegios secundarios de Encarnación son un buen indicio de que los fantasmas del conformismo, la comodidad y el miedo se están alejando de las aulas. La impronta es que los jóvenes se organicen con la única preocupación de hacer alguna olimpiada o elección de reina, y, como máxima expresión de creatividad y “progresismo”, por ahí a alguno se le ocurre pedir “becas” de estudio, desconociendo que la educación es una responsabilidad del Estado.

    Astutamente, desde ciertos ámbitos de poder este tipo de actividades siempre tuvo el entusiasta y decidido apoyo, pues mientras los jóvenes sigan en el “vyrorei”, no tendrán en sus narices el tan temido “lío”, como está ocurriendo ahora.

    Convengamos que el esparcimiento y lo lúdico son importantes para la formación integral de la persona. Pero, hacer de la frivolidad y la superficialidad el motivo de vida, olvidando cuestiones de fondo, no es un indicio de que estamos ante una juventud sana, despierta, crítica.

    De repente, y para angustia de los retrógrados, cuestiones como calidad educativa, honestidad, fin de la corrupción, se han convertido en consignas enarboladas en carteles, pancartas y cánticos que ganan calles y plazas. Y una cuestión no menor es que estos jóvenes tienen el acompañamiento de sus profesores y padres.

    Una expresión muy difundida en nuestro país es que no vamos a cambiar, que vamos a seguir “per sécula” como una sociedad conformista, timorata, autoritaria, antidemocrática. Creo, sin embargo, que el salto evolutivo para avanzar en la construcción de una sociedad justa y democrática está llegando, y de la mano de estos jóvenes que decidieron romper la comodidad y asumir que también son actores y no meros espectadores en la construcción de esa sociedad.

    Que esta “primavera democrática” que comenzó en Asunción y se va expandiendo a todos los rincones del país, no sea cooptada ni decaiga ante la indudable reacción de los astutos de siempre, que agazapados esperan que “pase el peligro”. Esperemos que este “viento fresco” que sopla en Paraguay termine por barrer con la lacra que, como el yatebú, sigue aferrada a su víctima: nuestro país.

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  4. Los informes del Foro Económico Mundial son devastadores sobre la educación paraguaya. Estamos a dos lugares de ser el país con peor desempeño en primaria y muy cerca de los últimos lugares en secundaria y universidad en el orbe. Esto viene ocurriendo de manera sostenida desde el 2006, año en que un ex presidente y anteriormente dos veces ministro de Educación, gobernaba este país y exhibía la carta de felicitación del BID (el principal espónsor de los planes de reforma educativa del país) y no contento con eso, lanzaba a su exitosa ministra de Educación, Blanca Ovelar, a la conquista de la presidencia de la República. La principal ladera de la actual senadora es la ahora ministra de Educación: Martha Lafuente. En ese momento estábamos en el puesto 120 y en caída libre. Hoy estamos en el puesto 138 entre 140 naciones encuestadas en el mundo. Y a nadie se le mueve un pelo.
    Cuando se les cuestiona a los administradores anteriores, son los primeros en demostrar susto y rostros de tragedia. El cinismo se apoderó de ellos y nadie tiene un ápice de vergüenza para reconocer el fracaso. Esa generación de mal educados es la que hoy sale a las calles y pide limpiar la universidad reconociendo el fracaso de una instrucción orientada al precipicio.
    Los chicos de secundaria ya saben lo que les espera y por eso se sentaron primero, rechazaron las flores después y no se contentan con promesas. Ellos ya conocen lo que les espera si esto no mejora de manera drástica, rápida y pronta. Saben que pasar de grado sin saber leer ni escribir, se los cobrarán cuando quieran conseguir un empleo y sean incapaces de presentarse mínimamente. O que si reciben una formación mediocre como hasta ahora, los peores apoyados por los políticos desalmados tendrán mejores salarios que ellos. Saben que la educación que reciben no sirve y por eso un ascensorista del Congreso puede llegar a ganar 16 millones de guaraníes sin ruborizarse.
    Los docentes temen las grandes reformas porque muchos de ellos podrán terminar con una jubilación anticipada y no pueden entender por qué padecemos todos de los políticos que tenemos. Edúcalos o padécelos tiene exacta correspondencia con lo que vivimos.
    Este es el momento del shock educativo. Si no aprovechamos esta ola, lo que nos espera es todavía peor.
    Contentarse con cambiar a unas cuantas cabezas putrefactas es el comienzo, pero quedarse en eso es una tontería.
    Hay que cambiar el sistema que produce este tipo de resultados.
    La educación que tenemos es para un tiempo que ya no existe y si se hubiera planteado antes, los resultados serían peores. Suerte que la mejor generación del Paraguay se educó con pizarra y dictados; de lo contrario, no hubiéramos tenido Eligio Ayala, Blas Garay, Ignacio A. Pane, José Félix Estigarribia, Manuel Ortiz Guerrero, Delfín Chamorro o Ramón I. Cardozo.
    138 en el ránking y entre los tres peores sistemas educativos del mundo, debería sacudirnos a todos, a pesar del tozudo y decidido esfuerzo del MEC de ser los coleros y aplazados mundiales.
    Lo están por conseguir: ¡estamos a dos lugares!

