LA AGRICULTURA Y EL PARAGUAY, UNIDOS EN TODA LA HISTORIA

Dos agriculturas diferentes conviven hoy en el Paraguay. La empresarial que atrae capitales, innovaciones tecnológicas y se integra con fuerza al mercado global; y la campesina que desde los tiempos de la Independencia no pudo despegar a causa de los vaivenes de la política. La historia de la agricultura está marcada por múltiples y destacables acontecimientos en los que intervinieron la decidida acción de hombres y mujeres, inmigrantes, y sobre todo la bondadosa naturaleza que nos privilegia.

La preocupación por mejorar la técnica productiva en la agricultura no es exclusiva de los tiempos actuales. Hace casi 200 años, la Junta Superior Gubernativa  no solo se proponía aumentar la producción agrícola, sino  además dejar de lado el método utilizado en el período colonial, caracterizado por el arado rústico (por lo general, una rama gruesa con vástagos divergentes), una yunta de bueyes y la ausencia de abono.

Sin embargo, este propósito no se concretó ni en aquel entonces ni en la época de Don Carlos Antonio López. En 1847, Juan Andrés Gelly reconocía en un artículo de “El Semanario” que las cosechas “parecen debidas más bien al vigor espontáneo de la naturaleza que al trabajo e industria del hombre”.

Según el Dr. Emiliano Alarcón -experto en temas agrícolas y autor de varios libros  sobre  el sector rural-  durante el periodo que le tocó gobernar al Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, la agricultura campesina tomó cierto impulso pero no evolucionó. “En las chacras cada uno producía lo que necesitaba para su consumo porque Francia no permitía la exportación de los productos agrícolas. Si había excedentes, se perdían”, señala.

Alarcón comenta que a inicios del siglo XIX los productos agrícolas principales eran el algodón y el tabaco, seguidos de la mandioca, maíz y el maní. La yerba mate nunca fue un cultivo de los campesinos, estuvo supeditada a los grandes terratenientes que tenían grandes extensiones de montes de donde se la extraía.

Respecto al algodón, el cierre comercial y la imposibilidad de importar telas en la época francista obligaron a un intenso cultivo de este producto para fabricar tejidos con los cuales la población pudiera confeccionar sus vestimentas.

“En cuanto a las hortalizas, si bien entraron con los colonizadores españoles,  la gente del campo no estaba acostumbrada a consumirlas, fenómeno que prácticamente siguió hasta épocas recientes. Sólo se utilizaban la cebolla, ajo, un poco de perejil y el repollo perenne que se  echaba al locro o a los caldos”, indica Alarcón.

Nuevamente la exportación

Con Don Carlos Antonio López la agricultura floreció. El gobierno mostró mucho interés en desarrollar rubros exportables como el tabaco y el algodón.   Documentos de la época dan cuenta que en 1860 se exportaron 5.115.925 libras de tabaco y 6.000.000 de cigarros paraguayos.

“La Guerra contra la Triple Alianza destruyó todo, aunque siempre  se trató de proteger a la agricultura por ser fundamental para la subsistencia. A medida que iban escaseando los hombres, las mujeres se hacían cargo de los cultivos, pero después todos marcharon con el ejército y las chacras quedaron abandonadas. Al terminar la guerra hubo una diáspora, la gente fue transportada  en ferrocarril a sus pueblos y muchos murieron de hambre porque no había nada que comer”, apunta.

Impulso del petit grain

A la guerra siguió un periodo de anarquía política sin que ningún gobierno pensara con seriedad en los agricultores. Así, en el proceso de reconstrucción entran en escena nuevos productos como el  petit grain, un cultivo muy importante para los pequeños productores y que se  desarrolló muy fuerte desde 1870 hasta finales del siglo XIX.

Alarcón dice que en 1896 se puso en funcionamiento la Escuela Nacional de Agricultura, bajo la dirección del sabio Moisés Bertoni. Tuvo una efímera existencia pero de ella egresaron los primeros agrónomos. Uno de ellos fue Juan Aranda Giménez, que puede ser considerado como el padre de la fruticultura en el Paraguay.

Llegada de  inmigrantes

“Paulatinamente comenzó a llegar una importante inmigración de Europa, aunque no todos eligieron la agricultura como actividad. En el 1900 colonos alemanes se instalaron en Hohenau  y luego en la Colonia Obligado en 1912, en Itapúa. Si bien se dedicaron a la agricultura, ellos vivían aislados del país, hablaban su idioma y vestían sus ropas típicas. No hubo integración y tampoco transferencia de sus conocimientos al agricultor paraguayo, por lo menos en forma inmediata. Lo mismo ocurrió con los menonitas, que comenzaron a llegar a finales de la década del 20, y con los japoneses, que se instalaron en el país en 1936 en La Colmena y más tarde en Pirapó”, refiere el Dr. Alarcón.

La naranja paraguaya también tuvo su momento de esplendor. Entre 1910 y hasta 1940 se exportaba principalmente a la Argentina. En el Paraguay había grandes naranjales cuyos frutos eran transportados por mujeres, “las naranjeras”, hasta el puerto de Villeta. De ahí se llevaban en chatas a las ciudades argentinas.

El cultivo a gran escala de hortalizas recién vino en los años 60,  especialmente de la mano de  colonos japoneses y también de algunos agricultores paraguayos.

“En líneas generales el agricultor paraguayo siguió sumido en la pobreza y labrando la tierra con herramientas precarias, en prácticamente todo el siglo XX,  marcado por revoluciones y la Guerra del Chaco”, asegura Alarcón.

Instituciones para el agro

Aires de renovación llegaron a partir de la década del 40 con la creación del Instituto Agronómico Nacional y el Servicio Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola, con apoyo de Estados Unidos. Recién con estas instituciones comenzó la asistencia técnica a los campesinos paraguayos.

Al Cnel. Rafael Franco se le debe la creación del Ministerio de Agricultura, uno de sus primeros actos al llegar al poder en 1936. Luego bajo la presidencia de José Félix Estigarribia esta cartera se convierte en Ministerio de Agricultura, Comercio e Industria. En 1950 el Dr. Federico Chaves separó ambos ministerios creando el de Agricultura y Ganadería; y el de Industria y Comercio.

Pese a   estas instituciones -sigue Alarcón-, prácticamente nunca hubo una política seria para el campesinado. Hasta hoy se habla de la reforma agraria y del combate a la pobreza en el sector rural. Cada administración inaugura un plan estratégico, y así  el agricultor campesino siempre estuvo supeditado a los vaivenes de la política.
(continuará…)

A inicios del siglo XIX los productos agrícolas principales eran el algodón y el tabaco, seguidos de la mandioca, maíz y el maní. La yerba mate nunca fue un cultivo de los campesinos, estuvo supeditada a los grandes terratenientes.

La Guerra contra la Triple Alianza destruyó todo, aunque siempre se trató de proteger a la agricultura por ser fundamental para la subsistencia. A medida que iban escaseando los hombres, las mujeres se hacían cargo de los cultivos.

En líneas generales, el agricultor paraguayo siguió sumido en la pobreza y labrando la tierra con herramientas precarias en prácticamente todo el siglo XX, muy marcado por las revoluciones y la contienda del Chaco.

http://www.abc.com.py/nota/la-agricultura-y-el-paraguay-unidos-en-toda-la-historia/

18 comentarios en “LA AGRICULTURA Y EL PARAGUAY, UNIDOS EN TODA LA HISTORIA”

  1. HECHOS DESTACADOS DEL BICENTENARIO
    La agricultura en el Paraguay (II)

    En esta segunda y última parte de la nota sobre la agricultura en el Paraguay se aborda el desarrollo de esta actividad desde los tiempos de la dictadura de Alfredo Stroessner, el valioso aporte de las misiones técnicas de Taiwán y Japón. Además, un panorama del cultivo empresarial y el desafío que este sector de la economía tiene por delante para seguir creciendo.
    por Nancy Pérez

    Según el Dr. Emiliano Alarcón, ingeniero agrónomo y doctor en genética y estadísticas, durante la dictadura de Alfredo Stroessner, el Ministerio de Agricultura realizó un trabajo técnico muy fuerte. Se salía al campo y el gobierno tenía un programa para el trigo, el algodón, la caña de azúcar, el tabaco, la soja, entre otros rubros.

