El dinero de Fonacide es positivo, pero insuficiente

La rápida aprobación por el Congreso de la Ley del Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) daría la impresión de que existiría la voluntad para invertir en nuestro desarrollo. Pues al blindar el uso del dinero que se recibe por la cesión de la energía de Itaipú -a través del sistema de fideicomiso- en educación, infraestructura, salud y financiamiento para el desarrollo, se estaría condicionando positivamente la inversión pública.

Con ser importante este paso, todavía el Estado tiene que invertir mucho más en educación e infraestructura, además de las otras áreas señaladas. Igual compromiso se requiere de la sociedad civil. Y para optimizar y avanzar hacia la eficiencia, hará falta complementar racionalmente la ley.

La sanción por el Congreso de la Ley que crea el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) renueva la expectativa de que el total del dinero percibido por la cesión de la energía de Itaipú sería bien empleado.

La asignación del 30% -unos 105 millones de dólares, más los que específicamente las municipalidades están obligadas a dar a infraestructura educativa- al área de la educación es la que mayor apoyo ha concitado, ya que permitirá ampliar la inversión en ese importante campo. Ampliación que, sin embargo, es todavía insuficiente para mejorar la calidad y la equidad de la educación en nuestro país.

La Unesco viene insistiendo ya hace más de una década en que el Paraguay debe invertir un mínimo del 7% de su producto interno bruto (PIB) en educación. Desde hace unos años nos estancamos en alrededor de 4%, y con esto del «blindaje» se aumentará ese porcentaje.

Lo positivo de esta ley en el área educativa es la determinación de que no se usará en gastos corrientes, sino en inversión. Ello es necesario para ampliar y modernizar la infraestructura y el equipamiento del sistema escolar.

También pretende mejorar la formación docente, que requiere mayor financiamiento, pero sobre todo excelencia académica.

Idéntica exigencia es la que compete a las investigaciones. La ley prevé también inversión en esas tareas complejas relacionadas con la ciencia y la tecnología. Y en las que el Paraguay aparece como uno de los países más atrasados en la región.

Ambas demarcaciones del conocimiento científico están postergadas en el país. Y para salir de esta situación resulta indispensable mayor inversión, pero también la adecuación racional. Y eso va más allá de la administración, la que por una cuestión tecnocrática releva siempre a las ciencias sociales. De ser así, seguiremos con los escasos conocimientos sobre la realidad social del país, además dominados por la mediocridad. Y sin este correlato, las investigaciones que se produzcan bien podrían profundizar las desigualdades.

A esta altura ya hay certeza de que solo con la educación no se sale del subdesarrollo. Y en ese sentido la normativa de invertir asimismo en obras de infraestructura es acertada. Pues al tiempo de mejorar la conectividad y el urbanismo, se ampliará la ocupación, creándose mayores fuentes de trabajo. Pero igualmente en este ámbito hace falta mayor inversión.

Al considerar conveniente esta ley, hay que agregar la necesidad de reglamentarla o complementarla para superar generalidades y asimetrías posibles. Pero especialmente tiene que enfatizarse que con ella no se libera la sociedad civil de invertir en educación. Y de su responsabilidad de contribuir a la equidad, puesto que las inversiones deben promover la movilidad social.

Una cuestión interesadamente relegada en nuestro país.

http://www.ultimahora.com/notas/563179-El-dinero-de-Fonacide-es-positivo,-pero-insuficiente

12 comentarios en “El dinero de Fonacide es positivo, pero insuficiente”

  1. Lo siento por su cómodo trasero

    Ahora que el fondo para la educación y la investigación ya es un hecho, que habrá 50 millones de dólares por año para invertir en investigación científica y becas universitarias y de posgrado, que municipios y gobernaciones tendrán 80 millones de dólares anuales para reparar escuelas y colegios y garantizar la merienda escolar, que estarán disponibles y de manera segura fondos para invertir en formación de maestros y aplicación de tecnología en las aulas, ahora que ese proyecto es realidad, llegó el momento de que los críticos abandonen su cómoda posición de jueces pasivos y se involucren decididamente en la reglamentación, aplicación y fiscalización de la ley.

    Ahora que la plata está asegurada y que ya no podrá terminar financiando campañas políticas, es el momento en que los gremios, los padres de familia, los estudiantes, los universitarios, los maestros, los empresarios y cualquier ciudadano interesado en la educación tomen parte activa en la elaboración de los proyectos que deban ser financiados con ese dinero y en la fiscalización de los gastos.

    A partir de 2013 cada ciudadano de cualquier rincón del país tiene la obligación de preguntarle a su intendente cómo gastó la plata que recibió para reparar escuelas. No podrá alegar que no le entregaron los fondos o que hubo otras urgencias. El dinero está garantizado. No será admisible un alumno sin pupitre, un aula sin techo, un niño sin merienda.

    Cada joven con talento y ganas de estudiar deberá exigir en el MEC la oportunidad de obtener una beca. Cada proyecto de investigación debe tener la posibilidad de acceder al financiamiento público. Ningún universitario puede estar ajeno al uso de estos fondos. Deben opinar, criticar, apoyar, involucrarse.

    Parafraseando a Kennedy, alguien me dijo que lejos de seguir preguntado qué garantías tenemos de que este dinero se gaste bien, deberíamos preguntarnos qué podemos hacer nosotros para que este dinero se gaste bien.

    Es una pregunta oportuna. Y solo hay una respuesta posible: Involucrarnos.

    Hace un año parecía imposible lograr que la clase política blindara fondos para educación e investigación. Era apenas un sueño que nació en una charla de café. Hoy es ley porque hubo gente que se cansó de esperar que las cosas pasen, y decidió hacer que pasarán.