    Por Benjamín Fernández Bogado –

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  5. Y vos, ¿cuántos libros llevás leídos este año?

    Por Adrián Cattivelli

    Recuerdo una conversación ocasional que mantuve hace un par de años con un estudiante de los primeros cursos de la carrera de Periodismo. «A mí no me gusta leer –me decía, no sin cierto desenfado–: Yo quiero ser periodista de televisión». Enmudecí de manera instantánea. Perplejo, pensé: «Este muchacho se equivocó de carrera».

    Un periodista que no lee, desinteresado de su formación –no digamos ya profesional sino humana–, es un cuerpo sin alma. Es un ciudadano incapaz de entender lo que acontece a su alrededor y lo que le sucede a sí mismo.

    Porque, ¿qué llevó al más grande escritor de todos los tiempos, Jorge Luis Borges, a declarar: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído?».

    Evidentemente, el hecho de que es absolutamente imposible comprender el mundo en el que vivimos, la realidad que nos circunda sin capacidad de abstracción, y eso, como bien lo dejó escrito el italiano Giovanni Sartori, en su libro Homo videns. La sociedad teledirigida, solo se consigue mediante la lectura.

    Es más: Emil Michel Cioran, el filósofo maldito, el más iconoclasta de cuantos ha conocido Francia, escribió: «No hay que leer para comprender a los demás, sino para comprenderse a sí mismo».

    Desafortunadamente, la lectura no es una de nuestras obsesiones nacionales ni mucho menos. Tal vez eso explique cómo un individuo de la mediocridad intelectual de Alfredo Stroessner haya podido gobernar el país con mano de hierro durante 34 años. También ayudaría a comprender las razones por las cuales una clase política de baja estofa haya podido dominar la vida pública de los años que siguieron al derrocamiento del basto tirano. O el motivo por el cual personajes de opereta estaban –algunos continúan estando– al frente de la universidad pública.

    Por eso es necesario leer; porque un pueblo instruido, formado, capaz de interpretar los fenómenos que transcurren en su entorno directo e indirecto, es apto para discernir las reformas que deben ser operadas a fin de hacer emerger una nueva sociedad.

    Es oportuna y trascendente entonces la pregunta: Y vos, ¿cuántos libros leíste este año? Sobre todo si sos padre de familia, si ocupás una posición destacada en el ámbito profesional, si pretendés liderar los cambios que tan insistentemente reclamás.

    Y si no leíste ninguno o apenas uno o dos, no te desanimes, todavía estás a tiempo. El libro, ese fascinante instrumento del cambio y de la superación personal, te espera.

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  6. Educación y autoritarismo: Buscar el tiempo perdido
    Educación y autoritarismo: Buscar el tiempo perdido

    Por Blas Brítez –

    Mientras leía las memorias del escritor británico Christopher Hitchens, Hitch-22, recordé cuán desagradable fue para mí la educación secundaria. La mayoría recuerda el periodo colegial con nostalgia y orgullo de pertenecer a algo no demasiado bien definido, pero que parece ser sinónimo de diversión y amistad. Me parece que ello no tiene nada que ver con el colegio, sino con la simple y hermosa empatía juvenil.