    “Sostengo que después de 1989, empeoró la situación del campesino porque se cambiaron las reglas de juego. En la época de la dictadura había precios mínimos, los insumos tenían un dólar preferencial más bajo que el dólar del mercado. Esto hacía que el costo de producción disminuyera. Cuando todo esto se suprimió y los costos de producción subieron extraordinariamente, los agricultores se empobrecieron aún más”.

    Cooperación internacional

    En la agricultura paraguaya es de vital importancia la cooperación extranjera. Según datos de la Embajada de Japón, en 1960 la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) adquirió terrenos en el hoy distrito de Pirapó, Itapúa, donde se asentaron 26 familias japonesas, y otras 87.000 hectáreas en Yguazú, Alto Paraná, constituyendo la colonia más grande de inmigrantes japoneses en el país.

    El principal objetivo fue incrementar la producción de soja en el Paraguay. El Gobierno del Japón impulsó la creación del CRIA (Centro Regional de Investigación Agrícola), CEMA (Centro de Mecanización Agrícola) y CEDEFO (Centro de Desarrollo Forestal), en el departamento de Itapúa, con miras a obtener nuevas especies de soja, aptas para el cultivo en el Paraguay, y además ha brindado su asistencia para la construcción de caminos, electrificación y otros numerosos proyectos, para la producción y comercialización de este grano.

    Igualmente en las últimas décadas del siglo XX, la Misión Agrícola de Taiwán –que inició sus actividades en nuestro país en 1971– realizó tareas de apoyo al pequeño productor en las diferentes áreas del país, dando asesoramiento técnico, teórico y práctico, creando más de 30 centros de asistencia técnica en Paraguay. El Gobierno de Taiwán también ha efectuado importantes donaciones para impulsar la agricultura en el país, principalmente para la floricultura y la frutihorticultura.

    Hoy, un sector en crecimiento

    En el año del Bicentenario, todo indica que la agricultura, como sector económico seguirá creciendo. En el 2009, el rubro sufrió una caída del -3,8%; pero de la mano de una exitosa cosecha de soja, en el 2010, este sector se recuperó, llegando a un total de 49,9% en importancia dentro del PIB. Según estimaciones, la cosecha de soja este 2011 será récord.

    Tomando los 13 principales rubros de producción agrícola del país en la actualidad, en la zafra 2009-2010 tuvieron aumento significativo respecto al periodo anterior, la soja, mandioca, trigo, caña de azúcar, poroto, girasol, arroz con riego, sésamo y tártago, mientras que presentaron una reducción, el algodón, el maní, el maíz y el tabaco. Paradójicamente, decrecieron los rubros que fueron los más importantes a inicios de la vida independiente.

    El Marco Estratégico Agrario 2009-2018 del MAG (Ministerio de Agricultura y Ganadería) tiene como premisa y gran desafío que el desarrollo agrario, debe ser diseñado e impulsado, bajo un enfoque que integre el crecimiento del producto interno sectorial, con la dimensión social y ambiental, como concepto central para el desarrollo incluyente y estable del país, superando persistentes asimetrías y exclusiones.

    Dos realidades

    Haciendo un análisis de la situación actual del sector, Alarcón señala hoy dos agriculturas totalmente diferentes en el Paraguay. “Una, la mecanizada que tiene un presente y grandes posibilidades de futuro. La otra es la agricultura campesina que no tiene ni siquiera presente; por lo tanto, no podemos hablar de futuro. ¿Qué haremos cuando haya más campesinos que sigan sin educación, sin alimentación, sin rutas transitables, sin puentes, sin tierra, por la desidia de diferentes gobiernos?”. La agricultura empresarial y tecnificada creció con fuerza por estar en condiciones de utilizar nuevas tecnologías de alta eficiencia. Además –sigue diciendo Alarcón–, la organización en cooperativas de los medianos productores permite comercializar a mejores precios sus productos o comprar insumos más baratos. Incluso, comenzaron a industrializar parte de sus productos dándoles valor agregado.

    Según el experto en Agricultura, el sésamo es el rubro que resulta más rentable al pequeño productor. “El sésamo reemplazó al algodón. Otros campesinos cultivan un poco de todo, pero siguen pasando grandes necesidades. El Gobierno tiene que definir políticas a largo plazo, tiene que invertir en el campo, porque la agricultura en sí no es una solución y puede ser un problema. Teniendo en cuenta que el agricultor tiene muy poco ingreso, hay que reducir el campesinado. En todos los países desarrollados del mundo tienen entre 3 ó 5% de campesinado, el resto está en la industria o en los servicios. En Paraguay, el 40 ó 50% es campesinado”.

    Insiste además en la importancia de diversificar la producción y en entrar fuerte en la agroindustria para transformar los productos del campo y dar ocupación a jóvenes que hoy se ven obligados a emigrar a España, Argentina, Estados Unidos por falta de trabajo: “No evolucionamos. Las instituciones se han creado, pero no han sido fortalecidas, viene un ministro nuevo y cambia todo. La tecnología en la agricultura necesita años de trabajo para ser transferida a los campesinos, pero pareciera que la política es más importante que el conocimiento”, lamenta.

    Pero además, en los últimos años el campesino paraguayo se descompuso a causa del asistencialismo político que llegó a su máxima expresión de la mano de caudillos de cada zona: “Esto es muy perjudicial y ha incorporado factores distorsionantes”.

    Otro gran problema de los últimos años –cuenta– son los dirigentes agrarios que imponen lo que se debe hacer, qué tierra se debe expropiar, a qué agricultores hay que asistir, cuando esas deben ser políticas del gobierno y no de algunos líderes que buscan mejorías y beneficios personales.

    Por otra parte, menciona que la agricultura está caracterizada por su gran aleatoriedad. Hay factores imponderables como las sequías, las plagas, enfermedades, exceso de lluvias o los mercados. El campesino paraguayo no está en condiciones de enfrentar esos problemas, pero aun así, su principal enemigo es la falta de una política de desarrollo rural.

    1- Hoy en el Paraguay conviven dos agriculturas diferentes: La empresarial, que atrae capitales y tecnología, y la campesina, relegada desde hace 200 años a causa de los vaivenes de la política.

    2- Las hortalizas fueron introducidas por los colonizadores españoles; sin embargo, la gente del campo no estaba acostumbrada a consumirlas. Solo se utilizaban cebolla, ajo, perejil y repollo.

    3- De la mano de la soja, la agricultura como sector económico volverá a tener un crecimiento importante en el año del Bicentenario y es uno de los principales renglones de la exportación.

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  2. El cuento repetido de los ministros de Agricultura

    La agricultura familiar es como el tagua o la rosa del campo a la que cantaba Emiliano R. Fernández: está en vías de extinción. Y si fuéramos más lejos, amo hapópe, también los campesinos minifundiarios —esos que alguna vez tuvieron 10 hectáreas que se fueron achicando en sucesivos repartos a los hijos que no salieron del entorno comunitario— van camino a ser pronto tan solo un recuerdo.

    La desaparición de los cultivos de renta (algodón, naranja agria para la producción de esencia de petit grain, sésamo, tabaco, etc.) debilitó en extremo los de la mera subsistencia (mandioca, maíz, caña dulce y poroto). El resultado es que la vida del kokueséro está cada vez más cerca de la muerte.

    Paralelamente, los animal ogapy (gallinas, patos, chanchos, guineas y pavos) se extinguieron en las ollas y no hubo forma de retener los pequeños hatos de vacas, ovejas y cabras.