    Una decidida acción ciudadana consiguió una oportunidad histórica. Dependerá de muchas otras que esa oportunidad no se pierda.

    Acción es una palabra corta y fácil, pero de incómoda aplicación. Lo más sencillo ha sido siempre esperar a que se encarguen los otros, y nosotros sentarnos a juzgar.

    Ya no tenemos ese derecho. Levante ese cómodo trasero de la inercia y haga algo.

    Luis Bareiro

    Me gusta

  2. Que se queden

    Por Benjamín Fernández Bogado – http://www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

    La aprobación de los fondos de Itaipú a varios propósitos, entre ellos un 30% para la educación, es un buen comienzo para materializar el repetido concepto que sin educación no hay democracia ni libertad posibles y menos república. Estos 100 millones de dólares anuales son importantes, pero no son suficientes para hacer de la educación la verdadera obsesión nacional como lo es en los países asiáticos. Se necesitan mil millones de la misma moneda para hacer posible que la formación de niños y jóvenes esté acorde a las demandas mundiales. Solo como dato, la tercera universidad más grande de México tiene más presupuesto que toda la educación pública paraguaya. Esto indica que nos queda un gran camino por recorrer y sería absurdo creer que hemos logrado algo trascendente solo por haber dado el primer paso.

    La otra cuestión no menos importante es algo que se encuentra fuera de estos recursos y tiene que ver con la verdadera utilidad que tiene una buena educación en una sociedad que mira con recelo y desconfianza al que tiene conocimiento. La sociedad en su conjunto debe saber colectivamente que una buena educación es la única manera de realización social de una persona y en ese camino no solo el Estado, que finalmente solo representa a la sociedad organizada, tiene un rol que cumplir. Hoy vemos que saber, conocer, formarse no es garantía de un buen salario ni un empleo digno y eso lo perciben los jóvenes universitarios que representan solo el 5% de la población educativa que inició sus estudios en el kindergarten y de ellos solo un marginal 10% de los ingresados a centros de altos estudios culmina sus estudios. Esto debe ser analizado con seriedad para conocer que ha fallado en el proceso no solo inicial sino también en el final donde se supone que hay un grado de madurez del estudiante y su familia que pesa a la hora de continuar sus estudios universitarios y concluirlos. ¿Por qué desertan? ¿Porque no creen que esa educación les pueda servir en el futuro?, ¿qué les hace huir de las aulas? Son cuestiones muy serias que requieren un análisis complejo para conocer lasa razones de la misma.

    Si solo el 10% de los ingresantes universitarios concluyen sus estudios algo huele a podrido en las universidades parafraseando a Shakespeare en Hamlet y debemos echar mano con urgencia a las soluciones, porque de lo contrario seguiremos tirando más dinero en un barril sin fondos con graves daños para el país en su conjunto. Habría que sumar los escasos estudiantes paraguayos que se graduaron en el exterior y que son ganados por el desencanto y la desilusión que muchos terminan por retornar a los países donde fueron instruidos con un notable daño a las finanzas del país que los formó hasta el grado de licenciatura. Un ministro argentino de Educación, Filmus, solicitó que los países que tienen profesionales de su país y que no retornaron les devuelvan los 75.000 dólares que ha costado su formación en centros públicos de ese país. Ha sido un buen recurso retórico, pero absolutamente inocuo.

    Hoy importa por igual tanto formarlos como retenerlos. Si no creamos las condiciones para que gobierno y sector privado reconozcan a los capaces, a los destacados, a los preparados en el exterior y los contraten bien remunerados no habrán grandes cambios y los mediocres seguirán mofándose de aquellos que pudiendo dar más por sus países lamentan su marginación o miran con nostalgia el país desde el exterior. Hay que hacer que los que se forman en el país o en el exterior trabajen y se realicen en Paraguay, de lo contrario estaremos dilapidando recursos y proveyendo a los países del centro de recursos tan necesarios como urgentes en la periferia.

    Me gusta

  3. ¿Por qué el Paraguay no progresa?

    Siempre me he preguntado por qué el Paraguay no progresa como debiera teniendo en cuenta sus posibilidades, materias primas y un suelo rico. Tiene ideas, prevé los cambios, planifica llevarlos a cabo con tiempo y luego se estanca, retrocede y se detiene y retrocede. Parece chocar contra una pared invisible. Y mientras el mundo avanza, el Paraguay se queda.

    Pareciera que desde otro mundo obedece una orden que invalida los esfuerzos. En economía, en diplomacia, en seguros, en lo que fuera. Dispone de ideas avanzadas, iguales a los países competitivos, pero es incapaz de convertirlas en realidades igual que en otras parte.

    ¿Qué es lo que sucede…? ¿Qué encantamiento sórdido enfrenta…?

    A lo largo de mi vida he visto varios ejemplos. Actos, políticas, ideas, todo, aparecer y luego, desaparece como si nunca hubiesen existido. El Ferrocarril, que fue uno de los primeros, se detuvo a pocos kilómetros y sirvió para muy poco. La política democrática, nacida después de la derrota en la Guerra Grande, quedó convertida en dictaduras y fenómenos opresivos, y otra guerra.

    Al terminar el siglo veinte, el Paraguay, que estaba igual que otros países cuando se había iniciado, estaba en un piso muy inferior.

    Gobiernos militares y una dictadura interminable. Todo lo que se planeaba terminaba mal. Un esfuerzo denodado de una población pequeña, hundido in sentido.

    Pero llegó la hora de crecer. Un golpe militar terminó con la dictadura. Las políticas siguieron siendo torpes, absurdas. Se buscó salir de la pobreza cargando los impuestos cuando todos en el mundo señalaban el error. Y se fueron eligiendo gobiernos cada vez peores. Hasta que llegó el del mago, el que lo solucionaría todo.