    Esa época estaba marcada por la violencia. Por la instauración de una cultura que violenta la diferencia y el disenso. Se trataba de una violencia simbólica, pero que también llegó a ser física llegado el momento. El colegio fue, en los años 90, la llegada de la arbitrariedad institucionalizada: una disciplina machista y con fuerte dosis de militarismo, un ambiente intolerante y avasallador para matrices de pensamiento que no fueran las religiosas y coloradas, la puesta en práctica del prejuicio y la calumnia cuando se trataba de alguien que planteara una manera distinta de ver las cosas, el ejercicio nefasto de la delación como un valor «humano», un laborioso empeño por generar miedo: miedo a la autoridad, miedo a la independencia, miedo a la imaginación. Rebelarse ante la diseminación sistemática de ese miedo fue, tal vez, lo rescatable de esa etapa.

    Hitchens, a pesar de que habla incluso de violaciones sistemáticas en los colegios de herencia victoriana en la Inglaterra de los años 50, insiste con ardor en decir que aquello no era fascismo, que a pesar de los «excesos» había que agradecer que fueran eso: «excesos». Siento que él trataba de liberar a Gran Bretaña de esa herencia incómoda que los británicos suelen creer que es un exclusivo invento ítalo-alemán. Disiento con él: ellos improvisaron un fascismo avan-la-lettre en el ámbito cerrado de sus colegios (que artistas como James Joyce y Roger Waters reflejan en sus obras); los paraguayos hicieron alarde de la rama stronista de esa educación autoritaria, para mayor sufrimiento de miles de adolescentes y jóvenes. Llegué a creer que son la escuela y el colegio secundario las esferas que mejor se dedican a la perpetuación del autoritarismo como cultura.

    Siento que luego de veinte años, el contexto (a instancias de la organización y la presión de los estudiantes, sobre todo) ha cambiado un poco, aunque sigo escuchando casos parecidos a los de mi tiempo. Aun así, cuando escucho hablar a un o una estudiante del secundario sobre derechos y rebeldías necesarias, siento unas secretas y feroces ganas de tener su edad y militar por una educación de calidad con él o ella en algún colegio, el que fuere, a la búsqueda del tiempo perdido.

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  7. Cachetada infanto-juvenil estudiantil-universitaria

    by Telmo Ibáñez

    Todo docente criterioso reconoce el gran cúmulo de conocimientos que adquiere en cada desarrollo de actividades áulicas que éste realiza si pone en práctica su experiencia. Hoy en día el maestro o simple facilitador de contenidos si aprovecha la gran variedad de informaciones que acumulan los estudiantes, es el primer gran beneficiado al actualizarse gratuitamente de las últimas novedades que éstos investigan con apoyo de la tecnología.

    Pero la mejor lección que hoy dan los jóvenes, adolescentes y hasta niños entre universitarios y estudiantes consiste en la reacción ante las atrocidades que por años y hasta siglos nos han sometido nuestros dirigentes políticos, abusando a diestra y siniestra de los que consideraban más débiles, en este orden, niños, jóvenes y mujeres, así como los demás miembros de la sociedad paraguaya.

    Así como en el ´88, la motivación del Santo Padre, Juan Pablo II, fue suficiente para tumbar una terrible dictadura, esta vez el estímulo espiritual provino del Papa Francisco, gran conocedor y admirador del valor de los niños, jóvenes y principalmente de la mujer paraguaya para iluminar y abrir el sendero que conduce al fin de la ignorancia, con unas palabras claves, «hagan lío, pero organizadamente».

    Por algo los jóvenes universitarios, hoy en día apoyados por adolescentes y hasta niños de los colegios y escuelas cuestionan hasta a la ministra de educación, Marta Lafuente, sus directores y maestros. Ya renunciaron el mismísimo rector de la Universidad Nacional de Asunción, la mayoría de sus decanos y directores de filiales, intervinieron los fiscales y hasta como corresponde por los indicios los responsables guardan reclusión.

    Es apenas una parte de la lucha, que no debe parar hasta conseguir una profunda reforma en la calidad de la educación, el verdadero y principio de los males que soporta nuestro país. Cuando nos quejamos de la baja calidad de las construcciones como la que se vino abajo sobre los escolares de Lambaré, la negligencia médica que ha causado tantas muertes y errores hasta informáticos con una precisión científica como matemática en otros países, no debemos olvidar que estos profesionales tienen una base mediocre.