    La consecuencia es lo que hoy está a la vista de todos: muchos ya no quieren vivir en el campo, prefieren trasladar su pobreza a las orillas de las ciudades.

    Mientras tanto, no solo con tractores sino con aplanadoras y sierras, la agricultura tecnologizada de los poderosos de la soja y la ganadería avanza a marcha forzada.

    La desolación, el desaliento y la desesperanza de los que piensan que ya no tienen nada que hacer —léase cómo sobrevivir— en sus tierras les son favorables a los que con plata en ristre son voraces tuku que engullen hasta la sombra que encuentran a su paso.

    Los ministros de Agricultura y Ganadería anteriores se han especializado en discursos para el ñemongele’e de los campesi- nos sin remedio. Discurso-pe ohopa. Para las fotografías estuvieron en primera fila; para la acción, en la última.

    El que viene, Jorge Gattini, repite el lugar común al afirmar que les dará prioridad “a los grupos vulnerables de la agricultura familiar”.

    Para fomentar el desarrollo de los pequeños productores, pone énfasis en la organización. En teoría, es el camino adecuado. Pero… ¿y los desorganizados, aquellos que no forman parte de una asociación o de una cooperativa?

    El presidente Cartes habló de oportunidades para todos. Para que eso sea posible, hace falta que, en primer lugar, se recupere la autoestima del pequeño productor. Hoy él está bajo tierra, desalentado en extremo. No ve un horizonte que pueda devolverle al menos algún fragmento de esperanza para seguir anclado en su entorno habitual.

    Para que vuelva a creer que puede sobrevivir y trabajar en el espacio en el que se encuentra perdido, necesita señales concretas del Gobierno.

    La responsabilidad del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) es encontrar cuanto antes la forma de convencer a los que están hartos de ser campesinos por la situación en que se encuentran, para que se queden en su kokue âkâ. Y puedan vivir con dignidad.

    Mario Ruben Alvarez

    http://www.ultimahora.com/el-cuento-repetido-los-ministros-agricultura-n715773.html

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  3. Un informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) denominado “La economía del cambio climático en el Paraguay” pone de relieve las devastadoras consecuencias que pueden tener la elevación del promedio de temperaturas y las alteraciones en los regímenes de lluvia en nuestra estructura productiva. El análisis señala que Paraguay es un país altamente dependiente de la agricultura y la ganadería, rubros que a su vez están muy ligados a los factores climáticos.

    De acuerdo con el estudio presentado, en las próximas décadas, si las condiciones relacionadas al cambio en el clima siguen agravándose, Paraguay podría llegar a perder hasta el 2% de su PIB por año. El problema del cambio climático tiene pues la mayor trascendencia para nuestro país y debe ser analizado a profundidad con la finalidad de anticiparse a sus efectos, a participar de los debates internacionales referentes a este tema y, sobre todo, para formular políticas públicas que contribuyan a minimizar las consecuencias.
    No se trata de un fenómeno que eventualmente podría ocurrir. Es un proceso que está en marcha a nivel global y del que Paraguay no puede escapar ni puede mantenerse ajeno. Según estudios presentados en la última Cumbre de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se estima que la temperatura del planeta ascenderá en 3,5º para los próximos años, una cifra que casi duplica a la meta que se había fijado la comunidad internacional de 2º de incremento.
    Aunque estos hechos incontrastables deberían motivar un verdadero golpe de timón por parte de los gobiernos del mundo para evitar una verdadera catástrofe, lo cierto es que la reticencia de los países más desarrollados –y ahora también de las economías emergentes– a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la proporción que exigen la naturaleza y el planeta. Esta es la principal traba a la implementación de medidas más enérgicas que detengan el calentamiento y atenúen el cambio climático.
    El nuestro es un país pequeño, pero eso no significa que no se verá afectado hoy o en el futuro inmediato por los cambios en el clima o que no pueda hacer nada al respecto. Se trata de un asunto que nos compete a todos, desde los esquimales de Alaska, hasta los habitantes de las zonas ribereñas de todos los continentes que verán inundarse sus ciudades en las próximas décadas.
    En el caso específico de Paraguay, es fundamental sobre todo frenar la deforestación de las áreas boscosas. La destrucción de los bosques tiene un efecto directo y a corto plazo sobre las condiciones y características del clima, ya que aumenta la temperatura y se pierde humedad. Una contribución decisiva de los paraguayos debería ser recuperar buena parte de las tierras que se degradaron debido a la tala indiscriminada de árboles. Tan solo haciendo cumplir rigurosamente las leyes ambientales se estará dando un paso significativo hacia adelante, hacia un futuro más armonioso con la naturaleza.
    Además de las políticas públicas que apunten a este problema es necesario también impulsar una cada vez mayor conciencia ecológica de nuestra población, a través de la educación, de la protección de nuestros recursos y medio ambiente y la difusión del conocimiento científico.

    http://diariolajornada.com.py/v6/category/editorial/

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  4. Con mentiras no se va a ninguna parte

    “Una mentira puede viajar por medio mundo mientras la verdad recién se calza los zapatos”. Esta frase de Mark Twain sirve para introducir uno de los capítulos más tristes de la economía nacional sobre el cual quieren imponernos una supuesta verdad: Que el pequeño productor hortigranjero es el que le da de comer al país. Si así fuera y dependiéramos sólo de ellos, tendríamos grandes problemas para la provista diaria y seguramente los precios estarían mucho, pero mucho más altos de lo que ya están hoy en las góndolas de los supermercados.

    Con mentiras no vamos a ninguna parte y esa es una verdad tan grande como una catedral. En los grandilocuentes discursos de las organizaciones campesinas y hasta de los burócratas del Estado se habla con estulto arrobamiento sobre la agricultura familiar campesina y su rol como el músculo que produce comida para todos los paraguayos. Mucha de la prédica oficial se nutre de ésta dialéctica vacía de contenido y no son pocos los burócratas de reciente cuño que se envuelven en fastuosos planes de “impulso a la producción hortigranjera”. Veamos éste, que vio la luz en la primera década de este siglo: “Programa de Apoyo a la Producción y Comercialización de Hortalizas del Paraguay 2010–2014. Dirección General de Planificación. Marco Estratégico Agrario 2009-2018, que se articula con el Plan Estratégico Económico y Social 2008-2013 (PEES) dentro de la Propuesta de Política Pública para el Desarrollo Social (PPDS) 2010-2020 del Gobierno de la República del Paraguay”. ¿Impresionante, verdad? Tuvieron casi una década para bajar a tierra todos esos pomposos enunciados. Veamos ahora la realidad. Según datos oficiales del Senave, importamos en 2015 más de 63 millones de kilos de hortalizas, entre ellas, el 70% de cebolla de cabeza, el 49% del tomate, el 82% pimiento, el 98% de la papa así como 29 millones de kilos de naranjas, 1 millón de kilos de sandías y, esto sí que es increíble, ¡230 mil kilos de mburucuyá o fruto de la “pasionaria”, planta que crece en el Paraguay en forma natural y prácticamente sin plagas que la amenacen! La casi totalidad de los productos que componen la mesa diaria en el Paraguay se importa en abrumador porcentaje, salvo la harina con la que se hace el pan y los fideos, el arroz y las carnes bovina, de pollo, cerdo y pescado. Ninguno de ellos provenientes de la agricultura familiar, duele decirlo.