    El país ya se había adecuado a pensar mal y a actuar peor. Se formó un grupo, potente, de gente que se unía para retrasar. Un grupo que actuaba contra las normas, deteniendo todo e impidiendo todo. La naturaleza tan pródiga en el Paraguay donde no hay tragedias, donde todo crece y se multiplica, comenzó a cambiar… para peor.

    Y apareció un gobierno nuevo, que trajo esperanzas, pero el grupo se opuso a todo, de cualquier manera. Voto contra el Metrobús y a favor del Impuesto a Renta Personal, votó contra el maíz y el algodón transgénico y preparó otra catástrofe. Y se pasa comentando estupideces, para desprestigiar al gobierno.

    El país paraguayo ha recibido un gobierno mejor, por primera vez en su historia y quiere cambiarlo, retornar al viejo esquema.

    Como el sino es el de siempre, es muy posible que suceda y entonces veremos la vieja política de hacer las cosas para que tengan peores resultados. El nuevo gobierno cumplirá su misión de ser peor que el anterior.

    Y quienes exploramos la razón que existe para que esto suceda, añadiremos episodios nuevos. Y tendremos nuevo gobierno… para peor.

    Escribe Alberto Vargas Peña

    http://www.lanacion.com.py/articulo/91451-por-qu-el-paraguay-no-progresa-.html

    Me gusta

  4. Fomentar la creatividad, clave para mejorar la educación

    Será inútil aspirar a la excelencia en el aula si es que el sistema educativo, con equidad, no ofrece a los estudiantes de los diversos niveles las condiciones para que puedan desarrollar su creatividad. Lo que actualmente se desarrolla en los diversos niveles de aprendizaje de las instituciones educativas es sumamente limitado y no ofrece a los estudiantes la posibilidad de alcanzar conocimientos teóricos sólidos que puedan ser aplicados en la práctica. La XI Expo Tecnológica y Científica, de la Facultad Politécnica, de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en desarrollo, exhibe valiosos trabajos que muestran, de manera tangible, los logros que se pueden alcanzar si es que se busca la manera de conseguirlos.

    Muchos son los prejuicios que han ido cobrando fuerza a lo largo del tiempo con respecto a los estudiantes paraguayos. Uno de ellos atañe a su incapacidad para relacionar lo teórico con lo práctico para, de la síntesis, alcanzar nuevos conocimientos.

    En esa apreciación simplista se observa que aquello que se presenta como imposibilidad es tan solo falta de oportunidades. Es absurdo pretender que los alumnos desplieguen determinadas habilidades si las instituciones de enseñanza no les ofrecen los docentes y las condiciones para que puedan demostrar su riqueza creativa.

    Tal como está hoy la educación paraguaya, el problema actual es de recursos tanto humanos como económicos. Lo primero es más grave que lo segundo, porque si bien existen docentes verdaderamente profesionales y apasionados por transformar su país a partir de su tarea específica en escuelas, colegios y universidades, no todos utilizan su ingenio para suplir las carencias de medios materiales.

    La Politécnica -que realiza hasta hoy su exposición de ciencias y tecnología- demuestra no solamente que los estudiantes son capaces, sino que pueden superar el obstáculo de carencia de recursos con creatividad. De ese modo, el desafío que se les planteó, desde la perspectiva de ofrecer algo nuevo, se duplicó. Y salieron airosos en ambos frentes.

    Desde sencillos mecanismos eléctricos que permiten resolver problemas cotidianos de la casa, hasta un sistema computarizado de control automático del tráfico de vehículos, los jóvenes han aplicado lo aprendido en clases al entorno que les toca vivir, y plantean soluciones prácticas que pueden servir a los demás.

    Ahora que el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) destina fondos a una educación de mayor calidad, es necesario insistir en la perentoriedad de que -en todos los niveles de la educación- se ponga énfasis en el conocimiento científico.

    Los países que han salido de la pobreza han hecho grandes y sostenidas inversiones para preparar elementos humanos capaces de aplicar con creatividad los conocimientos adquiridos.

    De las experiencias de otros hay que aprender a superar la mezquindad respecto a utilizar dinero público en un sector estratégico para el desarrollo.

    Los políticos que toman las decisiones en las diversas instancias del Gobierno deben cambiar su estrecha mentalidad de negarse a otorgar suficientes recursos a la educación y a la ciencia. Una actitud comprometida con el cambio y la lucha eficaz contra la pobreza les exige una conciencia diferente.

    http://www.ultimahora.com/notas/564549-Fomentar-la-creatividad,-clave-para-mejorar-la-educacion

    Me gusta

  5. Entre disléxicos e ignorantes

    Dos visibles y groseros errores ortográficos –muchos dijeron un “horror”– se deslizaron esta semana en dos documentos presentados al Congreso de la Nación en la Honorable Cámara de Senadores.

    En el orden del día donde debía decir “sexto punto” estaba escrito “secto punto” y en otro documento en lugar de “sábado”, decía “savado”.

    ¿Error de tipeo o de ortografía? Tratándose de la Cámara de Senadores y de empleados públicos –sin desmerecer a los buenos funcionarios– lo más probable es que sea un error de ortografía congénito, por así decirlo. Quien lo cometió lo aprendió así en la escuela o nunca captó cómo se utilizan las consonantes.

    Ningún parlamentario se percató, aunque los materiales se hayan proyectado en pantallas gigantes. ¿O están muy acostumbrados a estos errores que ni les importan, o definitivamente, nadie se dio cuenta?