    La clase política dominante puede muchas veces actuar de agrede para formar o deformar la educación, al punto de producir mediocres para seguir haciendo de las suyas en un país vilipendiado, saqueado, martirizado, sin autoestima ni optimismo a la pesca de las sobras de nuestros países vecinos de los que hasta hace poco tiempo nos burlábamos en juegos infantiles.

    No debemos olvidar que la globalización ya está ocasionando desde hace un buen tiempo la invasión de profesionales en los medios masivos de comunicación, llegando igualmente a las instituciones de enseñanza, así como importantes empresas de servicios, industrias y en menor escala en el sector primario. Con el nivel o calidad de nuestra educación poca ventaja podremos sacar en una competencia por méritos y aptitudes.

    De aquí la gran importancia que tiene el tema discutido a nivel estudiantil, la calidad de la educación, que requiere de profundas reformas a partir de la enseñanza inicial, arrancando con la inclusión del idioma Inglés como el Guaraní, así como la Informática si pretendemos competir en el Mercado Común del Sur (Mercosur), también en otras regiones que requieren de nuestra competencia.

    Solo dando énfasis a una educación de calidad, se podrán expulsar definitivamente a las autoridades corruptas y docentes que no tengan vocación, que solo se presentan para cumplir horario o figurar en planillas y recibir jugosos salarios como viáticos. Ahí sí, solo tendrán lugar los mejores y los más capaces en post de un país que apunte a un nuevo rumbo.

    Es apenas el inicio de una titánica lucha, parte de la gran cachetada infanto-juvenil y estudiantil a una sociedad sumisa, complaciente, conformista y hasta pesimista hacia un país que se merece convertir en un verdadero paraíso utilizando inteligentemente los recursos naturales que brinda en particular la mesopotomia de los ríos Paraná y Paraguay.

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  8. Jefe de Estado reafirma compromiso de lograr una educación de calidad
    10 de octubre de 2015 a las 8:14
    El presidente de la República, Horacio Cartes, emitió un mensaje a los estudiantes este viernes, donde reafirmó el compromiso “personal y del gobierno” de lograr una educación de calidad. Asimismo valoró “el despertar de los jóvenes”, quienes buscan erradicar la corrupción y lograr la transparencia. El mensaje del mandatario expresa cuanto sigue:

    Como presidente, y más aún como padre, celebro el entusiasmo de los jóvenes que unieron sus voces en busca de la transparencia, el combate a la corrupción y una educación de calidad con equidad.

    Me enorgullece mucho ver a aquellos jóvenes que asumen con seriedad estas movilizaciones, ya que con sus acciones nos comprometen aún más a luchar por un país mejor. Fue también de gran satisfacción reunirme con los estudiantes secundarios, y poder conversar, abierta y sinceramente con ellos, y escuchar sus inquietudes, así como me gusta conversar con mis hijos.

    Me dirijo a ustedes, queridos estudiantes y jóvenes paraguayos, para reafirmar mi compromiso personal y del gobierno. Les aseguro que estamos trabajando arduamente para cambiar la historia de la educación.

    Desde el inicio de nuestro gobierno, nos hemos ocupado de ordenar la casa y administrar los recursos disponibles, para atender las necesidades acumuladas, carencias creadas por décadas de corrupción y abandono en nuestro país.El año pasado, el Ministerio de Educación presentó una Agenda Educativa 2014-2018 con objetivos concretos y la meta de incrementar progresivamente la inversión en educación, hasta llegar a por lo menos el 6,4% en el 2018. Ese es nuestro compromiso con todos ustedes y lo vamos a cumplir.

    Tenemos también contemplados otros objetivos importantes como el aumento de recursos para mejorar la infraestructura de las escuelas, y estamos invitando a que, la próxima semana, Dios mediante, iniciamos las conversaciones, con ustedes jóvenes, para tratar la modificación de la Ley de FONACIDE, y presentar nuestra propuesta al Congreso Nacional, junto con la modificación a la Ley del Boleto Estudiantil.