    Va siendo hora que desde el Gobierno se abandone el discurso anestésico y se pase al terreno de la acción. Estimaciones no oficiales dicen que en solo cinco rubros importados, o contrabandeados, hay un negocio que supera los US$ 500 millones. Por miopía, incapacidad o malevolencia, en vez de reservar semejante porción de negocio para los productores locales, se abandona el sector en medio de una nube semántica repleta de proyectos y carente de resultados. La mesa de los paraguayos sigue siendo surtida con productos del exterior y, en mísera minoría, por equivalentes paraguayos. ¿Hasta cuándo?

    http://www.5dias.com.py/47639-con-mentiras-no-se-va-a-ninguna-parte

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  5. Positivo acercamiento entre sectores campesinos y el Gobierno

    Desde abril pasado, cuando el gobierno y sectores campesinos acordaron la implementación sobre la refinanciación de la deuda del sector rural, los avances para dar una solución efectiva a este conflicto han sido tímidos. Sin embargo, pese a los contratiempos ambos sectores han mostrado su interés y su disposición para concretar los compromisos; y esta circunstancia abre perspectivas favorables para poner fin al conflicto que ha sido una preocupación permanente para los labriegos y un rompecabezas para las autoridades.
    Si bien en la transición hacia ese fin se han producido inconvenientes y contratiempos innecesarios, el objetivo ulterior –que ha permitido que gobierno y dirigentes campesinos aún continúen en la mesa de negociaciones– abrió un compás de concordia que es ineludible para todo convenio que pretenda arribar a buen puerto.
    Para ese espíritu colaborativo, poco ha hecho mella la aparición de inescrupulosos que han buscado e intentado obtener algún tipo de provecho en detrimento, primero, del frágil diálogo que termine echando por tierra cualquier acuerdo y, segundo, socavar la credibilidad y capacidad del gobierno.
    Sin embargo, integrantes del Ministerio de Agricultura y del Crédito Agrícola de Habilitación (CAH) así como miembros de la Mesa Multisectorial Campesina han advertido la presencia de estos avivados que según el censo llevado a cabo para este menester son como 340 personas que serían funcionarios públicos, docentes y hasta efectivos policiales, y que nada tienen que ver con el sector campesino y su endeudamiento.
    La depuración ha permitido detectar y limpiar a estos inescrupulosos pero también ha dejado una patética constancia de que muchos campesinos se han dejado manipular por dirigentes que no tienen otra motivación que sólo enturbiar el escenario político, culpando al gobierno de no haber hecho lo suficiente.
    Sin embargo, hasta hoy, y así lo ha hecho saber el propio ministro Juan Carlos Baruja, el gobierno hay cumplido un ciento por ciento el acuerdo arribado a finales de abril. Este compromiso tiene dos puntos que son esenciales para el sector rural. Uno tiene que ver con la posibilidad de resarcimiento para proyectos productivos; y segundo, el proceso de análisis de deudas (públicas y privada) a ser reestructuradas. Con ello, y si no existieren más contratiempos, se empezaría a aplicar la rehabilitación financiera a partir de julio.
    La depuración de los cuadros se ha cumplido y el cronograma inicial se mantiene con algunos sobresaltos, pero a partir de ahora los representantes del sector público y los campesinos deberán avanzar hacia una solución final, conveniente para todos y que coloque un moño a las conflictivas relaciones con las agrupaciones rurales.
    Las condiciones están dadas ya que el escenario político es más que favorable. Más allá de la manipulación en la que cayeron algunos labriegos, tentados quizás por liderazgos mediáticos desatinados, o la falta de escrúpulos de los oportunistas, los representantes de ambos sectores han mostrado voluntad para concluir con éxito las negociaciones que de ahora en más asoman con mayor nitidez. La madurez de los representados acerca aún más a la solución definitiva.

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  6. Pequeño productor brasileño vs. paraguayo

    Posteado por Víctor Hugo Florentín el 22-06-2016

    Las comparaciones siempre son odiosas y, generalmente, terminan afectando o hiriendo a alguien; sin embargo, tal como el sol no se tapa con un dedo, así sucede con la producción agropecuaria de nuestro país y la de nuestros poderosos vecinos (Brasil y Argentina), principalmente en lo referente a la agricultura familiar campesina o pequeña agricultura, como se la quiera llamar.

    En esta oportunidad quisiera hacer una comparación entre lo que es la pequeña producción en Paraguay y en el Brasil, si bien la diferencia poblacional es abismal, de 7 millones ante 204 millones de habitantes, la posibilidad de usar tecnologías, de aplicar conocimiento y de lograr mejores condiciones de vida no tienen barreras.

    Ya hace años, nuestros vecinos cuentan con un sistema denominado «Plan Zafra» (Plan Cosecha), que consiste en un financiamiento para pequeños, medianos y grandes productores, destinado al sector agropecuario, con tasas de interés anuales muy bajas, que van desde el 2 por ciento por año para pequeños productores y el 7 por ciento para los grandes; en Paraguay, en cambio, no existe ningún plan anual y los intereses de los préstamos están entre el 15 por ciento anual a nivel Estado y ni hablemos a nivel privado.

    El Gobierno de Brasil ha destinado a este «Plan Zafra» la suma de 57.940 millones de dólares, a fin de que el agro pueda cumplir su objetivo de alimentar al mundo.

    Este «Plan Zafra» es lanzado habitualmente en el mes de mayo, ya que el año agrícola en el país vecino va de junio a junio, y a partir de este lanzamiento toda la cadena de Agronegocios empieza a meter segunda y tercera para acelerar la economía.

    Conversando con periodistas del sector económico rural brasileño, los mismos nos explicaban que en su país ya ha pasado todo aquello que ahora estamos pasando en Paraguay, y que tiene que ver con la falta de pago de créditos por parte de pequeños productores, falta de asistencia técnica, ausencia de canales de comercialización, desarraigo de las familias motivadas por las necesidades, etc. Sin embargo, han superado muchos de esos problemas gracias al orden que han impuesto en toda la cadena productiva.

    En Brasil, el pequeño productor tiene la posibilidad de recibir un crédito, a baja tasa de interés, pero que conoce de un seguimiento para que el mismo destine ese dinero a la producción. En Paraguay, el crédito tiene un alto interés, se debe hipotecar lo que se tiene, no existe un seguimiento de «en qué se usa el dinero», y en caso de imprevistos (climáticos) tampoco existe un seguro agrícola.

    Nuestros vecinos pequeños productores reciben asistencia técnica, se hacen proyectos anuales de producción con los técnicos, existe un seguimiento para lograr el éxito del cultivo y se cuenta con canales de comercialización. En nuestro país casi no llega la asistencia técnica, los técnicos no tienen recursos y no pueden hacer el seguimiento a los productores debido a la fragilidad institucional (declaran que tienen el dinero, pero se dilapida), y los canales de comercialización no son directos, generalmente el intermediario se lleva todas las ganancias.

    Cuentan con instituciones como la Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria), que permanentemente están creando nuevas tecnologías para el pequeño productor, y socializando dichos trabajos. Acá, la investigación es casi una grosería, aquellos técnicos dedicados a esto no son reconocidos y los que logran algo es más por pasión y amor a lo que hacen que por apoyo gubernamental; es decir, la inversión en este rubro casi no existe.

    Gracias a un importante trabajo, el agro brasileño cuenta con zonificaciones en donde se ha logrado potenciar a los pequeños productores a producir rubros específicos, sean frutas, hortalizas o pequeñas cuencas lecheras. En este bendecido país, se sabe cuáles son las mejores zonas de producción, pero no se potencian, no se instalan industrias para dar un valor agregado a aquel producto fresco.

    Realmente, si siguiéramos comparando las ventajas que tiene el pequeño productor brasileño, en donde ya cambiaron el nombre, pues se denomina «agricultura familiar mecanizada», con relación a lo que reciben por parte del Estado nuestros pequeños agricultores, necesitaríamos un libro de 200 páginas.

    El punto es que nuestros vecinos no están haciendo nada de otro mundo, han superado todos los problemas que nosotros estamos viviendo ahora, con orden, trabajo y tecnología.

    Falta un compromiso por parte de nuestro Gobierno con los pequeños productores, pero también falta que esos productores cumplan con su parte. Los buenos ejemplos hay que imitarlos y mejorarlos, porque como dicen, lo que es bueno para el campo, es bueno para el país.