    En junio de este año también aparecieron errores en pasacalles del Ministerio de Educación y Cultura que promocionaban la “Primera Feria de la Escuela Pública”, organizada por el entonces ministro Víctor Ríos. Aunque la frase no era larga contenía varias falencias: mala acentuación, adverbios utilizados incorrectamente y mal uso de preposición. En lugar de decir “sabías” decía “sabias”.

    Parecería una minucia, pero los errores ortográficos –más aún en documentos oficiales– son de pésimo gusto y denotan pobreza en cuanto a la formación, aparte de denotar falencias en el aprendizaje. Un simple acento marca la diferencia entre un verbo y un adjetivo y cambia el significado de la palabra.

    Esa vez el ministro Ríos había admitido que “el sistema educativo y la sociedad tienen dificultades con la ortografía”. Propuso que el MEC pensara en un “Plan nacional de ortografía” para trabajar la calidad de la escritura.

    Habría que plantear seriamente el plan y empezar por los poderes del Estado, pues cuántos decretos del Poder Ejecutivo, cuántas sentencias de la Corte Suprema y, ni qué decir, expedientes judiciales podrían estar plagados de este mal endémico.

    Muchos de nuestros padres no tuvieron la oportunidad de realizar la secundaria y habiendo egresado de la primaria en los años 50 o 60, aprendieron en pizarrón y con tiza a escribir perfectamente. No necesitan computadoras con corrector ortográfico.

    El lenguaje de los documentos públicos es la carta de presentación de un país.

    Unos años atrás el periodista argentino Mario Diament se mostraba preocupado porque la “sociedad del zapping” afectaba enormemente la facultad de redactar.

    Ahora, con el avance del chateo y los tweets, el correcto uso del lenguaje va sumando las de perder.

    Una verdadera generación de atrofiados mentales y analfabetos funcionales socava nuestro lenguaje. Y nada menos que desde los poderes del Estado.

    Por Pedro Gómez Silgueira

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/entre-dislexicos-e-ignorantes-457058.html

    Me gusta

  6. Índices de educación

    La diputada Blanca Lila Mignarro (Asunción, PLRA) está denunciando ante cualquiera que desee escucharla que la proporción de alumnos por maestro que figura en el Presupuesto General de Gastos de la Nación es de cinco alumnos por cada docente, mejor que Suiza y la mayor parte de los países más desarrollados.

    El ministro de Educación, Horacio Galeano Perrone, consultado ayer al respecto, no solamente no desmintió las cifras de la diputada Mignarro, sino que intentó explicar la proporción (5 a 1) diciendo que ella incluye a muchos funcionarios no docentes del sistema educativo.

    Lo cierto y lo concreto es que las estadísticas se hacen internacionalmente y que si en Paraguay incluyen a funcionarios no docentes del sistema educativo, también lo hacen en Suiza o en Finlandia. Es la misma vara la que mide a todos los sistemas educativos.

    Luego, los resultados en Paraguay de tener cinco alumnos por docente deberían ser iguales a los suizos por lo menos, si no mejores. Pero no lo son. En realidad Paraguay está en el lugar noventa y dos en el índice de educación de Naciones Unidas, que mide a ciento ochenta y un países. Suiza está en el lugar cuarenta y dos.

    En realidad deberían ser iguales a los de Finlandia, Dinamarca, Nueva Zelanda o Cuba, que comparten el primer lugar en calidad educativa en el mundo. Pero no lo son.

    No se puede explicar esto. Nadie puede explicarlo. Ciertamente los políticos que son responsables de esto no lo explican, aunque tiene explicación.

    La explicación de tener una proporción de alumnos por docente de primer mundo, que produce unos resultados educativos de tercer mundo, está en que entre los que cobran como docentes en Paraguay se esconden miles, pero miles de personas que no son docentes, ni están en el sistema docente y que, restados de la estadística denunciada por Blanca Lila Mignarro, generan la verdadera proporción de alumnos por docentes del país, la que genera su posición en el mundo.

    En síntesis, de los datos denunciados por la diputada Mignarro se deduce fácilmente que los ciudadanos paraguayos que pagan impuestos son víctimas de un descomunal robo institucionalizado con la excusa del presupuesto de Educación.

    La opinión pública paraguaya ya vivió un escándalo de proporciones inconcebibles, hace algunos años, montado por el mando militar (Pablino González), quien cargaba al Presupuesto General de Gastos de la Nación la existencia de miles, miles, de soldados que en realidad no existían.

    Consecuentemente, que se carguen al mismo miles y miles de personas disfrazadas de docentes no será algo nuevo o extraño en la historia presupuestaria, y a nadie debería sorprender, pero como esto no puede hacerse sin colaboración de los políticos, nadie destapará la olla que se ve mediante la estadística denunciada por Blanca Lila Mignarro.

    El daño que se está haciendo a los jóvenes paraguayos, a quienes se niegan oportunidades de progreso al deteriorar la educación; el daño que se está haciendo a los contribuyentes paraguayos, a quienes se hace pagar por docentes que no existen; el daño que se está haciendo a la empresa paraguaya, a la que se obliga a buscar mano de obra calificada afuera, simplemente no tiene medida, no tiene calificativo.

    http://www.lanacion.com.py/articulo/93257-ndices-de-educacion-.html

    Me gusta

  7. Políticas educativas para la igualdad de oportunidades

    Por Víctor L. Romero M.D (*)

    Recuerdo que en los tiempos de Stroessner y aún después de él, mantenían la idea de que la emigración de recursos humanos capacitados no era una pérdida para nuestro país. Al contrario, lo consideraban como una liberación de potenciales problemas. En el presente, este gobierno parece no temer rodearse de los talentos y las capacidades y está despertando a la realidad de que estos constituyen los recursos más apreciados por ser los factores fundamentales del desarrollo.