    Y además, creamos el sistema de Desarrollo Infantil Temprano y Educación Inicial. Porque cuando un niño inicia su educación desde pequeño, tiene mayor posibilidad de continuar sus estudios por más años y tiene mucho mayor probabilidad de tener éxito en el futuro. Eso es exactamente lo que buscamos con nuestros esfuerzos: que todos los niños y jóvenes paraguayos puedan tener más oportunidades y un futuro próspero.Escuchamos las voces de los jóvenes dispuestos a trabajar en equipo, y estamos desarrollando las mesas de trabajo para avanzar proyectos específicos con los ministerios pertinentes. Estas acciones reflejan nuestra seriedad y compromiso con los estudiantes, los maestros y la sociedad.Quiero recordarles a los que me escuchan,que la Educación es responsabilidad de todos. No solo de los docentes y de los estudiantes, sino también de los padres de familia, los administradores, los servidores públicos, los tres poderes delestado y la población en general. Este es un partido que hay que jugarlo entre todos. Juguemos en equipo, sudemos la camiseta para mejorar la calidad y el acceso de la educación.

    Aquellos que exigen la firma de un documento, les recuerdo que por encima de cualquier papel, está mi juramento del 15 de agosto del 2013 de servir a todos, y lo reafirmo en este momento.

    Tenemos mucho por hacer. Sigamos avanzando juntos en el diálogo, buscando soluciones y cumpliendo metas, con tolerancia y respeto mutuo.

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  9. Derrumbar la corrupción

    Dos noticias que aparentemente no guardan relación entre sí ocuparon espacio en los medios de comunicación en los últimos días. La primera es el derrumbe del techo de otras dos instituciones educativas públicas. En el tradicional colegio Juan R. Dahlquist hubo un desprendimiento de la parte superior de la construcción y la biblioteca de una escuela de Misiones quedó sin techo al venirse abajo las tejas y maderas.

    Estos hechos vienen a sumarse a lo ocurrido en el Colegio Nacional de Lambaré, donde el desplome del techo de un aula derivó en lesiones y heridas –por fortuna no de mayor consideración– de varios estudiantes. La situación de estos locales escolares tiene que ver naturalmente con la escasez de fondos para la educación, pero se vincula sobre todo a la negligente gestión de los recursos y a la corrupción.

    Materiales de pésima calidad, trabajos hechos a los apuros y sin el menor control ni verificación, autoridades y funcionarios que hacen la vista gorda y un sinfín de maniobras orientadas a sobrefacturar las obras y arrebatarle hasta la última moneda posible al Estado y a la educación.

    Se trata en cierta forma de una conspiración de la que participan muchos cómplices: desde el alto funcionario que maquina y ejecuta la operación hasta el contratista que se presta al turbio negocio. Una conspiración contra el futuro de nuestra nación. Lo más lamentable de esta situación es que el soborno, el tráfico de influencias y una amplia variedad de irregularidades son conductas asumidas culturalmente como inevitables y hasta necesarias para el funcionamiento de las instituciones.

    El combate eficaz y definitivo a la corrupción en el sector público es claramente la mayor tarea pendiente de la clase política paraguaya. Cambian los dirigentes en el poder, los partidos en el gobierno y van pasando las gestiones y administraciones sin que se logren avances radicales y profundos para extirpar este verdadero cáncer de nuestra sociedad.

    El modelo clientelista y prebendario subsiste desde hace décadas en el Estado, que no fue capaz de llevar ante la Justicia a los mayores corruptos. Las investigaciones y los procesos abiertos –con frecuencia sin la suficiente consistencia, investigación y preparación– por el Ministerio Público acabaron por naufragar ante un Poder Judicial deteriorado por la venalidad. La ciudadanía asiste entonces a la ostentación impúdica de los ladrones de las riquezas obtenidas en su fructífero paso por cualquier repartición pública.

    Esto se conecta con la segunda noticia a la que se hacía referencia al inicio de la presente reflexión. Es la elección del nuevo contralor general de la República, un cargo crucial en el combate a la corrupción. Esta institución salió muy golpeada luego del descubrimiento de irregularidades flagrantes y con ribetes escandalosos y que involucraban a sus más altas autoridades.

    Esta es la oportunidad de dar un golpe de timón en la Contraloría otorgándole la responsabilidad a una persona de antecedentes intachables, con aplomo, carácter y con solvencia técnica, más allá de su filiación partidaria. Un contralor que emprenda de inmediato un profundo saneamiento en la entidad y que trabaje de cerca con el Ministerio Público en la identificación y persecución de los corruptos.

    La designación de la persona adecuada puede ser un paso importante hacia el objetivo de desterrar algún día la corrupción y, con ello, construir escuelas y colegios sólidos y bien equipados para albergar a nuestros niños y jóvenes.

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