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  7. Festival con fondos públicos

    “Hay algunas zonas en donde los coordinadores impiden que sus asociados contacten con la institución”. Esta expresión pertenece a la presidenta del Crédito Agrícola de Habilita­ción, Amanda León, quien a continuación se interrogó a sí misma diciendo que “no se explica por qué ocurre esto” (sic Abc Color 30-6-2016). Podríamos disculpar esta inocentada si no proviniera de una alta funcionaria de Gobierno obliga­da, por su posición, a explicar el origen del desbarajuste ocu­rrido con las cuentas pendientes con pequeños productores que tomaron créditos del organismo público de su conduc­ción.

    Entregar dinero es algo muy serio. Compromete por com­pleto a las personas a cargo de operaciones de esta índole. En la banca privada, no poder explicar la morosidad en la cancelación de préstamos significa el final para la carrera de cualquier empleado bancario independientemente de su je­rarquía.

    Y tratándose de la banca pública, las responsabilidades su­ben hacia niveles superiores para co­brar allí los costos políticos derivados. Pero claro, hay que pensar que eso suce­de en estados avan­zados en donde mal administrar recur­sos financieros tie­ne sus derivaciones políticas y, even­tualmente, conse­cuencias ante la jus­ticia ordinaria.

    ¿Por qué “hay zonas en donde los coor­dinadores impiden que sus asociados contacten con la institución”? Le respondemos a la presi­denta del CAH: porque el tema de la deuda contraída por pe­queños productores -tanto con el CAH como con entidades privadas- ha dejado de ser un compromiso individual para convertirse en un instrumento extorsivo manejado por un conjunto de “dirigentes campesinos” que acaudillan a los morosos convirtiéndolos en rehenes de sus campañas polí­ticas. Por eso la gente “no contacta con la institución”, por­que si lo hiciera podría resolver su situación y de esa manera volvería a sus tareas habituales, es decir, cultivar la tierra y seguir adelante. Eso dejaría a los políticos mimetizados como ardientes defensores de la causa campesina sin mano de obra barata con la cual apretar al Gobierno.

    Este sainete todavía no termina. El ministro de Hacienda anunció el envío al Congreso de un pedido de aprobación de un bono de US$ 35 millones para dar más plata al CAH “a fin de que siga concediendo préstamos”. Más plata para una entidad cuya presidenta admite que muchos deudores no acuden a refinanciar sus deudas porque sus “coordinadores” (léase, caudillos políticos) no les permiten hacerlo. En medio de semejante cuadro de precariedad de gestión, el Gobierno se permite pedir más fondos para volcarlos en este pozo sin fondo. ¿Es que no hay auditorías que lo impidan? ¿Qué dice la Contraloría General sobre este despropósito? Hasta el Pro­curador general tiene la obligación de pedir cuentas sobre este dispendio de fondos públicos. Ojalá el Congreso corte todo esto y rechace un pedido tan descarriado.

    http://www.5dias.com.py/47775-festival-con-fondos-publicos

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  8. Sector agropecuario vs. políticas públicas

    Por Ricardo Rodríguez Silvero

    Para el desarrollo sostenible, las actividades del sector primario son importantísimas. En los últimos años, representaron una cuarta parte del producto y del empleo así como el 70% del valor de la exportaciones en nuestro país. Paraguay se ha vuelto además uno de los principales productores y exportadores de alimentos a nivel mundial. Sus proveedores son actividades agropecuarias en su acepción amplia. Se incluye dentro de ellas la explotación forestal así como la acuicultura y los animales silvestres. Todos ellos son fundamentales para proveer seguridad alimentaria y combatir la pobreza. Dentro de ese contexto, es mucho lo que se ha avanzado y es también mucho lo que hace falta por hacer.

    FOMENTO A PEQUEÑOS PRODUCTORES. Los logros alcanzados por las actividades agropecuarias deben ser afianzados. Y a las tareas pendientes hay que darles prioridad. Entre estas últimas está el fomento a los pequeños productores, así como su integración económica y social, compatible con el medioambiente, con buenas prácticas en la producción y con certificados de calidad y de sanidad. El Marco Estratégico Agrario 2014-18 contiene directrices básicas para proceder de acuerdo con las normas vigentes y servir de base a políticas públicas orientadas al desarrollo sostenible. Esas directrices no son más que teoría si es que las políticas públicas quedan rezagadas.

    ESCASA ASIGNACIÓN PRESUPUESTARIA A GANADERÍA. En el sector ganadero, cuya actividad es decisiva para la producción de alimentos y el combate contra la pobreza, hay todavía mejoras importantes a realizar. Por ejemplo, se debe fortalecer el Viceministerio de Ganadería en términos de recursos humanos y presupuestarios, así como mejorar su visibilidad de forma que su posicionamiento tanto dentro del Ministerio de Agricultura y Ganadería MAG, como a nivel nacional, sea coherente con su importancia alimentaria y estratégica para el desarrollo sostenible. Desde el MAG hay que bregar por que las políticas agropecuarias combatan la volatilidad del crecimiento económico con diversificación en la producción y exportación, así como superen el cambio climático con políticas públicas compatibles con el medioambiente. También falta instalar centros de observación del comportamiento de los mercados regionales y mundiales.

    ABARCAR TODOS LOS SUBSECTORES PECUARIOS. Es importante señalar la necesidad de fortalecer, aparte del ganado bovino, también a los demás rubros pecuarios como acuicultura, avicultura, apicultura, caprinocultura, cunicultura, lechería, ovinocultura, suinicultura, entre otros, y facilitar el acceso de los pequeños productores a los mercados –sin confundirlos con productores de pequeñas especies– a través de la conformación de pymes pecuarias, a fin de formalizar la actividad con criterio de empresa, en alianzas público-privadas.

    POLÍTICAS PÚBLICAS BRINDAN POCA ATENCIÓN AL AGRO. Respecto de Paraguay y en los últimos años sendas publicaciones han puesto énfasis en eso. Valga mencionar por lo menos las siguientes, entre todas ellas:

    • Políticas públicas para el desarrollo pecuario. Estudio publicado en el marco de las Necesidades del Viceministerio de Ganadería versus políticas pecuarias innovadoras, dentro del programa de ayuda brindada por la Unión Europea: Apoyo a la Integración Económica del Sector Rural Paraguayo AIESRP. Ministerio de Agricultura y Ganadería, San Lorenzo, agosto 2014. Parte de los pensamientos impresos en esta columna provienen de dicho estudio.

    • Desarrollo rural, Banco Interamericano de Desarrollo, marzo 2015. Es un diagnóstico de los desafíos del sector rural, en el contexto de la Estrategia de País. Se recomienda promover la innovación tecnológica para el aumento de la productividad agropecuaria y adaptar la tecnología en la agricultura familiar campesina para superar barreras de acceso, fortalecer los sistemas sanitarios y de inocuidad, garantizar la seguridad jurídica de la propiedad de la tierra, así como reducir la vulnerabilidad al cambio climático y manejar mejor los recursos naturales.

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  9. ¿Más paraguayo que la mandioca?

    Es de origen incierto, pero los paraguayos también consideramos al Paraguay como país originario de uno de los tubérculos muy consumidos en el mundo entero como es la mandioca (Maniot esculenta).
    Escuchamos que el Brasil es el origen de esta productiva planta en su zona central y su región sureste y los portugueses fueron los encargados de su primera y enorme difusión al resto del mundo. También se habla de México como país de origen y desde donde se diseminó su cultivo. Los incas ya la plantaban desde unos 4.000 años atrás y se estima que los Mayas del Yucatán fueron los primeros en cultivar la mandioca por lo que también es conocido el vegetal como yuca.

    De lo que no queda nada de duda es la importancia que tiene la mandioca para la alimentación del ser humano, tan fundamental como otros alimentos originarios de la América precolombina como la papa, el girasol, el tomate, el frijol y el maíz. Todas estas especies de gran valor alimenticio y comercial fueron propagadas a todas las regiones tropicales y subtropicales del Asia, África y países caribeños.