    La sociedad entera ve con beneplácito la aprobación de una legislación para utilizar aproximadamente 100 millones de dólares anuales adicionales para la educación. Este dinero provendrá de los fondos adicionales de 240 millones de dólares que el Brasil ha acordado pagar por el excedente de energía adquirida de lo correspondiente al Paraguay en la producción de la planta hidroeléctrica de Itaipú. Pero es necesario un riguroso pragmatismo y control en la utilización de estos fondos; de manera a evitar los potenciales malos usos del pasado; así como la tentación de la corrupción.

    Además de la urgente necesidad de inversión en infraestructura de locales de enseñanza, la misma política educativa del país necesita ser revisada con prioridad porque no podemos seguir con un modelo en donde unos pocos ganan y la mayoría pierde. Es urgente disminuir la brecha que separa a quienes acumulan más y menos capital educativo. La presente política educativa ha llevado a un crecimiento económico relativo, pero también a un aumento de las desigualdades económicas; así como a una mayor pobreza entre nosotros. Debemos recordar que la desigualdad económica y la pobreza son las dos dimensiones de la inequidad, pero también existe una tercera dimensión cual es la desigualdad de oportunidades de desarrollo de las personas. No tengo dudas de que la estrategia más importante para abordar las desigualdades en nuestro país es la educación, pero el objetivo fundamental de la misma debe ser un aumento igualitario de las capacidades humanas.

    Sabemos que una sociedad es equitativa si esa sociedad logra por lo menos que todos sus miembros alcancen un umbral mínimo de bienestar; asegurándole a cada persona un nivel de dignidad esencial.

    Por eso, no podemos seguir en nuestro país con grandes grupos sociales excluidos de los beneficios básicos que le impiden su integración en la sociedad. Si la amplitud de estas desigualdades sociales va aumentando, bastará con aumentar a su vez la corrupción para crear un caldo de cultivo formidable para el marxismo radicalizado en el futuro. Por eso, promover la educación como una herramienta para crear una sociedad más igualitaria, es la única manera de facilitar la verdadera estabilidad política; tan necesaria para el desarrollo económico exitoso a largo plazo.

    Recuerdo también que el hecho de haber nacido en un poblado rural del Paraguay, con serias limitaciones socioeconómicas familiares, habría de convertirse en la barrera más formidable para el aprendizaje en mi niñez. Mi única oportunidad para educarme a nivel secundario era ingresando en un liceo militar, colegio militar, escuela de policía o un seminario. Hasta hoy, aquellas limitaciones perduran en los campos de nuestra patria; así como la incapacidad de nuestro sistema escolar para ser utilizado como una herramienta para superar el peso de la herencia social. Los resultados del aprendizaje aun siguen muy estrechamente las condiciones sociales del alumno y sus familias.

    Necesitamos urgentemente romper esta tendencia a la reproducción intergeneracional de estas desigualdades, garantizando la igualdad de oportunidades para el aprendizaje. Para eso tendríamos que insistir en políticas educativas en donde el estado invierta más donde hay menos. Es decir, donde hay más pobreza; aumentando ahí las capacidades profesionales de los docentes y mejorando la formación inicial de los mismos, con estímulos constantes para la excelencia en sus labores y con mayores recursos para lograr el objetivo. Así también, esperamos de los mismos una mayor dedicación y efectividad en la enseñanza, sin disminuir las horas clases anuales por huelgas interminables. Enseñarán no solo para informar sino para cambiar la mentalidad y actitud de los alumnos referente a valores como la responsabilidad y la honestidad. Así producirán un verdadero efecto sociocultural en los mismos y lograrán el verdadero desarrollo social que nuestro país tanto necesita.

    Estas consideraciones son necesarias para construir una sociedad más justa y por sobre todo, más humana, pero fundamentalmente, sin la tendencia a perpetuar un régimen de exclusión.

    (*) Médico especialista diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología.

    victor2343@gmail.com

    Me gusta

  8. Mandato de la Constitución Nacional
    Por J. Montero Tirado, ABC Color.

    El artículo 73 de la Constitución Nacional dice que “toda persona tiene derecho a la educación integral y permanente”. Lo que significa educación “permanente” no es necesario aclararlo, es evidente. Pero sí lo que quiere decir “educación integral”, sobre todo teniendo en cuenta que el adjetivo integral se aplica en educación y fuera de ella a realidades muy diferentes, lo mismo al pan integral que a la gimnasia o al maquillaje.

    El profesor Luis Alfonso Resck, miembro de la Convención Nacional Constituyente, al comentar este artículo dijo que se refiere a la educación y desarrollo “de todo el hombre y de todos los hombres”.
    ¿Qué significa “educar a todo el hombre”? Educarlo en toda su realidad, en todas sus dimensiones esenciales constituyentes. El grave problema aún no resuelto, ni siquiera aún planteado, es que los diseños curriculares de nuestro sistema educativo en todos los niveles, desde la educación inicial, hasta la educación universitaria, no considera ni educa todas las dimensiones del ser humano.
    Nuestro sistema educativo reconoce que somos seres humanos integrados como seres con dimensión biológico-corporal y con dimensión psicológica, pero no reconoce nuestra dimensión espiritual, prescinde de ella, educa solamente las dimensiones biológico-corporal y psicológica, amputándole sin justificación alguna la dimensión espiritual.

    Que el ser humano tiene dimensión espiritual, además de la psicológica, lo han reconocido todas las antropologías de la historia de la humanidad, excepto un grupito bien pequeño de antropologías puramente materialistas, que solo creen en la materia y no aceptan la existencia de lo espiritual.