    El próximo viernes 4 de noviembre se festejará el Día de la Mandioca en este país. Es alto componente de la denominada “agricultura familiar” (AF) por las toneladas producidas y la superficie de siembra. La AF cultiva unas 162.000 hectáreas de las 171.000 hectáreas de mandiocas existentes en el país y se obtienen, en las chacras familiares, unas 2.076.000 toneladas de las 2.220.000 que tenemos en el país como producción total.

    Estas cifras cantan que la mandioca es uno de los cultivos que marca la diferencia en cuanto a cantidad de área sembrada en el Paraguay como el alimento que ocupa el sitial principal. La industria también se nutre de este rubro y el almidón desprendido de las raíces de la mandioca consiste en un rubro de exportación que tiene el país. La mandioca, el poroto y el maíz son los símbolos agrícolas que tiene la agricultura familiar criolla tras la desaparición del algodón. La mandioca producida en las fincas campesinas constituye el 95 % del total producido en el Paraguay.

    Se encuentran dos grandes grupos de mandioca, las variedades dulces y amargas. Las primeras son las consumidas previamente cocinadas para cedernos carbohidratos, vitamina C y del grupo B, aporta magnesio, hierro, calcio y al no contener gluten pueden consumir los celiacos. Las hojas de la mandioca dulce constituyen una formidable fuente de 5% a 8 % de proteína, tienen buen nivel de vitamina C y unos colorantes que pueden darse a las gallinas ponedoras para que sus yemas tengan un excelente pigmento rojo. Las amargas no pierden su toxicidad ni aun después de ser hervidas.

    Una tonelada de mandioca puede dar hasta unos 280 litros de alcohol absoluto contra los 70 litros que puede entregar la tonelada de caña de azúcar y rinde hasta un 30% de almidón. Su consumo alivia la jaqueca, alimenta a millones de personas en el mundo (tortillas, frita, croquetas, puré, lampreado, pastel, pastelón y dulces), reduce el nivel del colesterol, atenúa la hipertensión, es un excelente alimento animal y no necesita de suelos tan fértiles para su producción. El promedio paraguayo está en las míseras 17,5 toneladas por hectárea, cifra que tendrá que subir a unas 50 Ton./ha una vez que el servicio de Extensión Agrícola del MAG funcione antes que llegue a su extinción total.

    Hablar de la mandioca equivale a hablar del Paraguay, con el mismo valor de identidad que tiene el tereré, su siesta, su desidia, el calor, la hamaca y su corrupción.

    Vaya este pequeño homenaje a este ícono de la agricultura familiar paraguaya para el canó, pomberí, señorita, meza-i, chará, tacuara, yerutí, caballero, pytã’i, yacaratiá y a las otras variedades que salvan, en parte, a la gran hambruna del Paraguay…

    Por Caio Scavone

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/opinion/mas-paraguayo-que-la-mandioca-1534019.html

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  10. Alentadores récords

    El año pasado se exportaron 41.000 toneladas de mandioca –24.000 más que en 2013– y casi 490.000 toneladas de arroz –150.000 más que en 2015–, lográndose así dos récords que sirven para recordarnos que, felizmente, la soja no es el único producto agrícola de exportación.

    En efecto, conviene evitar que el país esté pendiente de las condiciones climáticas propicias para un par de cultivos y de los precios que ellos tengan en el mercado internacional. Será difícil y acaso inconveniente que el agricultor individual diversifique su producción, ya que no hay tierras adecuadas para todo tipo de cultivos y la especialización favorece un mayor rendimiento. Lo que convendría hacer, entonces, es aprovechar los suelos variados que ofrece el territorio nacional para explotarlos inteligentemente de acuerdo a sus respectivas características.

    La mandioca, que no requiere grandes cuidados ni especiales condiciones de fertilidad, es cultivada sobre todo por unos 3.000 campesinos minifundiarios, quienes, según el director ejecutivo de la firma Codipsa, Hans Regier, percibieron el año anterior 13 millones de guaraníes per cápita por el tubérculo vendido a la industria del algodón. Sería “el principal rubro que reduce la pobreza en el Paraguay”, pese a que el 70% de la cosecha queda en las fincas, ya que el rendimiento medio solo llega a un muy bajo promedio de 16 toneladas por hectárea.

    Esto implica que la exportación de mandioca podría crecer aún más, sin necesidad de aumentar el área de cultivo ni de reducir su consumo en la chacra, elevando la baja productividad actual. Para ello, es preciso que los técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) sigan insistiendo en que la agricultura familiar debe abandonar sus arcaicos métodos de cultivo. Se trata de una tarea desafiante, dada la fuerza de la tradición y de la cultura campesina, pero es imprescindible vencerla para mejorar el nivel de vida en el campo. Se debe convencer a los labriegos de que solo aceptando ser capacitados podrán cosechar más y mejor, y, por lo tanto, obtener mayores ingresos.

    Los arroceros están más integrados en el mercado internacional, dado que exportan la mitad de su producción, que creció notablemente en los últimos años. Practican una agricultura mecanizada, cuentan con equipos de última generación y tienen silos que les permiten reaccionar bastante a las oscilaciones del precio. Son tan productivos como los sojeros, de modo que no necesitan la asistencia técnica del MAG, como sí la necesitan los campesinos que plantan mandioca. Estos también requieren de caminos transitables en todo tiempo para poder enviar sus productos al mercado, y de cooperativas que les permitan comercializar sus productos de un modo más ventajoso, eliminando el comprador en finca que los chantajea pagándoles un precio vil, aprovechando la indefensión en que se debate.

    Se puede hacer mucho para que los campesinos abandonen la mera agricultura de subsistencia y se inserten con mayor fuerza en el circuito económico, es decir, para que la mandioca no siga siendo casi una planta silvestre, que apenas les sirve para atenuar el hambre por su apego a una labranza primitiva.

    Celebramos los récords obtenidos en las exportaciones de arroz y de mandioca, esperando que los resultados de 2017 sean aún mejores, y esperamos que el Gobierno ponga gente inteligente y capaz en el esfuerzo por ayudar a nuestra gente del campo a producir más y vender a mejor precio el resultado del sudor de su frente.

    http://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/alentadores-records-1552688.html

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  11. ¿Otro intento fallido?

    El último trimestre de 2016 ofreció un panorama alentador en cuanto a lo que somos capaces de producir en géneros de consumo diario. Gran parte de los géneros frutihortícolas que pueblan sin falta la mesa de los paraguayos provinieron principalmente de productores paraguayos.
    Papa, cebolla, tomate, locote y rubros similares pudieron desalojar por algún tiempo a sus similares introducidos del exterior, casi siempre de contrabando. Hasta la proverbial naranja “pintada de sol” –otrora símbolo de la paraguayidad- retomó su lugar en las góndolas de los supermercados y autoservicios. Pero este empuje luce como infelizmente pasajero, ya que duró lo que el distorsionado mercado paraguayo le permitió. Todo entusiasmo se agota cuando las exigencias técnicas de producción le pasan la factura al granjero y las cebollas y los tomates brasileños o argentinos vuelven por sus fueros cerrando de nuevo un ciclo incompleto.

    Se verá este año cuál es la verdadera vocación del Gobierno en su conjunto: si quiere cerrar filas junto al productor paraguayo o prefiere encerrarse en la inacción de siempre y permitir que la producción extranjera lo mantenga al granjero en su condición de mendigo suplicante.

    Cada vez que los agentes de aduanas, puertos, Senave o el MAG han combinado operativos conjuntos para cerrar las puertas al contrabando de productos frutihortícolas, el populismo electoralista ha ido en auxilio de los ilegales quienes, enarbolando el fosilizado discurso de “tenemos derecho al trabajo” han corrido a pedradas, y no pocas veces a balazos, a las autoridades de intervención.

    El contrabando siempre lo ha podido todo en el Paraguay. Pasa, en este escenario, lo que con las invasiones de tierras: las aves negras del negocio ilegal lo organizan todo desde las sombras y cuando hay represión, mandan al frente a mujeres y niños a victimizarse enarbolando las banderas de la necesidad y la miseria. El dispositivo se completa cuando dos o tres políticos parásitos, expertos en hozar en medioambientes en descomposición, hacen su show mediático aprovechando las cámaras de la televisión-basura, siempre lista para explotar el morbo de más baja estofa: gritos, amenazas, policías en retirada, llantos de niños, cascotazos y demás lindezas del sistema. Y todo continuará igual: los cajones de tomates y las bolsas de cebollas entrando a raudales desde Argentina y Brasil, mientras el productor paraguayo, sentado sobre su tierra, ve una vez más disueltos sus sueños de progreso.

    Este Gobierno tiene este año la última oportunidad para revertir este proceso de destrucción del trabajo paraguayo. O decide apoyar orgánicamente al productor, o se va haciendo lo que todos: sacrificarlo en el insaciable altar de la política de baja calidad que todo lo relativiza y todo lo pulveriza.

    Se irá, si opta por lo último, como otro fallido intento de organizar un Estado confiable y una República institucionalmente sólida, amparo y reparo del ciudadano honesto y trabajador.

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  12. El rastrón que arrastra al Paraguay

    Por Caio Scavone

    Este rugir de motores no se refiere a los generadores del gran ruido y despliegue motorizado que cada tanto suele hacerse en los sitios en donde la producción agrícola se realiza de manera mecanizada. Nada que ver con la gran producción de granos que produce este país para opacar en algo los sitios de vanguardia que seguimos teniendo en materia de corrupción. Si existe una manera de conocerse al Paraguay en las afueras de este país nos valemos y montamos sobre unos tres ejes principales: su enorme producción de granos, su corrupción y su marihuana.

    Fuimos un país eminentemente forestal hasta la década del 60 del 1900, vale decir hasta hace casi unos 60 años. Los rollos de las mejores especies forestales llenaban los vagones cargueros de nuestro ferrocarril y mis ojos en el barrio Estación de Villarrica fueron testigos de aquella huida que hacían nuestros troncos. Obrajeros eran llamados los que cada tanto salían de nuestros montes y dejaban un rato sus hachas para visitar a sus familiares y tratarse de la terrible leishmaniosis que les acechaba.

    La aptitud productiva fue cambiando y la producción forestal quedó rezagada, pero hoy viene ganando impulso nuevamente con la producción de madera no genuina del Paraguay como el eucalipto, el paraíso, la toona, la grevillea y otras que si no se hubieran implantado, nuestras especies nativas hubieran estado en situación de desaparecidas.

    No era este el karaku del comentario y, sin querer, me fui a los árboles. Bajando a tierra nuevamente nos topetamos hoy con que la producción agrícola y ganadera son los buques insignias que tiene el país. La conducción empresarial y mecanizada de la producción paraguaya hizo muy bien la digestión de entender el combo de la técnica llamada “labranza cero” con la implementación del uso de los abonos verdes, la rotación de los cultivos y la siembra directa.

    Los tiempos cambiaron, tanto como los factores climáticos, y la agricultura de este país pasó, del uso de los bueyes aradores de la tierra a los tractores sin haberse deslizado antes sobre el uso de los equinos “agricultores”. O sigue el uso del flex “buey-tractor”. Los bueyes fueron desapareciendo del escenario productivo en la medida que fueron apareciendo los abigeos que siguen martirizando a los campesinos en contubernio con las autoridades policiales y partidarias de cada región.

    Una gran parte de mi vida profesional productiva se dedica a pregonar el manejo elemental lógico que debe implementarse hoy para lograr una buena producción agrícola. Y sin guardar ningún secreto, el logro campesino debe sustentarse en una bienhechora semilla, las buenas prácticas agrícolas y en una excelente fertilidad del suelo. El resto, que tampoco es historia, sirve pero con las autoridades ministeriales del ramo, las cosas se tornan difíciles y hablo de una asistencia técnica pobrísima a casi nula, una tenencia de la tierra tácita y un socorro crediticio inexistente. Solo existe el subsidio populista que cada vez más asfixia, endeuda y le tiene del cuello a este país.

    El arado de discos o el comúnmente llamado “rastrón” entró a arar y descalabrar a todos los suelos del Paraguay a través de los atrasados municipios, las arcaicas gobernaciones y otras instituciones estatales en las que el razonamiento productivo más elemental jamás les llegó. Son implementos usados en las rutas para que motiven la compactación de las mismas y con su uso en los suelos agrícolas de los campesinos, junto al burlesco rinde de las cosechas, solo sirven para que sus hijos dejen el campo y se conviertan en peajeros, caballos locos, asaltantes, drogadictos, ladrones y motochorros citadinos. Con la rastra, que pregona el mismo gobierno, se arrastra por el suelo el Paraguay…

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  13. El ejemplo de un General

    Por Caio Scavone

    Una pequeña planta comenzó a pisar fuerte cuando promediaba el año 2009. La planta le dio pie a una pequeña industria en un paraje conocido como Santa María, enclavado en el distrito de Gral. Morínigo del sexto departamento de Caazapá. Una pequeña comunidad ubicada entre Villarrica y San Juan Nepomuceno, a unos 210 km de la capital del país.

    La planta industrial inicia en aquel año una producción en la que no le daban ni esperanza, salvo algunas organizaciones e instituciones que conocían el sitio y a su gente. En este país es muy común que el paraguayo te diga: para qué te vas a dedicar a esa actividad si será un fracaso, cuando se inicia la cosa ya te indica cómo hacerla y ante el éxito obtenido ya se cree protagonista de esa conquista y la estrella del triunfo.

    Los primeros cooperantes de una inversión inicial estimada en unos 330 millones de guaraníes fueron la Gobernación de Caazapá con unos 20 millones, suma destinada al sistema de agua, el acabado buen proyecto 2KR (financiamiento japonés) del MAG (al que no hace mucho un exsenador liberal le dio el tiro de gracia) con unos 240 millones y, en contrapartida, el comité de agricultores aportó, entre la mano de obra y materiales, el monto de unos 70 millones de guaraníes.

    Cabe señalar que la entonces GTZ (hoy GIZ) del Gobierno alemán, dedicó su apoyo oficiando de coordinadora interinstitucional, además del aporte del manejo y la técnica de la recuperación de los suelos degradados y la buena conservación de su fertilidad, la capacitación a los productores, la jerarquía de las cadenas de valor y la instauración de un modelo de gestión.

    La segunda parte del proyecto industrial fue ejecutada un año después, en el 2010. La buena calidad del producto precisaba de la instalación de dos secaderos y sus respectivos extractores de aire húmedo. El MAG puso el aporte de 180 millones de guaraníes a través del proyecto conocido como Pronaf y el comité de productores lo que faltaba: 60 millones.

    Al escarbar más historia de este grupo de productores nos encontramos que ya en el año 2003 se introdujo el concepto de la cadena productiva de cítricos dentro del marco del Proyecto de Desarrollo Rural de Caazapá (GTZ/MAG) y la difusión del sistema de siembra directa, la implantación de los abonos verdes y la rotación de cultivos ya llevaba los 3 años de vigencia y de la digestión que hacían los productores de esa compañía caazapeña. Los trabajos de la GTZ y del Ing. Agr. Fabio Vega (Deag/MAG) fueron encomiables.

    El hito histórico a rescatar y destacar consiste en el funcionamiento de la industria comunitaria del almidón producido en Santa María iniciado por las 21 familias y las 40 personas divididas en 23 varones y las 17 mujeres y esposas de los mismos productores. El comité almidonero de las localidades de Santa María, Loma Rosada y Km 50 ya produce más de 30 Ton./ha de mandioca en más de las 40 hectáreas y procesan una 600 Ton. de mandioca, venden más de 115.000 kg de almidón y obtienen un ingreso bruto de un poco más de 200 millones de guaraníes, más el ingreso por el remanente en afrecho de unos 55.000 kg que quedan como subproducto del almidón.