    A nivel científico este tema está resuelto. Desde todas las ciencias, eminentes científicos de máximo nivel han tomado posición clara sobre el tema. Basta citar, por ejemplo, en antropología a John C. Eccles, Premio Nobel de Medicina, quien al estudiar la evolución del cerebro humano desde los prehomínidos hasta nuestros días, llega a la conclusión de que lo que caracteriza y distancia al ser humano de otros mamíferos es precisamente haber alcanzado su dimensión espiritual (1992, 222-226).

    En la epistemología o teoría del conocimiento nos vale la autoridad de Ken Wilber, quien es contundente al plantear la existencia de “los tres ojos del conocimiento” y dedicar después un libro monográfico al “Ojo del espíritu”. No bastan el ojo de los sentidos y el ojo de la razón para llegar a la realidad, necesitamos abrir el ojo del espíritu.

    En filosofía es difícil elegir uno entre tantos que explícitamente reconocen en el ser humano su dimensión espiritual. Por su actualidad y el rol que juega la filosofía del “personalismo”, tenemos que destacar a Emmanuel Mounier, creador precisamente de la revista “Esprit”, soporte del desarrollo y de los debates sobre su pensamiento filosófico.

    En Psicología sucede algo parecido a lo que constatamos en filosofía. Son muchas las corrientes o movimientos que destacan la dimensión espiritual del ser humano. En la nutrida corriente de la psicología humanista, por ejemplo, tenemos que citar a los promotores de la psicología transpersonal, entre los que contamos con figuras tan relevantes como Assagnoli o Grof o a profesionales más conocidos como Viktor Frank o más populares como Daniel Goleman, que se ha hecho famoso por sus propuestas sobre la inteligencia emocional.

    Y saliéndonos de las ciencias humanas y sociales y entrando en otras ciencias, para no cansar cito solamente a exponentes tan famosos en la Física como Fritjol Capra con su “Tao de la Física” o si quieren para recurrir al tópico, citamos al genio Einstein.

    Si la historia, nuestras culturas y las ciencias interpretadas por los mejores científicos afirman que el ser humano es un ser también espiritual, ¿por qué la educación formal prescinde de esta dimensión y nada incorpora en sus propuestas curriculares para promover su formación y desarrollo?

    Nos ocupamos en el sistema educativo del cuerpo y su biología, de las actividades más importantes de nuestra psicología, ¿por qué dejamos a un lado y no trabajamos la dimensión espiritual de todos nuestros educandos?

    No confundamos las cosas. Al hablar de la dimensión espiritual no estamos hablando de la vivencia religiosa. Lo espiritual se tiene y se puede vivenciar con o sin fe religiosa. Educar esta dimensión es obligación constitucional de cualquier estado sea o no laico.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/mandato-de-la-constitucion-nacional-464122.html

    Me gusta

  9. Docentes del año 2090

    Por Ilde Silvero

    La realidad del presente es tan deprimente que a veces conviene imaginar siquiera cómo será la situación en el futuro

    en busca de un consuelo. Los docentes de la educación primaria y del nivel medio demuestran una formación tan elemental que a corto plazo no tienen remedio y solo queda la esperanza de que alguna vez este pilar central de la educación alcance la solución ideal.

    No hacen falta muchas evidencias para concluir que estamos muy mal. El propio Ministerio de Educación y Cultura había administrado una prueba exigente para maestros que se postulaban a cargos directivos en instituciones educativas públicas y casi todos los interesados se aplazaron. La Entidad Binacional Itaipú aplicó un test a 1.500 egresados secundarios a fin de seleccionar los mejores para darles becas y, oh sorpresa, ninguno obtuvo el puntaje mínimo. Las estadísticas indican que el 60% de los niños que empiezan el primer grado no terminan sus estudios del nivel medio.

    Entonces, solo podemos permitirnos soñar, porque los maestros de hoy no están interesados por esos problemas. Muchos fueron nombrados por recomendaciones políticas, otros se metieron en la docencia porque fallaron en otras profesiones; los dirigentes destinan mucho tiempo a la preparación y realización de huelgas y manifestaciones en demanda de mejoras salariales, etc.

    Alguna vez, en el futuro, ser maestro será un orgullo y una distinción para quienes abracen este noble oficio. Allá por el 2090, los docentes de primaria y secundaria serán los mejores profesionales, de más alta preparación académica y que han superado exigentes exámenes de competencia didáctica, madurez emocional e interés genuino por ayudar a los niños en su primera etapa de aprendizaje escolar. Claro, percibirán también una remuneración adecuada y digna.

    Si empezamos ahora a hacer bien las cosas, quizás dentro de dos generaciones el presupuesto estatal destinado a educación permitirá la construcción, equipamiento y mantenimiento de la cantidad necesaria de locales escolares en todo el país, con los rubros pertinentes para contratar a directivos y docentes de alta cualificación y fondos permanentes para un buen almuerzo escolar.

    Alguna vez habrá familias muy interesadas en la marcha de sus hijos en la escuela; mamá y papá seguirán de cerca el proceso educativo del niño y ayudarán en las tareas escolares, en la búsqueda de libros o material informativo serio en internet.

    Claro, para que todas estas cosas pasen, necesitamos construir un país diferente. La educación no es una isla ni los docentes son ermitaños del desierto. El marco político y socioeconómico determinan las condiciones y características del proceso educativo. Esto es básico y condición sine qua non.

    Por ello, si realmente anhelamos una mejor educación para nuestros hijos y nietos, tenemos que afinar la puntería y, de a poco, ir escogiendo a los mejores hombres y mujeres para conducir los destinos de nuestra nación.