    La cosa no para ahí. En el año 2009 se formaliza el comité de las 17 mujeres para darle vida a la “Chipería Santa María” y se intensifica entre los productores el cultivo del maíz chipá. En el año 2010 se inicia la producción de una excelente chipa en la planta industrial con el salón de ventas en el mismo lugar y hoy las mujeres producen 800 chipas/día con un ingreso diario de 2 millones de G.

    ¿Por qué las actuales autoridades del MAG no replican estas instancias en vez de regalar pollitos y hacer campañas partidarias que solo sirven para la joda y para la risa?

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  14. Importamos hortalizas por el fracaso de la política agrícola

    Resulta absurdo que en un país que siempre se ha caracterizado por disponer de tierras fértiles en abundancia, en los últimos años se haya tenido que duplicar el volumen de importación de hortalizas y frutos frescos. Según expertos, este fenómeno marca el fracaso de la política agrícola del actual Gobierno, que privilegia un modelo económico concentrado en sectores intensivos de capital mientras abandona a la agricultura familiar, permitiendo que el Paraguay pierda soberanía alimentaria. Esto impacta fuertemente en la economía rural, contribuyendo a que aumente la pobreza, principalmente en el sector campesino. Urge revertir esta situación para que los pequeños productores hallen una salida a la condición de pobreza.
    Históricamente, el Paraguay ha sido conocido como “el país de la naranjas”, sin embargo cada año debe importar gran cantidad de frutos cítricos de los países vecinos. En 2012 llegó a importar 31.653 toneladas de frutos cítricos y en 2015 fueron 32.303 toneladas, disminuyendo la cifra en el 2016, en que se importaron 14.956 toneladas.

    En el rubro de las hortalizas y los frutos frescos, la compra desde otros países ha aumentado significativamente. En el 2012, nuestro país importó 48.422 toneladas de hortalizas y para el 2016 esta cifra llegó a las 85.100 toneladas, mientras que en el 2012 se importaron 11.416 toneladas de frutos frescos, rubro que en el 2016 alcanzó 25.449 toneladas.

    Esta duplicación de la importación de dos rubros agrícolas que se podrían producir perfectamente en nuestro país, para abastecer al mercado interno e inclusive tener excedentes para la venta al exterior, obedece al fracaso de la política agrícola del actual Gobierno, según destacan varios expertos, ya que en los últimos años se ha venido privilegiando un modelo económico concentrado en sectores intensivos de capital, descuidando la agricultura más familiar o tradicional, que apunta al autoconsumo y la soberanía alimentaria.

    Debido a la falta de apoyo gubernamental, la mayoría de los pequeños productores no pueden competir y lo que cultivan no les genera ganancias, por lo que se ven obligados a vender o alquilar sus chacras tradicionales, convirtiéndose en migrantes que se desplazan a las grandes ciudades, formando las villas suburbanas o los llamados cinturones de pobreza, o incluso migran a otros países, como Argentina o España, en busca de mejores oportunidades laborales. Según la opinión de los técnicos consultados por Última Hora, este fracaso de la política agrícola genera un aumento de la pobreza rural, que también cuenta entre sus causas con la no generación de empleos y falencias en la educación.

    La Encuesta Permanente de Hogares, con datos oficiales dados a conocer recientemente, consigna que la pobreza en el Paraguay aumentó 2,2 puntos porcentuales, pasando de 26,6% a 28,8%, lo que significa que unas 1.949.272 personas viven en esta situación. La mayor cantidad de pobres se encuentran en el campo, totalizando 1.044.509, mientras que la pobreza extrema afecta a 320.069 pobladores rurales, los que representan el 82% del total de paraguayos que no logran cubrir una canasta básica de alimentos con sus ingresos.

    Urge asumir esta situación y modificar la política agrícola, con un mayor respaldo a los pequeños productores, para que encuentren una salida digna a la situación de pobreza que aqueja principalmente al campo.

    http://www.ultimahora.com/importamos-hortalizas-el-fracaso-la-politica-agricola-n1092060.html

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  15. Rubros interesantes
    Por Clide Martínez

    Las próximas autoridades nacionales y departamentales deben sumar sus esfuerzos para revertir la histórica marginación de los pueblos del Ñeembucú. De cumplir sus promesas, además de hacer realidad el sueño de la integración regional con un puente internacional, se fortalecerá el sector productivo.

    La industria textil, por ejemplo, se reactivaría y a través de ella se estimulará nuevamente el cultivo de algodón, que fue abandonado hace décadas por los labriegos de la zona. A este producto tradicional, se suma la necesidad de potenciar aquellos rubros con ventajas comparativas por las condiciones naturales del departamento.

    A través del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la participación del Gobierno departamental y las administraciones municipales, se puede también respaldar la apicultura, que tiene un enorme potencial en la zona. Llamativamente este rubro es ignorado por autoridades y técnicos, pese a que es una interesante opción ante las dificultades periódicas, como las inundaciones. En el Ñeembucú se obtiene un producto totalmente orgánico, que requiere de su certificación.

    Otra actividad, que se realiza de manera artesanal y tiene gran potencial, es la producción de queso. La mayoría de las familias campesinas cuentan por lo menos con una lechera y por la imposibilidad de almacenar la leche, optan por elaborar el “queso Paraguay”.

    A pesar del notorio impacto social de esta labor, no se realizó ningún esfuerzo para transmitir tecnología y dar valor agregado a un producto que por su nobleza, es el que permite la supervivencia de los ñeembucuenses en tiempos de extrema crisis. Plantas fabriles para pasteurizar la leche, elaborar yogur, queso y otros alimentos, se encuentran paradas a la espera de un apoyo del sector público.

    También surge como una posibilidad muy rentable la cría de peces, actividad que podría ser encarada por las familias de pescadores. Estas son sólo algunas de las alternativas, que requieren de mínimo respaldo para evitar que el Ñeembucú siga ostentando el “privilegio” de ser uno de los departamentos con mayor número de migrantes.

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  16. Pre Cumbre de Roma y una advertencia
    La cita de Roma advirtió que cualquier cambio en la forma de producir comida debe fundarse en la ciencia y no en meras supercherías.
    La América Latina productora de alimentos va a concurrir a la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios 2021 con una posición adoptada por unanimidad: primero, los productores agropecuarios, debidamente representados, deben ser protagonistas de primera línea en cualquier transformación que se encare en todas las formas de generar alimentos. En segundo lugar, y en esto se puso mucho énfasis, las decisiones y las políticas que se adopten deben estar basadas en la ciencia. Y en tercer término, la agricultura es parte de la solución de los principales desafíos que enfrenta la humanidad, en especial, en la eficiencia y sostenibilidad en la producción de alimentos para la humanidad.

    En el transcurso de la reunión que finalizó ayer en Roma, la frase que más se repitió en boca de los representantes nacionales fue: “Somos la solución y no el problema en la producción de alimentos”. El ministro de Agricultura y Ganadería, Santiago Bertoni, puso al frente de su discurso el compromiso del Paraguay en generar alimentos en equilibrio con el medio ambiente. Bertoni habló de intensificar en forma sostenible la agro ganadería con manejo integrado de plagas, la agricultura regenerativa, la ganadería silvopastoril y, transversal a todo eso, la incorporación de biotecnología.

    La denominada “pre cumbre de Roma” pareció funcionar como una especie de alerta temprana frente a ciertas tendencias generadas en la propia ONU que patrocina el evento de setiembre próximo en Nueva York. En los últimos años se está instalando la idea de que la producción ganadera es responsable de gran parte de los GEI (gases de efecto invernadero) causantes del cambio climático. Es por eso que la pre cumbre pone énfasis en que cualquier cambio propuesto en los sistemas alimentarios debe estar basado en ciencia y no en meras supercherías.

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