    Lastimosamente, tenemos mala puntería y para el cargo de presidente nos dejamos tentar por exempresarios nada exitosos, excuras desorientados o exinternos de Tacumbú. Nuestra educación no mejorará con hombres escombro. Sabemos eso, pero no obramos en consecuencia de las lecciones aprendidas.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/docentes-del-ano-2090-463854.html

    Me gusta

  10. No hay que permitir que se toquen fondos para educación

    El 30% del dinero pagado por el Brasil como compensación por la cesión de energía paraguaya proveniente de Itaipú debe ser destinado en su totalidad a la educación, tal como lo indica la nueva norma legal conocida como Ley del Fonacide. Ninguna presión política o corporativa debe modificar esa legislación que tiende, en su origen, a mejorar tanto la calidad educativa como el acceso con equidad al sistema general de educación, principalmente a la básica. La educación es prioridad, y solo la inversión en ella puede contribuir al desarrollo y a la movilidad social.
    La ley que crea el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (Fonacide) destina a la educación el 30% del dinero proveniente de la compensación pagada por el Brasil por la utilización de la energía paraguaya generada por Itaipú. Al sancionar el Congreso esa legislación se estaba dando un paso importante para ampliar, en forma significativa, la inversión en educación.

    La intención responde a la necesidad impostergable de mejorar la calidad de nuestro sistema educativo. El mismo que defraudó las expectativas, ya por problemas de infraestructura y equipamiento, o ya por deficiente formación de los docentes.

    Al mismo tiempo, se pretende promocionar la equidad en la educación. Si bien aumentaron las tasas de retención escolar en los niveles de la educación básica y de la media, las deserciones son todavía altas como para mejorar la formación de nuestros recursos humanos.

    Y, del mismo modo, el ingreso a la educación superior ubica al Paraguay como el país con menor índice de población universitaria. Y, para peor, con alrededor del 50% de estudiantes en instituciones privadas, que no solo profundizan la desigualdad en las oportunidades sino también la especulación académica, con una marcada mercantilización.

    Asegurar una inversión mayor solamente para la educación básica y la formación docente es ya una determinación importante para empezar a modificar la deplorable situación de nuestro sistema escolar.

    Es la obligación que tienen nuestras autoridades. Por eso no debe haber vuelta atrás. Como la Ley del Fonacide destina otro 25% de esos fondos a las intendencias y gobernaciones para el mejoramiento de la infraestructura en el ámbito educativo, estas autoridades regionales deben ceñirse estrictamente a aplicar este dinero, unos 66 millones de dólares este año, a esa tarea especifica y no desviarlo hacia otros usos.

    Estos gobiernos locales tienen incluso la responsabilidad de sumar acciones y recursos propios para mejorar la educación en sus respectivos municipios y departamentos. Ese aporte se espera de ellos.

    La trascendencia de la educación debe darle el estatus de uno de los puntales de las políticas de Estado, por encima de banderías partidarias, por lo que todos los organismos contralores deben ser activados para la fiscalización del uso de ese dinero.

    Junto a ellos, la propia sociedad debe contribuir a la inversión. Pasar de la participación en la administración de los fondos públicos al aporte privado es la responsabilidad de la sociedad civil. Solo así se puede testimoniar que la educación es compromiso de todos.

    Pero la exigencia de financiamiento no basta. Hay que diseñar el perfil del ciudadano que el país requiere. Y, sobre todo, contribuir a la construcción de una sociedad más justa, democrática y sin exclusiones. Ese papel compete a quienes tienen la capacidad de instituir efectivamente, por sus conocimientos, la genuina excelencia de la educación. De no ser así, la demagogia y la incompetencia nos llevarán a dilapidar el dinero del pueblo.

    http://www.ultimahora.com/notas/572886-No-hay-que-permitir-que-se-toquen-fondos-para-educacion

    Me gusta

  11. Tomar conciencia del escándalo educativo
    POSTED BY JOTAEFEB ⋅ 04/11/2012 ⋅ DEJAR UN COMENTARIO
    ARCHIVADO BAJO CULTURA
    No deja de admirarme que, de unos años a esta parte, cada vez que me ocupo del tema de la educación es cuando más retorno recibo de los lectores; sobre todo porque cuando empecé a opinar públicamente sobre el tema, hace ya varias décadas, llegué a pensar que la gente me consideraba una especie de marciano desubicado.

    No quiero hacerme demasiadas ilusiones, soy consciente de que un bajo nivel cultural y educativo engendra, inevitablemente, desinterés en amplios sectores de la población, cuando no directamente desprecio por la educación, el conocimiento, el estudio y la cultura y hay, por desgracia, muchos ejemplos de ello.

    Sin embargo, por lo visto, existe cada vez más conciencia de la importancia de la educación y de que, además de ser, en nuestro país, un grave problema social, su deficiencia tiene también un gran impacto negativo en lo económico y lo político. Por otra parte, me imagino que se trata de algo del cual la gran mayoría de las personas tiene experiencia directa.

    Los que reaccionan a mis afirmaciones sobre la pobreza educativa es porque la viven y padecen en carne propia, ante la ineficacia de la educación recibida por ellos mismos o por la de sus hijos, hermanos, etc., como es lógico, sobre todo padres –disculpen el exabrupto–, “hinchados de las bolas” de la pésima formación que reciben sus hijos y que pone en riesgo su capacidad de labrarse un futuro.
    La cultura de una nación, en su sentido más amplio, que no es solamente el conocimiento y la actividad intelectual y artística, sino más aún una actitud del conjunto de la sociedad ante la vida y en la convivencia, depende de la educación promedio de los ciudadanos. Al deteriorarse la educación, inevitablemente se resiente la convivencia, como de hecho estamos viendo que ocurre en nuestro país.

    ¿Por qué, si existe esa conciencia de la necesidad de mejorar la educación, esa preocupación en cada vez más ciudadanos y cada vez más sectores de la actividad privada, las autoridades nacionales y locales, en general, la gran mayoría de la clase política y los funcionarios y mandos medios no actúan en consecuencia? Se me ocurren algunas explicaciones.

    En primer lugar, creo que los responsables del sistema educativo –los que diseñan las políticas y también los mandos medios que las ejecutan– son víctimas de su propia política educativa: no valoran la educación y la cultura porque no la poseen y, al no poseerla, consideran un peligro para sus intereses inmediatos que los niveles culturales mejoren. Es difícil imaginar que un país con buen nivel educativo acepte que se encumbren políticos poco menos que analfabetos, como ocurre acá con demasiada frecuencia.

    En segundo lugar, existe en la mentalidad paraguaya –también por falta de cultura– una tendencia a no vincular las acciones a sus consecuencias. El que malversa fondos para la educación no piensa que cada guaraní que robó o desvió hacia su sector político es un estudiante sin escuela, sin libros o sin maestro. Al que malversa fondos de salud ni siquiera se le ocurre que está cometiendo asesinatos, porque contribuye a que haya muertos por falta de médicos, de equipos y de medicamentos. Eso es lo que no entienden o no quieren entender.

    El añorado Helio Vera insistía siempre en que los paraguayos no consideran el dinero público plata de todos, sino plata de nadie y que, por ello, no tienen mala conciencia cuando meten la mano en la lata.

    Por eso hay tantas “buenas personas” en la vida privada que serían incapaces de quedarse con cinco guaraníes de su vecino, pero que se abalanzan sobre los fondos públicos en cuanto tienen un cargo que se lo permite.

    El que roba al vecino es un “mondaha”, el que mete la mano en la lata es “calidad”… Por desgracia, esa forma de pensar, que proviene de una pésima educación y un bajo nivel de cultura cívica, se ha instalado en la mentalidad paraguaya. Por supuesto que personas de buena formación y cultura también pueden robar, pero al menos tienen conciencia de que son corruptos, saben que “mondaha” y no “calidad” es el adjetivo que les corresponde.

    Pero volviendo a la educación, hay que recobrar la conciencia de que no solamente malversar sus fondos, sino el simple hecho de escatimárselos es un auténtico crimen, hasta diría que una traición al país. Un mal nivel educativo es una condena a la mediocridad y a la pobreza para los paraguayos de las próximas generaciones. Por lo demás, sin una mejora sustancial del nivel educativo no habrá prosperidad duradera, ni puestos de trabajo estables y de remuneración razonable.

    Es necesario que tomemos conciencia de que el sistema educativo paraguayo es un crimen, un verdadero escándalo.

    Por Rolando Niella, ABC Color.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/tomar-conciencia-del-escandalo-educativo-473405.html

    Me gusta

  12. Comprendo, luego aporto

    Mientras venía en el avión de un encuentro educativo, pasaban en las minipantallas unas entrevistas a mujeres exitosas del mundo. Me llamaron la atención dos chinas que habían triunfado en empresas internacionales muy competitivas, entre otras cosas, gracias a su alto nivel de comprensión de la realidad, adaptación a ella y generación de respuestas útiles a los desafíos de sus clientes y de sus empresas. ¿Dónde empezaron a adquirir este sentido de realismo? ¡En la escuela y, antes, en la casa! A la universidad se llega con muchos o escasos conocimientos, pero, de hecho, se llega después de un largo camino andado en los métodos y hábitos de estudio. Esto parece una obviedad, pero en verdad puede ser la diferencia en el cambio de rumbo de nuestro país. Solo escuchar las expresiones de los candidatos a cargos electivos o a algunos dirigentes de fútbol, por ejemplo, y uno entiende que el problema no es solo de dinero o presupuesto, sino de hábitos y de métodos. La educación es la esencia del cambio, pero si esta no responde a la realidad, sino a intereses políticos o económicos, se desvirtúa y se pierde como herramienta de desarrollo personal y social.

    Deberíamos preguntarnos: ¿Cuándo empezaron nuestros políticos y magistrados a entender la realidad? ¿Y cuáles son sus aportes realistas? La verdad es que todo comenzó para ellos mucho antes de vestir trajes y despilfarrar retórica. Por ello, si queremos que los chicos se comporten diferente para bien en el futuro, ¡debemos tomar más en serio el camino educativo que les estamos ofreciendo!

    En este sentido, es muy molesto y penoso -y que me perdonen los amigos que trabajan en educación pública- ser testigos de las propuestas tan reducidas y poco edificantes de varios aspectos de nuestro sistema educativo. Lo comprobé una vez más al regresar y revisar lo que debían estudiar mis hijas y los hijos de unos compañeros de trabajo para “pasar”. Los contenidos son pobres, las exigencias son mínimas, la evaluación es condescendiente. Es casi un círculo de autoengaño, donde los adultos somos pasivos y los más perjudicados son los niños que sacan 5 comprendiendo muy poco de la realidad.

    Sí, porque la educación es introducción a la realidad. De ella se sacan las premisas. Muchas veces reducimos nuestra educación a mensajes escuetos, a una retórica, a un moralismo, y no a una integración de todas las dimensiones de la persona a quien educamos para que ella pueda preguntarse sobre el sentido de las cosas y pueda aportar respuestas nuevas a problemas de siempre. Esto no se improvisa; los aportes positivos llegarán cuando nos comprometamos a no pedir menos que claridad y comprensión en todo lo que hacemos desde pequeños.

    Por Carolina Cuenca –

    http://www.ultimahora.com/notas/576035-Comprendo,luego-aporto

    Me gusta

Deja un comentario